22 November 2022

El 22 de noviembre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 22 de noviembre Lectura Bíblica Diaria:

1 Samuel 27-29:

27 Dijo luego David en su corazón: Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl; nada, por tanto, me será mejor que fugarme a la tierra de los filisteos, para que Saúl no se ocupe de mí, y no me ande buscando más por todo el territorio de Israel; y así escaparé de su mano. Se levantó, pues, David, y con los seiscientos hombres que tenía consigo se pasó a Aquis hijo de Maoc, rey de Gat. Y moró David con Aquis en Gat, él y sus hombres, cada uno con su familia; David con sus dos mujeres, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel. Y vino a Saúl la nueva de que David había huido a Gat, y no lo buscó más. Y David dijo a Aquis: Si he hallado gracia ante tus ojos, séame dado lugar en alguna de las aldeas para que habite allí; pues ¿por qué ha de morar tu siervo contigo en la ciudad real? Y Aquis le dio aquel día a Siclag, por lo cual Siclag vino a ser de los reyes de Judá hasta hoy. Fue el número de los días que David habitó en la tierra de los filisteos, un año y cuatro meses. Y subía David con sus hombres, y hacían incursiones contra los gesuritas, los gezritas y los amalecitas; porque éstos habitaban de largo tiempo la tierra, desde como quien va a Shur hasta la tierra de Egipto. Y asolaba David el país, y no dejaba con vida hombre ni mujer; y se llevaba las ovejas, las vacas, los asnos, los camellos y las ropas, y regresaba a Aquis. Y decía Aquis: ¿Dónde habéis merodeado hoy? Y David decía: En el Neguev de Judá, y el Neguev de Jerameel, o en el Neguev de los ceneos. Ni hombre ni mujer dejaba David con vida para que viniesen a Gat; diciendo: No sea que den aviso de nosotros y digan: Esto hizo David. Y esta fue su costumbre todo el tiempo que moró en la tierra de los filisteos. Y Aquis creía a David, y decía: El se ha hecho abominable a su pueblo de Israel, y será siempre mi siervo.28 Aconteció en aquellos días, que los filisteos reunieron sus fuerzas para pelear contra Israel. Y dijo Aquis a David: Ten entendido que has de salir conmigo a campaña, tú y tus hombres. Y David respondió a Aquis: Muy bien, tú sabrás lo que hará tu siervo. Y Aquis dijo a David: Por tanto, yo te constituiré guarda de mi persona durante toda mi vida. Ya Samuel había muerto, y todo Israel lo había lamentado, y le habían sepultado en Ramá, su ciudad. Y Saúl había arrojado de la tierra a los encantadores y adivinos. Se juntaron, pues, los filisteos, y vinieron y acamparon en Sunem; y Saúl juntó a todo Israel, y acamparon en Gilboa. Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera. Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas. Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación. Y se disfrazó Saúl, y se puso otros vestidos, y se fue con dos hombres, y vinieron a aquella mujer de noche; y él dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación, y me hagas subir a quien yo te dijere. Y la mujer le dijo: He aquí tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y a los adivinos. ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir? Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto. La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió: Hazme venir a Samuel. Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo: ¿Por qué me has engañado? pues tú eres Saúl. Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra. El le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia. Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer. Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo? Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí; pues Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero, David. Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy. Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos. Entonces Saúl cayó en tierra cuan grande era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; y estaba sin fuerzas, porque en todo aquel día y aquella noche no había comido pan. Entonces la mujer vino a Saúl, y viéndolo turbado en gran manera, le dijo: He aquí que tu sierva ha obedecido a tu voz, y he arriesgado mi vida, y he oído las palabras que tú me has dicho. Te ruego, pues, que tú también oigas la voz de tu sierva; pondré yo delante de ti un bocado de pan para que comas, a fin de que cobres fuerzas, y sigas tu camino. Y él rehusó diciendo: No comeré. Pero porfiaron con él sus siervos juntamente con la mujer, y él les obedeció. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una cama. Y aquella mujer tenía en su casa un ternero engordado, el cual mató luego; y tomó harina y la amasó, y coció de ella panes sin levadura. Y lo trajo delante de Saúl y de sus siervos; y después de haber comido, se levantaron, y se fueron aquella noche.
29 Los filisteos juntaron todas sus fuerzas en Afec, e Israel acampó junto a la fuente que está en Jezreel. Y cuando los príncipes de los filisteos pasaban revista a sus compañías de a ciento y de a mil hombres, David y sus hombres iban en la retaguardia con Aquis. Y dijeron los príncipes de los filisteos: ¿Qué hacen aquí estos hebreos? Y Aquis respondió a los príncipes de los filisteos: ¿No es éste David, el siervo de Saúl rey de Israel, que ha estado conmigo por días y años, y no he hallado falta en él desde el día que se pasó a mí hasta hoy? Entonces los príncipes de los filisteos se enojaron contra él, y le dijeron: Despide a este hombre, para que se vuelva al lugar que le señalaste, y no venga con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo; porque ¿con qué cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos hombres? ¿No es éste David, de quien cantaban en las danzas, diciendo:
Saúl hirió a sus miles,
Y David a sus diez miles? Y Aquis llamó a David y le dijo: Vive Jehová, que tú has sido recto, y que me ha parecido bien tu salida y tu entrada en el campamento conmigo, y que ninguna cosa mala he hallado en ti desde el día que viniste a mí hasta hoy; mas a los ojos de los príncipes no agradas. Vuélvete, pues, y vete en paz, para no desagradar a los príncipes de los filisteos. Y David respondió a Aquis: ¿Qué he hecho? ¿Qué has hallado en tu siervo desde el día que estoy contigo hasta hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de mi señor el rey? Y Aquis respondió a David, y dijo: Yo sé que tú eres bueno ante mis ojos, como un ángel de Dios; pero los príncipes de los filisteos me han dicho: No venga con nosotros a la batalla. Levántate, pues, de mañana, tú y los siervos de tu señor que han venido contigo; y levantándoos al amanecer, marchad. Y se levantó David de mañana, él y sus hombres, para irse y volver a la tierra de los filisteos; y los filisteos fueron a Jezreel.

