06 September 2022

El 6 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

 Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 6 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Génesis 32-34:

 Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. Y dijo Jacob cuando los vio: Campamento de Dios es este; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim. Y envió Jacob mensajeros delante de sí a Esaú su hermano, a la tierra de Seir, campo de Edom. Y les mandó diciendo: Así diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob: Con Labán he morado, y me he detenido hasta ahora; y tengo vacas, asnos, ovejas, y siervos y siervas; y envío a decirlo a mi señor, para hallar gracia en tus ojos. Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él. Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos. Y dijo: Si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento escapará. Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien; menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos. Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud. Y durmió allí aquella noche, y tomó de lo que le vino a la mano un presente para su hermano Esaú: doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos. Y lo entregó a sus siervos, cada manada de por sí; y dijo a sus siervos: Pasad delante de mí, y poned espacio entre manada y manada. Y mandó al primero, diciendo: Si Esaú mi hermano te encontrare, y te preguntare, diciendo: ¿De quién eres? ¿y adónde vas? ¿y para quién es esto que llevas delante de ti? entonces dirás: Es un presente de tu siervo Jacob, que envía a mi señor Esaú; y he aquí también él viene tras nosotros. Mandó también al segundo, y al tercero, y a todos los que iban tras aquellas manadas, diciendo: Conforme a esto hablaréis a Esaú, cuando le hallareis. Y diréis también: He aquí tu siervo Jacob viene tras nosotros. Porque dijo: Apaciguaré su ira con el presente que va delante de mí, y después veré su rostro; quizá le seré acepto. Pasó, pues, el presente delante de él; y él durmió aquella noche en el campamento. Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera. Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo; porque tocó a Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo. Alzando Jacob sus ojos, miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él; entonces repartió él los niños entre Lea y Raquel y las dos siervas. Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano. Y puso las siervas y sus niños delante, luego a Lea y sus niños, y a Raquel y a José los últimos. Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron. Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y los niños, y dijo: ¿Quiénes son estos? Y él respondió: Son los niños que Dios ha dado a tu siervo. Luego vinieron las siervas, ellas y sus niños, y se inclinaron. Y vino Lea con sus niños, y se inclinaron; y después llegó José y Raquel, y también se inclinaron. Y Esaú dijo: ¿Qué te propones con todos estos grupos que he encontrado? Y Jacob respondió: El hallar gracia en los ojos de mi señor. Y dijo Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo. Y dijo Jacob: No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi presente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido. Acepta, te ruego, mi presente que te he traído, porque Dios me ha hecho merced, y todo lo que hay aquí es mío. E insistió con él, y Esaú lo tomó. Y Esaú dijo: Anda, vamos; y yo iré delante de ti. Y Jacob le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas. Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir. Y Esaú dijo: Dejaré ahora contigo de la gente que viene conmigo. Y Jacob dijo: ¿Para qué esto? Halle yo gracia en los ojos de mi señor. Así volvió Esaú aquel día por su camino a Seir. Y Jacob fue a Sucot, y edificó allí casa para sí, e hizo cabañas para su ganado; por tanto, llamó el nombre de aquel lugar Sucot. Después Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, cuando venía de Padan-aram; y acampó delante de la ciudad. Y compró una parte del campo, donde plantó su tienda, de mano de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien monedas. Y erigió allí un altar, y lo llamó El-Elohe-Israel. Salió Dina la hija de Lea, la cual esta había dado a luz a Jacob, a ver a las hijas del país. Pero su alma se apegó a Dina la hija de Lea, y se enamoró de la joven, y habló al corazón de ella. Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró. Y habló Siquem a Hamor su padre, diciendo: Tómame por mujer a esta joven. Pero oyó Jacob que Siquem había amancillado a Dina su hija; y estando sus hijos con su ganado en el campo, calló Jacob hasta que ellos viniesen. Y se dirigió Hamor padre de Siquem a Jacob, para hablar con él. Y los hijos de Jacob vinieron del campo cuando lo supieron; y se entristecieron los varones, y se enojaron mucho, porque hizo vileza en Israel acostándose con la hija de Jacob, lo que no se debía haber hecho. Y Hamor habló con ellos, diciendo: El alma de mi hijo Siquem se ha apegado a vuestra hija; os ruego que se la deis por mujer. Y emparentad con nosotros; dadnos vuestras hijas, y tomad vosotros las nuestras. Y habitad con nosotros, porque la tierra estará delante de vosotros; morad y negociad en