26 October 2022

El 26 de octubre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre



El 26 de octubre Lectura Bíblica Diaria:

Deuteronomio 29-31:

29 Estas son las palabras del pacto que Jehová mandó a Moisés que celebrase con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que concertó con ellos en Horeb. Moisés, pues, llamó a todo Israel, y les dijo: Vosotros habéis visto todo lo que Jehová ha hecho delante de vuestros ojos en la tierra de Egipto a Faraón y a todos sus siervos, y a toda su tierra, las grandes pruebas que vieron vuestros ojos, las señales y las grandes maravillas. Pero hasta hoy Jehová no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír. Y yo os he traído cuarenta años en el desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni vuestro calzado se ha envejecido sobre vuestro pie. No habéis comido pan, ni bebisteis vino ni sidra; para que supierais que yo soy Jehová vuestro Dios. Y llegasteis a este lugar, y salieron Sehón rey de Hesbón y Og rey de Basán delante de nosotros para pelear, y los derrotamos; y tomamos su tierra, y la dimos por heredad a Rubén y a Gad y a la media tribu de Manasés. Guardaréis, pues, las palabras de este pacto, y las pondréis por obra, para que prosperéis en todo lo que hiciereis. Vosotros todos estáis hoy en presencia de Jehová vuestro Dios; los cabezas de vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros oficiales, todos los varones de Israel; vuestros niños, vuestras mujeres, y tus extranjeros que habitan en medio de tu campamento, desde el que corta tu leña hasta el que saca tu agua; para que entres en el pacto de Jehová tu Dios, y en su juramento, que Jehová tu Dios concierta hoy contigo, para confirmarte hoy como su pueblo, y para que él te sea a ti por Dios, de la manera que él te ha dicho, y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. Y no solamente con vosotros hago yo este pacto y este juramento, sino con los que están aquí presentes hoy con nosotros delante de Jehová nuestro Dios, y con los que no están aquí hoy con nosotros. Porque vosotros sabéis cómo habitamos en la tierra de Egipto, y cómo hemos pasado por en medio de las naciones por las cuales habéis pasado; y habéis visto sus abominaciones y sus ídolos de madera y piedra, de plata y oro, que tienen consigo. No sea que haya entre vosotros varón o mujer, o familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy de Jehová nuestro Dios, para ir a servir a los dioses de esas naciones; no sea que haya en medio de vosotros raíz que produzca hiel y ajenjo, y suceda que al oír las palabras de esta maldición, él se bendiga en su corazón, diciendo: Tendré paz, aunque ande en la dureza de mi corazón, a fin de que con la embriaguez quite la sed. No querrá Jehová perdonarlo, sino que entonces humeará la ira de Jehová y su celo sobre el tal hombre, y se asentará sobre él toda maldición escrita en este libro, y Jehová borrará su nombre de debajo del cielo; y lo apartará Jehová de todas las tribus de Israel para mal, conforme a todas las maldiciones del pacto escrito en este libro de la ley. Y dirán las generaciones venideras, vuestros hijos que se levanten después de vosotros, y el extranjero que vendrá de lejanas tierras, cuando vieren las plagas de aquella tierra, y sus enfermedades de que Jehová la habrá hecho enfermar (azufre y sal, abrasada toda su tierra; no será sembrada, ni producirá, ni crecerá en ella hierba alguna, como sucedió en la destrucción de Sodoma y de Gomorra, de Adma y de Zeboim, las cuales Jehová destruyó en su furor y en su ira); más aún, todas las naciones dirán: ¿Por qué hizo esto Jehová a esta tierra? ¿Qué significa el ardor de esta gran ira? Y responderán: Por cuanto dejaron el pacto de Jehová el Dios de sus padres, que él concertó con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto, y fueron y sirvieron a dioses ajenos, y se inclinaron a ellos, dioses que no conocían, y que ninguna cosa les habían dado. Por tanto, se encendió la ira de Jehová contra esta tierra, para traer sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro; y Jehová los desarraigó de su tierra con ira, con furor y con grande indignación, y los arrojó a otra tierra, como hoy se ve. Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley. 30 Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios, y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios. Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y de allá te tomará; y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres. Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas. Y pondrá Jehová tu Dios todas estas maldiciones sobre tus enemigos, y sobre tus aborrecedores que te persiguieron. Y tú volverás, y oirás la voz de Jehová, y pondrás por obra todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy. Y te hará Jehová tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres, cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma. Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella. A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar. 31 Fue Moisés y habló estas palabras a todo Israel, y les dijo: Este día soy de edad de ciento veinte años; no puedo más salir ni entrar; además de esto Jehová me ha dicho: No pasarás este Jordán. Jehová tu Dios, él pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti, y las heredarás; Josué será el que pasará delante de ti, como Jehová ha dicho. Y hará Jehová con ellos como hizo con Sehón y con Og, reyes de los amorreos, y con su tierra, a quienes destruyó. Y los entregará Jehová delante de vosotros, y haréis con ellos conforme a todo lo que os he mandado. Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará. Y llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás con este pueblo a la tierra que juró Jehová a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar. Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides. Y escribió Moisés esta ley, y la dio a los sacerdotes hijos de Leví, que llevaban el arca del pacto de Jehová, y a todos los ancianos de Israel. Y les mandó Moisés, diciendo: Al fin de cada siete años, en el año de la remisión, en la fiesta de los tabernáculos, cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos. Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley; y los hijos de ellos que no supieron, oigan, y aprendan a temer a Jehová vuestro Dios todos los días que viviereis sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella. Y Jehová dijo a Moisés: He aquí se ha acercado el día de tu muerte; llama a Josué, y esperad en el tabernáculo de reunión para que yo le dé el cargo. Fueron, pues, Moisés y Josué, y esperaron en el tabernáculo de reunión. Y se apareció Jehová en el tabernáculo, en la columna de nube; y la columna de nube se puso sobre la puerta del tabernáculo. Y Jehová dijo a Moisés: He aquí, tú vas a dormir con tus padres, y este pueblo se levantará y fornicará tras los dioses ajenos de la tierra adonde va para estar en medio de ella; y me dejará, e invalidará mi pacto que he concertado con él; y se encenderá mi furor contra él en aquel día; y los abandonaré, y esconderé de ellos mi rostro, y serán consumidos; y vendrán sobre ellos muchos males y angustias, y dirán en aquel día: ¿No me han venido estos males porque no está mi Dios en medio de mí? Pero ciertamente yo esconderé mi rostro en aquel día, por todo el mal que ellos habrán hecho, por haberse vuelto a dioses ajenos. Ahora pues, escribíos este cántico, y enséñalo a los hijos de Israel; ponlo en boca de ellos, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de Israel. Porque yo les introduciré en la tierra que juré a sus padres, la cual fluye leche y miel; y comerán y se saciarán, y engordarán; y se volverán a dioses ajenos y les servirán, y me enojarán, e invalidarán mi pacto. Y cuando les vinieren muchos males y angustias, entonces este cántico responderá en su cara como testigo, pues será recordado por la boca de sus descendientes; porque yo conozco lo que se proponen de antemano, antes que los introduzca en la tierra que juré darles. Y Moisés escribió este cántico aquel día, y lo enseñó a los hijos de Israel. Y dio orden a Josué hijo de Nun, y dijo: Esfuérzate y anímate, pues tú introducirás a los hijos de Israel en la tierra que les juré, y yo estaré contigo. Y cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse, dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo: Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti. Porque yo conozco tu rebelión, y tu dura cerviz; he aquí que aun viviendo yo con vosotros hoy, sois rebeldes a Jehová; ¿cuánto más después que yo haya muerto? Congregad a mí todos los ancianos de vuestras tribus, y a vuestros oficiales, y hablaré en sus oídos estas palabras, y llamaré por testigos contra ellos a los cielos y a la tierra. Porque yo sé que después de mi muerte, ciertamente os corromperéis y os apartaréis del camino que os he mandado; y que os ha de venir mal en los postreros días, por haber hecho mal ante los ojos de Jehová, enojándole con la obra de vuestras manos. Entonces habló Moisés a oídos de toda la congregación de Israel las palabras de este cántico hasta acabarlo.

