07 September 2017

El 8 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 8 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Job 3 a 5:


Después de esto, Job rompió el silencio para maldecir el día en que había nacido. Dijo así: "Que perezca el día en que fui concebido y la noche en que se anunció: ¡Ha nacido un niño! Que ese día se vuelva oscuridad; que Dios en lo alto no lo tome en cuenta; que no brille en él ninguna luz. Que las tinieblas y las más pesadas sombras vuelvan a reclamarlo; Que una nube lo cubra con su sombra; que la oscuridad domine su esplendor. Que densas tinieblas caigan sobre esa noche; que no sea contada entre los días del año, ni registrada en ninguno de los meses. Que permanezca estéril esa noche; que no haya en ella gritos de alegría. Que maldigan ese día los que profieren maldiciones, los expertos en provocar a Leviatán. Que se oscurezcan sus estrellas matutinas; que en vano esperen la luz del día, y que no vean los primeros rayos de la aurora. Pues no cerró el vientre de mi madre ni evitó que mis ojos vieran tanta miseria. "¿Por qué no perecí al momento de nacer? ¿Por qué no morí cuando salí del vientre? ¿Por qué hubo rodillas que me recibieran, y pechos que me amamantaran? Ahora estaría yo descansando en paz; estaría durmiendo tranquilo entre reyes y consejeros de este mundo, que se construyeron monumentos hoy en ruinas; entre gobernantes que poseyeron mucho oro y que llenaron de plata sus mansiones. ¿Por qué no me enterraron como a un abortivo, como a esos niños que jamás vieron la luz? ¡Allí cesa el afán de los malvados! ¡Allí descansan las víctimas de la opresión! También los cautivos disfrutan del reposo, pues ya no escuchan los gritos del capataz. Allí el pequeño se codea con el grande, y el esclavo se libera de su amo. "¿Por qué permite Dios que los sufridos vean la luz? ¿Por qué se les da vida a los amargados? Anhelan éstos una muerte que no llega, aunque la buscan más que a tesoro escondido; ¡se llenarían de gran regocijo, se alegrarían si llegaran al sepulcro! ¿Por qué arrincona Dios al hombre que desconoce su destino? Antes que el pan, me llegan los suspiros; mis gemidos se derraman como el agua. Lo que más temía, me sobrevino; lo que más me asustaba, me sucedió. No encuentro paz ni sosiego; no hallo reposo, sino sólo agitación." A esto respondió así Elifaz de Temán: "Tal vez no puedas aguantar que alguien se atreva a decirte algo, pero ¿quién podría contener las palabras? Tú, que impartías instrucción a las multitudes y fortalecías las manos decaídas; tú, que con tus palabras sostenías a los que tropezaban y fortalecías las rodillas que flaqueaban; ¡ahora que afrontas las calamidades, no las resistes!; ¡te ves golpeado y te desanimas! ¿No debieras confiar en que temes a Dios y en que tu conducta es intachable? "Ponte a pensar: ¿Quién que sea inocente ha perecido? ¿Cuándo se ha destruido a la gente íntegra? La experiencia me ha enseñado que los que siembran maldad cosechan desventura. El soplo de Dios los destruye, el aliento de su enojo los consume. Aunque ruja el león y gruña el cachorro, acabarán con los colmillos destrozados; el león perece por falta de presa, y los cachorros de la leona se dispersan. "En lo secreto me llegó un mensaje; mis oídos captaron sólo su murmullo. Entre inquietantes visiones nocturnas, cuando cae sobre los hombres un sueño profundo, me hallé presa del miedo y del temblor; mi esqueleto entero se sacudía. Sentí sobre mi rostro el roce de un espíritu, y se me erizaron los cabellos. Una silueta se plantó frente a mis ojos, pero no pude ver quién era. Detuvo su marcha, y escuché una voz que susurraba: "¿Puede un simple mortal ser más justo que Dios? ¿Puede ser más puro el hombre que su Creador? Pues si Dios no