ella, y tomad en ella posesión. Siquem también dijo al padre de Dina y a los hermanos de ella: Halle yo gracia en vuestros ojos, y daré lo que me dijereis. Aumentad a cargo mío mucha dote y dones, y yo daré cuanto me dijereis; y dadme la joven por mujer. Pero respondieron los hijos de Jacob a Siquem y a Hamor su padre con palabras engañosas, por cuanto había amancillado a Dina su hermana. Y les dijeron: No podemos hacer esto de dar nuestra hermana a hombre incircunciso, porque entre nosotros es abominación. Mas con esta condición os complaceremos: si habéis de ser como nosotros, que se circuncide entre vosotros todo varón. Entonces os daremos nuestras hijas, y tomaremos nosotros las vuestras; y habitaremos con vosotros, y seremos un pueblo. Mas si no nos prestareis oído para circuncidaros, tomaremos nuestra hija y nos iremos. Y parecieron bien sus palabras a Hamor, y a Siquem hijo de Hamor. Y no tardó el joven en hacer aquello, porque la hija de Jacob le había agradado; y él era el más distinguido de toda la casa de su padre. Entonces Hamor y Siquem su hijo vinieron a la puerta de su ciudad, y hablaron a los varones de su ciudad, diciendo: Estos varones son pacíficos con nosotros, y habitarán en el país, y traficarán en él; pues he aquí la tierra es bastante ancha para ellos; nosotros tomaremos sus hijas por mujeres, y les daremos las nuestras. Mas con esta condición consentirán estos hombres en habitar con nosotros, para que seamos un pueblo: que se circuncide todo varón entre nosotros, así como ellos son circuncidados. Su ganado, sus bienes y todas sus bestias serán nuestros; solamente convengamos con ellos, y habitarán con nosotros. Y obedecieron a Hamor y a Siquem su hijo todos los que salían por la puerta de la ciudad, y circuncidaron a todo varón, a cuantos salían por la puerta de su ciudad. Pero sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón. Y a Hamor y a Siquem su hijo los mataron a filo de espada; y tomaron a Dina de casa de Siquem, y se fueron. Y los hijos de Jacob vinieron a los muertos, y saquearon la ciudad, por cuanto habían amancillado a su hermana. Tomaron sus ovejas y vacas y sus asnos, y lo que había en la ciudad y en el campo, y todos sus bienes; llevaron cautivos a todos sus niños y sus mujeres, y robaron todo lo que había en casa. Entonces dijo Jacob a Simeón y a Leví: Me habéis turbado con hacerme abominable a los moradores de esta tierra, el cananeo y el ferezeo; y teniendo yo pocos hombres, se juntarán contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa. Pero ellos respondieron: ¿Había él de tratar a nuestra hermana como a una ramera?


Salmo 117:
¡Alaben al Señor, naciones todas! ¡Pueblos todos, cántenle alabanzas! ¡Grande es su amor por nosotros! ¡La fidelidad del Señor es eterna! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!


Proverbios 17:
Es mejor un mendrugo de pan, en paz, que carne en abundancia, en medio de peleas. El criado astuto se vuelve patrón del hijo vago, y comparte la herencia con los otros hermanos. El crisol pone a prueba la plata, el horno pone a prueba el oro, y el Señor pone a prueba los corazones. El malvado está atento a los labios inicuos; el mentiroso hace caso de la lengua infamante. El que ofende al pobre ofende a su Creador; no queda impune el que se alegra de su mal. Los nietos son la corona de los ancianos, Y los padres son la honra de los hijos. No le queda al necio la grandilocuencia, y menos aún al príncipe el hablar con mentira. Quien practica el soborno, lo considera valioso pues le va bien en todo lo que hace. El que perdona el pecado, busca afecto; el que lo divulga, aleja al amigo. Gana más con un regaño quien es inteligente, que lo que gana el necio que recibe cien azotes. El que es rebelde no busca más que el mal, pero un día se enfrentará a un emisario cruel. Es mejor enfrentarse con una osa furiosa que lidiar con la obstinación de un necio. Quien paga mal el bien recibido, merece que el mal no se aparte de su casa. El comienzo de un conflicto pronto se vuelve un río desbordado; es mejor controlarlo, antes de que se desborde. Justificar al malvado y condenar al justo es igual de repugnante para el Señor. ¿Cómo puede el necio adquirir sabiduría, si tiene dinero pero no tiene entendimiento? El amigo ama en todo momento; en tiempos de angustia es como un hermano. ¡Qué poco inteligente es comprometerse y salir fiador en favor de un amigo! ¿Quieres pelear? ¡Quieres pecar! ¿Quieres darte importancia? ¡Quieres problemas! El de corazón malvado nunca da con el bien; el que se enreda con su lengua cae en desgracia. Ser padre de un necio es motivo de tristeza; ser padre de un necio no es motivo de alegría. Un corazón alegre es la mejor medicina; un ánimo triste deprime a todo el cuerpo. El impío acepta soborno y se lo guarda para corromper las sendas de la justicia. El rostro inteligente refleja sabiduría, pero el necio vaga con la mirada perdida. El hijo necio pone triste a su padre y le amarga la vida a su madre. No se debe condenar al que es inocente, ni castigar a quien es honorable y honrado. Sabio es quien cuida sus palabras; inteligente es quien tiene un espíritu prudente. Cuando el necio calla, pasa por sabio; cuando no abre la boca, pasa por inteligente.




