24 September 2016

El 24 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
Sonidos del aire libre


El 24 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Ecclesiastés 9 a 11:


A todo esto me dediqué de lleno, y en todo esto comprobé que los justos y los sabios, y sus obras, están en las manos de Dios; que el hombre nada sabe del amor ni del odio, aunque los tenga ante sus ojos. Para todos hay un mismo final: para el justo y el injusto, para el bueno y el malo, para el puro y el impuro, para el que ofrece sacrificios y para el que no los ofrece; para el bueno y para el pecador, para el que hace juramentos y para el que no los hace. Hay un mal en todo lo que se hace en esta vida: que todos tienen un mismo final. Además, el corazón del hombre rebosa de maldad; la locura está en su corazón toda su vida, y su fin está entre los muertos. ¿Por quién, pues, decidirse? Entre todos los vivos hay esperanza, pues vale más perro vivo que león muerto. Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada ni esperan nada, pues su memoria cae en el olvido. Sus amores, odios y pasiones llegan a su fin, y nunca más vuelven a tener parte en nada de lo que se hace en esta vida. ¡Anda, come tu pan con  alegría! ¡Bebe tu vino con buen ánimo, que Dios ya se ha agradado de tus obras! Que sean siempre blancos tus vestidos, y que no falte nunca el perfume en tus cabellos. Goza de la vida con la mujer amada cada día de la fugaz existencia que Dios te ha dado en este mundo. ¡Cada uno de tus absurdos días! Esto es lo que te ha tocado de todos tus afanes en este mundo. Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría. Me fijé que en esta vida la carrera no la ganan los más veloces, ni ganan la batalla los más valientes; que tampoco los sabios tienen qué comer, ni los inteligentes abundan en dinero, ni los instruidos gozan de simpatía, sino que a todos les llegan buenos y malos tiempos. Vi además que nadie sabe cuándo le llegará su hora. Así como los peces caen en la red maligna y las aves caen en la trampa, también los hombres se ven atrapados por una desgracia que de pronto les sobreviene. También vi en este mundo un notable caso de sabiduría: una ciudad pequeña, con pocos habitantes, contra la cual se dirigió un rey poderoso que la sitió, y construyó a su alrededor una impresionante maquinaria de asalto. En esa ciudad había un hombre, pobre pero sabio, que con su sabiduría podría haber salvado a la ciudad, ¡pero nadie se acordó de aquel hombre pobre! Yo digo que «más vale maña que fuerza», aun cuando se menosprecie la sabiduría del pobre y no se preste atención a sus palabras. Más se atiende a las palabras tranquilas de los sabios que a los gritos del jefe de los necios. Vale más la sabiduría que las armas de guerra. acaba con muchos bienes. Las moscas muertas apestan y echan a perder el perfume. que la sabiduría y la honra juntas. El corazón del sabio busca el bien, pero el del necio busca el mal. Y aun en el camino por el que va, el necio revela su falta de inteligencia y a todos va diciendo lo necio que es. Si el ánimo del gobernante se exalta contra ti, no abandones tu puesto. La paciencia es el remedio para los grandes errores. Hay un mal que he visto en esta vida, semejante al error que cometen los gobernantes: al necio se le dan muchos puestos elevados, pero a los capaces se les dan los puestos más bajos. He visto esclavos montar a caballo, y príncipes andar a pie como esclavos. El que cava la fosa, en ella se cae. Al que abre brecha en el muro, la serpiente lo muerde. El que pica piedra, con las piedras se hiere. El que corta leña, con los leños se lastima. Si el hacha pierde su filo, y no se vuelve a afilar, hay que golpear con más fuerza. sabia y bien ejecutada. Si la serpiente muerde antes de ser encantada, no hay ganancia para el encantador. Las palabras del sabio son placenteras, pero los labios del necio son su ruina; sus primeras palabras son necedades, y las últimas son terribles sandeces. ¡Pero no le faltan las palabras! Nadie sabe lo que ha de suceder, y lo que será aun después, ¿quién podría decirlo? El trabajo del necio tanto lo fatiga que ni el camino a la ciudad conoce. ¡Ay del país cuyo rey es un inmaduro, y cuyos príncipes banquetean desde temprano! ¡Dichoso el país cuyo rey es un noble, y cuyos príncipes comen cuando es debido, para reponerse y no para embriagarse! Por causa del ocio se viene abajo el techo, y por la pereza se desploma la casa. Para alegrarse, el pan; para gozar, el vino; para disfrutarlo, el dinero. No maldigas al rey ni con el pensamiento, ni en privado maldigas al rico, pues las aves del cielo pueden correr la voz. Tienen alas y pueden divulgarlo. Lanza tu pan sobre el agua; después de algún tiempo volverás a encontrarlo. Comparte lo que tienes entre siete, y aun entre ocho, pues no sabes qué calamidad pueda venir sobre la tierra. Cuando las nubes están cargadas, derraman su lluvia sobre la tierra. Si el árbol cae hacia el sur, o cae hacia el norte, donde cae allí se queda. Quien vigila al viento, no siembra; quien contempla las nubes, no cosecha. Así como no sabes por dónde va el viento ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco entiendes la obra de Dios, creador de todas las cosas. Siembra tu semilla en la mañana, y no te des reposo por la tarde, pues nunca sabes cuál siembra saldrá mejor, si ésta o aquélla, o si ambas serán igual de buenas. Grata es la luz, y qué bueno que los ojos disfruten del sol. Mas si el hombre vive muchos años, y todos ellos los disfruta, debe recordar que los días tenebrosos serán muchos y que lo venidero será un absurdo. Alégrate, joven, en tu juventud; deja que tu corazón disfrute de la adolescencia. Sigue los impulsos de tu corazón y responde al estímulo de tus ojos, pero toma en cuenta que Dios te juzgará por todo esto. Aleja de tu corazón el enojo, y echa fuera de tu ser la maldad, porque confiar en la juventud y en la flor de la vida es un absurdo.




