12 November 2022

El 12 de noviembre Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre



El 12 de noviembre Lectura Bíblica Diaria:


Rut 1-3:


1 Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos. El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí. Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos, los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años. Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido. Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan. Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá. Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron, y le dijeron: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo. Y Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos? Volveos, hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos, ¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí. Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella. Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella. Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos. Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más. Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí? Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido? Así volvió Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab, y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada. 2 Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz. Y Rut la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Vé, hija mía. Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec. Y he aquí que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te bendiga. Y Booz dijo a su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven? Y el criado, mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab; y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento. Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás junto a mis criadas. Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, vé a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados. Ella entonces bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera? Y respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes. Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte. Y ella dijo: Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado, y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus criadas. Y Booz le dijo a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y ella se sentó junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que se sació, y le sobró. Luego se levantó para espigar. Y Booz mandó a sus criados, diciendo: Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis; y dejaréis también caer para ella algo de los manojos, y lo dejaréis para que lo recoja, y no la reprendáis. Espigó, pues, en el campo hasta la noche, y desgranó lo que había recogido, y fue como un efa de cebada. Y lo tomó, y se fue a la ciudad; y su suegra vio lo que había recogido. Sacó también luego lo que le había sobrado después de haber quedado saciada, y se lo dio. Y le dijo su suegra: ¿Dónde has espigado hoy? ¿y dónde has trabajado? Bendito sea el que te ha reconocido. Y contó ella a su suegra con quién había trabajado, y dijo: El nombre del varón con quien hoy he trabajado es Booz. Y dijo Noemí a su nuera: Sea él bendito de Jehová, pues que no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto. Después le dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos. Y Rut la moabita dijo: Además de esto me ha dicho: Júntate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi siega. Y Noemí respondió a Rut su nuera: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo. Estuvo, pues, junto con las criadas de Booz espigando, hasta que se acabó la siega de la cebada y la del trigo; y vivía con su suegra. 3 Después le dijo su suegra Noemí: Hija mía, ¿no he de buscar hogar para ti, para que te vaya bien? ¿No es Booz nuestro pariente, con cuyas criadas tú has estado? He aquí que él avienta esta noche la parva de las cebadas. Te lavarás, pues, y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, irás a la era; mas no te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber. Y cuando él se acueste, notarás el lugar donde se acuesta, e irás y descubrirás sus pies, y te acostarás allí; y él te dirá lo que hayas de hacer. Y ella respondió: Haré todo lo que tú me mandes. Descendió, pues, a la era, e hizo todo lo que su suegra le había mandado. Y cuando Booz hubo comido y bebido, y su corazón estuvo contento, se retiró a dormir a un lado del montón. Entonces ella vino calladamente, y le descubrió los pies y se acostó. Y aconteció que a la medianoche se estremeció aquel hombre, y se volvió; y he aquí, una mujer estaba acostada a sus pies. Entonces él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Yo soy Rut tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano. Y él dijo: Bendita seas tú de Jehová, hija mía; has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca de los jóvenes, sean pobres o ricos. Ahora pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa. Y ahora, aunque es cierto que yo soy pariente cercano, con todo eso hay pariente más cercano que yo. Pasa aquí la noche, y cuando sea de día, si él te redimiere, bien, redímate; mas si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive Jehová. Descansa, pues, hasta la mañana. Y después que durmió a sus pies hasta la mañana, se levantó antes que los hombres pudieran reconocerse unos a otros; porque él dijo: No se sepa que vino mujer a la era. Después le dijo: Quítate el manto que traes sobre ti, y tenlo. Y teniéndolo ella, él midió seis medidas de cebada, y se las puso encima; y ella se fue a la ciudad. Y cuando llegó a donde estaba su suegra, ésta le dijo: ¿Qué hay, hija mía? Y le contó ella todo lo que con aquel varón le había acontecido. Y dijo: Estas seis medidas de cebada me dio, diciéndome: A fin de que no vayas a tu suegra con las manos vacías. Entonces Noemí dijo: Espérate, hija mía, hasta que sepas cómo se resuelve el asunto; porque aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy.

