03 July 2009

El 3 de Julio Lectura Bíblica Diaria


El 3 de Julio Lectura Bíblica Diaria:

I Samuel 3 a 5
Nueva Versión Internacional:
Samuel, que todavía era joven, servía al Señor bajo el cuidado de Elí. En esos tiempos no era común oír palabra del Señor, ni eran frecuentes las visiones. Elí ya se estaba quedando ciego. Un día, mientras él descansaba en su habitación, Samuel dormía en el santuario, donde se encontraba el arca de Dios. La lámpara de Dios todavía estaba encendida. El Señor llamó a Samuel, y éste respondió: Aquí estoy. Y en seguida fue corriendo adonde estaba Elí, y le dijo: Aquí estoy; ¿para qué me llamó usted? Yo no te he llamado respondió Elí. Vuelve a acostarte. Y Samuel volvió a su cama. Pero una vez más el Señor lo llamó: ¡Samuel! Él se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: Aquí estoy; ¿para qué me llamó usted? Hijo mío respondió Elí, yo no te he llamado. Vuelve a acostarte. Samuel todavía no conocía al Señor, ni su palabra se le había revelado. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel. Él se levantó y fue adonde estaba Elí. Aquí estoy le dijo; ¿para qué me llamó usted? Entonces Elí se dio cuenta de que el Señor estaba llamando al muchacho. Ve y acuéstate le dijo Elí. Si alguien vuelve a llamarte, dile: Habla, Señor, que tu siervo escucha. Así que Samuel se fue y se acostó en su cama. Entonces el Señor se le acercó y lo llamó de nuevo: ¡Samuel! ¡Samuel! Habla, que tu siervo escucha respondió Samuel. Mira le dijo el Señor, estoy por hacer en Israel algo que a todo el que lo oiga le quedará retumbando en los oídos. Ese día llevaré a cabo todo lo que he anunciado en contra de Elí y su familia. Ya le dije que por la maldad de sus hijos he condenado a su familia para siempre; él sabía que estaban blasfemando contra Dios y, sin embargo, no los refrenó. Por lo tanto, hago este juramento en contra de su familia: ¡Ningún sacrificio ni ofrenda podrá expiar jamás el pecado de la familia de Elí! Samuel se acostó, y a la mañana siguiente abrió las puertas de la casa del Señor, pero no se atrevía a contarle a Elí la visión. Así que Elí tuvo que llamarlo. ¡Samuel, hijo mío! Aquí estoy respondió Samuel. ¿Qué fue lo que te dijo el Señor? le preguntó Elí. Te pido que no me lo ocultes. ¡Que Dios te castigue sin piedad, si me ocultas una sola palabra de todo lo que te ha dicho! Samuel se lo refirió todo, sin ocultarle nada, y Elí dijo: Él es el Señor; que haga lo que mejor le parezca. Mientras Samuel crecía, el Señor estuvo con él y confirmó todo lo que le había dicho. Y todo Israel, desde Dan hasta Berseba, se dio cuenta de que el Señor había confirmado a Samuel como su profeta. Además, el Señor siguió manifestándose en Siló; allí se revelaba a Samuel y le comunicaba su palabra. La palabra de Samuel llegó a todo el pueblo de Israel. En aquellos días, los israelitas salieron a enfrentarse con los filisteos y acamparon cerca de Ebenezer. Los filisteos, que habían acampado en Afec, desplegaron sus tropas para atacar a los israelitas. Se entabló la batalla, y los filisteos derrotaron a los israelitas, matando en el campo a unos cuatro mil de ellos. Cuando el ejército regresó al campamento, los ancianos de Israel dijeron: "¿Por qué nos ha derrotado hoy el Señor por medio de los filisteos? Traigamos el arca del pacto del Señor, que está en Siló, para que nos acompañe y nos salve del poder de nuestros enemigos." Así que enviaron un destacamento a Siló para sacar de allá el arca del pacto del Señor Todopoderoso, que reina entre los querubines. Los dos hijos de Elí, Ofni y Finés, estaban a cargo del arca del pacto de Dios. Cuando ésta llegó al campamento, los israelitas empezaron a gritar de tal manera que la tierra temblaba. Los filisteos oyeron el griterío y preguntaron: "¿A qué viene tanto alboroto en el campamento hebreo?" Y al oír que el arca del Señor había llegado al campamento, los filisteos se acobardaron y dijeron: "Dios ha entrado en el campamento. ¡Ay de nosotros, que nunca nos ha pasado algo así! ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos va a librar de las manos de dioses tan poderosos, que en el desierto hirieron a los egipcios con toda clase de plagas? ¡Ánimo, filisteos! Si no quieren llegar a ser esclavos de los hebreos, tal como ellos lo han sido de nosotros, ¡ármense de valor y luchen como hombres!" Entonces los filisteos se lanzaron al ataque y derrotaron a los israelitas, los cuales huyeron en desbandada. La matanza fue terrible, pues de los israelitas cayeron treinta mil soldados de infantería. Además, fue capturada el arca de Dios, y murieron Ofni y Finés, los dos hijos de Elí. Un soldado que pertenecía a la tribu de Benjamín salió corriendo del frente de batalla, y ese mismo día llegó a Siló, con la ropa hecha pedazos y la cabeza cubierta de polvo. Allí se encontraba Elí, sentado en su silla y vigilando el camino, pues su corazón le temblaba sólo de pensar en el arca de Dios. Cuando el soldado entró en el pueblo y contó lo que había sucedido, todos se pusieron a gritar. ¿A qué viene tanto alboroto? preguntó Elí, al oír el griterío. El hombre corrió para darle la noticia. (Elí ya tenía noventa y ocho años, y sus ojos ni se movían, de modo que no podía ver.) Vengo del frente de batalla le dijo a Elí; huí de las filas hoy mismo. ¿Qué pasó, hijo mío? preguntó Elí. Los israelitas han huido ante los filisteos respondió el mensajero; el ejército ha sufrido una derrota terrible. Además, tus dos hijos, Ofni y Finés, han muerto, y el arca de Dios ha sido capturada. Solamente de oír mencionar el arca de Dios, Elí se fue de espaldas, cayéndose de la silla junto a la puerta. Como era viejo y pesaba mucho, se rompió la nuca y murió. Durante cuarenta años había dirigido al pueblo de Israel. Su nuera, la esposa de Finés, estaba embarazada y próxima a dar a luz. Cuando supo que el arca de Dios había sido capturada, y que tanto su suegro como su esposo habían muerto, le vinieron los dolores de parto y tuvo un alumbramiento muy difícil. Al verla agonizante, las parteras que la atendían le dijeron: "Anímate, que has dado a luz un niño." Ella no respondió; ni siquiera les hizo caso. Pero por causa de la captura del arca de Dios, y por la muerte de su suegro y de su esposo, le puso al niño el nombre de Icabod, para indicar que la gloria de Israel había sido desterrada. Exclamó: "¡Se han llevado la gloria de Israel! ¡El arca de Dios ha sido capturada!" Después de capturar el arca de Dios, los filisteos la llevaron de Ebenezer a Asdod y la pusieron junto a la estatua de Dagón, en el templo de ese dios. Al día siguiente, cuando los habitantes de Asdod se levantaron, vieron que la estatua de Dagón estaba tirada en el suelo, boca abajo, frente al arca del Señor. Así que la levantaron y la colocaron en su sitio. Pero al día siguiente, cuando se levantaron, volvieron a encontrar la estatua tirada en el suelo, boca abajo, frente al arca del Señor. Sobre el umbral estaban su cabeza y sus dos manos, separadas del tronco. Por eso, hasta el día de hoy, ninguno de los que entran en el templo de Dagón en Asdod pisan el umbral, ¡ni siquiera los sacerdotes! El Señor descargó su mano sobre la población de Asdod y sus alrededores, y los azotó con tumores. La gente de Asdod reconoció lo que estaba pasando, y declaró: "El arca del Dios de Israel no puede quedarse en medio nuestro, porque ese dios ha descargado su mano sobre nosotros y contra nuestro dios Dagón." Así que convocaron a todos los jefes filisteos y les preguntaron: ¿Qué vamos a hacer con el arca del Dios de Israel? Trasládenla a la ciudad de Gat respondieron los jefes. Y así lo hicieron. Pero después de que la trasladaron, el Señor castigó a esa ciudad, afligiendo con una erupción de tumores a sus habitantes, desde el más pequeño hasta el mayor. Eso provocó un pánico horrible. Entonces enviaron el arca de Dios a Ecrón pero, tan pronto como entró el arca en la ciudad, sus habitantes se pusieron a gritar: "¡Nos han traído el arca del Dios de Israel para matarnos a todos!" Por eso convocaron a todos los jefes filisteos y protestaron: "¡Llévense el arca del Dios de Israel! ¡Devuélvanla a su lugar de origen, para que no nos mate a nosotros y a todos los nuestros!" Y es que el terror de la muerte se había apoderado de la ciudad, porque Dios había descargado su mano sobre ese lugar. Los que no murieron fueron azotados por tumores, de modo que los gritos de la ciudad llegaban hasta el cielo.



