El 10 de febrero Lectura Bíblica Diaria
Isaías 5-7:
Salmos 59:
Líbrame de mis enemigos, oh Dios; protégeme de los que me atacan. Líbrame de los malhechores; sálvame de los asesinos. ¡Mira cómo me acechan! Hombres crueles conspiran contra mí sin que yo, Señor, haya delinquido ni pecado. Presurosos se disponen a atacarme sin que yo haya cometido mal alguno. ¡Levántate y ven en mi ayuda! ¡Mira mi condición! Tú, Señor, eres el Dios Todopoderoso, ¡eres el Dios de Israel! ¡Despiértate y castiga a todas las naciones; no tengas compasión de esos viles traidores! Selah. Ellos vuelven por la noche, gruñendo como perros y acechando alrededor de la ciudad. Echan espuma por la boca, lanzan espadas por sus fauces, y dicen: "¿Quién va a oírnos?" Pero tú, Señor, te burlas de ellos; te ríes de todas las naciones. A ti, fortaleza mía, vuelvo los ojos, pues tú, oh Dios, eres mi protector. Tú eres el Dios que me ama, e irás delante de mí para hacerme ver la derrota de mis enemigos. Pero no los mates, para que mi pueblo no lo olvide. Zarandéalos con tu poder; ¡humíllalos! ¡Tú, Señor, eres nuestro escudo! Por los pecados de su boca, por las palabras de sus labios, que caigan en la trampa de su orgullo. Por las maldiciones y mentiras que profieren, consúmelos en tu enojo; ¡consúmelos hasta que dejen de existir! Así todos sabrán que Dios gobierna en Jacob, y hasta los confines de la tierra. Selah. Porque ellos vuelven por la noche, gruñendo como perros y acechando alrededor de la ciudad. Van de un lado a otro buscando comida, y aúllan si no quedan satisfechos. Pero yo le cantaré a tu poder, y por la mañana alabaré tu amor; porque tú eres mi protector, mi refugio en momentos de angustia. A ti, fortaleza mía, te cantaré salmos, pues tú, oh Dios, eres mi protector. ¡Tú eres el Dios que me ama!
Proverbios 24:
No envidies a los malvados, ni procures su compañía; porque en su corazón traman violencia, y no hablan más que de cometer fechorías. Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos. Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros. El que es sabio tiene gran poder, y el que es entendido aumenta su fuerza. La guerra se hace con buena estrategia; la victoria se alcanza con muchos consejeros. La sabiduría no está al alcance del necio, que en la asamblea del pueblo nada tiene que decir. Al que hace planes malvados lo llamarán intrigante. Las intrigas del necio son pecado, y todos aborrecen a los insolentes. Si en el día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza. Rescata a los que van rumbo a la muerte; detén a los que a tumbos avanzan al suplicio. Pues aunque digas, "Yo no lo sabía", ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones? ¿No habrá de saberlo el que vigila tu vida? ¡Él le paga a cada uno según sus acciones! Come la miel, hijo mío, que es deliciosa; dulce al paladar es la miel del panal. Así de dulce sea la sabiduría a tu alma; si das con ella, tendrás buen futuro; tendrás una esperanza que no será destruida. No aceches cual malvado la casa del justo, ni arrases el lugar donde habita; porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia. No te alegres cuando caiga tu enemigo, ni se regocije tu corazón ante su desgracia, no sea que el Señor lo vea y no lo apruebe, y aparte de él su enojo. No te alteres por causa de los malvados, ni sientas envidia de los impíos, porque el malvado no tiene porvenir; ¡la lámpara del impío se apagará! 30 Hijo mío, teme al Señor y honra al rey, y no te juntes con los rebeldes, porque de los dos recibirás un castigo repentino ¡y quién sabe qué calamidades puedan venir! También éstos son dichos de los sabios: No es correcto ser parcial en el juicio. Maldecirán los pueblos, y despreciarán las naciones, a quien declare inocente al culpable. Pero bien vistos serán, y bendecidos, los que condenen al culpable. Una respuesta sincera es como un beso en los labios. Prepara primero tus faenas de cultivo y ten listos tus campos para la siembra; después de eso, construye tu casa. No testifiques sin razón contra tu prójimo, ni mientas con tus labios. No digas: "Le haré lo mismo que me hizo; le pagaré con la misma moneda." Pasé por el campo del perezoso, por la viña del falto de juicio. Había espinas por todas partes; la hierba cubría el terreno, y el lindero de piedras estaba en ruinas. Guardé en mi corazón lo observado, y de lo visto saqué una lección: Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez, como un hombre armado!
