25 May 2022

El 25 de mayo Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 25 de mayo Lectura Bíblica Diaria: 

Job 32-34:
Cesaron estos tres varones de responder a Job, por cuanto él era justo a sus propios ojos. Entonces Eliú hijo de Baraquel buzita, de la familia de Ram, se encendió en ira contra Job; se encendió en ira, por cuanto se justificaba a sí mismo más que a Dios. Asimismo se encendió en ira contra sus tres amigos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado a Job. Y Eliú había esperado a Job en la disputa, porque los otros eran más viejos que él. Pero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, se encendió en ira. Y respondió Eliú hijo de Baraquel buzita, y dijo:
Yo soy joven, y vosotros ancianos;
Por tanto, he tenido miedo, y he temido declararos mi opinión. Yo decía: Los días hablarán,
Y la muchedumbre de años declarará sabiduría. Ciertamente espíritu hay en el hombre,
Y el soplo del Omnipotente le hace que entienda. No son los sabios los de mucha edad,
Ni los ancianos entienden el derecho. Por tanto, yo dije: Escuchadme;
Declararé yo también mi sabiduría. He aquí yo he esperado a vuestras razones,
He escuchado vuestros argumentos,
En tanto que buscabais palabras. Os he prestado atención,
Y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya a Job,
Y responda a sus razones. Para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría;
Lo vence Dios, no el hombre. Ahora bien, Job no dirigió contra mí sus palabras,
Ni yo le responderé con vuestras razones. Se espantaron, no respondieron más;
Se les fueron los razonamientos. Yo, pues, he esperado, pero no hablaban;
Más bien callaron y no respondieron más. Por eso yo también responderé mi parte;
También yo declararé mi juicio. Porque lleno estoy de palabras,
Y me apremia el espíritu dentro de mí. De cierto mi corazón está como el vino que no tiene respiradero,
Y se rompe como odres nuevos. Hablaré, pues, y respiraré;
Abriré mis labios, y responderé. No haré ahora acepción de personas,
Ni usaré con nadie de títulos lisonjeros. Porque no sé hablar lisonjas;
De otra manera, en breve mi Hacedor me consumiría.
33 Por tanto, Job, oye ahora mis razones,
Y escucha todas mis palabras. He aquí yo abriré ahora mi boca,
Y mi lengua hablará en mi garganta. Mis razones declararán la rectitud de mi corazón,
Y lo que saben mis labios, lo hablarán con sinceridad. El espíritu de Dios me hizo,
Y el soplo del Omnipotente me dio vida. Respóndeme si puedes;
Ordena tus palabras, ponte en pie. Heme aquí a mí en lugar de Dios, conforme a tu dicho;
De barro fui yo también formado. He aquí, mi terror no te espantará,
Ni mi mano se agravará sobre ti. De cierto tú dijiste a oídos míos,
Y yo oí la voz de tus palabras que decían: Yo soy limpio y sin defecto;
Soy inocente, y no hay maldad en mí. He aquí que él buscó reproches contra mí,
Y me tiene por su enemigo; Puso mis pies en el cepo,
Y vigiló todas mis sendas. He aquí, en esto no has hablado justamente;
Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre. ¿Por qué contiendes contra él?
Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones. Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios;
Pero el hombre no entiende. Por sueño, en visión nocturna,
Cuando el sueño cae sobre los hombres,
Cuando se adormecen sobre el lecho, Entonces revela al oído de los hombres,
Y les señala su consejo, Para quitar al hombre de su obra,
Y apartar del varón la soberbia. Detendrá su alma del sepulcro,
Y su vida de que perezca a espada. También sobre su cama es castigado
Con dolor fuerte en todos sus huesos, Que le hace que su vida aborrezca el pan,
Y su alma la comida suave. Su carne desfallece, de manera que no se ve,
Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen. Su alma se acerca al sepulcro,
Y su vida a los que causan la muerte. Si tuviese cerca de él
Algún elocuente mediador muy escogido,
