27 June 2009

El 27 de Junio Lectura Bíblica Diaria


El 27 de Junio Lectura Bíblica Diaria:

Jueces 10 a 12:


Después de Abimélec surgió un hombre de Isacar para salvar a Israel. Se llamaba Tola, y era hijo de Fuvá y nieto de Dodó. Vivía en Samir, en la región montañosa de Efraín, y gobernó a Israel durante veintitrés años; entonces murió, y fue sepultado en Samir. A Tola lo sucedió Yaír de Galaad, que gobernó a Israel durante veintidós años. Tuvo treinta hijos, cada uno de los cuales montaba su propio asno y gobernaba su propia ciudad en Galaad. Hasta el día de hoy estas ciudades se conocen como "los poblados de Yaír". Cuando murió Yaír, fue sepultado en Camón. Una vez más los israelitas hicieron lo que ofende al Señor. Adoraron a los ídolos de Baal y a las imágenes de Astarté; a los dioses de Aram, Sidón y Moab, y a los de los amonitas y los filisteos. Y como los israelitas abandonaron al Señor y no le sirvieron más, él se enfureció contra ellos. Los vendió a los filisteos y a los amonitas, los cuales desde entonces y durante dieciocho años destrozaron y agobiaron a todos los israelitas que vivían en Galaad, un territorio amorreo, al otro lado del Jordán. También los amonitas cruzaron el Jordán para luchar contra las tribus de Judá, Benjamín y Efraín, por lo que Israel se encontró en una situación de extrema angustia. Entonces los israelitas clamaron al Señor: ¡Hemos pecado contra ti, al abandonar a nuestro Dios y adorar a los ídolos de Baal! El Señor respondió: Cuando los egipcios, los amorreos, los amonitas, los filisteos, los sidonios, los amalecitas y los madianitas los oprimían y ustedes clamaron a mí para que los ayudara, ¿acaso no los libré de su dominio? Pero ustedes me han abandonado y han servido a otros dioses; por lo tanto, no los volveré a salvar. Vayan y clamen a los dioses que han escogido. ¡Que ellos los libren en tiempo de angustia! Pero los israelitas le contestaron al Señor: Hemos pecado. Haz con nosotros lo que mejor te parezca, pero te rogamos que nos salves en este día. Entonces se deshicieron de los dioses extranjeros que había entre ellos y sirvieron al Señor. Y el Señor no pudo soportar más el sufrimiento de Israel. Cuando los amonitas fueron convocados y acamparon en Galaad, los israelitas se reunieron y acamparon en Mizpa. Los jefes y el pueblo de Galaad se dijeron el uno al otro: "El que inicie el ataque contra los amonitas será el caudillo de todos los que viven en Galaad." Jefté el galaadita era un guerrero valiente, hijo de Galaad y de una prostituta. Galaad también tuvo hijos con su esposa, quienes cuando crecieron echaron a Jefté. "No tendrás parte en la herencia de nuestra familia le dijeron, porque eres hijo de otra mujer." Entonces Jefté huyó de sus hermanos y se fue a vivir en la región de Tob, donde se le juntaron unos hombres sin escrúpulos, que salían con él a cometer fechorías. Después de algún tiempo, cuando los amonitas hicieron la guerra contra Israel, los *ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob. Ven le dijeron, sé nuestro jefe, para que podamos luchar contra los amonitas. Jefté les contestó: ¿No eran ustedes los que me odiaban y me echaron de la casa de mi padre? ¿Por qué vienen a verme ahora, cuando están en apuros? Los ancianos de Galaad le dijeron: Por eso ahora venimos a verte. Ven con nosotros a luchar contra los amonitas, y serás el caudillo de todos los que vivimos en Galaad. Jefté respondió: Si me llevan con ustedes para luchar contra los amonitas y el Señor me los entrega, entonces de veras seré el caudillo de ustedes. Los ancianos de Galaad le aseguraron: El Señor es nuestro testigo: haremos lo que tú digas. Jefté fue con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo puso como su caudillo y jefe. Y reiteró en Mizpa todas sus palabras en presencia del Señor. Entonces Jefté envió unos mensajeros al rey de los amonitas, para que le preguntaran: ¿Qué tienes contra mí, que has venido a hacerle la guerra a mi país? El rey de los amonitas respondió a los mensajeros de Jefté: Cuando Israel salió de Egipto, se apoderó de mi tierra desde el Arnón hasta el Jaboc, e incluso hasta el Jordán. Ahora devuélvemela por las buenas. Jefté volvió a enviar mensajeros al rey amonita, diciéndole: "Así dice Jefté: Israel no se apoderó de la tierra de los moabitas ni de los amonitas. Cuando los israelitas salieron de Egipto, caminaron por el desierto hasta el Mar Rojo y siguieron hasta Cades. Entonces enviaron mensajeros al rey de Edom, diciéndole: ‘Danos permiso para pasar por tu país. Pero el rey de Edom no les hizo caso. Le enviaron el mismo mensaje al rey de Moab, pero él tampoco aceptó. Así que Israel se quedó a vivir en Cades. " 'Después anduvieron por el desierto, y bordeando los territorios de Edom y Moab, entraron en territorio moabita por la parte oriental, y acamparon al otro lado del río Arnón. No entraron en el territorio moabita, pues el Arnón era la frontera. " 'Entonces Israel mandó mensajeros a Sijón, rey de los amorreos, que gobernaba en Hesbón, y le dijo: ‘Permítenos pasar por tu país hasta nuestro territorio. Pero Sijón desconfió de Israel en cuanto a dejarlo pasar por su territorio, por lo que