El 4 de setiembre Lectura Bíblica Diaria
Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
Génesis 26-28:
Salmo 115:
La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros sino para tu nombre, por causa de tu amor y tu verdad. ¿Por qué tienen que decirnos las naciones: "¿Dónde está su Dios?" Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca. Pero sus ídolos son de oro y plata, producto de manos humanas. Tienen boca, pero no pueden hablar; ojos, pero no pueden ver; tienen oídos, pero no pueden oír; nariz, pero no pueden oler; tienen manos, pero no pueden palpar; pies, pero no pueden andar; ¡ni un solo sonido emite su garganta! Semejantes a ellos son sus hacedores, y todos los que confían en ellos. Pueblo de Israel, confía en el Señor; él es tu ayuda y tu escudo. Descendientes de Aarón, confíen en el Señor; él es su ayuda y su escudo. Los que temen al Señor, confíen en él; él es su ayuda y su escudo. El Señor nos recuerda y nos bendice: bendice al pueblo de Israel, bendice a los descendientes de Aarón, bendice a los que temen al Señor, bendice a grandes y pequeños. Que el Señor multiplique la descendencia de ustedes y de sus hijos. Que reciban bendiciones del Señor, creador del cielo y de la tierra. Los cielos le pertenecen al Señor, pero a la humanidad le ha dado la tierra. Los muertos no alaban al Señor, ninguno de los que bajan al silencio. Somos nosotros los que alabamos al Señor desde ahora y para siempre. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Proverbios 15:
La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego. La lengua de los sabios destila conocimiento; la boca de los necios escupe necedades. Los ojos del Señor están en todo lugar, vigilando a los buenos y a los malos. La lengua que brinda consuelo es árbol de vida; la lengua insidiosa deprime el espíritu. El necio desdeña la corrección de su padre; el que la acepta demuestra prudencia. En la casa del justo hay gran abundancia; en las ganancias del malvado, grandes problemas. Los labios de los sabios esparcen conocimiento; el corazón de los necios ni piensa en ello. El Señor aborrece las ofrendas de los malvados, pero se complace en la oración de los justos. El Señor aborrece el camino de los malvados, pero ama a quienes siguen la justicia. Para el descarriado, disciplina severa; para el que aborrece la corrección, la muerte. Si ante el Señor están el sepulcro y la muerte, ¡cuánto más el corazón humano! Al insolente no le gusta que lo corrijan, ni busca la compañía de los sabios. El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu. El corazón entendido va tras el conocimiento; la boca de los necios se nutre de tonterías. Para el afligido todos los días son malos; para el que es feliz siempre es día de fiesta. Más vale tener poco, con temor del Señor, que muchas riquezas con grandes angustias. Más vale comer verduras sazonadas con amor que un festín de carne sazonada con odio. El que es iracundo provoca contiendas; el que es paciente las apacigua. El camino del perezoso está plagado de espinas, pero la senda del justo es como una calzada. El hijo sabio alegra a su padre; el hijo necio menosprecia a su madre. Al necio le divierte su falta de juicio; el entendido endereza sus propios pasos. Cuando falta el consejo, fracasan los planes; cuando abunda el consejo, prosperan. Es muy grato dar la respuesta adecuada, y más grato aún cuando es oportuna. El sabio sube por el sendero de vida, para librarse de caer en el sepulcro. El Señor derriba la casa de los soberbios, pero mantiene intactos los linderos de las viudas. El Señor aborrece los planes de los malvados, pero le agradan las palabras puras. El ambicioso acarrea mal sobre su familia; el que aborrece el soborno vivirá. El corazón del justo medita sus respuestas, pero la boca del malvado rebosa de maldad. El Señor se mantiene lejos de los impíos, pero escucha las oraciones de los justos. Una mirada radiante alegra el corazón, y las buenas noticias renuevan las fuerzas. El que atiende a la crítica edificante habitará entre los sabios. Rechazar la corrección es despreciarse a sí mismo; atender a la reprensión es ganar entendimiento. El temor del Señor es corrección y sabiduría; la humildad precede a la honra.
El Libro de Mateo Capítulo 27 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO
Capítulo 27
(33 d.C.)
JESÚS ENVIADO A PILATO
Y VENIDA la mañana (se refiere a la mañana del día Miércoles; Crucificarían a Jesús en unas cuantas horas; ¡No lo crucificaron el Viernes Santo como algunos afirman!), entraron en consejo todos los Principales Sacerdotes y los Ancianos del pueblo contra Jesús para entregarle a muerte (la sesión de la mañana era la del Sanedrín entero; seguida por la reunión no oficial en la casa del Sumo Sacerdote [26:57]).
2 Y cuando ellos Le ataron, ellos Lo llevaron (se refiere a Sus Manos atadas detrás de Su Espalda con una cuerda), y Le entregaron a Poncio Pilato el gobernador (ocupó este oficio durante aproximadamente diez años, al término de este tiempo él fue sacado de su puesto por motivo de crueldad y extorsión, y desterrado a Vienne en la Galia, donde él se suicidó).
JUDAS SE SUICIDA
3 Entonces Judas, el que Le había entregado, viendo que era condenado (se refiere a lo que los líderes religiosos Le habían hecho a Jesús y su tratamiento brutal hacia Él; de hecho, él probablemente vio a Jesús, y se puso enfermo de lo que vio), devolvió arrepentido (en el Griego, quiere decir tener un remordimiento profundo por consecuencia del pecado, pero no sentir un pesar profundo a causa de ello; esta palabra nunca se usa para el Arrepentimiento genuino a Dios) las treinta piezas de plata (el precio que le habían dado) a los Principales Sacerdotes y a los Ancianos (se refiere al dinero sucio con sangre, y a los líderes religiosos con sangre en sus manos),
4 Diciendo, Yo he pecado (indica que confesaba este pecado al hombre, a un hombre malvado, pero no a Dios) entregando la Sangre inocente ("la" enfatiza que la Sangre de Cristo es la única Sangre verdaderamente inocente que jamás haya existido). Mas ellos dijeron, ¿Qué se nos da a nosotros? Vieras lo tú (¡sabían que Jesús era inocente, pero no les importaba!).
5 Y arrojando las piezas de plata en el Templo (demuestra que arrojaba los siclos en el suelo de mármol), se partió, y fue y se ahorcó (él probablemente se ahorcó con su propia faja, que fue ceñida alrededor de su cintura; la tradición dice que la rama se rompió del árbol al cual la faja fue atada, y él se cayó pesadamente a las rocas abajo, donde un carro pasaba, sin poder detenerse, lo aplastó y lo desentrañó).
6 Y los Principales Sacerdotes tomando las piezas de plata (¡representa el dinero sucio con sangre ahora en sus manos donde debía haber estado todo el tiempo!), dijeron, No es lícito echarlas en el tesoro de los dones, porque es precio de sangre (¡es irónico! amordazaban a un mosquito y tragaban un camello).
7 Mas ellos (el Sanedrín) tomaron consejo (la religión institucionalizada se opuso a Cristo a partir del comienzo mismo de Su Ministerio; ¡esto todavía se hace!), compraron con ellas (las treinta piezas de plata) el campo del alfarero, por sepultura de los extranjeros (Gentiles — un lugar al sur de Jerusalén, al otro lado del Valle de Hinom).
8 Por lo cual fue llamado aquel campo, Campo de sangre, hasta el día de hoy (¡no fue el nombre que se le dio los líderes religiosos de Israel, sino otros! hasta a mediados de los años 1800, todavía era usado para este fin, el entierro de los muertos no honrados de Jerusalén).
9 Entonces se cumplió lo que fue dicho por el Profeta Jeremías (aunque Las Escrituras no lo dicen, probablemente esto fue dicho primero por Jeremías, y hecho por el Espíritu Santo, pero no fue anotado; fue repetido entonces y registrado por aquel mismo Espíritu en Zac. 11:12-13 o tal vez un copista hizo un error cuando lo copiaba del texto original; ningún texto original permanece), que dijo, Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, que fue apreciado por los Hijos de Israel (era el precio de un esclavo; es dado de esta manera por el Espíritu Santo a fin de poner énfasis en el hecho de que este era el precio o el valor que Israel Le dio a su Mesías);
10 Y las dieron (treinta piezas de plata) para el campo del alfarero, como Me ordenó el Señor (Le ordenó al Mesías; ¿sabían los líderes religiosos de Israel acerca de esta Profecía?).