confía en sus propios siervos, y aun a sus ángeles acusa de cometer errores, ¡cuánto más a los que habitan en casas de barro, cimentadas sobre el polvo y aplastadas como polilla! Entre la aurora y el ocaso pueden ser destruidos y perecer para siempre, sin que a nadie le importe. ¿No se arrancan acaso las estacas de su carpa? ¡Mueren sin haber adquirido sabiduría! "Llama, si quieres, pero ¿habrá quien te responda? ¿A cuál de los dioses te dirigirás? El resentimiento mata a los necios; la envidia mata a los insensatos. Yo mismo he visto al necio echar raíces, pero de pronto su casa fue maldecida. Sus hijos distan mucho de estar a salvo; en el tribunal se les oprime, y nadie los defiende. Los hambrientos se comen su cosecha, y la recogen de entre las espinas; los sedientos se beben sus riquezas. Y aunque las penas no brotan del suelo, ni los sufrimientos provienen de la tierra, con todo, el hombre nace para sufrir, tan cierto como que las chispas vuelan. "Si se tratara de mí, yo apelaría a Dios; ante él expondría mi caso. Él realiza maravillas insondables, portentos que no pueden contarse. Él derrama lluvia sobre la tierra y envía agua sobre los campos. Él enaltece a los humildes y da seguridad a los enlutados. Él deshace las maquinaciones de los astutos, para que no prospere la obra de sus manos. Él atrapa a los astutos en su astucia, y desbarata los planes de los malvados. De día éstos se topan con las tinieblas; a plena luz andan a tientas, como si fuera de noche. Pero a los menesterosos los salva de la opresión de los poderosos y de su lengua viperina. Así es como los pobres recobran la esperanza, y a la injusticia se le tapa la boca. "¡Cuán dichoso es el hombre a quien Dios corrige! No menosprecies la disciplina del Todopoderoso. Porque él hiere, pero venda la herida; golpea, pero trae alivio. De seis aflicciones te rescatará, y la séptima no te causará ningún daño. Cuando haya hambre, te salvará de la muerte; cuando haya guerra, te librará de la espada. Estarás a salvo del latigazo de la lengua, y no temerás cuando venga la destrucción. Te burlarás de la destrucción y del hambre, y no temerás a las bestias salvajes, pues harás un pacto con las piedras del campo y las bestias salvajes estarán en paz contigo. Reconocerás tu casa como lugar seguro; contarás tu ganado, y ni un solo animal faltará. Llegarás a tener muchos hijos, y descendientes como la hierba del campo. Llegarás al sepulcro anciano pero vigoroso, como las gavillas que se recogen a tiempo. "Esto lo hemos examinado, y es verdad. Así que escúchalo y compruébalo tú mismo."



Salmo 119:
Álef - Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor. Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan. Jamás hacen nada malo, sino que siguen los caminos de Dios. Tú has establecido tus preceptos, para que se cumplan fielmente. ¡Cuánto deseo afirmar mis caminos para cumplir tus decretos! No tendré que pasar vergüenzas cuando considere todos tus mandamientos. Te alabaré con integridad de corazón, cuando aprenda tus justos juicios. Tus decretos cumpliré; no me abandones del todo. Bet - ¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra. Yo te busco con todo el corazón; no dejes que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti. ¡Bendito seas, Señor! ¡Enséñame tus decretos! Con mis labios he proclamado todos los juicios que has emitido. Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en todas las riquezas. En tus preceptos medito, y pongo mis ojos en tus sendas. En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra. Guímel - Trata con bondad a este siervo tuyo; así viviré y obedeceré tu palabra. Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley. En esta tierra soy un extranjero; no escondas de mí tus mandamientos. A toda hora siento un nudo en la garganta por el deseo de conocer tus juicios. Tú reprendes a los insolentes; ¡malditos los que se apartan de tus mandamientos! Aleja de mí el menosprecio y el desdén, pues yo cumplo tus estatutos. Aun los poderosos se confabulan contra mí, pero este siervo tuyo medita en tus decretos. Tus estatutos son mi deleite; son también mis consejeros. Dálet - Postrado estoy en el polvo; dame vida conforme a tu palabra. Tú me respondiste cuando te hablé de mis caminos. ¡Enséñame tus decretos! Hazme entender el camino de tus preceptos, y meditaré en tus maravillas. De angustia se me derrite el alma: susténtame conforme a tu palabra. Manténme alejado de caminos torcidos; concédeme las bondades de tu ley. He optado por el camino de la fidelidad, he escogido tus juicios. Yo, Señor, me apego a tus estatutos; no me hagas pasar vergüenza. Corro por el camino de tus mandamientos, porque has ampliado mi modo de pensar. Dálet - Enséñame, Señor, a seguir tus decretos, y los cumpliré hasta el fin. Dame entendimiento para seguir tu ley, y la cumpliré de todo corazón. Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz. Inclina mi corazón hacia tus estatutos y no hacia las ganancias desmedidas. Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra. Confirma tu promesa a este siervo, como lo has hecho con los que te temen. Líbrame del oprobio que me aterra, porque tus juicios son buenos. ¡Yo amo tus preceptos! ¡Dame vida conforme a tu justicia! Vav - Envíame, Señor, tu gran amor y tu salvación, conforme a tu promesa. Así responderé a quien me desprecie, porque yo confío en tu palabra. No me quites de la boca la palabra de verdad, pues en tus juicios he puesto mi esperanza. Por toda la eternidad obedeceré fielmente tu ley. Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos. Hablaré de tus estatutos a los reyes y no seré avergonzado, pues amo tus mandamientos, y en ellos me regocijo. Yo amo tus mandamientos, y hacia ellos elevo mis manos; ¡quiero meditar en tus decretos! Zayin - Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo, palabra con la que me infundiste esperanza. Éste es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida. Los insolentes me ofenden hasta el colmo, pero yo no me aparto de tu ley. Me acuerdo, Señor, de tus juicios de antaño, y encuentro consuelo en ellos. Me llenan de indignación los impíos, que han abandonado tu ley. Tus decretos han sido mis cánticos en el lugar de mi destierro. Señor, por la noche evoco tu nombre; ¡quiero cumplir tu ley! Lo que a mí me corresponde es obedecer tus preceptos. Jet - ¡Mi herencia eres tú, Señor! Prometo obedecer tus palabras. De todo corazón busco tu rostro; compadécete de mí conforme a tu promesa. Me he puesto a pensar en mis caminos, y he orientado mis pasos hacia tus estatutos. Me doy prisa, no tardo nada para cumplir tus mandamientos. Aunque los lazos de los impíos me aprisionan, yo no me olvido de tu ley. A medianoche me levanto a darte gracias por tus rectos juicios. Soy amigo de todos los que te honran, de todos los que observan tus preceptos. Enséñame, Señor, tus decretos; ¡la tierra está llena de tu gran amor! Tet - Tú, Señor, tratas bien a tu siervo, conforme a tu palabra. Impárteme conocimiento y buen juicio, pues yo creo en tus mandamientos. Antes de sufrir anduve descarriado, pero ahora obedezco tu palabra. Tú eres bueno, y haces el bien; enséñame tus decretos. Aunque los insolentes me difaman, yo cumplo tus preceptos con todo el corazón. El corazón de ellos es torpe e insensible, pero yo me regocijo en tu ley. Me hizo bien haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos. Para mí es más valiosa tu enseñanza que millares de monedas de oro y plata. Yod - Con tus manos me