27 September 2016

El 27 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
Sonidos del aire libre


Arizona

El 27 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:


Cantar de Cantares 6 a 8:

¿A dónde se ha ido tu amado, tú, bella entre las bellas? ¿Hacia dónde se ha encaminado? ¡Iremos contigo a buscarlo! Mi amado ha bajado a su jardín, a los lechos de bálsamo, para retozar en los jardines y recoger azucenas. Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; él apacienta su rebaño entre azucenas. Tú, amada mía, eres bella como Tirsá, encantadora como Jerusalén, majestuosa como las estrellas del cielo. Aparta de mí la mirada, que tus ojos me tienen fascinado. que retozan en Galaad. Tus dientes son como rebaños de cabritas recién salidas del baño. Cada una de ellas tiene su pareja, ninguna de ellas marcha sola. Tus mejillas, tras el velo, parecen dos mitades de granadas. Pueden ser sesenta las reinas, ochenta las concubinas e innumerables las vírgenes, pero una sola es mi palomita preciosa, la hija consentida de su madre, la favorita de quien le dio la vida. Las mujeres la ven y la bendicen; las reinas y las concubinas la alaban. ¿Quién es ésta, admirable como la aurora? ¡Es bella como la luna, radiante como el sol, majestuosa como las estrellas del cielo! Descendí al huerto de los nogales para admirar los nuevos brotes en el valle, para admirar los retoños de las vides y los granados en flor. Sin darme cuenta, mi pasión me puso entre las carrozas reales de mi pueblo. Vuelve, Sulamita, vuelve; vuélvete a nosotros, ¡queremos contemplarte! ¿Y por qué han de contemplar a la Sulamita, como en las danzas de los campamentos? ¡Ah, princesa mía, cuán bellos son tus pies en las sandalias! labradas por hábil artesano. Tu ombligo es una copa redonda, rebosante de buen vino. rodeado de azucenas. Tus pechos parecen dos cervatillos, dos crías mellizas de gacela. Tu cuello parece torre de marfil. Tus ojos son los manantiales de Hesbón, junto a la entrada de Bat Rabín. Tu nariz se asemeja a la torre del Líbano, que mira hacia Damasco. Tu cabeza se yergue como la cumbre del Carmelo. Hilos de púrpura son tus cabellos; ¡con tus rizos has cautivado al rey! Cuán bella eres, amor mío, ¡cuán encantadora en tus delicias! Tu talle se asemeja al talle de la palmera, y tus pechos a sus racimos. Me dije: "Me treparé a la palmera; de sus racimos me adueñaré." ¡Sean tus pechos como racimos de uvas, tu aliento cual fragancia de manzanas, y como el buen vino tu boca! ¡Corra el vino hacia mi amado, y le resbale por labios y dientes! Yo soy de mi amado, y él me busca con pasión. Ven, amado mío; vayamos a los campos, pasemos la noche entre los azahares. Vayamos temprano a los viñedos, para ver si han retoñado las vides, si sus pimpollos se han abierto, y si ya florecen los granados. ¡Allí te brindaré mis caricias! Las mandrágoras esparcen su fragancia, y hay a nuestras puertas toda clase de exquisitos frutos, lo mismo nuevos que añejos, que he guardado para ti, amor mío. ¡Ah, si fueras mi propio hermano, criado a los pechos de mi madre! Al encontrarte en la calle podría besarte, y nadie me juzgaría mal. Tomándote de la mano, te llevaría a la casa de mi madre, y me enseñarías el arte del amor. Te daría a beber vino con especias, y el néctar de mis granadas. ¡Ojalá pudiera mi cabeza reposar sobre su izquierda! ¡Ojalá su derecha me abrazara! Yo les ruego, mujeres de Jerusalén, que no desvelen ni molesten a mi amada, hasta que ella quiera despertar. ¿Quién es ésta que sube por el desierto apoyada sobre el hombro de su amado? Bajo el manzano te desperté; allí te concibió tu madre, allí mismo te dio a luz. Grábame como un sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro. es el fuego ardiente del amor. Ni las muchas aguas pueden apagarlo, ni los ríos pueden extinguirlo. a cambio del amor, sólo conseguiría el desprecio. Tan pequeña es nuestra hermana que no le han crecido los pechos. ¿Qué haremos por nuestra hermana cuando vengan a pedirla? Si fuera una muralla, construiríamos sobre ella almenas de plata. Si acaso fuera una puerta, la recubriríamos con paneles de cedro. Una muralla soy yo, y mis pechos, sus dos torres. soy como quien ha hallado la paz. Salomón tenía una viña en Baal Jamón, que dejó al cuidado de aparceros. Cada uno entregaba, por sus frutos, mil monedas de plata. ¡Quédate, Salomón, con las mil monedas, y ustedes, aparceros, con doscientas, pero mi viña sólo a mí me pertenece! Tú, que reinas en los jardines, pendientes de tu voz están nuestros amigos; ¡déjanos escucharla! ¡Apresúrate, amado mío! ¡Corre como venado, como cervato, sobre los montes de bálsamo cubiertos!