Salmos 51 Nueva Versión Internacional:
Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones. Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado. Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado. Contra ti he pecado, sólo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos; por eso, tu sentencia es justa, y tu juicio, irreprochable. Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre. Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría. Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve. Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has quebrantado. Aparta tu rostro de mis pecados y borra toda mi maldad. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga. Así enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se volverán a ti. Dios mío, Dios de mi salvación, líbrame de derramar sangre, y mi lengua alabará tu justicia. Abre, Señor, mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Tú no te deleitas en los sacrificios ni te complacen los holocaustos; de lo contrario, te los ofrecería. El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido. En tu buena voluntad, haz que prospere Sión; levanta los muros de Jerusalén. Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, los holocaustos del todo quemados, y sobre tu altar se ofrecerán becerros.


Proverbios 14:
La mujer sabia edifica su casa; la necia, con sus manos la destruye. El que va por buen camino teme al Señor; el que va por mal camino lo desprecia. De la boca del necio brota arrogancia; los labios del sabio son su propia protección. Donde no hay bueyes el granero está vacío; con la fuerza del buey aumenta la cosecha. El testigo verdadero jamás engaña; el testigo falso propaga mentiras. El insolente busca sabiduría y no la halla; para el entendido, el conocimiento es cosa fácil. Manténte a distancia del necio, pues en sus labios no hallarás conocimiento. La sabiduría del prudente es discernir sus caminos, pero al necio lo engaña su propia necedad. Los necios hacen mofa de sus propias faltas, pero los íntegros cuentan con el favor de Dios. Cada corazón conoce sus propias amarguras, y ningún extraño comparte su alegría. La casa del malvado será destruida, pero la morada del justo prosperará. Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte. También de reírse duele el corazón, y hay alegrías que acaban en tristeza. El inconstante recibirá todo el pago de su inconstancia; el hombre bueno, el premio de sus acciones. El ingenuo cree todo lo que le dicen; el prudente se fija por dónde va. El sabio teme al Señor y se aparta del mal, pero el necio es arrogante y se pasa de confiado. El iracundo comete locuras, pero el prudente sabe aguantar. Herencia de los inexpertos es la necedad; corona de los prudentes, el conocimiento. Los malvados se postrarán ante los buenos; los impíos, ante el tribunal de los justos. Al pobre hasta sus amigos lo aborrecen, pero son muchos los que aman al rico. Es un pecado despreciar al prójimo; ¡dichoso el que se compadece de los pobres! Pierden el camino los que maquinan el mal, pero hallan amor y verdad los que hacen el bien. Todo esfuerzo tiene su recompensa, pero quedarse sólo en palabras lleva a la pobreza. La corona del sabio es su sabiduría; la de los necios, su necedad. El testigo veraz libra de la muerte, pero el testigo falso miente. El temor del Señor es un baluarte seguro que sirve de refugio a los hijos. El temor del Señor es fuente de vida, y aleja al hombre de las redes de la muerte. Gloria del rey es gobernar a muchos; un príncipe sin súbditos está arruinado. El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez. El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos. El que oprime al pobre ofende a su Creador, pero honra a Dios quien se apiada del necesitado. El malvado cae por su propia maldad; el justo halla refugio en su integridad. En el corazón de los sabios mora la sabiduría, pero los necios ni siquiera la conocen. La justicia enaltece a una nación, pero el pecado deshonra a todos los pueblos. El rey favorece al siervo inteligente, pero descarga su ira sobre el sinvergüenza.


El Libro de I Pedro Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA PRIMERA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE
SAN PEDRO