JESÚS ANTE PILATO
11 Y Jesús estuvo delante del gobernador (se refiere a Poncio Pilato): y el gobernador Le preguntó, diciendo, ¿Eres Tú el Rey de los Judíos? (En realidad, Joaquín, quien reinó aproximadamente seiscientos años antes, fue el último Rey reconocido por Dios que se sentó en el Trono de Judá [II Crón. 36:9-10].) Y Jesús le dijo: Tú lo dices (en efecto, dice, "Soy el Rey de los Judíos"; por lo que está registrado, esta es la primera vez que Jesús había hecho tal afirmación; Juan añadió más de la respuesta de Cristo, con el refrán de Jesús, "Mi Reino no es de este mundo" [Jn. 18:36]; en consecuencia, Pilato sabía que Sus afirmaciones eran espirituales y, por lo tanto, no de este mundo).
12 Y siendo acusado por los Principales Sacerdotes, y por los Ancianos, nada respondió (Él no se defendería ante la gente que no se preocupaba para nada por la verdad).
13 Pilato entonces Le dice, ¿No oyes cuántas cosas testifican contra Ti? (Pilato estaba confundido en cuanto al motivo por el cual Jesús no se defendió contra estas acusaciones.)
14 Y no le respondió ni una palabra (cumpliendo Isaías 53:7); de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho (Pilato quedó asombrado que Jesús no se defendiera en absoluto contra estas acusaciones, viendo que éstas podrían conducirle a Su Muerte).
JESÚS CONDENADO;
BARRABÁS SOLTADO
15 Y en el Día de la Fiesta (la Pascua) acostumbraba (tenía una costumbre) el gobernador soltar al pueblo un preso, cual quisiesen (en otras palabras, el pueblo podría elegir, y el que era elegido iba a ser puesto en libertad; Pilato creía que había encontrado una salida a su dilema; él sabía que Jesús era inocente).
16 Y tenían entonces un preso famoso (debiera traducirse "notorio") que se llamaba Barrabás (Marcos dijo que Barrabás era un asesino y había encabezado una insurrección contra la autoridad Romana [Marc. 15:7]).
17 Y juntos ellos (Pilato y Jesús estaban parados en el pórtico del pasillo, ante la gente abajo), Pilato les dijo, ¿Cuál queréis que os suelte? ¿a Barrabás o a Jesús que se dice ser el Cristo? (En algunos manuscritos, Barrabás se menciona "Jesús Barrabás." Entonces la gente fue confrontada con una opción, "a Jesús Barrabás, el asesino," o "a Jesucristo, el Dador de la Vida Eterna.")
18 Porque sabía que por envidia Le habían entregado (envidiaba el respeto que la gente le daba a Él, y Sus Milagros).
19 Y estando él sentado en el tribunal (una silla sobre una plataforma levantada delante del pretorio), su mujer envió a él, diciendo, No tengas nada que ver con aquel Justo: porque hoy he padecido muchas cosas en sueños por causa de Él (su nombre era Claudia — otro nombre Procula; la tradición dice que ella al final se convirtió en Cristiana; cuál era su sueño, el registro no lo dice; sin embargo, en toda la historia de los sufrimientos de Cristo esta penúltima semana antes de Su Muerte, ella, una Gentil fue la única, parece, quien Le habló con amabilidad).
20 Mas los Principales Sacerdotes y los Ancianos persuadieron al pueblo que pidiese a Barrabás (pidió la liberación de Barrabás el asesino; en consecuencia, los asesinos les han gobernado desde aquel entonces hasta ahora, hasta hoy en día, en vista de los bombardeos en Israel), y que Jesús fuese destruido (que se diera muerte a Jesús).
21 Y respondiendo el gobernador les dijo, ¿Cuál de los dos queréis que os suelte? (No expone ninguna alternativa sino a Jesús o a Barrabás.) Y ellos dijeron, A Barrabás.
22 Pilato les dijo, ¿Qué pues haré de Jesús que se dice ser el Cristo? (La pregunta de mayor importancia que jamás se haya hecho. La respuesta a ella decide el destino eterno del alma humana.) Le dijeron todos, Sea crucificado (especificaron "crucifixión," porque tal muerte causaría que toda la gente, ellos pensaron, le daría la espalda a Él; la Ley de Moisés condenaba a alguien colgado en un árbol como maldecido por Dios [Deut. 21:23]).
23 Y el gobernador les dijo, Pues ¿qué mal ha hecho? (Él no había hecho mal alguno. ¡Él era perfecto! Él nunca había pecado.) Mas ellos gritaban más, diciendo, Sea crucificado (declara que no ofrecieron ninguna respuesta a la pregunta de Pilato, porque ellos no tenían respuesta alguna; mientras que el sol de mañana comenzaba a rayarse sobre el Monte de los Olivos, éste alboreará sobre un día de infamia que el mundo jamás había visto antes ni desde aquel entonces).
24 Y viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto (tenía miedo que si él no cedía ante sus demandas, un disturbio podría ocurrir, y él entonces acusado ante Roma de rehusar de castigar a un pretendiente al Trono Judío), tomando agua, se lavó las manos delante del pueblo (por este acto, él procuró limpiarse de la culpa, y echarle la culpa a la gente, como si la administración de Justicia residiera en ellos y no con él), diciendo, Inocente soy yo de la Sangre de este Justo: los culpables sois vosotros (¡por el hecho de que él estaba diciéndole aquí, no quería decir que era cierto! él no tenía la valentía para hacer lo que era correcto; no se puede tomar una posición neutral con respecto a Cristo).
25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo, Su Sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos (la maldición que se invocaron sobre ellos y sobre sus hijos pesa sobre ellos todavía, era y es una maldición de horror espantosa y de sufrimiento).
26 Entonces les soltó a Barrabás (expresa la selección de la gente): y él (Pilato) habiendo azotado a Jesús (un castigo tan horrible, que a veces causaba la muerte de la víctima antes que el acto de la crucifixión se emprendiera [Isa. 50:6]), Le entregó para ser crucificado (Isa., cap. 53).
JESÚS CORONADO
DE ESPINAS
27 Entonces los soldados (soldados Romanos) del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y juntaron a Él toda la cohorte (aproximadamente doscientos hombres, que era la tercera parte de una "cohorte").
28 Y desnudándole (se refiere a Su Manto, no se refería a la ropa interior), Le echaron encima un manto de escarlata (una capa bien gastada de un oficial o una ropa desechada de la guardarropa de Herodes).
29 Y pusieron sobre Su Cabeza (la palabra Griega por "corona" es "stéfanos," y quiere decir "una corona de victoria"; aunque tenía la intención para avergonzar y burlar, con esta corona de espinas, el Señor demostró la victoria de la Cruz y de su certidumbre, incluso antes de que Jesús realmente muriera) una corona tejida de espinas (llamado "espinas del vencedor" y las cuales crecían hasta seis pulgadas de longitud), y una caña en Su Mano Derecha: e hincando la rodilla delante de Él, Le burlaban, diciendo, ¡Salve, Rey de los Judíos! (En el Juicio del Gran Trono Blanco venidero, estos mismos soldados volverán a estar delante de Cristo, y volverán a postrarse a Él. Pero esta vez, no será en tono burlón.)
30 Y escupiendo en Él, tomaron la caña, y Le herían en la Cabeza (metiéndole las espinas a lo más profundo, que sin lugar a dudas causó que Su Cabeza se hinchara).
31 Y después que Le hubieron escarnecido, Le desnudaron el manto, y Le vistieron de Sus Vestidos, y Le llevaron para crucificarle (se supone que la crucifixión fue inventada por Semíramis, la Reina de Nimrod, quien fundó el sistema Babilónico de misterios).