Salmo 137:




Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos, y llorábamos al acordarnos de Sión. En los álamos que había en la ciudad colgábamos nuestras arpas. Allí, los que nos tenían cautivos nos pedían que entonáramos canciones; nuestros opresores nos pedían estar alegres; nos decían: "¡Cántennos un cántico de Sión!" ¿Cómo cantar las canciones del Señor en una tierra extraña? Ah, Jerusalén, Jerusalén, si llegara yo a olvidarte, ¡que la mano derecha se me seque! Si de ti no me acordara, ni te pusiera por encima de mi propia alegría, ¡que la lengua se me pegue al paladar! Señor, acuérdate de los edomitas el día en que cayó Jerusalén. "¡Arrásenla gritaban, arrásenla hasta sus cimientos!" Hija de Babilonia, que has de ser destruida, *¡dichoso el que te haga pagar por todo lo que nos has hecho! ¡Dichoso el que agarre a tus pequeños y los estrelle contra las rocas!





Proverbios 6:




Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino, si has hecho tratos para responder por otro, si verbalmente te has comprometido, enredándote con tus propias palabras, entonces has caído en manos de tu prójimo. Si quieres librarte, hijo mío, éste es el camino: Ve corriendo y humíllate ante él; procura deshacer tu compromiso. No permitas que se duerman tus ojos; no dejes que tus párpados se cierren. Líbrate, como se libra del cazador la gacela, como se libra de la trampa el ave. ¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos. Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado? ¿Cuándo despertarás de tu sueño? Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez como un hombre armado! El bribón y sinvergüenza, el vagabundo de boca corrupta, hace guiños con los ojos, y señas con los pies y con los dedos. El malvado trama el mal en su mente, y siempre anda provocando disensiones. Por eso le sobrevendrá la ruina; ¡de repente será destruido, y no podrá evitarlo! Hay seis cosas que el Señor aborrece, y siete que le son detestables: los ojos que se enaltecen, la lengua que miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos. Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. Grábatelos en el corazón; cuélgatelos al cuello. Cuando camines, te servirán de guía; cuando duermas, vigilarán tu sueño; cuando despiertes, hablarán contigo. El mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz y la disciplina es el camino a la vida. Te protegerán de la mujer malvada, de la mujer ajena y de su lengua seductora. No abrigues en tu corazón deseos por su belleza, ni te dejes cautivar por sus ojos, pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la adúltera va tras el hombre que vale. [4] ¿Puede alguien echarse brasas en el pecho sin quemarse la ropa? ¿Puede alguien caminar sobre las brasas sin quemarse los pies? Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena puede tocarla y quedar impune. No se desprecia al ladrón que roba para mitigar su hambre; pero si lo atrapan, deberá devolver siete tantos lo robado, aun cuando eso le cueste todas sus posesiones. Pero al que comete adulterio le faltan sesos; el que así actúa se destruye a sí mismo. No sacará más que golpes y vergüenzas, y no podrá borrar su oprobio. Porque los celos desatan la furia del esposo, y éste no perdonará en el día de la venganza. No aceptará nada en desagravio, ni se contentará con muchos regalos.



