El 21 de febrero Lectura Bíblica Diaria
El 21 de febrero Lectura Bíblica Diaria:
Isaías 38-40:
38 En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás. Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared, e hizo oración a Jehová, y dijo: Oh Jehová, te ruego que te acuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos. Y lloró Ezequías con gran lloro. Entonces vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: Vé y dí a Ezequías: Jehová Dios de David tu padre dice así: He oído tu oración, y visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años. Y te libraré a ti y a esta ciudad, de mano del rey de Asiria; y a esta ciudad ampararé. Y esto te será señal de parte de Jehová, que Jehová hará esto que ha dicho: He aquí yo haré volver la sombra por los grados que ha descendido con el sol, en el reloj de Acaz, diez grados atrás. Y volvió el sol diez grados atrás, por los cuales había ya descendido. Escritura de Ezequías rey de Judá, de cuando enfermó y sanó de su enfermedad: Yo dije: A la mitad de mis días iré a las puertas del Seol; privado soy del resto de mis años. Dije: No veré a JAH, a JAH en la tierra de los vivientes; ya no veré más hombre con los moradores del mundo. Mi morada ha sido movida y traspasada de mí, como tienda de pastor. Como tejedor corté mi vida; me cortará con la enfermedad; me consumirás entre el día y la noche. Contaba yo hasta la mañana. Como un león molió todos mis huesos; de la mañana a la noche me acabarás. Como la grulla y como la golondrina me quejaba; gemía como la paloma; alzaba en alto mis ojos. Jehová, violencia padezco; fortaléceme. ¿Qué diré? El que me lo dijo, él mismo lo ha hecho. Andaré humildemente todos mis años, a causa de aquella amargura de mi alma. Oh Señor, por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas está la vida de mi espíritu; pues tú me restablecerás, y harás que viva. He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados. Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad. El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy; el padre hará notoria tu verdad a los hijos. Jehová me salvará; por tanto cantaremos nuestros cánticos en la casa de Jehová todos los días de nuestra vida. Y había dicho Isaías: Tomen masa de higos, y pónganla en la llaga, y sanará. Había asimismo dicho Ezequías: ¿Qué señal tendré de que subiré a la casa de Jehová? 39 En aquel tiempo Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y presentes a Ezequías; porque supo que había estado enfermo, y que había convalecido. Y se regocijó con ellos Ezequías, y les mostró la casa de su tesoro, plata y oro, especias, ungüentos preciosos, toda su casa de armas, y todo lo que se hallaba en sus tesoros; no hubo cosa en su casa y en todos sus dominios, que Ezequías no les mostrase. Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué dicen estos hombres, y de dónde han venido a ti? Y Ezequías respondió: De tierra muy lejana han venido a mí, de Babilonia. Dijo entonces: ¿Qué han visto en tu casa? Y dijo Ezequías: Todo lo que hay en mi casa han visto, y ninguna cosa hay en mis tesoros que no les haya mostrado. Entonces dijo Isaías a Ezequías: Oye palabra de Jehová de los ejércitos: He aquí vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice Jehová. De tus hijos que saldrán de ti, y que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia. Y dijo Ezequías a Isaías: La palabra de Jehová que has hablado es buena. Y añadió: A lo menos, haya paz y seguridad en mis días. 40 Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados. Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado. Voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo. La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo. Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; dí a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro! He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas. ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo. Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio. Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es. ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata. El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva. ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? El está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar. El convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como cosa vana. Como si nunca hubieran sido plantados, como si nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca. ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio. ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Salmos 70:
Apresúrate,
oh Dios, a rescatarme; ¡apresúrate, Señor, a socorrerme! Que sean
avergonzados y confundidos los que procuran matarme. Que retrocedan
humillados todos los que desean mi ruina. Que vuelvan sobre sus pasos,
avergonzados, todos los que se burlan de mí. Pero que todos los que te
buscan se alegren en ti y se regocijen; que los que aman tu salvación
digan siempre: "¡Sea Dios exaltado!" Yo soy pobre y estoy necesitado;
¡ven pronto a mí, oh Dios! Tú eres mi socorro y mi libertador; ¡no te
demores, Señor!
Proverbios 4:
Escuchen, hijos, la
corrección de un padre; dispónganse a adquirir inteligencia. Yo les
brindo buenas enseñanzas, así que no abandonen mi instrucción. Cuando yo
era pequeño y vivía con mi padre, cuando era el niño consentido de mi
madre, mi padre me instruyó de esta manera: "Aférrate de corazón a mis
palabras; obedece mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría,
adquiere inteligencia; no olvides mis palabras ni te apartes de ellas.