32 Y saliendo (en el camino al Calvario), hallaron a un Cireneo, que se llamaba Simón (Alejandro y Rufo eran los hijos de Simón [Marc. 15:21; Rom. 16:13]): a éste obligaron para que llevase Su Cruz (no era la Cruz entera, sino probablemente el "patíbulum," o la barra cruzada; esto pesaba no menos de cien libras; en Su condición debilitada, Jesús no podía aguantar aquella carga).
LA CRUCIFIXIÓN
33 Y cuando llegaron al lugar que se llamaba Gólgota, que es dicho, El lugar de la calavera (la tradición dice que aquí enterraron a Adán, y que su cráneo fue encontrado aquí),
34 Le dieron a beber vinagre mezclado con hiel: y gustando, no quiso beberlo (era una poción estupefaciente, dada para ayudar a aliviar los sufrimientos; Cristo lo rechazó).
35 Y después que Le hubieron crucificado, repartieron Sus Vestidos (era su "pago adicional" por haber servido en este deber horroroso), echando suertes (echaron pajas por la ropa, por así decirlo): para que se cumpliese lo que fue dicho por el Profeta, Se repartieron Mis Vestidos, y sobre Mi Ropa echaron suertes (Sal. 22:18).
36 Y sentados Le guardaban allí (se aseguraron de que los amigos no vinieran y bajaran al Condenado, antes de que Él muriera);
37 Y pusieron sobre Su Cabeza su acusación escrita (ésta correspondía al crimen por el cual el acusado fue condenado), ESTE ES JESÚS EL REY DE LOS JUDÍOS (se dice que esto fue escrito en tres idiomas, el Hebreo, el Griego y el Latín; ellos imprimieron esto como mofa, pero tales palabras jamás fueran más ciertas).
38 Entonces crucificaron con Él (Isa. 53:12) dos ladrones, uno a la Derecha, y otro a la Izquierda.
39 Y los que pasaban Le decían injurias, meneando sus cabezas (en su mayor parte, éstos eran los líderes religiosos de Israel [Sal. 109:25]),
40 Y diciendo, Tú, El Que derribas el Templo, y en tres días lo reedificas (¡Jesús nunca dijo esto! Él sí dijo, que Su Cuerpo físico sería destruido, y en tres días Él resucitaría, que es exactamente lo que pasó), sálvate a Ti Mismo (Él no vino para salvarse a Sí Mismo, sino más bien para salvar a otros): si eres Hijo de Dios, desciende de la Cruz (si Él hubiera bajado de la Cruz, nadie jamás se hubiera salvado, y aquéllos en la prisión del Paraíso, hubieran permanecido allí para siempre).
41 De esta manera también los Principales Sacerdotes, escarneciéndolo con los Escribas y los Ancianos, decían (¡así es cómo obra la religión!),
42 Él salvó a otros (lo que Él hizo, pero estos "otros" no incluye a estos líderes religiosos, porque ellos no Lo aceptarían); a Sí Mismo no puede salvar (la realidad es que Él Mismo no se salvará). Si es el Rey de Israel, descienda ahora de la Cruz, y creeremos en Él (¡los blasfemos son también mentirosos!).
43 Confió en Dios (Sal. 22:8); líbrele ahora si le quiere (no Lo querían, pero sí Dios Lo quería): porque ha dicho, Soy Hijo de Dios (¡representa exactamente lo que Él dijo!).
44 Lo mismo también, Le injuriaban los ladrones que estaban crucificados con Él (ambos lo hicieron al principio, pero un poco más tarde, uno de ellos se arrepintió, registrado por Lucas 23:42).
LA MUERTE DE JESÚS
45 Y desde la hora sexta (a las 12:00 del mediodía) fueron tinieblas sobre toda la Tierra hasta la hora novena (a las 3:00 de la tarde — durante estas tres horas, Dios literalmente escondería Su Rostro de Su Hijo; durante este tiempo, Jesús aguantó realmente la pena del pecado de la humanidad [II Cor. 5:21]. "Esta oscuridad" no fue el resultado de un eclipse, ya que en ese momento era luna llena; fue provocado por Dios en que Él no podía mirar a Su Hijo, cuando Él cargó en realidad la pena del pecado del mundo).
46 Y cerca de la hora novena Jesús exclamó con grande voz (que demuestra que Él no murió a causa de la debilidad, sino más bien entregó Su Propia Vida [Jn. 10:17-18]), diciendo, Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es, Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué Me has desamparado? (La pregunta en cuanto a la razón por la cual Dios Lo había abandonado no fue hecha en el sentido de no saber, sino en el sentido de reconocer el acto. Dios no Lo liberó, como Él siempre lo hizo, porque, de haber hecho eso, habría perdido la Redención para la humanidad. A propósito, Jesús habló en Arameo, que era comúnmente usado por el Señor.)
47 Algunos de ellos que estaban parados allí, cuando oyeron eso, dijeron, Este Hombre llama para Elías (se refería a los Judíos, porque los Romanos no sabían nada acerca de Elías).
48 E inmediatamente (de inmediato) uno de ellos corrió, y tomó una esponja, y lo saturó con vinagre, y la puso en una caña, y Lo dio a beber (la evidencia es, ésta tocó sus labios y él murió; no tenía nada que ver con Su Vida o Muerte).
49 Los demás dijeron, Déjelo así, déjenos ver si Elías vendrá a salvarlo (¡dicho en son de burla!).
50 Jesús, cuando Él había gritado otra vez con una Voz fuerte, se entregó el espíritu (Él entregó voluntariamente Su Vida, indica que Él no murió de Sus Heridas; también, Él no murió hasta que el Espíritu Santo Le dijo que lo hiciera [Heb. 9:14]).
51 Y, he aquí, el Velo del Templo (lo que ocultó el Lugar Santísimo; Josefo señala que era un poco más de 18 metros [60 pies] sesenta pies de alto del techo al piso, un poco más de 10 centímetros [cuatro pulgadas] de grueso, y era tan fuerte que cuatro yugos de bueyes no pudieran separarlo) fue partido en dos de arriba abajo (significaba que Dios Solo habría podido hacer tal cosa; también significó, que el precio fue pagado completamente en la Cruz; comprobado por el Velo partido en dos; lamentablemente, algunos dicen, la Cruz — no terminó la tarea, hay que cumplir la obra de la Cruz con otras cosas requeridas; este Versículo dice lo contrario); y la Tierra tembló, y las rocas se partieron (representaba un terremoto, pero no tenía nada que ver con la rasgadura del Velo, que tomó lugar inmediatamente antes de este fenómeno);
52 Y los sepulcros fueron abiertos; y muchos cuerpos de los Santos que durmieron se levantaron (no enseña "sueño del alma" como algunos afirman, sino que duermen los cuerpos de los muertos Santos; no el alma y el espíritu, los cuales de ese momento se fueron al Paraíso, pero desde la Cruz, cuando alguien muere, ahora se va para estar con Cristo [Fil. 1:23]),
53 Y salieron de los sepulcros después de Su Resurrección, y entró a la Ciudad Santa (Jerusalén), y aparecieron a muchos (aunque todos fueron liberados del Paraíso, y llevado al Cielo, algunos, aun muchos, se detuvieron en Jerusalén por un breve período de tiempo, "y aparecieron a muchos"; cuántos habían, no nos dice, y a quiénes aparecieron, no nos dice; sólo Mateo nos da este relato).
54 Ahora cuando el Centurión, y ellos que estaban con él, vigilando a Jesús, vieron el terremoto, y esas cosas que fueron hechas, temieron en gran manera, diciendo, En verdad Éste era el Hijo del Dios (fue el primer Gentil que dio este testimonio de Fe; la tradición afirma que el nombre del Centurión fue Longino, y que se convirtió en un seguidor devoto de Cristo, predicó la Fe, y murió como un gran mártir).
55 Y muchas mujeres allí contemplando desde lejos, que siguieron a Jesús de Galilea, sirviéndole a Él (tiene que ver con aquéllas que vinieron de Galilea y estuvieron con Él hasta el fin):
56 Entre las cuales era María Magdalena (Jesús le había librado [Marc. 16:9; Luc. 8:2]), y María la madre de Santiago y José (probablemente esposa de Cleofas [Jn. 19:25]), y madre de los hijos de Zebedeo (Salomé [Marc. 15:40] la madre de Santiago y Juan).