Juan 12:
CAPÍTULO 12
(33 d.C.)
MARÍA UNGE A JESÚS
Y JESÚS, seis días antes de la Pascua, vino a Betania (la clausura de los días de Su Ministerio y Obra), donde estaba Lázaro que había sido muerto, al cual había resucitado de los muertos (Él iba adonde fuera bienvenido; Él no fue bienvenido en el Templo, aunque éste era Su Casa; Su Presencia allí sería considerada como una intrusión dentro de poco tiempo, como sucede en la mayoría de las Iglesias en la actualidad).
2 Y Le hicieron allí una cena (probablemente en la casa de Simón el Leproso [Mat. 26:6; Marc. 14:3]); y Marta servía: y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa juntamente con Él (¡posiblemente Simón el Leproso estaba allí también! de ser así, estuvieran sentados en la mesa dos pruebas trascendentes del Poder de Jesús para salvar no sólo de la apariencia de la muerte como lo fue el caso de Simón el Leproso, ¡pero de la realidad de la muerte por la Resurrección de Lázaro!).
3 Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo líquido de mucho precio (probablemente equivaldría a unos diez mil dólares en el valor de la moneda actual), y ungió los Pies de Jesús, y limpió Sus Pies con sus cabellos (armonioso con el propósito de este Evangelio y presenta la Deidad del Señor Jesús, sólo se hace mención el Ungimiento de Sus Pies): y la casa se llenó del olor del ungüento (fue testimonio a Su Resurrección próxima, y ella sabía que no tendría otra oportunidad; a propósito, María no se encontraba allá en la Tumba vacía; ella fue suficiente juiciosa espiritualmente para estar allí).
4 Y dijo uno de Sus Discípulos, Judas Iscariote, hijo de Simón, el que Le había de entregar (no era Simón el Leproso en cuya casa se preparó esta cena),
5 ¿Por qué no se ha vendido este ungüento por trescientos denarios, y se dio a los pobres? (Reynolds dijo, “El motivo pecaminoso muy a menudo se esconde detrás de la máscara de la reverencia que disimula otra virtud.”)
6 Mas dijo esto, no por el cuidado que él tenía de los pobres (no era su verdadero motivo); sino porque era ladrón, y tenía la bolsa, y sustraía de lo que se echaba en ella (si el ungüento se vendiera y el dinero dado a Cristo, Judas lo hubiera robado; lamentablemente, en la actualidad la mayor parte del dinero dado para lo que es supuestamente la Obra de Dios es “robado,” es decir, “usado para fines incorrectos”).
7 Entonces Jesús dijo, Déjala (Jesús pone Su Sello de aprobación en lo que ella hacía): para el día de Mi sepultura ha guardado esto (indica que ella tenía este ungüento desde hacía mucho tiempo).
8 Porque a los pobres siempre los tenéis con vosotros (¡presenta lo que es lamentable, pero verdadero!); mas a Mí no siempre Me tenéis (Jesús sólo estaría con ellos en lo físico no por mucho tiempo).
EL COMPLOT
9 Entonces mucha gente de los Judíos entendió que Él estaba allí (en la casa de Lázaro): y vinieron no solamente por causa de Jesús, mas también para ver a Lázaro, al cual Él había resucitado de los muertos (sin duda, habían muchas y varias preguntas que la gente tenía acerca de la muerte, lo que ellos desearon preguntar a Lázaro; y aún así, Las Escrituras guarda silencio con respecto a este tema).
10 Consultaron asimismo los Principales Sacerdotes, de matar también a Lázaro (habían sido aproximadamente dos meses desde que Jesús realizó el mayor de los Milagros; estos líderes religiosos no se referían a una ejecución judicial, sino que buscaban contratar a algún malhechor para asesinar a Lázaro en sangre fría; ¡la perversidad religiosa es lo peor!);
11 Porque muchos de los Judíos iban y creían en Jesús por causa de Él (no puede simpatizar con Cristo y al mismo tiempo permanecer en alianza con la perversidad de esta jerarquía religiosa; ¡tiene que escoger el uno o el otro!).