Que anuncie al hombre su deber; Que le diga que Dios tuvo de él misericordia,
Que lo libró de descender al sepulcro,
Que halló redención; Su carne será más tierna que la del niño,
Volverá a los días de su juventud. Orará a Dios, y éste le amará,
Y verá su faz con júbilo;
Y restaurará al hombre su justicia. El mira sobre los hombres; y al que dijere:
Pequé, y pervertí lo recto,
Y no me ha aprovechado, Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro,
Y su vida se verá en luz. He aquí, todas estas cosas hace Dios
Dos y tres veces con el hombre, Para apartar su alma del sepulcro,
Y para iluminarlo con la luz de los vivientes. Escucha, Job, y óyeme;
Calla, y yo hablaré. Si tienes razones, respóndeme;
Habla, porque yo te quiero justificar. Y si no, óyeme tú a mí;
Calla, y te enseñaré sabiduría.
34 Además Eliú dijo: Oíd, sabios, mis palabras;
Y vosotros, doctos, estadme atentos. Porque el oído prueba las palabras,
Como el paladar gusta lo que uno come. Escojamos para nosotros el juicio,
Conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno. Porque Job ha dicho: Yo soy justo,
Y Dios me ha quitado mi derecho. ¿He de mentir yo contra mi razón?
Dolorosa es mi herida sin haber hecho yo transgresión. ¿Qué hombre hay como Job,
Que bebe el escarnio como agua, Y va en compañía con los que hacen iniquidad,
Y anda con los hombres malos? Porque ha dicho: De nada servirá al hombre
El conformar su voluntad a Dios. Por tanto, varones de inteligencia, oídme:
Lejos esté de Dios la impiedad,
Y del Omnipotente la iniquidad. Porque él pagará al hombre según su obra,
Y le retribuirá conforme a su camino. Sí, por cierto, Dios no hará injusticia,
Y el Omnipotente no pervertirá el derecho. ¿Quién visitó por él la tierra?
¿Y quién puso en orden todo el mundo? Si él pusiese sobre el hombre su corazón,
Y recogiese así su espíritu y su aliento, Toda carne perecería juntamente,
Y el hombre volvería al polvo. Si, pues, hay en ti entendimiento, oye esto;
Escucha la voz de mis palabras. ¿Gobernará el que aborrece juicio?
¿Y condenarás tú al que es tan justo? ¿Se dirá al rey: Perverso;
Y a los príncipes: Impíos? ¿Cuánto menos a aquel que no hace acepción de personas de príncipes.
Ni respeta más al rico que al pobre,
Porque todos son obra de sus manos? En un momento morirán,
Y a medianoche se alborotarán los pueblos, y pasarán,
Y sin mano será quitado el poderoso. Porque sus ojos están sobre los caminos del hombre,
Y ve todos sus pasos. No hay tinieblas ni sombra de muerte
Donde se escondan los que hacen maldad. No carga, pues, él al hombre más de lo justo,
Para que vaya con Dios a juicio. El quebrantará a los fuertes sin indagación,
Y hará estar a otros en su lugar. Por tanto, él hará notorias las obras de ellos,
Cuando los trastorne en la noche, y sean quebrantados. Como a malos los herirá
En lugar donde sean vistos; Por cuanto así se apartaron de él,
Y no consideraron ninguno de sus caminos, Haciendo venir delante de él el clamor del pobre,
Y que oiga el clamor de los necesitados. Si él diere reposo, ¿quién inquietará?
Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará?
Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre; Haciendo que no reine el hombre impío
Para vejaciones del pueblo. De seguro conviene que se diga a Dios:
He llevado ya castigo, no ofenderé ya más; Enséñame tú lo que yo no veo;
Si hice mal, no lo haré más. ¿Ha de ser eso según tu parecer?
El te retribuirá, ora rehúses, ora aceptes, y no yo;
Dí, si no, lo que tú sabes. Los hombres inteligentes dirán conmigo,
Y el hombre sabio que me oiga: Que Job no habla con sabiduría,
Y que sus palabras no son con entendimiento. Deseo yo que Job sea probado ampliamente,
A causa de sus respuestas semejantes a las de los hombres inicuos. Porque a su pecado añadió rebeldía;
Bate palmas contra nosotros,
Y contra Dios multiplica sus palabras.