Salmo 33:
Canten al Señor con alegría, ustedes los justos; es propio de los íntegros alabar al Señor. Alaben al Señor al son del arpa; entonen alabanzas con el decacordio. Cántenle una canción nueva; toquen con destreza, y den voces de alegría. La palabra del Señor es justa; fieles son todas sus obras. El Señor ama la justicia y el derecho; llena está la tierra de su amor. Por la palabra del Señor fueron creados los cielos, y por el soplo de su boca, las estrellas. Él recoge en un cántaro el agua de los mares, y junta en vasijas los océanos. Tema toda la tierra al Señor; hónrenlo todos los pueblos del mundo; porque él habló, y todo fue creado; dio una orden, y todo quedó firme. El Señor frustra los planes de las naciones; desbarata los designios de los pueblos. Pero los planes del Señor quedan firmes para siempre; los designios de su *mente son eternos. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que escogió por su heredad. El Señor observa desde el cielo y ve a toda la humanidad; él contempla desde su trono a todos los habitantes de la tierra. Él es quien formó el corazón de todos, y quien conoce a fondo todas sus acciones. No se salva el rey por sus muchos soldados, ni por su mucha fuerza se libra el valiente. Vana esperanza de victoria es el caballo; a pesar de su mucha fuerza no puede salvar. Pero el Señor cuida de los que le temen, de los que esperan en su gran amor; él los libra de la muerte, y en épocas de hambre los mantiene con vida. Esperamos confiados en el Señor; él es nuestro socorro y nuestro escudo. En él se regocija nuestro corazón, porque confiamos en su santo nombre. Que tu gran amor, Señor, nos acompañe, tal como lo esperamos de ti.


Proverbios 21: 
En las manos del Señor el corazón del rey es como un río: sigue el curso que el Señor le ha trazado. A cada uno le parece correcto su proceder, pero el Señor juzga los corazones. Practicar la justicia y el derecho lo prefiere el Señor a los sacrificios. Los ojos altivos, el corazón orgulloso y la lámpara de los malvados son pecado. Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso! La fortuna amasada por la lengua embustera se esfuma como la niebla y es mortal como una trampa. La violencia de los malvados los destruirá, porque se niegan a practicar la justicia. Torcido es el camino del culpable, pero recta la conducta del hombre honrado. Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con mujer pendenciera. El malvado sólo piensa en el mal; jamás se compadece de su prójimo. Cuando se castiga al insolente, aprende el inexperto; cuando se instruye al sabio, el inexperto adquiere conocimiento. El justo se fija en la casa del malvado, y ve cuando éste acaba en la ruina. Quien cierra sus oídos al clamor del pobre, llorará también sin que nadie le responda. El regalo secreto apacigua el enojo; el obsequio discreto calma la ira violenta. Cuando se hace justicia, se alegra el justo y tiembla el malhechor. Quien se aparta de la senda del discernimiento irá a parar entre los muertos. El que ama el placer se quedará en la pobreza; el que ama el vino y los perfumes jamás será rico. El malvado pagará por el justo, y el traidor por el hombre intachable. Más vale habitar en el desierto que con mujer pendenciera y de mal genio. En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume, pero el necio todo lo despilfarra. El que va tras la justicia y el amor halla vida, prosperidad y honra. El sabio conquista la ciudad de los valientes y derriba el baluarte en que ellos confiaban. El que refrena su boca y su lengua se libra de muchas angustias. Orgulloso y arrogante, y famoso por insolente, es quien se comporta con desmedida soberbia. La codicia del perezoso lo lleva a la muerte, porque sus manos se niegan a trabajar; todo el día se lo pasa codiciando, pero el justo da con generosidad. El sacrificio de los malvados es detestable, y más aún cuando se ofrece con mala intención. El testigo falso perecerá, y quien le haga caso será destruido para siempre. El malvado es inflexible en sus decisiones; el justo examina su propia conducta. De nada sirven ante el Señor la sabiduría, la inteligencia y el consejo. Se alista al caballo para el día de la batalla, pero la victoria depende del Señor.




El Libro de Los Hechos Capítulo 7 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LOS
HECHOS DE LOS APÓSTOLES



CAPÍTULO 7
(33 d.C.)
LA DEFENSA DE ESTEBAN




EL Sumo Sacerdote dijo entonces, ¿Es esto así? (¡Investigaba acerca de los cargos!)
