El 1 de setiembre Lectura Bíblica Diaria
El 1 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:
17 Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto. Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene. Y acabó de hablar con él, y subió Dios de estar con Abraham. Entonces tomó Abraham a Ismael su hijo, y a todos los siervos nacidos en su casa, y a todos los comprados por su dinero, a todo varón entre los domésticos de la casa de Abraham, y circuncidó la carne del prepucio de ellos en aquel mismo día, como Dios le había dicho. Era Abraham de edad de noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio. E Ismael su hijo era de trece años, cuando fue circuncidada la carne de su prepucio. En el mismo día fueron circuncidados Abraham e Ismael su hijo. Y todos los varones de su casa, el siervo nacido en casa, y el comprado del extranjero por dinero, fueron circuncidados con él. 18 Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día. Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra, y dijo: Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo. Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol, y traeré un bocado de pan, y sustentad vuestro corazón, y después pasaréis; pues por eso habéis pasado cerca de vuestro siervo. Y ellos dijeron: Haz así como has dicho. Entonces Abraham fue de prisa a la tienda a Sara, y le dijo: Toma pronto tres medidas de flor de harina, y amasa y haz panes cocidos debajo del rescoldo. Y corrió Abraham a las vacas, y tomó un becerro tierno y bueno, y lo dio al criado, y éste se dio prisa a prepararlo. Tomó también mantequilla y leche, y el becerro que había preparado, y lo puso delante de ellos; y él se estuvo con ellos debajo del árbol, y comieron. Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda. Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo. Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Y él dijo: No es así, sino que te has reído. Y los varones se levantaron de allí, y miraron hacia Sodoma; y Abraham iba con ellos acompañándolos. Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra? Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él. Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré. Y se apartaron de allí los varones, y fueron hacia Sodoma; pero Abraham estaba aún delante de Jehová. Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo? Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos. Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza. Quizá faltarán de cincuenta justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco. Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta. Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta. Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor a los veinte. Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez. Y Jehová se fue, luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su lugar. 19 Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo, y dijo: Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la calle nos quedaremos esta noche. Mas él porfió con ellos mucho, y fueron con él, y entraron en su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura, y comieron. Pero antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo. Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos. Entonces Lot salió a ellos a la puerta, y cerró la puerta tras sí, y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado. Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te haremos más mal que a ellos. Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper la puerta. Entonces los varones alargaron la mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron la puerta. Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban buscando la puerta. Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar; porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado para destruirlo. Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad. Mas pareció a sus yernos como que se burlaba. Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad. Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas. Pero Lot les dijo: No, yo os ruego, señores míos. He aquí ahora ha hallado vuestro siervo gracia en vuestros ojos, y habéis engrandecido vuestra misericordia que habéis hecho conmigo dándome la vida; mas yo no podré escapar al monte, no sea que me alcance el mal, y muera. He aquí ahora esta ciudad está cerca para huir allá, la cual es pequeña; dejadme escapar ahora allá (¿no es ella pequeña?), y salvaré mi vida. Y le respondió: He aquí he recibido también tu súplica sobre esto, y no destruiré la ciudad de que has hablado. Date prisa, escápate allá; porque nada podré hacer hasta que hayas llegado allí. Por eso fue llamado el nombre de la ciudad, Zoar. El sol salía sobre la tierra, cuando Lot llegó a Zoar. Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal. Y subió Abraham por la mañana al lugar donde había estado delante de Jehová. Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno. Así, cuando destruyó Dios las ciudades de la llanura, Dios se acordó de Abraham, y envió fuera a Lot de en medio de la destrucción, al asolar las ciudades donde Lot estaba. Pero Lot subió de Zoar y moró en el monte, y sus dos hijas con él; porque tuvo miedo de quedarse en Zoar, y habitó en una cueva él y sus dos hijas. Entonces la mayor dijo a la menor: Nuestro padre es viejo, y no queda varón en la tierra que entre a nosotras conforme a la costumbre de toda la tierra. Ven, demos a beber vino a nuestro padre, y durmamos con él, y conservaremos de nuestro padre descendencia. Y dieron a beber vino a su padre aquella noche, y entró la mayor, y durmió con su padre; mas él no sintió cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó. El día siguiente, dijo la mayor a la menor: He aquí, yo dormí la noche pasada con mi padre; démosle a beber vino también esta noche, y entra y duerme con él, para que conservemos de nuestro padre descendencia. Y dieron a beber vino a su padre también aquella noche, y se levantó la menor, y durmió con él; pero él no echó de ver cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó. Y las dos hijas de Lot concibieron de su padre. Y dio a luz la mayor un hijo, y llamó su nombre Moab, el cual es padre de los moabitas hasta hoy. La menor también dio a luz un hijo, y llamó su nombre Ben-ammi, el cual es padre de los amonitas hasta hoy.
