El 3 de febrero Lectura Bíblica Diaria:
Eclesiastés 4-6:
4 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador. Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía. Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen. He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu. El necio cruza sus manos y come su misma carne. Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu. Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol. Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo. Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto. Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos; porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre. Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél. No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu. 5 Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio. Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos? Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios. Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos. Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos. El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad. Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos? Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia. Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano. Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano. Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano? Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria. He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte. Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón. 6 Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso. Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él. Porque éste en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas su nombre es cubierto. Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más reposo tiene éste que aquél. Porque si aquél viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo lugar? Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia. Porque ¿qué más tiene el sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los vivos? Más vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu. Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él. Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre? Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?
Palms 52:
¿Por
qué te jactas de tu maldad, varón prepotente? ¡El amor de Dios es
constante! Tu lengua, como navaja afilada, trama destrucción y practica
el engaño. Más que el bien, amas la maldad; más que la verdad, amas la
mentira. Selah. Lengua embustera, te encanta ofender con tus palabras.
Pero Dios te arruinará para siempre; te tomará y te arrojará de tu
hogar; ¡te arrancará del mundo de los vivientes! Selah. Los justos verán
esto, y temerán; entre burlas dirán de él: "¡Aquí tienen al hombre que
no buscó refugio en Dios, sino que confió en su gran riqueza y se afirmó
en su maldad!" Pero yo soy como un olivo verde que florece en la casa
de Dios; yo confío en el gran amor de Dios eternamente y para siempre.
En todo tiempo te alabaré por tus obras; en ti pondré mi esperanza en
presencia de tus fieles, porque tu nombre es bueno.
Proverbios 17:
Más
vale comer pan duro donde hay concordia que hacer banquete donde hay
discordia. El siervo sabio gobernará al hijo sin vergüenza, y compartirá
la herencia con los otros hermanos. En el crisol se prueba la plata y
en el horno se prueba el oro, pero al corazón lo prueba el Señor. El
malvado hace caso a los labios impíos, y el mentiroso presta oído a la
lengua maliciosa. El que se burla del pobre ofende a su Creador; el que
se alegra de verlo en la ruina no quedará sin castigo. La corona del
anciano son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres. No va
bien con los necios el lenguaje refinado, ni con los gobernantes, la
mentira. Vara mágica es el soborno para quien lo ofrece, pues todo lo
que emprende lo consigue. El que perdona la ofensa cultiva el amor; el
que insiste en la ofensa divide a los amigos. Cala más un regaño en el
hombre prudente que cien latigazos en el obstinado. El revoltoso siempre
anda buscando camorra, pero se las verá con un mensajero cruel. Más
vale toparse con un oso enfurecido que con un necio empecinado en su
necedad. Al que devuelve mal por bien, nunca el mal se apartará de su
familia. Iniciar una pelea es romper una represa; vale más retirarse que
comenzarla. Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas
que el Señor aborrece. ¿De qué le sirve al necio poseer dinero? ¿Podrá
adquirir sabiduría si le faltan sesos? En todo tiempo ama el amigo;
para ayudar en la adversidad nació el hermano. El que es imprudente se
compromete por otros, y sale fiador de su prójimo. Al que le gusta
pecar, le gusta pelear; el que abre mucho la boca, busca que se la
rompan. El de corazón perverso jamás prospera; el de lengua engañosa
caerá en desgracia. Engendrar a un hijo necio es causa de pesar; ser
padre de un necio no es ninguna alegría. Gran remedio es el corazón
alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos. El malvado acepta soborno
en secreto, con lo que tuerce el curso de la justicia. La meta del
prudente es la sabiduría; el necio divaga contemplando vanos horizontes.
El hijo necio irrita a su padre, y causa amargura a su madre. No está
bien castigar al inocente, ni azotar por su rectitud a gente honorable.
El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla
sus impulsos. Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio; se le
considera prudente si cierra la boca.
