17 November 2022

El 17 de noviembre Lectura Bíblica Diaria

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El 17 de noviembre Lectura Bíblica Diaria:

1 Samuel 12-14: 
 
12 Dijo Samuel a todo Israel: He aquí, yo he oído vuestra voz en todo cuanto me habéis dicho, y os he puesto rey. Ahora, pues, he aquí vuestro rey va delante de vosotros. Yo soy ya viejo y lleno de canas; pero mis hijos están con vosotros, y yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta este día. Aquí estoy; atestiguad contra mí delante de Jehová y delante de su ungido, si he tomado el buey de alguno, si he tomado el asno de alguno, si he calumniado a alguien, si he agraviado a alguno, o si de alguien he tomado cohecho para cegar mis ojos con él; y os lo restituiré. Entonces dijeron: Nunca nos has calumniado ni agraviado, ni has tomado algo de mano de ningún hombre. Y él les dijo: Jehová es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo en este día, que no habéis hallado cosa alguna en mi mano. Y ellos respondieron: Así es. Entonces Samuel dijo al pueblo: Jehová que designó a Moisés y a Aarón, y sacó a vuestros padres de la tierra de Egipto, es testigo. Ahora, pues, aguardad, y contenderé con vosotros delante de Jehová acerca de todos los hechos de salvación que Jehová ha hecho con vosotros y con vuestros padres. Cuando Jacob hubo entrado en Egipto, y vuestros padres clamaron a Jehová, Jehová envió a Moisés y a Aarón, los cuales sacaron a vuestros padres de Egipto, y los hicieron habitar en este lugar. Y olvidaron a Jehová su Dios, y él los vendió en mano de Sísara jefe del ejército de Hazor, y en mano de los filisteos, y en mano del rey de Moab, los cuales les hicieron guerra. Y ellos clamaron a Jehová, y dijeron: Hemos pecado, porque hemos dejado a Jehová y hemos servido a los baales y a Astarot; líbranos, pues, ahora de mano de nuestros enemigos, y te serviremos. Entonces Jehová envió a Jerobaal, a Barac, a Jefté y a Samuel, y os libró de mano de vuestros enemigos en derredor, y habitasteis seguros. Y habiendo visto que Nahas rey de los hijos de Amón venía contra vosotros, me dijisteis: No, sino que ha de reinar sobre nosotros un rey; siendo así que Jehová vuestro Dios era vuestro rey. Ahora, pues, he aquí el rey que habéis elegido, el cual pedisteis; ya veis que Jehová ha puesto rey sobre vosotros. Si temiereis a Jehová y le sirviereis, y oyereis su voz, y no fuereis rebeldes a la palabra de Jehová, y si tanto vosotros como el rey que reina sobre vosotros servís a Jehová vuestro Dios, haréis bien. Mas si no oyereis la voz de Jehová, y si fuereis rebeldes a las palabras de Jehová, la mano de Jehová estará contra vosotros como estuvo contra vuestros padres. Esperad aún ahora, y mirad esta gran cosa que Jehová hará delante de vuestros ojos. ¿No es ahora la siega del trigo? Yo clamaré a Jehová, y él dará truenos y lluvias, para que conozcáis y veáis que es grande vuestra maldad que habéis hecho ante los ojos de Jehová, pidiendo para vosotros rey. Y Samuel clamó a Jehová, y Jehová dio truenos y lluvias en aquel día; y todo el pueblo tuvo gran temor de Jehová y de Samuel. Entonces dijo todo el pueblo a Samuel: Ruega por tus siervos a Jehová tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros. Y Samuel respondió al pueblo: No temáis; vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso no os apartéis de en pos de Jehová, sino servidle con todo vuestro corazón. No os apartéis en pos de vanidades que no aprovechan ni libran, porque son vanidades. Pues Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo. Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto. Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros. Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis. 13 Había ya reinado Saúl un año; y cuando hubo reinado dos años sobre Israel, escogió luego a tres mil hombres de Israel, de los cuales estaban con Saúl dos mil en Micmas y en el monte de Bet-el, y mil estaban con Jonatán en Gabaa de Benjamín; y envió al resto del pueblo cada uno a sus tiendas. Y Jonatán atacó a la guarnición de los filisteos que había en el collado, y lo oyeron los filisteos. E hizo Saúl tocar trompeta por todo el país, diciendo: Oigan los hebreos. Y todo Israel oyó que se decía: Saúl ha atacado a la guarnición de los filisteos; y también que Israel se había hecho abominable a los filisteos. Y se juntó el pueblo en pos de Saúl en Gilgal. Entonces los filisteos se juntaron para pelear contra Israel, treinta mil carros, seis mil hombres de a caballo, y pueblo numeroso como la arena que está a la orilla del mar; y subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén. Cuando los hombres de Israel vieron que estaban en estrecho (porque el pueblo estaba en aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas. Y algunos de los hebreos pasaron el Jordán a la tierra de Gad y de Galaad; pero Saúl permanecía aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él temblando. Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó. Y levantándose Samuel, subió de Gilgal a Gabaa de Benjamín. Y Saúl contó la gente que se hallaba con él, como seiscientos hombres. Saúl, pues, y Jonatán su hijo, y el pueblo que con ellos se hallaba, se quedaron en Gabaa de Benjamín; pero los filisteos habían acampado en Micmas. Y salieron merodeadores del campamento de los filisteos en tres escuadrones; un escuadrón marchaba por el camino de Ofra hacia la tierra de Sual, otro escuadrón marchaba hacia Bet-horón, y el tercer escuadrón marchaba hacia la región que mira al valle de Zeboim, hacia el desierto. Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero; porque los filisteos habían dicho: Para que los hebreos no hagan espada o lanza. Por lo cual todos los de Israel tenían que descender a los filisteos para afilar cada uno la reja de su arado, su azadón, su hacha o su hoz. Y el precio era un pim por las rejas de arado y por los azadones, y la tercera parte de un siclo por afilar las hachas y por componer las aguijadas. Así aconteció que en el día de la batalla no se halló espada ni lanza en mano de ninguno del pueblo que estaba con Saúl y con Jonatán, excepto Saúl y Jonatán su hijo, que las tenían. Y la guarnición de los filisteos avanzó hasta el paso de Micmas. 14 Aconteció un día, que Jonatán hijo de Saúl dijo a su criado que le traía las armas: Ven y pasemos a la guarnición de los filisteos, que está de aquel lado. Y no lo hizo saber a su padre. Y Saúl se hallaba al extremo de Gabaa, debajo de un granado que hay en Migrón, y la gente que estaba con él era como seiscientos hombres. Y Ahías hijo de Ahitob, hermano de Icabod, hijo de Finees, hijo de Elí, sacerdote de Jehová en Silo, llevaba el efod; y no sabía el pueblo que Jonatán se hubiese ido. Y entre los desfiladeros por donde Jonatán procuraba pasar a la guarnición de los filisteos, había un peñasco agudo de un lado, y otro del otro lado; el uno se llamaba Boses, y el otro Sene. Uno de los peñascos estaba situado al norte, hacia Micmas, y el otro al sur, hacia Gabaa. Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos. Y su paje de armas le respondió: Haz todo lo que tienes en tu corazón; vé, pues aquí estoy contigo a tu voluntad. Dijo entonces Jonatán: Vamos a pasar a esos hombres, y nos mostraremos a ellos. Si nos dijeren así: Esperad hasta que lleguemos a vosotros, entonces nos estaremos en nuestro lugar, y no subiremos a ellos. Mas si nos dijeren así: Subid a nosotros, entonces subiremos, porque Jehová los ha entregado en nuestra mano; y esto nos será por señal. Se mostraron, pues, ambos a la guarnición de los filisteos, y los filisteos dijeron: He aquí los hebreos, que salen de las cavernas donde se habían escondido. Y los hombres de la guarnición respondieron a Jonatán y a su paje de armas, y dijeron: Subid a nosotros, y os haremos saber una cosa. Entonces