El 13 de Mayo Lectura Bíblica Diaria
Éxodo 36 a 38:
"Así, pues, Bezalel y Aholiab llevarán a cabo los trabajos para el servicio del santuario, tal y como el Señor lo ha ordenado, junto con todos los que tengan ese mismo espíritu artístico, y a quienes el Señor haya dado pericia y habilidad para realizar toda la obra del servicio del santuario." Moisés llamó a Bezalel y a Aholiab, y a todos los que tenían el mismo espíritu artístico, y a quienes el Señor había dado pericia y habilidad y se sentían movidos a venir y hacer el trabajo, y les entregó todas las ofrendas que los israelitas habían llevado para realizar la obra del servicio del santuario. Pero como día tras día el pueblo seguía llevando ofrendas voluntarias, todos los artesanos y expertos que estaban ocupados en la obra del santuario suspendieron su trabajo para ir a decirle a Moisés: "La gente está trayendo más de lo que se necesita para llevar a cabo la obra que el Señor mandó hacer." Entonces Moisés ordenó que corriera la voz por todo el campamento: "¡Que nadie, ni hombre ni mujer, haga más labores ni traiga más ofrendas para el santuario!" De ese modo los israelitas dejaron de llevar más ofrendas, pues lo que ya habían hecho era más que suficiente para llevar a cabo toda la obra. Todos los obreros con espíritu artístico hicieron el santuario con diez cortinas de lino fino y de lana púrpura, carmesí y escarlata, con querubines artísticamente bordados en ellas. Todas las cortinas medían lo mismo, es decir, doce metros y medio de largo por un metro con ochenta centímetros de ancho. Cosieron cinco cortinas una con otra, e hicieron lo mismo con las otras cinco. En el borde de la cortina, en el extremo del primer conjunto, hicieron presillas de lana púrpura; lo mismo hicieron con la cortina que estaba en el extremo del otro conjunto. También hicieron cincuenta presillas en una cortina, y otras cincuenta presillas en la cortina del extremo del otro conjunto, quedando las presillas unas frente a las otras. Después hicieron cincuenta ganchos de oro y los usaron para sujetar los dos conjuntos de cortinas, de modo que el santuario tenía unidad de conjunto. Hicieron un total de once cortinas de pelo de cabra para cubrir el santuario a la manera de una tienda de campaña. Las once cortinas tenían las mismas medidas, es decir, trece metros y medio de largo por un metro con ochenta centímetros de ancho. Cosieron dos conjuntos de cortinas, uno de cinco y otro de seis; hicieron cincuenta presillas en el borde de la cortina del extremo de uno de los conjuntos, y también en el borde de la cortina del extremo del otro conjunto, e hicieron cincuenta ganchos de bronce para unir la tienda en un solo conjunto. Luego hicieron para la tienda un toldo de pieles de carnero teñidas de rojo, y sobre ese toldo pusieron otro de pieles de delfín. Hicieron tablones de madera de acacia para el santuario, y los colocaron en posición vertical. Cada tablón medía cuatro metros y medio de largo por setenta centímetros de ancho, con dos ranuras paralelas entre sí. Todos los tablones del santuario los hicieron así: Veinte tablones para el lado sur del santuario, con cuarenta bases de plata que iban debajo de ellos, dos por cada tablón, una debajo de cada ranura; veinte tablones para el lado opuesto, el lado norte del santuario, con cuarenta bases de plata que iban debajo de ellos, dos por cada tablón, una debajo de cada ranura; seis tablones para el extremo occidental del santuario, que era el más distante, y dos tablones más para las esquinas del santuario en el extremo opuesto. En estas dos esquinas los tablones eran dobles de abajo hacia arriba, pero quedaban unidos por un solo anillo. En ambas esquinas se hizo lo mismo, de modo que había ocho tablones y dieciséis bases de plata, dos debajo de cada tablón. También hicieron travesaños de madera de acacia: cinco para los tablones de un costado del santuario, cinco para los tablones del costado opuesto, y cinco para los tablones del costado occidental, en la parte posterior del santuario. El travesaño central lo hicieron de tal modo que pasaba de uno a otro extremo, a media altura de los