Salmo 112:
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Álef - Dichoso el que teme al Señor, Bet - el que halla gran deleite en sus mandamientos. Guímel - Sus hijos dominarán el país; Dálet - la descendencia de los justos será bendecida. He - En su casa habrá abundantes riquezas, Vav - y para siempre permanecerá su justicia. Zayin - Para los justos la luz brilla en las tinieblas. Jet - ¡Dios es clemente, compasivo y justo! Tet - Bien le va al que presta con generosidad, Yod - y maneja sus negocios con justicia. Lámed - El justo será siempre recordado; Caf - ciertamente nunca fracasará. Mem - No temerá recibir malas noticias; Nun - su corazón estará firme, confiado en el Señor. Sámej - Su corazón estará seguro, no tendrá temor, Ayin - y al final verá derrotados a sus adversarios. Pe - Reparte sus bienes entre los pobres; Tsade - su justicia permanece para siempre; Qof - su poder será gloriosamente exaltado. Resh - El malvado verá esto, y se irritará; Shin - rechinando los dientes se irá desvaneciendo. Tav - ¡La ambición de los impíos será destruida!
Proverbios 12:
El que ama la disciplina ama el conocimiento, pero el que la aborrece es un necio. El hombre bueno recibe el favor del Señor, pero el intrigante recibe su condena. Nadie puede afirmarse por medio de la maldad; sólo queda firme la raíz de los justos. La mujer ejemplar es corona de su esposo; la desvergonzada es carcoma en los huesos. En los planes del justo hay justicia, pero en los consejos del malvado hay engaño. Las palabras del malvado son insidias de muerte, pero la boca de los justos los pone a salvo. Los malvados se derrumban y dejan de existir, pero los hijos de los justos permanecen. Al hombre se le alaba según su sabiduría, pero al de mal corazón se le desprecia. Vale más un Don Nadie con criado que un Don Alguien sin pan. El justo atiende a las necesidades de su bestia, pero el malvado es de mala entraña. El que labra su tierra tendrá abundante comida, pero el que sueña despierto es un imprudente. Los malos deseos son la trampa de los malvados, pero la raíz de los justos prospera. En el pecado de sus labios se enreda el malvado, pero el justo sale del aprieto. Cada uno se sacia del fruto de sus labios, y de la obra de sus manos recibe su recompensa. Al necio le parece bien lo que emprende, pero el sabio atiende al consejo. El necio muestra en seguida su enojo, pero el prudente pasa por alto el insulto. El testigo verdadero declara lo que es justo, pero el testigo falso declara falsedades. El charlatán hiere con la lengua como con una espada, pero la lengua del sabio brinda alivio. Los labios sinceros permanecen para siempre, pero la lengua mentirosa dura sólo un instante. En los que fraguan el mal habita el engaño, pero hay gozo para los que promueven la paz. Al justo no le sobrevendrá ningún daño, pero al malvado lo cubrirá la desgracia. El Señor aborrece a los de labios mentirosos, pero se complace en los que actúan con lealtad. El hombre prudente no muestra lo que sabe, pero el corazón de los necios proclama su necedad. El de manos diligentes gobernará; pero el perezoso será subyugado. La angustia abate el corazón del hombre, pero una palabra amable lo alegra. El justo es guía de su prójimo, pero el camino del malvado lleva a la perdición. El perezoso no atrapa presa, pero el diligente ya posee una gran riqueza. En el camino de la justicia se halla la vida; por ese camino se evita la muerte.
El Libro de Mateo Capítulo 24 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO
(33 d.C.)
