28 May 2022

El 28 de mayo Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 28 de mayo Lectura Bíblica Diaria: 

Job 41-42 y Eclesiastés 1:
¿Sacarás tú al leviatán con anzuelo,
O con cuerda que le eches en su lengua? ¿Pondrás tú soga en sus narices,
Y horadarás con garfio su quijada? ¿Multiplicará él ruegos para contigo?
¿Te hablará él lisonjas? ¿Hará pacto contigo
Para que lo tomes por siervo perpetuo? ¿Jugarás con él como con pájaro,
O lo atarás para tus niñas? ¿Harán de él banquete los compañeros?
¿Lo repartirán entre los mercaderes? ¿Cortarás tú con cuchillo su piel,
O con arpón de pescadores su cabeza? Pon tu mano sobre él;
Te acordarás de la batalla, y nunca más volverás. He aquí que la esperanza acerca de él será burlada,
Porque aun a su sola vista se desmayarán. Nadie hay tan osado que lo despierte;
¿Quién, pues, podrá estar delante de mí? ¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya?
Todo lo que hay debajo del cielo es mío. No guardaré silencio sobre sus miembros,
Ni sobre sus fuerzas y la gracia de su disposición. ¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura?
¿Quién se acercará a él con su freno doble? ¿Quién abrirá las puertas de su rostro?
Las hileras de sus dientes espantan. La gloria de su vestido son escudos fuertes,
Cerrados entre sí estrechamente. El uno se junta con el otro,
Que viento no entra entre ellos. Pegado está el uno con el otro;
Están trabados entre sí, que no se pueden apartar. Con sus estornudos enciende lumbre,
Y sus ojos son como los párpados del alba. De su boca salen hachones de fuego;
Centellas de fuego proceden. De sus narices sale humo,
Como de una olla o caldero que hierve. Su aliento enciende los carbones,
Y de su boca sale llama. En su cerviz está la fuerza,
Y delante de él se esparce el desaliento. Las partes más flojas de su carne están endurecidas;
Están en él firmes, y no se mueven. Su corazón es firme como una piedra,
Y fuerte como la muela de abajo. De su grandeza tienen temor los fuertes,
Y a causa de su desfallecimiento hacen por purificarse. Cuando alguno lo alcanzare,
Ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará. Estima como paja el hierro,
Y el bronce como leño podrido. Saeta no le hace huir;
Las piedras de honda le son como paja. Tiene toda arma por hojarasca,
Y del blandir de la jabalina se burla. Por debajo tiene agudas conchas;
Imprime su agudez en el suelo. Hace hervir como una olla el mar profundo,
Y lo vuelve como una olla de ungüento. En pos de sí hace resplandecer la senda,
Que parece que el abismo es cano. No hay sobre la tierra quien se le parezca;
Animal hecho exento de temor. Menosprecia toda cosa alta;
Es rey sobre todos los soberbios.
42 Respondió Job a Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes,
Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?
Por tanto, yo hablaba lo que no entendía;
Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré;
Te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído;
Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco,
Y me arrepiento en polvo y ceniza. Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job. Ahora, pues, tomaos siete becerros y siete carneros, e id a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job. Fueron, pues, Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, e hicieron como Jehová les dijo; y Jehová aceptó la oración de Job. Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job. Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro. Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas, y tuvo siete hijos y tres hijas. Llamó el nombre de la primera, Jemima, el de la segunda, Cesia, y el de la tercera, Keren-hapuc. Y no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos. Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Y murió Job viejo y lleno de días.
Eclesiastés 1: 
Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece. Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír. ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después. Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él. Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu. Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse. Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia. Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu. Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.


Salmo 15:
¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? Sólo el de conducta intachable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; que no calumnia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobornos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.




