El 12 de febrero Lectura Bíblica Diaria
El 12 de febrero Lectura Bíblica Diaria:
Isaías 11-13:
11 Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura. Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar. Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa. Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar. Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra. Y se disipará la envidia de Efraín, y los enemigos de Judá serán destruidos. Efraín no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraín; sino que volarán sobre los hombros de los filisteos al occidente, saquearán también a los de oriente; Edom y Moab les servirán, y los hijos de Amón los obedecerán. Y secará Jehová la lengua del mar de Egipto; y levantará su mano con el poder de su espíritu sobre el río, y lo herirá en sus siete brazos, y hará que pasen por él con sandalias. Y habrá camino para el remanente de su pueblo, el que quedó de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto.
12 En aquel día dirás: Cantaré a ti, oh Jehová; pues aunque te enojaste contra mí, tu indignación se apartó, y me has consolado. He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí. Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación. Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido. Cantad salmos a Jehová, porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido esto por toda la tierra. Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel. 13 Profecía sobre Babilonia, revelada a Isaías hijo de Amoz. Levantad bandera sobre un alto monte; alzad la voz a ellos, alzad la mano, para que entren por puertas de príncipes. Yo mandé a mis consagrados, asimismo llamé a mis valientes para mi ira, a los que se alegran con mi gloria. Estruendo de multitud en los montes, como de mucho pueblo; estruendo de ruido de reinos, de naciones reunidas; Jehová de los ejércitos pasa revista a las tropas para la batalla. Vienen de lejana tierra, de lo postrero de los cielos, Jehová y los instrumentos de su ira, para destruir toda la tierra. Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del Todopoderoso. Por tanto, toda mano se debilitará, y desfallecerá todo corazón de hombre, y se llenarán de terror; angustias y dolores se apoderarán de ellos; tendrán dolores como mujer de parto; se asombrará cada cual al mirar a su compañero; sus rostros, rostros de llamas. He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor. Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes. Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre. Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira. Y como gacela perseguida, y como oveja sin pastor, cada cual mirará hacia su pueblo, y cada uno huirá a su tierra. Cualquiera que sea hallado será alanceado; y cualquiera que por ellos sea tomado, caerá a espada. Sus niños serán estrellados delante de ellos; sus casas serán saqueadas, y violadas sus mujeres. He aquí que yo despierto contra ellos a los medos, que no se ocuparán de la plata, ni codiciarán oro. Con arco tirarán a los niños, y no tendrán misericordia del fruto del vientre, ni su ojo perdonará a los hijos. Y Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios. Nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en generación; ni levantará allí tienda el árabe, ni pastores tendrán allí majada; sino que dormirán allí las fieras del desierto, y sus casas se llenarán de hurones; allí habitarán avestruces, y allí saltarán las cabras salvajes. En sus palacios aullarán hienas, y chacales en sus casas de deleite; y cercano a llegar está su tiempo, y sus días no se alargarán.
Salmos 61:
Oh
Dios, escucha mi clamor y atiende a mi oración. Desde los confines de
la tierra te invoco, pues mi corazón desfallece; llévame a una roca
donde esté yo a salvo. Porque tú eres mi refugio, mi baluarte contra el
enemigo. Anhelo habitar en tu casa para siempre y refugiarme debajo de
tus alas. Selah. Tú, oh Dios, has aceptado mis votos y me has dado la
heredad de quienes te honran. Concédele al rey más años de vida; que
sean sus días una eternidad. Que reine siempre en tu presencia, y que tu
amor y tu verdad lo protejan. Así cantaré siempre salmos a tu nombre y
cumpliré mis votos día tras día.