Salmo 43:
Dios mío, ¡hazme justicia! ¡Defiéndeme! ¡Líbrame de gente impía, mentirosa e inicua! Tú eres mi Dios, mi fortaleza; ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué debo andar acongojado y sufrir por la opresión del enemigo? Envía tu luz y tu verdad; ellas me guiarán hasta tu santo monte, me conducirán hasta el templo donde habitas. Me acercaré entonces a tu altar, mi Dios, y allí, mi Dios, te alabaré al son del arpa, pues tú eres mi Dios, mi gozo y alegría. ¿Por qué te desanimas, alma mía? ¿Por qué te inquietas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún debo alabarlo. ¡Él es mi Dios! ¡Él es mi salvador! 




Proverbios 31:
Palabras proféticas del rey Lemuel, que su madre le enseñó. ¿Qué puedo decirte, hijo mío? ¿Qué puedo decirte, hijo de mis entrañas? ¿Qué puedo decirte, respuesta a mis oraciones? Que no entregues tu vigor a las mujeres, ni vayas por caminos que destruyen a los reyes. Lemuel, hijo mío, no está bien que los reyes beban vino, ni que los príncipes beban sidra; no sea que por beber se olviden de la ley, y tuerzan el derecho de todos los afligidos. Sea la sidra para el que desfallece, y el vino para los de  ánimo amargado. ¡Que beban y se olviden de sus carencias! ¡Que no se acuerden más de su miseria! Habla en lugar de los que no pueden hablar; ¡defiende a todos los desvalidos! Habla en su lugar, y hazles justicia; ¡defiende a los pobres y menesterosos! Mujer ejemplar, ¿quién dará con ella? Su valor excede al de las piedras preciosas. Su esposo confía en ella de todo corazón, y por ella no carece de ganancias. Siempre lo trata bien, nunca mal, todos los días de su vida. Sale en busca de lana y de lino, y afanosa los trabaja con sus manos. Se asemeja a una nave de mercaderes, que de muy lejos trae sus provisiones. Aun durante la noche se levanta para dar de comer a su familia y asignar a las criadas sus deberes. Pondera el valor de un terreno, y lo compra, y con lo que gana planta un viñedo. Saca fuerzas de flaqueza, y con ahínco se dispone a trabajar. Está atenta a la buena marcha de su negocio, y por la noche mantiene su lámpara encendida. Sabe cómo manejar el huso, y no le es ajeno manejar la rueca. Sabe ayudar a los pobres, y tender la mano a los menesterosos. Cuando nieva, no teme por su familia, pues todos ellos visten ropas dobles. Ella misma se hace tapices, y se viste de lino fino y de púrpura. Su esposo es bien conocido en la ciudad, y es parte del consejo local de ancianos. Las telas que hace, las vende, y provee a los comerciantes con cinturones. Se reviste de fuerza y de honra, y no le preocupa lo que pueda venir. Habla siempre con sabiduría, y su lengua se rige por la ley del amor. Siempre atenta a la marcha de su hogar, nunca come un pan que no se haya ganado. Sus hijos se levantan y la llaman dichosa; también su esposo la congratula: «Muchas mujeres han hecho el bien, pero tú las sobrepasas a todas.» La belleza es engañosa, y hueca la hermosura, pero la mujer que teme al Señor será alabada. ¡Reconózcase lo que ha hecho con sus manos! ¡Sea alabada ante todos por sus logros!