Proverbios 9:
La sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. Preparó un banquete, mezcló su vino y tendió la mesa. Envió a sus doncellas, y ahora clama desde lo más alto de la ciudad. "¡Vengan conmigo los inexpertos! dice a los faltos de juicio. Vengan, disfruten de mi pan y beban del vino que he mezclado. Dejen su insensatez, y vivirán; andarán por el camino del discernimiento. "El que corrige al burlón se gana que lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio. No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará. Instruye  al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber. "El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; conocer al Santo es tener discernimiento. Por mí aumentarán tus días; muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." La mujer necia es escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas de su casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a los que van por el camino, a los que no se apartan de su senda. "¡Vengan conmigo, inexpertos! dice a los faltos de juicio. ¡Las aguas robadas saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!" Pero éstos ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al fondo de la fosa.





El Libro de II Tesalonicenses Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA SEGUNDA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
TESALONISENSES


CAPÍTULO 2
(54 d.C.)
LA SEGUNDA VENIDA


EMPERO os rogamos, Hermanos, en cuanto a la Venida de nuestro Señor Jesucristo (se refiere tanto al Arrebatamiento como a la Segunda Venida), y nuestro recogimiento a Él (esta frase se refiere estrictamente al Arrebatamiento),
2 Que no os mováis fácilmente de vuestra manera de pensar, ni os conturbéis (la doctrina errónea hace esto) ni por espíritu (los mensajes en lenguas e interpretación, que pretendieran ser del Señor, pero realmente no los son), ni por palabra (corresponde a aquéllos que afirmaban tener la Palabra del Señor), ni por carta como nuestra (alguien había escrito una carta que afirmaba ciertas cosas proféticas, y claramente había firmado el nombre de Pablo, lo que significa que fue una falsificación), como que el Día de Cristo estuviera cerca (debiera traducirse, "el Día del Señor," porque en los mejores manuscritos se leen así; "el Día del Señor" se refiere a todos los acontecimientos después del Arrebatamiento; algunos afirmaban, hasta en el día de Pablo, que la Segunda Venida estaba a punto de ocurrir, lo que por supuesto no era correcto).
3 No os engañe nadie en ninguna manera (en otras palabras, no escuche a lo que es Bíblicamente incorrecto): porque no vendrá, sin que venga antes la apostasía (debiera traducirse, "porque aquel día no vendrá, a menos que suceda primero una deserción"; se refiere al Arrebatamiento, que, en esencia, dice que la Segunda Venida no puede ocurrir hasta que acontezcan ciertas cosas), y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición (se refiere al Anticristo, que tiene que aparecerse en el mundo antes de la Segunda Venida);
4 Oponiéndose y levantándose contra todo lo que se llama Dios (él mismo se declara Deidad), o que se adora (el Anticristo aplastará todas las religiones, por lo menos en el área que él controla, haciéndose el objeto solo de adoración); tanto que se asiente en el Templo de Dios como Dios (se refiere al Templo Judío, que será reconstruido en Jerusalén; el Anticristo ocupará el poder del Templo, haciéndolo su sede religiosa), haciéndose parecer Dios. (Se anuncia como Deidad con respecto a sí mismo.)
5 ¿No os acordáis que cuando estaba todavía con vosotros, os decía esto? (Por eso, los Tesalonicenses no tenían excusa alguna de apartarse por causa de la doctrina errónea.)
6 Y ahora vosotros sabéis lo que impide (se refiere a la Iglesia), para que a su tiempo se manifieste. (Se refiere al Anticristo que será revelado o hecho conocido después del Arrebatamiento de la Iglesia.)