Juan 5:
CAPÍTULO 5(31 d.C.)EL ESTANQUE DE BETESDA
DESPUÉS
de estas cosas era un Día de Fiesta de los Judíos (aunque Las
Escrituras no nos lo dice, muchos creen que era la Pascua; si es
correcto, Jesús tenía un poco más de un año ya en Su Ministerio
público); y subió Jesús a Jerusalén (la expresa intención de guardar
esta "Fiesta").2
Y hay en Jerusalén a la puerta de las ovejas un estanque (debiera
traducirse, "por la puerta de las ovejas"), que en Hebraico es llamado
Betesda, el cual tiene cinco portales (quiere decir, "casa de gracia y
misericordia"; era en cierto modo un hospital público).3
En éstos yacía multitud de enfermos impotentes, ciegos, cojos, lisiados
(una descripción perfecta de la humanidad; a raíz de la Caída, el
hombre es "impotente," incapaz de salvarse a sí mismo), que estaban
esperando el movimiento del agua.4
Porque un Ángel descendía a cierto tiempo al estanque, y revolvía el
agua (no fue dado por Juan como folclore, sino más bien como un hecho): y
el que primero descendía en el estanque después del movimiento del
agua, era sano de cualquier enfermedad que tuviese (al entrar los
príncipes terrenales en una ciudad siempre acudían a las casas de los
nobles y de los ricos, pero los Pies del Príncipe de los príncipes
inmediatamente se dirigía a los lugares de miseria y sufrimiento, los
frutos del pecado).5
Y estaba allí un cierto hombre (la sanidad del hombre impotente hace
contrastar entre el poder vivificador de Cristo con la impotencia de la
Ley; la Ley exigía esfuerzo de parte del pecador para obtener la vida
que se le prometió; pero el hombre no tiene fuerza alguna [Rom. 5:6])
que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo (un tipo perfecto de
Israel, el cual por su pecado quedaba incapacitado, encerrado en un
desierto por 38 años; la similitud no es una coincidencia).6
Cuando Jesús vio a éste echado (un cuadro de Israel de la época de
Jesús, pero también, de toda la humanidad), y entendió que ya había
mucho tiempo (nuevamente se refiere a Israel), le dice, ¿Quieres ser
sano? (¡Sin lugar a dudas, es uno de los interrogantes más importantes
de todos los tiempos! El hombre no es "sano," y de hecho no se puede ser
"sano" sin Jesús. Aquí es donde se reside la contención.)7
Señor, Le respondió el hombre impotente, No tengo hombre que me meta en
el estanque, cuando el agua fuere revuelta (su dependencia en el
hombre, la cual sólo le traía nada más que desilusión): porque entre
tanto que yo vengo, otro antes de mí ha descendido (el Amor, sin duda,
seleccionó a este hombre como el más miserable, necesitado e
incapacitado de entre toda esta compañía lamentable; y la sabiduría le
escogió como un vaso de instrucción a la Nación).8 Le dice Jesús, Levántate, toma tu lecho, y anda (bastaba una sola palabra de Jesús).9
Y luego aquel hombre fue sano, y tomó su lecho, y se iba (se le dio la
fuerza, este hecho fue demostrado cuando el hombre cargó su lecho): y
era Sábado aquel día (¡y qué Sábado de descanso, alivio y gozo para este
hombre!).10
Entonces los Judíos decían a aquel que había sido sanado (como podemos
ver, no había gozo por su sanidad y liberación, sino más bien lo
contrario, como hace siempre la religión), Sábado es: no te es lícito
llevar tu lecho (señalaba solamente a las leyes del hombre, y no a las
Leyes de Dios; Jesús no prestaba ninguna atención a las leyes inventadas
por el hombre, sin importar cuán numerosas eran).11
Les respondió, El Que me sanó (el hombre usaba a Jesús como su
autoridad, que es lo que él debería hacer), Él Mismo me dijo, Toma tu