CAPÍTULO 3
(60 d.C.)
ESPOSAS Y MARIDOS



ASIMISMO vosotras, mujeres, sed sujetas a vuestros maridos (Pedro trata ahora con las mujeres Cristianas que tienen maridos inconversos, diciéndoles cómo ganarlos para el Señor; la esposa debe estar en sujeción, hasta al punto de violar Las Escrituras; la Palabra de Dios debe ser obedecida en primer lugar, y sin falta); para que también los que no creen a la Palabra (los maridos inconversos que no escuchan la Palabra de Dios), sean ganados sin Palabra por la conversación (estilo de vida) de sus mujeres (comportamiento apropiado de la Cristiana);
2 Considerando vuestra casta conversación (un comportamiento Piadoso), que es en temor (la palabra "temor" significa "reverencia," para el Señor y su marido con un comportamiento respetuoso; al mismo tiempo, podría ganarse al cónyuge de esta manera, y además puede ser a la inversa, una esposa inconversa).
3 El adorno de las cuales no sea exterior con encrespamiento del cabello, y atavío de oro, ni en vestidos lujosos (el propósito no es de condenar estas cosas, sino más bien para que la Fe de la esposa esté en Cristo y la Cruz);
4 Sino el hombre del corazón que está encubierto (contrasta con "el cuerpo externo del hombre"), con el incorruptible (se dice que está en oposición al oro y al vestido) adorno de un espíritu agradable y pacífico (presenta un corazón libre de pasión, orgullo, envidia e irritabilidad), lo cual es de grande estima delante de Dios. (Explica el hecho de que el carácter interior es valioso a los Ojos de Dios.)
5 Porque así también se ataviaban en el tiempo antiguo (la época del Antiguo Testamento) aquellas Santas mujeres, que confiaban en Dios (no se refiere a una clase especial de mujeres, sino a mujeres ordinarias que confiaban en el Señor), siendo sujetas a sus maridos (el Apóstol usa el Antiguo Testamento como fundamento para lo que él ahora predica):
6 Como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor (presenta a Sara como un ejemplo hermoso de las "mujeres Santas" mencionadas por Pedro en el Versículo anterior): de la cual vosotras sois hechas hijas (en cierto modo, todos los Creyentes, o Judíos o Gentiles, son hijos e hijas de Abraham), haciendo bien, y no sois espantadas de ningún pavor. (Pudiera traducirse mejor, "Cuyas hijas ustedes son, con tal que obedezcan al Señor, lo cual quitará todo el temor de la posibilidad de fracasar.")
7 Vosotros maridos, semejantemente, habitad con ellas según ciencia (Pedro se refiere ahora a los maridos Cristianos y no de los maridos inconversos a quienes él había estado aludiendo en los Versículos anteriores; el Espíritu Santo ha dado el conocimiento correcto sobre el tema), dando honor a la mujer (se refiere a lo que es único en el Cristianismo, que es igualmente un tipo de sujeción) como a vaso más frágil (corresponde a lo físico y nunca a lo moral o lo intelectual), y como a herederas juntamente de la Gracia de la Vida (el marido debe honrar a la esposa porque es coheredera con él de la Vida Eterna, el Regalo de Dios); para que vuestras oraciones no sean impedidas. (En efecto, dice que las oraciones serán un estorbo si los maridos y las esposas ignoran estas advertencias. De hecho, no prestar atención a lo que el Espíritu Santo dice no es sabio, por no decir otra cosa.)
RELACIÓN
8 Y finalmente, sed todos de un mismo corazón (concierne un acuerdo no sólo en la Doctrina, sino también en objetivos prácticos), compasivos (mostrar respeto para el bienestar de cada uno), amándoos fraternalmente (lleva la idea de "familia"), mostraos compasivos (bondadoso), amigables (amistoso, humildad sincera, amable):
9 No volviendo mal por mal, ni maldición por maldición (indica todo lo contrario del sistema del mundo), sino antes por el contrario, bendiciendo (debiéramos recompensar la "maldad" y el "insulto" con la "Bendición"); sabiendo que vosotros sois llamados para que sean herederos de la Bendición (la llave para ser Bendecido por Dios).
10 Porque el que quiere amar la vida, y ver días buenos (la fórmula para la Bendición es la siguiente [Sal. 34:12-16]), refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño (esta Orden es Universal en su referencia y, por lo tanto, incluye a los enemigos como también a los demás):
11 Apartase del mal (evítelo y déjelo), y haga bien (como se mencionó, no devuelva mal por mal, sino el bien por el mal); busque la paz, y sígala. (Se refiere a hacer cosas que favorecen la paz, justo como el Espíritu Santo ha dado instrucciones por medio de Pedro.)
12 Porque los Ojos del Señor están sobre los Justos (el Señor se fija atentamente en todos los Creyentes que confían en Él), y Sus Oídos atentos a sus oraciones: pero el Rostro del Señor está en contra de aquellos que hacen mal. (Es una expresión que denota desaprobación y una determinación para castigarlos.)
13 ¿Y quién es aquel que os podrá dañar (¡considerando que Dios le protege, ¿qué daño le pueden causar?!), si vosotros seguís el bien? (Es la condición de esta gran Promesa de Dios.)