tablones. Recubrieron de oro los tablones, e hicieron unos anillos de oro para que los travesaños pasaran por ellos. También recubrieron de oro los travesaños. La cortina la hicieron de lana púrpura, carmesí y escarlata, y de lino fino, con querubines artísticamente bordados en ella. Le hicieron cuatro postes de madera de acacia y los recubrieron de oro, les pusieron ganchos de oro, y fundieron para ellos cuatro bases de plata. Para la entrada de la tienda hicieron una cortina de lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y de lino fino, recamada artísticamente, y cinco postes con ganchos, para los que hicieron cinco bases de bronce; también recubrieron de oro los capiteles y los empalmes de los postes. Bezalel hizo el arca de madera de acacia, de un metro con diez centímetros de largo por setenta centímetros de ancho y setenta centímetros de alto. La recubrió de oro puro por dentro y por fuera, y puso en su derredor una moldura de oro. Fundió cuatro anillos de oro para el arca, y se los ajustó a sus cuatro patas, colocando dos anillos en un lado y dos en el otro. Hizo luego unas varas de madera de acacia, las recubrió de oro, y las pasó a través de los anillos en los costados del arca para poder transportarla. El propiciatorio lo hizo de oro puro, de un metro con diez centímetros de largo por setenta centímetros de ancho. Para los dos extremos del propiciatorio hizo dos querubines de oro trabajado a martillo. Uno de ellos iba en uno de los extremos, y el otro iba en el otro extremo; los hizo de modo que en ambos extremos los dos querubines formaran una sola pieza con el propiciatorio. Los querubines tenían las alas extendidas por encima del propiciatorio, y con ellas lo cubrían. Quedaban el uno frente al otro, mirando hacia el propiciatorio. Bezalel hizo la mesa de madera de acacia, de noventa centímetros de largo por cuarenta y cinco centímetros de ancho y setenta centímetros de alto. La recubrió de oro puro y le puso en derredor una moldura de oro. También le hizo un reborde de veinte centímetros [4] de ancho, y alrededor del reborde le puso una moldura de oro. Fundió cuatro anillos de oro para la mesa y se los sujetó a las cuatro esquinas, donde iban las cuatro patas. Los anillos fueron colocados cerca del reborde para pasar por ellos las varas empleadas para transportar la mesa. Esas varas eran de madera de acacia y estaban recubiertas de oro. Los utensilios para la mesa, y sus platos, bandejas, tazones, y jarras para derramar las ofrendas de libación, los hizo de oro puro. Bezalel hizo el candelabro de oro puro labrado a martillo. Su base y su tallo, y sus copas, cálices y flores formaban una sola pieza con él. De los costados del candelabro salían seis brazos, tres de un lado y tres del otro. En cada uno de los seis brazos del candelabro había tres copas en forma de flores de almendro, con cálices y pétalos. El candelabro mismo tenía cuatro copas en forma de flor de almendro, con cálices y pétalos. Debajo del primer par de brazos que salía del candelabro había un cáliz; debajo del segundo par de brazos había un segundo cáliz, y debajo del tercer par de brazos había un tercer cáliz. Los cálices y los brazos formaban una sola pieza con el candelabro, el cual era de oro puro labrado a martillo. Hizo también de oro puro sus siete lámparas, lo mismo que sus cortapabilos y braseros. Para hacer el candelabro y todos sus accesorios, usó treinta y tres kilos de oro puro. Bezalel hizo de madera de acacia el altar del incienso. Era cuadrado, de cuarenta y cinco centímetros de largo por cuarenta y cinco centímetros de ancho y noventa centímetros de alto. Sus cuernos formaban una sola pieza con el altar. Recubrió de oro puro su parte superior, sus cuatro costados y sus cuernos, y en su derredor le puso una moldura de oro. Debajo de la moldura le puso dos anillos de oro, es decir, dos en cada uno de sus costados, para pasar por ellos las varas empleadas para transportarlo. Las varas eran de madera de acacia, y las recubrió de oro. Bezalel hizo también el aceite de la unción sagrada y el incienso puro y aromático, como lo hacen los fabricantes de perfumes. Bezalel hizo