creaste, me diste forma. Dame entendimiento para aprender tus mandamientos. Los que te honran se regocijan al verme, porque he puesto mi esperanza en tu palabra. Señor, yo sé que tus juicios son justos, y que con justa razón me afliges. Que sea tu gran amor mi consuelo, conforme a la promesa que hiciste a tu siervo. Que venga tu compasión a darme vida, porque en tu ley me regocijo. Sean avergonzados los insolentes que sin motivo me maltratan; yo, por mi parte, meditaré en tus preceptos. Que se reconcilien conmigo los que te temen, los que conocen tus estatutos. Sea mi corazón íntegro hacia tus decretos, para que yo no sea avergonzado. Caf - Esperando tu salvación se me va la vida. En tu palabra he puesto mi esperanza. Mis ojos se consumen esperando tu promesa, y digo: "¿Cuándo vendrás a consolarme?" Parezco un odre ennegrecido por el humo, pero no me olvido de tus decretos. ¿Cuánto más vivirá este siervo tuyo? ¿Cuándo juzgarás a mis perseguidores? Me han cavado trampas los insolentes, los que no viven conforme a tu ley. Todos tus mandamientos son fidedignos; ¡ayúdame!, pues falsos son mis perseguidores. Por poco me borran de la tierra, pero yo no abandono tus preceptos. Por tu gran amor, dame vida y cumpliré tus estatutos. Lámed - Tu palabra, Señor, es eterna, y está firme en los cielos. Tu fidelidad permanece para siempre; estableciste la tierra, y quedó firme. Todo subsiste hoy, conforme a tus decretos, porque todo está a tu servicio. Si tu ley no fuera mi regocijo, la aflicción habría acabado conmigo. Jamás me olvidaré de tus preceptos, pues con ellos me has dado vida. ¡Sálvame, pues te pertenezco y escudriño tus preceptos! Los impíos me acechan para destruirme, pero yo me esfuerzo por entender tus estatutos. He visto que aun la perfección tiene sus límites; ¡sólo tus mandamientos son infinitos! Mem - ¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella. Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos porque me pertenecen para siempre. Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos. Tengo más entendimiento que los ancianos porque obedezco tus preceptos. Aparto mis pies de toda mala senda para cumplir con tu palabra. No me desvío de tus juicios porque tú mismo me instruyes. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca! De tus preceptos adquiero entendimiento; por eso aborrezco toda senda de mentira. Nun - Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero. Hice un juramento, y lo he confirmado: que acataré tus rectos juicios. Señor, es mucho lo que he sufrido; dame vida conforme a tu palabra. Señor, acepta la ofrenda que brota de mis labios; enséñame tus juicios. Mi vida pende de un hilo, pero no me olvido de tu ley. Los impíos me han tendido una trampa, pero no me aparto de tus preceptos. Tus estatutos son mi herencia permanente; son el regocijo de mi corazón. Inclino mi corazón a cumplir tus decretos para siempre y hasta el fin. Sámej - Aborrezco a los hipócritas, pero amo tu ley. Tú eres mi escondite y mi escudo; en tu palabra he puesto mi esperanza. ¡Malhechores, apártense de mí, que quiero cumplir los mandamientos de mi Dios! Sosténme conforme a tu promesa, y viviré; no defraudes mis esperanzas. Defiéndeme, y estaré a salvo; siempre optaré por tus decretos. Tú rechazas a los que se desvían de tus decretos, porque sólo maquinan falsedades. Tú desechas como escoria a los impíos de la tierra; por eso amo tus estatutos. Mi cuerpo se estremece por el temor que me inspiras; siento reverencia por tus leyes. Ayin - Yo practico la justicia y el derecho; no me dejes en manos de mis opresores. Garantiza el bienestar de tu siervo; que no me opriman los arrogantes. Mis ojos se consumen esperando tu salvación, esperando que se cumpla tu justicia. Trata a