No abandones nunca a la sabiduría, y ella te protegerá; ámala, y ella te
cuidará. La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría! Por sobre
todas las cosas, adquiere discernimiento. Estima a la sabiduría, y ella
te exaltará; abrázala, y ella te honrará; te pondrá en la cabeza una
hermosa diadema; te obsequiará una bella corona." Escucha, hijo mío;
acoge mis palabras, y los años de tu vida aumentarán. Yo te guío por el
camino de la sabiduría, te dirijo por sendas de rectitud. Cuando
camines, no encontrarás obstáculos; cuando corras, no tropezarás.
Aférrate a la instrucción, no la dejes escapar; cuídala bien, que ella
es tu vida. No sigas la senda de los perversos ni vayas por el camino de
los malvados. ¡Evita ese camino! ¡No pases por él! ¡Aléjate de allí, y
sigue de largo! Los malvados no duermen si no hacen lo malo; pierden el
sueño si no hacen que alguien caiga. Su pan es la maldad; su vino, la
violencia. La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de
la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza su
plenitud. Pero el camino de los malvados es como la más densa oscuridad;
¡ni siquiera saben con qué tropiezan! Hijo mío, atiende a mis consejos;
escucha atentamente lo que digo. No pierdas de vista mis palabras;
guárdalas muy dentro de tu corazón. Ellas dan vida a quienes las hallan;
son la salud del cuerpo. Por sobre todas las cosas cuida tu corazón,
porque de él mana la vida. Aleja de tu boca la perversidad; aparta de
tus labios las palabras corruptas. Pon la mirada en lo que tienes
delante; fija la vista en lo que está frente a ti. Endereza las sendas
por donde andas; allana todos tus caminos. No te desvíes ni a diestra ni
a siniestra; apártate de la maldad.
El Libro de Los Hechos Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 2
(33 d.C.)
PENTECOSTÉS
Y
CUANDO se cumplieron los Días de Pentecostés (la Fiesta de Pentecostés,
una de las siete grandes Fiestas ordenadas por Dios y en que
participaba Israel cada año; ocurría cincuenta días después de la
Pascua), estaban todos unánimes juntos (no en el Aposento Alto donde
ellos se reunían antes, sino más bien en el Templo [Luc. 24:53; Hch.
2:46]).
2 Y de repente vino un estruendo del Cielo como de un viento
recio que corría (muestra la venida del Espíritu Santo en una nueva
dimensión, todo hecho posible por la Cruz), el cual llenó toda la casa
(el Templo) donde estaban sentados (estaban probablemente en el Atrio de
los Gentiles).
3 Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de
fuego (el único registro de tal en el Nuevo Testamento, y era el
cumplimiento de la Profecía de Juan el Bautista acerca de Jesús [Mat.
3:11]), que se asentó sobre cada uno de ellos (se refiere a todos los
que estaban allí, no sólo los Doce Apóstoles; el número exacto no se
conoce).
4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo (todos fueron
llenos, no sólo los Apóstoles; como resultado de la Cruz, el Espíritu
Santo podía entrar ahora en los corazones y vidas de todos los Creyentes
para morar permanentemente [Jn. 14:16]), y comenzaron a hablar en otras
lenguas (la evidencia física inicial que una persona ha sido Bautizado
con el Espíritu, y fue predicho por el Profeta Isaías [Isa. 28:9-12], y
por Cristo [Marc. 16:17; Jn. 15:26; 16:13]), como el Espíritu les daba
que hablasen (quiere decir que ellos no lo iniciaron, sino que lo inició
el Espíritu; como veremos, éstas eran lenguas conocidas en algún lugar
en el mundo, pero no por el orador).
5 Moraban entonces en Jerusalén
Judíos, varones religiosos, de todas las naciones debajo del Cielo (los
Judíos en esa época fueron dispersados por todas partes del Mundo
Romano, y miles de personas llegaban de cada nación para guardar la
Fiesta).
6 Y hecho este estruendo (las multitudes que estaban en el
Templo oyeron y vieron lo que ocurría, y también, comenzaban a contarlo a
los demás), se juntó la multitud (lo que pasaba atraía una multitud), y
estaban confusos, porque cada uno les oía hablar su propia lengua
(quiere decir que estos Judíos espectadores oyeron a esta gente que
hablaba en muchas lenguas distintas, de hecho, lenguas de la nación de
su origen, de dondequiera que llegaron, que da por sentado que esto no
era un bullicio o balbuceo como algunos afirman).
