21 May 2010

El 21 de Mayo Lectura Bíblica Diaria


El 21 de Mayo Lectura Bíblica Diaria:

Levítico 20 a 22:
El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: "Todo israelita o extranjero residente en Israel que entregue a uno de sus hijos para quemarlo como sacrificio a Moloc, será condenado a muerte. Los miembros de la comunidad lo matarán a pedradas. Yo mismo me pondré en contra de ese hombre y lo eliminaré de su pueblo porque, al entregar a uno de sus hijos para quemarlo como sacrificio a Moloc, profana mi santuario y mi santo nombre. "Si los miembros de la comunidad hacen caso omiso del hombre que haya entregado alguno de sus hijos a Moloc, y no lo condenan a muerte, yo mismo me pondré en contra de él y de su familia; eliminaré del pueblo a ese hombre y a todos los que se hayan prostituido con él, siguiendo a Moloc. "También me pondré en contra de quien acuda a la nigromancia y a los espiritistas, y por seguirlos se prostituya. Lo eliminaré de su pueblo. "Conságrense a mí, y sean santos, porque yo soy el Señor su Dios. "Obedezcan mis estatutos y pónganlos por obra. Yo soy el Señor, que los santifica. "Si alguien maldice a su padre o a su madre, será condenado a muerte: ha maldecido a su padre o a su madre, y será responsable de su propia muerte. "Si alguien comete adulterio con la mujer de su prójimo, tanto el adúltero como la adúltera serán condenados a muerte. "Si alguien se acuesta con la mujer de su padre, deshonra a su padre. Tanto el hombre como la mujer serán condenados a muerte, de la cual ellos mismos serán responsables. "Si alguien se acuesta con su nuera, hombre y mujer serán condenados a muerte. Han cometido un acto depravado, y ellos mismos serán responsables de su propia muerte. "Si alguien se acuesta con otro hombre como quien se acuesta con una mujer, comete un acto abominable y los dos serán condenados a muerte, de la cual ellos mismos serán responsables. "Si alguien tiene relaciones sexuales con hija y madre, comete un acto depravado. Tanto él como ellas morirán quemados, para que no haya tal depravación entre ustedes. "Si alguien tiene trato sexual con un animal, será condenado a muerte, y se matará también al animal. "Si una mujer tiene trato sexual con un animal, se les dará muerte a ambos, y ellos serán responsables de su muerte. "Si alguien tiene relaciones sexuales con una hermana suya, comete un acto vergonzoso y los dos serán ejecutados en público. Ha deshonrado a su hermana, y sufrirá las consecuencias de su pecado. "Si alguien se acuesta con una mujer y tiene relaciones sexuales con ella durante su período menstrual, pone al descubierto su flujo, y también ella expone el flujo de su sangre. Los dos serán eliminados de su pueblo. "No tendrás relaciones sexuales ni con tu tía materna ni con tu tía paterna, pues eso significaría la deshonra de un pariente cercano y los dos sufrirían las consecuencias de su pecado. "Si alguien se acuesta con su tía, deshonra a su tío, y los dos sufrirán las consecuencias de su pecado: morirán sin tener descendencia. "Si alguien viola a la esposa de su hermano, comete un acto de impureza: ha deshonrado a su hermano, y los dos se quedarán sin descendencia. "Cumplan todos mis estatutos y preceptos; pónganlos por obra, para que no los vomite la tierra adonde los llevo a vivir. No vivan según las costumbres de las naciones que por amor a ustedes voy a expulsar. Porque ellas hicieron todas estas cosas, y yo las aborrecí. Pero a ustedes les digo: Poseerán la tierra que perteneció a esas naciones, tierra donde abundan la leche y la miel. Yo mismo se la daré a ustedes como herencia. "Yo soy el Señor su Dios, que los he distinguido entre las demás naciones. Por consiguiente, también ustedes deben distinguir entre los animales puros y los impuros, y entre las aves puras y las impuras. No se hagan detestables ustedes mismos por causa de animales, de aves o de cualquier alimaña que se arrastra por el suelo, pues yo se los he señalado como impuros. Sean ustedes santos, porque yo, el Señor, soy santo, y los he distinguido entre las demás naciones, para que sean míos. "Cualquiera de ustedes, hombre o mujer, que sea nigromante o espiritista, será condenado a muerte. Morirá apedreado, y será responsable de su propia muerte." El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los sacerdotes, hijos de Aarón: "No se contaminen tocando el cadáver de alguien de su pueblo, excepto en el caso de un pariente cercano, como su madre, su padre, su hijo, su hija, su hermano o una hermana soltera que, por no tener marido, dependa de él. Como jefes de su pueblo, no deben hacerse impuros ni contaminarse. "Los sacerdotes no se raparán la cabeza, ni se despuntarán la barba ni se harán heridas en el cuerpo. Deben ser *santos para su Dios, y no profanar su nombre. Son ellos los que presentan al Señor las ofrendas por fuego, que son como el pan de su Dios. Por eso deben ser santos. "Ningún sacerdote se casará con una prostituta, ni con una divorciada, ni con una mujer que no sea virgen, porque está consagrado a su Dios. Considéralo santo, porque él ofrece el pan de tu Dios. Santo será para ti, porque santo soy yo, el Señor, que los santifico a ustedes. "La hija de un sacerdote que se hace prostituta se profana a sí misma y profana a su padre. Deberá ser quemada viva. "Aquel que sea elegido sumo sacerdote entre sus hermanos, y sobre cuya cabeza se haya derramado el aceite de la unción, y a quien se le haya conferido autoridad para llevar las vestiduras sacerdotales, no deberá andar despeinado ni rasgarse las vestiduras. "No entrará en ningún lugar donde haya un cadáver. "No deberá contaminarse, ni siquiera por