Salmo 16:


Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. Yo le he dicho al SEÑOR: «Mi SEÑOR eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. Pero aumentarán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrientas libaciones, ni con mis labios pronunciaré sus nombres! Tú, SEÑOR, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte. Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! Bendeciré al SEÑOR, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. Siempre tengo presente al SEÑOR; con él a mi derecha, nada me hará caer. Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza. No dejarás que mi vida termine en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.



Proverbios 4:



Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, Y estad atentos, para que conozcáis cordura. (2)  Porque os doy buena enseñanza; No desamparéis mi ley. (3) Porque yo también fui hijo de mi padre, Delicado y único delante de mi madre. (4) Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás. (5) Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; (6) No la dejes, y ella te guardará; Amala, y te conservará. (7) Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. (8) Engrandécela, y ella te engrandecerá; Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. (9) Adorno de gracia dará a tu cabeza; Corona de hermosura te entregará. (10) Oye, hijo mío, y recibe mis razones, Y se te multiplicarán años de vida. (11) Por el camino de la sabiduría te he encaminado, Y por veredas derechas te he hecho andar. (12) Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos, Y si corrieres, no tropezarás. (13) Retén el consejo, no lo dejes; Guárdalo, porque eso es tu vida. (14) No entres por la vereda de los impíos, Ni vayas por el camino de los malos. (15) Déjala, no pases por ella; Apártate de ella, pasa. (16) Porque no duermen ellos si no han hecho mal,
Y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno. (17) Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos; (18) Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora,
Que va en aumento hasta que el día es perfecto. (19) El camino de los impíos es como la oscuridad; No saben en qué tropiezan. (20) Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. (21) No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu  corazón; (22) Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo. (23) Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida. (24) Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de los labios. (25) Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. (26) Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean rectos. (27) No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal.






El Libro de Juan Capítulo 11 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN
CAPÍTULO 11
(33 d.C.)
LÁZARO




