11 July 2009

El 11 de Julio Lectura Bíblica Diaria







El 11 de Julio Lectura Bíblica Diaria:

I Samuel 27 a 29 Nueva Versión Internacional:
Con todo, David pensaba: Ün día de éstos voy a morir a manos de Saúl. Lo mejor que puedo hacer es huir a la tierra de los filisteos. Así Saúl se cansará de buscarme por el territorio de Israel, y podré escapar de sus manos." Acompañado de sus seiscientos hombres, David se puso en marcha y se trasladó a la tierra de Gat, donde reinaba Aquis hijo de Maoc. Tanto David como sus hombres se establecieron allí, y quedaron bajo la protección de Aquis. Cada hombre había llevado a su familia, y David tenía consigo a sus dos esposas, Ajinoán la jezrelita y Abigaíl de Carmel, la viuda de Nabal. En efecto, cuando Saúl se enteró de que David había huido a Gat, dejó de perseguirlo. David le dijo a Aquis: "Si en verdad cuento con el favor de Su Majestad, le ruego que me conceda algún pueblo en el campo, y allí viviré. No tiene ningún sentido que este siervo suyo viva en la capital del reino." Aquel mismo día Aquis le dio la ciudad de Siclag, la cual hasta hoy pertenece a los reyes de Judá. David vivió en territorio filisteo un año y cuatro meses. Acostumbraba salir en campaña con sus hombres para saquear a los guesureos, guirzitas y amalecitas, pueblos que durante mucho tiempo habían habitado la zona que se extiende hacia Sur y hasta el país de Egipto. Cada vez que David atacaba la región, no dejaba a nadie con vida, ni hombre ni mujer. Antes de regresar adonde estaba Aquis se apoderaba de ovejas, vacas, asnos y camellos, y hasta de la ropa que vestían. Si Aquis le preguntaba: "¿Qué región saqueaste hoy?", David le respondía: "La del sur de Judá"; o bien: "La del sur de Jeramel"; o "La del sur, donde viven los quenitas". David no dejaba con vida ni a hombre ni a mujer, pues pensaba que si llevaba prisioneros a Gat lo denunciarían por lo que estaba haciendo. Éste fue su patrón de conducta todo el tiempo que estuvo en territorio filisteo. Aquis, por su parte, confiaba en David y se decía: "David se está haciendo odioso a los israelitas, su propia gente. Sin duda me servirá para siempre." Por aquel tiempo, los filisteos reunieron sus tropas para ir a la guerra contra Israel. Por lo tanto, Aquis le dijo a David: Quiero que sepas que tú y tus hombres saldrán conmigo a la guerra. Está bien respondió David. Ya verá Su Majestad de lo que es capaz este siervo suyo. Si es así añadió Aquis, de ahora en adelante te nombro mi guardaespaldas. Ya Samuel había muerto. Todo Israel había hecho duelo por él, y lo habían enterrado en Ramá, que era su propio pueblo. Saúl, por su parte, había expulsado del país a los adivinos y a los hechiceros. Los filisteos concentraron sus fuerzas y fueron a Sunén, donde acamparon. Saúl reunió entonces a los israelitas, y armaron su campamento en Guilboa. Pero cuando vio Saúl al ejército filisteo, le entró tal miedo que se descorazonó por completo. Por eso consultó al Señor, pero él no le respondió ni en sueños, ni por el urim ni por los profetas. Por eso Saúl les ordenó a sus oficiales: Búsquenme a una adivina, para que yo vaya a consultarla. Pues hay una en Endor le respondieron. Saúl se disfrazó con otra ropa y, acompañado de dos hombres, se fue de noche a ver a la mujer. Quiero que evoques a un espíritu le pidió Saúl. Haz que se me aparezca el que yo te diga. ¿Acaso no sabe usted lo que ha hecho Saúl? respondió la mujer. ¡Ha expulsado del país a los adivinos y a los hechiceros! ¿Por qué viene usted a tenderme una trampa y exponerme a la muerte? ¡Tan cierto como que el Señor vive, te juro que nadie te va a castigar por esto! contestó Saúl. ¿A quién desea usted que yo haga aparecer? preguntó la mujer. Evócame a Samuel respondió Saúl. Al ver a Samuel, la mujer pegó un grito. ¡Pero si usted es Saúl! ¿Por qué me ha engañado? le reclamó. No tienes nada que temer dijo el rey. Dime lo que has visto. Veo un espíritu que sube de la tierra respondió ella. ¿Y qué aspecto tiene? El de un anciano, que sube envuelto en un manto. Al darse cuenta Saúl de que era Samuel, se postró rostro en tierra. Samuel le dijo a Saúl: ¿Por qué me molestas, haciéndome subir? Estoy muy angustiado respondió Saúl. Los filisteos me están atacando, y Dios me ha abandonado. Ya no me responde, ni en sueños ni por medio de profetas. Por eso decidí llamarte, para que me digas lo que debo hacer. Samuel le replicó: Pero si el Señor se ha alejado de ti y se ha vuelto tu enemigo, ¿por qué me consultas a mí? El Señor ha cumplido lo que había anunciado por medio de mí: él te ha arrebatado de las manos el reino, y se lo ha dado a tu compañero David. Tú no obedeciste al Señor, pues no llevaste a cabo la furia de su castigo contra los amalecitas; por eso él te condena hoy. El Señor te entregará a ti y a Israel en manos de los filisteos. Mañana tú y tus hijos se unirán a mí, y el campamento israelita caerá en poder de los filisteos. Al instante Saúl se desplomó. Y es que estaba lleno de miedo por lo que Samuel le había dicho, además de que se moría de hambre, pues en toda la noche y en todo el día no había comido nada. Al verlo tan asustado, la mujer se le acercó y le dijo: Yo, su servidora, le hice caso a usted y, por obedecer sus órdenes, me jugué la vida. Ahora yo le pido que me haga caso a mí. Déjeme traerle algún alimento para que coma; así podrá recuperarse y seguir su camino. Pero Saúl se negó a comer. Sin embargo, sus oficiales insistieron al igual que la mujer, y por fin consintió. Se levantó del suelo y tomó asiento. La mujer tenía en su casa un ternero gordo, al que mató en seguida. También amasó harina y horneó unos panes sin levadura. Luego les sirvió a Saúl y a sus oficiales. Esa misma noche, después de comer, todos ellos emprendieron el camino. Los filisteos reunieron a todas sus tropas en Afec. Los israelitas, por su parte, acamparon junto al manantial que está en Jezrel. Los jefes filisteos avanzaban en compañías de cien y de mil soldados, seguidos de Aquis y de David y sus hombres. Y estos hebreos, ¿qué hacen aquí? preguntaron los generales filisteos. Aquis les respondió: ¿No se dan cuenta de que éste es David, quien antes estuvo al servicio de Saúl, rey de Israel? Hace ya más de un año que está conmigo, y desde el primer día que se unió a nosotros no he visto nada que me haga desconfiar de él. Pero los generales filisteos, enojados con Aquis, le ordenaron: Despídelo; que regrese al lugar que le diste. No dejes que nos acompañe en la batalla, no sea que en medio del combate se vuelva contra nosotros. ¿Qué mejor manera tendría de reconciliarse con su señor, que llevándole las cabezas de estos soldados? ¿Acaso no es éste el David por quien danzaban, y en sus cantos decían: "Saúl mató a sus miles; pero David, a sus diez miles"? Ante esto, Aquis llamó a David y le dijo: Tan cierto como que el Señor vive, que tú eres un hombre honrado y me gustaría que me acompañaras en esta campaña. Desde el día en que llegaste, no he visto nada que me haga desconfiar de ti. Pero los jefes filisteos te miran con recelo. Así que, con mis mejores deseos, vuélvete a tu casa y no hagas nada que les desagrade. Pero, ¿qué es lo que he hecho? reclamó David. ¿Qué falla ha visto Su Majestad en este servidor suyo desde el día en que entré a su servicio hasta hoy? ¿Por qué no me permiten luchar contra los enemigos de mi señor y rey? Ya lo sé respondió Aquis. Para mí tú eres como un ángel de Dios. Sin embargo, los generales filisteos han decidido que no vayas con nosotros a la batalla. Por lo tanto, levántense mañana temprano, tú y los siervos de tu señor que vinieron contigo, y váyanse con la primera luz del día. Así que al día siguiente David y sus hombres se levantaron temprano para regresar al país filisteo. Por su parte, los filisteos avanzaron hacia Jezrel.



