25 November 2022

El 25 de noviembre Lectura Bíblica Diaria

 

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


 
El 25 de noviembre Lectura Bíblica Diaria:

2 Samuel 5-7:
5 Vinieron todas las tribus de Israel a David en Hebrón y hablaron, diciendo: Henos aquí, hueso tuyo y carne tuya somos. Y aun antes de ahora, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú quien sacabas a Israel a la guerra, y lo volvías a traer. Además Jehová te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás príncipe sobre Israel. Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y el rey David hizo pacto con ellos en Hebrón delante de Jehová; y ungieron a David por rey sobre Israel. Era David de treinta años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años. En Hebrón reinó sobre Judá siete años y seis meses, y en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre todo Israel y Judá. Entonces marchó el rey con sus hombres a Jerusalén contra los jebuseos que moraban en aquella tierra; los cuales hablaron a David, diciendo: Tú no entrarás acá, pues aun los ciegos y los cojos te echarán (queriendo decir: David no puede entrar acá). Pero David tomó la fortaleza de Sion, la cual es la ciudad de David. Y dijo David aquel día: Todo el que hiera a los jebuseos, suba por el canal y hiera a los cojos y ciegos aborrecidos del alma de David. Por esto se dijo: Ciego ni cojo no entrará en la casa. Y David moró en la fortaleza, y le puso por nombre la Ciudad de David; y edificó alrededor desde Milo hacia adentro. Y David iba adelantando y engrandeciéndose, y Jehová Dios de los ejércitos estaba con él. También Hiram rey de Tiro envió embajadores a David, y madera de cedro, y carpinteros, y canteros para los muros, los cuales edificaron la casa de David. Y entendió David que Jehová le había confirmado por rey sobre Israel, y que había engrandecido su reino por amor de su pueblo Israel. Y tomó David más concubinas y mujeres de Jerusalén, después que vino de Hebrón, y le nacieron más hijos e hijas. Estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibhar, Elisúa, Nefeg, Jafía, Elisama, Eliada y Elifelet. Oyendo los filisteos que David había sido ungido por rey sobre Israel, subieron todos los filisteos para buscar a David; y cuando David lo oyó, descendió a la fortaleza. Y vinieron los filisteos, y se extendieron por el valle de Refaim. Entonces consultó David a Jehová, diciendo: ¿Iré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová respondió a David: Vé, porque ciertamente entregaré a los filisteos en tu mano. Y vino David a Baal-perazim, y allí los venció David, y dijo: Quebrantó Jehová a mis enemigos delante de mí, como corriente impetuosa. Por esto llamó el nombre de aquel lugar Baal-perazim. Y dejaron allí sus ídolos, y David y sus hombres los quemaron. Y los filisteos volvieron a venir, y se extendieron en el valle de Refaim. Y consultando David a Jehová, él le respondió: No subas, sino rodéalos, y vendrás a ellos enfrente de las balsameras. Y cuando oigas ruido como de marcha por las copas de las balsameras, entonces te moverás; porque Jehová saldrá delante de ti a herir el campamento de los filisteos. Y David lo hizo así, como Jehová se lo había mandado; e hirió a los filisteos desde Geba hasta llegar a Gezer. 6 David volvió a reunir a todos los escogidos de Israel, treinta mil. Y se levantó David y partió de Baala de Judá con todo el pueblo que tenía consigo, para hacer pasar de allí el arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre de Jehová de los ejércitos, que mora entre los querubines. Pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo, y la llevaron de la casa de Abinadab, que estaba en el collado; y Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban el carro nuevo. Y cuando lo llevaban de la casa de Abinadab, que estaba en el collado, con el arca de Dios, Ahío iba delante del arca. Y David y toda la casa de Israel danzaban delante de Jehová con toda clase de instrumentos de madera de haya; con arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos. Cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió su mano al arca de Dios, y la sostuvo; porque los bueyes tropezaban. Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al arca de Dios. Y se entristeció David por haber herido Jehová a Uza, y fue llamado aquel lugar Pérez-uza, hasta hoy. Y temiendo David a Jehová aquel día, dijo: ¿Cómo ha de venir a mí el arca de Jehová? De modo que David no quiso traer para sí el arca de Jehová a la ciudad de David; y la hizo llevar David a casa de Obed-edom geteo. Y estuvo el arca de Jehová en casa de Obed-edom geteo tres meses; y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa. Fue dado aviso al rey David, diciendo: Jehová ha bendecido la casa de Obed-edom y todo lo que tiene, a causa del arca de Dios. Entonces David fue, y llevó con alegría el arca de Dios de casa de Obed-edom a la ciudad de David. Y cuando los que llevaban el arca de Dios habían andado seis pasos, él sacrificó un buey y un carnero engordado. Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová; y estaba David vestido con un efod de lino. Así David y toda la casa de Israel conducían el arca de Jehová con júbilo y sonido de trompeta. Cuando el arca de Jehová llegó a la ciudad de David, aconteció que Mical hija de Saúl miró desde una ventana, y vio al rey David que saltaba y danzaba delante de Jehová; y le menospreció en su corazón. Metieron, pues, el arca de Jehová, y la pusieron en su lugar en medio de una tienda que David le había levantado; y sacrificó David holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehová. Y cuando David había acabado de ofrecer los holocaustos y ofrendas de paz, bendijo al pueblo en el nombre de Jehová de los ejércitos. Y repartió a todo el pueblo, y a toda la multitud de Israel, así a hombres como a mujeres, a cada uno un pan, y un pedazo de carne y una torta de pasas. Y se fue todo el pueblo, cada uno a su casa. Volvió luego David para bendecir su casa; y saliendo Mical a recibir a David, dijo: ¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un cualquiera! Entonces David respondió a Mical: Fue delante de Jehová, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme por príncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante de Jehová. Y aun me haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado. Y Mical hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta el día de su muerte. 7 Aconteció que cuando ya el rey habitaba en su casa, después que Jehová le había dado reposo de todos sus enemigos en derredor, dijo el rey al profeta Natán: Mira ahora, yo habito en casa de cedro, y el arca de Dios está entre cortinas. Y Natán dijo al rey: Anda, y haz todo lo que está en tu corazón, porque Jehová está contigo. Aconteció aquella noche, que vino palabra de Jehová a Natán, diciendo: Vé y dí a mi siervo David: Así ha dicho Jehová: ¿Tú me has de edificar casa en que yo more? Ciertamente no he habitado en casas desde el día en que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta hoy, sino que he andado en tienda y en tabernáculo. Y en todo cuanto he andado con todos los hijos de Israel, ¿he hablado yo palabra a alguna de las tribus de Israel, a quien haya mandado apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo: ¿Por qué no me habéis edificado casa de cedro? Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel; y he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a todos tus enemigos, y te he dado nombre grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra. Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio, desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa. Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente. Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David. Y entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor Jehová, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? Y aun te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el hombre, Señor Jehová? ¿Y qué más puede añadir David hablando contigo? Pues tú conoces a tu siervo, Señor Jehová. Todas estas grandezas has hecho por tu palabra y conforme a tu corazón, haciéndolas saber a tu siervo. Por tanto, tú te has engrandecido, Jehová Dios; por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos. ¿Y quién como tu pueblo, como Israel, nación singular en la tierra? Porque fue Dios para rescatarlo por pueblo suyo, y para ponerle nombre, y para hacer grandezas a su favor, y obras terribles a tu tierra, por amor de tu pueblo que rescataste para ti de Egipto, de las naciones y de sus dioses. Porque tú estableciste a tu pueblo Israel por pueblo tuyo para siempre; y tú, oh Jehová, fuiste a ellos por Dios. Ahora pues, Jehová Dios, confirma para siempre la palabra que has hablado sobre tu siervo y sobre su casa, y haz conforme a lo que has dicho. Que sea engrandecido tu nombre para siempre, y se diga: Jehová de los ejércitos es Dios sobre Israel; y que la casa de tu siervo David sea firme delante de ti. Porque tú, Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, revelaste al oído de tu siervo, diciendo: Yo te edificaré casa. Por esto tu siervo ha hallado en su corazón valor para hacer delante de ti esta súplica. Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo. Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre.