ESTABA entonces enfermo uno llamado Lázaro (no era el mismo Lázaro de Lucas, cap. 16, que murió algún tiempo antes), de Betania (un pueblo pequeño aproximadamente a tres kilómetros [dos millas] de Jerusalén, situado en la cuesta oriental del Monte de los Olivos), la aldea de María y de Marta su hermana (las hermanas de Lázaro).
2 (Y María, era la que ungió al Señor con ungüento, y limpió Sus Pies con sus cabellos (la "unción" ocurrió un poco antes de la Crucifixión, y después del acontecimiento de Lázaro habiendo resucitado de los muertos), cuyo hermano Lázaro estaba enfermo.)
3 Enviaron, pues, sus hermanas a Él, diciendo, Señor, he aquí, el que amas está enfermo (se refiere a más que sólo una enfermedad, sino una aflicción mortal, que realmente le quitó la vida, al menos en ese momento).
4 Y oyéndolo Jesús, dijo, Esta enfermedad no es para muerte (el Texto Griego realmente dice, "él no caerá víctima de la muerte," que es la manera que debiera haberse traducido), mas para la Gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella (nos dice que aunque el Señor no recibe gloria por el pecado o la enfermedad, Él definitivamente recibe gloria al librar a los hombres del pecado, y al sanar a los enfermos).
5 Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana, y a Lázaro (el resultado de una larga relación).
6 Cuando oyó pues que él (Lázaro) estaba enfermo (parece indicar que enviaron a un mensajero antes de que Lázaro muriera, aunque Lázaro muere poco después de marcharse el mensajero, pero el mensajero no lo sabía cuando se acercó a Cristo), se quedó aún dos días en aquel lugar donde estaba (Él obedeció las instrucciones del Espíritu Santo; de hecho, el Espíritu Le dijo que Lázaro había muerto).
JUDEA
7 Luego, después de esto, dijo a Sus Discípulos, Vamos a Judea otra vez (Reynolds dijo, "El uso de las palabras 'otra vez' vuelve a hacer hincapié a la última visita, cuando Él le dijo a los amigos y a los enemigos que el Buen Pastor arrebataría a Sus Ovejas de las garras de la muerte, aunque Él tuviera que exponer Su Propia Vida").
8 Le dicen los Discípulos, Rabí, ahora procuraban los Judíos apedrearte; ¿y otra vez vas allá? (Qué diferente es este lenguaje al de Sus Propios hermanos [Jn. 7:3-5].)
9 Respondió Jesús, ¿No tiene el día doce horas? (Nuestro Señor usa esta terminología como una analogía.) El que anduviere de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo (se refiere al sol que resplandece de acuerdo a la rotación de la Tierra).
10 Mas el que anduviere de noche, tropieza (emplea una expresión natural para expresar una Verdad Espiritual), porque no hay luz en él (anula la doctrina de la "luz interior" como lo reclama el hombre en el nacimiento natural; la verdad es que, el hombre en sí mismo no tiene ninguna Luz Espiritual).
11 Dicho esto, les dijo después, Lázaro nuestro amigo duerme (Jesús no está enseñando aquí el "sueño del alma"; en la muerte, es solamente el cuerpo del Creyente que duerme, no el alma y el espíritu, que inmediatamente se van para estar con Cristo; en realidad, el alma y el espíritu de Lázaro bajaron al Paraíso en ese momento, porque Jesús aún no había sido glorificado); mas voy, a despertarle del sueño (se refiere a que el Espíritu Santo le había dicho a Jesús que tenía que resucitar a este hombre de la muerte).
12 Dijeron entonces Sus Discípulos, Señor, si duerme, salvo estará (no sabían realmente lo que Jesús decía).
13 Más esto decía Jesús de la muerte de él (Juan, quien escribió este relato, no oculta la insensibilidad espiritual de los Discípulos): y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño (Sus declaraciones fue una interpretación carnal).
14 Entonces, pues, Jesús les dijo claramente, Lázaro ha muerto.
15 Y me alegro por vosotros, que Yo no haya estado allí (describe el hecho de que si Jesús hubiera estado allí, Lázaro no hubiera muerto; Jesús lo hubiera sanado), para que creáis (el Espíritu Santo le instruyó a Jesús a obrar el Milagro de resucitar a Lázaro de la muerte por varios motivos; entre ellos, para enseñar a los Discípulos acerca de la Resurrección venidera); más vamos a él.
16 Dijo entonces Tomás, el que se dice el Dídimo, a Sus Condiscípulos, Vamos también nosotros, para que muramos con Él (esta declaración de Tomás expresa el hecho que los Discípulos se daban por vencidos a la esperanza de un Reino Mesiánico, en que ellos pensaban que vendría de inmediato).
LA RESURRECCIÓN
17 Vino pues Jesús, y halló que él (Lázaro) había ya cuatro días que estaba en el sepulcro (al cuarto día de muerte, la descomposición comienza a surtir efecto; así que no había duda alguna en cuanto a la muerte de este hombre).
18 Y Betania estaba cerca de Jerusalén, como quince estadios (a unos tres kilómetros [dos millas] de Jerusalén):
19 Y muchos de los Judíos habían venido a Marta y a María, a consolarlas de su hermano (muestra que la familia pudiera ser de dinero, de alto nivel social y de importancia).
20 Entonces Marta, como oyó que Jesús venía, salió a encontrarle (indica que Jesús, al aproximarse a Betania, poco antes de entrar a la ciudad; se dio cuenta de la animosidad contra Él, no quiso atraer ningún disturbio indebido, sobre todo en ese momento; era evidente que Él envió a alguien a la casa de ellos para informarles que Él había llegado y dónde se encontraba): mas María se estuvo en casa (alguien tuvo que estar en la casa para recibir a la gente para darle su pésame).