LA SEPULTURA DE JESÚS
57 Y cuando fue la tarde del día (se refiere a un período de tiempo entre a las 3:00 de la tarde hasta la puesta del sol, el Sábado de la Pascua — no es el Sábado semanal), vino un hombre rico de Arimatea, llamado José (él era un miembro del Sanedrín, pero sin duda alguna, no estaba presente en el supuesto proceso de Jesús), el cual también había sido Discípulo de Jesús (él era un seguidor de Cristo, lo que significa que Lo había aceptado como Señor).
58 Éste llegó a Pilato (prueba que él tenía acceso al gobernador), y pidió el Cuerpo de Jesús (parece que su dedicación a Cristo antes había sido "en secreto por miedo a los Judíos" [Jn. 19:38]). Entonces Pilato mandó que se le diese el Cuerpo (proclama el Gobernador Romano como el único que podía dar tal orden).
59 Y tomando José el Cuerpo (Lo había bajado de la Cruz), Lo envolvió en una sábana limpia (era el Cuerpo físico, preparado por Dios, para ser usado como Sacrificio, que lo era, a fin de redimir la raza caída de Adán [Heb. 10:5]),
60 Y Lo puso en su sepulcro nuevo (que nunca había sido usado), que había labrado en la peña (fue recortado de una roca sólida): y después de rodar a una gran piedra a la puerta del sepulcro, se fue (esta es la misma "gran piedra" que el Ángel removió de la entrada [28:2]).
61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María (la esposa de Cleofas y hermana de María, la madre de Jesús), sentadas delante del sepulcro (todo esto demuestra que ninguna de ellas tenía ni una gota de fe que Jesús resucitaría de los muertos; parece que sólo María de Betania realmente lo creyó [26:6-13]).
LA TUMBA SELLADA
Y VIGILADA
62 Y al siguiente día, que es después de la preparación (se refiere al Sábado Alto y el Día Principal de la Fiesta de la Pascua), se juntaron los Principales Sacerdotes y los Fariseos a Pilato (se refiere al día después de la Crucifixión),
63 Diciendo, Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún, después de tres días resucitaré (su testimonio aquí confirma que Jesús sí murió y no simplemente se desmayó como algunos de los incrédulos modernos afirman).
64 Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero (asegura tres días y tres noches en la Tumba), para que no vengan Sus Discípulos de noche, y Le hurten, y digan al pueblo, Resucitó de los muertos (por sus acciones, ellos harán la prueba de Su Resurrección irrefutable): y será el postrer error peor que el primero (su afirmar que la creencia de la gente en Él había sido "un error," y si ellos de algún modo pensaran que Él había resucitado, esto sería aun un mayor "error").
65 Y Pilato les dijo, Tenéis una guardia (se refirió a una guardia de cuatro soldados que cambiaban cada tres horas, significaba que era continua): Id, aseguradlo lo mejor que podéis (no solamente tenían a los soldados a su mando, sino estaban libres para hacer independientemente lo que estimaran conveniente para garantizar la seguridad de la Tumba).
66 Y yendo ellos, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra (pasaron una cuerda alrededor de la piedra que cerró la boca del sepulcro a los dos lados de la entrada; ésta fue sellada con cera o arcilla alistada en el centro y a los términos, de modo que la piedra no pudiera ser quitada sin romper los sellos o la cuerda), además de poner la guardia (los cuatro soldados tomaron su posición en la boca de la Tumba y delante de la Piedra; Sus enemigos hicieron la prueba de Su Resurrección indiscutible).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
El 4 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:
Génesis 26-28:
Después hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre que hubo en los días de Abraham; y se fue Isaac a Abimelec rey de los filisteos, en Gerar. Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes. Y los hombres de aquel lugar le preguntaron acerca de su mujer; y él respondió: Es mi hermana; porque tuvo miedo de decir: Es mi mujer; pensando que tal vez los hombres del lugar lo matarían por causa de Rebeca, pues ella era de hermoso aspecto. Habitó, pues, Isaac en Gerar. Sucedió que después que él estuvo allí muchos días, Abimelec, rey de los filisteos, mirando por una ventana, vio a Isaac que acariciaba a Rebeca su mujer. Y llamó Abimelec a Isaac, y dijo: He aquí ella es de cierto tu mujer. ¿Cómo, pues, dijiste: Es mi hermana? E Isaac le respondió: Porque dije: Quizá moriré por causa de ella. Y Abimelec dijo: ¿Por qué nos has hecho esto? Por poco hubiera dormido alguno del pueblo con tu mujer, y hubieras traído sobre nosotros el pecado. Entonces Abimelec mandó a todo el pueblo, diciendo: El que tocare a este hombre o a su mujer, de cierto morirá. Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová. El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso. Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le tuvieron envidia. Y todos los pozos que habían abierto los criados de Abraham su padre en sus días, los filisteos los habían cegado y llenado de tierra. Entonces dijo Abimelec a Isaac: Apártate de nosotros, porque mucho más poderoso que nosotros te has hecho. E Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Gerar, y habitó allí. Y volvió a abrir Isaac los pozos de agua que habían abierto en los días de Abraham su padre, y que los filisteos habían cegado después de la muerte de Abraham; y los llamó por los nombres que su padre los había llamado. Pero cuando los siervos de Isaac cavaron en el valle, y hallaron allí un pozo de aguas vivas, los pastores de Gerar riñeron con los pastores de Isaac, diciendo: El agua es nuestra. Por eso llamó el nombre del pozo Esek, porque habían altercado con él. Y abrieron otro pozo, y también riñeron sobre él; y llamó su nombre Sitna. Y se apartó de allí, y abrió otro pozo, y no riñeron sobre él; y llamó su nombre Rehobot, y dijo: Porque ahora Jehová nos ha prosperado, y fructificaremos en la tierra. Y de allí subió a Beerseba. Y se le apareció Jehová aquella noche, y le dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham mi siervo. Y edificó allí un altar, e invocó el nombre de Jehová, y plantó allí su tienda; y abrieron allí los siervos de Isaac un pozo. Y Abimelec vino a él desde Gerar, y Ahuzat, amigo suyo, y Ficol, capitán de su ejército. Y les dijo Isaac: ¿Por qué venís a mí, pues que me habéis aborrecido, y me echasteis de entre vosotros? Y ellos respondieron: Hemos visto que Jehová está contigo; y dijimos: Haya ahora juramento entre nosotros, entre tú y nosotros, y haremos pacto contigo, que no nos hagas mal, como nosotros no te hemos tocado, y como solamente te hemos hecho bien, y te enviamos en paz; tú eres ahora bendito de Jehová. Entonces él les hizo banquete, y comieron y bebieron. Y se levantaron de madrugada, y juraron el uno al otro; e Isaac los despidió, y ellos se despidieron de él en paz. En aquel día sucedió que vinieron los criados de Isaac, y le dieron nuevas acerca del pozo que habían abierto, y le dijeron: Hemos hallado agua. Y lo llamó Seba; por esta causa el nombre de aquella ciudad es Beerseba hasta este día. Y cuando Esaú era de cuarenta años, tomó por mujer a Judit hija de Beeri heteo, y a Basemat hija de Elón heteo; y fueron amargura de espíritu para Isaac y para Rebeca. Aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí. Y él dijo: He aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte. Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo y tráeme caza; y hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré, para que yo te bendiga antes que muera. Y Rebeca estaba oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo; y se fue Esaú al campo para buscar la caza que había de traer. Entonces Rebeca habló a Jacob su hijo, diciendo: He aquí yo he oído a tu padre que hablaba con Esaú tu hermano, diciendo: Tráeme caza y hazme un guisado, para que coma, y te bendiga en presencia de Jehová antes que yo muera. Ahora, pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando. Ve ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu padre, como a él le gusta; y tú las llevarás a tu padre, y comerá, para que él te bendiga antes de su muerte. Y Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velloso, y yo lampiño. Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición. Y su madre respondió: Hijo mío, sea sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz y ve y tráemelos. Entonces él fue y los tomó, y los trajo a su madre; y su madre hizo guisados, como a su padre le gustaba. Y tomó Rebeca los vestidos de Esaú su hijo mayor, los preciosos, que ella tenía en casa, y vistió a Jacob su hijo menor; y cubrió sus manos y la parte de su cuello donde no tenía vello, con las pieles de los cabritos; y entregó los guisados y el pan que había preparado, en manos de Jacob su hijo. Entonces este fue a su padre y dijo: Padre mío. E Isaac respondió: Heme aquí; ¿quién eres, hijo mío? Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste: levántate ahora, y siéntate, y come de mi caza, para que me bendigas. Entonces Isaac dijo a su hijo: ¿Cómo es que la hallaste tan pronto, hijo mío? Y él respondió: Porque Jehová tu Dios hizo que la encontrase delante de mí. E Isaac dijo a Jacob: Acércate ahora, y te palparé, hijo mío, por si eres mi hijo Esaú o no. Y se acercó Jacob a su padre Isaac, quien le palpó, y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú. Y no le conoció, porque sus manos eran vellosas como las manos de Esaú; y le bendijo. Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y Jacob respondió: Yo soy. Dijo también: Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga; y Jacob se la acercó, e Isaac comió; le trajo también vino, y bebió. Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío. Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo:Mira, el olor de mi hijo,Como el olor del campo que Jehová ha bendecido; Dios, pues, te dé del rocío del cielo,Y de las grosuras de la tierra,Y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos,Y naciones se inclinen a ti;Sé señor de tus hermanos,Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre.Malditos los que te maldijeren,Y benditos los que te bendijeren. Y aconteció, luego que Isaac acabó de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de delante de Isaac su padre, que Esaú su hermano volvió de cazar. E hizo él también guisados, y se los llevó a su padre, y le dijo: Levántese mi padre, y coma de la caza de su hijo, para que me bendiga. Entonces Isaac su padre le dijo: ¿Quién eres tú? Y él le dijo: Yo soy tu hijo, tu primogénito, Esaú. Y se estremeció Isaac grandemente, y dijo: ¿Quién es el que vino aquí, que trajo caza, y me dio, y comí de todo antes que tú vinieses? Yo le bendije, y será bendito. Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó con una muy grande y muy amarga exclamación, y le dijo: Bendíceme también a mí, padre mío. Y él dijo: Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición. Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces: se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición. Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí? Isaac respondió y dijo a Esaú: He aquí yo le he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus hermanos; de trigo y de vino le he provisto; ¿qué, pues, te haré a ti ahora, hijo mío? Y Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró. Entonces Isaac su padre habló y le dijo:He aquí, será tu habitación en grosuras de la tierra,Y del rocío de los cielos de arriba; Y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás;Y sucederá cuando te fortalezcas,Que descargarás su yugo de tu cerviz. Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob. Y fueron dichas a Rebeca las palabras de Esaú su hijo mayor; y ella envió y llamó a Jacob su hijo menor, y le dijo: He aquí, Esaú tu hermano se consuela acerca de ti con la idea de matarte. Ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz; levántate y huye a casa de Labán mi hermano en Harán, y mora con él algunos días, hasta que el enojo de tu hermano se mitigue; hasta que se aplaque la ira de tu hermano contra ti, y olvide lo que le has hecho; yo enviaré entonces, y te traeré de allá. ¿Por qué seré privada de vosotros ambos en un día? Y dijo Rebeca a Isaac: Fastidio tengo de mi vida, a causa de las hijas de Het. Si Jacob toma mujer de las hijas de Het, como estas, de las hijas de esta tierra, ¿para qué quiero la vida? Entonces Isaac llamó a Jacob, y lo bendijo, y le mandó diciendo: No tomes mujer de las hijas de Canaán. Levántate, ve a Padan-aram, a casa de Betuel, padre de tu madre, y toma allí mujer de las hijas de Labán, hermano de tu madre. Y el Dios omnipotente te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos; y te dé la bendición de Abraham, y a tu descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham. Así envió Isaac a Jacob, el cual fue a Padan-aram, a Labán hijo de Betuel arameo, hermano de Rebeca madre de Jacob y de Esaú. Y vio Esaú cómo Isaac había bendecido a Jacob, y le había enviado a Padan-aram, para tomar para sí mujer de allí; y que cuando le bendijo, le había mandado diciendo: No tomarás mujer de las hijas de Canaán; y que Jacob había obedecido a su padre y a su madre, y se había ido a Padan-aram. Vio asimismo Esaú que las hijas de Canaán parecían mal a Isaac su padre; y se fue Esaú a Ismael, y tomó para sí por mujer a Mahalat, hija de Ismael hijo de Abraham, hermana de Nebaiot, además de sus otras mujeres. Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero. E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.
La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros sino para tu nombre, por causa de tu amor y tu verdad. ¿Por qué tienen que decirnos las naciones: "¿Dónde está su Dios?" Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca. Pero sus ídolos son de oro y plata, producto de manos humanas. Tienen boca, pero no pueden hablar; ojos, pero no pueden ver; tienen oídos, pero no pueden oír; nariz, pero no pueden oler; tienen manos, pero no pueden palpar; pies, pero no pueden andar; ¡ni un solo sonido emite su garganta! Semejantes a ellos son sus hacedores, y todos los que confían en ellos. Pueblo de Israel, confía en el Señor; él es tu ayuda y tu escudo. Descendientes de Aarón, confíen en el Señor; él es su ayuda y su escudo. Los que temen al Señor, confíen en él; él es su ayuda y su escudo. El Señor nos recuerda y nos bendice: bendice al pueblo de Israel, bendice a los descendientes de Aarón, bendice a los que temen al Señor, bendice a grandes y pequeños. Que el Señor multiplique la descendencia de ustedes y de sus hijos. Que reciban bendiciones del Señor, creador del cielo y de la tierra. Los cielos le pertenecen al Señor, pero a la humanidad le ha dado la tierra. Los muertos no alaban al Señor, ninguno de los que bajan al silencio. Somos nosotros los que alabamos al Señor desde ahora y para siempre. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Proverbios 15:
La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego. La lengua de los sabios destila conocimiento; la boca de los necios escupe necedades. Los ojos del Señor están en todo lugar, vigilando a los buenos y a los malos. La lengua que brinda consuelo es árbol de vida; la lengua insidiosa deprime el espíritu. El necio desdeña la corrección de su padre; el que la acepta demuestra prudencia. En la casa del justo hay gran abundancia; en las ganancias del malvado, grandes problemas. Los labios de los sabios esparcen conocimiento; el corazón de los necios ni piensa en ello. El Señor aborrece las ofrendas de los malvados, pero se complace en la oración de los justos. El Señor aborrece el camino de los malvados, pero ama a quienes siguen la justicia. Para el descarriado, disciplina severa; para el que aborrece la corrección, la muerte. Si ante el Señor están el sepulcro y la muerte, ¡cuánto más el corazón humano! Al insolente no le gusta que lo corrijan, ni busca la compañía de los sabios. El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu. El corazón entendido va tras el conocimiento; la boca de los necios se nutre de tonterías. Para el afligido todos los días son malos; para el que es feliz siempre es día de fiesta. Más vale tener poco, con temor del Señor, que muchas riquezas con grandes angustias. Más vale comer verduras sazonadas con amor que un festín de carne sazonada con odio. El que es iracundo provoca contiendas; el que es paciente las apacigua. El camino del perezoso está plagado de espinas, pero la senda del justo es como una calzada. El hijo sabio alegra a su padre; el hijo necio menosprecia a su madre. Al necio le divierte su falta de juicio; el entendido endereza sus propios pasos. Cuando falta el consejo, fracasan los planes; cuando abunda el consejo, prosperan. Es muy grato dar la respuesta adecuada, y más grato aún cuando es oportuna. El sabio sube por el sendero de vida, para librarse de caer en el sepulcro. El Señor derriba la casa de los soberbios, pero mantiene intactos los linderos de las viudas. El Señor aborrece los planes de los malvados, pero le agradan las palabras puras. El ambicioso acarrea mal sobre su familia; el que aborrece el soborno vivirá. El corazón del justo medita sus respuestas, pero la boca del malvado rebosa de maldad. El Señor se mantiene lejos de los impíos, pero escucha las oraciones de los justos. Una mirada radiante alegra el corazón, y las buenas noticias renuevan las fuerzas. El que atiende a la crítica edificante habitará entre los sabios. Rechazar la corrección es despreciarse a sí mismo; atender a la reprensión es ganar entendimiento. El temor del Señor es corrección y sabiduría; la humildad precede a la honra.