El Libro de Marcos Capítulo 1 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS




CAPÍTULO 1
(26 d.C.)
EL MINISTERIO DE JUAN
EL BAUTISTA




PRINCIPIO del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios (pudiera leerse,
"el principio de las Buenas Nuevas acerca de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios"; el Espíritu Santo comienza este Libro al testificar en cuanto a la Realeza y la Deidad de Cristo antes de exponer Su Perfección como un Siervo; el principio mismo de este Evangelio es el Ministerio de Juan el Bautista);
2 Como está escrito en los Profetas (declara el Antiguo Testamento como la Palabra de Dios): He aquí, Yo envío a Mi mensajero (Juan el Bautista) delante de Tu faz (Israel), el cual preparará Tu camino delante de Ti (preparación para la introducción del Mesías [Mal. 3:1]).
3 Voz del que clama (la Predicación de Juan el Bautista estaba llena de emoción y sentimiento) en el desierto (típica de la condición espiritual de Israel), Preparad el Camino del Señor (en el sentido de una orden militar), enderezad Sus veredas (correctamente entienda la Palabra, y obedézcala).
4 Bautizaba Juan en el desierto (el Bautismo en Agua de esta manera era único), y predicaba el bautismo de Arrepentimiento (Arrepentimiento del individuo) para remisión de pecados (debiera traducirse, "debido a la remisión de pecados"; la gente fue bautizada porque ellos ya se habían arrepentido en sus corazones; no hay Salvación alguna en la ceremonia del Bautismo en Agua).
5 Y salía a él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalén, y eran todos bautizados por él en el Río del Jordán, confesando sus pecados (quiere decir que la confesión de pecados y el acto del Bautismo en Agua, eran a veces, simultáneos).
6 Y Juan andaba vestido de pelos de camello (la característica de la Doctrina que Juan enseñó, a saber penitencia y aborrecimiento al mundo), y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos (una faja); y comía langostas y miel silvestre (la langosta era secada hasta que se convertía en una fritura en el sol y se comía con miel, bastante común durante esa época);
7 Y predicaba (emoción profunda), diciendo, Viene tras mí (prepararé el camino) El Que (no sólo es "El Que," sino más bien "El Único") es más poderoso que yo ("El Omnipotente"), al cual no soy digno de desatar encorvado la correa de Sus Zapatos (la diferencia es, el anterior era un ser creado, mientras Éste es el Creador).
8 Yo a la verdad os he bautizado con agua: mas Él os bautizará con Espíritu Santo (debido a la Cruz, ya el Espíritu Santo puede entrar en el corazón y la vida del Creyente para morar permanentemente [Jn. 14:16-17]).
EL BAUTISMO DE JESÚS
9 Y aconteció en aquellos días (la clausura del Ministerio de Juan el Bautista), que Jesús vino de Nazaret de Galilea (con respecto al principio del Ministerio de Cristo), y fue bautizado por Juan en el Jordán.
10 Y luego (inmediatamente) subiendo del agua (el Bautismo en Agua es por inmersión, que solo puede satisfacer el tipo, no por aspersión), él (Juan) vio abrirse los Cielos (vio partirse el Cielo por medio, lo que esto podría significar no es cierto), y al Espíritu como Paloma que descendía sobre Él (Lucas dijo, "en forma corporal como Paloma" [Luc. 3:22] exactamente lo que él vio, no sabemos, pero él definitivamente vio algo):
11 Y hubo una Voz de los Cielos (la Voz vino del Cielo desgarrado o abierto, ninguna forma fue vista, pero "una Voz" fue oída), que decía, Tú eres Mi Hijo Amado (en contraste con todos los demás), en Ti tomo contentamiento (significa que Dios está satisfecho con nosotros, solamente mientras estemos en Cristo; tenemos aquí la Trinidad, la Voz del Cielo, Dios el Padre, el Espíritu Santo que es enviado y el Hijo en Quien lo envían).