Proverbios 26:
Ni
la nieve es para el verano, ni la lluvia para la cosecha, ni los
honores para el necio. Como el gorrión sin rumbo o la golondrina sin
nido, la maldición sin motivo jamás llega a su destino. El látigo es
para los caballos, el freno para los asnos, y el garrote para la espalda
del necio. No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás
por necio. Respóndele al necio como se merece, para que no se tenga por
sabio. Enviar un mensaje por medio de un necio es como cortarse los pies
o sufrir violencia. Inútil es el proverbio en la boca del necio como
inútiles son las piernas de un tullido. Rendirle honores al necio es tan
absurdo como atar una piedra a la honda. El proverbio en la boca del
necio es como espina en la mano del borracho. Como arquero que hiere a
todo el que pasa es quien contrata al necio en su casa. Como vuelve el
perro a su vómito, así el necio insiste en su necedad. ¿Te has fijado en
quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente
así. Dice el perezoso: "Hay una fiera en el camino. ¡Por las calles un
león anda suelto!" Sobre sus goznes gira la puerta; sobre la cama, el
perezoso. El perezoso mete la mano en el plato, pero le pesa llevarse el
bocado a la boca. El perezoso se cree más sabio que siete sabios que
saben responder. Meterse en pleitos ajenos es como agarrar a un perro
por las orejas. Como loco que dispara mortíferas flechas encendidas, es
quien engaña a su amigo y explica: "¡Tan sólo estaba bromeando!" Sin
leña se apaga el fuego; sin chismes se acaba el pleito. Con el carbón se
hacen brasas, con la leña se prende fuego, y con un pendenciero se
inician los pleitos. Los chismes son como ricos bocados: se deslizan
hasta las entrañas. Como baño de plata sobre vasija de barro son los
labios zalameros de un corazón malvado. El que odia se esconde tras sus
palabras, pero en lo íntimo alberga perfidia. No le creas, aunque te
hable con dulzura, porque su corazón rebosa de abominaciones. Tal vez
disimule con engaños su odio, pero en la asamblea se descubrirá su
maldad. Cava una fosa, y en ella caerás; echa a rodar piedras, y te
aplastarán. La lengua mentirosa odia a sus víctimas; la boca lisonjera
lleva a la ruina.
Juan 14:
CAPÍTULO 14
(33 d.C.)
EL CONSUELO Y LA PROMESA
NO
se turbe vuestro corazón (Cristo lo dijo inmediatamente después de
predecir la negación vergonzosa de Pedro): creéis en Dios, creed también
en Mí (es simplemente tener Fe en Él, así como ellos tenían Fe en Dios;
esta es Su Revelación más Suprema y más completa de Sí Mismo como
Dios).
2 En la Casa de Mi Padre muchas moradas hay (da a entender que
el Cielo es un lugar grande; en realidad, un lugar tan grande que sus
posibilidades sobrepasan la imaginación y exceden nuestra comprensión):
de otra manera, os lo hubiera dicho (tiene referencia al hecho de que Él
habla del conocimiento de primera mano). Voy, pues, a preparar lugar
para vosotros (se refiere a Él Personalmente que supervisa este proyecto
de construcción en el Cielo).
3 Y si me fuere, y os preparare lugar,
vendré otra vez, y os tomaré a Mí Mismo (la primera mención del
Arrebatamiento de la Iglesia [I Tes. 4:13-18]); para que donde Yo estoy,
vosotros también estéis (se refiere al Cielo, donde irán los Santos de
Dios en la Resurrección).
4 Y sabéis adónde Yo voy (Él acababa de
decirles), y sabéis el Camino (en realidad, se refiría a Él Mismo, ya
que Él es “el Camino”).
5 Le dice Tomás, Señor, no sabemos adónde vas
(este Discípulo procurando conseguir la Verdad y la realidad mediante
el intelectualismo y no por la Fe); ¿cómo, pues, podemos saber el
camino? (¡Cristo contestará de inmediato!)
JESÚS
6 Jesús
le dice, Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida (pone en claro
exactamente Quién y Lo Que es Jesús): nadie viene al Padre, sino por Mí
(Él declara positivamente que esta idea de Dios como el Padre, este
acercamiento a Dios a favor de cada hombre es por medio de Él — por Lo
Que Él es y Lo Que Él hizo).