7 Porque ya está obrando el misterio de iniquidad (tiene que ver con la enseñanza errónea de los falsos maestros): solamente espera hasta que (la Iglesia) sea quitado de en medio (quien ahora impide la maldad) el que (la Iglesia) ahora impide (seguirá impidiendo). (Las palabras "el que" confunde a algunas personas. En Versículo 6, el pronombre "lo que" se refiere al Anticristo, mientras que en el Versículo 7 "el que" se refiere a la Iglesia.)
8 Y entonces (después del Arrebatamiento de la Iglesia) será manifestado (la prueba innegable que el Arrebatamiento va a ocurrir antes de la Gran Tribulación [Mat. 24:21]) aquel Inicuo (el Anticristo), al cual el Señor matará con el espíritu de Su Boca (debiera traducirse, "el Aliento de Su Boca" [Isa. 11:4]), y destruirá con el resplandor de Su Venida (las dos frases se refieren a la Segunda Venida):
9 A aquel Inicuo (el Anticristo), cuyo advenimiento es según la operación de Satanás (quiere decir que Satanás es el patrocinador del Anticristo), con grande potencia y señales y milagros mentirosos (declara el hecho de que la ascensión del Anticristo al poder, por lo menos al principio, será con aspecto religioso),
10 Y con todo engaño de iniquidad en los que perecen (se refiere al hecho de que "todos los poderes falsos y las señales falsas y las maravillas falsas" serán usados para engañar al mundo); por cuanto no recibieron el amor de la Verdad, para ser salvos (rechazaron a Cristo y la Cruz).
11 Por tanto, pues (el rechazo de Cristo y la Cruz), les envía Dios un poder engañoso (si alguien no quiere "la Verdad," Dios procurará que éste reciba un "engaño"), para que crean a la mentira (debiera traducirse, "para que creyeran la mentira"; el Texto Griego tiene el artículo definido "la mentira," lo que se refiere a una mentira específica; aquella "mentira" corresponde a algo que hace desviar a la persona de la Cruz):
12 Para que sean condenados todos los que no creyeron a la Verdad (quienes no aceptaron la Cruz), antes consintieron a la injusticia. (En el Griego tiene el artículo definido, que realmente dice, "la injusticia," especificando una injusticia concreta; está refiriéndose realmente a los resultados del rechazo de la Cruz de Cristo.)
ACCIÓN DE GRACIAS
13 Mas nosotros debemos dar siempre gracias a Dios por vosotros (se refiere a aquéllos que no sucumbieron a las mentiras de los falsos maestros), Hermanos amados del Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para Salvación por la Santificación del Espíritu (el Espíritu Santo) y creencia de la Verdad (no corresponde con el "quién" de la Salvación [en otras palabras, quién será salvo], sino más bien la "manera" de Salvación y Santificación; la gente es salva al confiar en Cristo y la Cruz; los Creyentes son Santificados al seguir confiando en Cristo y la Cruz; la "Cruz" es el medio de todas las cosas que pertenecen a Dios, con respecto a la humanidad):
14 A lo cual Él (Dios) os llamó por nuestro Evangelio (Jesucristo y Él Crucificado [I Cor. 1:17-18, 21; 2:2]), para alcanzar la Gloria de nuestro Señor Jesucristo. (Corresponde al milagro que viene con la Salvación, y todo a causa de lo que Cristo hizo en la Cruz.)
15 Así que, Hermanos, estad firmes (se refiere a permanecer firme en el Evangelio que Pablo les había Predicado), y retened la doctrina que habéis aprendido (lo que Pablo les había enseñado, lo cual era la Verdad), sea por palabra, o por Carta nuestra. (Es lo que él les había predicado cuando estaba con ellos, y, además, por la Epístola que él ya les había enviado, y la segunda que está escribiendo ahora.)
16 Y El Mismo Señor nuestro Jesucristo (declara que el Apóstol da el Nombre de Resurrección de nuestro Señor), y Dios el Padre nuestro (se refiere a la relación), El Cual nos amó, y nos dio consolación eterna, y buena esperanza por Gracia (todo hecho posible por la Cruz),
17 Consuele vuestros corazones (el Espíritu Santo nos consuela), y os confirme en toda buena palabra y obra. (El principio fundamental para este logro es un entendimiento correcto de la Cruz de Cristo.)



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.

Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano,  también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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