Salmo 46: 

Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en todos los problemas. Por eso no tenemos ningún temor. Aunque la tierra se estremezca, y los montes se hundan en el fondo del mar; aunque sus aguas bramen y se agiten, y los montes tiemblen ante su furia. Los afluentes del río alegran la ciudad de Dios, el santuario donde habita el Altísimo. Dios está en medio de la ciudad; por eso, la ciudad no será conmovida; ya en la mañana Dios le brinda su ayuda. Braman las naciones, se tambalean los reinos, pero Dios habla y la tierra se derrite. ¡Con nosotros está el Señor de los ejércitos! ¡Nuestro refugio es el Dios de Jacob! ¡Vengan a ver las grandes obras del Señor! ¡Ha sembrado en la tierra gran desolación! ¡Ha puesto fin a las guerras en los confines de la tierra! ¡Ha roto los arcos y despedazado las lanzas! ¡Ha arrojado al fuego los carros de guerra! «¡Alto! ¡Reconozcan que yo soy Dios! ¡Las naciones me exaltan! ¡La tierra me enaltece!» ¡Con nosotros está el Señor de los ejércitos! ¡Nuestro refugio es el Dios de Jacob! 




Proverbios 3:
Hijo mío, no te olvides de mi ley; guarda en tu corazón mis mandamientos. Ellos prolongarán los años de tu vida y te traerán abundante paz. No te apartes de la misericordia y la verdad; átalas alrededor de tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. Así contarás con el favor de Dios, y con una buena opinión ante los hombres. Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; teme al Señor y apártate del mal. Él será la medicina de tu cuerpo; ¡infundirá alivio a tus huesos! Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de tus cosechas. Tus graneros se saturarán de trigo, y tus lagares rebosarán de vino. Hijo mío, no desdeñes la corrección del Señor; no te sientas mal cuando te reprenda. El Señor corrige al que ama como lo hace el padre con su hijo amado. ¡Dichoso el que halla la sabiduría y se encuentra con la inteligencia! ¡Son más provechosas que la plata! ¡Sus frutos son más valiosos que el oro refinado! Son de más valor que las piedras preciosas; lo más deseable no es comparable a ellas. Con la mano derecha ofrece una larga vida, y con la izquierda ofrece riquezas y honra. Sus caminos son un deleite, y en todas sus veredas hay paz. La sabiduría es un árbol de vida para los que echan mano de ella; ¡dichosos los que no la sueltan! Con sabiduría, el Señor fundó la tierra; con inteligencia, el Señor afirmó los cielos. Con su sapiencia se abrieron los abismos, y destilaron las nubes su rocío. Hijo mío, preserva la ley y el consejo; nunca pierdas esto de vista. Éstos infundirán vida a tu alma y adornarán tu cuello. Así podrás andar confiado en tu camino, y nunca tus pies tropezarán. No tendrás temor cuando te acuestes; te acostarás y tendrás gratos sueños. No temerás que de repente te asalten las calamidades que merecen los impíos. El Señor te infundirá confianza, y evitará que tus pies queden atrapados. No te niegues a hacer los favores debidos, cuando en tu mano esté el hacerlos. Si hoy puedes ayudar a tu prójimo, no pospongas la ayuda para mañana. No hagas planes malvados contra tu prójimo; es tu prójimo y vive confiando en ti. No entables sin motivo pleitos contra nadie, mucho menos si no te han agraviado. No envidies a la gente violenta, ni escojas ninguno de sus caminos, porque al Señor le repugnan los perversos, pero es amigo de los hombres honrados. Sobre la casa de los malvados recae la maldición del Señor; sobre la habitación de los justos permanece su bendición. El Señor se burla de los burlones, pero brinda su favor a los humildes. La herencia de los sabios es la honra; la de los necios, la deshonra. 