LAS TENTACIONES DE JESÚS
12 E inmediatamente (el primer acto del Espíritu en Cristo) el Espíritu (el Espíritu Santo) Le impulsó (movido fuertemente sobre Él) al desierto (cerca de Jericó).
13 Y estuvo allí en el desierto cuarenta días (período probatorio), y era tentado de Satanás (tentado constantemente durante los cuarenta días y noches); y estaba con las  fieras (el último Adán tenía un entorno completamente diferente que el primer Adán, que era el Paraíso); y los Ángeles Le servían (en cuanto a exactamente cómo, no nos dice).
EL LLAMADO
14 Mas después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea, predicando el Evangelio (Buenas Nuevas) del Reino de Dios (un Reino en lo cual un Rey, a saber, Cristo ejerce Su Poder para actuar y controlar),
15 Y diciendo, El tiempo es cumplido (como fue predicho por los Profetas, Cristo ya ha venido), y el Reino de Dios está cerca (está disponible): arrepentíos y creed al Evangelio ("arrepentíos y creed" puede ser considerado como un resumen del método de Salvación. Significa que Arrepentimiento y Fe son las condiciones de admisión en este Reino, es decir, "el Nuevo Convenio").
16 Y pasando junto al mar de Galilea, Él vio a Simón (Pedro) y a Andrés su hermano que echaban la red en el mar: porque eran pescadores.
17 Y les dijo Jesús, Venid en pos de Mí, y haré que seáis pescadores de hombres.
18 Y luego (inmediatamente) dejadas sus redes, Le siguieron.
19 Y pasando Él de allí un poco más adelante, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, también ellos en el barco que remendaban las redes.
20 Y luego Él los llamó (el Ministerio es "un llamado" no una carrera): y dejando a su padre Zebedeo en el barco con los jornaleros, fueron en pos de Él (parece que tenían la bendición de su padre).
LA AUTORIDAD SOBRE
LOS DEMONIOS
21 Y entraron en Capernaum (donde Jesús hizo Su Sede); y luego (inmediatamente) en el Día del Sábado, entrando en la Sinagoga, enseñaba.
22 Y se admiraban de Su Doctrina (la que Él enseñaba, y la manera con que Él la enseñaba; Su Doctrina era la Palabra de Dios, mientras que los Escribas básicamente enseñaban la tradición): porque Él les enseñaba como Quien tiene potestad, y no como los Escribas (un grupo supuestamente experto en la Ley de Moisés).
23 Y había en la Sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo (la palabra "inmundo" recorre la gama de toda la actividad de Satanás desde la inmoralidad hasta espíritus religiosos, engañosos y mentirosos [Apoc. 16:13-16]), el cual dio voces,
24 Diciendo, ¡Ah, déjanos! (El líder de los demonios gritó en voz alta, pero habían más de un demonio en este hombre.) ¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús Nazareno? (Resentían la intrusión de Cristo en su dominio.) ¿Has venido a destruirnos? (Sabían que Él tenía el poder de hacer cualquier cosa necesaria que había de hacerse.) Sé quién eres, el Santo de Dios (los espíritus demoníacos sabían quién era Él, pero los líderes religiosos de Israel no sabían, o rehusaban saberlo).
25 Y Jesús le reprendió (el líder de los demonios), diciendo, Enmudece, y sal de él (en efecto, Él dijo, "cállense, y salgan de él").
26 Y el espíritu inmundo, haciéndole pedazos (precipitadamente, intentaron salir), y clamando a gran voz (representa un grito de miedo — miedo de Cristo y miedo de no obedecer a Cristo inmediatamente), salió de él (sin demora alguna).
27 Y todos se maravillaron (quedaron boquiabiertos), de tal manera que inquirían entre sí (la animada discusión prolongada de los Escribas), diciendo, ¿Qué es esto? (En efecto, "Quién es este Hombre," refiriendo a la posibilidad y pensamiento suyo, que Él podría ser el Mesías.) ¿Qué nueva Doctrina es esta? (No se refiere a "nueva" con respecto al tiempo, pero en cambio, en comparación con el murmurar tan seco como el polvo de los Escribas.) que con potestad aun a los espíritus inmundos manda, y Le obedecen (éste es el poder absoluto sobre Satanás y todos los espíritus de demonios, y con la obediencia llevada a cabo inmediatamente).
28 Y vino luego Su fama por toda la provincia alrededor de Galilea (cuando se esparciría hasta a Jerusalén, enfurecería a los líderes religiosos).
LA SANIDAD
29 Y luego, saliendo de la Sinagoga, vinieron a casa de Simón (Pedro) y de Andrés (el hermano de Pedro), con Santiago y Juan (estos cuatro fueron probablemente los únicos Discípulos que Él tuvo en ese momento, al comienzo de Su Ministerio).
