20 November 2022

El 20 de noviembre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 20 de noviembre Lectura Bíblica Diaria:


1 Samuel 21-23: (RV1960):

21 Vino David a Nob, al sacerdote Ahimelec; y se sorprendió Ahimelec de su encuentro, y le dijo: ¿Cómo vienes tú solo, y nadie contigo? Y respondió David al sacerdote Ahimelec: El rey me encomendó un asunto, y me dijo: Nadie sepa cosa alguna del asunto a que te envío, y lo que te he encomendado; y yo les señalé a los criados un cierto lugar. Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que tengas. El sacerdote respondió a David y dijo: No tengo pan común a la mano, solamente tengo pan sagrado; pero lo daré si los criados se han guardado a lo menos de mujeres. Y David respondió al sacerdote, y le dijo: En verdad las mujeres han estado lejos de nosotros ayer y anteayer; cuando yo salí, ya los vasos de los jóvenes eran santos, aunque el viaje es profano; ¿cuánto más no serán santos hoy sus vasos? Así el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan sino los panes de la proposición, los cuales habían sido quitados de la presencia de Jehová, para poner panes calientes el día que aquéllos fueron quitados. Y estaba allí aquel día detenido delante de Jehová uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, edomita, el principal de los pastores de Saúl. Y David dijo a Ahimelec: ¿No tienes aquí a mano lanza o espada? Porque no tomé en mi mano mi espada ni mis armas, por cuanto la orden del rey era apremiante. Y el sacerdote respondió: La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de Ela, está aquí envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala; porque aquí no hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella; dámela. Y levantándose David aquel día, huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquis rey de Gat. Y los siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es éste de quien cantaban en las danzas, diciendo:
Hirió Saúl a sus miles,
Y David a sus diez miles? Y David puso en su corazón estas palabras, y tuvo gran temor de Aquis rey de Gat. Y cambió su manera de comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos, y escribía en las portadas de las puertas, y dejaba correr la saliva por su barba. Y dijo Aquis a sus siervos: He aquí, veis que este hombre es demente; ¿por qué lo habéis traído a mí? ¿Acaso me faltan locos, para que hayáis traído a éste que hiciese de loco delante de mí? ¿Había de entrar éste en mi casa? 22 Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él. Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres. Y se fue David de allí a Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab: Yo te ruego que mi padre y mi madre estén con vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí. Los trajo, pues, a la presencia del rey de Moab, y habitaron con él todo el tiempo que David estuvo en el lugar fuerte. Pero el profeta Gad dijo a David: No te estés en este lugar fuerte; anda y vete a tierra de Judá. Y David se fue, y vino al bosque de Haret. Oyó Saúl que se sabía de David y de los que estaban con él. Y Saúl estaba sentado en Gabaa, debajo de un tamarisco sobre un alto; y tenía su lanza en su mano, y todos sus siervos estaban alrededor de él. Y dijo Saúl a sus siervos que estaban alrededor de él: Oíd ahora, hijos de Benjamín: ¿Os dará también a todos vosotros el hijo de Isaí tierras y viñas, y os hará a todos vosotros jefes de millares y jefes de centenas, para que todos vosotros hayáis conspirado contra mí, y no haya quien me descubra al oído cómo mi hijo ha hecho alianza con el hijo de Isaí, ni alguno de vosotros que se duela de mí y me descubra cómo mi hijo ha levantado a mi siervo contra mí para que me aceche, tal como lo hace hoy? Entonces Doeg edomita, que era el principal de los siervos de Saúl, respondió y dijo: Yo vi al hijo de Isaí que vino a Nob, a Ahimelec hijo de Ahitob, el cual consultó por él a Jehová y le dio provisiones, y también le dio la espada de Goliat el filisteo. Y el rey envió por el sacerdote Ahimelec hijo de Ahitob, y por toda la casa de su padre, los sacerdotes que estaban en Nob; y todos vinieron al rey. Y Saúl le dijo: Oye ahora, hijo de Ahitob. Y él dijo: Heme aquí, señor mío. Y le dijo Saúl: ¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí, cuando le diste pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantase contra mí y me acechase, como lo hace hoy día? Entonces Ahimelec respondió al rey, y dijo: ¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, yerno también del rey, que sirve a tus órdenes y es ilustre en tu casa? ¿He comenzado yo desde hoy a consultar por él a Dios? Lejos sea de mí; no culpe el rey de cosa alguna a su siervo, ni a toda la casa de mi padre; porque tu siervo ninguna cosa sabe de este asunto, grande ni pequeña. Y el rey dijo: Sin duda morirás, Ahimelec, tú y toda la casa de tu padre. Entonces dijo el rey a la gente de su guardia que estaba alrededor de él: Volveos y matad a los sacerdotes de Jehová; porque también la mano