7 Y estaban
atónitos y maravillados (casi siempre tenía que ver con el hablar en
otras lenguas), diciendo, He aquí, ¿no son Galileos todos estos que
hablan? (Significa que el acento Galileo era distinto y conocido [Marc.
14:70; Luc. 22:59].)
8 ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada
uno en nuestra lengua en que somos nacidos? (Demuestra otra vez que esto
no era bullicio, ni mera cháchara, ni balbuceo, sino más bien una
lengua conocida en alguna parte del mundo, pero no era la lengua nativa
de la misma persona que hablaba.)
9 Partos y Medos, y Elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea y en Capadocia, en el Ponto y en Asia,
10
En Frigia y Panfilia, en Egipto y en las partes de África que está de
la otra parte de Cirene, y Romanos extranjeros, tanto Judíos como
convertidos,
11 Cretenses y Árabes, les oímos hablar en nuestras
lenguas las Maravillas de Dios (nos enseña lo que realmente es el hablar
en lenguas, una declaración de las "Obras Maravillosas de Dios").
12
Y estaban todos atónitos y perplejos (debería haberse traducido, "y
quedaron perplejos;" ellos no tenían ninguna respuesta racional para su
perplejidad), diciendo los unos a los otros, ¿Qué quiere ser esto? (Este
interrogante se hizo más con asombro que en espera de una respuesta.)
13
Mas otros burlándose, decían (ellos se mofaron; ya sea por gesto o por
palabra, se mofaron del Testimonio de lo que se dio por el Espíritu
Santo), Que están llenos de mosto (era realmente una acusación de que
estaban ebrios, es decir, "intoxicados"; algunos se asombraron y otros
"se mofaron," lo que ocurre hasta hoy día).
PEDRO
14 Entonces
Pedro, poniéndose en pie con los Once, alzó su voz, y les habló diciendo
(Pedro iba a predicar el Mensaje inaugural de la Iglesia en ese Día de
Pentecostés), Varones Judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén,
esto os sea notorio, y oíd mis palabras (probablemente se predicó el
Mensaje en el Pórtico de Salomón, parte del Atrio de los Gentiles; donde
los debates y cosas parecidas se celebraban frecuentemente):
15
Porque éstos no están borrachos, como vosotros pensáis (en efecto, dice
que estaban ebrios, pero no en la forma normal), siendo la hora tercera
del día (a las 9:00 de la mañana).
16 Mas esto es lo que fue dicho
por el Profeta Joel (por favor observe que Pedro no dijo, "esto cumple
lo dicho por el Profeta Joel," sino más bien, "esto es lo que..." que
significa que esto continuará);
17 Y será en los postreros días, dice
Dios (proclama que estos "postreros días" que comenzaron en el Día de
Pentecostés, y seguirán a través de la Gran Tribulación venidera),
Derramaré de Mi Espíritu sobre toda carne (habla de toda la gente en
todas partes y, por lo tanto, no se limitaban por alguna localidad
geográfica particular; también, no se limitaban con respecto a raza,
color o credo): Y vuestros hijos y vuestras hijas Profetizarán (incluye
ambos géneros); y vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros viejos
soñarán sueños (todo dado por el Espíritu Santo; la lengua Hebrea
indica, "tanto los varones jóvenes como ancianos verán visiones, y tanto
los ancianos como los jóvenes soñarán sueños"; también se aplica a los
dos géneros):
18 Y de cierto sobre Mis siervos y sobre Mis siervas en
aquellos días Derramaré de Mi Espíritu (tiene la intención de dirigirse
deliberadamente a dos clases de personas a quienes se daban muy poco
estatus en el pasado, a los esclavos y a las mujeres); y Profetizarán
(pertenece a uno de los "Dones del Espíritu" [I Cor. 12:8-10]):
19 Y
daré prodigios arriba en el Cielo, y señales abajo en la Tierra; sangre y
fuego y vapor de humo (pertenece al hecho de que estos "días de Mi
Espíritu" abarcarán la totalidad de la Edad de la Iglesia, hasta en la
Gran Tribulación venidera; aquel límite de tiempo ya alcanza casi dos
mil años):
20 El sol se volverá en tinieblas, y la luna en sangre (no
tiene la intención de ser literal, sino más bien que la luna va a
parecer como sangre roja como resultado de las condiciones
atmosféricas), antes que venga el Día del Señor, grande y manifiesto (la
Segunda Venida):
21 Y será que todo aquel que invocare el Nombre del
Señor, será salvo (Joel 2:30-32; presenta una de las declaraciones más
gloriosas que jamás se haya dicho; esto incluye tanto a Judíos como a
Gentiles igualmente).