30 Y la suegra de Simón que yacía enferma con fiebre (guardando cama), y luego (inmediatamente) Le hablaron de ella (no hay mención del nombre de la esposa de Pedro en el Nuevo Testamento; según el testimonio de Clemente de Alejandría, y Eusebio, ella sufrió martirio, y fue conducida a la muerte a la vista de su marido, de quien sus últimas palabras a ella fueron, "recuerda al Señor").
31 Entonces llegando Él (Jesús), la tomó de su mano y la levantó; y luego la dejó la fiebre (sanada inmediatamente), y les servía (probablemente ayudaba a preparar una cena).
LOS DEMONIOS ECHADOS
FUERA; MUCHOS SANADOS
32 Y cuando fue la tarde, luego que el sol se puso (cuando el Sábado terminó), traían a Él todos los que tenían mal, y endemoniados (demonios).
33 Y toda la ciudad se juntó a la puerta (todos los enfermos y afligidos).
34 Y Él sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades (muchas y diferentes tipos de enfermedades, y de cada clase), y echó fuera muchos demonios (espíritus demoníacos); y no dejaba hablar a los demonios, porque Le conocían (significa que sabían que Él era el Mesías).
UN VIAJE PARA PREDICAR
35 Y levantándose muy de mañana, aun muy de noche (era entre las 3:00 y las 6:00 de la mañana), Él salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba (el ejemplo de una vida fuerte de oración, era costumbre de Él, y proporciona un ejemplo para nosotros [Mat. 14: 23; Marc. 1:35; 6:46; Luc. 6:12; 9:28; 11:1]).
36 Y Le siguió Simón y los que estaban con Él (procuraron encontrarlo).
37 Y hallándole, Le dicen, Todos Te buscan (el pronombre, "Te" es enfático, que quiere decir que aquéllos que buscaran a Jesús no estarían satisfechos habiendo visto a Sus Discípulos).
38 Y les dice, Vamos a los pueblos vecinos (estando en oración, Él había escuchado del  Cielo, y le había sido dado la dirección con respecto a qué hacer y a dónde ir), para que predique también allí: porque para esto he venido (Él debía cubrir la mayoría de la tierra de Israel).
39 Y Él predicaba en las Sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios (la sanidad y la liberación, aunque eran importantes, eran secundarias en relación a la "Predicación" de la Palabra).
JESÚS SANA A UN LEPROSO
40 Y un leproso vino a Él, suplicándole (rogándole a Él), e hincada la rodilla (no fue simplemente una entrega de honor a un ser terrenal; fue una entrega de reverencia a un Ser Divino), y Le dice, Si quieres, puedes limpiarme (la lepra era tan repugnante, que el leproso no sabía si Jesús lo sanaría o no, aunque él sabía, que Jesús sí tenía el Poder).
41 Y Jesús, teniendo misericordia de él (es una muestra del Corazón de Dios), extendió Su Mano, y le tocó, y le dice, Quiero, sé limpio (según el Griego, Su Palabra curó al hombre, y no Su toque; cuando Él lo tocó, la sanidad ya había sido efectuada, y el hombre fue "limpio"; la palabra "Quiero" contestó de una vez para siempre la pregunta acerca de la Voluntad de Dios para sanar a los enfermos).
42 Y así que hubo Él hablado, la lepra se fue luego de aquél (indicaba que la Palabra hablada fue suficiente), y fue limpio.
43 Entonces Él (Jesús) lo amonestó severamente (fuertemente le exigió), y le despidió luego (lo mandó al Sacerdote, como la Ley exigía [Lev. 14:2]),
44 Y le dice, Mira, no digas a nadie nada (no en este momento): sino ve (primero), muéstrate al Sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos (corresponde a la Ley de la Limpieza del Leproso, que fue un asunto complicado [Lev. 14:1-32]).
45 Mas él salido, comenzó a publicarlo mucho, y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar públicamente en la ciudad (era Capernaum), sino que estaba fuera en los lugares desiertos (debido al empuje de las muchedumbres): y venían a Él de todas partes (al no obedecer lo que Jesús le dijo que debía hacer, el hombre le dio ocasión a los enemigos de Cristo para acusarlo; en otras palabras, dirían que Él no había hecho caso de la Ley, que por supuesto Él no hacía, pero el hombre lo hizo, y a pesar de la advertencia).
Primera Corintios Capítulo 13:Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.Hebreos 10:35-12:4Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor  reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las  estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de  su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e  incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.Romanos 8:Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha    liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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