su padre o por su madre. "No saldrá del santuario, para no profanar el santuario de su Dios, porque ha sido consagrado mediante el aceite de la unción divina. Yo soy el Señor. "La mujer que tome por esposa debe ser virgen. No debe casarse con una viuda, ni con una divorciada ni con una prostituta. Debe casarse con una virgen de su mismo pueblo, para que no profane su descendencia entre su pueblo. Yo soy el Señor, que lo santifica." El Señor le ordenó a Moisés que le dijera a Aarón: "Ninguno de tus descendientes que tenga defecto físico deberá acercarse jamás a su Dios para presentarle la ofrenda de pan. En efecto, no deberá acercarse nadie que tenga algún defecto físico: ninguno que sea ciego, cojo, mutilado, deforme, lisiado de pies o manos, jorobado o enano; o que tenga sarna o tiña, o cataratas en los ojos, o que haya sido castrado. Ningún descendiente del sacerdote Aarón que tenga algún defecto podrá acercarse a presentar al Señor las ofrendas por fuego. No podrá acercarse para presentarle a su Dios la ofrenda de pan por tener un defecto. Podrá comer de la ofrenda de pan, tanto del alimento santo como del santísimo, pero por causa de su defecto no pasará más allá de la cortina ni se acercará al altar, para no profanar mi santuario. Yo soy el Señor, que santifico a los sacerdotes." Y Moisés les comunicó todo esto a Aarón y a sus hijos, y a todos los israelitas. El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a Aarón y a sus hijos: "Traten con mucho respeto las ofrendas sagradas que me consagran los israelitas, para no profanar mi santo nombre. Yo soy el Señor." También le ordenó decirles: "Si alguno de los descendientes de Aarón está ritualmente impuro y se acerca a las ofrendas que los israelitas consagran al Señor, será eliminado de mi presencia. Yo soy el Señor. "Si un descendiente de Aarón padece de alguna enfermedad infecciosa en la piel, o de derrame seminal, deberá abstenerse de comer de las ofrendas sagradas, hasta que se purifique. Cualquiera que toque un objeto contaminado por el contacto con un cadáver, o que tenga derrame de semen, o que toque algún animal u hombre impuros, cualquiera que sea la impureza, quedará impuro hasta el anochecer. Por tanto, se abstendrá de comer de las ofrendas sagradas. Lavará su cuerpo con agua, y al ponerse el sol quedará puro. Después de esto podrá comer de las ofrendas sagradas, porque son su alimento. No deberá comer nada que sea hallado muerto o despedazado por las fieras, pues de lo contrario quedará impuro. Yo soy el Señor. "Los sacerdotes cumplirán con mis instrucciones, y así no pecarán ni sufrirán la muerte por haber profanado las ofrendas. Yo soy el Señor, que santifico a los sacerdotes. "Nadie ajeno a la familia sacerdotal comerá de las ofrendas sagradas, ni tampoco comerá de ellas ningún huésped del sacerdote, ni su jornalero. Pero sí podrá comer de ellas el esclavo comprado por un sacerdote, y el esclavo nacido en casa del mismo. Si la hija de un sacerdote se casa con alguien que no sea sacerdote, no podrá comer de las ofrendas recibidas como contribución. Pero si queda viuda o divorciada y, sin haber tenido hijos, regresa a la casa de su padre como cuando era soltera, entonces sí podrá comer del alimento de su padre. Pero nadie ajeno a la familia sacerdotal está autorizado para comerlo. "Si inadvertidamente alguien come de una ofrenda sagrada, deberá restituir la ofrenda al sacerdote y añadirle una quinta parte de su valor. "No deberán los sacerdotes profanar las ofrendas sagradas que los israelitas presentan al Señor, porque al permitir que las coman harán recaer sobre sí mismos un pecado que requiere un sacrificio por la culpa. Yo soy el Señor, que los santifico." El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a Aarón y a sus hijos, y a todos los israelitas: "Si alguno de ustedes, sea israelita o extranjero residente en Israel, presenta un *holocausto al Señor para cumplir un voto, o como ofrenda voluntaria, para que le sea aceptado deberá presentar un macho sin defecto de entre el ganado vacuno, ovino o cabrío. No presenten ningún animal que tenga algún defecto, porque no se les aceptará. "Si alguien, para cumplir un voto especial o como ofrenda voluntaria, le presenta al Señor ganado vacuno u ovino como sacrificio de comunión, para que el animal le sea aceptado no deberá tener ningún defecto. No deberán presentarle al Señor, como ofrenda por fuego, animales ciegos, cojos, mutilados, llagados, sarnosos ni tiñosos. No ofrecerán en el altar ningún animal así. Podrán presentar como ofrenda voluntaria una res o una oveja deforme o enana, pero tal ofrenda no será aceptada en cumplimiento de un voto. "No ofrecerán al Señor ningún animal con los testículos lastimados, magullados, cortados o arrancados. No harán esto en su tierra. No recibirán de manos de un extranjero animales así, para ofrecerlos como alimento del Dios de ustedes. No se les aceptarán porque son deformes y tienen defectos." El Señor le dijo a Moisés: "Cuando nazca un ternero, un cordero o un cabrito, se quedará con su madre durante siete días. Del octavo día en adelante será aceptable al Señor como ofrenda por fuego. "No degollarán el mismo día una vaca o una oveja con su cría. "Cuando sacrifiquen una ofrenda de acción de gracias al Señor, háganlo de tal modo que les sea aceptada. Deberá comerse ese mismo día, sin dejar nada para el siguiente. Yo soy el Señor. "Obedezcan mis mandamientos y pónganlos por obra. Yo soy el Señor. "No profanen mi santo nombre sino reconózcanme como santo en medio de los israelitas. Yo soy el Señor, que los santifica. Yo los saqué de Egipto para ser su Dios. Yo soy el Señor."