de ellos está con David, pues sabiendo ellos que huía, no me lo descubrieron. Pero los siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes de Jehová. Entonces dijo el rey a Doeg: Vuelve tú, y arremete contra los sacerdotes. Y se volvió Doeg el edomita y acometió a los sacerdotes, y mató en aquel día a ochenta y cinco varones que vestían efod de lino. Y a Nob, ciudad de los sacerdotes, hirió a filo de espada; así a hombres como a mujeres, niños hasta los de pecho, bueyes, asnos y ovejas, todo lo hirió a filo de espada. Pero uno de los hijos de Ahimelec hijo de Ahitob, que se llamaba Abiatar, escapó, y huyó tras David. Y Abiatar dio aviso a David de cómo Saúl había dado muerte a los sacerdotes de Jehová. Y dijo David a Abiatar: Yo sabía que estando allí aquel día Doeg el edomita, él lo había de hacer saber a Saúl. Yo he ocasionado la muerte a todas las personas de la casa de tu padre. Quédate conmigo, no temas; quien buscare mi vida, buscará también la tuya; pues conmigo estarás a salvo. 23 Dieron aviso a David, diciendo: He aquí que los filisteos combaten a Keila, y roban las eras. Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Iré a atacar a estos filisteos? Y Jehová respondió a David: Vé, ataca a los filisteos, y libra a Keila. Pero los que estaban con David le dijeron: He aquí que nosotros aquí en Judá estamos con miedo; ¿cuánto más si fuéremos a Keila contra el ejército de los filisteos? Entonces David volvió a consultar a Jehová. Y Jehová le respondió y dijo: Levántate, desciende a Keila, pues yo entregaré en tus manos a los filisteos. Fue, pues, David con sus hombres a Keila, y peleó contra los filisteos, se llevó sus ganados, y les causó una gran derrota; y libró David a los de Keila. Y aconteció que cuando Abiatar hijo de Ahimelec huyó siguiendo a David a Keila, descendió con el efod en su mano. Y fue dado aviso a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha entregado en mi mano, pues se ha encerrado entrando en ciudad con puertas y cerraduras. Y convocó Saúl a todo el pueblo a la batalla para descender a Keila, y poner sitio a David y a sus hombres. Mas entendiendo David que Saúl ideaba el mal contra él, dijo a Abiatar sacerdote: Trae el efod. Y dijo David: Jehová Dios de Israel, tu siervo tiene entendido que Saúl trata de venir contra Keila, a destruir la ciudad por causa mía. ¿Me entregarán los vecinos de Keila en sus manos? ¿Descenderá Saúl, como ha oído tu siervo? Jehová Dios de Israel, te ruego que lo declares a tu siervo. Y Jehová dijo: Sí, descenderá. Dijo luego David: ¿Me entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl? Y Jehová respondió: Os entregarán. David entonces se levantó con sus hombres, que eran como seiscientos, y salieron de Keila, y anduvieron de un lugar a otro. Y vino a Saúl la nueva de que David se había escapado de Keila, y desistió de salir. Y David se quedó en el desierto en lugares fuertes, y habitaba en un monte en el desierto de Zif; y lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos. Viendo, pues, David que Saúl había salido en busca de su vida, se estuvo en Hores, en el desierto de Zif. Entonces se levantó Jonatán hijo de Saúl y vino a David a Hores, y fortaleció su mano en Dios. Y le dijo: No temas, pues no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe. Y ambos hicieron pacto delante de Jehová; y David se quedó en Hores, y Jonatán se volvió a su casa. Después subieron los de Zif para decirle a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido en nuestra tierra en las peñas de Hores, en el collado de Haquila, que está al sur del desierto? Por tanto, rey, desciende pronto ahora, conforme a tu deseo, y nosotros lo entregaremos en la mano del rey. Y Saúl dijo: Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis tenido compasión de mí. Id, pues, ahora, aseguraos más, conoced y ved el lugar de su escondite, y quién lo haya visto allí; porque se me ha dicho que él es astuto en gran manera. Observad, pues, e informaos de todos los escondrijos donde se oculta, y volved a mí con información segura, y yo iré con vosotros; y si él estuviere en la tierra, yo le buscaré entre todos los millares de Judá. Y ellos se levantaron, y se fueron a Zif delante de Saúl. Pero David y su gente estaban en el desierto de Maón, en el Arabá al sur del desierto. Y se fue Saúl con su gente a buscarlo; pero fue dado aviso a David, y descendió a la peña, y se quedó en el desierto de Maón. Cuando Saúl oyó esto, siguió a David al desierto de Maón. Y Saúl iba por un lado del monte, y David con sus hombres por el otro lado del monte, y se daba prisa David para escapar de Saúl; mas Saúl y sus hombres habían encerrado a David y a su gente para capturarlos. Entonces vino un mensajero a Saúl, diciendo: Ven luego, porque los filisteos han hecho una irrupción en el país. Volvió, por tanto, Saúl de perseguir a David, y partió contra los filisteos. Por esta causa pusieron a aquel lugar por nombre Sela-hama-lecot. Entonces David subió de allí y habitó en los lugares fuertes de En-gadi.