Salmos 59 Nueva Versión Internacional:
Líbrame de mis enemigos, oh Dios; protégeme de los que me atacan. Líbrame de los malhechores; sálvame de los asesinos. ¡Mira cómo me acechan! Hombres crueles conspiran contra mí sin que yo, Señor, haya delinquido ni pecado. Presurosos se disponen a atacarme sin que yo haya cometido mal alguno. ¡Levántate y ven en mi ayuda! ¡Mira mi condición! Tú, Señor, eres el Dios Todopoderoso, ¡eres el Dios de Israel! ¡Despiértate y castiga a todas las naciones; no tengas compasión de esos viles traidores! Selah. Ellos vuelven por la noche, gruñendo como perros y acechando alrededor de la ciudad. Echan espuma por la boca, lanzan espadas por sus fauces, y dicen: "¿Quién va a oírnos?" Pero tú, Señor, te burlas de ellos; te ríes de todas las naciones. A ti, fortaleza mía, vuelvo los ojos, pues tú, oh Dios, eres mi protector. Tú eres el Dios que me ama, e irás delante de mí para hacerme ver la derrota de mis enemigos. Pero no los mates, para que mi pueblo no lo olvide. Zarandéalos con tu poder; ¡humíllalos! ¡Tú, Señor, eres nuestro escudo! Por los pecados de su boca, por las palabras de sus labios, que caigan en la trampa de su orgullo. Por las maldiciones y mentiras que profieren, consúmelos en tu enojo; ¡consúmelos hasta que dejen de existir! Así todos sabrán que Dios gobierna en Jacob, y hasta los confines de la tierra. Selah. Porque ellos vuelven por la noche, gruñendo como perros y acechando alrededor de la ciudad. Van de un lado a otro buscando comida, y aúllan si no quedan satisfechos. Pero yo le cantaré a tu poder, y por la mañana alabaré tu amor; porque tú eres mi protector, mi refugio en momentos de angustia. A ti, fortaleza mía, te cantaré salmos, pues tú, oh Dios, eres mi protector. ¡Tú eres el Dios que me ama!