22 Varones Israelitas, oíd estas palabras (el
Mensaje inaugural de la Iglesia); Jesús Nazareno, Varón aprobado de Dios
entre vosotros (Jesús siempre tiene que ser el tema de nuestro Mensaje;
Él fue aprobado por Dios, pero no por los hombres) en maravillas y
prodigios y señales, que Dios hizo por Él en medio de vosotros (lo que
Pedro sabía directamente, porque él estaba allí), como también vosotros
sabéis (tantas cosas sucedieron que no había absolutamente excusa alguna
para que ellos no lo supieran):
23 A Éste, entregado por determinado
consejo y providencia de Dios (era el Plan de Dios que Jesús muriera en
la Cruz; sin embargo, esto no era el Plan de Dios para que los líderes
religiosos de Israel hicieran esta cosa; era de su propia maquinación y
selección), prendisteis y matasteis por manos de los inicuos,
crucificándole (¡presenta un cargo tan serio que es imposible
describirlo! sin embargo, si ellos buscaran la misericordia y el perdón,
Dios les perdonaría, como lo veremos):
24 Al cual Dios levantó
(tiene que ver con la Resurrección), sueltos los dolores de la muerte
(la muerte no podía sujetarlo porque Él expió todo pecado, la paga del
pecado es muerte [Rom. 6:23]): por cuanto era imposible ser detenido de
ella (la muerte hubiera gustado retenerlo en su apretón, pero no se pudo
porque Él le quitó su derecho legal; como se dijo, Él expió todo
pecado, que derrotó la muerte, a Satanás y a todos los principados y
potestades [Col. 2:14-15]).
25 Porque David dice de Él (Sal.
16:8-11), Veía al Señor siempre delante de Mí, porque está a Mi Diestra,
no seré conmovido (por la Cruz, Cristo merecía esta posición a la
Diestra del Padre, que habla de poder y autoridad, todo de nuestra parte
[Heb. 1:3]):
26 Por lo cual Mi corazón se alegró (tiene que ver con
Cristo que se regocijaba acerca de la garantía de Su Padre y la
protección en cuanto a Su descenso al mundo de la muerte; Él sabía que
el Padre Lo sacaría), y se gozó Mi lengua (se refiere a las cosas que Él
dijo con respecto a Su Resurrección [Mat. 16:21; 17:23; 20:17-19; Marc.
8:31]); Y aun Mi carne descansará en esperanza (se refiere a apoyarse
en las Promesas de Dios acerca de la Resurrección):
27 Que no dejarás
Mi Alma en el Infierno (no era la parte ardiente del Infierno [Luc.
16:19-31]), Ni Tú (Dios El Padre) darás a Tu Santo que vea corrupción
(Su Cuerpo físico, sin pecado, no vio ninguna corrupción, que
normalmente acompaña la muerte; de hecho, fue glorificado y levantado de
entre los muertos).
28 Me hiciste notorios los caminos de la Vida
(presenta a Cristo como el Patrón de comportamiento, y también presenta
no solamente la Resurrección de Sí Mismo, sino la de todos los
Creyentes); Me llenarás de gozo con Tu presencia (el Rostro de Dios
resplandeció realmente sobre Cristo, y resplandece sobre nosotros
también, porque estamos "en Cristo").
29 Varones hermanos, se os
puede libremente decir del Patriarca David (muestra la única oportunidad
en Las Escrituras en que se refirió a David como un "Patriarca"), que
murió, y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de
hoy (se incluyó aquí para disipar las nociones erróneas sostenidas por
los Fariseos y los líderes religiosos de Israel acerca del Mesías).