El Libro de Los Hechos Capítulo 17 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES




CAPÍTULO 17
(53 d.C.)
TESALÓNICA




Y PASANDO por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica (presenta el destino de Pablo claramente dirigido aquí por el Espíritu Santo), donde estaba la Sinagoga de los Judíos (presenta a Pablo una vez más llevando el Evangelio primeramente a los Judíos):
2 Y Pablo, como acostumbraba, entró a ellos (debiera haberse traducido, como era su costumbre), y por tres Sábados disputó con ellos de Las Escrituras (el Antiguo Testamento, y con respecto a Cristo),
3 Declarando y proponiendo (para exponer y presentar), que convenía que el Cristo padeciese (tenía que ir a la Cruz para que todo el pecado sea expiado [Gén. 3:15; Éx. 12:13; Isa., cap. 53]), y resucitase de los muertos (Lev. 14:1-7; Sal. 16:10); y que Jesús, el cual yo os anuncio, decía él, éste era el Cristo (el Mesías, Al Que señala en Las Escrituras).
4 Y algunos de ellos creyeron (algunos Judíos), y se juntaron con Pablo y con Silas (deseaban escuchar más acerca de Jesús); y de los Griegos religiosos grande multitud (muchos Gentiles fueron salvos), y mujeres Nobles no pocas (puede que se refiriese a las esposas de unos de los Gobernantes Civiles en la ciudad, o al menos las esposas de los hombres influyentes).
5 Entonces los Judíos que eran incrédulos, teniendo celos (presenta un ejemplo perfecto de las personas religiosas que rechazan la luz del Evangelio, y por eso emprenden a detener la propagación de esa Luz), tomaron consigo a algunos ociosos, malos hombres, y juntando compañía, alborotaron la ciudad (presenta a esos Judíos incapaces de contradecir Escrituralmente el Mensaje de Pablo, por eso recurren a otras medidas), y acometiendo a la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo (claramente se refiere al lugar donde se quedaban Pablo y sus asociados).
6 Mas no hallándolos (es evidente que Pablo y Silas no estaban ahí en ese momento), trajeron a Jasón y a algunos Hermanos a los Gobernadores de la ciudad (¡expresa que la turba decidió tomar venganza de alguien, si no en Pablo!), dando voces, Éstos que alborotan el mundo, también han venido acá (nos dice que los Judíos habían preparado muy bien a ciertas personas en la turba);
7 A los cuales Jasón ha recibido (pone cargos contra Jasón como parte de la supuesta conspiración): y todos éstos hacen contra los decretos de César, diciendo que hay otro Rey, Jesús (presenta lo que descaradamente es falso, y los Judíos sabían que era falso).
8 Y alborotaron al pueblo y a los Gobernadores de la ciudad, oyendo estas cosas (por sus mentiras, crearon una conmoción).
9 Mas recibida satisfacción de Jasón (probablemente quiere decir que Jasón pagó una fianza por así decirlo) y de los demás (es probable que se refiere a una garantía de parte de Jasón y otros para que Pablo y su grupo se marcharan de la ciudad, aunque ellos no tenían culpa alguna), los soltaron (insinúa que las autoridades ya estaban satisfechos).
BEREA
10 Entonces los hermanos, luego de noche, enviaron a Pablo y a Silas a Berea (esta ciudad está a unos 75 kilómetros [50 millas] de Tesalónica; ellos se marcharon por la noche, porque al permanecer más tiempo hubiera causado más problemas): los cuales habiendo llegado, entraron en la Sinagoga de los Judíos (presenta, como se mencionó, la costumbre de Pablo, pero esta vez iba a salir mejor, para variar).
11 Y fueron estos más nobles que los que estaban en Tesalónica (aprendemos ya la definición de Dios de la palabra noble), pues recibieron la Palabra con toda solicitud (es la significación de la palabra noble), escudriñando cada día Las Escrituras, si estas cosas eran así (explica el motivo por el cual aceptaron con ansias el Mensaje de Jesucristo).
12 Así que creyeron muchos de ellos (se refiere a los Judíos que aceptaron a Cristo como Salvador); y mujeres Griegas de Distinción, y no pocos hombres (habla de los Gentiles que estaban asistiendo a la Sinagoga de los Judíos, y también, aceptaron a Cristo).