lecho y anda (Sábado o no, era un mandato que él deseaba obedecer; se
refería a la Sanidad y la Salvación de su cuerpo físico).12 Le preguntaron entonces, ¿Quién es el que te dijo, Toma tu lecho y anda?13
Y el que había sido sanado, no sabía quién fuese (parece que después de
la sanidad, Jesús salió inmediatamente, para no crear una escena; en
consecuencia, el hombre no conocía en realidad Quién era el que le había
sanado): porque Jesús se había apartado de la gente, que estaba en
aquel lugar (Él lo hizo porque conocía bien el odio de los líderes y el
resultado de Su quebrantamiento de las leyes hechas por el hombre; quizá
este es el motivo por el cual Él no se quedó para sanar a otros; de
todos modos, fue el Espíritu Santo que Le dijo lo que Él debiera hacer).14
Después le halló (el hombre que Él sanó) Jesús en el Templo, y le dijo
(Jesús le buscaba, y por cierto motivo), He aquí, has sido sanado (se
refiere a la experiencia de la Salvación, así como la sanidad física):
no peques más, para que no te venga alguna cosa peor (primeramente nos
dice que su enfermedad de hace 38 años le vino debido al pecado;
también, nos indica que la desobediencia al Señor puede abrir la puerta
para "cosas peores").15
Él se fue, y dio aviso a los Judíos, que Jesús era el que le había
sanado (algunos afirmaban que este hombre era un ingrato; sin embargo,
él no tenía ningún modo de darse cuenta de la animosidad de los líderes
religiosos en contra de Jesús, probablemente por eso pensó que estaba
haciendo lo correcto).16
Y por esta causa los Judíos perseguían a Jesús (la oposición de la
jerarquía religiosa solamente aumentará de ahora en adelante), y
procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el Sábado (es irónico;
los líderes religiosos de Israel quisieron matar al Señor en el Nombre
del Señor; ¡nada más demuestra lo ciego que eran!).
LA IGUALDAD CON DIOS17
Y Jesús les respondió (fue una confrontación cara a cara), Mi Padre
hasta ahora trabaja, y Yo también trabajo (dice dos cosas: 1. Él reclama
la igualdad con Dios, y que Él era Dios; y, 2. La "Obra" misma del
Padre y del Hijo era liberar a la humanidad, físicamente o
espiritualmente, o ambos, que trajeron el Verdadero Sábado al alma del
hombre, que era la intención desde un principio).18
Entonces, por tanto, más procuraban los Judíos matarle (quiere decir
que Él ni siquiera buscaba ningún tipo de acuerdo con estos hipócritas,
sino más bien reforzaba Su posición hasta tal punto que nadie tenía
absolutamente duda alguna en cuanto a lo que Él decía o hacía), porque
no sólo quebrantaba el Sábado (Él realmente no había quebrantado el
Sábado, pero sólo una de sus reglas necias que se originó con el hombre
mismo), sino que también a Su Padre llamaba Dios, haciéndose igual a
Dios (una acusación que Jesús no rechazó, porque Él se hizo semejante a
Dios, y con razón).19
Respondió entonces Jesús y les dijo, De cierto, de cierto, os digo, No
puede el Hijo hacer nada de Sí Mismo (declara la Humanidad de Cristo, en
que Él se deja libremente a un lado la expresión de Su Deidad pero
nunca pierde Su posesión de ella), sino lo que viere hacer el Padre (Su
sumisión total al Padre, que como Hombre Él tenía que hacer y en
realidad lo hizo): porque todo lo que Él hace, esto también hace el Hijo
juntamente (que se puso como ejemplo de humildad y dependencia, del
cual seriamente le hace falta a la familia humana).20
Porque el Padre ama al Hijo (la obediencia del Hijo se basa en el amor
que el Padre tiene para el Hijo), y Le muestra todas las cosas que Él
