14 June 2024

El 14 de junio Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre


El 14 de junio Lectura Bíblica Diaria:

Ecclesiastés 4 a 6:
 
4 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador. Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía. Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen. He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu. El necio cruza sus manos y come su misma carne. Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu. Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol. Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo. Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto. Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos; porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre. Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél. No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu. 5 Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio. Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos? Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios. Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos. Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos. El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad. Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos? Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia. Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano. Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano. Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano? Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria. He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte. Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón. 6 Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso. Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él. Porque éste en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas su nombre es cubierto. Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más reposo tiene éste que aquél. Porque si aquél viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo lugar? Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia. Porque ¿qué más tiene el sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los vivos? Más vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu. Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él. Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre? Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?

Salmo 132:
Señor, acuérdate de David y de todas sus penurias. Acuérdate de sus juramentos al Señor, de sus votos al Poderoso de Jacob: "No gozaré del calor del hogar, ni me daré un momento de descanso; no me permitiré cerrar los ojos, y ni siquiera el menor pestañeo, antes de hallar un lugar para el Señor, una morada para el Poderoso de Jacob." En Efrata oímos hablar del arca; dimos con ella en los campos de Yagar: "Vayamos hasta su morada; postrémonos ante el estrado de sus pies." Levántate, Señor; ven a tu lugar de reposo, tú y tu arca poderosa. ¡Que se revistan de justicia tus sacerdotes! ¡Que tus fieles canten jubilosos! Por amor a David, tu siervo, no le des la espalda a tu ungido. El Señor le ha hecho a David un firme juramento que no revocará: "A uno de tus propios descendientes lo pondré en tu trono. Si tus hijos cumplen con mi pacto y con los estatutos que les enseñaré, también sus descendientes te sucederán en el trono para siempre." El Señor ha escogido a Sión; su deseo es hacer de este monte su morada: "Éste será para siempre mi lugar de reposo; aquí pondré mi trono, porque así lo deseo. Bendeciré con creces sus provisiones, y saciaré de pan a sus pobres. Revestiré de salvación a sus sacerdotes, y jubilosos cantarán sus fieles. "Aquí haré renacer el poder de David, y encenderé la lámpara de mi ungido. A sus enemigos los cubriré de vergüenza, pero él lucirá su corona esplendorosa."

Proverbios 1:
Proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel: para adquirir sabiduría y disciplina; para discernir palabras de inteligencia; para recibir la corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la equidad; para infundir sagacidad en los inexpertos, conocimiento y discreción en los jóvenes. Escuche esto el sabio, y aumente su saber; reciba dirección el entendido, para discernir el proverbio y la parábola, los dichos de los sabios y sus enigmas. El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina. Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre. Adornarán tu cabeza como una diadema; adornarán tu cuello como un collar. Hijo mío, si los pecadores quieren engañarte, no vayas con ellos. Éstos te dirán: "¡Ven con nosotros! y démonos el gusto de matar a algún incauto; traguémonos a alguien vivo, como se traga el sepulcro a la gente; devorémoslo entero, como devora la fosa a los muertos. Obtendremos toda clase de riquezas; con el botín llenaremos nuestras casas. Comparte tu suerte con nosotros, y compartiremos contigo lo que obtengamos." ¡Pero no te dejes llevar por ellos, hijo mío! ¡Apártate de sus senderos! Pues corren presurosos a hacer lo malo; ¡tienen prisa por derramar sangre! De nada sirve tender la red a la vista de todos los pájaros, pero aquéllos acechan su propia vida y acabarán por destruirse a sí mismos. Así terminan los que van tras ganancias mal habidas; por éstas perderán la vida. Clama la sabiduría en las calles; en los lugares públicos levanta su voz. Clama en las esquinas de calles transitadas; a la entrada de la ciudad razona: "¿Hasta cuándo, muchachos *inexpertos, seguirán aferrados a su inexperiencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los *insolentes, se complacerán en su insolencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los necios, aborrecerán el conocimiento? Respondan a mis reprensiones, y yo les abriré mi corazón; les daré a conocer mis pensamientos. Como ustedes no me atendieron cuando los llamé, ni me hicieron caso cuando les tendí la mano, sino que rechazaron todos mis consejos y no acataron mis reprensiones, ahora yo me burlaré de ustedes cuando caigan en desgracia. cuando les sobrevenga el miedo, cuando el miedo les sobrevenga como una tormenta y la desgracia los arrastre como un torbellino. "Entonces me llamarán, pero no les responderé; me buscarán, pero no me encontrarán. Por cuanto aborrecieron el conocimiento y no quisieron temer al Señor; por cuanto no siguieron mis consejos, sino que rechazaron mis reprensiones, cosecharán el fruto de su conducta, se hartarán con sus propias intrigas; ¡su descarrío e inexperiencia los destruirán, su complacencia y necedad los aniquilarán! Pero el que me obedezca vivirá tranquilo, sosegado y sin temor del mal."