reunió a todo su ejército y acampó en Yahaza y luchó contra Israel. " 'El Señor, Dios de Israel, entregó a Sijón y a todo su ejército en manos de Israel, y los derrotó. Así tomó Israel posesión de toda la tierra de los amorreos que vivían en aquel país, ocupándolo todo, desde el Arnón hasta el Jaboc y desde el desierto hasta el Jordán. " 'El Señor, Dios de Israel, les quitó esta tierra a los amorreos para dársela a su pueblo Israel, ¿y tú nos la vas a quitar? ¿Acaso no consideras tuyo lo que tu dios Quemós te da? Pues también nosotros consideramos nuestro lo que el Señor nuestro Dios nos ha dado. ¿Acaso te crees mejor que Balac hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Acaso alguna vez entró él en litigio con Israel, o luchó contra ellos? Hace ya trescientos años que Israel ocupó a Hesbón y Aroer, con sus poblados y todas las ciudades en la ribera del Arnón. ¿Por qué no las recuperaron durante ese tiempo? Yo no te he hecho ningún mal. Tú, en cambio, obras mal conmigo al librar una guerra contra mí. Que el Señor, el gran Juez, dicte hoy su sentencia en esta contienda entre israelitas y amonitas. " Sin embargo, el rey de los amonitas no prestó atención al mensaje que le envió Jefté. Entonces Jefté, poseído por el Espíritu del Señor, recorrió Galaad y Manasés, pasó por Mizpa de Galaad, y desde allí avanzó contra los amonitas. Y Jefté le hizo un juramento solemne al Señor: "Si verdaderamente entregas a los amonitas en mis manos, quien salga primero de la puerta de mi casa a recibirme, cuando yo vuelva de haber vencido a los amonitas, será del Señor y lo ofreceré en *holocausto." Jefté cruzó el río para luchar contra los amonitas, y el Señor los entregó en sus manos. Derrotó veinte ciudades, desde Aroer hasta las inmediaciones de Minit, y hasta Abel Queramín. La derrota fue muy grande; así los amonitas quedaron sometidos a los israelitas. Cuando Jefté volvió a su hogar en Mizpa, salió a recibirlo su hija, bailando al son de las panderetas. Ella era hija única, pues Jefté no tenía otros hijos. Cuando Jefté la vio, se rasgó las vestiduras y exclamó: ¡Ay, hija mía, me has destrozado por completo! ¡Eres la causa de mi desgracia! Le juré algo al Señor, y no puedo retractarme. Padre mío replicó ella, le has dado tu palabra al Señor. Haz conmigo conforme a tu juramento, ya que el Señor te ha vengado de tus enemigos, los amonitas. Pero concédeme esta sola petición añadió. Ya que nunca me casaré, dame un plazo de dos meses para retirarme a las montañas y llorar allí con mis amigas. Está bien, puedes ir le respondió él. Y le permitió irse por dos meses. Ella y sus amigas se fueron a las montañas, y lloró porque nunca se casaría. Cumplidos los dos meses volvió a su padre, y él hizo con ella conforme a su juramento. Ella era virgen. De allí se originó la costumbre israelita de que todos los años, durante cuatro días, las muchachas de Israel fueran a conmemorar la muerte de la hija de Jefté de Galaad. Los hombres de Efraín se alistaron, y cruzaron el río hacia Zafón y le dijeron a Jefté: ¿Por qué fuiste a luchar contra los amonitas sin llamarnos para ir contigo? ¡Ahora prenderemos fuego a tu casa, contigo adentro! Jefté respondió: Mi pueblo y yo estábamos librando una gran contienda con los amonitas y, aunque yo los llamé, ustedes no me libraron de su poder. Cuando vi que ustedes no me ayudarían, arriesgué mi vida, marché contra los amonitas, y el Señor los entregó en mis manos. ¿Por qué, pues, han subido hoy a luchar contra mí? Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad y lucharon contra los de la tribu de Efraín. Los de Galaad derrotaron a los de Efraín porque éstos les habían dicho: Üstedes los galaaditas son renegados de Efraín y Manasés." Los galaaditas ocuparon los vados del Jordán que conducen a Efraín, y cada vez que algún sobreviviente de Efraín decía: "Déjenme cruzar", los hombres de Galaad le preguntaban: "¿Eres de la tribu de Efraín?" Si él contestaba: "No", ellos decían: "Muy bien, di Shibolet." Si decía: "Sibolet", porque no podía pronunciar la palabra correctamente, lo agarraban y allí mismo, en los vados del Jordán, lo degollaban. En aquella ocasión murieron cuarenta y dos mil hombres de la tribu de Efraín. Jefté gobernó a Israel durante seis años. Cuando murió Jefté el galaadita, fue sepultado en su pueblo de Galaad. Ibsán, Elón y Abdón Después de Jefté, gobernó a Israel Ibsán de Belén. Tuvo treinta hijos y treinta hijas. A sus hijas las dio en matrimonio a gente que no pertenecía a su clan, y para sus hijos trajo como esposas a treinta muchachas que no eran de su tribu. Ibsán gobernó a Israel por siete años. Cuando murió, fue sepultado en Belén. Después de Ibsán gobernó a Israel Elón, de la tribu de Zabulón, durante diez años. Cuando murió Elón el zabulonita, fue sepultado en Ayalón, en el territorio de Zabulón. Después de Elón gobernó a Israel Abdón hijo de Hilel, de Piratón. Tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, cada uno de los cuales montaba su propio asno. Gobernó a Israel durante ocho años. Cuando murió Abdón hijo de Hilel, fue sepultado en Piratón, que está en el territorio de Efraín, en la región montañosa de los amalecitas.