7 Si Me conocieseis, también a Mi Padre
conocierais (quiere decir, “Si ustedes hubieran aprendido a conocerme
espiritualmente y por experiencia, se hubieran dado cuenta que Yo y el
Padre somos Uno, es decir, Uno en esencia y unidad, y no en número”): y
desde ahora Le conocéis, y Le habéis visto (cuando verdaderamente ve a
Jesús, verdaderamente ve al Padre; como se expresó anteriormente, ellos
son “Uno” en esencia).
8 Le dice Felipe, Señor, muéstranos el Padre, y
nos basta (tal como Felipe, todos, al menos en la mayor parte, quieren
ver a Dios, pero en su mayoría rechaza la única manera de verlo, que es
por medio de Jesús).
9 Jesús le dice, ¿Tanto tiempo ha que estoy con
vosotros, y no Me has conocido, Felipe? (Reynolds dice, “No hay un buen
entendimiento de Jesucristo hasta que el Padre sea realmente visto en
Él.”) Él que Me ha visto, ha visto al Padre (la misma Encarnación de
Quién y Lo Que el Mesías sería; si queremos saber Lo Que Dios es, sólo
tenemos que mirar al Hijo); ¿cómo, pues, dices tú, Muéstranos el Padre?
10
¿No crees que Yo soy en el Padre, y el Padre en Mí? (La clave es
“creer.”) Las Palabras que Yo os hablo, no las hablo de Mí Mismo (las
palabras que salieron de la Boca del Maestro son, en realidad, las del
Padre Celestial): mas el Padre que está en Mí, Él hace las obras (el
Padre hace tal por el Espíritu Santo).
11 Creedme que Yo soy en el
Padre, y el Padre en Mí (de nuevo coloca la Fe como el vehículo y a
Jesús como el Objeto): de otra manera, creedme por las mismas obras
(muestra un nivel que tendría que ser obvio a todos, e incluye la
observación presente también).
PODER
12 De cierto, de
cierto, os digo, El que en Mí cree, las Obras que Yo hago también él las
hará (creer en Cristo da acceso al Padre, Quien hace las Obras); y
mayores que éstas hará; porque Yo voy al Padre (con respecto a la
cantidad en vez de la calidad; las Obras de Cristo fueron limitados a
Israel, mientras las Obras de los Creyentes cubren la totalidad del
mundo).
13 Y todo lo que pidiereis al Padre en Mi Nombre, esto haré
(al Cristiano se le ha otorgado el Poder para usar el Nombre de Cristo;
pero si se prestaría atención, todo el uso de Su Nombre está restringido
al mundo del espíritu; a los Creyentes nunca se les da autoridad sobre
otros Creyentes), para que el Padre sea glorificado en el Hijo (se lleva
a cabo por la gran Obra de Cristo extendida a todos los Creyentes).