de madera de acacia el altar de los holocaustos. Era cuadrado, de dos metros con treinta centímetros por lado, y de un metro con treinta centímetros de alto. Puso un cuerno en cada una de sus cuatro esquinas, los cuales formaban una sola pieza con el altar, y el altar lo recubrió de bronce. Hizo de bronce todos sus utensilios: sus portacenizas, sus tenazas, sus aspersorios, sus tridentes y sus braseros. Hizo también un enrejado para el altar una rejilla de bronce, y la puso bajo el reborde inferior del altar, a media altura del mismo. Fundió cuatro anillos de bronce para las cuatro esquinas del enrejado de bronce, para pasar por ellos las varas; hizo las varas de madera de acacia, las recubrió de bronce y las introdujo en los anillos, de modo que quedaron a los dos costados del altar para poder transportarlo. El altar lo hizo hueco y de tablas. Además, con el bronce de los espejos de las mujeres que servían a la entrada de la Tienda de reunión, hizo el lavamanos y su pedestal. Después hicieron el atrio. El lado sur medía cuarenta y cinco metros de largo, y tenía cortinas de lino fino, veinte postes y veinte bases de bronce, con ganchos y empalmes de plata en los postes. El lado norte medía también cuarenta y cinco metros de largo, y tenía veinte postes y veinte bases de bronce, con ganchos y empalmes de plata en los postes. El lado occidental medía veintidós metros y medio de ancho, y tenía cortinas y diez postes y diez bases, con ganchos y empalmes de plata en los postes. Por el lado oriental, hacia la salida del sol, medía también veintidós metros y medio de ancho. A un lado de la entrada había cortinas de siete metros de largo, tres postes y tres bases, y al otro lado de la entrada había también cortinas de siete metros de largo, tres postes y tres bases. Todas las cortinas que rodeaban el atrio eran de lino fino. Las bases para los postes eran de bronce, los ganchos y los empalmes en los postes eran de plata, y sus capiteles estaban recubiertos de plata. Todos los postes del atrio tenían empalmes de plata. La cortina a la entrada del atrio era de lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y de lino fino, recamada artísticamente. Medía nueve metros de largo por dos metros con treinta centímetros de alto, como las cortinas del atrio, y tenía cuatro postes y cuatro bases de bronce. Sus ganchos y sus empalmes eran de plata, y sus capiteles estaban recubiertos de plata. Todas las estacas del toldo para el santuario y del atrio que lo rodeaba eran de bronce. Éstas son las cantidades de los materiales usados para el santuario del pacto. Los levitas hicieron este registro por orden de Moisés y bajo la dirección de Itamar, hijo del sacerdote Aarón. Bezalel, hijo de Uri y nieto de Jur, de la tribu de Judá, hizo todo lo que el Señor le ordenó a Moisés. Con él estaba Aholiab hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, que era artesano, diseñador y recamador en lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y en lino. El total del oro dado como ofrenda y empleado en toda la obra del santuario era de una tonelada, según la tasación oficial del santuario. La plata entregada por los miembros de la comunidad contados en el censo llegó a tres toneladas y media, según la tasación oficial del santuario. Todos los mayores de veinte años de edad que fueron censados llegaron a un total de seiscientos tres mil quinientos cincuenta, y cada uno de ellos dio seis gramos de plata, según la tasación oficial del santuario. Tres mil trescientos kilos de plata se emplearon en las cien bases fundidas para el santuario y para la cortina, de modo que cada base pesaba treinta y tres kilos. La plata restante se empleó en hacer los ganchos para los postes y recubrir los capiteles de los postes, y para hacer sus empalmes. El total del bronce dado como ofrenda fue de dos mil trescientos cuarenta kilos, y se empleó en las bases para la entrada de la Tienda de reunión, en el altar de bronce con su enrejado de bronce y todos sus utensilios, en las bases para el atrio y la entrada al atrio, y en todas las estacas del toldo para el santuario y para el atrio que lo rodeaba.