13 Mas cuando entendieron los Judíos de Tesalónica que también en Berea era anunciada la Palabra de Dios por Pablo (estos Judíos en Tesalónica, descontentos con lo que habían hecho en su ciudad, intentan ya detener lo que estaba pasando en Berea), fueron, y también allí tumultuaron al pueblo (demuestra la eficacia de la mentira).
14 Empero luego los hermanos enviaron a Pablo para que fuera hasta el Mar (se refiere al Mar Egeo, que estaba a unos 23 kilómetros [17 millas] de Berea): y Silas y Timoteo se quedaron allí (permanecieron en Berea).
15 Y los que habían tomado a cargo a Pablo, le llevaron hasta Atenas (presenta la ciudad principal de la Grecia, conocida por su erudición): y tomando encargo para Silas y Timoteo, que viniesen a él lo más pronto que pudiesen, partieron (Pablo envía el Mensaje de regreso con estos hombres de que Silas y Timoteo debían venir a Atenas lo más pronto que sea posible).
ATENAS
16 Y esperándolos Pablo en Atenas, su espíritu se deshacía en él viendo la ciudad dada a idolatría (quiere decir que estaba llena de ídolos).
17 Así que, disputaba en la Sinagoga con los Judíos (de Las Escrituras, él predicaba a Jesús; por lo tanto, Las Escrituras según los Judíos, eran el Antiguo Testamento,) y religiosos (separa a los Judíos quienes realmente aparentaban ser devotos a Las Escrituras), y en la plaza cada día con los que le concurrían (era un lugar en Atenas, donde por lo general predicaban los oradores).
18 Y algunos filósofos de los Epicúreos (aquellos que afirmaban que la gratificación de los apetitos y los placeres eran el fin primordial en la vida) y de los Estoicos (enseñaban que el hombre no debe ser conmovido ni por el gozo ni por la tristeza), disputaban con él (desafiaban sus declaraciones acerca de Cristo). Y unos decían, ¿Qué quiere decir este palabrero? (Presenta el insulto más grande que podían pensar.) Y otros, parece que es predicador de nuevos dioses (en sus mentes, cualquier cosa que no era de la filosofía Griega no tenía importancia alguna): porque les predicaba a Jesús y la Resurrección (no querían una Resurrección, simplemente porque no querían la idea de vivir esta vida de nuevo; demuestra que habían malentendido totalmente lo que Pablo había dicho).
19 Y tomándole, le trajeron al Areópago (se refiere a la Colina de Ares que daba frente al Acrópolis; ésta era la Corte Suprema de Atenas), diciendo, ¿Podremos saber qué sea esta nueva doctrina que dices? (Presenta a Pablo que se enfrenta a los Jueces de la Corte Suprema de Atenas.)
20 Porque pones en nuestros oídos (es extraño que aquellos que trajeron a Pablo a este lugar clasificaron lo que él dijo como puro parloteo, sin embargo, creían que era de mucha importancia como para llevarlo a la Corte más alta de Atenas) unas nuevas cosas: queremos pues saber qué significan todo esto (presentó una petición noble a Pablo, y una oportunidad sin igual).
21 (Entonces todos los Atenienses y los huéspedes extranjeros, no ocupaban el tiempo en ninguna otra cosa, sino en decir o en oír alguna cosa nueva.) (Fallecidos ya los grandes filósofos, Atenas intentaba vivir en la gloria desvaneciéndose de los tiempos anteriores.)
LA COLINA DE ARES
EL AREÓPAGO
22 Estando pues Pablo en medio del Areópago, dijo, Varones Atenienses, en todo os veo como más supersticiosos (en esta sola frase, él desacredita todas sus filosofías; ellos se guiaban por la superstición, la cual no es una manera de vivir).
23 Porque pasando y mirando vuestros santuarios (hace referencia a sus objetos de adoración), hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción, AL DIOS DESCONOCIDO (al dirigirse a la situación de esta manera, él no podía ser acusado de predicar un dios foráneo a ellos). Aquél pues, que vosotros honráis sin conocerle, a Éste os anuncio yo (se refiere a ellos reconociendo que quizás ¡no tenían la última palabra acerca de los dioses! en realidad, no tenían ni una sola palabra en absoluto).