hace (claramente dice que todo lo que Jesús hizo el Padre le dijo que
hiciera): y mayores obras que éstas Le mostrará, para que vosotros os
maravilléis (tiene que ver con los Versículos 28 y 29, que hablan de la
Resurrección venidera).21
Porque como el Padre levanta los muertos, y les da vida (la Verdad de
la Resurrección de Vida venidera); así también (lo hace espiritualmente
vivo) el Hijo a los que quiere da vida (describe la verdad de que la
Salvación no es de quien se la determina [en el sentido de que la
Salvación resultaría a raíz de determinarla por las obras, etc.], pero
de Dios Quien es Misericordioso).22
Porque el Padre a nadie juzga (no juzgue al que ha venido a Cristo,
porque todo pecado ha sido resuelto en Cristo), mas todo el Juicio dio
al Hijo (Cristo es el Salvador hoy, pero será el Juez mañana):23
Para que todos honren al Hijo, como honran al Padre (afirma igualdad
con Dios en cuanto al honor [Heb. 2:7-9]). El que no honra al Hijo, no
honra al Padre que Le envió (declara claramente que si se deshonra a
Jesús, ¡también el Padre queda deshonrado!).24
De cierto, de cierto, os digo, El que oye Mi Palabra (la Palabra de la
Cruz [Jn. 3:14-15]), y cree Al Que Me ha enviado (si no cree en Jesús,
no puede creer en Dios; tener al Hijo es tener al Padre), tiene Vida
Eterna (independiente de Cristo, no hay vida espiritual), y no vendrá a
condenación (Cristo tomó la condenación en la Cruz); mas pasó de muerte a
vida (Nacido de Nuevo).25
De cierto, de cierto, os digo (una declaración de la autoridad más
alta, y Jesús es aquella Autoridad), Vendrá hora, y ahora es, cuando los
muertos oirán la Voz del Hijo de Dios: y los que oyeren vivirán (tiene
un significado doble: 1. Se refiere a la gente Salva, por ello, pasa de
la muerte espiritual a la Vida Espiritual; y, 2. Se refiere a la
Resurrección de Vida venidera, cuando todos los Santos serán
Resucitados).26
Porque como el Padre tiene Vida en Sí Mismo (se refiere a Dios como la
Fuente Eterna de Vida, la Fuente Máxima); así dio también al Hijo que
tuviese Vida en Sí Mismo (Jesús dice que Él no es simplemente un
participante en esta "Vida," pero de hecho es también, la Fuente de Vida
y, en verdad, la Fuente Máxima exactamente como el Padre; en
consecuencia, otra vez Él afirma Su Deidad);27
Y también Le dio Poder de hacer juicio (el "Tribunal de Cristo," que
será para todos los Creyentes, y también, el "Juicio del Gran Trono
Blanco," que será para todos los que no son salvos), en cuanto es el
Hijo del Hombre (Él pagó el precio en la Cruz del Calvario, y por el
mérito de tal, Él también será el "Juez").28
No os maravilléis de esto (estas declaraciones dadas por Cristo,
dejaron a los líderes religiosos de Israel atónitos): porque vendrá
hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán Su Voz (habla de
la Resurrección de Vida y la Resurrección de Condenación; otra vez,
estas declaraciones proclaman a Cristo como el Señor tanto de la vida
como de la muerte),29
Y saldrán (describe las dos Resurrecciones como veremos, y según Su
"Voz"); los que hicieron bien, a Resurrección de Vida (pertenece a la
Primera Resurrección, o comúnmente se refiere como, "El Arrebatamiento"
[I Tes. 4:13-18]); mas los que hicieron mal, a Resurrección de
Condenación (esta última Resurrección ocurrirá aproximadamente mil años
después de la Primera Resurrección de Vida [Dan. 12:2; Apoc., cap. 20]).30
No puedo Yo de Mí Mismo hacer nada (en Su Humanidad, Él recibió toda
Autoridad del Padre): como oigo, juzgo (el Juicio que Él pronunció
resultó de lo que Él oyó en Su Oído, como se Lo dio el Padre [Isa.