El Libro de Lucas Capítulo 1 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS




CAPÍTULO 1
(1 d.C.)
LA INTRODUCCIÓN



HABIENDO muchos intentado a poner en orden la historia (quiere decir que muchos han intentado en esa época escribir relatos acerca de la Vida y el Ministerio de Cristo, que quedó comprobado que no tenían inspiración alguna del Espíritu Santo, y por consiguiente, no eran fidedignos) de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas (declara el Evangelio como una narración referente a los hechos bien establecidos),
2 Como nos lo enseñaron (referente a los que estaban allí, y realmente observaron lo que sucedió), los que desde el principio fueron testigos oculares, y fueron ministros de la Palabra (probablemente se refiere a los miembros de los "Doce" y de los "Setenta," como a otros);
3 Me ha parecido también a mí (movido por el Espíritu Santo para emprender tal), después de haber entendido todas las cosas desde el principio con diligencia (quiere decir que él confirmó con certeza absoluta la fiabilidad de estas "historias de los testigos oculares"), escribírtelas por orden (se refiere a un diseño ordenado, no necesariamente en orden cronológico), Oh excelentísimo Teófilo (no se sabe exactamente quién era este hombre; evidentemente era un Gentil de alto rango en el mundo Romano de aquel entonces, quien había aceptado a Cristo como su Salvador),
4 Para que conozcas la verdad de las cosas (quiere decir que podía confiar en lo que Lucas le dijo), en las cuales fuiste instruido (ya podrá separar la realidad de la ficción; Lucas escribió este Evangelio a Teófilo y como resultado millones han podido "entender" la "certeza de estas cosas").
JUAN EL BAUTISTA
5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea (Herodes el Grande, el evento corresponde al nacimiento de Juan el Bautista que ocurrió hacia el final de su reinado), un Sacerdote llamado Zacarías (de ser pronunciado, "Zacarías"; es decir, "Jehová se ha acordado"), del grupo de Abías (tiene que ver con los 24 grupos del servicio del Templo; cada uno de los 24 grupos duraba por una semana [I Crón. 24:1]: Zacarías era especialmente distinguido por haber pertenecido al primer grupo de los 24 grupos o familias): y su mujer de las hijas de Aarón, llamada Elisabet (quiere decir que los dos tanto el esposo como la esposa podían trazar su linaje a Aarón, el primer Sumo Sacerdote – una distinción muy codiciada en Israel).
6 Y eran ambos Justos delante de Dios (nos dice que durante aquel entonces, sólo habían unos pocos que realmente eran Justos delante de Dios), andando intachables en todos los Mandamientos y Ordenanzas del Señor (indica un modo de vida de Justicia que no todos tenían, ¡Qué honor ser llamado "intachable" por el Espíritu Santo!).
7 Y no tenían hijo (desesperadamente querían tener hijos), porque Elisabet era estéril (esta condición la colocó en la misma categoría como Sara), y ambos eran de edad avanzada (Elisabet ya estaba pasada de edad para poder dar a luz, por lo tanto, el nacimiento de Juan fue tan milagroso como el de Isaac [Rom. 4:17-21; Heb. 11:11]).
8 Y aconteció, mientras que él (Zacarías) estaba ejerciendo el Sacerdocio delante de Dios por el turno indicado a su grupo (algunos creen que ese fue el mes de Julio, si fuese así, Jesús fue concebido seis meses más tarde [Luc. 1:26], lo cual sería en el mes de Enero, en consecuencia, nació nueve meses más tarde en Octubre),
9 Conforme a la costumbre del Sacerdocio, salió en suerte a quemar el Incienso entrando en el Templo del Señor (se utilizaba carbones de fuego tomados del Altar de Bronce, un Tipo de Cristo y Su Crucifixión, y llevado al Altar del Incienso recubierto de  Oro, con carbones en el Altar, derramando el Incienso sobre los carbones; se hacía dos veces al día durante la hora de los Sacrificios de la mañana y de la tarde).
10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del Incienso.
11 Y se le apareció el Ángel del Señor (Gabriel) puesto en pie a la derecha del Altar del Incienso (el lado derecho es el lado de la propiciación, que, en efecto, quiere decir que Dios acepta el Sacrificio).
12 Y se turbó Zacarías viéndolo, y cayó temor sobre él.