Proverbios 22:
Vale más la buena fama que las muchas riquezas, y más que oro y plata, la buena reputación. El rico y el pobre tienen esto en común: a ambos los ha creado el Señor. El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias. Recompensa de la humildad y del temor del Señor son las riquezas, la honra y la vida. Espinas y trampas hay en la senda de los impíos, pero el que cuida su vida se aleja de ellas. Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará. Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de sus acreedores. El que siembra maldad cosecha desgracias; el Señor lo destruirá con el cetro de su ira. El que es generoso será bendecido, pues comparte su comida con los pobres. Despide al insolente, y se irá la discordia y cesarán los pleitos y los insultos. El que ama la pureza de corazón y tiene gracia al hablar tendrá por amigo al rey. Los ojos del Señor protegen el saber, pero desbaratan las palabras del traidor. "¡Hay un león allá afuera! dice el holgazán. ¡En plena calle me va a hacer pedazos!" La boca de la adúltera es una fosa profunda; en ella caerá quien esté bajo la ira del Señor. La necedad es parte del corazón juvenil, pero la vara de la disciplina la corrige. Oprimir al pobre para enriquecerse, y hacerle regalos al rico, ¡buena manera de empobrecerse! Presta atención, escucha mis palabras; aplica tu corazón a mi conocimiento. Grato es retenerlas dentro de ti, y tenerlas todas a flor de labio. A ti te las enseño en este día, para que pongas tu confianza en el Señor. ¿Acaso no te he escrito treinta dichos que contienen sabios consejos? Son para enseñarte palabras ciertas y confiables, para que sepas responder bien a quien te pregunte. 1 No explotes al pobre porque es pobre, ni oprimas en los tribunales a los necesitados; porque el Señor defenderá su causa, y despojará a quienes los despojen. 2 No te hagas amigo de gente violenta, ni te juntes con los iracundos, no sea que aprendas sus malas costumbres y tú mismo caigas en la trampa. 3 No te comprometas por otros ni salgas fiador de deudas ajenas; porque si no tienes con qué pagar, te quitarán hasta la cama en que duermes. 4 No cambies de lugar los linderos antiguos que establecieron tus antepasados. 5 ¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes, y nunca será un Don Nadie.