50:4]): y Mi Juicio es Justo (es perfecto, porque esto viene del Trono
de Dios); porque no busco Mi Voluntad, mas la Voluntad del que Me envió,
del Padre (declara el hecho que el conocimiento humano del Hijo es la
base para el Juicio del Padre, que se pronunciará absolutamente y
finalmente por labios humanos del Hijo de Dios; Él sólo buscaba la
Voluntad del Padre y sólo tenemos que buscar la Voluntad del Padre, que
está en Su Palabra).31
Si yo doy testimonio de Mí Mismo (en cuanto a Quién y Lo Que soy), Mi
testimonio no es verdadero (si Yo Solo atestiguo; pero como veremos, hay
también otros testimonios).32
Otro es el que da testimonio de Mí (se refiere a Juan el Bautista); y
sé que el testimonio que da de Mí, es verdadero (el testimonio de Juan
acerca de Cristo llevaba la Autoridad de la Palabra de Dios).33
Vosotros enviasteis a Juan (se refiere a los acontecimientos de Jn.
1:19-27), y él dio testimonio a la verdad (indica las cosas que Juan les
dijo cuando ellos preguntaron si él era el Mesías).34
Empero Yo no tomo el testimonio de hombre (en efecto, dice, "aunque el
testimonio de Juan sea verdadero, no usaré el testimonio de ningún
hombre"): mas digo esto, para que vosotros seáis Salvos (en efecto,
Jesús le dijo a los líderes religiosos de Israel que ellos no son
salvos).35
Él era antorcha que ardía y alumbraba (Juan el Bautista era "una luz,"
pero él no era "la Luz," es Únicamente Cristo): y vosotros quisisteis
regocijaros por un poco a su luz (los líderes religiosos de Israel
estaban dispuestos durante un breve período a escuchar a Juan, pero
cuando ellos vieron que el empuje principal de su Ministerio consistía
en presentar a Jesús como el Hijo de Dios y el Cordero de Dios, ellos se
alejaron de él).36
Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan (de ningún modo degrada el
testimonio de Juan): porque las obras que el Padre Me dio que cumpliese
(los Milagros y el Calvario), las mismas obras que Yo hago, dan
testimonio de Mí, que el Padre me haya enviado (todas las sanidades y
milagros, que no se podían negar).37
Y El que Me envió, el Padre, Él ha dado testimonio de Mí (es el Padre,
Quien por el Espíritu Santo dio a Cristo el Poder de hacer estas cosas
[Luc. 4:18-19]). Ni nunca habéis oído Su Voz, ni habéis visto Su Parecer
(en esencia, Jesús dice que estos Judíos creyeron que Dios existió,
aunque ellos nunca oyeron Su Voz ni vieron Su Forma; por lo tanto, ¿por
qué no creyeron en El Que fue enviado por el Padre, que es precisamente
lo que demostraban los Milagros y las Liberaciones?).38
Ni tenéis Su Palabra permanente en vosotros (si ellos realmente
conocieran a Dios como lo afirmaban, Su Palabra permanecerían en ellos, y
por lo tanto, creerían en el Hijo, porque la Palabra habló del Hijo):
porque Al Que Él envió, a Éste vosotros no creéis (el rechazo de Cristo
por los líderes religiosos de Israel demostró no sólo ignorancia de
Dios, sino hostilidad hacia Él).