El Libro de Lucas Capítulo 6 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS



CAPÍTULO 6
(31 d.C.)
EL SÁBADO




Y ACONTECIÓ que pasando Él por los sembrados en un Sábado segundo después del primero (se refiere al Sábado regular del Sábado Judío después del Sábado especial, lo cual dio inicio a la Fiesta no importa cuál día de la semana caía esta fecha), Sus Discípulos arrancaban espigas (cebada o trigo), y comían, restregándolas con las manos (hacían esto para quitar las cáscaras, después comían el grano crudo, lo que era muy común en esa época).
2 Y algunos de los Fariseos les dijeron, ¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los Sábados? (Significa en el Texto Griego que los Fariseos siguieron empujando a Jesús y a los Discípulos preguntándoles varias veces, hasta que Jesús finalmente les respondió; de hecho, no había nada en la Ley de Moisés que restringía esto, la restricción era de su propia fabricación.)
3 Y respondiendo Jesús les dijo, ¿Ni aun esto habéis leído, qué hizo David, cuando tuvo hambre, él, y los que con él estaban (Él los llevó a I Samuel 21:3-6);
4 Cómo entró en la Casa de Dios (se refiere al Tabernáculo en Nob, que estaba a una corta distancia de Jerusalén), y tomó los panes de la proposición y comió, y dio también a los que estaban con él (corresponde al pan consagrado lo cual, puesto que era evidente que acababan de cocerlo, quiere decir que era el Sábado); los cuales no era lícito comer sino sólo los Sacerdotes? (El Señor expresa el hecho de que la necesidad anula las reglas, aunque eran parte de la Ley legítima de Moisés; sin embargo, lo que los Discípulos hacían, lo que los Fariseos condenaban, no era de la Ley de Moisés, todo lo contrario era una ley inventada por los Fariseos.)
5 Y les decía, El Hijo del Hombre es Señor aun del Sábado (esta declaración por Cristo, en efecto, Lo declara que es Dios y, además, los Fariseos entendían bien Su significado).
LA SANIDAD EN EL SÁBADO
6 Y aconteció también en otro Sábado, que Él entró en la Sinagoga y enseñaba: y estaba allí un hombre que tenía la mano derecha seca.
7 Y Le acechaban los Escribas y los Fariseos (quiere decir que seguían espiándolo, para poder encontrar algo de qué acusarlo, ¡así es la religión!), si sanaría en Sábado; por hallar de qué Le acusasen (es imprescindible observar, que Jesús no le prestó atención en lo más mínimo a las reglas necias hechas por los hombres).
8 Mas Él sabía los pensamientos de ellos (el Espíritu Santo Le dijo lo que estaban pensando), y dijo al hombre que tenía la mano seca, Levántate, y ponte en medio (quiere decir que lo que se efectuó se llevó a cabo para que todos pudieran presenciarlo). Y él levantándose, se puso en pie (se dice que la petición exacta de este hombre a Cristo fue preservado en la Iglesia Primitiva; y es como sigue, cuando estaba delante de Jesús: "Yo sólo soy un albañil que me gano la vida con mis propias manos; y Te ruego, Jesús, que me restaures la salud, para que no tenga que avergonzarme al tener que mendigar por el pan").
9 Entonces Jesús les dice, Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en Sábados hacer bien, o hacer mal? ¿Salvar la vida, o quitarla? (Tener el poder para "hacer el bien," y no hacerlo, es por lo tanto "hacer el mal.")
10 Y mirándolos a todos alrededor (con una mirada astuta; Marcos dijo, "con indignación, entristecido por la dureza de sus corazones" [Marc. 3:5]), dice al hombre, Extiende tu mano (la mano seca). Y él lo hizo así: y su mano fue restaurada como la otra (delante de sus propios ojos, ocurrió una sanidad milagrosa).
11 Y ellos (los Escribas y los Fariseos) se llenaron de rabia (constituye su reacción ante este gran milagro; no tenían compasión alguna por la condición de este pobre hombre, sólo les importaban sus reglas insignificantes; "rabia" habla de "insensatez"); y hablaban los unos a los otros qué harían a Jesús (manifiesta que sus corazones estaban llenos de asesinato; ellos matarían a Jesús simplemente porque Él había sanado a un hombre en el Sábado; así es la religión).
LOS DOCE DISCÍPULOS
12 Y aconteció en aquellos días, que fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios (el relato demuestra que Jesús oraba constantemente; entre otras cosas, Él buscaba la Voluntad de Su Padre, con respecto a la selección de los Doce Discípulos; muchos Le seguían durante ese período).