tu siervo conforme a tu gran amor; enséñame tus decretos. Tu siervo soy: dame entendimiento y llegaré a conocer tus estatutos. Señor, ya es tiempo de que actúes, pues tu ley está siendo quebrantada. Sobre todas las cosas amo tus mandamientos, más que el oro, más que el oro refinado. Por eso tomo en cuenta todos tus preceptos y aborrezco toda senda falsa. Pe - Tus estatutos son maravillosos; por eso los obedezco. La exposición de tus palabras nos da luz, y da entendimiento al sencillo. Jadeante abro la boca porque ansío tus mandamientos. Vuélvete a mí, y tenme compasión como haces siempre con los que aman tu nombre. Guía mis pasos conforme a tu promesa; no dejes que me domine la iniquidad. Líbrame de la opresión humana, pues quiero obedecer tus preceptos. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo; enséñame tus decretos. Ríos de lágrimas brotan de mis ojos, porque tu ley no se obedece. Tsade - Señor, tú eres justo, y tus juicios son rectos. Justos son los estatutos que has ordenado, y muy dignos de confianza. Mi celo me consume, porque mis adversarios pasan por alto tus palabras. Tus promesas han superado muchas pruebas, por eso tu siervo las ama. Insignificante y menospreciable como soy, no me olvido de tus preceptos. Tu justicia es siempre justa; tu ley es la verdad. He caído en la angustia y la aflicción, pero tus mandamientos son mi regocijo. Tus estatutos son siempre justos; dame entendimiento para poder vivir. Qof - Con todo el corazón clamo a ti, Señor; respóndeme, y obedeceré tus decretos. A ti clamo: "¡Sálvame!" Quiero cumplir tus estatutos. Muy de mañana me levanto a pedir ayuda; en tus palabras he puesto mi esperanza. En toda la noche no pego los ojos, para meditar en tu promesa. Conforme a tu gran amor, escucha mi voz; conforme a tus juicios, Señor, dame vida. Ya se acercan mis crueles perseguidores, pero andan muy lejos de tu ley. Tú, Señor, también estás cerca, y todos tus mandamientos son verdad. Desde hace mucho conozco tus estatutos, los cuales estableciste para siempre. Resh - Considera mi aflicción, y líbrame, pues no me he olvidado de tu ley. Defiende mi causa, rescátame; dame vida conforme a tu promesa. La salvación está lejos de los impíos, porque ellos no buscan tus decretos. Grande es, Señor, tu compasión; dame vida conforme a tus juicios. Muchos son mis adversarios y mis perseguidores, pero yo no me aparto de tus estatutos. Miro a esos renegados y me dan náuseas, porque no cumplen tus palabras. Mira, Señor, cuánto amo tus preceptos; conforme a tu gran amor, dame vida. La suma de tus palabras es la verdad; tus rectos juicios permanecen para siempre. Shin - Gente poderosa me persigue sin motivo, pero mi corazón se asombra ante tu palabra. Yo me regocijo en tu promesa como quien halla un gran botín. Aborrezco y repudio la falsedad, pero amo tu ley. Siete veces al día te alabo por tus rectos juicios. Los que aman tu ley disfrutan de gran bienestar, y nada los hace tropezar. Yo, Señor, espero tu salvación y practico tus mandamientos. Con todo mi ser cumplo tus estatutos. ¡Cuánto los amo! Obedezco tus preceptos y tus estatutos, porque conoces todos mis caminos. Tav - Que llegue mi clamor a tu presencia; dame entendimiento, Señor, conforme a tu palabra. Que llegue a tu presencia mi súplica; líbrame, conforme a tu promesa. Que rebosen mis labios de alabanza, porque tú me enseñas tus decretos. Que entone mi lengua un cántico a tu palabra, pues todos tus mandamientos son justos. Que acuda tu mano en mi ayuda, porque he escogido tus preceptos. Yo, Señor, ansío tu salvación. Tu ley es mi regocijo. Déjame vivir para alabarte; que vengan tus juicios a ayudarme. Cual oveja perdida me he extraviado; ven en busca de tu siervo, porque no he olvidado tus mandamientos.