El Libro de Los Hechos Capítulo 20 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES




CAPÍTULO 20
(60 d.C.)
MACEDONIA Y GRECIA




Y DESPUÉS que cesó el alboroto (la turba se había dispersado), llamando Pablo a los Discípulos habiéndoles exhortado y abrazado (se refiere a unos Creyentes de la Iglesia en Éfeso), se despidió, y partió para ir a Macedonia (tiene que ver con su cuidado por las Iglesias en aquella región).
2 Y pasando por todos aquellos lugares (sin duda incluía a Filipos, Tesalónica y Berea), y exhortándoles con abundancia de palabra (se refiere a la enseñanza de la Palabra de Dios, como es obvio), vino a Grecia (probablemente tiene que ver con repetida visitas a Atenas, Corinto y Cencrea, así como a otros sitios).
3 Y después de haber estado allí tres meses (probablemente pasó la mayor parte de este tiempo en Corinto [I Cor. 16:6]), y habiendo de navegar a Siria, le fueron puestas asechanzas por los Judíos (es muy probable que eran los Judíos de la Sinagoga en Corinto, que planearon matarlo); y así tomó consejo de volverse por Macedonia (básicamente indica la dirección contraria, en realidad a Filipos, de donde él daría vuelta entonces hacia a Siria).
4 Y le acompañaron hasta Asia Sópater que era de Berea, y los Tesalonicenses, Aristarco y Segundo; y Gayo de Derbe, y Timoteo; y de Asia, Tíquico y Trófimo (algunos expositores creen que se escogieron a ciertos hombres de varias Iglesias para viajar con Pablo, y llevar sus ofrendas para los pobres en Jerusalén [Hch. 19:29; 27:2; Rom. 15:25-28; I Cor. 16:3; II Cor. 8:19-23]).
5 Estos yendo delante, nos esperaron en Troas (por el uso del pronombre "nos," Lucas indica que se volvió a reunir con Pablo y su equipo).
PABLO EN TROAS
6 Y nosotros, pasados los días de los panes sin levadura, navegamos de Filipos (se refiere a la Semana de la Pascua) y vinimos a ellos a Troas en cinco días (claramente demuestra la duración que se requería para echar el viaje en barco); donde estuvimos siete días.
7 Y el día primero de la semana (Domingo), juntos los Discípulos a partir el pan (el Domingo se convirtió en el día principal de la adoración), Pablo les enseñaba, tenía pensado partir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche (expresa que posiblemente predicaba por varias horas).
8 Y había muchas lámparas en el aposento alto (claramente se refirió al tercer piso, que acomodaría a doscientas o trescientas personas sentadas) donde estaban juntos (era el lugar de reunión o Iglesia en Troas).
9 Y un joven llamado Eutico que estaba sentado en la ventana, tomado de un sueño profundo: como Pablo disputaba largamente, se quedó profundamente dormido y cayó del tercer piso abajo, y fue alzado muerto (el Texto Griego declara que era un cuerpo sin vida; la caída lo había matado).
10 Entonces descendió Pablo, y se tendió sobre él, y abrazándole, dijo (indica el ejemplo de Elías en esto, que es probablemente lo que Pablo quiso [I Rey. 17:17-21]), No os alborotéis, que su alma está en él (no significa, como algunos afirman, que el muchacho simplemente había recibido un golpe que lo dejó inconsciente, sino más bien que él estaba muerto, y que el Señor le infundió vida; ¡él fue resucitado de los muertos!).
11 Después subiendo (Pablo), y partiendo el pan, y gustando, habló largamente hasta el alba, y así partió (este Mensaje que duró toda la noche sólo fue interrumpido por la resurrección del muchacho de entre los muertos; él tenía mucho que decirles, y había mucho que ellos tenían que oír).
12 Y llevaron al joven vivo, y todos fueron animados mucho (¡qué noche!).
PABLO
13 Y nosotros subiendo en el barco (se refiere a Lucas y a los hombres de Versículo 4, pero no se refirió a Pablo, al menos en este entonces), navegamos a Asón (una distancia corta de aproximadamente sesenta kilómetros [cuarenta millas] alrededor del Cabo Electum), para recibir de allí a Pablo: pues así había determinado que debía él ir por tierra (por tierra era unos treinta kilómetros [veinte millas]; él caminaría esta distancia solo, sin duda con ganas de estar a solas con el Señor en oración).