LA ENTRADA TRIUNFAL
12 El siguiente día, mucha gente que había venido a la Fiesta (la Pascua), cuando oyeron que Jesús venía a Jerusalén (su entusiasmo es comprensible),
13 Tomaron ramas de palmeras, y salieron a recibirle (como era la costumbre; mecían estas hojas de palmera en señal del acercamiento de un conquistador), y clamaban, Hosanna (en el Hebreo quiere decir, “salve te rogamos”): ¡Bendito El Que viene en el Nombre del Señor, el Rey de Israel! (Es de Sal. 118:25-26; mientras la gente en aquel momento declaraba a Jesús como el Rey, los líderes religiosos conspiraban Su Muerte.)
14 Y halló Jesús un asnillo, y se sentó sobre él; como está escrito (un animal al que nunca se había montado alguien; Mateo nos dice que el potro fue acompañado por su madre, y ambos animales satisficieron la predicción de Zacarías, cap. 9, e Isaías 62:11),
15 No temas, hija de Sión: he aquí, Tu Rey viene, sentado sobre un pollino de asna (Juan hace mención usando de referencia a Zac. 9:9).
16 Estas cosas no las entendieron Sus Discípulos al principio (se refiere a Sus Discípulos que son una parte de esta gran celebración, sin embargo no se dan cuenta ni sabían que ellos estaban cumpliendo la Profecía): empero cuando Jesús fue glorificado (se refiere al Cuerpo glorificado de Jesús después de Su Resurrección), entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de Él (se refiere al período después del Día de Pentecostés cuando ellos fueron Bautizados con el Espíritu Santo, y Él comenzó a explicarles a ellos), y que Le hicieron estas cosas (Las Escrituras mostraban lo que se debía hacer, y, efectivamente, se cumplió).
17 Y la gente que estaba con Él, daba testimonio de cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos (ellos daban el testimonio de lo que veían y recibían noticias desde el mismo momento en que ocurrió, sin duda, con oídos atentos para escuchar).
18 Por lo cual también había venido la gente a recibirle, porque había oído que Él había hecho esta Señal (la resurrección de Lázaro fue el catalizador que instigó la Entrada Triunfal).
19 Mas los Fariseos dijeron entre sí, ¿Veis que nada aprovecháis? he aquí, el mundo se va detrás de Él (Juan describe la ira de los Fariseos como ningún otro escritor; esta entrada pública asociada con el Milagro supremo de la resurrección de Lázaro obligó a los Sacerdotes y a la gente que tomaran una decisión; mientras que la gente Le alababa, los Sacerdotes decidieron Crucificarlo, pero no podían “prevalecer en nada” si Él Mismo no se hubiera rendido voluntariamente).
LOS GRIEGOS
20 Y había ciertos Griegos de los que habían subido a adorar en la Fiesta (un gran grupo de Gentiles):
21 Estos pues, se llegaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea (uno de los Doce Apóstoles), y le rogaron, diciendo, Señor, querríamos ver a Jesús (¡estaban listos a suplicarle que fuera a ellos y le ofreciera Su Mensaje a los Gentiles!).
22 Vino Felipe, y lo dijo a Andrés: Andrés entonces, y Felipe, lo dicen a Jesús (puede presentar más, mucho más, que impartir la información; pero el tiempo no era oportuno, al cual Jesús se dirigirá ahora).
LA PREDICCIÓN
23 Entonces Jesús les respondió (le contestó a los Griegos así como a Sus Discípulos), diciendo, La hora viene (la Crucifixión, que pagaría el precio para la raza caída de Adán) en que el Hijo del Hombre ha de ser GGlorificado (esta declaración garantiza la Resurrección, porque Jesús no pudiera ser Glorificado a menos que Él Resucitara).
24 De cierto, de cierto, os digo (el pronombre “os” es enfático hacia los Discípulos que su idea de pasar por alto Su Muerte era una violación de la Palabra de Dios, y un obstáculo al mismo propósito y motivo por lo cual Él vino), Que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, él solo queda (dice que Su Muerte Expiatoria era una necesidad): mas si muriere, mucho fruto lleva (declara que el mismo propósito de Su Muerte sería para producir la Vida).
EL DISCIPULADO
25 Él que ama su vida, la perderá (da en el meollo del problema del hombre; podría ser parafraseado, “El que ama a sí mismo no verá realización”); y el que aborrece su vida en este mundo para Vida Eterna la guardará (se refiere a ponerse por último, y a Cristo primero en todas las cosas).
26 Si alguno Me sirve, sígame (siga a Cristo exclusivamente); y donde Yo estuviere, allí también estará Mi Servidor (en efecto quiere decir ser “Crucificados juntamente” [Rom. 6:3-5], “Glorificados juntamente” [Rom. 8:17]): si alguno Me sirviere, Mi Padre le honrará (es el honor verdadero que viene de Dios).