Salmo 134:
Bendigan al Señor todos ustedes sus siervos, que de noche permanecen en la casa del Señor. Eleven sus manos hacia el santuario y bendigan al Señor. Que desde Sión los bendiga el Señor, creador del cielo y de la tierra.



Proverbios 3:
Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos. Porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán prosperidad. Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón. Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente. Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser. Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo. Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido. Dichoso el que halla sabiduría, el que adquiere inteligencia. Porque ella es de más provecho que la plata y rinde más ganancias que el oro. Es más valiosa que las piedras preciosas: ¡ni lo más deseable se le puede comparar! Con la mano derecha ofrece larga vida; con la izquierda, honor y riquezas. Sus caminos son placenteros y en sus senderos hay paz. Ella es árbol de vida para quienes la abrazan; ¡dichosos los que la retienen! Con sabiduría afirmó el Señor la tierra, con inteligencia estableció los cielos. Por su conocimiento se separaron las aguas, y las nubes dejaron caer su rocío. Hijo mío, conserva el buen juicio; no pierdas de vista la discreción. Te serán fuente de vida, te adornarán como un collar. Podrás recorrer tranquilo tu camino, y tus pies no tropezarán. Al acostarte, no tendrás temor alguno; te acostarás y dormirás tranquilo. No temerás ningún desastre repentino, ni la desgracia que sobreviene a los impíos. Porque el Señor estará siempre a tu lado y te librará de caer en la trampa. No niegues un favor a quien te lo pida, si en tu mano está el otorgarlo. Nunca digas a tu prójimo: "Vuelve más tarde; te ayudaré mañana", si hoy tienes con qué ayudarlo. No urdas el mal contra tu prójimo, contra el que ha puesto en ti su confianza. No entres en pleito con nadie que no te haya hecho ningún daño. No envidies a los violentos, ni optes por andar en sus caminos. Porque el Señor aborrece al perverso, pero al íntegro le brinda su amistad. La maldición del Señor cae sobre la casa del malvado; su bendición, sobre el hogar de los justos. El Señor se burla de los burlones, pero muestra su favor a los humildes. Los sabios son dignos de honra, pero los necios sólo merecen deshonra.



El Libro de Lucas Capítulo del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS




CAPÍTULO 3
(26 d.C.)
JUAN EL BAUTISTA




Y EN el año quince del imperio de Tiberio César (el hijastro del Emperador Augusto, a quien le sucedió en el trono; reinó del año 14 a.C. al 37 d.C., en consecuencia abarcaba todo lo largo del período entero de la Vida y Ministerio de Jesús), siendo gobernador de Judea, Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea (era conocido como "Antipas"; era hijo de Herodes el Grande, y reinó por más de cuarenta años), y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite (el área noreste del Mar de Galilea, que incluyó Cesarea Filipo que, en efecto, fue construido por él), y Lisanias tetrarca de Abilinia (se refirió al distrito que ahora se conoce como el Líbano del sur; el título "tetrarca" significaba "gobernador de una cuarta parte," pero   realmente se aplicaba a todos los gobernadores),
2 Siendo Sumos Sacerdotes Anás y Caifás (los Sumos Sacerdotes se supone que eran descendientes de Aarón; sin embargo, la oficina era controlada por Roma, y estos dos hombres desempeñaban en ese cargo), vino Palabra del Señor sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto (ya era el momento para que Juan comenzara su Ministerio).
3 Y él vino por toda la Tierra alrededor del Jordán (la ubicación de su Ministerio se concentraba alrededor del Río Jordán) predicando el bautismo del Arrepentimiento para la remisión de pecados (predicaba el Arrepentimiento personal que garantizaba la remisión de los pecados, que se debe proseguir con el Bautismo en Agua);
4 Como está escrito en el Libro de las palabras del Profeta Isaías (Isa. 40:3-5) que dice, Voz del que clama en el desierto (Isaías predijo el Ministerio de Juan aproximadamente 800 años antes), Preparad el Camino del Señor, haced derechas Sus sendas (Israel debe alinearse con la Palabra de Dios, en vista de que el Mesías está a punto de ser presentado).
5 Todo valle se henchirá, y se bajará todo monte y collado; y los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados (corresponde a una interpretación correcta de la Palabra de Dios, para que produzca conducta correcta);
6 Y verá toda carne la Salvación de Dios (todo Israel vería al Señor Jesucristo, su Mesías, Quien es la "Salvación de Dios").
7 Y decía a las gentes que salían para ser bautizadas de él (el Bautismo en Agua de este modo era nuevo para Israel): Oh generación de víboras (es lo que el Espíritu Santo por medio de Juan dijo de Israel de esa época), ¿quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? (Se garantiza que la ira le caerá a todos los que rechazan a Cristo; significa que se puede escapar de esa ira sólo cuando acepta a Cristo.)
8 Haced, pues, frutos dignos de Arrepentimiento (en efecto, dice que el Bautismo en Agua no los haría bien a menos que haya primero Arrepentimiento, y si hay verdadero Arrepentimiento, los frutos serían evidentes), y no comencéis a decir en vosotros mismos, Tenemos a Abraham por padre (no hay tal cosa como una salvación nacional): porque os digo, Que Dios puede, aun de estas piedras, levantar hijos a Abraham (demuestra a Juan que señala vigorosamente la misma raíz del orgullo Judío).
9 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles (los "árboles" se refiere a Israel, y el "hacha" se refiere al Juicio de Dios; no dice que el hacha luego cortaba las raíces, sino que fue alzado para hacerlo, si el Arrepentimiento no sucediera primero): todo árbol, pues, que no hace  buen fruto, es cortado, y echado en el fuego (es una Ley de Dios que se aplica a cada persona individualmente).
10 Y las gentes le preguntaban, diciendo: ¿Pues qué haremos? (Vemos de nuevo, como será obvio, los Frutos del Arrepentimiento.)
11 Y respondiendo les dijo, El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene que comer, haga lo mismo (la respuesta de Juan no tiene ninguna referencia al hacer estas cosas como la causa de la Salvación, sino más bien como el resultado de la Salvación).
12 Y vinieron también Publicanos para ser bautizados, y le dijeron, Maestro, ¿qué haremos? (Los Publicanos eran recaudadores de impuestos, en cierto sentido eran empleados de Roma y, por eso, Israel los consideraban traidores; muchos no creían que los Publicanos podían ser salvos.)
13 Y él les dijo, No exijáis más de lo que os está ordenado (vemos que Juan no trató a los Publicanos de manera diferente que a los Fariseos, que afirmaban ser tan religiosos; el mensaje era el mismo para todos).
14 Y le preguntaron también los soldados, diciendo, Y nosotros ¿qué haremos? (Israel no tenía ningún ejército, por eso es muy posible que éstos eran Gentiles.) Y les dice, No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestras pagas (estos hombres, tanto Publicanos como soldados, no son dirigidos por el Profeta inspirado de lo Alto a cambiar su estilo de vida, sino sólo su manera).
LA PREDICCIÓN DE JUAN
ACERCA DE JESÚS
15 Y estando el pueblo esperando (manifiesta que todo Israel de esa época buscaba al Mesías), y pensando todos de Juan en sus corazones, si él fuese el Cristo (de tener conocimiento de la Palabra, ellos hubieran actuado mejor);