Salmo 150:
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Alaben a Dios en su santuario, alábenlo en su poderoso firmamento. Alábenlo por sus proezas, alábenlo por su inmensa grandeza. Alábenlo con sonido de trompeta, alábenlo con el arpa y la lira. Alábenlo con panderos y danzas, alábenlo con cuerdas y flautas. Alábenlo con címbalos sonoros, alábenlo con címbalos resonantes. ¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Proverbios 25:
Éstos son otros proverbios de Salomón, copiados por los escribas de Ezequías, rey de Judá. Gloria de Dios es ocultar un asunto, y gloria de los reyes el investigarlo. Tan impenetrable es el corazón de los reyes como alto es el cielo y profunda la tierra. Quita la escoria de la plata, y de allí saldrá material para el orfebre; quita de la presencia del rey al malvado, y el rey afirmará su trono en la justicia. No te des importancia en presencia del rey, ni reclames un lugar entre los magnates; vale más que el rey te diga: "Sube acá", y no que te humille ante gente importante. no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu prójimo te pone en vergüenza? no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu prójimo te pone en vergüenza? Defiende tu causa contra tu prójimo, pero no traiciones la confianza de nadie, no sea que te avergüence el que te oiga y ya no puedas quitarte la infamia. Como naranjas de oro con incrustaciones de plata son las palabras dichas a tiempo. Como anillo o collar de oro fino son los regaños del sabio en oídos atentos. Como frescura de nieve en día de verano es el mensajero confiable para quien lo envía, pues infunde nuevo ánimo en sus amos. Nubes y viento, y nada de lluvia, es quien presume de dar y nunca da nada. Con paciencia se convence al gobernante. ¡La lengua amable quebranta hasta los huesos! Si encuentras miel, no te empalagues; la mucha miel provoca náuseas. No frecuentes la casa de tu amigo; no sea que lo fastidies y llegue a aborrecerte. Un mazo, una espada, una aguda saeta, ¡eso es el falso testigo contra su amigo! Confiar en gente desleal en momentos de angustia es como tener un diente careado o una pierna quebrada. Dedicarle canciones al corazón afligido es como echarle vinagre a una herida o como andar desabrigado en un día de frío. Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta, y el Señor te lo recompensará. Con el viento del norte vienen las lluvias; con la lengua viperina, las malas caras. Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con mujer pendenciera. Como el agua fresca a la garganta reseca son las buenas noticias desde lejanas tierras. Manantial turbio, contaminado pozo, es el justo que flaquea ante el impío. No hace bien comer mucha miel, ni es honroso buscar la propia gloria. Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse.
El Libro de Efesios Capítulo 6 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
EFESIOS
CAPÍTULO 6
(64 d.C.)
DEBERES DE LOS HIJOS
HIJOS, obedeced en el Señor a vuestros padres: porque esto es justo. (Quiere decir estar bajo autoridad. Además, se refiere a los padres que conocen a Dios. Si no, ellos tienen que obedecer lo más que se pueda, sin violar Las Escrituras.)
2 Honra a tu padre y a tu madre (es de mucha importancia ya que el Gobierno de la familia está diseñado de modo que es una imitación del Gobierno de Dios); (que es el primer Mandamiento con Promesa;)
3 Para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la Tierra ([Deut. 5:16; Éx. 20:12], como debe ser obvio, el hecho de no obedecer trae consigo un castigo).
LOS PADRES
4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos (los padres deben criar a sus hijos en amor y no lo contrario): sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor (criarlos de acuerdo a los caminos del Señor, es decir, Su Palabra).
SIERVOS Y AMOS
5 Siervos (esclavos), obedeced a vuestros amos según la carne (los amos de los esclavos eran patrones en cuanto a la tarea de ese momento, pero eso nada más; el Señor era el Amo del alma y del espíritu del individuo, y también del bienestar eterno) con temor y temblor (en realidad, se refiere al temor y temblor delante del Señor), con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo (considere la orden del amo de los esclavos como una orden de Cristo);
6 No sirviendo al ojo, como los que agradan a los hombres (se refiere al trabajo que desempeña sólo cuando está presente el patrón, pero no hace lo que debe cuando él no está presente); sino como Siervos de Cristo (ellos deben considerarse como siervos de Cristo, no de los hombres, este espíritu le rendirá excelente servicio al hombre), haciendo de ánimo la Voluntad de Dios (es la Voluntad de Dios que nosotros nos comportemos como Cristo);
7 Sirviendo con buena voluntad, como al Señor, y no a los hombres (todo empleado, independientemente de quien fuese su patrón, debe desempeñar su tarea, sea la que fuera, como si la hiciera para el Señor):
8 Sabiendo que el bien que cada uno hiciere, esto recibirá del Señor, sea siervo o sea libre. (Incluso aunque el servicio concienzudo no siempre será recompensado por los patrones terrenales, definitivamente el Señor no lo pasará por alto.)
9 Y vosotros, amos, haced a ellos lo mismo, dejando las amenazas (quiere decir que los Amos Cristianos del cual, sin duda, hubieron algunos, han de tratar a sus esclavos Cristianos, o a cualquier esclavo, respecto a eso con bondad y respeto): sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los Cielos (pasar por alto tanto el patrón como el empleado, en el uso de la terminología de hoy en día); y que no hay acepción de personas con Él. (Él considera que ninguno es más importante que el otro.)