JESÚS ORA
27 Ahora está turbada Mi Alma (Él afronta lo que ocurriría dentro de poco tiempo); ¿y qué diré? Padre, sálvame de esta hora (podría traducirse, “¿tendría que rogarle al Padre para que me salve de esta hora?”): mas por esto he venido en esta hora (podría traducirse, “No, para esta causa Yo vine a esta hora”).
28 Padre, glorifica Tu Nombre (declara aquello que Jesús siempre procuraba hacer). Entonces vino una Voz del Cielo, diciendo, Lo he glorificado, y Lo glorificaré otra vez (fue glorificado en la resurrección de Lázaro, y será glorificado otra vez en la Resurrección de Cristo).
29 Y la gente que estaba presente, y había oído, decía que había sido trueno (no significa que era incomprensible, sino que la Voz sonaba con tal Poder que parecía como trueno): otros decían, Ángel Le ha hablado (declara el hecho que ellos oyeron realmente lo que fue dicho, y entendieron al menos las palabras, aunque ellos no entendieron el sentido).
30 Respondió Jesús y dijo, No ha venido esta Voz por Mi causa (pone en claro que Jesús no estaba en duda en cuanto a Quien y Lo Que Él era), mas por causa de vosotros (se refiere a Dios que hizo esta declaración, y de una Voz audible para que todos los que estaban allí podrían oír y saber).
31 Ahora es el Juicio de este mundo (lo que Jesús haría en el Calvario; Él sufriría la Ira de Dios en vez del mundo): ahora el príncipe de este mundo será echado fuera (Jesús derrotaría a Satanás al expiar todo pecado; el pecado es el medio legal por el cual Satanás sujeta a los hombres en esclavitud; significa ser quitado, que fue por Cristo, deja al Maligno sin el derecho legal, a menos que los hombres le dé libertad a ese derecho; la aceptación de Cristo y la Cruz derrota a Satanás y rompe su esclavitud).
32 Y Yo, si fuere levantado de la Tierra (se refiere a Su Muerte en el Calvario; Él fue “levantado” en la Cruz; la “Cruz” es el Fundamento de toda Victoria), a todos atraeré a Mí Mismo (se refiere a la Salvación de todos los que vienen a Él y creen lo que Él hizo, y confían en Su Obra Expiatoria).
33 Y esto decía dando a entender de qué muerte había de morir (Reynolds dice, “En estas Palabras, aprendemos que la atracción de la Cruz de Cristo resultará ser el motivo más fuerte y más soberano que jamás ha sido utilizado sobre la voluntad humana, y cuando es dirigido por el Espíritu Santo como una Revelación del Amor incomparable de Dios, involucrará la más generalizada declaración judicial que jamás podría ser pronunciada sobre el mundo y su príncipe.”).
34 Le respondió la gente (una respuesta insatisfactoria, en realidad ¡una respuesta de incredulidad!), Nosotros hemos oído de la Ley que el Cristo permanece para siempre (se refiere a varias porciones del Antiguo Testamento sacadas fuera de contexto): ¿cómo pues dices Tú, Conviene que el Hijo del Hombre sea levantado? (Esta gente intenta perdonar su desgana a obedecer la apelación moral a la conciencia al sublevar ciertas dificultades que ellos tenían con la Biblia.) ¿Quién es este Hijo del Hombre? (Si ellos hasta ahora no sabían, no había nada que se pudiera hacer para ayudarles a saber.)
35 Entonces Jesús les dice, Aún por un poco estará la Luz entre vosotros (Él dio claramente la advertencia de que su día estaba casi por acabarse, y la oscuridad eterna se aproximaba). Andad entre tanto que tenéis Luz, para que no os sorprendan las tinieblas (¡presenta una alternativa!): porque el que anda en tinieblas no sabe adónde va (en efecto, la mayoría del mundo y, de hecho, desde el principio del tiempo).
36 Entre tanto que tenéis la Luz (Jesús es la Luz), creed en la Luz (haga a Cristo el foco central de su vida y estilo de vida), para que seáis Hijos de Luz (que al mismo tiempo significa que ellos no eran Hijos de Luz). Estas cosas habló Jesús, y se fue, y se escondió de ellos (fue la última Palabra pública de Jesús; si se rechaza la Palabra de Dios, al final el Señor se esconderá, cumpliendo Proverbios 1:24-30).