14 Y como se juntó con nosotros en Asón, tomándole vinimos a Mitilene (presentaba otros sesenta kilómetros [cuarenta millas] aproximados en barco).
15 Y navegamos de allí, al día siguiente llegamos delante de Quío (se refiere a otra Isla casi del tamaño de Lesbos; está situada directamente al oeste tanto de Esmirna como de Éfeso, aproximadamente a ciento cincuenta kilómetros [cien millas] de distancia); y al otro día tomamos puerto en Samos: y habiendo reposado en Trogilio; al día siguiente llegamos a Mileto.
16 Porque Pablo se había propuesto pasar adelante de Éfeso (no se paró allí), por no detenerse en Asia (creo que nos dice, que no quiso demorarse, después de resolver este asunto con el Señor con respecto a este viaje memorable): porque se apresuraba por hacer el Día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén (el Espíritu Santo le advirtió que le venía dificultades que tenía que afrontar en este viaje, y como si debía  apresurarse, por temor a retrocer por causa de estas dificultades venideras).
LOS ANCIANOS DE ÉFESO
17 Y enviando desde Mileto a Éfeso, hizo llamar a los Ancianos de la Iglesia (era aproximadamente cuarenta y cinco kilómetros [treinta millas] a Éfeso; quiso que los Ancianos se encontraran con él en Mileto antes que se marchara).
18 Y cuando vinieron a él (probablemente representa dos o tres días a partir del momento que enviaron primeramente al Mensajero), les dijo, Vosotros sabéis cómo, desde el primer día que entré en Asia (los lleva al pasado desde el principio mismo de la Iglesia en Éfeso), he estado con vosotros por todo el tiempo (indica que los educaba con el Evangelio de Jesucristo),
19 Sirviendo al Señor con toda humildad (manifiesta lo que era contrario de los Judaizantes y otros falsos maestros, quienes intentaban atraer a discípulos tras ellos), y con muchas lágrimas (las emociones de Pablo emanaban de lo profundo de su ser), y tentaciones (una provocación para resolver una situación fuera del Camino del Señor) que me han venido por las asechanzas de los Judíos (los complots de los Judíos contra Pablo nunca cesaron):
20 Como nada que fuese útil he rehuido (no permitió que nada lo callara con respecto a la gran Doctrina de Jesucristo y Él Crucificado) de anunciaros (dio explicación de Las    Escrituras) y enseñaros, públicamente y por las casas (la mayoría de las Iglesias se reunían en casas),
21 Testificando a los Judíos y a los Gentiles (el Evangelio es el mismo para todos) arrepentimiento para con Dios, y la Fe en nuestro Señor Jesucristo (expone el Evangelio en pocas palabras; la Fe en Cristo pertenece a la Fe en lo que Él hizo en la Cruz).
22 Y ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén (se refiere al Espíritu Santo, y el deseo del Espíritu para que Pablo echara este viaje, sin importar las dificultades que se aproximaban), sin saber lo que allá me ha de acontecer (el Espíritu  Santo le dice que fuera a Jerusalén y que allá se encontraría con grandes problemas, pero no le dice exactamente lo que serían):
23 Mas que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio (nos dice lo que precisamente ocurrió, pero no nos da información alguna de los eventos actuales), diciendo que prisiones y tribulaciones me esperan (el Espíritu Santo no le dijo a Pablo exactamente cómo ocurrirían).
24 Mas de ninguna cosa hago caso (indica que Pablo se colocaba totalmente en las Manos del Señor), ni estimo mi vida preciosa para mí mismo (su vida le pertenecía al Señor, y el Señor podía hacer con ella lo que Él deseaba); solamente que acabe mi carrera con gozo (y esto finalmente hizo), y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del Evangelio de la Gracia de Dios (expresa básicamente lo que esta "carrera" es en realidad; su Mensaje era Jesucristo y Él Crucificado).
25 Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, por quien he pasado predicando el Reino de Dios (fielmente predicaba el Mensaje a los Efesios), verá más mi rostro (sabía que ésta sería la última oportunidad en que él los vería, y por lo tanto, el motivo por el cual él les pidió que vinieran).