13 Mas el Ángel le dijo, Zacarías, no temas: porque tu oración ha sido oída (la traducción Griega debe leer, "fue oída," que significa que ya no se ofrecía a raíz de su edad; sino cada oración dirigida en la Voluntad de Dios siempre será oída por el Señor, y será contestada a Su debido tiempo); y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan (Juan quiere decir, "Jehová demuestra favor o gracia"; era una descripción apta de la persona que presentaría al Señor de la Gloria).
14 Y tendrás gozo y alegría; y muchos se gozarán de su nacimiento (el regocijo resultaría por el hecho de que él presentaría al Mesías).
15 Porque será grande delante de Dios (su grandeza se debía por haber presentado a Cristo), y no beberá vino ni sidra (significaba que él era un Nazareo [Núm., cap. 6]); y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el seno de su madre (no tiene referencia alguna a la experiencia de Hechos 2:4, que todavía no había transcurrido; él disfrutaría de ayuda excepcional de parte del Espíritu Santo debido a su misión, que tenía el propósito de presentar a Cristo).
16 Y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos (él sería el primer Profeta desde Malaquías, un período de tiempo que abarcaba cerca de 400 años, habría un gran movimiento del Espíritu bajo su Ministerio).
LA JUSTICIA
17 Porque él irá delante de Él (Cristo) con el espíritu y poder de Elías (Juan pudiera ser Elías para el pueblo, de ese modo marcaba el comienzo de la Edad del Reino, si Israel hubiera aceptado a Cristo), para hacer volver los corazones de los padres a los hijos (para que Israel de la época de Juan pudiera disfrutar de la Justicia de los Patriarcas Devotos del pasado), y los rebeldes a la prudencia de los Justos (Dios y Su Palabra); para preparar al Señor un pueblo bien prevenido (la preparación para el Mesías venidero, a Quien Juan presentaría).
18 Y dijo Zacarías al Ángel, ¿En qué conoceré esto? porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en días (una postura de incredulidad).
19 Y respondiendo el Ángel le dijo, Yo soy Gabriel (el mismo Ángel que vino a Daniel [Dan. 8:16; 9:21], y dentro de poco sería enviado a María [Luc. 1:26]), que estoy en la Presencia de Dios (es posible que representa el rango superior entre los Ángeles); y soy enviado a hablarte, y a darte estas buenas nuevas (despachadas desde el Trono de Dios).
20 Y, he aquí, estarás mudo (hay algunas indicaciones en el Texto Griego que él quedaría sordo y mudo), y no podrás hablar, hasta el día que esto sea hecho (había pedido por una señal y se le fue dada una pero muy penosa), por cuanto no creíste a mis palabras (la incredulidad es un pecado), las cuales se cumplirán a su tiempo (independientemente de su incredulidad, esto acontecerá).
21 Y el pueblo estaba esperando a Zacarías (corresponde a la costumbre habitual del Sacerdote al terminar sus responsabilidades, luego salía y pronunciaba una bendición sobre el pueblo), y se maravillaban de que él se detuviese en el Templo ("se maravillaban" no demuestra la impaciencia, pero al contrario la anticipación; ¡ellos no estaban desilusionados!).
22 Y saliendo, no les podía hablar (la "señal" ya había comenzado): y entendieron que había visto visión en el Templo (probablemente se refería a un posible resplandor de su rostro): y él les hablaba por señas, y quedó mudo.
23 Y fue, que cumplidos los días de su oficio (transcurría casi por una semana), se vino a su casa.
24 Y después de aquellos días concibió su mujer Elisabet (no nos dice cuántos años tenía ella, sólo que era "de edad avanzada" [v. 7]), y se escondió por cinco meses, diciendo (se escondió para buscar al Señor en cuanto a la manera que ella debía criar a este hijo, y cómo él sería entrenado),
25 Porque el Señor me ha hecho así en los días en que se dignó mirarme para quitar mi afrenta entre los hombres (ya no quedaría sin hijos, pero, de hecho, dará a luz al Profeta más grande que jamás ha vivido).
MARÍA
26 Y al sexto mes (se refiere a seis meses después que Elisabet había concebido; en consecuencia, Juan era seis meses mayor que Jesús) el Ángel Gabriel fue enviado de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret (aunque parezca extraño, Israel despreció a Nazaret en esa época),