Jonatán dijo a su paje de armas: Sube tras mí, porque Jehová los ha entregado en manos de Israel. Y subió Jonatán trepando con sus manos y sus pies, y tras él su paje de armas; y a los que caían delante de Jonatán, su paje de armas que iba tras él los mataba. Y fue esta primera matanza que hicieron Jonatán y su paje de armas, como veinte hombres, en el espacio de una media yugada de tierra. Y hubo pánico en el campamento y por el campo, y entre toda la gente de la guarnición; y los que habían ido a merodear, también ellos tuvieron pánico, y la tierra tembló; hubo, pues, gran consternación. Y los centinelas de Saúl vieron desde Gabaa de Benjamín cómo la multitud estaba turbada, e iba de un lado a otro y era deshecha. Entonces Saúl dijo al pueblo que estaba con él: Pasad ahora revista, y ved quién se haya ido de los nuestros. Pasaron revista, y he aquí que faltaba Jonatán y su paje de armas. Y Saúl dijo a Ahías: Trae el arca de Dios. Porque el arca de Dios estaba entonces con los hijos de Israel. Pero aconteció que mientras aún hablaba Saúl con el sacerdote, el alboroto que había en el campamento de los filisteos aumentaba, e iba creciendo en gran manera. Entonces dijo Saúl al sacerdote: Detén tu mano. Y juntando Saúl a todo el pueblo que con él estaba, llegaron hasta el lugar de la batalla; y he aquí que la espada de cada uno estaba vuelta contra su compañero, y había gran confusión. Y los hebreos que habían estado con los filisteos de tiempo atrás, y habían venido con ellos de los alrededores al campamento, se pusieron también del lado de los israelitas que estaban con Saúl y con Jonatán. Asimismo todos los israelitas que se habían escondido en el monte de Efraín, oyendo que los filisteos huían, también ellos los persiguieron en aquella batalla. Así salvó Jehová a Israel aquel día. Y llegó la batalla hasta Bet-avén. Pero los hombres de Israel fueron puestos en apuro aquel día; porque Saúl había juramentado al pueblo, diciendo: Cualquiera que coma pan antes de caer la noche, antes que haya tomado venganza de mis enemigos, sea maldito. Y todo el pueblo no había probado pan. Y todo el pueblo llegó a un bosque, donde había miel en la superficie del campo. Entró, pues, el pueblo en el bosque, y he aquí que la miel corría; pero no hubo quien hiciera llegar su mano a su boca, porque el pueblo temía el juramento. Pero Jonatán no había oído cuando su padre había juramentado al pueblo, y alargó la punta de una vara que traía en su mano, y la mojó en un panal de miel, y llevó su mano a la boca; y fueron aclarados sus ojos. Entonces habló uno del pueblo, diciendo: Tu padre ha hecho jurar solemnemente al pueblo, diciendo: Maldito sea el hombre que tome hoy alimento. Y el pueblo desfallecía. Respondió Jonatán: Mi padre ha turbado el país. Ved ahora cómo han sido aclarados mis ojos, por haber gustado un poco de esta miel. ¿Cuánto más si el pueblo hubiera comido libremente hoy del botín tomado de sus enemigos? ¿No se habría hecho ahora mayor estrago entre los filisteos? E hirieron aquel día a los filisteos desde Micmas hasta Ajalón; pero el pueblo estaba muy cansado. Y se lanzó el pueblo sobre el botín, y tomaron ovejas y vacas y becerros, y los degollaron en el suelo; y el pueblo los comió con sangre. Y le dieron aviso a Saúl, diciendo: El pueblo peca contra Jehová, comiendo la carne con la sangre. Y él dijo: Vosotros habéis prevaricado; rodadme ahora acá una piedra grande. Además dijo Saúl: Esparcíos por el pueblo, y decidles que me traigan cada uno su vaca, y cada cual su oveja, y degolladlas aquí, y comed; y no pequéis contra Jehová comiendo la carne con la sangre. Y trajo todo el pueblo cada cual por su mano su vaca aquella noche, y las degollaron allí. Y edificó Saúl altar a Jehová; este altar fue el primero que edificó a Jehová. Y dijo Saúl: Descendamos de noche contra los filisteos, y los saquearemos hasta la mañana, y no dejaremos de ellos ninguno. Y