13 Y cuando fue de día, llamó a Sus Discípulos (probablemente eran como unos cien o más): y escogió Doce de ellos (es el número para el Gobierno de Dios), a los cuales también llamó Apóstoles (alguien enviado con un Mensaje especial, que siempre será de acuerdo a la Palabra de Dios, y será el estándar para la Iglesia);
14 A Simón, (al cual también llamó Pedro,) (su nombre significa, "un fragmento de piedra," que tipifica cómo Cristo llevaría a este hombre que en sí era débil, y lo convertiría en una columna de Fe; lo cual caracterizaría a todos Sus Discípulos de una manera u otra y, de hecho, a todos los Creyentes) y a Andrés su hermano, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé,
15 Mateo y Tomás, Santiago hijo de Alfeo, y Simón el que se llama Celador (el Zelote),
16 Judas hermano de Santiago (también se llamaba "Lebeo" y "Tadeo"), y Judas Iscariote, que también fue el traidor (este hombre queda en la historia Evangélica como "un hombre condenado y maldito" porque así lo decidió y Dios lo confirmó en esa decisión espantosa).
LAS SANIDADES
17 Y descendió (Jesús) con ellos, y se paró en un lugar llano (ya Él había entregado el Sermón del Monte, en seguida Él va a entregar el Sermón en la Llanura), y la compañía de Sus Discípulos (mientras Jesús viajaba de un lugar a otro, sin duda, habían unas cincuenta a cien personas que viajaban con Él la mayoría del tiempo), una grande multitud del pueblo de toda Judea y de Jerusalén, y de la costa de Tiro y de Sidón, que habían venido a oírle, y para ser sanados de sus enfermedades;
18 Y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos ("atormentados" quiere decir "acosar"; estas cosas causaron ciertos tipos de enfermedades entre la gente y, sin lugar a dudas, es lo mismo en la actualidad): y estaban curados.
19 Y toda la gente procuraba tocarle: porque salía de Él Virtud (Poder), y sanaba a todos (fue un espectáculo y una escena que el mundo jamás había experimentado en toda su historia).
EL SERMÓN EN LA LLANURA
20 Y alzando Él los Ojos a Sus Discípulos, decía (pudiera ser el relato de Lucas del Sermón del Monte, o pudiera ser otro Mensaje del todo; Jesús, sin duda, muchas veces repitió el mismo Mensaje, a fin de que el Mensaje no se perdiera), Bienaventurados vosotros los pobres (pobres en espíritu, que indica humildad): porque vuestro es el Reino de Dios (el Reino de Dios y el Reino del Cielo son básicamente lo mismo).
21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre (hambre y sed de Justicia): porque seréis saciados (el Señor siempre recompensará el hambre espiritual). Bienaventurados los que ahora lloráis (lamentar, a raíz de la debilidad espiritual): porque reiréis (la derrota se convertirá en Victoria).
22 Bienaventurados seréis (felices son), cuando los hombres os aborrecieren, y cuando os apartaren de sí, y os insulten, y desecharen vuestro nombre como malo, por el Hijo del Hombre (los que acuden a la Cruz serán tratados como corresponde).
23 Gozaos en aquel día, y alegraos (el rechazo por el mundo religioso es una gran señal de que está en el camino correcto, lo cual es ocasión de gran gozo): porque, he aquí, vuestro galardón es grande en los Cielos (quiere decir que una mayor recompensa le espera cuando llegue allá): porque así hacían sus padres a los Profetas (si el establecimiento religioso le hacía eso a los Profetas, y definitivamente los hacía, entonces nosotros podemos esperar nada menos; la Cruz es la línea divisoria de la Iglesia y, de hecho, siempre fue así; al aceptar la Cruz como la única respuesta es rechazar los caminos de los hombres, que no le cae bien a la religión [Gál. 6:14]).
CUATRO AYES
24 ¡Mas ay de vosotros, ricos! (Ricos y abundantes en bienes, y afirman que no tienen necesidad de nada [Apoc. 3:17].) porque tenéis vuestro consuelo (han intercambiado el Espíritu de Dios por "cosas," y eso es lo que tendrán).
25 ¡Ay de vosotros, los que estáis hartos! (Las cosas materiales del mundo.) porque tendréis hambre (no puedan satisfacer). ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! (No pueden ver su fracaso espiritual.) porque lamentaréis y lloraréis (la alternativa es lamentar por la debilidad espiritual, la cual todos experimentan, o lamentar después por las oportunidades perdidas).