2 Y él (Esteban) dijo, Varones hermanos y padres, oíd (con la intención de dirigirse a la jerarquía religiosa de Israel); El Dios de la Gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán (no nos explica exactamente lo que fue esta apariencia, ya sea visible o que el Señor había usado a alguien para entregar el Mensaje; el lugar exacto en aquella tierra era Ur de los Caldeos [Gén. 15:7]),
3 Y le dijo, Sal de tu tierra (se relaciona a un pueblo que tenía que ver con la adoración de ídolos) y de tu parentela (en efecto, dice que ellos eran adoradores de ídolos también), y ven a la tierra que te mostraré (se refiere a la tierra de Canaán).
4 Entonces salió de la tierra de los Caldeos, y habitó en Harán (de casi 1.050 kilómetros [700 millas] al norte de Ur de los Caldeos; él se quedó allí por unos dos o tres años): y de allí, muerto su padre, le traspasó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora (la tierra de Canaán).
5 Y (Dios) no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie (quiere decir que Abraham personalmente nunca poseyó nada de la tierra de Canaán, excepto la "Cueva de Macpela," que fue usada como lugar de entierro para él y Sara [Gén. 23]): mas le prometió que se la daría en posesión, y a su simiente después de él (se refiere a la semilla de Isaac, no de Ismael [Gén. 17:19]), no teniendo hijo (para que todo esto se cumpliera, Abraham y Sara debían tener un heredero, que al final lo tuvieron, en Isaac).
6 Y le habló Dios así (tiene que ver con la Profecía dada a Abraham por el Señor con respecto al futuro de su semilla), Que su simiente sería extranjera en tierra ajena (Egipto); y que los reducirían a servidumbre y maltratarían, por cuatrocientos años (toda la duración de la Dispensación de Promesa [Abraham a Moisés] era de 430 años [Éx. 12:40; Gál. 3:14-17]; los 400 años de Gén. 15:13 y Hch. 7:6 deben calcularse desde la confirmación de Isaac como la semilla cuando Ismael fue expulsado [Gén. 21:12; Gál. 4:30]; fue cinco años después del nacimiento de Isaac).
7 Mas Yo juzgaré, dijo Dios, la nación a la cual serán siervos (habla de Egipto [Éx. 1:1-14; 31]): y después de esto saldrán y Me servirán en este lugar (los Hijos de Israel fueron librados de la esclavitud Egipcia y se les dieron la Tierra Prometida, a la cual Esteban se refiere como "este lugar").
8 Y (Dios) le dio (a Abraham) el Pacto de la Circuncisión (se refiere al Convenio Abrámico de Gén. 12:1-3; 17:9-27, y no al Convenio Mosaico que continuaba con la Circuncisión, pero no la originó): y así Abraham engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los Doce Patriarcas (expresa que sus hijos eran los Doce Jefes de las Tribus de Israel, y los que quedaron bajo el mismo Convenio de la Circuncisión).
9 Y los patriarcas, movidos de envidia, vendieron a José para Egipto (tenían envidia de él, por lo que fue elegido por su padre Jacob para heredar la Primogenitura [I Crón. 5:1-2]): pero Dios estaba con él (¡los hombres gobiernan, pero Dios domina!),
10 Y le libró de todas sus tribulaciones (no dice que no habían aflicciones, sino que el Señor liberó a José de toda trampa instigada por Satanás), y le dio gracia y sabiduría en la presencia de Faraón, rey de Egipto; el cual le puso por Gobernador sobre Egipto, y sobre toda su casa (¡describe, para variar, a un gobernador sabio!).
11 Vino entonces hambre en toda la tierra de Egipto y de Canaán (se refiere al hambre  durante siete años), y grande tribulación: y nuestros padres no hallaban alimentos (todo esto fue orquestado deliberadamente por el Señor, a fin de que Su Plan fuera llevado a cabo con respecto a la Nación de Israel).
12 Y cuando oyese Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera vez (él envió a sus hijos).
13 Y en la segunda, José fue conocido de sus hermanos (se refiere al segundo viaje a Egipto donde José los puso a prueba [Gén. 45:1-28]); y fue sabido de Faraón cual era la parentela de José (fueron presentados al Faraón, con José que procuraba obtener permiso para traer a su familia a Egipto).