Salmo 12:
Sálvanos, Señor, que ya no hay gente fiel; ya no queda gente sincera en este mundo. No hacen sino mentirse unos a otros; sus labios lisonjeros hablan con doblez. El Señor cortará todo labio lisonjero y toda lengua jactanciosa que dice: "Venceremos con la lengua; en nuestros labios confiamos. ¿Quién puede dominarnos a nosotros?" Dice el Señor: "Voy ahora a levantarme, y pondré a salvo a los oprimidos, pues al pobre se le oprime, y el necesitado se queja." Las palabras del Señor son puras, son como la plata refinada, siete veces purificada en el crisol. Tú, Señor, nos protegerás; tú siempre nos defenderás de esta gente, aun cuando los malvados sigan merodeando, y la maldad sea exaltada en este mundo.


Proverbios 6:
Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino, si has hecho tratos para responder por otro, si verbalmente te has comprometido, enredándote con tus propias palabras, entonces has caído en manos de tu prójimo. Si quieres librarte, hijo mío, éste es el camino: Ve corriendo y humíllate ante él; procura deshacer tu compromiso. No permitas que se duerman tus ojos; no dejes que tus párpados se cierren. Líbrate, como se libra del cazador la gacela, como se libra de la trampa el ave. ¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos. Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado? ¿Cuándo despertarás de tu sueño? Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez como un hombre armado! El bribón y sinvergüenza, el vagabundo de boca corrupta, hace guiños con los ojos, y señas con los pies y con los dedos. El malvado trama el mal en su mente, y siempre anda provocando disensiones. Por eso le sobrevendrá la ruina; ¡de repente será destruido, y no podrá evitarlo! Hay seis cosas que el Señor aborrece, y siete que le son detestables: los ojos que se enaltecen, la lengua que miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos. Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. Grábatelos en el corazón; cuélgatelos al cuello. Cuando camines, te servirán de guía; cuando duermas, vigilarán tu sueño; cuando despiertes, hablarán contigo. El mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz y la disciplina es el camino a la vida. Te protegerán de la mujer malvada, de la mujer ajena y de su lengua seductora. No abrigues en tu corazón deseos por su belleza, ni te dejes cautivar por sus ojos, pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la adúltera va tras el hombre que vale. ¿Puede alguien echarse brasas en el pecho sin quemarse la ropa? ¿Puede alguien caminar sobre las brasas sin quemarse los pies? Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena puede tocarla y quedar impune. No se desprecia al ladrón que roba para mitigar su hambre; pero si lo atrapan, deberá devolver siete tantos lo robado, aun cuando eso le cueste todas sus posesiones. Pero al que comete adulterio le faltan sesos; el que así actúa se destruye a sí mismo. No sacará más que golpes y vergüenzas, y no podrá borrar su oprobio. Porque los celos desatan la furia del esposo, y éste no  perdonará en el día de la venganza. No aceptará nada en desagravio, ni se contentará con muchos regalos.




El Libro de I Tesalonicenses Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
TESALONISENSES