LA GUERRA ESPIRITUAL
10 Por lo demás, Hermanos míos, confortaos en el Señor (estén continuamente fortalecidos, lo que se logra cuando coloca su Fe en la Cruz), y en el poder de Su Fortaleza. (Este poder está disponible a nosotros. La Fuente es el Espíritu Santo, pero el medio es la Cruz [I Cor. 1:18].)
11 Vestíos de toda la armadura de Dios (no sólo una parte, sino toda), para que podáis estar firmes contra las asechanzas del Diablo. (Se refiere a las "estratagemas" de Satanás.)
12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne (nuestros enemigos no son humanos; sin embargo, Satanás constantemente usa a los seres humanos para llevar a cabo su obra nefanda), sino contra principados (los principados o seres del rango y orden más altos en el reino de Satanás), contra poderes (el rango directamente debajo de los "Principados"), contra señores del mundo (seres humanos que actúan como emisarios de Satanás para cumplir sus órdenes), contra gobernadores de estas tinieblas (aquéllos que llevan a cabo las instrucciones de los "Poderes"), contra malicias espirituales en puestos altos. (Se refiere a los espíritus demoníacos.)
LOS RECURSOS
13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios (debido a lo que enfrentamos), para que podáis resistir en el día malo (se refiere a resistir y oponerse a los poderes de las tinieblas), y estar firmes, habiendo acabado todo. (Se refiere al Creyente que no cede, ni un centímetro.)
14 Estad pues firmes, ceñidos vuestros lomos de Verdad (la Verdad de la Cruz), y vestidos de la coraza de Justicia (la Justicia de Cristo, la cual recibimos estrictamente por medio y a través de la Cruz).
15 Y calzados los pies con el apresto del Evangelio de Paz (la paz se concreta por la Cruz también);
16 Sobre todo, tomando el escudo de la Fe (siempre haciendo la Cruz el Objeto de su Fe, que es la única Fe que Dios reconocerá, y la única Fe que Satanás reconocerá), con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. (Representa las tentaciones con las cuales Satanás azota a los Santos.)
17 Y tomad el Casco de la Salvación (tiene que ver con la renovación de la mente, que se logra cuando tiene entendimiento de que todo lo que recibimos del Señor, nos llega a través de la Cruz), y la Espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios (la Palabra de Dios es la Historia de Cristo y la Cruz):
18 Orando en todo tiempo con todo ruego y súplica en el Espíritu (un incesante ruego hasta que la oración sea contestada [Luc. 18:1-8]), y velando en ello (siendo sensible a lo que el Espíritu desea) con toda perseverancia (no se detenga) y suplicación (peticiones y ruegos) por todos los Santos (los Santos orando por otros Santos);
19 Y por mí (oren por mí), para que me sea dada palabra (oren para que el Señor le unja para que Predique e Instruya) en el abrir de mi boca con confianza (se refiere a ser intrépido y seguro de sí mismo en la presentación del Evangelio), para dar a conocer el Misterio del Evangelio (para Predicar e Instruir correctamente el Nuevo Convenio, que es la historia de la Cruz),
20 Por el cual soy Embajador (para Cristo) en cadenas (un prisionero): que resueltamente hable de él, como debo hablar (para que él no permitiera que la persecución le impidiera Predicar como debiera).
BENDICIÓN FINAL
21 Mas para que también vosotros sepáis mis negocios, y cómo lo paso, todo os lo hará saber Tíquico, Hermano amado y Fiel Ministro en el Señor (por lo visto, Tíquico estaba con Pablo por un lapso de tiempo mientras estaba encarcelado en Roma; él le informaría a los Efesios acerca de la condición de Pablo):
22 Al Cual os he enviado para esto mismo, para que entendáis lo tocante a nosotros, y que consuele vuestros corazones.
23 Paz sea a los Hermanos, y Amor con Fe (indica el Amor que brota de la Fe, que siempre mantiene la Cruz como su Objeto), de Dios el Padre y del Señor Jesucristo. (Se refiere al hecho de que todo lo que los Creyentes reciben de Dios el Padre es por medio del Señor Jesucristo, la Cruz siendo el medio de tales cosas.)
24 Gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo en sinceridad. (Si el Amor es sincero, será basado estrictamente en la Cruz de Cristo.) Amén.
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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