30
Empero siendo Profeta (tiene que ver con muchas de las Profecías que
David declaró en los Salmos en cuanto a Cristo), y sabiendo que con
juramento le había Dios jurado que del fruto de su lomo, en cuanto a la
carne (II Sam. 7:11-16), Él (Dios) levantaría al Cristo que se sentaría
sobre su trono (para sentarse en el Trono de David, que no se ha
cumplido todavía, pero de seguro va a cumplirse en la Edad del Reino
venidero; todo esto demuestra la Encarnación, Dios que se hace Hombre y
lo hace por el linaje de David);
31 Viéndolo (David) antes, habló de
la Resurrección de Cristo (dice a los líderes religiosos de Israel que
David claramente Profetizó que Jesús resucitaría de entre los muertos
[Sal. 16:8-11]), que Su Alma no fue dejada en el Infierno (como se
declaró, Él no fue al lado ardiente del Infierno, sino más bien al
Paraíso [Luc. 16], y así también a algunas prisiones particulares en
aquella región infernal [I Ped. 3:19-20]), ni Su carne vio corrupción
(Él no fue atormentado en el Infierno como algunos lo enseñan, tampoco
había descomposición alguna en Su Cuerpo físico; sino que fue
Glorificado).
32 A este Jesús (Al que Crucificaron) resucitó Dios
(habla del Jesús físico y no de cierto espíritu), de lo cual todos
nosotros somos testigos (Pedro les dice que a pesar de lo que digan,
todo Israel sabe que Jesús fue resucitado de entre los muertos).
33
Así que, levantado por la Diestra de Dios (Cristo es exaltado ahora, no
sólo como Creador, sino también como Salvador, que fue hecho posible por
la Cruz), y recibiendo del Padre la Promesa del Espíritu Santo
(demuestra que Jesús fue aceptado por el Padre porque el Espíritu Santo
fue enviado de regreso, justo como fue Prometido [Jn. 16:7]), ha
derramado esto que vosotros veis y oís (ellos vieron a la gente y oyeron
que hablaban en lenguas).
34 Porque David no subió a los Cielos
(Pedro dijo esto para demostrar que David no declaró estas Profecías
acerca de él mismo, sino más bien acerca de Aquel que había de venir, es
decir, el Señor Jesucristo; desde luego, algunos de los líderes
religiosos de Israel declaraban que estas Profecías se relacionaban con
David, y no tuvieron nada que ver con Jesús, lo que Pedro rechaza
rotundamente): empero él (David) dice, Dijo el Señor a Mi Señor (Dios el
Padre Le dijo a Dios el Hijo), Siéntate a Mi Diestra ([Sal. 110:1] aquí
es donde Jesús mora ahora [Heb. 1:3]),
35 Hasta que ponga a Tus
enemigos por estrado de Tus Pies (todo hecho posible por la Cruz [Col.
2:14-15] pero no será efectuado completamente hasta la conclusión de la
Edad del Reino [Apoc., cap. 20; I Cor. 15:24-25]).
36 Sepa pues
ciertísimamente toda la casa de Israel (Pedro se dirigió directamente
hacia los líderes religiosos de Israel, y es inspirado por el Espíritu
Santo), que a éste Jesús que vosotros crucificasteis, Dios ha hecho
Señor y Cristo (Jesús era y es "Jehová" y, también, el "Mesías" de
Israel).
EL RESULTADO
37 Entonces oído esto, fueron compungidos de
corazón (el Poder de convicción del Espíritu Santo), y dijeron a Pedro y
a los otros Apóstoles, Varones hermanos, ¿qué haremos? (declaraba que
esta gente, quienquiera que sea, estaba deseosa de ponerse bien con
Dios.)
38 Y Pedro les dice, Arrepentíos (admitir que Dios tiene
razón, y nosotros estamos equivocados), y bautícese cada uno de vosotros
en el Nombre de Jesucristo (por la autoridad de aquel Nombre; no existe
ninguna fórmula bautismal en el Libro de los Hechos; Cristo dio la
única fórmula en Mat. 28:19) para perdón de los pecados (debiera
traducirse, "a causa de la remisión de los pecados"; se Bautiza en Agua
porque los pecados ya fueron remitidos a raíz de la Fe en Cristo, y no
porque los pecados debieran ser remitidos), y recibiréis el Don del
Espíritu Santo (el arrepentimiento garantiza la Salvación, que prepara
al Creyente para que esté listo a ser Bautizado con el Espíritu Santo;
el Creyente no es Bautizado con el Espíritu automáticamente en la
conversión; es una experiencia que le sigue a la Salvación, y siempre
está acompañada con el hablar en otras lenguas [Hch. 2:4; 10:44-46;
19:1-7]).
39 Porque para vosotros (dirigido a muchos de los Judíos
que estaban de pie en el Templo escuchando a Pedro ese día) es la
Promesa (del Bautismo con el Espíritu Santo), y para vuestros hijos
(quiere decir que este gran derramamiento no se detuvo con el
derramamiento inicial, sino que continúa), y para todos los que están
lejos (significa que no es sólo para aquellos en Jerusalén, sino para el
mundo entero también), para cuantos el Señor nuestro Dios llamare
(aquel "Llamado" es a "quienquiera" [Jn. 7:37-39; Apoc. 22:17]).