Salmo 8:
Oh Señor, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra! ¡Has puesto tu gloria sobre los cielos! Por causa de tus adversarios has hecho que brote la alabanza de labios de los pequeñitos y de los niños de pecho, para silenciar al enemigo y al rebelde. Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto: "¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?" Pues lo hiciste poco menos que un dios, y lo coronaste de gloria y de honra: lo entronizaste sobre la obra de tus manos, todo lo sometiste a su dominio; todas las ovejas, todos los bueyes, todos los animales del campo, las aves del cielo, los peces del mar, y todo lo que surca los senderos del mar. Oh Señor, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!




Proverbios 2:
Hijo mío, si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos; si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; si llamas a la inteligencia y pides discernimiento; si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, entonces comprenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios. Él reserva su ayuda para la gente íntegra y protege a los de conducta intachable. Él cuida el sendero de los justos y protege el camino de sus fieles. Entonces comprenderás la justicia y el derecho, la equidad y todo buen camino; la sabiduría vendrá a tu corazón, y el conocimiento te endulzará la vida. La discreción te cuidará, la inteligencia te protegerá. La sabiduría te librará del camino de los malvados, de los que profieren palabras perversas, de los que se apartan del camino recto para andar por sendas tenebrosas, de los que se complacen en hacer lo malo y festejan la perversidad, de los que andan por caminos torcidos y por sendas extraviadas; te librará de la mujer ajena, de la extraña de palabras seductoras que, olvidándose de su pacto con Dios, abandona al compañero de su juventud. Ciertamente su casa conduce a la muerte; sus sendas llevan al reino de las sombras. El que se enreda con ella no vuelve jamás, ni alcanza los senderos de la vida. Así andarás por el camino de los buenos y seguirás la senda de los justos. Pues los íntegros, los perfectos, habitarán la tierra y permanecerán en ella. Pero los malvados, los impíos, serán desarraigados y expulsados de la tierra.



El Libro de Colosenses Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
COLOSENSES