ellos dijeron: Haz lo que bien te pareciere. Dijo luego el sacerdote: Acerquémonos aquí a Dios. Y Saúl consultó a Dios: ¿Descenderé tras los filisteos? ¿Los entregarás en mano de Israel? Mas Jehová no le dio respuesta aquel día. Entonces dijo Saúl: Venid acá todos los principales del pueblo, y sabed y ved en qué ha consistido este pecado hoy; porque vive Jehová que salva a Israel, que aunque fuere en Jonatán mi hijo, de seguro morirá. Y no hubo en todo el pueblo quien le respondiese. Dijo luego a todo Israel: Vosotros estaréis a un lado, y yo y Jonatán mi hijo estaremos al otro lado. Y el pueblo respondió a Saúl: Haz lo que bien te pareciere. Entonces dijo Saúl a Jehová Dios de Israel: Da suerte perfecta. Y la suerte cayó sobre Jonatán y Saúl, y el pueblo salió libre. Y Saúl dijo: Echad suertes entre mí y Jonatán mi hijo. Y la suerte cayó sobre Jonatán. Entonces Saúl dijo a Jonatán: Declárame lo que has hecho. Y Jonatán se lo declaró y dijo: Ciertamente gusté un poco de miel con la punta de la vara que traía en mi mano; ¿y he de morir? Y Saúl respondió: Así me haga Dios y aun me añada, que sin duda morirás, Jonatán. Entonces el pueblo dijo a Saúl: ¿Ha de morir Jonatán, el que ha hecho esta grande salvación en Israel? No será así. Vive Jehová, que no ha de caer un cabello de su cabeza en tierra, pues que ha actuado hoy con Dios. Así el pueblo libró de morir a Jonatán. Y Saúl dejó de seguir a los filisteos; y los filisteos se fueron a su lugar. Después de haber tomado posesión del reinado de Israel, Saúl hizo guerra a todos sus enemigos en derredor: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba, y contra los filisteos; y adondequiera que se volvía, era vencedor. Y reunió un ejército y derrotó a Amalec, y libró a Israel de mano de los que lo saqueaban. Y los hijos de Saúl fueron Jonatán, Isúi y Malquisúa. Y los nombres de sus dos hijas eran, el de la mayor, Merab, y el de la menor, Mical. Y el nombre de la mujer de Saúl era Ahinoam, hija de Ahimaas. Y el nombre del general de su ejército era Abner, hijo de Ner tío de Saúl. Porque Cis padre de Saúl, y Ner padre de Abner, fueron hijos de Abiel. Y hubo guerra encarnizada contra los filisteos todo el tiempo de Saúl; y a todo el que Saúl veía que era hombre esforzado y apto para combatir, lo juntaba consigo.

Salmo 38:

Salmo de David, para recordar.

1 Señor, no me reprendas en tu enojo; ¡no me castigues en tu ira! Tus flechas se han clavado en mí; ¡sobre mí has dejado caer tu mano! Por causa de tu enojo, nada sano hay en mi cuerpo; por causa de mi maldad, no hay paz en mis huesos. Mi pecado pesa sobre mi cabeza; ¡son una carga que ya no puedo soportar! Por causa de mi locura, mis heridas supuran y apestan. Estoy abrumado, totalmente abatido; ¡todo el tiempo ando afligido. La espalda me arde sin cesar: ¡no hay nada sano en todo mi cuerpo! Me siento débil y en gran manera agobiado; ¡mis quejas son las de un corazón atribulado! Señor, tú conoces todos mis deseos; mis anhelos no te son ocultos. Mi corazón se agita, me faltan fuerzas, y hasta mis ojos se van apagando. Mis mejores amigos se alejan de mis males; ¡hasta mis parientes se apartan de mí! Hay quienes conspiran contra mi vida; buscan mi mal y tratan de arruinarme. ¡Todo el tiempo hacen planes contra mí! Pero yo cierro los oídos, y no los oigo; finjo ser mudo y no abro la boca. Soy como los que no oyen ni profieren ningún reproche. Señor, yo confío en ti; ¡tú, Señor mi Dios, responderás por mí! Tan sólo pido que no se alegren de mí; ¡que no se burlen de mí, si  acaso caigo! En realidad, estoy a punto de caer, y mi dolor no me abandona. Por eso, voy a confesar mi maldad; pues me pesa haber pecado. Mis enemigos están sanos y fuertes; aumentan los que me odian sin razón. Los que me pagan mal por bien me atacan porque prefiero hacer lo bueno. Señor, ¡no me abandones! Dios mío, ¡no te alejes de mí! Señor, mi salvador, ¡ven pronto en mi ayuda! 