Salmo 45:
En mi corazón se agita un bello tema mientras recito mis versos ante el rey; mi lengua es como pluma de hábil escritor. Tú eres el más apuesto de los hombres; tus labios son fuente de elocuencia, ya que Dios te ha bendecido para siempre. ¡Con esplendor y majestad, cíñete la espada, oh valiente! Con majestad, cabalga victorioso en nombre de la verdad, la humildad y la justicia; que tu diestra realice gloriosas hazañas. Que tus agudas flechas atraviesen el corazón de los enemigos del rey, y que caigan las naciones a tus pies. Tu trono, oh Dios, permanece para siempre; el cetro de tu reino es un cetro de justicia. Tú amas la justicia y odias la maldad; por eso Dios te escogió a ti y no a tus compañeros, ¡tu Dios te ungió con perfume de alegría! Aroma de mirra, áloe y canela exhalan todas tus vestiduras; desde los palacios adornados con marfil te alegra la música de cuerdas. Entre tus damas de honor se cuentan princesas; a tu derecha se halla la novia real luciendo el oro más fino. Escucha, hija, fíjate bien y presta atención: Olvídate de tu pueblo y de tu familia. El rey está cautivado por tu hermosura; él es tu señor: inclínate ante él. La gente de Tiro vendrá con presentes; los ricos del pueblo buscarán tu favor. La princesa es todo esplendor, luciendo en su alcoba brocados de oro. Vestida de finos bordados es conducida ante el rey, seguida por sus damas de compañía. Con alegría y regocijo son conducidas al interior del palacio real. Tus hijos ocuparán el trono de tus ancestros; los pondrás por príncipes en toda la tierra. Haré que tu nombre se recuerde por todas las generaciones; por eso las naciones te alabarán eternamente y para siempre.