CAPÍTULO 4
(64 d.C.)
AMOS



AMOS, haced lo que es justo y derecho con vuestros siervos (Amos Cristianos), sabiendo que también vosotros tenéis Amo en los Cielos (el Cristianismo depende de este gran principio).
LA ORACIÓN
2 Perseverad en oración (la oración ha de practicarse por todo Creyente), velando en ella (acostúmbrese a la oración para no dejarla) con acción de gracias (gran porción de la oración ha de consistir en acción de gracias):
3 Orando también juntamente por nosotros, que el Señor nos abra la puerta de la palabra (nos recuerda que a pesar de que la propagación del Evangelio está bajo la dirección Divina [Hch. 16:7], está también sujeta a los obstáculos Satánicos [I Tes. 2:18]), para hablar el Misterio de Cristo (corresponde a lo que antes había sido oculto, pero ya ha sido hecho totalmente conocido — la Cruz y lo que significa), por el cual aun estoy preso (se refiere al encarcelamiento de Pablo en Roma),
4 Para que lo manifieste (la predicación de Cristo), como me conviene hablar (manifiesta a Cristo como ha de manifestarse Cristo).
5 Andad en sabiduría para con los extraños (se refiere al "poner en orden su propio comportamiento" u "ordenar su propia conducta"), redimiendo el tiempo (hay que ser sabio y consagrado en las oportunidades que tengamos para presentar a Cristo).
6 Sea vuestra palabra siempre con Gracia (amable y agradable), sazonada con sal ("la sal" representa la Palabra incorruptible de Dios); para que sepáis cómo os conviene responder a cada uno (con respecto a Cristo).
HERMANOS
7 Todos mis negocios os hará saber Tíquico, Hermano amado, y fiel Ministro y consiervo en el Señor (por lo visto este Hermano estaba con Pablo en Roma, al menos por un período de tiempo):
8 El Cual os he enviado a esto mismo (al parecer, Tíquico ya se había ido de Roma para ir a Colosas), para que entienda vuestra condición, y consuele vuestros corazones (las noticias acerca del Apóstol que Tíquico llevaría; además, se le encargaron tres Epístolas: Efesios, Colosenses y la nota breve a Filemón);
9 Con Onésimo, amado y fiel Hermano, el cual es de vosotros (un esclavo fugitivo, que ya ha hallado a Cristo, acompañaba a Tíquico). Todo lo que acá pasa (Roma), os harán saber (la Iglesia en Colosas).
10 Aristarco, mi compañero en la prisión, os saluda (no se sabe si Pablo estaba hablando literal o espiritualmente acerca de este hombre que era un compañero de prisión), y Marcos, el sobrino de Bernabé (se refiere a Juan Marcos, el escritor del Evangelio que lleva su nombre entre los cuatro Evangelios; él era el hijo de la hermana de Bernabé) (acerca del cual habéis recibido mandamientos: si fuere a vosotros, recibidle;) (No se sabe exactamente lo que Pablo quiso decir aquí. Él al menos recomendaba a este joven, lo cual nos dice que el problema que tuvieron hace unos años ya fue corregido [Hch. 15:37-40.])
11 Y Jesús, el que se llama Justo, los cuales son de la Circuncisión. Éstos sólo son los que me ayudan en el Reino de Dios, y me han sido consuelo (tres Judíos: Aristarco, Marcos y Justo).
12 Os saluda Epafras, el cual es de vosotros, siervo de Cristo (probablemente el fundador de la Iglesia de Colosas, quien estaba con Pablo por un período de tiempo), siempre solícito por vosotros en oraciones (se refiere a la fuerte intercesión), para que estéis firmes, perfectos y cumplidos en todo lo que Dios quiere (la madurez espiritual).
13 Porque le doy testimonio, que tiene gran celo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y los que están en Hierápolis. (Fue probablemente Epafras quien fundó las tres Iglesias, ya que estas tres ciudades eran vecinas.)
14 Os saluda Lucas, el médico amado (es Lucas, el escritor del Evangelio que lleva su nombre, además del Libro de los Hechos; también nos enteramos que él era médico, aunque al parecer ya no ejercía su profesión), y Demas. (Lamentablemente, este hombre Demas, quien tuvo un buen comienzo, se desvió del camino [II Tim. 4:10].)
BENDICIÓN FINAL
15 Saludad (acoged) a los Hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas (el Pastor de la Iglesia en Laodicea), y a la Iglesia que está en su casa (casi todas las Iglesias de esa época se reunían en casas).
16 Y cuando esta Carta (Colosenses) fuere leída entre vosotros, haced que también sea leída en la Iglesia de los Laodicenses (la historia hace mención del hecho de que se hicieron muchas copias de estas Epístolas que circulaban entre las Iglesias); y la de Laodicea que la leáis también vosotros. (Claramente se refiere a una Epístola que se perdió y ya no existe para nosotros.)
17 Y decid a Arquipo: Mira que cumplas el Ministerio que has recibido del Señor. (Se refiere al mismo hombre mencionado en Filemón, Versículo 2. La tradición dice que él era el hijo de Filemón, y tal vez era el Pastor de la Iglesia en su casa en la ciudad de Colosas.)
18 La salutación de mi mano, de Pablo (él mismo escribe estas palabras de clausura). Acordaos de mis prisiones (en efecto, él pide oración para que sea liberado de la prisión). La Gracia sea con vosotros (en resumida cuentas, este es el Mensaje del Evangelio). Amén. (Enviada con Tíquico y Onésimo.)



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.

Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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