14 Y enviando José, hizo venir a su padre Jacob (es simbólico de la Segunda Venida, cuando al fin vendrá Israel a Jesús), y a toda su parentela, en número de setenta y cinco personas (setenta y cinco almas; Esteban incluía a los cinco hijos de Manasés y Efraín; Gén. 46:27 y Deut. 10:22 menciona a las setenta personas que entraron en Egipto, pero no incluyeron a estos cinco).
15 Así descendió Jacob a Egipto, donde murió él y nuestros padres (aunque su vida y Ministerio estaban en Egipto, su corazón estaba en Canaán),
16 Los cuales fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que compró Abraham a precio de dinero de los hijos de Hamor de Siquem (se refiere a "Siquem" de Gén. 23:6-20; 33:19; 47:30; 49:29; 50:5; Éx. 13; 19; Jos. 24:32; estaba en Canaán).
17 Mas cuando se acercaba el tiempo de la Promesa (el momento adecuado de Dios es tan importante como Su Promesa), la cual Dios había jurado a Abraham (la Promesa de Dios tiene que ver con la Tierra de Canaán dado a los Hijos de Israel), el pueblo (los Israelitas) creció y se multiplicó en Egipto,
18 Hasta que se levantó otro rey (otro Faraón) en Egipto que no conocía a José (¡quiere decir que este nuevo Faraón no tenía ningún respeto por el pasado de Egipto con respecto a José, y en consecuencia no tenía ningún respeto para los Israelitas, el pueblo de José!).
19 Éste, usando de astucia con nuestro linaje, maltrató a nuestros padres (expresaba tal lo que fue permitido por el Señor, y con propósito y razón; si este Faraón los hubiese tratado con cortesía, ellos no hubieran deseados salir de Egipto), a fin de que pusiesen a peligro de muerte sus niños, para que cesase la generación (se refiere a la orden del Faraón de que mataran al nacer todos los bebés varones de los Israelitas).
20 En aquel mismo tiempo nació Moisés (indica otro paso en el Plan de Dios para la liberación de Israel), y fue agradable a Dios (describe la apariencia del niño), y fue criado tres meses en casa de su padre (corresponde al tiempo durante el cual sus padres lo escondieron, para que no lo mataran como lo exigía el Faraón de todos los varoncitos recién nacidos):
21 Mas siendo puesto al peligro (se refiere al tiempo cuando él no podía más estar escondido), la hija de Faraón le tomó, y le crió como a hijo suyo (otra vez, fue orquestado por el Señor).
22 Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los Egipcios (muy educado), y era poderoso en sus dichos y hechos (Josefo dice que Moisés al final llegó a ser un General en el Ejército Egipcio, y derrotó a los Etíopes).
23 Y cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años (corresponde a los años que pasó Moisés en la Corte del Faraón), subió en su corazón visitar a sus hermanos los Hijos de Israel (anteriormente no parece que estaba demasiado ocupado con la situación "de sus hermanos").
24 Y como vio a uno que era injuriado, le defendió (el Espíritu Santo comienza a dirigir a Moisés en esta dirección), e hiriendo al Egipcio, vengó al injuriado (Moisés tuvo el motivo correcto, pero lo que sucedió fue lo incorrecto):
25 Pero él pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar salud por su mano (la estructura de esta frase nos dice que el Señor definitivamente trataba con Moisés sobre la liberación de los Hijos de Israel; ¡sin embargo, la gente no estaba lista y tampoco Moisés!): mas ellos no lo habían entendido.
26 Y al día siguiente, riñendo ellos, se les mostró, y los ponía en paz (estos dos Israelitas estaban enojados el uno con el otro), diciendo, Varones, hermanos sois; ¿por   que os injuriáis los unos a los otros? (Este interrogante iba a producir una respuesta que él no anticipaba.)
27 Entonces el que injuriaba (rechazaba el liderazgo de Moisés) a su prójimo, le empujó (a Moisés), diciendo, ¿Quién te ha puesto por príncipe y juez sobre nosotros? (Como se mencionó, ni Moisés ni la gente estaban preparados para la liberación.)
28 ¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al Egipcio? (Era claro que Moisés no se dio cuenta que el asesinato del Egipcio era notorio; no obstante, ¡otros lo habían visto!)