El Libro de Mateo Capítulo 27 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO
Capítulo 27
(33 d.C.)
JESÚS ENVIADO A PILATO
Y VENIDA la mañana (se refiere a la mañana del día Miércoles; Crucificarían a Jesús en unas cuantas horas; ¡No lo crucificaron el Viernes Santo como algunos afirman!), entraron en consejo todos los Principales Sacerdotes y los Ancianos del pueblo contra Jesús para entregarle a muerte (la sesión de la mañana era la del Sanedrín entero; seguida por la reunión no oficial en la casa del Sumo Sacerdote [26:57]).
2 Y cuando ellos Le ataron, ellos Lo llevaron (se refiere a Sus Manos atadas detrás de Su Espalda con una cuerda), y Le entregaron a Poncio Pilato el gobernador (ocupó este oficio durante aproximadamente diez años, al término de este tiempo él fue sacado de su puesto por motivo de crueldad y extorsión, y desterrado a Vienne en la Galia, donde él se suicidó).
JUDAS SE SUICIDA
3 Entonces Judas, el que Le había entregado, viendo que era condenado (se refiere a lo que los líderes religiosos Le habían hecho a Jesús y su tratamiento brutal hacia Él; de hecho, él probablemente vio a Jesús, y se puso enfermo de lo que vio), devolvió arrepentido (en el Griego, quiere decir tener un remordimiento profundo por consecuencia del pecado, pero no sentir un pesar profundo a causa de ello; esta palabra nunca se usa para el Arrepentimiento genuino a Dios) las treinta piezas de plata (el precio que le habían dado) a los Principales Sacerdotes y a los Ancianos (se refiere al dinero sucio con sangre, y a los líderes religiosos con sangre en sus manos),
4 Diciendo, Yo he pecado (indica que confesaba este pecado al hombre, a un hombre malvado, pero no a Dios) entregando la Sangre inocente ("la" enfatiza que la Sangre de Cristo es la única Sangre verdaderamente inocente que jamás haya existido). Mas ellos dijeron, ¿Qué se nos da a nosotros? Vieras lo tú (¡sabían que Jesús era inocente, pero no les importaba!).
5 Y arrojando las piezas de plata en el Templo (demuestra que arrojaba los siclos en el suelo de mármol), se partió, y fue y se ahorcó (él probablemente se ahorcó con su propia faja, que fue ceñida alrededor de su cintura; la tradición dice que la rama se rompió del árbol al cual la faja fue atada, y él se cayó pesadamente a las rocas abajo, donde un carro pasaba, sin poder detenerse, lo aplastó y lo desentrañó).
6 Y los Principales Sacerdotes tomando las piezas de plata (¡representa el dinero sucio con sangre ahora en sus manos donde debía haber estado todo el tiempo!), dijeron, No es lícito echarlas en el tesoro de los dones, porque es precio de sangre (¡es irónico! amordazaban a un mosquito y tragaban un camello).
7 Mas ellos (el Sanedrín) tomaron consejo (la religión institucionalizada se opuso a Cristo a partir del comienzo mismo de Su Ministerio; ¡esto todavía se hace!), compraron con ellas (las treinta piezas de plata) el campo del alfarero, por sepultura de los extranjeros (Gentiles — un lugar al sur de Jerusalén, al otro lado del Valle de Hinom).
8 Por lo cual fue llamado aquel campo, Campo de sangre, hasta el día de hoy (¡no fue el nombre que se le dio los líderes religiosos de Israel, sino otros! hasta a mediados de los años 1800, todavía era usado para este fin, el entierro de los muertos no honrados de Jerusalén).
9 Entonces se cumplió lo que fue dicho por el Profeta Jeremías (aunque Las Escrituras no lo dicen, probablemente esto fue dicho primero por Jeremías, y hecho por el Espíritu Santo, pero no fue anotado; fue repetido entonces y registrado por aquel mismo Espíritu en Zac. 11:12-13 o tal vez un copista hizo un error cuando lo copiaba del texto original; ningún texto original permanece), que dijo, Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, que fue apreciado por los Hijos de Israel (era el precio de un esclavo; es dado de esta manera por el Espíritu Santo a fin de poner énfasis en el hecho de que este era el precio o el valor que Israel Le dio a su Mesías);
10 Y las dieron (treinta piezas de plata) para el campo del alfarero, como Me ordenó el Señor (Le ordenó al Mesías; ¿sabían los líderes religiosos de Israel acerca de esta Profecía?).
JESÚS ANTE PILATO
11 Y Jesús estuvo delante del gobernador (se refiere a Poncio Pilato): y el gobernador Le preguntó, diciendo, ¿Eres Tú el Rey de los Judíos? (En realidad, Joaquín, quien reinó aproximadamente seiscientos años antes, fue el último Rey reconocido por Dios que se sentó en el Trono de Judá [II Crón. 36:9-10].) Y Jesús le dijo: Tú lo dices (en efecto, dice, "Soy el Rey de los Judíos"; por lo que está registrado, esta es la primera vez que Jesús había hecho tal afirmación; Juan añadió más de la respuesta de Cristo, con el refrán de Jesús, "Mi Reino no es de este mundo" [Jn. 18:36]; en consecuencia, Pilato sabía que Sus afirmaciones eran espirituales y, por lo tanto, no de este mundo).
12 Y siendo acusado por los Principales Sacerdotes, y por los Ancianos, nada respondió (Él no se defendería ante la gente que no se preocupaba para nada por la verdad).
13 Pilato entonces Le dice, ¿No oyes cuántas cosas testifican contra Ti? (Pilato estaba confundido en cuanto al motivo por el cual Jesús no se defendió contra estas acusaciones.)
14 Y no le respondió ni una palabra (cumpliendo Isaías 53:7); de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho (Pilato quedó asombrado que Jesús no se defendiera en absoluto contra estas acusaciones, viendo que éstas podrían conducirle a Su Muerte).
JESÚS CONDENADO;
BARRABÁS SOLTADO
15 Y en el Día de la Fiesta (la Pascua) acostumbraba (tenía una costumbre) el gobernador soltar al pueblo un preso, cual quisiesen (en otras palabras, el pueblo podría elegir, y el que era elegido iba a ser puesto en libertad; Pilato creía que había encontrado una salida a su dilema; él sabía que Jesús era inocente).
16 Y tenían entonces un preso famoso (debiera traducirse "notorio") que se llamaba Barrabás (Marcos dijo que Barrabás era un asesino y había encabezado una insurrección contra la autoridad Romana [Marc. 15:7]).
17 Y juntos ellos (Pilato y Jesús estaban parados en el pórtico del pasillo, ante la gente abajo), Pilato les dijo, ¿Cuál queréis que os suelte? ¿a Barrabás o a Jesús que se dice ser el Cristo? (En algunos manuscritos, Barrabás se menciona "Jesús Barrabás." Entonces la gente fue confrontada con una opción, "a Jesús Barrabás, el asesino," o "a Jesucristo, el Dador de la Vida Eterna.")
18 Porque sabía que por envidia Le habían entregado (envidiaba el respeto que la gente le daba a Él, y Sus Milagros).
19 Y estando él sentado en el tribunal (una silla sobre una plataforma levantada delante del pretorio), su mujer envió a él, diciendo, No tengas nada que ver con aquel Justo: porque hoy he padecido muchas cosas en sueños por causa de Él (su nombre era Claudia — otro nombre Procula; la tradición dice que ella al final se convirtió en Cristiana; cuál era su sueño, el registro no lo dice; sin embargo, en toda la historia de los sufrimientos de Cristo esta penúltima semana antes de Su Muerte, ella, una Gentil fue la única, parece, quien Le habló con amabilidad).