Proverbios 26:
No conviene la nieve en el verano, ni la lluvia en el tiempo de la siega, ni colmar de honores al necio. Gorrión sin rumbo, golondrina que revolotea: ¡eso es la maldición sin causa, pues nunca llega! Para el caballo, el látigo; para el asno, el freno; para la espalda del necio, la vara. Nunca respondas al necio con necedades, para que no resultes ser otro necio. Responde al necio conforme a su necedad, para que no se crea demasiado sabio. Recurrir a un necio como mensajero es lo mismo que amputarse los pies; ¡es arriesgarse a pasar un trago amargo! Piernas tullidas que penden inútiles: ¡eso es el proverbio en la boca del necio! Atar la piedra a la honda: ¡eso es el rendir honores a un necio! Espina clavada en la mano del borracho: ¡eso es el proverbio en labios del necio! Arquero que a todo el mundo hiere: ¡eso es quien emplea a necios y vagabundos! Perro que vuelve a su vómito: ¡eso es el necio que repite su necedad! ¿Has visto gente sabia en su propia opinión? ¡Más esperanza tiene el necio que esa gente! El perezoso alega: «¡Un león anda suelto! ¡Está al acecho en el camino y por las calles!» La puerta gira sobre sus bisagras, y el perezoso gira sobre la cama. El perezoso mete la mano en el plato, pero le resulta cansado llevársela a la boca. El perezoso se considera más sabio que siete sabios que sepan aconsejar. Dejarse llevar del enojo en un pleito ajeno es como querer sujetar a un perro por las orejas. Un loco que, en su locura, lanza mortíferas flechas encendidas: ¡eso es el hombre que engaña a su amigo, y luego alega que lo hizo de broma! Sin leña se apaga el fuego, y sin chismosos se acaba el pleito. Para hacer brasas, el carbón; para encender el fuego, la leña; para encender los ánimos, el pendenciero. Los chismes son deliciosos bocados, que penetran hasta lo más profundo. Los labios seductores y el corazón malvado son una vasija de barro bañada en plata barata. El que odia, lo disimula con los labios pero por dentro maquina el engaño. No confíes en quien habla con voz engolada, porque en su corazón hay siete abominaciones. Aunque el odio se encubra con disimulo, la maldad se hará manifiesta en la comunidad. El que cava el foso, en él se cae; al que empuja la piedra, la piedra lo aplasta. La lengua falsa aborrece al que ha herido; la boca zalamera conduce al desastre.






El Libro de Los Hechos Capítulo 12 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES



CAPÍTULO 12
(44 d.C.)
LA PERSECUCIÓN


Y EN el mismo tiempo (pertenece al tiempo cuando Pablo y Bernabé fueron a Jerusalén) el rey Herodes (habla de Herodes Agripa, el hijo de Aristóbulo, el nieto de Herodes el Grande, quien asesinó a los bebés de Belén) echó mano a maltratar algunos de la Iglesia (probablemente lo hizo para congraciarse con los Líderes Judíos).