16 Respondió Juan, diciendo a todos, Yo, a la verdad, os bautizo en agua (lo mejor que el hombre mortal puede hacer, aun uno tan Santo como Juan el Bautista); mas viene Quien es más poderoso que yo (sólo el Omnipotente puede liberar a los hombres), de quien ni siquiera soy digno de desatar la correa de Sus Zapatos (demuestra la humildad de Juan, y la humildad que se exige a todos): Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego (fue hecho posible por la Cruz, y cumplido según Hechos 2:4, y millones que ya han recibido):
17 Cuyo aventador está en Su Mano (el aventador solía llevarse la paja del trigo), y limpiará Su era (separará la paja del trigo, que es un proceso violento), y juntará el trigo en Su alfolí (solo el trigo se acepta); mas la paja quemará en fuego que nunca se apagará (todo lo que no es de Dios será consignado al Infierno).
18 Y amonestando, otras muchas cosas también anunciaba al pueblo (la Predicación en aquel entonces fue el método de Dios, y la Predicación es el método de Dios ahora).
19 Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por él (por Juan el Bautista) a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano (Herodes le quitó la esposa de Felipe para sí mismo), y de todas las maldades que había hecho Herodes (un hombre malo y depravado),
20 Añadió también esto sobre todo, que encerró a Juan en la cárcel (el Espíritu Santo dice que esto era lo peor que Herodes hizo; él puso su mano sobre el ungido del Señor).
JUAN BAUTIZA A JESÚS
21 Y aconteció que, cuando todo el pueblo se bautizaba (fueron bautizados), también Jesús fue bautizado (para testificar de Su Muerte, Sepultura y Resurrección, del cual el Bautismo en Agua es un Tipo), y orando (cuando Él salió del agua, Él salió orando), el Cielo se abrió (el Cielo había estado cerrado al hombre desde la Caída; por medio de Jesús se volvería a abrir),
22 Y descendió el Espíritu Santo sobre Él en forma corporal, como Paloma (el Espíritu Santo es una Persona, la Tercera Persona de la Deidad, distinto del Padre y del Hijo), y fue hecha una Voz del Cielo que decía (la Voz de Dios el Padre), Tú eres Mi Hijo Amado (literalmente, "en cuanto a Ti," a diferencia de todos los demás); en Ti Me he complacido (Dios está contento con nosotros, sólo mientras que estemos en Cristo).
LA GENEOLOGÍA DE JESÚS
23 Y el Mismo Jesús comenzaba a ser como de treinta años (a esta edad iniciaba el Sacerdote su Oficina [Núm. 4:3]; Jesús es nuestro Gran Sumo Sacerdote), siendo hijo de José (como se creía) (debiera traducirse, "por adopción legal"), que fue hijo de Elí (José era hijo de Jacob [Mat. 1:16] por nacimiento e hijo de Elí por matrimonio; fue ordenado en Números, cap. 36, que el hombre que se casaba con la hija de un padre que no tenía hijo se convertía en hijo de aquel padre y heredaba su propiedad),
24 Que fue de Matat, que fue de Leví, que fue de Melqui, que fue de Jana, que fue de José,
25 Que fue de Matatías, que fue de Amós, que fue de Nahum, que fue de Esli,
26 Que fue de Nagai, que fue de Maat, que fue de Matatías, que fue de Semei, que fue de José, que fue de Judá,
27 Que fue de Joana, que fue de Resa, que fue de Zorobabel, que fue de Salatiel,
28 Que fue de Neri, que fue de Melqui, que fue de Adi, que fue de Cosam, que fue de Elmodam, que fue de Er,
29 Que fue de Josué, que fue de Eliezer, que fue de Jorim, que fue de Matat,
30 Que fue de Leví, que fue de Simeón, que fue de Judá, que fue de José, que fue de Jonán, que fue de Eliaquim,
31 Que fue de Melea, que fue de Mainán, que fue de Matata, que fue de Natán,
32 Que fue de David, que fue de Isaí, que fue de Obed, que fue de Booz (hijo de Booz), que fue de Salmón, que fue de Naasón,
33 Que fue de Aminadab, que fue de Aram, que fue de Esrom, que fue de Fares,
34 Que fue de Judá, que fue de Jacob, que fue de Isaac, que fue de Abraham, que fue de Taré, que fue de Nacor,
35 Que fue de Serug, que fue de Ragau, que fue de Peleg, que fue de Heber,
36 Que fue de Sala, que fue de Cainán, que fue de Arfaxad, que fue de Sem (hijo de Sem), que fue de Noé (hijo de Noé), que fue de Lamec,
37 Que fue de Matusalén (Metúsala), que fue de Enoc, que fue de Jared, que fue de Mahalaleel,
38 Que fue de Cainán, que fue de Enós, que fue de Set, que fue de Adán, que fue de Dios (era hijo de Dios por Creación, y no por la experiencia de Nacer de Nuevo; era la intención de Dios que la humanidad trajera hijos e hijas de Dios al mundo por la procreación; sin embargo, debido a la Caída, los niños no pueden nacer en la semejanza de Dios, sino más bien en la semejanza de Adán, es decir, la naturaleza pecaminosa; aunque fue maravilloso estar en la genealogía de Cristo, algunos, si no muchos, de estos individuos no fueron salvos; y, de hecho, algunos eran impíos; esto demuestra que la Salvación no se adquiere por herencia o genealogía; viene sólo al aceptar a Cristo como su propio Salvador [Jn. 3:16]).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano,  también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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