EL RECHAZO
37 Empero habiendo hecho delante de ellos tantos Milagros (parece que el Espíritu Santo lo declaró con un suspiro), no creían aún en Él (si la gente no creyera en la Palabra de Dios, poco creerán en los Milagros, sin tener en cuenta cuán poderoso pueden ser):
38 Para que se cumpliese el dicho que dijo el Profeta Isaías (Isa., cap. 53), ¿Señor, quién ha creído a nuestro anuncio? (No significa que nadie creyó, sino que fueron pocos los que creyeron.) ¿Y el brazo del Señor, a quién es revelado? (¡El Mesías fue revelado a Israel, pero ellos no Lo aceptaron!)
39 Por esto no podían creer (Israel deliberadamente cierra sus ojos al Mensaje de los Milagros), porque otra vez dijo Isaías (donde los condujo su incredulidad),
40 Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón (Dios puso en movimiento la “Ley de la Incredulidad,” que en efecto, es la “Ley de la Siembra y la Cosecha”); para que no vean con los ojos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y Yo los sane (porque ellos deliberadamente rechazaron creer, Dios determinó una ceguera judicial y dureza).
41 Estas cosas dijo Isaías cuando vio Su Gloria, y habló de Él (en este Pasaje, Juan declara que la visión que Isaías tuvo del Señor [Isa. 6:1-2] era realmente del Cristo pre-encarnado; de manera que se dice aquí que Jehová del Antiguo Testamento era Jesús).
42 Mas con todo eso, aun de los Principales, muchos creyeron en Él (no se cuenta exactamente quiénes eran ellos, a excepción de Nicodemo y José de Arimatea); mas por causa de los Fariseos no Lo confesaban, por no ser echados de la Sinagoga (expresa no sólo sus excusas, pero las excusas de millones de personas en todo el mundo).
43 Porque amaban más la gloria de los hombres que la Gloria de Dios (significa que ellos consideraban a Dios menos que los hombres; ¡qué acusación!).
LA ENSEÑANZA
44 Mas Jesús clamó y dijo, el que cree en Mí (afirma la necesidad absoluta de creer en Cristo como la manifestación de Dios en la carne y, por lo tanto, el Salvador de la humanidad, que Él era por medio de la Cruz), no cree en Mí (no cree en Mí Solo), sino en El Que Me envió (tener al Hijo es tener al Padre; rechazar al Hijo es rechazar al Padre).
45 Y ée que Me ve, ve al que Me envió (tuvo que ser hecho por Fe, porque Cristo en Su forma humana no ofreció ninguna expresión de la Deidad).
46 Yo la Luz he venido al mundo (revela todo entendimiento, toda purificación, toda influencia misericordiosa que son aclarados en los asuntos humanos, la naturaleza y el destino), para que todo aquel que cree en Mí no permanezca en tinieblas (la única salida de las tinieblas es a través de Cristo; ¡Él Solo es la Luz!).
47 Y el que oyere Mis Palabras, y no las creyere, Yo no le juzgo (Él no pronuncia la condena ahora; Él ha venido como Salvador): porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo (expresa Su Misión presente, que ha durado ya por casi 2.000 años).
48 El que Me desecha, y no recibe Mis Palabras, tiene Uno Quien le Juzgue (una Verdad que la Iglesia desesperadamente tiene que oír y entender, y de hecho la totalidad del mundo respecto a eso): la Palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero (se refiere al “Tribunal de Cristo” para los Creyentes, y el “Juicio del Gran Trono Blanco” para los incrédulos).
49 Porque Yo no he hablado de Mí Mismo (Sus Palabras no son simplemente Sus Propias, sino más bien del Padre, es decir, en efecto, la totalidad de la Deidad); mas el Padre que Me envió (Le envió el Padre para un propósito distinto y una misión distinta), Él Me dio Mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar (efectivamente dice, “al rechazar a Mí y a Mis Palabras, los hombres rechazan e insultan al Padre; Su Palabra que ellos se atreven a rechazar es tan solemne e invariable como la Palabra dicha en el Sinaí”).
50 Y sé que Su Mandamiento es Vida Eterna (también dice que la Vida Eterna no se encuentra en las Palabras de otras personas): así que, lo que Yo hablo, como el Padre Me lo ha dicho, así hablo (Su Doctrina, la Sustancia, y las mismas Palabras usadas en su declaración son todas de origen Divino).
1 Corintios 13 NVI:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4 NVI:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8 NVI:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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