21 Y Marta dijo a Jesús, Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no fuera muerto (es claro que ella no cree que Jesús iba a resucitar a su hermano de la muerte).
22 Mas también sé ahora, que todo lo que pidieres de Dios, te dará Dios (la terminología usada por Marta muestra que todavía estaba confundida en cuanto a Quién exactamente era Jesús).
23 Le dice Jesús, Resucitará tu hermano (muy claramente, Jesús le dice lo que está a punto de acontecer; pero en su duda, ella malentiende).
24 Marta Le dice, Yo sé que resucitará en la Resurrección en el día postrero (lo que ella muy probable había aprendido a los Pies de Jesús [Dan. 12:2, 13; Jn. 6:39-40, 44, 54; 12:48]).
25 Le dice Jesús, Yo soy la Resurrección y la Vida (efectivamente, Él le dice, "Marta, mírame, tú miras a la Resurrección y la Vida"; esto muestra que la "Resurrección" y la "Vida" no son simplemente doctrinas, sino en realidad una Persona, el Señor Jesucristo): el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá (se refiere a la Resurrección venidera de la Vida, cuando todos los Santos que están muertos resucitarán [I Tes. 4:13-18]).
26 Y todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá eternamente ("quienquiera que cree en Mí vivirá Eternamente"). ¿Crees esto? (La Resurrección pone fin a la muerte; en consecuencia la muerte ya no tiene nada más que hacer con los Redimidos; hizo todo lo que ésta pudiera hacer; ¡está terminada! Los Redimidos viven en la vida impartida que puso fin a la muerte; para ellos, la vieja vida, su muerte y juicio ya no existen.)
27 Le dice, Sí Señor: yo he creído que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo (declara su creencia en el Señor en una luz diferente a como ella Lo conocía antes; ¡ella ahora cree que Jesús es Dios!).
JESÚS Y MARÍA
28 Y esto dicho, fuese, y llamó en secreto a María su hermana (ella le relataba a su hermana lo que Jesús acababa de decir), diciendo, El Maestro está aquí, y te llama (tiene que ser una de las declaraciones más hermosas encontradas en la totalidad de la Palabra de Dios).
29 Ella, como lo oyó, se levanta cuanto antes y viene a Él (ella hizo eso con un espíritu de gran anticipación).
30 Que aún no había llegado Jesús a la aldea, mas estaba en aquel lugar donde Marta Le había encontrado (probablemente una distancia muy corta de la casa de las hermanas).
31 Entonces los Judíos que estaban en casa con ella, y la consolaban, cuando vieron que María, se había levantado apresuradamente y había salido, la siguieron, diciendo, Va al sepulcro a llorar allí (¡ellos poco sabían lo que estaba a punto de acontecer!).
32 Mas María cuando vino donde estaba Jesús, viéndole, se derribó a Sus Pies (representa, en cierto modo, su anticipación), diciéndole, Señor, si hubieras estado aquí, no fuera muerto mi hermano (las mismas palabras pronunciadas por su hermana Marta; ellas creían, pero pienso que fue muy difícil aún para ellas comprender que Él resucitaría a su hermano de la muerte, porque él ya había muerto hace unos cuatro días).
COMPASIÓN
33 Jesús entonces, cuando la vio llorando, y a los Judíos que habían venido juntamente con ella llorando, se conmovió en espíritu, y se turbó (Reynolds dijo, "En este momento, vislumbró sobre Su Espíritu todas las terribles consecuencias morales de las cuales la muerte era un símbolo espantoso."),
34 Y dijo, ¿Dónde le pusisteis? Le dicen, Señor, ven y ve (ellos Lo condujeron a la tumba).
35 Y lloró Jesús (lágrimas de dolor debido al espectro terrible de la muerte, que le vino a la raza humana por el pecado).
36 Dijeron entonces los Judíos, Mirad cómo le amaba. (Sin embargo, Sus lágrimas tuvieron que ver con un grado mucho mayor de miseria que era evidente).
37 Y algunos de ellos dijeron, ¿No podía Éste que abrió los ojos al ciego, hacer que éste no muriera? (Parece que fue dicho con sarcasmo por algunos curiosos.)
38 Y Jesús, conmoviéndose otra vez en Sí Mismo, vino al sepulcro (si hay algo que simboliza todo el dolor y el daño por resultado de la Caída del hombre, el "sepulcro" o la "tumba" es aquel ejemplo; ¡semejante enemigo es la Muerte!). Era una cueva, la cual tenía una piedra encima (el fin asombroso de todos los hombres, ya que está "establecido a los hombres que mueren una sola vez").
39 Dice Jesús, Quitad la piedra (uno de los momentos más conmovedores en la historia humana). Marta, la hermana del que se había muerto, le dice, Señor, ya huele mal: que es de cuatro días (su Fe parece menguar y debilitarse cuando ella está cara a cara con la fría realidad de esta tumba).
40 Jesús le dice, ¿No te he dicho que, si creyeres, verás la Gloria de Dios? (La corrupción, física o moral, no es ningún obstáculo a Él Quién es la Resurrección y la Vida.)
LA ORACIÓN
41 Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto. Y Jesús, alzando los Ojos arriba, dijo, Padre, gracias Te doy que Me has oído (una acción de gracias por lo que ya Le había suplicado y oído).
42 Que Yo sabía que siempre Me oyes (se refiere a una relación más allá de nuestra comprensión): mas por causa de la compañía que está alrededor, lo dije, para que crean que Tú Me has enviado (la gente oyó que Él oraba al Padre, y ya ellos verán al Padre contestar Su Oración; en consecuencia, la prueba de Quién Él es será indiscutible).