PERSECUCIÓN
14 Mas también si alguna cosa padecéis por hacer bien, sois bienaventurados (este sufrimiento es el resultado de la Justicia, y no la causa de Justicia; no hay que confundir las dos): por tanto, no temáis por el temor de ellos, ni seáis turbados (la Justicia garantiza la protección del Señor [Isa. 8:12-13]);
15 Sino Santificad al Señor Dios en vuestros corazones (debiera traducirse, "apartar a Cristo como Señor en el corazón"), y estad siempre preparados para responder con mansedumbre y reverencia (todo Creyente debe conocer la Palabra de Dios) a cada uno que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros (nunca desde una postura de creerse mejor y más justo que los demás):
16 Teniendo buena conciencia; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean confundidos los que blasfeman vuestra buena conversación (un estilo Devoto de vida) en Cristo. (Sin tomar en consideración lo que la gente pueda decir, la Justicia de Cristo prevalecerá al final. En otras palabras, al final se comprobarán lo equivocado que estuvieron aquellos que acusan falsamente.)
LA VOLUNTAD DE DIOS
17 Porque mejor es que padezcáis haciendo bien, si la Voluntad de Dios así lo quiere (a veces, Dios nos pide realmente sufrir por la Justicia), que haciendo mal (se refiere al sufrimiento del castigo, lo que el Espíritu Santo sabe que es indispensable y lo que cada Verdadero Cristiano experimenta más o menos; como debiera ser evidente, es distinto sufrir por "hacer el bien").
18 Porque también Cristo padeció una vez por los pecados (el sufrimiento de Cristo en la Cruz fue con un propósito solamente, y fue "por los pecados"; aunque como Creyentes sufrimos por los pecados también, nunca es en la esfera de la Expiación; el precio ya ha sido pagado totalmente, lo que significa que no se debe absolutamente nada), el justo por los injustos (Cristo fue el Sacrificio Perfecto, Quien nació sin pecado original y Quien vivió una Vida Perfecta, nunca falló en ningún momento; Él Solo fue el "Justo"), para llevarnos a Dios (se refiere al camino abierto para que el pecador entre en la Presencia de Dios), siendo a la verdad muerto en la carne (se refiere al hecho de que Jesús murió físicamente a fin de entregarse como Sacrificio, ¡lo que significa que Él no murió espiritualmente, como algunos lo afirman!), pero vivificado en Espíritu (resucitado de la muerte por el Espíritu Santo [Rom. 8:11]):
ESPÍRITUS
19 En el cual también fue (entre el tiempo de Su Muerte y Resurrección) y predicó (anunció algo) a los espíritus encarcelados (no se refiere a seres humanos, sino más bien a Ángeles caídos; a la gente en la Biblia nunca se les refiere de esta manera particular; éstos eran probablemente los Ángeles caídos que trataron de corromper la raza humana al cohabitar con mujeres [II Ped. 2:4; Judas, vv. 6-7]; estos Ángeles caídos todavía están encarcelados en esta prisión del Infierno);
20 Los cuales en otro tiempo (en tiempos pasados) fueron desobedientes (fue poco antes del Diluvio), cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé (se refiere a esta erupción de Ángeles caídos con mujeres que ocurrió en la época de Noé; probablemente fue unos cientos años antes del Diluvio), cuando se preparaba el Arca (estos Ángeles caídos cometieron este pecado concreto mientras se preparaba el Arca, por mucho tiempo que se haya tomado; ¡Las Escrituras no lo dice!), en la cual pocas, es a saber, ocho personas fueron salvas por agua. (No se refiere a ser salvo del pecado. Fueron salvos de ahogarse en el Diluvio por estar en el Arca.)
EL BAUTISMO EN AGUA
21 A la figura (se refiere al Bautismo en Agua como un símbolo) de la cual el bautismo que ahora corresponde nos salva (el Bautismo en Cristo acontece en la conversión; se obra por Fe, y no tiene nada que ver con el Bautismo en Agua, aunque esto sirva como un símbolo [Rom. 6:3-5]) (no quitando las inmundicias de la carne (el Bautismo en Agua no puede purificar el alma), sino como demanda de una buena conciencia delante de Dios,) (Se refiere al hecho de que la persona participa en el Bautismo en Agua porque ya ha sido limpio por la Fe en el Señor Jesús, lo cual alternativamente tiene una buena conciencia hacia Dios.) por la Resurrección de Jesucristo (lo cual se refiere a la Cruz, y el pecador Creyente resucitado con Cristo en "novedad de vida" [Rom. 6:4-5]):
CRISTO EXALTADO
22 El Cual (Jesucristo) está a la Diestra de Dios (Su Misión está concluida), habiendo subido al Cielo (declara el hecho de que Su Sacrificio fue aceptado); estando a Él sujetos los Ángeles y las potestades y poderes. (Se refiere a todos, ya sean Santos o impíos. La "Cruz" es el medio por la cual todo esto se llevó a cabo [Col. 2:14-15].)


1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8 Nueva Versión Internacional:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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