LAS ESCRITURAS39
Escudriñad Las Escrituras (una orden imperativa, no es solamente una
sugerencia); porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la Vida
Eterna (debiera haberse traducido, "Ustedes afirman que creen en Las
Escrituras, entonces crean lo que éstas dicen acerca de Mí"): y ellas
son las que dan testimonio de Mí (la historia entera de la Biblia es
"Cristo y Él Crucificado").40
Y no queréis venir a Mí, para que tengáis Vida (la Vida está en Cristo;
para tener aquella Vida, hay que aceptar lo que Cristo hizo en la
Cruz).41 Gloria de los hombres no recibo (Él buscó honor únicamente de Dios; ¡ese debe ser nuestro criterio también!).42
Mas Yo os conozco, que no tenéis Amor de Dios en vosotros (si alguien
es verdaderamente Salvo, entonces tendrá verdaderamente el Amor de
Dios).43
Yo he venido en Nombre de Mi Padre, y no Me recibís (la verdadera razón
por la cual ellos no Lo recibieron es porque no conocían al Padre, a
pesar de sus afirmaciones): si otro viniere en su propio nombre, a aquél
recibiréis (en realidad se refiere al Anticristo venidero, como también
a todos los otros Mesías falsos; poco después del Arrebatamiento de la
Iglesia, Israel recibirá a un Mesías falso, que afirmarán que él es el
que ellos buscaban desde hace ya mucho tiempo; ¡descubrirán para su
consternación, cuán equivocados estaban!).LA INCREDULIDAD44
¿Cómo podéis vosotros creer, pues tomáis la gloria los unos de los
otros (Dios no ministra para el orgullo del hombre, ni modifica la
verdad para complacerlo y nutrirlo), y no buscáis la gloria que viene de
Dios sólo? (Para buscar y recibir este honor, que se representa en la
Manifestación y la Operación del Espíritu Santo, la mayor parte del
tiempo incurrirá la ira del establecimiento religioso; en consecuencia,
la mayoría de los Predicadores buscan el honor que viene de los
hombres.)45
No penséis que Yo os tengo de acusar delante del Padre (quiere decir
que ya ellos son acusados): el que os acusa es Moisés, en quien vosotros
esperáis (ellos afirmaban que guardaban la Ley de Moisés, pero en
realidad no era cierto).46
Porque si vosotros creyeseis a Moisés, creeríais a Mí (a pesar de sus
afirmaciones, no guardaban la Ley; porque si ellos la guardaran entonces
creerían a Cristo): porque de Mí (Gén. 3:15; 17:18; 49:10; Deut.
18:5-18; Luc. 24:27, 44, etc.) escribió él (Moisés).47
Y si a sus escritos no creéis (sin rodeos les echa en cara que a pesar
de sus afirmaciones al contrario, ellos eran, de hecho, incrédulos;
¡toda el mecanismo religioso era sólo un espectáculo! en el fondo ellos
no creían en la Biblia más que los paganos), ¿cómo creeréis a Mis
Palabras? (Esta pregunta declara la unidad de Cristo y Las Escrituras.)
I Corintios 13 NVI:Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4 NVI
Así
que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la
voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy
poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo
vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero
nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse,
sino de los que tienen fe y preservan su vida.Ahora
bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no
se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe
entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo
que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios
un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió
testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a
pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este
mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo
llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a
Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera
que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a
quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se
veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia.
Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que
viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un
lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a
dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y
habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la
misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la
cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su
avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener
hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que
de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos
como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del
mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las
cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron
que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así,
claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si
hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado,
habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una
patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se
avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe
Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a
Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu
descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que
Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido
figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a
Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe
Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos
de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al
fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y
dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés,
recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque
vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey.
Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de
los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta* sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor.Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan
grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial
del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8 NVI:
Por
lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a
Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha
liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo
liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios
envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de
pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así
condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas
demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la
naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a
la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza;
en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la
mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad
pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no
pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive
en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del
pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la
justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los
muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los
muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su
Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del
Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y
ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos
parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan
los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en
nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de
Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su
propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme
esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción
que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras
aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de
nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la
esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?
Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos
nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que
examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el
Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los
glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte,
¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios
e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
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