Salmo 41 (RVC):
¡Dichoso aquél que piensa en los pobres! En los días malos el Señor lo ayudará. El Señor lo cuidará y le dará vida, lo hará vivir feliz en la tierra, y no lo dejará caer en manos de sus enemigos. Cuando esté enfermo, el Señor lo sustentará; suavizará sus males mientras recobra la salud. Yo le pido al Señor que me tenga compasión, que me sane, pues he pecado contra él. Mis enemigos hablan mal de mí, y dicen: «¿Cuándo morirá? ¿Cuándo será olvidado?» Si vienen a verme, sólo dicen sandeces; guardan en su mente las malas noticias, y en cuanto salen a la calle las divulgan. Todos los que me odian se unen contra mí y sólo piensan malas cosas. Hasta dicen: «Lo que tiene es cosa del demonio; cayó en cama, y no volverá a levantarse.» Aun mi mejor amigo, en quien yo confiaba, el que comía conmigo, me ha traicionado. Pero tú, Señor, ¡ten compasión de mí! ¡devuélveme la salud, y les daré su merecido! Con esto sabré que soy de tu agrado: si mi enemigo no llega a burlarse de mí. Y a mí, ¡sosténme por causa de mi integridad! ¡permíteme estar en tu presencia para siempre! ¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, Por los siglos de los siglos! ¡Amén y Amén! 


Proverbios 29 (RVC):
El que se empecina ante la reprensión acabará en la ruina pronto y sin remedio. Cuando los justos triunfan, el pueblo se alegra; cuando gobierna el impío, el pueblo gime. El que ama la sabiduría alegra a su padre; el que frecuenta rameras dilapida sus bienes. Con justicia, el rey afirma la tierra; la destruye el que impone tributos. El que prodiga lisonjas a su prójimo sólo está tendiéndole una trampa. El pecado del malvado es su propia trampa, pero el justo canta y vive feliz. El justo hace suya la causa de los pobres; de esto, el impío no entiende nada. Los burlones pueden azuzar a toda una ciudad, pero los sabios saben calmar los ánimos. Cuando el sabio entra en pleito con el necio, el necio no deja de reírse ni de burlarse. Los homicidas odian al hombre cabal, pero los hombres honrados buscan su bien. El necio da rienda suelta a su enojo, pero el sabio sabe cómo calmarlo. Cuando un gobernante hace caso de mentiras, todos sus servidores se vuelven corruptos. El pobre y el usurero coinciden en algo: el Señor da luz a los ojos de ambos. El trono del rey se afirma para siempre, si éste juzga a los pobres con la verdad. La vara y la corrección imparten sabiduría, pero el hijo consentido avergüenza a su madre. Si aumentan los impíos, aumenta el pecado, pero los justos los verán fracasar. Corrige a tu hijo, y vivirás tranquilo, y a ti mismo te dará grandes alegrías. Cuando no hay visión, el pueblo se desvía; ¡dichoso aquél que obedece la ley! Al siervo no se le corrige con palabras, porque entiende pero no hace caso. Fíjate en la gente que habla a la ligera: ¡más se espera del necio que de esa gente! Si desde niño el amo consiente al siervo, al final el siervo será su amo. El hombre irascible suscita contiendas, y el hombre violento comete muchos pecados. La soberbia humilla al hombre; al humilde de espíritu lo sostiene la honra. El cómplice del ladrón se odia a sí mismo, pues oye la imprecación y guarda silencio. El miedo a los hombres es una trampa, pero el que confía en el Señor es exaltado. Muchos buscan el favor del gobernante, pero la sentencia de cada uno viene del Señor. Para los justos, los malvados son repugnantes; para los malvados, los repugnantes son los justos.