Proverbios 8:
¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿No está elevando su voz la inteligencia? Toma su puesto en las alturas, a la vera del camino y en las encrucijadas. Junto a las puertas que dan a la ciudad, a la entrada misma, grita a voz en cuello: "A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad. Ustedes los inexpertos, ¡adquieran prudencia! Ustedes los necios, ¡obtengan discernimiento! Escúchenme, que diré cosas importantes; mis labios hablarán con justicia. Mi boca expresará la verdad, pues mis labios detestan la mentira. Las palabras de mi boca son todas justas; no hay en ellas maldad ni doblez. Son claras para los entendidos, e irreprochables para los sabios. Opten por mi instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara. "Yo, la sabiduría, convivo con la prudencia y poseo conocimiento y discreción. Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso. Míos son el consejo y el buen juicio; míos son el entendimiento y el poder. Por mí reinan los reyes y promulgan leyes justas los gobernantes. Por mí gobiernan los príncipes y todos los nobles que rigen la tierra. A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer. Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos. Mi fruto es mejor que el oro fino; mi cosecha sobrepasa a la plata refinada. Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia, enriqueciendo a los que me aman y acrecentando sus tesoros. "El Señor me dio la vida como primicia de sus obras, mucho antes de sus obras de antaño. Fui establecida desde la eternidad, desde antes que existiera el mundo. No existían los grandes mares cuando yo nací; no había entonces manantiales de abundantes aguas. Nací antes que fueran formadas las colinas, antes que se cimentaran las montañas, antes que él creara la tierra y sus paisajes y el polvo primordial con que hizo el mundo. Cuando Dios cimentó la bóveda celeste y trazó el horizonte sobre las aguas, allí estaba yo presente. Cuando estableció las nubes en los cielos y reforzó las fuentes del mar profundo; cuando señaló los límites del mar, para que las aguas obedecieran su mandato; cuando plantó los fundamentos de la tierra, allí estaba yo, afirmando su obra. Día tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de estar en su presencia; me regocijaba en el mundo que él creó; ¡en el género humano me deleitaba! "Y ahora, hijos míos, escúchenme: *dichosos los que van por mis caminos. Atiendan a mi instrucción, y sean sabios; no la descuiden. Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. En verdad, quien me encuentra, halla la vida y recibe el favor del Señor. Quien me rechaza, se perjudica a sí mismo; quien me aborrece, ama la muerte."


El Libro de Santiago Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE
SANTIAGO