LÁZARO
43 Y habiendo dicho estas cosas, clamó a gran voz, Lázaro, ven fuera (constituye un Mandato del Creador de las Edades; considerando que Él es la Resurrección y la Vida, si Él no hubiera llamado a Lázaro por su nombre ¡todos los otros Santos muertos hubieran salido de sus sepulcros también!).
44 Y el que había estado muerto, salió (constituye el mayor Milagro en la historia humana), atadas las manos y los pies con vendas (sin duda las piernas estuvieron atadas por separado para que pudiera andar, aunque con un poco de dificultad): y su rostro estaba envuelto en un sudario (una tela con la que le habían tapado la cara, pero probablemente él se la había quitado parcialmente). Les dice Jesús, Desatadle, y dejadle ir (se refiere, como es obvio, a este manto de entierro que le quitaron de su cuerpo; Lázaro fue llamado desde el Paraíso donde estuvo por cuatro días; sólo se puede suponer lo que aconteció cuando la Voz de Jesús se oyó en aquel lugar con respecto a Lázaro).
45 Entonces muchos de los Judíos que habían venido a María, y habían visto lo que había hecho Jesús, creyeron en Él (Jesús diría más tarde, "bienaventurados los que no vieron, y creyeron" [Jn. 20:29]).
46 Mas algunos de ellos fueron a los Fariseos, y les dijeron lo que Jesús había hecho (¿cómo es que hay personas que pueden observar ese tipo de Milagro que acababan de  presenciar, y todavía oponerse a Cristo?).
LOS FARISEOS
47 Entonces los Principales Sacerdotes y los Fariseos juntaron el Concilio, y decían, ¿Qué hacemos? (Los Fariseos y los Saduceos se unen para denunciar a Jesús, aunque normalmente eran enemigos implacables.) porque este Hombre hace muchos Milagros (no todos ellos negaban los Milagros, sino que algunos realmente admitían su veracidad).
48 Si Le dejamos así, todos creerán en Él: y vendrán los Romanos, y quitarán nuestro lugar y la nación (de hecho, eso fue exactamente lo que hicieron los Romanos; el rechazo de Cristo causó todo esto; ¡qué ciegos espiritualmente estaban!).
49 Y Caifás, uno de ellos, Sumo Sacerdote de aquel año (el espectro político de este alto puesto), les dijo, Vosotros no sabéis nada (pudiera traducirse, "¡ustedes no entienden los peligros que afrontamos!"),
50 Ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la Nación se pierda. (Williams dijo, "La muerte de Jesús, propuesta y ordenada por el Sumo Sacerdote, fue resuelta durante aquel momento temeroso; porque la resurrección de Lázaro, había traído la malignidad suya a una culminación.")
51 Más esto no lo dijo de sí mismo (en realidad quiere decir que Su condenación a muerte de Jesús, aunque malo y perverso por la cual ellos pagarían caramente, Dios usaría para la Redención de la humanidad): sino que, como era el Sumo Sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la Nación (otra vez daría el resultado a lo que fue ordenado por Dios, pero que de ninguna manera exoneró de culpa a éstos):
52 Y no solamente por aquella Nación (cuando Jesús murió, Él murió por el mundo entero, no sólo para Israel), mas también para que juntase en uno (un cuerpo que consiste tanto de Judíos como de Gentiles) los hijos de Dios que estaban desparramados (al Apóstol Pablo le sería dado el significado del Nuevo Convenio, que era el significado de la Cruz que establecería a la Iglesia).
53 Así que, desde aquel día consultaban juntos de matarle (si los hombres rechazan a Cristo, el siguiente paso sería matarlo a Él, es decir, rechazarlo por Quien y Lo Que Él es).
54 Por tanto, Jesús ya no andaba públicamente entre los Judíos (la resurrección de Lázaro de los muertos era el gran Milagro que llevó todo esto a un punto culminante); mas fuese de allí a la tierra que está junto al desierto, a una ciudad que se llama Efraín: y se estaba allí con Sus Discípulos (parece representar un lugar en relación a Betel [II Crón. 13:19]; situado a unos 22 kilómetros [probablemente 15 millas] al norte de Jerusalén de esa época).
55 Y la Pascua de los Judíos estaba cerca (Él era la Verdadera Pascua, y cumpliría el tipo al morir en el Calvario): y muchos subieron de aquella Tierra a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse (pasar por una limpieza Levítica, ceremonial como resultado de haber tocado a los muertos y otras cosas inmundas [Núm. 9:6-10]).
56 Y buscaban a Jesús (parece presentar a las autoridades que Lo buscaban a fin de que Él fuese detenido), y hablaban los unos con los otros estando en el Templo, ¿Qué os parece, que no vendrá Él a la Fiesta? (En casi cada lugar, cientos, aun miles de personas Le rodearon para procurar escucharle o para que les sanara; ¡por lo tanto, su tarea de arrestarlo no sería fácil!)
57 Y los Principales Sacerdotes y los Fariseos habían dado mandamiento, que, si alguno supiese dónde estuviera, lo manifestase, para que Le prendiesen (ellos determinaron que Él debía ser detenido, y a toda costa; la verdad es que les costó todo, el alma y la vida).


Primera Corintios Capítulo 13:



Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4



Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:



Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

 

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