20 Mas los Principales Sacerdotes y los Ancianos persuadieron al pueblo que pidiese a Barrabás (pidió la liberación de Barrabás el asesino; en consecuencia, los asesinos les han gobernado desde aquel entonces hasta ahora, hasta hoy en día, en vista de los bombardeos en Israel), y que Jesús fuese destruido (que se diera muerte a Jesús).
21 Y respondiendo el gobernador les dijo, ¿Cuál de los dos queréis que os suelte? (No expone ninguna alternativa sino a Jesús o a Barrabás.) Y ellos dijeron, A Barrabás.
22 Pilato les dijo, ¿Qué pues haré de Jesús que se dice ser el Cristo? (La pregunta de mayor importancia que jamás se haya hecho. La respuesta a ella decide el destino eterno del alma humana.) Le dijeron todos, Sea crucificado (especificaron "crucifixión," porque tal muerte causaría que toda la gente, ellos pensaron, le daría la espalda a Él; la Ley de Moisés condenaba a alguien colgado en un árbol como maldecido por Dios [Deut. 21:23]).
23 Y el gobernador les dijo, Pues ¿qué mal ha hecho? (Él no había hecho mal alguno. ¡Él era perfecto! Él nunca había pecado.) Mas ellos gritaban más, diciendo, Sea crucificado (declara que no ofrecieron ninguna respuesta a la pregunta de Pilato, porque ellos no tenían respuesta alguna; mientras que el sol de mañana comenzaba a rayarse sobre el Monte de los Olivos, éste alboreará sobre un día de infamia que el mundo jamás había visto antes ni desde aquel entonces).
24 Y viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto (tenía miedo que si él no cedía ante sus demandas, un disturbio podría ocurrir, y él entonces acusado ante Roma de rehusar de castigar a un pretendiente al Trono Judío), tomando agua, se lavó las manos delante del pueblo (por este acto, él procuró limpiarse de la culpa, y echarle la culpa a la gente, como si la administración de Justicia residiera en ellos y no con él), diciendo, Inocente soy yo de la Sangre de este Justo: los culpables sois vosotros (¡por el hecho de que él estaba diciéndole aquí, no quería decir que era cierto! él no tenía la valentía para hacer lo que era correcto; no se puede tomar una posición neutral con respecto a Cristo).
25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo, Su Sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos (la maldición que se invocaron sobre ellos y sobre sus hijos pesa sobre ellos todavía, era y es una maldición de horror espantosa y de sufrimiento).
26 Entonces les soltó a Barrabás (expresa la selección de la gente): y él (Pilato) habiendo azotado a Jesús (un castigo tan horrible, que a veces causaba la muerte de la víctima antes que el acto de la crucifixión se emprendiera [Isa. 50:6]), Le entregó para ser crucificado (Isa., cap. 53).
JESÚS CORONADO
DE ESPINAS
27 Entonces los soldados (soldados Romanos) del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y juntaron a Él toda la cohorte (aproximadamente doscientos hombres, que era la tercera parte de una "cohorte").
28 Y desnudándole (se refiere a Su Manto, no se refería a la ropa interior), Le echaron encima un manto de escarlata (una capa bien gastada de un oficial o una ropa desechada de la guardarropa de Herodes).
29 Y pusieron sobre Su Cabeza (la palabra Griega por "corona" es "stéfanos," y quiere decir "una corona de victoria"; aunque tenía la intención para avergonzar y burlar, con esta corona de espinas, el Señor demostró la victoria de la Cruz y de su certidumbre, incluso antes de que Jesús realmente muriera) una corona tejida de espinas (llamado "espinas del vencedor" y las cuales crecían hasta seis pulgadas de longitud), y una caña en Su Mano Derecha: e hincando la rodilla delante de Él, Le burlaban, diciendo, ¡Salve, Rey de los Judíos! (En el Juicio del Gran Trono Blanco venidero, estos mismos soldados volverán a estar delante de Cristo, y volverán a postrarse a Él. Pero esta vez, no será en tono burlón.)
30 Y escupiendo en Él, tomaron la caña, y Le herían en la Cabeza (metiéndole las espinas a lo más profundo, que sin lugar a dudas causó que Su Cabeza se hinchara).
31 Y después que Le hubieron escarnecido, Le desnudaron el manto, y Le vistieron de Sus Vestidos, y Le llevaron para crucificarle (se supone que la crucifixión fue inventada por Semíramis, la Reina de Nimrod, quien fundó el sistema Babilónico de misterios).
32 Y saliendo (en el camino al Calvario), hallaron a un Cireneo, que se llamaba Simón (Alejandro y Rufo eran los hijos de Simón [Marc. 15:21; Rom. 16:13]): a éste obligaron para que llevase Su Cruz (no era la Cruz entera, sino probablemente el "patíbulum," o la barra cruzada; esto pesaba no menos de cien libras; en Su condición debilitada, Jesús no podía aguantar aquella carga).
LA CRUCIFIXIÓN
33 Y cuando llegaron al lugar que se llamaba Gólgota, que es dicho, El lugar de la calavera (la tradición dice que aquí enterraron a Adán, y que su cráneo fue encontrado aquí),
34 Le dieron a beber vinagre mezclado con hiel: y gustando, no quiso beberlo (era una poción estupefaciente, dada para ayudar a aliviar los sufrimientos; Cristo lo rechazó).
35 Y después que Le hubieron crucificado, repartieron Sus Vestidos (era su "pago adicional" por haber servido en este deber horroroso), echando suertes (echaron pajas por la ropa, por así decirlo): para que se cumpliese lo que fue dicho por el Profeta, Se repartieron Mis Vestidos, y sobre Mi Ropa echaron suertes (Sal. 22:18).
36 Y sentados Le guardaban allí (se aseguraron de que los amigos no vinieran y bajaran al Condenado, antes de que Él muriera);
37 Y pusieron sobre Su Cabeza su acusación escrita (ésta correspondía al crimen por el cual el acusado fue condenado), ESTE ES JESÚS EL REY DE LOS JUDÍOS (se dice que esto fue escrito en tres idiomas, el Hebreo, el Griego y el Latín; ellos imprimieron esto como mofa, pero tales palabras jamás fueran más ciertas).
38 Entonces crucificaron con Él (Isa. 53:12) dos ladrones, uno a la Derecha, y otro a la Izquierda.
39 Y los que pasaban Le decían injurias, meneando sus cabezas (en su mayor parte, éstos eran los líderes religiosos de Israel [Sal. 109:25]),
40 Y diciendo, Tú, El Que derribas el Templo, y en tres días lo reedificas (¡Jesús nunca dijo esto! Él sí dijo, que Su Cuerpo físico sería destruido, y en tres días Él resucitaría, que es exactamente lo que pasó), sálvate a Ti Mismo (Él no vino para salvarse a Sí Mismo, sino más bien para salvar a otros): si eres Hijo de Dios, desciende de la Cruz (si Él hubiera bajado de la Cruz, nadie jamás se hubiera salvado, y aquéllos en la prisión del Paraíso, hubieran permanecido allí para siempre).
41 De esta manera también los Principales Sacerdotes, escarneciéndolo con los Escribas y los Ancianos, decían (¡así es cómo obra la religión!),
42 Él salvó a otros (lo que Él hizo, pero estos "otros" no incluye a estos líderes religiosos, porque ellos no Lo aceptarían); a Sí Mismo no puede salvar (la realidad es que Él Mismo no se salvará). Si es el Rey de Israel, descienda ahora de la Cruz, y creeremos en Él (¡los blasfemos son también mentirosos!).
43 Confió en Dios (Sal. 22:8); líbrele ahora si le quiere (no Lo querían, pero sí Dios Lo quería): porque ha dicho, Soy Hijo de Dios (¡representa exactamente lo que Él dijo!).
44 Lo mismo también, Le injuriaban los ladrones que estaban crucificados con Él (ambos lo hicieron al principio, pero un poco más tarde, uno de ellos se arrepintió, registrado por Lucas 23:42).