24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en el hay (presenta a Dios como el Creador), Éste, como sea Señor del Cielo y de la Tierra (Lo proclama no sólo como el Creador, sino también como el Administrador constante de todo que Él ha creado), no habita en Templos hechos de manos (¡Él es más grande que eso!);
25 Ni es honrado con manos de hombres (el Segundo Mandamiento prohibe hacer imágenes de cualquier tipo de Dios, o de adorar cualquier tipo de estatua, etc.), como si necesitara de algo (¡Dios no necesita nada!), pues Él da a todos vida, y respiración, y todas las cosas (presenta Su Creación en necesidad de todo lo que Él provee, que no está provisto de ninguna otra fuente);
26 Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la Tierra (expresa que todo tiene su origen en Adán), y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de la habitación de ellos (pertenece a distintas partes del mundo, y los que ocupan estas áreas; sin embargo, la declaración, de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres elimina toda clase de superioridad racial);
27 Para que buscasen a Dios (presenta el fin principal de todos los tratos de Dios con los hombres [I Ped. 2:24; II Ped. 3:9; Jn. 3:15-20; Apoc. 22:17]), si en alguna manera, palpando, le hallen (Pablo está apelando a la acción de la lógica y el sentido común cuando intentaba dirigirse a estos paganos), aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros (habló del Creador estando muy cerca de Su Creación):
28 Porque en Él vivimos, y nos movemos, y somos (proclama a Dios, la fuente de toda la vida [Heb. 1:3]); como también algunos de vuestros poetas dijeron, Porque linaje de Éste somos también (presenta una cita directa de Aratos de Tarso, la propia nación de Pablo).
29 Siendo pues linaje de Dios (es ofrecido por Pablo en el sentido de la Creación; no la  intención de la Paternidad de Dios, y la Hermandad del Hombre, como muchos lo sostienen), no hemos de estimar la Divinidad ser semejante a oro, o a plata, o a piedra, escultura de artificio o de imaginación de hombres (Pablo expresa que Dios no es un mecanismo del hombre, como eran todos los dioses Griegos).
30 Empero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia (no refleja que tal ignorancia era la Salvación, ¡porque no lo era! antes de la Cruz, había muy poca Luz en el mundo, por eso Dios retiró el Juicio); ahora ordena a todos los hombres en todos los lugares que se Arrepientan (pero a partir de la Cruz, el Camino está abierto para todos; y le urge a todos los Creyentes a hacer conocer ese Camino a todos los hombres):
31 Por cuanto ha establecido un día (se refiere a la venida del Juicio del Gran Trono Blanco [Apoc. 20:11-15]), en el cual ha de Juzgar al mundo con Justicia, por aquel Varón al cual determinó (esa Justicia está exclusivamente en Cristo Jesús y lo que Él ha hecho por nosotros en la Cruz, y sólo puede alcanzarla por medio de la Fe en Él [Ef. 2:8-9; Rom. 10:9-10,13; Apoc. 22:17]); dando fe a todos con haberle levantado de los muertos (se refiere a la Resurrección ratificando lo que fue hecho en el Calvario, y es aplicable a todos los hombres, ¡por lo menos a todos los que creerán!).
32 Y así cuando oyeron de la Resurrección de los Muertos, unos se burlaban (la burla fue causada por la pura incredulidad): y otros decían, Te oiremos acerca de esto otra vez (fueron conmovidos por el Mensaje de Pablo, pero desgraciadamente no se decidían).
33 Y así Pablo se salió de en medio de ellos (ellos averiguaron que él no había quebrantado ninguna de sus leyes, entonces él estaba libre para irse, ¡que él lo hizo!).
34 Mas algunos creyeron, juntándose con él (creyeron de todo corazón, reconociendo en Pablo las Verdaderas Palabras de Vida): entre los cuales también fue Dionisio el del Areópago (de la Gran Corte de Atenas; la tradición dice que llegó a ser el Pastor de la Iglesia en Atenas), y una mujer llamada Dámaris (una persona prominente), y otros con ellos.



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.




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