CAPÍTULO 4
(54 d.C.)
EL ANDAR PIADOSO


ADEMÁS, Hermanos, que os roguemos y exhortemos en el Señor Jesús, que de la manera que fuisteis enseñados de nosotros de cómo os conviene andar, y agradar a Dios (tiene que ver con el estilo íntegro de vida), así vayáis creciendo (el comportamiento del Crecimiento Espiritual).
2 Porque ya sabéis qué Mandamientos os dimos por el Señor Jesús. (Un Mandato de ser Santo que sólo puede realizarse por una Fe constante y perdurable en Cristo y la Cruz, lo cual le da al Espíritu Santo libertad de acción para obrar.)
LA SANTIFICACIÓN
3 Porque la Voluntad de Dios es vuestra Santificación (la formación y preparación para ser Santo, sólo puede realizarse por el Espíritu Santo), que os apartéis de fornicación (se refiere a toda clase de inmoralidad):
4 Que cada uno de vosotros sepa tener su vaso (el cuerpo físico, lo cual es el Templo del Espíritu Santo [I Cor. 3:16]) en Santificación y honor (puro moralmente, lo cual sólo se puede realizar cuando se demuestra Fe constante en la Cruz de Cristo);
5 No con deseos desordenados de concupiscencia (una vida en pensamientos de pasiones y deseos depravados), como los Gentiles que no conocen a Dios (se refiere al mundo Gentil que andaba en tinieblas antes del advenimiento del Evangelio):
6 Que ninguno oprima, ni engañe en nada a su hermano (se refiere a cualquiera cosa con respecto al fraude, sin embargo, la deducción es a la mala conducta sexual; no debe ser así): porque el Señor es Vengador de todo esto (el Juicio de Dios por la impureza es seguro y terrible, y vendrá al final), como ya os hemos dicho y protestado. (Expresa la posibilidad de que la mala conducta sexual podía haber sido una tentación obsesionante para los Tesalonicenses.)
7 Porque no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a Santificación. (Dios nos ha llamado de la "inmundicia," es decir, "impureza sexual," a la "Santidad.")
EL AMOR
8 Así que, el que menosprecia (menosprecia los Mandamientos del Señor), no menosprecia al hombre, sino a Dios (considerar ligeramente las palabras de los hombres es una cosa; considerar ligeramente la Palabra de Dios es algo totalmente diferente), Quien también nos dio Su Espíritu Santo. (El Espíritu Santo es dado a los Creyentes para que podamos vivir una Vida Santa, lo cual se lleva a cabo al poner en evidencia nuestra Fe constante en la Cruz de Cristo.)
9 Mas acerca del amor fraternal no tenéis necesidad que os escriba (presenta al Apóstol quien acostumbraba usar discreción comenzando de manera elogiosa y luego procediendo a la amonestación): porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis los unos a los otros (los Creyentes que tienen el Espíritu Santo, Quien definitiva y constantemente nos enseña eso).
10 Y también lo hacéis así con todos los Hermanos que están por toda Macedonia (para los Tesalonicenses, Macedonia era su domicilio; si no podemos amar a aquéllos en nuestro propio domicilio, ¿cómo podemos amar a otros que están lejos?): empero os rogamos, Hermanos, que abundéis más (presenta al Apóstol que no los reprende, sino que de modo definitivo los exhorta);
11 Y que procuréis tener serenidad (es lo contrario a aspirar ser visto y oído de modo notable), y hacer vuestros negocios (ocuparse de sus propios asuntos y no entrometerse en asuntos ajenos), y obréis de vuestras manos de la manera que os hemos mandado (trabaje; no robe, y no viva a costa de los demás);
12 A fin de que andéis honestamente para con los extraños (sírvase de ejemplo para los incrédulos), y no necesitéis de nada. (Si seguimos fielmente al Señor, no careceremos de nada.)
EL ARREBATAMIENTO
13 Tampoco, Hermanos, queremos que ignoréis acerca de los que duermen (se refiere a los Creyentes que han muerto), que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. (Corresponde a aquéllos que no conocen al Señor quienes no tendrán arte ni parte en la Primera Resurrección y, por lo tanto, ninguna esperanza del Cielo.)
14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó (el mismo Fundamento del Cristianismo es la Muerte y Resurrección de Cristo; es la prueba de que hay vida después de la muerte en un estado glorificado para todos los Santos en aquella vida, que a propósito nunca acabará), así también traerá Dios con Él a los que durmieron en Jesús. (Se refiere al Arrebatamiento de la Iglesia, o la Resurrección de todos los Creyentes, las dos frases significan la misma cosa, justo como Pablo describe en I Cor., cap. 15. En la muerte, al instante el alma y el espíritu de un Hijo de Dios se van para estar con Jesús [Fil. 1:23], mientras que el cuerpo físico regresa al polvo. En el Arrebatamiento, Dios sustituirá lo que era el cuerpo físico con un Cuerpo Glorificado, ligado al alma y al espíritu. De hecho, el alma y el espíritu de cada individuo acompañarán al Señor muy de cerca en esta Tierra para estar ligado a un Cuerpo Glorificado, lo cual entonces hará que el Creyente sea sano.)
15 Por lo cual, os decimos esto por Palabra del Señor (expresa la Doctrina del Arrebatamiento de la Iglesia como la "Palabra del Señor"), que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la Venida del Señor (todos los Creyentes que están vivos en el momento del Arrebatamiento), no nos precederemos a los que murieron antes. (Se refiere al hecho de que los Santos vivos no precederán o irán antes de los Santos muertos.)
16 Porque El Mismo Señor con aclamación (se refiere a "El Mismo Jesús" que los Ángeles proclamaron en Hch. 1:11), con voz de Arcángel (se refiere a Miguel, el único que se refiere como tal [Judas, v. 9]), y con Trompeta de Dios (no dice exactamente que Dios personalmente tocará la Trompeta, pero que Le pertenece definitivamente, quien sea que la tocará), descenderá del Cielo: y los muertos en Cristo resucitarán primero (el criterio para estar listo para el Arrebatamiento es estar "en Cristo," lo que significa que todos quienes son Nacidos de Nuevo, sin duda alguna, irán en el Arrebatamiento):
17 Luego nosotros, los que vivimos y los que quedamos, juntamente con ellos (los muertos Resucitados) seremos arrebatados (ascenderemos) en las nubes (nubes de Santos, no son las nubes como normalmente pensamos) a recibir al Señor en el aire (la palabra Griega del "aire" es "aer," y se refiere a la atmósfera inferior, o de aproximadamente 6.000 pies; por lo tanto, el Señor vendrá al menos en unos 6.000 pies de la Tierra, quizás aun más abajo, y todos los Santos se encontrarán allí con Él; pero Él, en ese momento, no vendrá totalmente a la Tierra, aquella aguardada para la Segunda Venida, lo cual más tarde será siete años más tarde): y así estaremos siempre con el Señor. (La mayor reunión que la humanidad jamás habrá conocido.)
18 Por tanto, consolaos los unos a los otros con estas palabras. (Corresponde al futuro del Hijo de Dios, ¡lo cual es efectivamente Glorioso!)



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los  muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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