El Libro de Los Hechos Capítulo 15 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES





CAPÍTULO 15
(51 d.C.)
EL CONCILIO


ENTONCES algunos que venían de Judea enseñaban a los Hermanos (presenta la crisis más grande de la Iglesia Primitiva), Que si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos (intentaban refutar el Mensaje de Pablo acerca de la Gracia por la Fe; en otras palabras, intentaban eludir la Cruz, tratando de agregar la Ley de Moisés al Evangelio de la Gracia).
2 Así que, suscitada una disensión y contienda no pequeña a Pablo y a Bernabé contra ellos (parece indicar que estos hombres vinieron a Antioquía no mucho después de que Pablo y Bernabé habían regresado de su primer viaje Misionero), ellos (los Ancianos de la Iglesia en Antioquía) determinaron que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los Apóstoles y a los Ancianos, sobre esta cuestión (sin duda se refiere al viaje mencionado por Pablo en Gál. 2:1-10).
3 Ellos, pues, habiendo sido acompañados de la Iglesia (quiere decir que la Iglesia en Antioquía pagó los gastos de los Hermanos con respecto a este viaje), pasaron por la Fenicia y Samaria, contando la conversión de los Gentiles (indica que se detuvieron para visitar las Iglesias en toda su trayectoria): y daban gran gozo a todos los Hermanos (parece indicar que los Judaizantes no habían traído su doctrina falsa a estas Iglesias).
4 Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos de la Iglesia (indica que fueron recibidos con los brazos abiertos) y de los Apóstoles (se refiere a los Doce, menos Santiago el hermano de Juan que había sido martirizado) y de los Ancianos (otros Predicadores), y  refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos (dio un informe de su reciente viaje de Misiones).
5 Mas algunos de la secta de los Fariseos, que habían creído (se refiere a ellos como haber aceptado a Cristo como su Salvador; estaban en la Iglesia en Jerusalén), se levantaron, diciendo, Que es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la Ley de Moisés (se refiere a los nuevos convertidos; ésta era la gran controversia; aunque éste era un grupo diferente, era el mismo mensaje erróneo).
6 Y se juntaron los Apóstoles y los Ancianos para conocer de este asunto (no era una reunión cerrada, sino más bien llevada a cabo delante de muchos Creyentes).
PEDRO
7 Y habiendo habido grande contienda (mucha interrogativa y discusión), levantándose Pedro, les dijo (describe al Apóstol, por lo menos ahora y en esta reunión en particular, en la posición de Líder), Varones Hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los Gentiles oyesen por mi boca la Palabra del Evangelio, y creyesen (se remonta a unos diez a doce años antes a la experiencia de Pedro con Cornelio [Hch., cap. 10]).
8 Y Dios, que conoce los corazones (habla de esta acción concerniente a Cornelio que es del Señor y no de Pedro), les dio testimonio (atestiguado a la validez de su conversión), dándoles el Espíritu Santo también como a nosotros (todo esto sin Circuncisión ni por guardar la Ley);
9 Y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos (en otras palabras, estos Gentiles fueron tan salvos como los Judíos, y sin todas las Leyes de los Judíos), purificando con la Fe sus corazones (la Fe en Cristo y la Fe en Cristo solamente, no por guardar la Ley).
10 Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios (pone en duda lo que Dios ha hecho), poniendo sobre la cerviz de los Discípulos (los seguidores de Cristo) yugo, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? (Pedro no hablaba despectivamente de la Ley de Moisés, pero declaraba que sus demandas para cumplirla estaban más allá de la capacidad de los seres humanos debido a la condición caída del hombre.)
11 Antes (los Apóstoles) por la Gracia del Señor Jesús creemos que seremos Salvos (sin guardar la Ley), como también ellos (así como los Gentiles).
LOS GENTILES