2 Y mató a filo de espada a Santiago, hermano de Juan (el primero de los Apóstoles que murió; jamás se eligió un sucesor de Santiago; de hecho, con excepción de Judas quien fue reemplazado por Matías, jamás otra persona ejerció uno de los Oficios de los Doce; en otras palabras, no hay tal cosa como la Sucesión Apostólica, como algunos la enseñan).
PEDRO
3 Y viendo que había agradado a los Judíos, pasó adelante para prender también a Pedro. (Eran entonces los días de los Asimos.) (Era el tiempo de la Pascua, es decir, el mes de Abril.)
4 Y habiéndole preso, le puso en la cárcel (representa la tercera vez que Pedro fue detenido [Hch. 4:3; 5:18-19]), entregándole a cuatro cuaterniones de soldados que le guardasen (representaba a dieciséis soldados, cuatro para cada vigilia); queriendo sacarle al pueblo después de la Pascua (debiera haberse traducido, Con la intención de sacarle después de la Pascua. . .).
5 Así que, Pedro era guardado en la cárcel: y la Iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él (presenta el mayor arma a la disposición de la Iglesia).
6 Y cuando Herodes le había de sacar (es probable que Herodes diseminó la palabra por todo Jerusalén de que iba a celebrar un espectáculo, que sería la muerte del gran Apóstol Pedro), aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, preso con dos cadenas: y los guardas delante de la puerta, que guardaban la cárcel (Pedro estaba durmiendo, aunque supuestamente iba a morir el día siguiente; él no estaba preocupado porque el Señor le había dicho que no moriría joven, sino viejo [Jn. 21:18]).
EL ÁNGEL
7 Y, he aquí, el Ángel del Señor le sobrevino (debiera haberse traducido, Un Ángel del Señor), y una luz resplandeció en la cárcel (significaba que no había duda de que este ser era del Señor): e hiriendo a Pedro en el lado, le despertó, diciendo, Levántate pronto (simplemente quiere decir que el Ángel lo despertó). Y las cadenas se le cayeron de las manos (¡gran poder!).
8 Y le dijo el Ángel, Cíñete, y átate tus sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo, Cúbrete tu ropa, y sígueme (habla de la ropa exterior, Pedro está ya totalmente vestido).
9 Y saliendo, le seguía (presenta a Pedro haciendo algo, lo cual en ese momento él no estaba seguro de que fuera real); y no sabía que era verdad lo que hacía el Ángel, mas pensaba que veía Visión (tenía dificultad de hacer la transición al sobrenatural; él seguía pensando que estaba viendo una Visión).
10 Y cuando pasaron la primera y la segunda guardia (probablemente quiere decir que Herodes había puesto a Pedro en la prisión interior; porque, ellos pasaron por varias puertas y pasaron las guardias sin que ellos supieran lo que estaba sucediendo; de algún modo, el Ángel hizo todo esto invisible a estas personas), vinieron a la puerta de hierro que va a la ciudad (se refiere a la puerta de la Prisión); la cual se les abrió por sí sola (quiere decir que se abrió automáticamente): y salidos, pasaron una calle; y luego el Ángel se apartó de él (tan Milagroso que es imposible describirlo).
11 Entonces Pedro, volviendo en sí (significa que ahora sabe que no había sido una visión ni un sueño, sino que realmente había sido liberado por un Ángel), dijo, Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado Su Ángel, y me ha librado de la mano de Herodes (revela a Pedro dando toda la Gloria a Dios), y de todo el pueblo de los Judíos que me esperaba (Herodes sería privado de su espectáculo, y todos los que esperaban ver el derramamiento de sangre).
EL RELATO DE PEDRO
12 Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos (Juan Marcos que se menciona aquí es el que escribió el Evangelio que lleva su nombre); donde muchos estaban juntos orando (expone que oraban por Pedro las 24 horas; muchos creen que Pedro fue rescatado entre las 3:00 y las 6:00 de la madrugada).