Proverbios 19:


Más vale pobre e intachable que necio y embustero. El afán sin conocimiento no vale nada; mucho yerra quien mucho corre. La necedad del hombre le hace perder el rumbo, y para colmo se irrita contra el Señor. Con las riquezas aumentan los amigos, pero al pobre hasta su amigo lo abandona. El testigo falso no quedará sin castigo; el que esparce mentiras no saldrá bien librado. Muchos buscan congraciarse con los poderosos; todos son amigos de quienes reparten regalos. Si al pobre lo aborrecen sus parientes, con más razón lo evitan sus amigos. Aunque los busca suplicante, por ninguna parte los encuentra. El que adquiere cordura a sí mismo se ama, y el que retiene el discernimiento prospera. El testigo falso no quedará sin castigo; el que difunde mentiras perecerá. No va bien con el necio vivir entre lujos, y menos con el esclavo gobernar a los príncipes. El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa. Rugido de león es la ira del rey; su favor es como rocío sobre el pasto. El hijo necio es la ruina del padre; la mujer pendenciera es gotera constante. La casa y el dinero se heredan de los padres, pero la esposa inteligente es un don del Señor. La pereza conduce al sueño profundo; el holgazán pasará hambre. El que cumple el mandamiento cumple consigo mismo; el que descuida su conducta morirá. Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones. Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza; no te hagas cómplice de su muerte. El iracundo tendrá que afrontar el castigo; el que intente disuadirlo aumentará su enojo. Atiende al consejo y acepta la corrección, y llegarás a ser sabio. El corazón humano genera muchos proyectos, pero al final prevalecen los designios del Señor. De todo hombre se espera lealtad. Más vale ser pobre que mentiroso. El temor del Señor conduce a la vida; da un sueño tranquilo y evita los problemas. El perezoso mete la mano en el plato, pero es incapaz de llevarse el bocado a la boca. Golpea al insolente, y se hará prudente el inexperto; reprende al entendido, y ganará en conocimiento. El que roba a su padre y echa a la calle a su madre es un hijo infame y sinvergüenza. Hijo mío, si dejas de atender a la corrección, te apartarás de las palabras del saber. El testigo corrupto se burla de la justicia, y la boca del malvado engulle maldad. El castigo se dispuso para los insolentes, y los azotes para la espalda de los necios.




El Libro de Marcos Capítulo 3 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS




CAPÍTULO 3
(31 d.C.)
CRISTO SANA EN EL SÁBADO




y OTRA vez entró en la Sinagoga (durante el Día Sábado, y probablemente en
Capernaum); y había allí un hombre que tenía una mano seca (un símbolo de la humanidad marchitada, deshecha, a consecuencia de la Caída).
2 Y Le acechaban, si en el Día Sábado; le sanaría, para acusarle (la religión realmente no le importa la gente, solamente sus reglas y ordenanzas).
3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca, Levántate en medio (lo que Él hizo, fue hecho abiertamente; en otras palabras, Él lanzó este desafío a los Fariseos en sus caras).
4 Y Él les dice (habla intencionadamente a los Fariseos, y delante de todos los que estaban presentes), ¿Es lícito hacer bien en los Días Sábados, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla? (¡Él les decía que vivir para Dios no era una cuestión de guardar reglas y ordenanzas, sino una cuestión de "hacer lo bueno o lo malo!" Tener el poder de poner a este hombre en libertad y no hacerlo era "malo.") Mas ellos callaban (Wuest dice, "el suyo era un silencio doloroso, vergonzoso").
5 Y mirándolos alrededor con enojo (demuestra que "el enojo" no es necesariamente una manifestación de pecado y Satanás; sólo el uso incorrecto se coloca en aquella categoría), entristecido por la dureza de su corazón (no hay ninguna dureza del corazón como la dureza religiosa; Él sabía que esto conduciría a los Fariseos e Israel a la destrucción), dice al hombre, Extiende tu mano (otra vez, fue hecho en plena vista de todos). Y la extendió: y su mano fue restituida sana como la otra (demuestra lo que Cristo puede hacer con el corazón humano).