14 Si algo pidiereis en Mi Nombre, Yo lo haré (se refiere a lo que está en armonía con Su Carácter y Voluntad).
EL AYUDADOR
15
Si Me amáis, guardad Mis Mandamientos (Sus Mandamientos se pueden
guardar sólo de una manera; el Creyente siempre tiene que hacer de
Cristo y la Cruz el Objeto de su Fe, que dará entonces al Espíritu Santo
libertad de acción para obrar dentro de nuestras vidas y ayudarnos a
hacer estas cosas que debemos hacer);
16 Y Yo rogaré al Padre, y os
dará otro Consolador (“Paracletos,” que quiere decir “Uno llamado al
lado del otro para ayudar”), para que esté con vosotros para siempre
(antes de la Cruz, el Espíritu Santo sólo podía ayudar a unas cuantas
personas, y luego sólo por un período de tiempo; desde la Cruz, Él vive
en los corazones y vidas de los Creyentes, y lo hace para siempre);
17
El Espíritu de Verdad (el Griego dice, “el Espíritu de la Verdad,” que
se refiere a la Palabra de Dios; en realidad, Él hace mucho más que
simplemente supervisar el atributo de la Verdad, como Cristo “es la
Verdad” [I Jn. 5:6]); al cual el mundo no puede recibir (el Espíritu
Santo no puede entrar en el corazón del incrédulo hasta que aquella
persona haga a Cristo su Salvador; entonces Él entra), porque no Le ve,
ni Le conoce (se refiere al hecho de que sólo los Creyentes Nacidos de
Nuevo pueden entender el Espíritu Santo y conocerlo): mas vosotros Le
conocéis (sería mejor traducido, “Pero ustedes llegarán a conocerlo”);
porque está con vosotros (antes de la Cruz), y estará en vosotros (que
ocurriría en el Día de Pentecostés y en adelante, porque la deuda del
pecado fue para siempre pagada por Cristo en la Cruz, que cambia la
disposición de todo).
18 No os dejaré huérfanos (desamparados): vendré a vosotros (por la Persona del Espíritu Santo).
19
Aún un poquito, y el mundo no Me verá más (en algunos días Él sería
devuelto a la Gloria); empero vosotros Me veréis (después del Día de
Pentecostés, veremos a Cristo en la Persona del Espíritu Santo): porque
Yo vivo, vosotros también viviréis (se refiere a Su Resurrección
venidera, que garantiza la Obra de la Cruz).
20 En aquel día (después
de la Resurrección y la venida del Espíritu Santo en el Día de
Pentecostés) vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre (habla de la
Deidad; ¡Jesús es Dios!), y vosotros en Mí (tiene que ver con nuestra
Salvación por la Fe), y Yo en vosotros (nos permite vivir una vida
victoriosa [Gál. 2:20]).
21 El que tiene Mis Mandamientos, y los
guarda, aquél es el que Me ama (como se expresó anteriormente, podemos
guardar Sus Mandamientos sólo al permitir que el Espíritu Santo obre
dentro de nuestras vidas, que Él hace basado en nuestra Fe expresada en
Cristo y la Cruz): y el que Me ama, será amado de Mi Padre (proporciona
el criterio de aprobación por el Padre), y Yo Le amaré, y Me manifestaré
a él (revela totalmente Su Persona, Naturaleza y Bondad al Creyente).
22
Le dice Judas, no el Iscariote, Señor, ¿y qué ha pasado que te hayas de
manifestar a nosotros, y no al mundo? (También conocido como Lebeo o
Tadeo. Él era el hermano de Santiago el Menor. Sus preguntas tienen
implicaciones de que Israel sería restaurado a su lugar de gloria y
grandeza.)
23 Respondió Jesús y le dijo, El que Me ama, Mi Palabra
guardará (muestra lo que Jesús habla como algo basado en el Amor, que es
exactamente lo contrario de lo que los Apóstoles decían, que era la
fuerza; ellos querían que Jesús usara Su Poder para obligar a Roma y a
la otra gente del mundo para que reconociera a Israel como la Primera
Nación): y Mi Padre le amará, y vendremos a él (todo por medio del
Espíritu Santo), y haremos con él morada (Jesús explicó que Su
manifestación era para el corazón; era íntimo y espiritual, de modo que
el corazón pudiera conscientemente disfrutar de Su morada en ello).
24
El que no Me ama, no guarda Mis Palabras (millones afirman que aman a
Jesús, pero es una afirmación vacía si hacen caso omiso de Sus
“mandamientos”): y la Palabra que habéis oído, no es Mía, sino del Padre
que Me envió (Reynolds dijo, “El Amor requiere la obediencia, y la
obediencia requiere el Amor. En consecuencia, la obediencia es la gran
prueba del Amor, y si el Amor está ausente, significa que la obediencia
de la Palabra está ausente también.”).