26 Por tanto, yo os protesto el día de hoy (el registro Celestial lo revelará), que yo soy limpio de la sangre de todos (quiere decir que había predicado el Evangelio a todos los que lo escucharon predicar, exactamente como el Señor se lo dio).
27 Porque no he rehuido de anunciaros (se refiere al hecho de que la tentación siempre estaba presente para reducir el Mensaje) todo el Consejo de Dios (toda la Palabra de Dios, sin retener nada).
28 Por tanto mirad por vosotros y por todo el rebaño (esta palabra se dirige a los Pastores que habían venido de Éfeso para reunirse con él) en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos (Ancianos, Obispos, Superintendentes, Pastores y Presbíteros; todos estos términos tienen el mismo significado, Pastor), para apacentar la Iglesia del Señor (para cuidar como un Pastor), la cual ganó por Su Sangre (Cristo nos compró por un gran precio).
29 Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al ganado (aclara una descripción perfecta de los que negocian el cuerpo de Cristo, y en cualquier otra manera).
30 Y de vosotros mismos se levantarán hombres (no vendrán de afuera, sino surgirán de adentro) que hablen cosas perversas, para llevar Discípulos tras sí (no a Cristo, sino a ellos mismos).
31 Por tanto, velad (sean vigilantes en cuanto a lo espiritual), acordándoos que por tres años de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno (Pablo no sólo predicaba la Verdad de la Palabra, sino que dio advertencias acerca de la falsa doctrina y señaló a los falsos apóstoles).
32 Y ahora, Hermanos, os encomiendo a Dios (había compartido bastante del Evangelio con ellos para que no se apartaran del Señor), y a la Palabra de Su Gracia (esa "Palabra" es "la Cruz"), el cual es poderoso para sobreedificar (el Evangelio de la Gracia por sí sola puede edificar a la persona), y daros heredad con todos los Santificados (el Creyente está Santificado sólo al hacer la Cruz el Objeto de su Fe, lo cual da al Espíritu Santo la libertad de acción para llevar a cabo Su Obra dentro de nuestros corazones y vidas; el Creyente no puede Santificarse por sí solo).
33 La plata, o el oro, o el vestido de nadie he codiciado (no tenía ganas de apoderarse de su dinero como los lobos rapaces del Versículo 29).
34 Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario, y a los que están conmigo, estas manos me han servido (se refiere a Pablo que reparaba carpas, o sea, tiendas de campaña, para sostenerse [Hch. 18:3]).
35 En todo os he enseñado (quiere decir que este aspecto de desinterés sirve como un   ejemplo) que, trabajando así, es necesario sobrellevar a los débiles (todo lo que el Creyente hace es para servir de ejemplo espiritual), y tener presente las Palabras del Señor Jesús, el cual dijo, Más bienaventurada cosa es dar que recibir (esas palabras no se hacen mención en los Evangelios; sin embargo, sabemos que sólo se hace mención una pequeña porción de lo que Él dijo e hizo; Pedro, o uno de los otros Apóstoles que estaban con el Señor Jesús, indudablemente le relató esto a Pablo).
36 Y cuando hubo dicho estas cosas (representaba la última oportunidad en que ya ellos iban a escucharlo), se puso de rodillas, y oró con todos ellos (también, tiene que ver con la última oportunidad que él iba a orar con ellos, aunque él iba a seguir orando por ellos).
37 Entonces hubo un gran lloro de todos (concierne el gran amor que le tenían para el Apóstol), y echándose en el cuello de Pablo, le besaban (su Mensaje los llevaba de la muerte a la vida),
38 Doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, que no habían de ver más su rostro (en cuanto sea posible saber, estos Efesios nunca volvieron a ver al Apóstol más hasta que lo volverían a ver en la Gloria). Y le acompañaron al navío (era el puerto de Mileto).




Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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