29 A esta palabra Moisés huyó (Moisés se daría cuenta muy pronto que el Faraón también lo sabía y estaba airado, por eso huyó de Egipto [Éx. 2:14-15]), y se hizo extranjero en tierra de Madián, donde engendró dos hijos (sus nombres eran Gersón y Eliezer [Éx. 2:22; 18:3-4]).
30 Y cumplidos cuarenta años (sólo se tomó poco tiempo para sacar a Moisés de Egipto, pero cuarenta años para sacar el Egipto de Moisés; ¡la carne muere con dificultad!), un Ángel le apareció en el desierto del Monte Sinaí, en fuego de llama de una zarza (era en realidad Dios Mismo que se le apareció a Moisés [Éx. 3:2; 4:17]).
31 Entonces Moisés mirando (la zarza ardiente), se maravilló de la visión: y llegándose para considerar, fue hecha a él Voz del Señor (después de cuarenta años, el Señor habla),
32 Yo soy el Dios de tus padres, y el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob (en esencia, dice que Él era El Mismo Quién les había hablado; también significa  que ellos estaban vivos en aquel mismo momento, en realidad en el Paraíso). Mas Moisés, temeroso, no osaba mirar (Éx. 3:6).
33 Y le dijo el Señor (comienza un escenario que terminaría unos cuarenta años más tarde), Quita los zapatos de tus pies: porque el lugar en que estás es Tierra Santa (quitarse los zapatos significaba que Moisés iba a reununciar toda su posesión; los esclavos no usaban zapatos, y él, en efecto, sería un esclavo de Cristo, tal como Pablo).
34 Bien he visto la aflicción de Mi pueblo que está en Egipto (Dios ve todo y sabe todo), y he oído el gemido de ellos (sufrir bajo la carga impuesta por los capataces Egipcios, que tipifican a Satanás), y he descendido para librarlos (Él los liberó usando un cordero inmolado y poniendo la sangre en los postes de la puerta, en esencia la Cruz; la Cruz es aún la única forma de Liberación [Éx. 12:13]). Ahora pues, ven, te enviaré a Egipto (presenta una de las comisiones más espantosas dada al hombre).
35 A este Moisés, al cual habían rehusado, diciendo, ¿Quién te ha puesto por príncipe y juez? (La intención del Espíritu Santo por medio de Esteban de demostrar que el Jesús que ellos habían rechazado y crucificado era su único Salvador Presente y Eterno.) a éste envió Dios por príncipe y redentor con la mano del Ángel que le apareció en la zarza (el Sanedrín estaba demasiado familiar con esto; sin embargo, ellos de seguro entendieron la implicación).
36 Éste los sacó (se refiere a Egipto, pero también tiene la intención de transferir la Liberación efectuada en cada pecador Creyente al momento de venir a Cristo), habiendo hecho prodigios y milagros en la tierra de Egipto (él manifestó Su gran Poder a Egipto, para que los Egipcios no tuvieran excusa), y en el Mar Rojo (manifiesta el mayor Milagro que jamás se había realizado hasta aquel momento), y en el desierto por cuarenta años (se refiere a la protección Divina de Dios para este período, aunque era Su Voluntad que ellos estuvieran allí solamente por unos dos años, ¡si acaso!).
37 Éste es el Moisés, el cual dijo a los Hijos de Israel (describe a Esteban que ya expone el hecho del Cristianismo, aunque no fue llamado así en esa época), Profeta os levantará el Señor Dios vuestro de vuestros hermanos, como yo; a Él oiréis (señala directamente a Jesús como el cumplimiento de aquella Profecía dada por Moisés hace tanto tiempo).
38 Éste es aquél (Moisés) que estuvo en la Congregación en el desierto con el Ángel que le hablaba en el Monte Sinaí (en realidad se refiere a Dios Mismo, Quien le dio la Ley a Moisés), y con nuestros padres (se refiere al hecho de que los Ancianos de Israel,  debían ayudar a Moisés, ¡pero prefirieron hacer lo contrario!): y recibió las palabras de vida para darnos (se refiere a la Ley de Moisés):
39 Al cual nuestros padres no quisieron obedecer (señala la historia de Israel, que al final condujo a su destrucción), antes le desecharon (si Dios no hubiera intervenido, por lo menos unas cuantas veces, ellos hubieran matado a Moisés), y se apartaron de corazón a Egipto (apunta justo al problema; sus "corazones" estaban todavía en Egipto, así como los corazones de muchos Creyentes que hoy en día están todavía en el mundo),
40 Diciendo a Aarón, Haznos dioses que vayan delante de nosotros (expresa que al final el pecado fue lo que destruyó a Israel): porque a este Moisés, que nos sacó de tierra de Egipto, no sabemos qué le ha acontecido (mientras que Dios preparaba grandes cosas para ellos, ¡ellos se preparaban a adorar a los ídolos!).