LA MUERTE DE JESÚS
45 Y desde la hora sexta (a las 12:00 del mediodía) fueron tinieblas sobre toda la Tierra hasta la hora novena (a las 3:00 de la tarde — durante estas tres horas, Dios literalmente escondería Su Rostro de Su Hijo; durante este tiempo, Jesús aguantó realmente la pena del pecado de la humanidad [II Cor. 5:21]. "Esta oscuridad" no fue el resultado de un eclipse, ya que en ese momento era luna llena; fue provocado por Dios en que Él no podía mirar a Su Hijo, cuando Él cargó en realidad la pena del pecado del mundo).
46 Y cerca de la hora novena Jesús exclamó con grande voz (que demuestra que Él no murió a causa de la debilidad, sino más bien entregó Su Propia Vida [Jn. 10:17-18]), diciendo, Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es, Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué Me has desamparado? (La pregunta en cuanto a la razón por la cual Dios Lo había abandonado no fue hecha en el sentido de no saber, sino en el sentido de reconocer el acto. Dios no Lo liberó, como Él siempre lo hizo, porque, de haber hecho eso, habría perdido la Redención para la humanidad. A propósito, Jesús habló en Arameo, que era comúnmente usado por el Señor.)
47 Algunos de ellos que estaban parados allí, cuando oyeron eso, dijeron, Este Hombre llama para Elías (se refería a los Judíos, porque los Romanos no sabían nada acerca de Elías).
48 E inmediatamente (de inmediato) uno de ellos corrió, y tomó una esponja, y lo saturó con vinagre, y la puso en una caña, y Lo dio a beber (la evidencia es, ésta tocó sus labios y él murió; no tenía nada que ver con Su Vida o Muerte).
49 Los demás dijeron, Déjelo así, déjenos ver si Elías vendrá a salvarlo (¡dicho en son de burla!).
50 Jesús, cuando Él había gritado otra vez con una Voz fuerte, se entregó el espíritu (Él entregó voluntariamente Su Vida, indica que Él no murió de Sus Heridas; también, Él no murió hasta que el Espíritu Santo Le dijo que lo hiciera [Heb. 9:14]).
51 Y, he aquí, el Velo del Templo (lo que ocultó el Lugar Santísimo; Josefo señala que era un poco más de 18 metros [60 pies] sesenta pies de alto del techo al piso, un poco más de 10 centímetros [cuatro pulgadas] de grueso, y era tan fuerte que cuatro yugos de bueyes no pudieran separarlo) fue partido en dos de arriba abajo (significaba que Dios Solo habría podido hacer tal cosa; también significó, que el precio fue pagado completamente en la Cruz; comprobado por el Velo partido en dos; lamentablemente, algunos dicen, la Cruz — no terminó la tarea, hay que cumplir la obra de la Cruz con otras cosas requeridas; este Versículo dice lo contrario); y la Tierra tembló, y las rocas se partieron (representaba un terremoto, pero no tenía nada que ver con la rasgadura del Velo, que tomó lugar inmediatamente antes de este fenómeno);
52 Y los sepulcros fueron abiertos; y muchos cuerpos de los Santos que durmieron se levantaron (no enseña "sueño del alma" como algunos afirman, sino que duermen los cuerpos de los muertos Santos; no el alma y el espíritu, los cuales de ese momento se fueron al Paraíso, pero desde la Cruz, cuando alguien muere, ahora se va para estar con Cristo [Fil. 1:23]),
53 Y salieron de los sepulcros después de Su Resurrección, y entró a la Ciudad Santa (Jerusalén), y aparecieron a muchos (aunque todos fueron liberados del Paraíso, y llevado al Cielo, algunos, aun muchos, se detuvieron en Jerusalén por un breve período de tiempo, "y aparecieron a muchos"; cuántos habían, no nos dice, y a quiénes aparecieron, no nos dice; sólo Mateo nos da este relato).
54 Ahora cuando el Centurión, y ellos que estaban con él, vigilando a Jesús, vieron el terremoto, y esas cosas que fueron hechas, temieron en gran manera, diciendo, En verdad Éste era el Hijo del Dios (fue el primer Gentil que dio este testimonio de Fe; la tradición afirma que el nombre del Centurión fue Longino, y que se convirtió en un seguidor devoto de Cristo, predicó la Fe, y murió como un gran mártir).
55 Y muchas mujeres allí contemplando desde lejos, que siguieron a Jesús de Galilea, sirviéndole a Él (tiene que ver con aquéllas que vinieron de Galilea y estuvieron con Él hasta el fin):
56 Entre las cuales era María Magdalena (Jesús le había librado [Marc. 16:9; Luc. 8:2]), y María la madre de Santiago y José (probablemente esposa de Cleofas [Jn. 19:25]), y madre de los hijos de Zebedeo (Salomé [Marc. 15:40] la madre de Santiago y Juan).
LA SEPULTURA DE JESÚS
57 Y cuando fue la tarde del día (se refiere a un período de tiempo entre a las 3:00 de la tarde hasta la puesta del sol, el Sábado de la Pascua — no es el Sábado semanal), vino un hombre rico de Arimatea, llamado José (él era un miembro del Sanedrín, pero sin duda alguna, no estaba presente en el supuesto proceso de Jesús), el cual también había sido Discípulo de Jesús (él era un seguidor de Cristo, lo que significa que Lo había aceptado como Señor).
58 Éste llegó a Pilato (prueba que él tenía acceso al gobernador), y pidió el Cuerpo de Jesús (parece que su dedicación a Cristo antes había sido "en secreto por miedo a los Judíos" [Jn. 19:38]). Entonces Pilato mandó que se le diese el Cuerpo (proclama el Gobernador Romano como el único que podía dar tal orden).
59 Y tomando José el Cuerpo (Lo había bajado de la Cruz), Lo envolvió en una sábana limpia (era el Cuerpo físico, preparado por Dios, para ser usado como Sacrificio, que lo era, a fin de redimir la raza caída de Adán [Heb. 10:5]),
60 Y Lo puso en su sepulcro nuevo (que nunca había sido usado), que había labrado en la peña (fue recortado de una roca sólida): y después de rodar a una gran piedra a la puerta del sepulcro, se fue (esta es la misma "gran piedra" que el Ángel removió de la entrada [28:2]).
61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María (la esposa de Cleofas y hermana de María, la madre de Jesús), sentadas delante del sepulcro (todo esto demuestra que ninguna de ellas tenía ni una gota de fe que Jesús resucitaría de los muertos; parece que sólo María de Betania realmente lo creyó [26:6-13]).
LA TUMBA SELLADA
Y VIGILADA
62 Y al siguiente día, que es después de la preparación (se refiere al Sábado Alto y el Día Principal de la Fiesta de la Pascua), se juntaron los Principales Sacerdotes y los Fariseos a Pilato (se refiere al día después de la Crucifixión),
63 Diciendo, Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún, después de tres días resucitaré (su testimonio aquí confirma que Jesús sí murió y no simplemente se desmayó como algunos de los incrédulos modernos afirman).
64 Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero (asegura tres días y tres noches en la Tumba), para que no vengan Sus Discípulos de noche, y Le hurten, y digan al pueblo, Resucitó de los muertos (por sus acciones, ellos harán la prueba de Su Resurrección irrefutable): y será el postrer error peor que el primero (su afirmar que la creencia de la gente en Él había sido "un error," y si ellos de algún modo pensaran que Él había resucitado, esto sería aun un mayor "error").
65 Y Pilato les dijo, Tenéis una guardia (se refirió a una guardia de cuatro soldados que cambiaban cada tres horas, significaba que era continua): Id, aseguradlo lo mejor que podéis (no solamente tenían a los soldados a su mando, sino estaban libres para hacer independientemente lo que estimaran conveniente para garantizar la seguridad de la Tumba).
66 Y yendo ellos, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra (pasaron una cuerda alrededor de la piedra que cerró la boca del sepulcro a los dos lados de la entrada; ésta fue sellada con cera o arcilla alistada en el centro y a los términos, de modo que la piedra no pudiera ser quitada sin romper los sellos o la cuerda), además de poner la guardia (los cuatro soldados tomaron su posición en la boca de la Tumba y delante de la Piedra; Sus enemigos hicieron la prueba de Su Resurrección indiscutible).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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