El Libro de I Juan Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA PRIMERA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE
SAN JUAN


CAPÍTULO 3
(90 d.C.)
EL AMOR




MIRAD cuál amor nos ha dado el Padre (indica lo que es extraño a este mundo presente, y, de hecho, viene de otro mundo), que seamos llamados hijos de Dios (somos "hijos de Dios" en virtud de adopción en la Familia de Dios, derivada de la experiencia de Nacer de Nuevo): por esto el mundo no nos conoce, porque no Le conoce a Él. (El mundo no reconoce ni admite que los Creyentes son hijos de Dios, así como ellos no reconocieron ni admitieron que Cristo era el Hijo de Dios.)
2 Muy amados, ahora somos hijos de Dios (somos tanto un "hijo de Dios" ahora como lo seremos después de la Resurrección), y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser (nuestra condición presente como "hijo de Dios" no es nada en comparación de lo que seremos en la Resurrección venidera): pero sabemos que cuando Él apareciere (el Arrebatamiento), seremos semejantes a Él (se refiere a ser glorificado); porque Le veremos como Él es. (Los ojos físicos en un cuerpo mortal no podían mirar aquella gloria, sólo los ojos en cuerpos glorificados.)
LA JUSTICIA
3 Y cualquiera que tiene esta esperanza en Él (la Resurrección), se purifica (se aprovecha de lo que Cristo hizo por nosotros en la Cruz, es el único modo de ser puro), como Él (Cristo) también es limpio (pone a Cristo como nuestro ejemplo).
4 Cualquiera que hace pecado, traspasa también la Ley (el Texto Griego dice, "el pecado," y se refiere a los Creyentes que colocan su Fe en algo que no es la Cruz; tal constituye rebelión contra el Orden Prescrito de Dios y lo designa "pecado"): pues el pecado es transgresión de la Ley. (Se refiere a la Ley moral — los Diez Mandamientos. Al rebelarse contra el Orden de Dios, que es la Cruz, se abre la puerta para las obras de la carne [Gál. 5:19-21].)
5 Y sabéis que Él apareció para quitar nuestros pecados (Él lo hizo en la Cruz; el Cristiano no puede practicar lo que Cristo vino a quitar y destruir); y no hay pecado en Él. (Demuestra el hecho de que Él era capaz de ser el Sacrificio Perfecto para quitar el pecado del mundo, lo que destruye completamente la doctrina errónea de que Jesús murió espiritualmente, como algunos afirman.)
6 Cualquiera que permanece en Él, no peca (no practica pecado): cualquiera que peca (practica pecado), no Le ha visto, ni Le ha conocido. (Como dicho, Jesús salva del pecado, no en el pecado. Si miramos la Cruz, "el pecado no ejercerá dominio sobre nosotros" [Rom. 6:14].)
7 Hijitos, no os engañe ninguno (la totalidad de esta Epístola es una advertencia en contra del antinomianismo, lo que enseña que el pecado no tiene importancia porque la Gracia lo cubre): el que hace Justicia, es Justo (realmente el ser Justo resultará en hacer realmente la Justicia, es decir, "vive justamente"), como Él también es Justo. (Nos ha otorgado la Justicia de Cristo, por lo tanto, debiéramos vivir como Justos, lo que podemos hacer si nuestra Fe permanece Eternamente en la Cruz [Rom. 6:1-14].)
8 El que hace pecado (practica el pecado), es del Diablo (el que nace realmente de Dios no vive una vida de pecar habitualmente); porque el Diablo peca desde el principio (a partir del principio de su rebelión contra Dios). Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del Diablo. (Proclama lo que fue hecho en la Cruz [Col. 2:14-15].)
9 Cualquiera que es nacido de Dios, no hace pecado (no persiste en la práctica del pecado); porque su simiente está en él (se refiere a la Palabra de Dios): y no puede pecar (no puede seguir practicando el pecado), porque es nacido de Dios. (Se refiere a la repugnancia del pecado en el corazón del Verdadero Cristiano.)
10 En esto son manifiestos los Hijos de Dios, y los hijos del Diablo (no hay ninguna comparación entre los dos): cualquiera que no hace Justicia, y que no ama a su Hermano, no es de Dios. ("Justicia" y "Amor" son las dos manifestaciones del Hijo de Dios.)
EL AMOR
11 Porque, este es el Mensaje que habéis oído desde el principio, que nos amemos unos a otros. (El primer atributo hecho evidente en el nuevo Creyente es "el Amor.")