LA DESTRUCCIÓN PREDICHA
DEL TEMPLO
2 Y respondiendo Él les dijo, ¿Veis todo esto? (Interrogación hecha por Cristo en respuesta a los comentarios hechos por Sus Discípulos acerca de la hermosura del Templo.) De cierto os digo, Que no será dejada aquí piedra sobre piedra, que no sea destruida (fue cumplido con exactitud total; ocurrió en el año 70 d.C.).
LAS SEÑALES DEL FIN
DE LA EDAD
3 Y sentándose Él en el Monte de los Olivos (el sitio venidero de Jerusalén por los Romanos algunos treinta y siete años más tarde, comenzó en este punto exacto donde Cristo se sentó), se acercaron a Él los Discípulos en privado (fuera del alcance del oído de muchos Peregrinos en la ciudad para la Pascua), diciendo, Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? (Tiene que ver aquí con la declaración que Él acababa de dar referente a la destrucción del Templo.) Y ¿qué señal habrá de Tu Venida (se refiere a la Segunda Venida), y del fin del mundo? (Debía haber sido traducido la "edad.")
4 Y respondiendo Jesús les dijo (ahora dará el futuro de Israel y cómo tendrá su efecto en la totalidad del mundo), Mirad que nadie os engañe (clasifica el engaño como el arma más poderoso de Satanás).
5 Porque vendrán muchos en Mi Nombre (se refiere básicamente al tiempo inmediatamente antes de la Gran Tribulación venidera, y especialmente la primera mitad), diciendo, Yo Soy el Cristo; y a muchos engañarán (el mayor de éstos será el Anticristo, quien afirmará ser el Mesías).
6 Y oiréis de guerras, y rumores de guerras (han abundado desde el comienzo, pero se acelerará durante la primera mitad de la Gran Tribulación): mirad que no os turbéis (tocante a los Verdaderos Creyentes): porque es necesario que todo esto acontezca (en la actualidad estamos muy cerca al inicio del cumplimiento de lo que Jesús dijo), mas aún no es el fin (el fin será en la Segunda Venida).
7 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino: y habrá hambres, y pestilencias, y terremotos, en diferentes lugares (pocos son los lugares en el mundo, si existe, que serán exentos de estos juicios).
8 Y todas estas cosas son el principio de dolores (la primera mitad de la Gran Tribulación).
9 Entonces os entregarán para ser afligidos, y os matarán (corresponde al punto medio de la Gran Tribulación cuando el Anticristo, quien Israel creerá que es el Mesías, se manifestará tal lo que es): y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de Mi Nombre (ninguna nación vendrá a su rescate; Israel odia a Cristo, pero Cristo es la razón por la cual el mundo odia a Israel).
10 Y muchos entonces serán escandalizados (algunos Judíos aceptarán a Cristo, que será una ofensa a otros), y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán (los Judíos que aceptan a Cristo, serán el blanco mismo de esta animosidad).
11 Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos (ayudarán al Anticristo).
12 Y por haberse multiplicado la maldad (el Anticristo llamado "el hombre de pecado" [II Tes. 2:3]), el amor de muchos se enfriará (algunos que aceptan a Cristo, Le darán la espalda a Él).
13 Mas el que perseverare hasta el fin (se refiere al fin de la Gran Tribulación), éste será salvo (habla de la supervivencia y no de la Salvación del Alma).
14 Y será predicado este Evangelio del Reino (se refiere al mismo tipo del Evangelio predicado por Cristo y Pablo) en todo el mundo, por testimonio a todas las naciones (no a cada individuo, sino a todas las naciones; esto está muy cerca de cumplirse); y entonces vendrá el fin (la Segunda Venida).
LA ABOMINACIÓN DE
LA DESOLACIÓN
15 Por tanto, cuando viereis la abominación de la desolación, que fue dicha por Daniel el Profeta, que estará en el Lugar Santo (se refiere al Anticristo que invade a Israel, y que asume el control del Templo), (el que lee, entienda:) (Se lee en la Palabra de Dios [Dan. 8:9-14; 9:27; 11:45; 12:1, 7, 11].)
16 Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes (cuando el Anticristo invada a Israel en el punto medio de la Gran Tribulación):
17 Y el que esté sobre el terrado, no descienda a tomar algo de su casa (los techos de las casas son planos en esa parte del mundo; durante el verano, la gente a menudo duerme encima de la casa; se refiere a la necesidad del apuro):
18 Y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar sus vestidos.
19 Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! (La necesidad de escapar será tan urgente, que será difícil para las mujeres embarazadas y madres con los bebés pequeños.)