26 ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros! porque así hacían sus padres a los falsos profetas (tales siempre tenían a los hombres que cantaban sus alabanzas, y no es de menos hoy en día; sin embargo, es porque ellos le dicen a los hombres lo que los hombres quieren oír en lugar de lo que Dios quiere que ellos oigan).
AMOR POR LOS ENEMIGOS
27 Mas a vosotros los que oís digo (se refiere al hecho de que muchos rehúsan oír), Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen (comienza el estilo de vida más revolucionario que jamás haya conocido en la historia del hombre; ninguna religión en el mundo puede comparar remotamente con esto; por ejemplo, compare esto con la religión Islámica),
28 Bendecid a los que os maldicen (hablen bien de ellos), y orad por los que os calumnian (oren para que ellos vean el Camino de Dios).
29 Y al que te hiriere en la mejilla, dale también la otra (precisamente tiene la intención de servir como un principio y no de tomarse literalmente; por ejemplo: El Señor, Él Mismo, no se ofreció para ser golpeado otra vez [Jn. 18:22-23], pero firmemente, aunque con cortesía, reprochó al que Lo golpeó; el principio se trata que no busque vengarse); y al que te quitare la capa, ni aun la túnica le defiendas (si alguien exige sus derechos en voz muy alta, podría sufrir una pérdida mayor que de la capa y la túnica).
30 Y a cualquiera que te pidiere, da (se refiere a los que verdaderamente tienen necesidades; no tiene la intención de premiar a los que son perezosos); y al que tomare lo que es tuyo, no vuelvas a pedir (demuestra desinterés, lo cual debe caracterizar a todo Creyente).
LA REGLA DE ORO
31 Y como queréis que os hagan los hombres, así hacedles también vosotros (éste es el Versículo que se refiere como la "Regla de Oro"; también es lo que enseña la Ley [Lev. 19:18]).
32 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué gracias tendréis? (La idea es que Jesús nos amó cuando éramos antipáticos [Rom. 5:8], y debemos hacer lo mismo para los que son antipáticos.) porque también los pecadores aman a los que los aman (amar a los que no nos aman demuestra la Piedad).
33 Y si hiciereis bien a los que os hacen bien, ¿qué gracias tendréis? porque también los pecadores hacen lo mismo (la regla del hombre es devolver bien por bien y mal por mal; por lo tanto, es indigno devolver mal por bien, lo cual es diabólico; mientras que es digno devolver bien por mal, lo cual es Divino – precisamente es el mandato para los seguidores de Cristo).
34 Y si prestareis a aquéllos de quienes esperáis recibir, ¿qué gracias tendréis? porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto.
35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada (¿Cómo podemos llamarlo "préstamo," si nada de ello será devuelto? Salomón da la respuesta: El Señor presta al que da al pobre, y Él le dará su paga [Prov. 19:17]); y será vuestro galardón grande (la idea es que el Señor le pagará, y Él lo hace abundantemente), y seréis hijos del Altísimo (quiere decir que seremos semejantes a nuestro Padre Celestial): porque Él es benigno para con los ingratos y malos (lo que nosotros debemos hacer también).
36 Sed pues misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso (así como Él ha sido misericordioso para con nosotros, también nosotros debemos ser misericordioso para con los demás; todo lo que hacemos está basado en lo que Él hizo por nosotros).
JUZGANDO A LOS DEMÁS
37 No juzguéis (no juzgue los motivos de nadie), y no seréis juzgados (indica que será juzgado por el Señor, si no obedece a esta amonestación): no condenéis (no condene), y no seréis condenados (quiere decir a la inversa, que si condena a otros, el Señor acabará por condenarlo): perdonad, y seréis perdonados (enseña que si no perdona, Dios tampoco le perdonará, lo cual coloca a la persona en un terrible dilema).
38 Dad, y se os dará (la economía de Dios; se refiere no solamente a dar dinero, sino también misericordia, gracia, amor, ayuda, etc.); medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro seno (constituye una Promesa notable). Porque con la misma medida que midiereis, os será vuelto a medir (es la Ley de Dios que todos deben tomar con seriedad, porque Cristo quiere decir exactamente lo que Él dice).