25 Estas cosas os he hablado, aún estando con vosotros (Le queda poco tiempo en esta capacidad).
26
Mas el Consolador (el Ayudador), el Espíritu Santo (la Tercera Persona
de la Deidad), Al Cual el Padre enviará en Mi Nombre (porque Jesús pagó
el precio en la Cruz, que autoriza al Espíritu Santo venir en una
dimensión completamente nueva), Él os enseñará todas las cosas (el
Espíritu Santo como el Gran Maestro de la Palabra de Dios, que es la
única manera en que se puede aprender la Palabra), y os recordará todas
las cosas, que os he dicho (el Espíritu Santo ayuda a los Apóstoles a
recordar lo que Jesús había dicho y, también, a entender lo que Él había
dicho).
LA PAZ
27 La Paz os dejo (la Paz que resulta de
la Obra del Espíritu Santo en la Santificación), Mi Paz os doy (hay una
diferencia enorme entre la “Paz con Dios,” que todos los Creyentes
tienen, y la “Paz de Dios” de la cual Jesús habla aquí): no como el
mundo la da, Yo os la doy (la paz del mundo es sólo superficial; ésta
dada por Cristo está en el corazón). No se turbe vuestro corazón, ni
tenga miedo (“La Paz de Dios” sana el corazón perturbado y quita el
temor).
28 Habéis oído como Yo os he dicho, Voy, y vengo a vosotros
(¡Él habla de enviar el Espíritu Santo, que Él así lo hizo!). Si me
amaseis, ciertamente os gozaríais, porque he dicho, que voy al Padre
(Cristo yendo al Padre proclamó el hecho de que Su Gran Sacrificio en la
Cruz fue aceptado, y la Justicia ya podría ser imputada a los
hombres, todo realizado por el Espíritu Santo): porque el Padre mayor
es que Yo (habla de Cristo con respecto a Su Encarnación).
29 Y ahora
os lo he dicho antes que se haga (se refiere a todas las cosas que Él
haría, que perteneció a la Crucifixión, la Resurrección y la Ascensión;
también, muestra que Él volvió a enviar al Espíritu Santo, Quien en
efecto tomaría Su lugar); para que, cuando se hiciere, creáis (tiene la
referencia al hecho de que el cumplimiento sería muy pronto, en efecto
comenzó al día siguiente).
30 Ya no hablaré mucho con vosotros
(podría traducirse, “De aquí en adelante no tendré mucho tiempo para
hablar con ustedes”): porque viene el Príncipe de este mundo (se refiere
a Satanás), mas no tiene nada en Mí (Satanás no tenía dominio sobre
Jesús, ni reclamo en Jesús, ni ningún pecado en Jesús, ni nada perverso
acerca de Jesús; Él era totalmente Santo, completamente, absolutamente e
irrevocablemente por encima del pecado y Satanás).
31 Empero para
que conozca el mundo que amo al Padre (se presentaba en el mismo modo
que Él exigió de Sus Discípulos); y como el Padre Me dio el Mandamiento,
así hago (declara Su Ejemplo Perfecto; ¡en consecuencia debemos
obedecerle!). Levantaos, vamos de aquí (expresó la urgencia de llevar a
cabo la Voluntad del Padre).
1 Corintios 13:
Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4:
Así
que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la
voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy
poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo
vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero
nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse,
sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es
la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a
ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el
universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no
provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más
aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo,
pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto,
habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar
la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser
llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe
es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios
tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por
la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor
reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó
al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por
la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde
recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la
fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas
de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es
arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad
y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos,
porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este
solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta* sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8:
Por
lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a
Cristo Jesús,* pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me* ha
liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo
liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios
envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de
pecadores,* para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así
condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas
demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la
naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a
la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza;
en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la
mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad
pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no
pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive
en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del
pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la
justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los
muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los
muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su
Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del
Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y
ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos
parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan
los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en
nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de
Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su
propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme
esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción
que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras
aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de
nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la
esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?
Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos
nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que
examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el
Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los
glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte,
¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
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