6 Entonces saliendo los Fariseos (estaban enojados; ellos no tenían preocupación alguna por el hombre que milagrosamente había sido sanado), y al tiro (inmediatamente) tomaron consejo con los Herodianos (un grupo que creyó que Herodes era el Mesías, y a quien los Fariseos normalmente odiaron) contra Él, para matarle (era la condición de los líderes religiosos de Israel).
MUCHOS SANADOS
7 Mas Jesús se apartó al mar con Sus Discípulos: y Le siguió gran multitud de Galilea, y de Judea,
8 Y de Jerusalén (los líderes religiosos de Israel residían en esta ciudad), y de Idumea (estaba al sur del Mar Muerto, y aproximadamente 150 kilómetros [cien millas] del Mar de Galilea, un camino largo en aquel entonces), y de la otra parte del Jordán (al este del Río Jordán, lo cual incluía Paneas y el Decápolis); y los de alrededor de Tiro y de Sidón (75 kilómetros [cincuenta millas] al norte del Mar de Galilea, mayormente poblado por Gentiles), grande multitud, oyendo cuan grandes cosas hacía, vinieron a Él (esto será repetido en la Edad del Reino venidero, pero a una escala mucho más avanzada).
9 Y dijo a Sus Discípulos, que Le estuviese siempre lista la barca, por causa de la multitud, para que no Le oprimiesen (ésta habría sido una barca pequeña, alejada a una poca distancia de la orilla, y Él enseñaba a la gente desde esta plataforma especial).
10 Porque había sanado a muchos; de manera que caían sobre Él cuantos tenían plagas, por tocarle (todos fueron sanados y Él nunca rechazó a nadie).
11 Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de Él, y daban voces, diciendo, Tú eres el Hijo de Dios (siguieron cayendo delante de Él, y siguieron gritando constantemente; sabían que Él era el Hijo de Dios, aunque los líderes religiosos de Israel no lo sabían).
12 Mas Él les reprendía mucho (una orden militar) que no Le manifestasen (Él no quiso ninguna clase de propaganda).
LOS DOCE ESCOGIDOS
Y ORDENADOS
13 Y subió al monte, y llamó a Sí a los que Él quiso: y vinieron a Él (podrían haber sido no menos de cuarenta o cincuenta personas seleccionadas personalmente, y quizás hasta cerca de cien).
14 Y estableció (ordenó) Doce (el número Bíblico de Gobierno), para que estuviesen con Él (el secreto de todo el poder), y para enviarlos a predicar,
15 Y que tuvieran potestad (autoridad delegada, toda de Cristo) de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios (espíritus demoníacos):
16 A Simón al cual puso por nombre Pedro (una piedra);
17 Y a Santiago hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Santiago; y les apellidó Boanerges, que es, Hijos del trueno (los nombres sugirieron su impetuosidad y celo, que caracterizó a ambos hermanos):
18 Y a Andrés, y a Felipe, y a Bartolomé, y a Mateo, y a Tomás, y a Santiago hijo de Alfeo, y a Tadeo, y a Simón el Cananita (Simón el Zelote),
19 Y a Judas Iscariote, el que Le entregó (el único de los Discípulos que era de la Tribu de Judá; ¡Cristo era de aquella Tribu también!): y vinieron a casa (probablemente se refiere a la casa de Pedro en Capernaum).
20 Y se reunió de nuevo la multitud (cuando oyeron que Él estaba presente), de modo que ellos ni aun podían comer pan.
21 Y cuando lo oyeron los suyos (Sus parientes inmediatos, como el Versículo 31 indica), vinieron para prenderle (¡significa que tuvieron la intención de detenerlo, hasta aplicar la fuerza y contra Su Voluntad, si fuera necesario!): porque decían, Está fuera de sí (quiere decir, que realmente creyeron que Él estaba fuera de sus cabales; Su oposición abierta a los Fariseos y a los líderes religiosos de Israel, habría ocasionado esto, ellos sabían que esto iba a causar un problema severo; sin embargo, Sus hermanos, en aquel entonces, realmente no creyeron que Él era el Hijo de Dios [Jn. 7:5]).