12 Entonces toda la multitud calló (se refiere a la introducción de Bernabé y Pablo al auditorio), y oyeron a Bernabé y a Pablo (Bernabé es puesto en la lista primero porque era conocido en la Iglesia de Jerusalén; es probable que habló primero), que contaban cuán grandes maravillas y señales Dios había hecho por ellos entre los Gentiles (simplemente dieron un relato, lo cual se refiere a que Pablo y Bernabé predicaron acerca de la Gracia y la Fe a los Gentiles, y no predicaban la Ley del todo; Dios lo honró concediéndoles señales y maravillas, que no sería el caso si Él estuviera desagradado).
13 Y después que hubieron callado (al concluir sus comentarios), Santiago respondió, diciendo, Varones Hermanos, oídme (presenta al Hermano del Señor como el Anciano que presidía en la Iglesia de Jerusalén):
14 Simón (Pedro) ha contado cómo Dios primero visitó a los Gentiles (se refiere a la conversión de Cornelio y toda su casa), para tomar de ellos pueblo para Su Nombre (lo presenta como el plan de Dios, ¡lo cual seguramente lo era!).
15 Y con esto concuerdan las palabras de los Profetas (Santiago apela directamente a la Palabra de Dios, la cual verifica todo lo que habían dicho); como está escrito (Amós 9:11),
16 Después de esto volveré (habla de la Edad de la Iglesia y de la Segunda Venida del Señor) y restauraré la Habitación de David, que estaba caída; y repararé sus ruinas, y la volveré a levantar (habla de la restauración de Israel y de la Edad del Reino venidero, al cual todos sus Profetas declaran [Isa. 9:6-7; Dan. 7:13-14; Hos. 3:4-5; Luc. 1:32-33; Rom., caps. 9-11; Apoc. 11:15; 20:1-10; 22:4-5]):
17 Para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los Gentiles (una cosecha mundial de almas durante la Edad del Reino), sobre los cuales es llamado Mi Nombre, Dice el Señor (se refiere al mundo Gentil que ha sido favorable hacia al Señor hasta cierto grado), que hace todas estas cosas (se refiere al Poder de Dios para hacer todo esto).
18 Conocidas son a Dios desde el siglo todas Sus obras (el Plan de Dios con respecto a la familia humana fue conocido desde el comienzo del mundo [Gén., cap. 4]).
19 Por lo cual yo juzgo (hubiera sido mejor traducido, Yo creo que es bueno), que los que de los Gentiles se convierten a Dios, no han de ser molestados (conlleva la idea de que no tiene sentido alguno demandar ciertas otras cosas de ellos, afirmando que ciertas cosas son necesarias para ser salvos, ¡cuando en realidad la gente ya son salvas!):
20 Sino escribirles que se aparten de las contaminaciones de los ídolos (era muy común en el mundo pagano de aquel entonces), y de fornicación (todas formas de inmoralidad), y de ahogado (que se refiere a la sangre que no está apropiadamente drenada de la carne), y de sangre (no comer la sangre, una práctica común entre los paganos de ese tiempo; en todo caso, no se debía embeber la sangre, mas no se refiere a la transfusión; el hombre es salvo por la Sangre derramada de Cristo, en consecuencia la sangre debe tratarse como corresponde).
21 Porque Moisés desde los tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien le predique en las Sinagogas, donde es leído cada Sábado (los Gentiles que deseaban conocer más sobre la Ley de Moisés sólo necesitaban ir a una de las Sinagogas en el Día de Reposo, lo cual era cada Sábado de la semana).
LA DECISIÓN
22 Entonces pareció bien a los Apóstoles y a los Ancianos, con toda la Iglesia, elegir varones de ellos, y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé (expone que toda la Iglesia en Jerusalén, o por lo menos la gran mayoría, estaban de acuerdo totalmente con lo que Santiago había dicho con respecto a los Gentiles y la Ley de Moisés); a Judas que tenía por sobrenombre Barsabas, y a Silas, varones Principales entre los Hermanos (Silas había de jugar un papel muy importante concerniente a su ayuda a Pablo con respecto al futuro del Evangelismo):
23 Y escribir por mano de ellos; Los Apóstoles y los Ancianos y los Hermanos, a los Hermanos de los Gentiles que están en Antioquía, y en Siria, y en Cilicia, salud:
24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, os han molestado con palabras, trastornando vuestras almas (claramente habla de aquellos mencionados en el Versículo 1), mandando circuncidaros y guardar la Ley, a los cuales no Mandamos:
25 Nos ha parecido, congregados en uno (indica la unidad de los Hermanos en Jerusalén), elegir varones, y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo (hay un afecto y cariño hacia Pablo y Bernabé que lo dice todo),
