23 November 2022

El 23 de noviembre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1



El 23 de noviembre Lectura Bíblica Diaria:

1 Samuel 30-31 y 2 Samuel 1:

30 Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego. Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir su camino. Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos. Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar. Las dos mujeres de David, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel, también eran cautivas. Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios. Y dijo David al sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el efod. Y Abiatar acercó el efod a David. Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos. Partió, pues, David, él y los seiscientos hombres que con él estaban, y llegaron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron algunos. Y David siguió adelante con cuatrocientos hombres; porque se quedaron atrás doscientos, que cansados no pudieron pasar el torrente de Besor. Y hallaron en el campo a un hombre egipcio, el cual trajeron a David, y le dieron pan, y comió, y le dieron a beber agua. Le dieron también un pedazo de masa de higos secos y dos racimos de pasas. Y luego que comió, volvió en él su espíritu; porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches. Y le dijo David: ¿De quién eres tú, y de dónde eres? Y respondió el joven egipcio: Yo soy siervo de un amalecita, y me dejó mi amo hoy hace tres días, porque estaba yo enfermo; pues hicimos una incursión a la parte del Neguev que es de los cereteos, y de Judá, y al Neguev de Caleb; y pusimos fuego a Siclag. Y le dijo David: ¿Me llevarás tú a esa tropa? Y él dijo: Júrame por Dios que no me matarás, ni me entregarás en mano de mi amo, y yo te llevaré a esa gente. Lo llevó, pues; y he aquí que estaban desparramados sobre toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por todo aquel gran botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá. Y los hirió David desde aquella mañana hasta la tarde del día siguiente; y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos jóvenes que montaron sobre los camellos y huyeron. Y libró David todo lo que los amalecitas habían tomado, y asimismo libertó David a sus dos mujeres. Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David. Tomó también David todas las ovejas y el ganado mayor; y trayéndolo todo delante, decían: Este es el botín de David. Y vino David a los doscientos hombres que habían quedado cansados y no habían podido seguir a David, a los cuales habían hecho quedar en el torrente de Besor; y ellos salieron a recibir a David y al pueblo que con él estaba. Y cuando David llegó a la gente, les saludó con paz. Entonces todos los malos y perversos de entre los que habían ido con David, respondieron y dijeron: Porque no fueron con nosotros, no les daremos del botín que hemos quitado, sino a cada uno su mujer y sus hijos; que los tomen y se vayan. Y David dijo: No hagáis eso, hermanos míos, de lo que nos ha dado Jehová, quien nos ha guardado, y ha entregado en nuestra mano a los merodeadores que vinieron contra nosotros. ¿Y quién os escuchará en este caso? Porque conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha de ser la parte del que queda con el bagaje; les tocará parte igual. Desde aquel día en adelante fue esto por ley y ordenanza en Israel, hasta hoy. Y cuando David llegó a Siclag, envió del botín a los ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: He aquí un presente para vosotros del botín de los enemigos de Jehová. Lo envió a los que estaban en Bet-el, en Ramot del Neguev, en Jatir, en Aroer, en Sifmot, en Estemoa, en Racal, en las ciudades de Jerameel, en las ciudades del ceneo, en Horma, en Corasán, en Atac, en Hebrón, y en todos los lugares donde David había estado con sus hombres. 31 Los filisteos, pues, pelearon contra Israel, y los de Israel huyeron delante de los filisteos, y cayeron muertos en el monte de Gilboa. Y siguiendo los filisteos a Saúl y a sus hijos, mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl. Y arreció la batalla contra Saúl, y le alcanzaron los flecheros, y tuvo gran temor de ellos. Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada, y traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos y me traspasen, y me escarnezcan. Mas su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces tomó Saúl su propia espada y se echó sobre ella. Y viendo su escudero a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada, y murió con él. Así murió Saúl en aquel día, juntamente con sus tres hijos, y su escudero, y todos sus varones. Y los de Israel que eran del otro lado del valle, y del otro lado del Jordán, viendo que Israel había huido y que Saúl y sus hijos habían sido muertos, dejaron las ciudades y huyeron; y los filisteos vinieron y habitaron en ellas. Aconteció al siguiente día, que viniendo los filisteos a despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus tres hijos tendidos en el monte de Gilboa. Y le cortaron la cabeza, y le despojaron de las armas; y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos, para que llevaran las buenas nuevas al templo de sus ídolos y al pueblo. Y pusieron sus armas en el templo de Astarot, y colgaron su cuerpo en el muro de Bet-sán. Mas oyendo los de Jabes de Galaad esto que los filisteos hicieron a Saúl, todos los hombres valientes se levantaron, y anduvieron toda aquella noche, y quitaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet-sán; y viniendo a Jabes, los quemaron allí. Y tomando sus huesos, los sepultaron debajo de un árbol en Jabes, y ayunaron siete días. 
2 Samuel 1:
1 Aconteció después de la muerte de Saúl, que vuelto David de la derrota de los amalecitas, estuvo dos días en Siclag. Al tercer día, sucedió que vino uno del campamento de Saúl, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza; y llegando a David, se postró en tierra e hizo reverencia. Y le preguntó David: ¿De dónde vienes? Y él respondió: Me he escapado del campamento de Israel. David le dijo: ¿Qué ha acontecido? Te ruego que me lo digas. Y él respondió: El pueblo huyó de la batalla, y también muchos del pueblo cayeron y son muertos; también Saúl y Jonatán su hijo murieron. Dijo David a aquel joven que le daba las nuevas: ¿Cómo sabes que han muerto Saúl y Jonatán su hijo? El joven que le daba las nuevas respondió: Casualmente vine al monte de Gilboa, y hallé a Saúl que se apoyaba sobre su lanza, y venían tras él carros y gente de a caballo. Y mirando él hacia atrás, me vio y me llamó; y yo dije: Heme aquí. Y me preguntó: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy amalecita. El me volvió a decir: Te ruego que te pongas sobre mí y me mates, porque se ha apoderado de mí la angustia; pues mi vida está aún toda en mí. Yo entonces me puse sobre él y le maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída; y tomé la corona que tenía en su cabeza, y la argolla que traía en su brazo, y las he traído acá a mi señor. Entonces David, asiendo de sus vestidos, los rasgó; y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él. Y lloraron y lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl y por Jonatán su hijo, por el pueblo de Jehová y por la casa de Israel, porque habían caído a filo de espada. Y David dijo a aquel joven que le había traído las nuevas: ¿De dónde eres tú? Y él respondió: Yo soy hijo de un extranjero, amalecita. Y le dijo David: ¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová? Entonces llamó David a uno de sus hombres, y le dijo: Vé y mátalo. Y él lo hirió, y murió. Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues tu misma boca atestiguó contra ti, diciendo: Yo maté al ungido de Jehová. Y endechó David a Saúl y a Jonatán su hijo con esta endecha, y dijo que debía enseñarse a los hijos de Judá. He aquí que está escrito en el libro de Jaser. ¡Ha perecido la gloria de Israel sobre tus alturas!
¡Cómo han caído los valientes! No lo anunciéis en Gat,
Ni deis las nuevas en las plazas de Ascalón;
Para que no se alegren las hijas de los filisteos,
Para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos. Montes de Gilboa,
Ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros, ni seáis tierras de ofrendas;
Porque allí fue desechado el escudo de los valientes,
El escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite. Sin sangre de los muertos, sin grosura de los valientes,
El arco de Jonatán no volvía atrás,
Ni la espada de Saúl volvió vacía. Saúl y Jonatán, amados y queridos;
Inseparables en su vida, tampoco en su muerte fueron separados;
Más ligeros eran que águilas,
Más fuertes que leones. Hijas de Israel, llorad por Saúl,
Quien os vestía de escarlata con deleites,
Quien adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro. ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla!
¡Jonatán, muerto en tus alturas! Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán,
Que me fuiste muy dulce.
Más maravilloso me fue tu amor
Que el amor de las mujeres. ¡Cómo han caído los valientes,
Han perecido las armas de guerra!
 