20 Orad, pues, que vuestra huída no sea en invierno (mal tiempo) ni en el Sábado (corresponde a la estricta observancia religiosa del Sábado, no se permite viajar):
GRAN TRIBULACIÓN
21 Porque habrá entonces gran tribulación (los últimos tres años y medio), cual no fue desde el comienzo del mundo hasta ahora, ni acontecerá jamás (lo peor que el mundo jamás haya conocido, y será tan malo que nunca será repetido).
22 Y si aquellos días no fuesen acortados, ninguna carne sería salva (se refiere a Israel que está por extinguirse): mas por causa de los escogidos (los de Israel), aquellos días serán acortados (por la Segunda Venida).
23 Entonces, si alguno os dijere, He aquí, está el Cristo, o allí; no creáis (no sean engañados).
24 Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas (el Anticristo y el falso profeta [Apoc., cap. 13]), y darán señales grandes y prodigios (que será ofrecida como prueba); de tal manera, que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos (procurará engañar a Israel).
25 He aquí, os lo he dicho antes (tiene la intención de poner énfasis en la seriedad del asunto).
26 Así que, si os dijeren, He aquí, en el desierto está; no salgáis: he aquí, él está en las cámaras; no creáis (el Versículo siguiente relatará la manera de Su Venida, lo que eliminará a todos los que pretenden).
LA VENIDA DEL HIJO
DEL HOMBRE
27 Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente (tiene la intención de declarar el acontecimiento más catastrófico que el mundo jamás haya conocido); así será también la Venida del Hijo del Hombre (nadie tendrá que preguntar, si éste es realmente Cristo; ¡será más que obvio!).
28 Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto (se refiere a la Batalla de Armagedón), allí se juntarán las águilas (debiera traducirse, "allí se reunirán los buitres" [se refiere a Ezeq. 39:17]).
29 Y luego después de la aflicción de aquellos días (se refiere al tiempo inmediatamente antes de la Segunda Venida) el sol se oscurecerá, y la luna no dará su lumbre (la luz de estos orbes será débil en comparación a la Luz del Hijo de Dios), y las estrellas caerán del Cielo (una exhibición de fuegos artificiales Divinos en la Segunda Venida), y las potencias de los Cielos serán conmovidas (obrará con el Hijo de Dios contra el Anticristo, en la Segunda Venida).
30 Se mostrará la señal del Hijo del Hombre en el Cielo (corresponde a la Segunda Venida, que ocurrirá en medio de estos acontecimientos estremecedores de la Tierra y del Cielo): y entonces lamentarán todas las tribus de la Tierra (corresponde a todas las naciones del mundo que posiblemente verán este fenómeno por Televisión), y verán al Hijo del Hombre (denota a Cristo y Su Cuerpo humano, Glorificado) que vendrá sobre las nubes del Cielo con grande Poder y Gloria (presta creencia al pensamiento que la mayoría del mundo lo verá por Televisión cuando Él haga Su descenso).
31 Y enviará a Sus Ángeles (ellos serán visibles) con gran voz de trompeta (que anunciará la reunión de Israel), y juntarán a Sus escogidos (Israel) de los cuatro vientos, de un extremo del Cielo hasta el otro (se reunirán a todos los Judíos de todas partes del mundo y los traerán a Israel).
LA PARÁBOLA DE LA HIGUERA
32 De la higuera aprended la Parábola (la Biblia indica tres árboles, el higo, la aceituna, y la vid, como representación de la Nación de Israel, nacional, espiritual y dispensacionalmente [épocas de dispensaciones]); Cuando ya su rama se enternece, y las hojas brotan (tiene la intención de servir como ilustración de Israel nacionalmente), sabéis que el verano está cerca (se refiere a Israel como la Señal Profética más grande de todos, diciéndonos que ahora estamos viviendo en el último de los Últimos Días):
33 Así también vosotros (señala a la Iglesia moderna), cuando viereis todas estas cosas (que ya presentamos como se refiere a Israel), sabed que está cercano, a las puertas (el cumplimiento de las Profecías de los Últimos Días).