27 A una virgen (en el Texto Griego esta palabra es "pardsénos," que se refiere a una virgen pura que no conoció jamás a hombre alguno, y nunca ha tenido una relación conyugal; en Hebreo, la palabra es "Ha-alma," que significa, "la Virgen – la única que haya existido, o que jamás habría una madre de esta manera") desposada (comprometida) con un varón que se llamaba José, de la casa de David (estaba en el linaje directo de David a través de Salomón); y el nombre de la Virgen era María (el linaje de María se trazó por David pero a través de uno de los hijos de David, Natán; por lo tanto, su linaje era perfecto en cuanto a las Profecías del Mesías que vendría de  la Casa de David [II Sam., cap. 7]).
28 Y entrando el Ángel adonde estaba, dijo (indica el momento más grande en la historia humana, el anuncio del nacimiento venidero del Señor de la Gloria en la Encarnación, es decir, "Dios hecho hombre"), Salve, muy favorecida (quiere decir, "muy engraciada," no "llena de gracia," como la Iglesia Católica lo enseña, sino como alguien que sin merecer, había recibido la notable Gracia de Dios) el Señor está contigo (señala su posición de humildad): bendita tú entre las mujeres (no dice "más que todas las demás mujeres" como los Católicos enseñan, sin embargo, ella definitivamente fue muy bendita).
29 Más ella cuando le vio, se turbó de sus palabras (una perturbación total, no una agitación parcial, ni ligera), y pensaba qué salutación fuese ésta (ella de ninguna manera entendió la razón por la cual él se dirigió a ella como lo hizo).
30 Entonces el Ángel le dijo, María, no temas: porque has hallado gracia delante de Dios (debiera traducirse, "tú has recibido la Gracia de parte de Dios").
31 Y, he aquí, concebirás en tu seno (debiera traducirse, "tú concebirás seguidamente en tu matriz," quiere decir inmediatamente), y darás a luz un Hijo (expresa la Encarnación, Dios manifestado en la carne, Dios con nosotros, y Emanuel [Isa. 7:14]), y llamarás Su Nombre JESÚS (la versión Griega del Hebreo, "Josué"; significa "El Salvador," o "La Salvación de Jehová").
32 Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo (realmente quiere decir "el Más Eminente," y se refiere a "Jehová"): y Le dará el Señor Dios el trono de David Su padre (II Sam., cap. 7):
33 Y reinará sobre la casa de Jacob por siempre; y de Su Reino no habrá fin (comenzará en la Segunda Venida, y durará para siempre, pudiera haber comenzado a principios de Su Ministerio, pero Él fue rechazado por Israel, pero en la Segunda Venida, Lo aceptarán como su Salvador, Mesías y Rey [Zac., caps. 12-14]).
34 Entonces María dijo al Ángel, ¿Cómo será esto, porque no conozco varón? (Es muy probable que ella estaba al final de su adolescencia.)
35 Y respondiendo el Ángel y le dijo, El Espíritu Santo vendrá sobre ti (tiene la misma connotación que, "el Espíritu de Dios se movió sobre la faz de las aguas" [Gén. 1:2]), y la Virtud del Altísimo te hará sombra (tiene la misma referencia que, "Y dijo Dios, Sea la luz: y fue la luz" [Gén. 1:3]): por lo cual también el Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios (constituye la Encarnación, "Dios hecho Hombre"; Él sería el Mismísimo Dios y el Mismísimo Hombre).
36 Y, he aquí, Elisabet tu prima (la palabra, "prima," en el Texto Griego es "sungenés," que significa "compatriota," y no necesariamente una prima en el sentido de un pariente consanguíneo; sin embargo, María definitivamente pudiera haber sido personalmente pariente de Elisabet), también ella ha concebido hijo en su vejez: y este es el sexto mes para ella que fue llamada la estéril:
37 Porque ninguna cosa es imposible para Dios (lo que es imposible con el hombre es muy posible con Dios).
38 Entonces María dijo, He aquí, la sierva del Señor (maravillosamente demuestra la humildad de esta señorita; pienso que ella se hubiera sentido apenada, por la manera que sin base bíblica el Catolicismo la ha elevado – aun hasta el lugar de Deidad); hágase a mí conforme a tu palabra (ella da su consentimiento en forma simple y sublime, lo que encierra el más extraordinario acto de Fe que una mujer jamás pudiera haber consentido). Y el Ángel se fue de su presencia.