Salmo 44:

Oh Dios, nuestros oídos han oído y nuestros padres nos han contado las proezas que realizaste en sus días, en aquellos tiempos pasados: Con tu mano echaste fuera a las naciones y en su lugar estableciste a nuestros padres; aplastaste a aquellos pueblos, y a nuestros padres los hiciste prosperar. Porque no fue su espada la que conquistó la tierra, ni fue su brazo el que les dio la victoria: fue tu brazo, tu mano derecha; fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas. Sólo tú eres mi rey y mi Dios. ¡Decreta las victorias de Jacob! Por ti derrotamos a nuestros enemigos; en tu nombre aplastamos a nuestros agresores Yo no confío en mi arco, ni puede mi espada darme la victoria; tú nos das la victoria sobre nuestros enemigos, y dejas en vergüenza a nuestros adversarios ¡Por siempre nos gloriaremos en Dios! ¡Por siempre alabaremos tu nombre!     Selah Pero ahora nos has rechazado y humillado; ya no sales con nuestros ejércitos Nos hiciste retroceder ante el enemigo; nos han saqueado nuestros adversarios Cual si fuéramos ovejas nos has entregado para que nos devoren, nos has dispersado entre las naciones Has vendido a tu pueblo muy barato, y nada has ganado con su venta. Nos has puesto en ridículo ante nuestros vecinos; somos la burla y el escarnio de los que nos rodean Nos has hecho el hazmerreír de las naciones; todos los pueblos se burlan de nosotros La ignominia no me deja un solo instante; se me cae la cara de vergüenza por las burlas de los que me injurian y me ultrajan, por culpa del enemigo que está presto a la venganza. Todo esto nos ha sucedido, a pesar de que nunca te olvidamos ni faltamos jamás a tu pacto No te hemos sido infieles, ni nos hemos apartado de tu senda Pero tú nos arrojaste a una cueva de chacales; ¡nos envolviste en la más densa oscuridad! Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios, o tendido nuestras manos a un dios extraño, ¿acaso Dios no lo habría descubierto, ya que él conoce los más íntimos secretos? Por tu causa, siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero! ¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes? ¡Levántate! No nos rechaces para siempre ¿Por qué escondes tu rostro y te olvidas de nuestro sufrimiento y opresión? Estamos abatidos hasta el polvo; nuestro cuerpo se arrastra por el suelo Levántate, ven a ayudarnos, y por tu gran amor, ¡rescátanos!



Proverbios 1:

Proverbios de Salomón ben David, rey de Israel, Para adquirir sabiduría e instrucción, Para comprender las palabras de la inteligencia, Para recibir el consejo de prudencia, Justicia, derecho y equidad. Para dar sagacidad al incauto, Y a los jóvenes ciencia y discreción, Oígalo también el sabio y aumentará el saber, Y el entendido obtendrá consejos sabios. Para hacer entender el proverbio y la parábola, Las palabras de los sabios y sus enigmas. El principio de la sabiduría es el temor del Señor, Pero los insensatos desprecian la sabiduría y la instrucción. Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no abandones las enseñanzas de tu madre, Porque hermosa diadema serán a tu cabeza, Y collar en tu garganta. Hijo mío, si los pervertidos te quieren seducir, No consientas. Si dicen: Ven con nosotros a tender trampas mortales, A acechar, sin motivo, al inocente; ¡Devorémoslo vivo, como el Seol, Enteros, como los que bajan a la fosa! Hallaremos objetos valiosos, Llenaremos nuestras casas del botín. Comparte tu suerte con nosotros, Y tengamos todos una misma bolsa. Hijo mío, no los acompañes en su camino, Aparta tu pie de sus senderos, Porque sus pies corren hacia el mal, Y se apresuran a derramar sangre. En vano se tiende la red Ante los ojos mismos del ave, Pero ellos atentan contra su propia sangre, Y ante sus propias vidas tienden la trampa. Tales son las sendas del que es ávido de ganancia injusta, La cual quita la vida de sus dueños. La Sabiduría clama por las calles, Y en las plazas hace oír su voz, Grita en el bullicio de la ciudad, Y en la entrada de la puerta pregona sus razones: Oh simples ¿hasta cuándo amaréis la simpleza, Y vosotros, insolentes, os complaceréis en la insolencia, Y vosotros, insensatos, aborreceréis el saber? ¡Volveos ante mi reprensión, Y os manifestaré mi espíritu, Y os haré conocer mis palabras! He llamado, y os rehusasteis, Extendí mi mano, y no habéis hecho caso. Desechasteis todo mi consejo, Y nadie quiso aceptar mi reprensión. Yo también me reiré cuando llegue vuestra calamidad, Y me burlaré cuando os alcance el terror. Cuando lo que teméis venga como una tormenta, Y vuestra calamidad llegue como un torbellino, Cuando os sobrevenga tribulación y angustia, Entonces me llamaréis, y no responderé, Me buscarán, pero no me encontrarán, Por cuanto aborrecieron la ciencia, Y no escogieron el temor de YHVH. No quisieron mi consejo, Y menospreciaron toda reprensión mía. Comerán pues, del fruto de su propio camino, Y se hartarán de sus propios consejos. El descarrío de los simples los matará, Y la complacencia de los necios los destruirá. Pero el que me oiga, habitará confiadamente, Y estará tranquilo, sin temor del mal.