26 Hombres que han expuesto sus vidas por el Nombre de nuestro Señor Jesucristo (¡nos dice para Quien fue hecho!).
27 Así que, enviamos a Judas y a Silas, los cuales también por palabra os harán saber lo mismo (dos hombres acompañaban esta carta y verificaban su contenido, por lo tanto, ningún falso profeta podía reclamar que la carta fue falsificada, etc.).
28 Que ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros (revela sin lugar a dudas que el  Espíritu Santo había guiado y dirigido este proceso), no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias (cuando los hombres abandonan la Palabra de Dios, entonces se meten en muchos asuntos innecesarios);
29 Que os abstengáis de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre, y de ahogado, y de fornicación: de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.
30 Ellos (posiblemente seis o siete Hermanos) entonces enviados (mandados con un gran amor), descendieron a Antioquía: y juntando la multitud, dieron la Carta (no nos dice cuán grande era la Iglesia en Antioquía; sin embargo, es muy probable que sumaba unos cuantos centenares, siendo así el caso, ellos tendrían que reunirse al aire libre para que se les leyera esta Epístola).
31 La cual, cuando leyeron, fueron gozosos de la consolación (nos dice que la cuestión de la Ley y la Gracia había sido muy seria; ya esto resuelve la disputa, al menos por el momento).
32 Judas también y Silas, como ellos también eran Profetas (quiere decir que ocupaban la Oficina de Profeta [Ef. 4:11]), consolaron y confirmaron a los Hermanos con abundancia de palabra (hablaron a la multitud con palabras de gran ánimo).
33 Y (Judas y Silas) pasando allí algún tiempo, fueron enviados de los Hermanos a los Apóstoles en paz (se refiere a Judas volviendo a Jerusalén, pero no a Silas).
34 Mas a Silas pareció bien el quedarse allí (fue el Espíritu Santo Quien lo conmovió para quedarse en Antioquía).
EL SEGUNDO VIAJE MISIONERO
35 Y Pablo y Bernabé se estaban en Antioquía, enseñando la Palabra del Señor y anunciando el Evangelio con otros muchos (¡esta Iglesia fue muy bendecida!).
36 Y después de algunos días (pudo haber sido tanto como un año), Pablo dijo a Bernabé, Volvamos a visitar a los Hermanos por todas las ciudades en las cuales hemos anunciado la Palabra del Señor, cómo están (se refiere a las Iglesias que habían establecido durante su primer Viaje Misionero).
37 Y Bernabé determinaba que tomasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos (la palabra determinaba implica una acción deliberada, que significa que Bernabé era firme en cuanto a este tema);
38 Mas a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia (sugiere una ruptura), y no había ido con ellos a la obra (no fue con ellos a la obra a la cual Dios les había llamado, como debía).
39 Y hubo tal contención entre ellos (quiere decir disputar al punto de estar airado), que se apartaron el uno del otro (se produjo una ruptura abrupta y severa; y a mí me parece que Bernabé debía consentirle a Pablo; el Espíritu Santo dijo, sepárame a Bernabé y a Pablo para la obra a la cual Yo les he llamado; el Espíritu Santo no mencionó a Marcos): y Bernabé tomando a Marcos, navegó a Chipre (no se volvió a mencionar a Bernabé en el gran Libro de los Hechos, sin embargo hay que reconocer la Piedad y Devoción de este hombre);
PABLO Y SILAS
40 Y Pablo escogiendo a Silas, partió (expresa el comienzo del segundo Viaje Misionero; ésta es la razón por la cual el Espíritu Santo quiso que Silas se quedara en Antioquía) encomendado de los Hermanos a la Gracia del Señor (de todo corazón aprobó el gran Convenio de la Gracia, lo que era absolutamente imprescindible si él había de ayudar a Pablo).
41 Y (Pablo) anduvo por la Siria y la Cilicia, confirmando a las Iglesias (enseñando en cada Iglesia, lo cual obviamente era muy necesario).



Primera Corintios Capítulo 13 (RV1960):
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.



Hebreos 10:35-12:4 (RV1960):
No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;




Romanos 8 (RV1960):
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

 

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