MARÍA VISITA A ELISABET
39 En aquellos días levantándose María (tiene que ver con la época inmediatamente después de la aparición del Ángel Gabriel), fue a la región montañosa con prisa, a una ciudad de Judá (la tradición ubica ésta en Hebrón);
40 Y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet (le dio la bienvenida incondicionalmente).
41 Y aconteció, que, cuando oyó Elisabet la salutación de María (el relato que el Ángel Gabriel había dado a María acerca del nacimiento de Jesús), la criatura (el que sería conocido como Juan el Bautista) saltó en su vientre (con la mención de Jesús, el Espíritu Santo incluyó al niño aún no nacido y respondió; no significa que el niño aún no nacido tenía la comprensión); y Elisabet fue llena del Espíritu Santo ("llena" en el Texto Griego es "plédso," y quiere decir "embeber, influir o proveer"; esto no tiene el sentido de lo que sucedió en el día de Pentecostés, refiriéndose a Hechos 2:4):
42 Y ella (Elisabet) exclamó a gran voz y dijo, Bendita tú (María) entre las mujeres (no era superior a las demás mujeres como lo afirman los Católicos; sin embargo, María fue realmente bendita, como sería obvio), y bendito el fruto de tu vientre (¡Jesucristo era aquel "fruto!").
43 ¿Y por qué me ha acontecido esto a mí (¿Por qué me honran de esta manera?), que la madre de mi Señor venga a mí? (Ella usó la palabra "Señor" en su máximo sentido; cuán grande como su propio niño llegaría a ser a la Vista del Señor, he aquí, la madre del Que aún es mayor, Él Mismo Señor.)
44 Porque, he aquí, como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre (era una manifestación del Espíritu Santo Quién produjo esta reacción).
45 Y bienaventurada la que creyó (se refiere a María y su Fe): porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor (las palabras "se cumplirán" son una certidumbre de esta acción).
El MAGNÍFICAT
46 Entonces María dijo (lo que sigue realmente constituye una canción, y está en la tradición de la "canción de Débora" [Juec. 5:1-31]), engrandece mi alma al Señor (ella "magnificaba al Señor," mientras que la Iglesia Católica erróneamente la magnifica a ella),
47 Y mi espíritu se alegró en Dios mi Salvador (refuta la teoría de la "Inmaculada Concepción," o la ausencia total del pecado original en María; Dios era su Salvador, entonces ella era una pecadora, a fin de ser Salva; Las Escrituras dice, "todos han pecado" [Rom. 3:23]).
48 Porque ha mirado a la bajeza de Su sierva (humildad): porque, he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones (la palabra "bienaventurada" es una sola palabra, y simplemente significa "un recipiente de la Gracia").
49 Porque me ha hecho grandes cosas El Poderoso; y Santo es Su Nombre ("Santo" es la esencia de Su Ser, y se refiere a Dios el Padre).
50 Y Su Misericordia de generación a generación a los que Le temen (la misericordia se extiende a aquéllos que realmente Le reverencian, es decir, "lo respetan").
51 Hizo valentía con Su Brazo (declara el Poder de Dios en una manera por la cual se utilizaba); esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones (expresa que el Mesías revoca el concepto del hombre de lo que es grande y pequeño).
52 Quitó los poderosos de los tronos, y levantó a los humildes (el Señor ignoró la vanidad orgullosa de la élite religiosa de Israel, y dirigió Su Atención en una pequeña "sierva").
53 A los hambrientos ha colmado de bienes (tiene que ver con los que tienen hambre y sed de Justicia [Mat. 5:6]); y a los ricos envió vacíos (se refiere a los que afirman ser ricos y enriquecidos de bienes, y no tienen necesidad de nada [Apoc. 3:17]).
54 Recibió a Israel Su siervo, acordándose de Su Misericordia (desgraciadamente, Israel no quiso Su ayuda, ni Su Misericordia).
55 Como habló a nuestros padres, a Abraham, y a su simiente para siempre (el canto de María comienza "magnificando al Señor," y termina "recordando para siempre las Promesas de Dios").
56 Y se quedó María con ella (Elisabet) como tres meses, después se volvió a su casa (toda indicación es de que José y María se casaron casi inmediatamente después de la visita del Ángel Gabriel [Mat. 1:18-25]).
EL NACIMIENTO DE JUAN
EL BAUTISTA
57 Y a Elisabet se le cumplió el tiempo de dar a luz; y dio a luz un hijo.