CAPÍTULO 2
(60 d.C.)
EL AMOR FRATERNAL
HERMANOS míos, no tengáis la Fe de nuestro Señor Jesucristo Glorioso (debiera traducirse, "Mis Hermanos, ustedes no tienen la Fe de nuestro Señor Jesucristo"; en otras palabras, a los que Santiago les escribía no se estaban comportando de acuerdo al Señor) con acepción de personas. (Si el Señor no muestra acepción de personas, ¡entonces nosotros no debemos hacerlo tampoco!)
2 Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro, y de ropa lujosa (se dirige a los ricos), y también entra un pobre con ropa gastada (se refiere a lo obvio);
3 Y tuviereis respeto al que trae la vestidura preciosa, y le dijereis, Siéntate tú aquí en buen lugar (mostrándole favoritismo); y dijereis al pobre, Quédate tú allí en pie; o siéntate aquí debajo de mi estrado (expresa una actitud y espíritu terrible):
4 ¿No juzgáis en vosotros mismos (contesta a sí mismo), y venís a ser jueces de pensamientos malos? (Mostrar "acepción de personas" es considerado "malo" por Dios.)
5 Hermanos míos amados, oíd, ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo para que sean ricos en Fe, y herederos del Reino que ha prometido a los que Le aman? (Exige una respuesta positiva. No hay muchos poderosos ni muchos nobles que contesten al Llamado [I Cor. 1:26-29].)
6 Mas vosotros habéis afrentado al pobre. (Se refiere al hecho de que algunos Cristianos habían despreciado a aquéllos que Dios había elegido.) ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los juzgados? (Manifiesta un problema mundial que ha existido a partir del principio, y sigue hasta hoy en día.)
7 ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros? (Aquéllos que ponen su Fe y confianza en el dinero terminarán blasfemando el Nombre del Señor.)
8 Si en verdad cumplís vosotros la Ley Real conforme a La Escritura (Lev. 19:18; Mat. 22:39), Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis (muestre favor a todos, ya sea rico o pobre):
9 Mas si hacéis acepción de personas, cometéis pecado (hay muchas cosas de esta índole que Dios las constituye pecado, de las cuales muchos Creyentes prestan poca atención), y sois acusados de la Ley como transgresores. (Se refiere a la Ley de Moisés, la cual era la única Ley moral aceptable en el mundo de esa época. Desde luego, sus preceptos morales siguen vigentes en toda la raza humana, pero Jesús los realizó en su totalidad.)
LA FE Y LAS OBRAS
10 Porque cualquiera que hubiere guardado toda la Ley (la Ley de Moisés), y ofendiere en un punto, es hecho culpable de todos. (Declara claramente la imposibilidad del Creyente de encontrar la Victoria por medio de la Ley, ya sea la Ley de Moisés, o cualquier otro tipo de Ley. ¡Simplemente no puede ser hecho!)
11 Porque el que dijo, No cometerás adulterio, también ha dicho, No matarás. Ahora bien, si no hubieres cometido adulterio, pero hubieres matado, ya eres hecho transgresor de la Ley. (Violar tan sólo un Mandamiento pone a la persona en condiciones de un "infractor.")
12 Así hablad, y así obrad (tenemos que cumplir lo que decimos), como los que habéis de ser juzgados por la Ley de Libertad. (Corresponde al Tribunal venidero de Cristo.)
13 Porque juicio sin Misericordia será hecho con aquel que no hiciere Misericordia (si nos negamos a conceder Misericordia aquí, o lo que sea que es correcto, nos enfrentaremos del mismo modo en el Tribunal de Cristo); y la Misericordia se exalta sobre el Juicio. (Indica el hecho de que alguien que muestra Misericordia en esta vida no tendrá nada que temer en el Tribunal de Cristo.)
14 Hermanos míos, ¿qué aprovechará si alguno dice que tiene Fe, y no tiene obras? (Explica el hecho de que la Fe apropiada siempre producirá obras apropiadas.) ¿Podrá la Fe salvarle? (Debiera traducirse, "¿es aquella Fe capaz de salvarlo?" La verdad es que Dios no reconocerá ese tipo de la Fe.)
15 Y si el hermano o la hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día,
16 Y alguno de vosotros les dice, Id en Paz, calentaos y saciaos; pero no les diereis las cosas que son necesarias para el cuerpo; ¿qué aprovechará? (Se refiere a la Fe fingida que no bendice a nadie, simplemente porque no es Fe verdadera. La Fe Verdadera ayudará a la persona.)
17 Así también la Fe, si no tuviere obras, está muerta en sí misma. (Como dicho, la Fe apropiada producirá obras apropiadas. Si no, el Espíritu Santo dice aquí que es "fe muerta.")
18 Pero alguno dirá, Tú tienes Fe, y yo tengo obras (indica que los esfuerzos por algunos hacen distinción entre las dos): muéstrame tu Fe sin tus obras, y yo te mostraré mi Fe por mis obras. (Demuestra el hecho de que la profesión de una Fe sin vida es inútil.)
19 Tú crees que Dios es uno (indica el tipo de Fe sostenida por cientos de millones, pero en la cual no hay gracia salvadora); bien haces (¡usted cree que hace bien!): también los Demonios creen, y tiemblan. (Simplemente creer que hay un Dios no quiere decir nada, ya que los demonios también creen. La Fe Apropiada aceptará al Señor como el Salvador.)
20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la Fe sin obras está muerta? (En efecto, Santiago sin rodeos dice que alguien que confía en una Fe vacía tiene, en efecto, una cabeza vacía.)
21 ¿No fue Justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el Altar? (Cualquier Fe que no tiene la Cruz como su Objeto apropiado es Fe muerta. El Espíritu Santo permitió a Santiago elegir este ejemplo de Abraham ofreciendo a Isaac para describir una de las ilustraciones más vívidas del Sacrificio de Cristo.)
22 ¿No ves que la Fe obró con sus obras, y que la Fe fue perfeccionada por las obras? (Santiago deja en claro que él no se refiere a las obras como la única fuente de la Justificación de Abraham, ya que el Versículo 21, si se saca de contexto, puede que lo lleve a creer eso. La Fe de Abraham y sus acciones obraban en conjunto.)
23 Y fue cumplida La Escritura que dice (Gén. 15:6), Abraham creyó a Dios, y le fue imputado a Justicia (proclama el hecho de que la Fe de Abraham fue genuina): y fue llamado Amigo de Dios (Isa. 41:8).
24 Vosotros veis, pues, que el hombre es Justificado por las obras (se entiende mejor al decir, "Como usted lo puede ver, la Justificación del hombre está comprobada por las obras"), y no solamente por la Fe. (Debe entenderse en el contexto del Pasaje entero. El Apóstol está diciendo simplemente que nadie puede reclamar Justificación sobre la base de la Fe sola, lo cual no produce obra calificativa. Tal individuo se engaña.)
25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue Justificada por obras, cuando recibió los mensajeros, y los echó fuera por otro camino? (Presenta una de las historias más hermosas de la Fe hallada en los anales de la historia humana. Era la Fe apropiada, que produjo obras apropiadas.)
26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la Fe sin obras está muerta también. (Al concluir nuestros comentarios de este Capítulo, debo recordarle que con Pablo, las obras sin una Fe viva y dinámica en el Señor Jesús no pueden producir Salvación o Victoria. Por otra parte, también debo recordarle que con Santiago, la Fe en la forma de declarar un dogma o admitir un credo, lo cual deja de producir vida y labor según la Palabra de Dios, asimismo lo condenará.)


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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