41 Y entonces hicieron un becerro (era su ídolo), y ofrecieron sacrificio al ídolo (es probable que representaba a un Cordero, pero en tiempos por venir incluiría el sacrificio humano), y en las obras de sus propias manos se regocijaban (es todavía el problema en la actualidad, la Iglesia no tiene mucho deseo de apoyarse únicamente en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz; muchos prefieren la Salvación "de sus propias manos").
42 Y Dios se apartó, y los entregó que sirviesen al ejército del Cielo (se refiere al sol, la luna y las estrellas); como está escrito en el Libro de los Profetas, ¿Me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, casa de Israel? (Mientras Israel ofrecía Sacrificios, no eran siempre ofrecidos a Dios. "¡Me ofrecisteis" es enfático!)
43 Antes, trajisteis el tabernáculo de Moloc (se refiere al nombre de la Deidad Amonita principal a quien se le ofrecían niños por el fuego [Lev. 18:21; 20:2; Deut. 18:10; II Rey. 16:3; 26:6; 23:10; Jer. 19:5; 32:35]), Y la estrella de vuestro dios Renfán, Figuras que os hicisteis para adorarlas (este era el dios de la estrella de Babilonia): Os transportaré pues, más allá de Babilonia (Esteban cita Amós 5:25-27; sin embargo, él usó el nombre "Babilonia" mientras Amós usó el nombre "Damasco"; los dos estaban en lo cierto).
44 Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios (quiere decir que Dios les dio el "Tabernáculo" más los artículos de las Vasijas Sagradas, a fin de que Su Pueblo pudiera tener un modo de adorarlo), hablando a Moisés que lo hiciese según la forma que había visto (indica el diseño exclusivamente por el Señor, que quiere decir que Moisés no debía desviarse de aquel diseño).
45 El cual recibido, metieron también nuestros padres con Josué (Josué es la misma palabra Hebrea que se usa en el Nuevo Testamento en el Griego por Jesús) en la posesión de los Gentiles (se refiere a la Tierra de Canaán), que Dios echó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David (a un período de aproximadamente quinientos años; durante aquel tiempo, las victorias eran escasas);
46 El cual halló gracia delante de Dios (se refiere a David), y pidió hallar una morada para el Tabernáculo para el Dios de Jacob (se refiere al Arca del Pacto llevado a Jerusalén, después de estar abandonado por unos setenta años [II Sam. 6:12; Sal. 132:6]).
47 Mas Salomón Le (Dios) edificó casa (se le dieron los planos a David, pero fue Salomón, su hijo, quien construyó la casa).
48 Si bien el Altísimo no habita en Templos hechos de mano (se refiere a la oración ofrecida por Salomón en la dedicación del Templo [I Rey. 8:27]); como el Profeta dice (esta frase debería estar en el siguiente Versículo, porque se refiere a Isaías),
49 El Cielo es Mi Trono, y la Tierra es el Estrado de Mis Pies (Dios es más grande y mayor que cualquier cosa): ¿Qué casa Me edificaréis? dice el Señor (el Templo debía ser simplemente una medida interina hasta que Cristo viniera): ¿O cuál es el lugar de Mi reposo? (Israel había venido al lugar donde ellos creyeron que el Templo era un fin en sí mismo. Ellos no lo vieron como un paso hacia una meta última. El "reposo" se encuentra solamente en Cristo [Mat. 11:28-30].)
50 ¿No hizo Mi Mano todas estas cosas? (Él ha hecho el Cielo y la Tierra y todo dentro de los mismos, entonces, ¿por qué querría Él limitarse totalmente a un pequeño edificio como en la Tierra?)