58 Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios había hecho con ella grande misericordia; y se alegraron con ella.
59 Y aconteció, que al octavo día vinieron para circuncidar al niño (era un Mandamiento originalmente dado a Abraham por el Señor [Gén. 17:10-12]); y ellos le llamaban del nombre de su padre, Zacarías ("ellos" se refiere a amigos y a parientes, no se refiere a Zacarías ni a Elisabet).
60 Y respondiendo su madre dijo, No; sino Juan será llamado (en obediencia a lo que Gabriel había encargado).
61 Y le dijeron, ¿Por qué? nadie hay en tu parentela que se llame de este nombre.
62 Y hablaron por señas a su padre, cómo le quería llamar (demuestra que él no podía oír ni hablar).
63 Y demandando la tablilla, escribió, diciendo, Juan es su nombre. Y todos se maravillaron (en el acto de obedecer, como el siguiente Versículo lo expresa, Zacarías ya podía oír y hablar, y posiblemente le contó a ellos el relato de la aparición de Gabriel).
64 Y luego, fue abierta su boca y su lengua, y habló, bendiciendo a Dios.
65 Y fue un temor sobre todos los vecinos de ellos: y en todas las montañas de Judea fueron divulgadas todas estas cosas (Dios volvía a obrar en Israel; los 400 años de sequía profética fueron quebrantadas; una vez más, oirán, "La Palabra del Señor . . .").
66 Y todos los que las oían (las predicciones de Gabriel como fueron relatados por Zacarías y Elisabet), las conservaban en su corazón, diciendo, ¿Quién será este niño? Y la Mano del Señor estaba con él (es la manera en que Lucas expresa todo lo que le ocurrió a Juan el Bautista durante toda su vida).
LA PROFECÍA DE ZACARÍAS
67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo (tiene que ver con el Espíritu Santo que le ayudaba), y profetizó, diciendo (concerniente a lo que Juan el Bautista haría y sería en su Ministerio),
68 Bendito el Señor Dios de Israel; que ha visitado y hecho redención a Su pueblo (la palabra "bendito," como se usa aquí, es la palabra, "bendecido," y quiere decir que Dios está lleno de Gracia, y en realidad es El Dador de la Gracia; la gran Redención prometida desde hace mucho tiempo; ¡ya era una realidad!),
69 Y nos alzó un Cuerno de Salvación en la casa de David Su siervo ("un Cuerno de Salvación" es otro nombre que se Le da a Cristo por el Espíritu Santo);
70 Como habló por boca de sus Santos Profetas, que fueron desde el principio (comenzó en Génesis 3:15):
71 Salvación de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos aborrecieron (declara la Salvación por la Gracia, pero también para Israel, y será cumplido en la Segunda Venida);
72 Para hacer misericordia con nuestros padres, y acordándose de Su Santo Pacto (Jesús es el portador de esa "Misericordia," en realidad ¡Él es la Misericordia!);
73 Del juramento que juró a Abraham nuestro padre (este "Juramento" se encuentra en Gén. 12:3; 17:4; 22:16-17),
74 Que nos había de dar, que sin temor librados de nuestros enemigos, Le serviríamos (tiene que ver con la Salvación y, también, con la Edad del Reino venidero),
75 En Santidad y en Justicia delante de Él, todos los días nuestros (será cumplido en su totalidad en la Edad del Reino venidero).
76 Y tú, niño (Juan el Bautista), Profeta del Altísimo serás llamado: porque irás ante la Faz del Señor para preparar Sus Caminos (Juan el Bautista será el precursor del Rey acerca del Cual habían escrito los Profetas);
77 Dando conocimiento de Salvación a Su pueblo para remisión de sus pecados (lo que Jesús haría al ir a la Cruz),
78 Por las Entrañas de Misericordia de nuestro Dios con que nos visitó de lo alto la Aurora (otro nombre para Cristo, "la Aurora en las Alturas"),
79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros pies por camino de paz (Jesús es la Luz del mundo).
80 Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu (en los caminos del Señor), y estuvo en los desiertos hasta el día que se mostró a Israel (permaneció allí hasta que cumplió 30 años, antes de comenzar su Ministerio, lo cual cumplió la Ley [Núm. 4:3]).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

Labels: , , , , , , , , , , , , , ,

0 Comments:

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home