LA BLASFEMIA DE
LOS FARISEOS
22 Y los Escribas que habían venido de Jerusalén decían (claramente enviado por el Sanedrín a fin de encontrar algo por lo cual ellos podrían minar Su influencia), que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios (blasfemaron al Espíritu Santo cuando ellos acusaron a Cristo de expulsar los demonios por el poder de Satanás).
23 Y Él habiéndolos llamado (los Escribas), les decía en Parábolas, ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás? (¿Por qué desharía Satanás lo que él había hecho?)
24 Y si algún reino contra sí mismo fuere dividido, no puede permanecer tal reino.
25 Y si alguna casa fuere dividida contra sí misma, no puede permanecer tal casa (los enfrentamientos internos con respecto a una familia conducirán finalmente a la destrucción de aquella familia).
26 Y si Satanás se levantare contra sí mismo, y fuere dividido, no puede permanecer, antes tiene fin (arruinaría su reino de tinieblas).
27 Nadie puede saquear las alhajas del hombre fuerte entrando en su casa (en este caso la casa de Satanás), si antes no atare al hombre fuerte (Jesús derrocó a Satanás); y entonces saqueará su casa (Cristo derrotó a Satanás en la Cruz, por medio de expiar todo pecado [Col. 2:14-15]).
28 De cierto os digo (se dirigió la palabra a todos, pero más directamente a los Escribas), Que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren (proporcionaba el perdón que se pide del Señor; esta es una promesa maravillosa, y ha sido sostenida en los corazones y las vidas de muchísimos millones de personas alrededor del mundo entero):
29 Mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo no tiene jamás perdón (sólo un Creyente que ha dejado de creer, en otras palabras, deja de evidenciar la Fe en Cristo, y uno que sólo confiesa religión, como estos Fariseos, etc., puede blasfemar al Espíritu Santo; una persona que no es salva, que no ha hecho ninguna profesión de la fe, no puede blasfemar al Espíritu; y cuando uno blasfema realmente al Espíritu Santo, no habrá ningún deseo de servir a Cristo, como no había deseo alguno de parte de los Fariseos, etc., de servir a Cristo), mas está expuesto a eterno juicio (se refiere a aquéllos que atribuirían el Poder de Dios a Satanás, como los Fariseos habían hecho; ¡llamar algo que es realmente de Dios, como si fuera de Satanás, en efecto, es una ofensa seria!):
30 Porque decían, Tiene espíritu inmundo (muy, pero muy serio).
LOS VERDADEROS
PARIENTES DE JESÚS
31 Vienen después Sus hermanos (Él tenía cuatro hermanos [Mat. 13:55], y varias hermanas) y Su madre, y estando fuera (fuera de la casa), enviaron a Él, llamándole (Le enviaron palabra por medio de la muchedumbre que ellos deseaban verlo).
32 Y la gente estaba sentada alrededor de Él, y Le dijeron, He aquí, Tu madre y Tus hermanos Te buscan fuera.
33 Y Él les respondió, diciendo, ¿Quién es Mi madre y Mis hermanos? (Él tenía por propósito colocar esta relación en su lugar apropiado.)
34 Y mirando a los que estaban sentados alrededor de Él (demuestra una mirada que es seria, sin embargo no crítica), dijo, ¡He aquí, Mi madre y Mis hermanos! (Él apuntaba hacia aquéllos que ávidamente deseaban oír Sus Palabras, y contestó Su Propia pregunta.)
35 Porque cualquiera que hiciere la Voluntad de Dios (expresa las calificaciones para la posición alta y gloriosa de estar en Su familia), éste es Mi hermano, y Mi hermana, y Mi madre (coloca a todos los Creyentes Nacidos de Nuevo en un estado aun mayor que los parentescos consanguíneos, mientras nunca por un momento degradaba aquellas relaciones).



Primera Corintios Capítulo 13:


Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.




Hebreos 10:35-12:4


Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.




Romanos 8:


Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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