39 Y Él les decía una Parábola, ¿Puede el ciego guiar al ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? (Éstos son los falsos maestros religiosos.)
40 El discípulo no es más que su maestro (los que escuchan a los falsos maestros se engañan tanto como sus maestros, porque claramente el alumno no puede ver más que sus maestros; por lo tanto, los discípulos del Romanismo, del Mormonismo, etc., llegan a ser tan engañados como sus maestros): mas cualquiera que fuere como el maestro será perfecto (debiera traducirse, "pero cada uno que ha sido perfeccionado," es decir, "adopta esta doctrina falsa," será como su maestro).
41 ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano (no busca fallas en los demás), y la viga que está en tu propio ojo no consideras? (Si quiere inspeccionar, inspecciónese a sí mismo. Hay mucho que inspeccionar en su propia vida, la cual desesperadamente se necesita para mejorar.)
42 ¿O cómo puedes decir a tu hermano, Hermano, deja, echaré fuera la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en tu ojo? (No pertenece a la doctrina, la cual debe de juzgarse constantemente [Mat. 7:15-20], en lugar de juzgar a la persona misma y su carácter. De nuevo, hay mucho en nosotros que necesita mejorar, en vez de condenar a otros.) Hipócrita, echa primero fuera de tu ojo la viga, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano (si tratamos con nosotros mismos como debiéramos, luego podremos "ver claramente," que significa que ya no tendremos ganas de criticar a los demás).
EL FRUTO
43 Porque no es buen árbol el que da malos frutos (es el método delineado por Jesús para separar el bien del mal); ni árbol malo el que da buen fruto (la manera por la cual debemos juzgar la falsa doctrina).
44 Porque cada árbol por su fruto es conocido (por ejemplo, mire el fruto de Islam, o aun la parte del Cristianismo que es corrupto). Que no cogen higos de los espinos, ni vendimian uvas de las zarzas (es imposible obtener buena fruta de un árbol corrupto).
45 El buen hombre del buen tesoro de su corazón saca bien (se refiere al hecho de que todo esto, bueno o malo, se comienza en el corazón); y el mal hombre del mal tesoro de su corazón saca mal (no importa las afirmaciones, lo que está en el corazón va a salir al descubierto): porque de la abundancia del corazón habla su boca (puede haber una imitación del fruto del Espíritu, como una rosa de papel puede parecer tan real que no se distingue de la que es natural; ¡pero una abeja no se equivocará!).
46 ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que digo? (Tanto el Verdadero Profeta como el falso profeta usarán libremente el título "Señor," pero Cristo es "El Señor" sólo a aquéllos que obedecen Su Palabra.)
DOS FUNDAMENTOS
47 Todo aquel que viene a Mí (sinceramente acepta a Cristo), y oye Mis Palabras (la Palabra de Dios), y las hace (el oír debe culminar en el actuar), os enseñaré a quien es semejante (el resultado final):
48 Semejante es al hombre que edifica una casa (hemos de crecer en la gracia y el conocimiento), el cual cavó y ahondó (profundamente en la Palabra), y puso el fundamento sobre la roca (aquella "Roca" es "Cristo y Él Crucificado" [I Cor. 1:23]): y cuando vino una inundación (surgirán los problemas), el río dio con ímpetu en aquella casa (Satanás intentará destruir la casa), más no se movió: porque estaba fundada sobre la roca (de nuevo, "aquella Roca" es "Jesucristo y Él Crucificado," que debe ser siempre el Objeto de nuestra Fe).
49 Mas el que oyó, y no hizo (no obedece la Palabra), semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra (el objeto de su fe no es la Cruz de Cristo) sin fundamento (en lo exterior aparenta ser idéntico al que edificó sobre la roca); en la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó; y fue grande la ruina de aquella casa (si nuestra Fe no está en la Cruz de Cristo, las cosas pueden andar bien por un rato, pero tarde o temprano vendrá la tormenta, y Satanás triunfará).


Primera Corintios Capítulo 13:




Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4




Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.





Romanos 8:


Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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