40 Y
con otras muchas palabras testificaba y exhortaba (nos explica que sólo
tenemos cierta parte del Mensaje de Pedro), diciendo, Sed salvos de
esta perversa generación (es un llamado al Arrepentimiento).
41 Así
que, los que recibieron su palabra, fueron bautizados (algunos creyeron
lo que Pedro dijo, entregaron sus corazones a Dios y se arrepintieron de
sus pecados; entonces ellos fueron Bautizados en Agua): y fueron
añadidas a ellos aquel día como tres mil personas (durante el primer Día
de Pentecostés, el Día en que se entregó la Ley, unos tres mil hombres
murieron [Éx. 32:28]; durante este Día de Pentecostés, como resultado de
la Cruz, unas tres mil personas fueron salvas).
LA IGLESIA PRIMITIVA
42
Y perseveraban en la Doctrina de los Apóstoles (aquella Doctrina se
encuentra en el Versículo 38), y en la comunión, y en el partimiento del
pan (tenía que ver con la celebración de la Cena del Señor, que se
llevó a cabo en un ambiente probablemente mucho más informal que en la
actualidad), y en las oraciones (simplemente quiere decir que era una
Iglesia de oración).
43 Y toda persona tenía temor (se refiere al
Movimiento y la Operación del Espíritu Santo; viendo las cosas que el
Espíritu hacía, todos tenían un sentir de admiración reverencial,
maravilla y temor): y muchas maravillas y señales eran hechas por los
Apóstoles (el Espíritu Santo hizo esto a fin de dar a la Iglesia un gran
principio; todo esto siguió, justo como tiene la intención de seguir,
pero teniendo como una base más limitada, como lo explica la última
parte del Libro de los Hechos).
44 Y todos los que creían estaban
juntos (como resultado de la gran animosidad de los Judíos contra los
seguidores de Cristo, los Creyentes tuvieron que unirse), y tenían todas
las cosas comunes (como resultado de miles que perdieron sus empleos a
raíz de la persecución, aquellos que tenían bienes materiales
compartieron con aquellos que no tenían);
45 Y vendían las
posesiones, y las haciendas (ellos vendieron cosas que de veras no
necesitaban, a fin de que pudieran ayudar a aquellos que estaban en gran
necesidad), y las repartían a todos, según lo que cada uno necesitaba
(representaba una comunidad Cristiana como resultado de la gran
persecución que estaba cerca).
46 Y perseverando unánimes cada día en
el Templo (en cierto modo, el Templo fue convertido en una Iglesia, que
de seguro causaba mucha irritación a las autoridades religiosas), y
partiendo el pan en las casas (quiere decir que la Iglesia en sí estaba
realmente resguardada en casas por todas partes en Jerusalén), comían
juntos con alegría y con sencillez de corazón (ellos tenían gozo que la
persecución no les iba a molestar),
47 Alabando a Dios, y teniendo
gracia con todo el pueblo (Jerusalén en conjunto estaba impresionado
favorablemente por lo que vieron con respecto a estos seguidores de
Cristo). Y el Señor añadía cada día a la Iglesia los que habían de ser
salvos (muchos venían al Señor).
1 Corintios 13:
Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4:
Así que no
pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes
necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de
Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo,
"el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la
fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos
de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que
tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo
que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron
aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado
por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se
ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de
Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su
ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por
la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue
hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió
testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible
agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer
que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé,
advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó
un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a
ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham,
cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como
herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó
como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña
con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque
esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y
constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que
Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque
consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo
hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna
condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por
medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del
pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la
naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio
Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que
se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en
la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se
cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa
sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza
pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio,
los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del
Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad
que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es
enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de
hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a
Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino
según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo
está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el
Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el
Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en
ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará
vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en
ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de
vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven
conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a
los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados
por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un
espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los
adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu
mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos
hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues
si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria.
De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales
con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda
con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a
la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del
que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación
misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así
alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la
creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo
ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del
Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción
como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa
esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es
esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que
todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así
mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos
qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que
no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones,
sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por
los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que
Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que
han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios
conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la
imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó,
también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede
estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino
que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios
e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero."* Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni
la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por
venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda
la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
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