34 De cierto os digo, Que no pasará esta generación (la generación de Judíos que estarán vivos a principios de la Gran Tribulación; también, esto fue una predicción de Cristo, que independientemente de los problemas que Israel afrontara, hasta partir de Su día, ellos sobrevivirían), hasta que todo esto suceda (no hay duda alguna, será cumplida).
35 El Cielo y la Tierra pasarán (no se refiere a la aniquilación, sino más bien un cambio de una condición o estado a otro), pero Mis Palabras no pasarán (¡lo que la Palabra de Dios dice, será!).
36 Pero del día y hora nadie sabe, ni aun los Ángeles de los Cielos, sino Mi Padre sólo.
LA DESTRUCCIÓN DE
LOS MALVADOS
37 Mas como los días de Noé, así será la Venida del Hijo del Hombre (los hombres de los días de Noé eran insensibles a las Profecías que predecían el diluvio venidero, y así también los hombres serán ciegos a estas Profecías que anuncian la Venida del Hijo del Hombre).
38 Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento (se refiere a una carencia absoluta de preocupación con respecto al Mensaje de Noé de un diluvio venidero), hasta el día que Noé entró en el Arca (significa que ellos lo vieron construir el Arca, y le oyeron predicar la Justicia durante muchos años, pero no prestaron atención),
39 Y no comprendieron hasta que vino el diluvio (no creyeron el Mensaje hasta que el agua comenzó a subir rápido), y llevó a todos (todos ellos se ahogaron, y en consecuencia, eternamente perdidos); así será también la Venida del Hijo del Hombre (la similitud con los tiempos de Noé).
40 Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado (no se refiere al Arrebatamiento de la Iglesia como muchos creen, sino más bien a la pérdida terrible de vida durante la Gran Tribulación).
41 Dos mujeres estarán moliendo a un molino; la una será tomada, y la otra será dejada.
42 Velad pues (una advertencia a Israel que se prepare): porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor (los Creyentes saben que la Segunda Venida ocurrirá durante la Batalla de Armagedón [Zac., cap. 12] pero Israel no redimido no se dará cuenta).
43 Pero comprended esto, que si el padre de la familia supiese a qué hora el ladrón había de venir, velaría, y no dejaría minar su casa (tan inesperado como éste, igualmente será la Venida del Señor).
44 Por tanto, también vosotros estad apercibidos: porque el Hijo del Hombre ha de venir a la hora que no pensáis (¡cuando Israel, durante la Batalla de Armagedón, habrá perdido toda esperanza, Jesús vendrá!).
LA PARÁBOLA DEL SIERVO
FIEL Y EL SIERVO INFIEL
45 ¿Quién pues es el siervo fiel y prudente (se refiere a todos los Creyentes para siempre), el cual puso su Señor sobre Su casa (en este caso, la Iglesia) para que les dé alimento a su tiempo? (Los Predicadores llamados por Dios son responsables de alimentar correctamente la grey.)
46 Bienaventurado aquel siervo, el cual, cuando Su Señor viniere, le hallare haciendo así (se refiere a la fidelidad hasta el Arrebatamiento).
47 De cierto os digo, Le pondrá como gobernador sobre todos Sus bienes (se refiere a los Santos Resucitados que son hechos los "gobernadores" en la Edad del Reino venidero, y los fieles de Israel colocados en la misma capacidad como la primera Nación en el mundo).
48 Y si aquel siervo malo dijere en su corazón Mi Señor se tarda en Su venida (exactamente lo que muchos en la Iglesia moderna dicen ahora);
49 Y comenzare a herir a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos (no sólo por estar en el mundo, sino por ser también, del mundo);
50 Vendrá el Señor de aquel siervo en el día que no lo espera, y a la hora que no sabe (no están listos para el Arrebatamiento; la mayor parte de la Iglesia moderna, tristemente, cae en esta categoría),
51 Y le cortará por medio, y pondrá su parte con los hipócritas (a pesar de su profesión): allí será el lloro y el crujir de dientes (perderá su alma, e irá a un Infierno eterno; la mayoría de la Iglesia moderna, triste y desgraciadamente, caen en esta categoría; ¡ellos son religiosos pero perdidos!).Primera Corintios Capítulo 13: Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.Hebreos 10:35-12:4 Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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