12 No como Caín, que era del maligno, y mató a su Hermano (presenta al prototipo del mal). ¿Y por qué causa le mató? (Caín no era un asesino porque mató a su Hermano, sino que mató a su Hermano porque él era un asesino.) Porque sus obras eran malas, y las de su Hermano Justas (señala directamente a la Cruz; el rechazo del Camino de Dios [la Cruz], lo que Caín hizo, es llamado por el Espíritu Santo como el "malo"; Abel aceptó la Cruz [Gén., cap. 4]).
13 Hermanos míos, no os maravilléis si el mundo os aborrece (no espere recibir un mejor tratamiento del mundo del que Abel recibió de Caín).
14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los Hermanos (el amor por los Hermanos es la primera señal "de la vida espiritual"). El que no ama a su Hermano está en muerte. (El amor por los Hermanos debe caracterizar la profesión de Salvación. Por otra parte, nuestras afirmaciones son falsas.)
15 Cualquiera que aborrece a su Hermano es homicida (la ausencia de amor revela la presencia del odio; donde existe el odio, existe el asesinato): y sabéis que ningún homicida tiene Vida Eterna permaneciendo en él (reitera la ausencia del amor).
16 En esto hemos conocido el Amor (habla del conocimiento alcanzado por la experiencia), porque Él puso Su Vida por nosotros (la mayor prueba de amor es el Sacrificio de lo que es lo más precioso): también nosotros debemos poner nuestras vidas por los Hermanos. (Declara a Cristo como nuestro ejemplo y el significado de lo que realmente es el amor verdadero.)
17 Mas el que tuviere bienes de este mundo (se refiere a las necesidades de la vida), y viere a su hermano tener necesidad (es ver al Cristiano que carece de las necesidades básicas de la vida durante un período largo), y le cerrare sus entrañas (la persona que tiene los medios para ayudar, pero se niega hacerlo), ¿cómo está el Amor de Dios en él? (Sus acciones declaran el hecho de que a pesar de su profesión, no hay realmente amor de Dios en él.)
18 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua (no hablemos nada más del amor); sino de hecho y en verdad. (El amor verdadero exige acción.)
19 Y en esto conocemos que somos de la Verdad (las pruebas del amor son la garantía de la Verdad), y tenemos nuestros corazones certificados delante de Él. (¿Soy amoroso como debiera ser? ¡El corazón nos lo indicará!)
20 Porque si nuestro corazón nos reprendiere (nuestra falta en el deber y el servicio nos acusa y nuestro corazón nos condena), mayor es Dios que nuestro corazón (Dios conoce lo peor en nosotros, y de todos modos Él siente cariño por nosotros y nos quiere; nuestro descubrimiento ha sido un secreto a voces a Él desde el principio), y conoce todas las cosas (Dios Solo conoce nuestros corazones; esta es la prueba verdadera de un hombre).
21 Amados, si nuestro corazón no nos reprende (no reclama la perfección sin pecado, pero representa la actitud del corazón de un Santo que, hasta donde él puede saber, no tiene pecado no confesado en su vida), confianza tenemos en Dios (insinúa ninguna condenación).
22 Y cualquier cosa que pidiéremos, la recibiremos de Él (se refiere a la oración y que debemos seguir pidiendo lo que se desea), porque guardamos Sus Mandamientos (Cristo ya ha guardado todos los Mandamientos; nuestra Fe en Él y la Cruz nos da Su Victoria, y el Espíritu Santo lo garantiza [Rom. 8:1-2, 11]), y hacemos las cosas que son agradables delante de Él (la Cruz es siempre el Objeto de nuestra Fe [Heb. 11:6]).
23 Y éste es Su Mandamiento (se nos lo da en el singular), Que creamos en el Nombre de Su Hijo Jesucristo (significa todo lo que el Hijo de Dios es en Su maravillosa Persona, y sobre todo lo que Él hizo por nosotros en la Cruz), y nos amemos unos a otros, como nos lo ha Mandado. (La Fe apropiada garantiza el amor apropiado [Mat. 22:37-40].)
24 Y el que guarda Sus Mandamientos, está en Él, y Él en él. (La Fe en Jesucristo y lo que Él hizo por nosotros en la Cruz indica el hecho de que moramos en Él, y Él mora en nosotros [Jn. 14:20; Rom. 6:3-5].) Y en esto sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. (El conocimiento que Dios permanece en el Santo viene del Espíritu Santo. Él da testimonio en relación a nuestro espíritu humano, Él lo activa, de que somos hijos nacidos de Dios [Rom. 8:16].)


1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8 Nueva Versión Internacional:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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