51 Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos (demuestra a Esteban usando el mismo lenguaje que Moisés cuando él llevó la reprimenda de Dios a Israel [Deut. 10:16]), vosotros resistís siempre al Espíritu Santo: como vuestros padres, así también vosotros (todo lo que Dios lleva a cabo en la Tierra es por la Persona y Oficina  del Espíritu Santo; resistir a Él es resistir a Dios, ya que Él es Dios; ellos resistieron a Él al resistir el Plan de Dios, Quien era y Lo Que era Jesucristo).
52 ¿A cuál de los Profetas no persiguieron vuestros padres? (Es muy similar a lo que Cristo declaró [Mat. 5:12; 23:30-31, 34-37; Luc. 13:33-34]) y mataron a los que antes anunciaron la venida del Justo (mataron a los Profetas que señalaron Al Que ha de venir, es decir, a Jesús); del cual vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores (no hay nada más fuerte que podría decir con respecto a ellos; ¡qué diferencia es de la mayoría de la Predicación moderna!):
53 Que recibisteis (Israel) la Ley (la Ley de Moisés) por disposición de Ángeles (se refiere a los inumerables Ángeles que estaban presentes y acostumbrados a ayudar a entregar la Ley de Moisés a Israel [Sal. 68:17]), y no la guardasteis (¡contradecía sus afirmaciones!).
LA RESPUESTA SUYA
54 Y oyendo estas cosas, regañaban de sus corazones (se refiere a que el Espíritu Santo tomó muy en serio las palabras de Esteban, que en efecto, eran "las Palabras del Señor"), y crujían los dientes contra él (expresa su respuesta a Esteban y al Espíritu Santo).
55 Mas él, estando lleno de Espíritu Santo (es la segunda vez que se menciona de él [Hch. 6:5]), puestos los ojos en el Cielo (quiere decir que Esteban vio algo en el Cielo que de inmediato cautivó su atención), vio la Gloria de Dios (él vio el Trono de Dios), y a Jesús que estaba a la Diestra de Dios (por lo general, presentan a Cristo sentando a la Diestra de Dios [Heb. 1:3], pero aquí Él es visto de pie, como que se levanta para dar la bienvenida a Su Fiel mártir y para colocar en su cabeza la Corona de Vida),
56 Y dijo, He aquí, veo los Cielos abiertos (proclama a Jesús en Su Gloria como Dios, así como que el Cielo se había abierto para ver a Jesús en Su humillación en la Tierra como Hombre [Jn. 1:51]), y al Hijo del Hombre que está a la Diestra de Dios (declara Su lugar legítimo en virtud de Sus logros y exaltación a la Gloria original [Jn. 17:5; Ef. 1:20-23; Fil. 2:9-11; Heb. 1:3-4]).
57 Entonces ellos (los miembros del Sanedrín) dando grandes voces (si hubieran pedido a gritos en Arrepentimiento, el futuro de Israel hubiera sido cambiado drásticamente para la mejoría), se taparon sus oídos (quiere decir que ya no quisieron oír nada de lo que él quiso decir), y arremetieron unánimes contra él (todo el liderazgo religioso de Israel fue culpable),
58 Y echándolo fuera de la ciudad, le apedreaban (era su respuesta a la súplica a Dios por sus almas): y los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven (se quitaron la ropa exterior para estar ágil y poder lanzar piedras a su víctima con mayor fuerza) que se llamaba Saulo (expresa la primera mención de este hombre que tendría el mayor impacto positivo en el Cristianismo que cualquier otro ser humano que jamás ha vivido; la muerte de Esteban, sin duda, jugaba un papel en la conversión posterior de Pablo).
59 Y apedrearon a Esteban, invocando él (indica una ofensa monstruosa de parte de sus asesinos; debemos recordar, él fue asesinado por los líderes religiosos de Israel) y diciendo, Señor Jesús, recibe mi espíritu (demuestra a Esteban ofreciendo Adoración Divina a Jesucristo en la forma más sublime, y en el momento más solemne de su vida).
60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz, Señor, no les imputes este pecado (lo presenta muriendo de rodillas, sin ningún rencor hacia sus asesinos). Y habiendo dicho  esto, durmió (representa el cuerpo quedándose dormido, mientras su alma y espíritu al instante se fueron para estar con Jesús; debido a lo que Jesús hizo en la Cruz, la muerte se contempla ya simplemente como estar dormido).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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