El Libro de Los Hechos Capítulo 18 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES




CAPÍTULO 18
(54 d.C.)
CORINTO




PASADAS estas cosas, Pablo partió de Atenas (insinúa que se marchó solo, se iba a reunir con Silas y Timoteo más tarde en Corinto), y vino a Corinto (una de las grandes ciudades del Imperio Romano);
2 Y hallando a un Judío llamado Aquila, natural del Ponto, que hacía poco que había venido de Italia, y a Priscila su mujer (corresponde a un marido y esposa que llegaron a ser amigos íntimos de Pablo); (porque Claudio había mandado que todos los Judíos saliesen de Roma) (se cree que ocurrió aproximadamente en el año 49 o 50 d.C.) se vino a ellos (Pablo llegó donde ellos estaban).
3 Y porque era de su oficio, posó con ellos, y trabajaba (claramente quiere decir que Pablo había interrogado con respecto a aquellos que estaban en esta ocupación): porque el oficio de ellos era hacer tiendas (los tenderos tejieron la tela negra de pelo de cabra o de camello con el cual se fabricaban las tiendas de campaña).
4 Y disputaba en la Sinagoga todos los Sábados (predicaba a Cristo del Antiguo Testamento), y persuadía a Judíos y a Griegos (su argumento era irrefutable).
SILAS Y TIMOTEO
5 Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia (probablemente quiere decir que Silas había venido de Berea, con Timoteo que había venido de Tesalónica; Macedonia era una Provincia que incluyó los dos lugares), Pablo estaba constreñido por la palabra, testificando a los Judíos que Jesús era el Cristo (¡el Espíritu Santo le dijo que empujase aun con más fuerza!).
6 Mas contradiciendo y blasfemando ellos (expresa la respuesta de algunos de estos Judíos a la afirmación de Pablo que Cristo era el Mesías), les dijo, sacudiendo sus vestidos, Vuestra sangre sea sobre vuestra cabeza; yo soy limpio (en otras palabras, había entregado su alma): desde ahora me iré a los Gentiles (no significa que ya no ministraría a los Judíos si se le presentara la oportunidad, fue lo que hizo en Éfeso [Hch. 19:8], sino que el empuje sería hacia los Gentiles).
LA CASA
7 Y partiendo de allí (de la Sinagoga), entró en casa de uno (un lugar de reunión para la Iglesia) llamado Justo, temeroso de Dios, la casa del cual estaba junto a la Sinagoga (claramente señala a Justo en el pasado reciente de haber aceptado a Cristo bajo el Ministerio de Pablo).
8 Y Crispo, el Dirigente de la Sinagoga, creyó al Señor con toda su casa (debió haber sido mortificante para los Judíos al ver al Dirigente Principal de la Sinagoga convertido a Cristo); y muchos de los Corintios oyendo creían, y eran bautizados (habla de muchos Gentiles que ahora son salvos).
9 Entonces el Señor dijo de noche en Visión a Pablo (no clarifica si Pablo vio al Señor, o sólo oyó lo que Él hablaba, era una Visión que insinuaba que él estaba despierto), No temas, sino habla, y no calles (realmente había temor en el corazón de Pablo con respecto a la gran oposición en su contra; el Señor le mandó que hablara con valor):
10 Porque Yo estoy contigo, y ninguno te podrá hacer mal (se refiere a la idea de que Pablo recibía amenazas contra su vida, amenazas que no eran vanas, sino más bien muy serias): porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad (concierne la gran Iglesia que será levantada en Corinto).
11 Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la Palabra de Dios (se hace mención del tiempo más largo que Pablo permaneció en el mismo lugar además de Éfeso, donde pasó unos tres años).
12 Y siendo Galión procónsul de Acaya (se cree que era el Procónsul en los años 52-53 d.C.), los Judíos se levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal (los Judíos no tenían ningun poder para castigar a cualquier persona en una Provincia Romana, por eso fueron obligados a traer a Pablo ante el Gobernador Romano),
13 Diciendo, Que éste persuade a los hombres a honrar a Dios contra la Ley (no pertenece a la Ley Romana como algunos lo afirman, sino más bien la Ley de Moisés).
14 Y comenzando Pablo a abrir la boca (se refiere a él que espera a sus acusadores para que cesaran su diatriba contra él), Galión dijo a los Judíos (indica que el Procónsul interrumpe a Pablo), Si fuera algún agravio o algún crimen enorme, O Judíos, conforme a derecho yo os tolerara (¡explica que el Gobernador pone de inmediato todo en su perspectiva correcta!):