13 Y tocando Pedro a la puerta del patio (no la puerta de la casa, sino la puerta de la cerca que rodeaba la casa, que normalmente se mantenía con llave), salió una muchacha, para escuchar, llamada Rode (se refiere a esta joven que era la sirvienta en esta casa, parte de sus deberes era la de dar la bienvenida a los convidados).
14 La cual cuando conoció la voz de Pedro (nos revela que la pared y la puerta eran altas, se le incapacitaba ver quién tocaba la puerta), de gozo no abrió el postigo, sino corriendo adentro, dio nueva de que Pedro estaba al postigo (presenta el mensaje de ella, ¡algo tan asombroso e incluso increíble!).
15 Y ellos le dijeron, Estás loca (en otras palabras, no sólo no le creyeron, sino que concluyeron que ella estaba perdiendo sus cabales). Mas ella afirmaba que así era (expresa que su afirmación cada vez tenía más convicción). Entonces ellos decían, Su Ángel es (expone una creencia de aquella época de que todos los Judíos tenían un Ángel de la Guarda).
16 Mas Pedro perseveraba en llamar (se refiere a que Pedro toca la puerta con más fuerza): y cuando abrieron, le vieron, y se espantaron (se quedaron mudos, hasta el punto de aturdirlos).
17 Mas él haciéndoles con la mano señal de que callasen (todos le hablaban al mismo tiempo), les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo, Haced saber esto a Santiago y a los hermanos (se hace referencia al hermanastro del Señor y a los Ancianos de la Iglesia en Jerusalén, además de algún otro de los Doce que pudieran haber estado en Jerusalén en ese momento). Y salió, y partió a otro lugar (evidentemente él no le dijo a nadie adónde iba).
HERODES
18 Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué se había hecho de Pedro (la pérdida de su preso significaba la muerte segura para ellos).
19 Mas Herodes, cuando le buscó y no le halló, hecha inquisición de los guardas (quiere decir que él no creyó su historia; desde luego, ¡era una historia fascinante!), los mandó llevar. Después descendiendo de Judea a Cesarea, se quedó allí (hace referencia al hecho de que estaba avergonzado ante la gente, no pudo celebrar su espectáculo concerniente a Pedro; por eso se fue de Jerusalén).
EL JUICIO
20 Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y los de Sidón (no nos da ni una sola pista por el motivo de este disgusto): mas ellos vinieron concordes a él, y sobornado Blasto, que era el camarero del rey, pedían paz (intentaron hacer la paz con Herodes por causa de cierta interrupción, lo cual no lo menciona la historia); porque las tierras  de ellos eran abastecidas por las del rey (son acuerdos comerciales con respecto a los alimentos, etc.).
21 Y un día señalado, Herodes vestido de ropa real, se sentó en el tribunal (todo esto se hacía con gran fanfarria y ceremonia), y les arengó (tiene que ver con él que hablaba con gran orgullo sobre el acuerdo que acababa de efectuar con Tiro y Sidón; lo aparentaba como que él era el salvador de estas ciudades).
22 Y el pueblo aclamaba (quiere decir que sea lo que él decía los complacía de gran manera), Voz de dios, y no de hombre (quiere decir que ¡ellos siguieron gritando esto varias veces!).
23 Y luego el Ángel del Señor le hirió (puede haber sido el mismo Ángel que liberó a Pedro), por cuanto no dio la gloria a Dios (en otras palabras, él aceptó las aclamaciones de las personas de que era un pequeño dios): y fue comido de gusanos (Josefo dijo que pasó cinco días con agonizantes dolores de estómago), y expiró (murió; esto ocurrió en el año 44 d.C.).
24 Mas la Palabra del Señor crecía y era multiplicada (no dice que la Iglesia creció, sino más bien la Palabra de Dios creció. . .).
25 Y Bernabé y Saulo volvieron de Jerusalén (nos dice qué ocurrió, pero no dice exactamente cuándo) cumplido su Ministerio (habla de las ofrendas que se llevaron a Jerusalén de parte de los Santos en Antioquía, y es posible que de otras partes también), tomando también consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos (Marcos les acompañaría en el primer Viaje Misionero).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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