15 Mas si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra Ley, vedlo vosotros (en efecto, les dice que resuelvan ese asunto ellos mismos porque esto no tenía ningún lugar en el Tribunal Romano); porque yo no quiero ser juez de estas cosas (en esencia dice, ¡ustedes no usarán el Tribunal Romano para llevar a cabo sus estratagemas personales!).
16 Y los echó del tribunal (insinúa un rechazamiento humillante del caso, sin ser revisado ni oído más).
17 Entonces todos los Griegos tomando a Sóstenes, dirigente de la Sinagoga (presenta al hombre que tomó el lugar de Crispo, que dio su corazón al Señor), le herían delante del tribunal (nos da poco indicio en cuanto a por qué se hizo esto, a menos que rehusaron disimular). Y a Galión nada se le daba de ello (quiere decir que consideró el asunto completo fuera de su jurisdicción).
ÉFESO
18 Mas Pablo habiéndose detenido aún allí muchos días (podría haberse referido a varios meses), después se despidió de los Hermanos (fue hecho estrictamente de acuerdo al momento adecuado del Señor), y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila (se hicieron muy amigos de Pablo); habiéndose trasquilado la cabeza en Cencrea: porque tenía voto (Cencrea era el Puerto de Corinto; había también una Iglesia allí; no  nos dice cuál era este voto).
19 Y llegó a Éfeso (Éfeso era la ciudad de más importancia en la Provincia Romana de Asia), y los dejó allí (tiene que ver con Priscila y Aquila que permanecieron en Éfeso cuando Pablo se marchó unos días más tarde): y él entrando en la Sinagoga, disputó con los Judíos (no hace ninguna referencia a la frase anterior; sin duda, Priscila y Aquila estaban con él durante esta reunión).
20 Los cuales (los Judíos en la Sinagoga) le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo, mas no accedió (Pablo se marchó, pero Priscila y Aquila permanecieron, no cabe duda, siguieron enseñando a estos Judíos acerca de Cristo);
ANTIOQUÍA
21 Sino que se despidió de ellos (habla de Priscila y Aquila, y es posible que de algunos cuantos Judíos que habían aceptado a Cristo), diciendo, Es necesario que en todo caso yo celebre la Fiesta que viene, en Jerusalén (probablemente era la Pascua): mas otra vez volveré a vosotros, Dios mediante (describe la manera en la cual los Creyentes deben conducir todo). Y partió de Éfeso (lo coloca en su camino a Jerusalén).
22 Y habiendo arribado a Cesarea (lo coloca a unos noventa y siete kilómetros [sesenta y cinco millas] al noroeste de Jerusalén) subió a Jerusalén, y después de saludar a la Iglesia (se refiere a la Iglesia Madre en Jerusalén), descendió a Antioquía (se refiere a Antioquía, Siria).
EL TERCER VIAJE MISIONERO
23 Y habiendo estado allí algún tiempo, partió (describe el principio de su Tercer Viaje Misionero), andando por orden la provincia de Galacia, y la Frigia, confirmando a todos los Discípulos (probablemente duró unos seis meses; se cree que Timoteo, Erasto, Gayo y Aristarco pudieron haber estado viajando con Pablo en este tiempo; puede ser que Tito estuviera incluído también).
APOLOS
24 Llegó entonces a Éfeso un Judío, llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en Las Escrituras (presenta a un hombre que Pablo llegó a valorar  mucho).
25 Éste era instruido en el Camino del Señor (sin embargo, su conocimiento fue muy limitado con respecto a la Gracia y el Bautismo con el Espíritu Santo); y ferviente de espíritu (habló de su propio espíritu y no del Espíritu Santo), hablaba y enseñaba diligentemente las cosas que son del Señor, enseñando solamente acerca del Bautismo de Juan (habla del Arrepentimiento y el Bautismo en Agua).
26 Y comenzó a hablar confiadamente en la Sinagoga: al cual cuando oyeron Priscila y Aquila (presenta todo lo que había en la providencia de Dios), le tomaron, y le declararon más particularmente el Camino de Dios (sin duda, pertenecía a un complemento completo de la Salvación por la exclusiva Gracia de Dios, el correcto Bautismo en Agua y el Bautismo con el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en otras Lenguas).
27 Y queriendo él (Apolos) pasar a Acaya (se refiere a Grecia, frente al Mar Egeo, y Corinto en particular), los Hermanos exhortados, escribieron a los Discípulos que le recibiesen: y venido él, aprovechó mucho por la Gracia a los que habían creído (ahora es muy competente en este excelente Mensaje de la Gracia de Dios que viene por medio de la Cruz):
28 Porque con gran vehemencia convencía públicamente a los Judíos, mostrando por Las Escrituras que Jesús era el Cristo (tenía referencia más que probable en cuanto a ministrar en su Sinagoga).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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