05 September 2017

El 6 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1



El 6 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Ester 7 a 9:


El rey y Amán fueron al banquete de la reina Ester, y al segundo día, mientras brindaban, el rey le preguntó otra vez: Dime qué deseas, reina Ester, y te lo concederé. ¿Cuál es tu petición? ¡Aun cuando fuera la mitad del reino, te lo concedería! Ester respondió: Si me he ganado el favor de Su Majestad, y si le parece bien, mi deseo es que me conceda la vida. Mi petición es que se compadezca de mi pueblo. Porque a mí y a mi pueblo se nos ha vendido para exterminio, muerte y aniquilación. Si sólo se nos hubiera vendido como esclavos, yo me habría quedado callada, pues tal angustia no sería motivo suficiente para inquietar a Su Majestad. El rey le preguntó: ¿Y quién es ése que se ha atrevido a concebir semejante barbaridad? ¿Dónde está? ¡El adversario y enemigo es este miserable de Amán! respondió Ester. Amán quedó aterrorizado ante el rey y la reina. El rey se levantó enfurecido, dejó de beber y salió al jardín del palacio. Pero Amán, dándose cuenta de que el rey ya había decidido su fin, se quedó para implorarle a la reina Ester que le perdonara la vida. Cuando el rey volvió del jardín del palacio a la sala del banquete, Amán estaba inclinado sobre el diván donde Ester estaba recostada. Al ver esto, el rey exclamó: ¡Y todavía se atreve éste a violar a la reina en mi presencia y en mi casa! Tan pronto como el rey pronunció estas palabras, cubrieron el rostro de Amán. Y Jarboná, uno de los eunucos que atendían al rey, dijo: Hay una estaca a veinticinco metros de altura, junto a la casa de Amán. Él mandó colocarla para Mardoqueo, el que intervino en favor del rey. ¡Empálenlo en ella! ordenó el rey. De modo que empalaron a Amán en la estaca que él había mandado levantar para Mardoqueo. Con eso se aplacó la furia del rey. Ese mismo día el rey Asuero le dio a la reina Ester las propiedades de Amán, el enemigo de los judíos. Mardoqueo se presentó ante el rey, porque Ester le había dicho cuál era su parentesco con ella. El rey se quitó el anillo con su sello, el cual había recuperado de Amán, y se lo obsequió a Mardoqueo. Ester, por su parte, lo designó administrador de las propiedades de Amán. Luego Ester volvió a interceder ante el rey. Se echó a sus pies y, con lágrimas en los ojos, le suplicó que pusiera fin al malvado plan que Amán el agagueo había maquinado contra los judíos. El rey le extendió a Ester el cetro de oro. Entonces ella se levantó y, permaneciendo de pie ante él, dijo: Si me he ganado el favor de Su Majestad, y si piensa que es correcto hacerlo y está contento conmigo, dígnese dar una contraorden que invalide los decretos para aniquilar a los judíos que están en todas las provincias del reino, los cuales fraguó y escribió Amán hijo de Hamedata, el agagueo. Porque ¿cómo podría yo ver la calamidad que se cierne sobre mi pueblo? ¿Cómo podría ver impasible el exterminio de mi gente? El rey Asuero respondió entonces a la reina Ester y a Mardoqueo el judío: Debido a que Amán atentó contra los judíos, le he dado sus propiedades a Ester, y a él lo han empalado en la estaca. Redacten ahora, en mi nombre, otro decreto en favor de los judíos, como mejor les parezca, y séllenlo con mi anillo real. Un documento escrito en mi nombre, y sellado con mi anillo, es imposible revocarlo. De inmediato fueron convocados los secretarios del rey. Era el día veintitrés del mes tercero, el mes de siván. Se escribió todo lo que Mardoqueo ordenó a los judíos y a los sátrapas, intendentes y funcionarios de las ciento veintisiete provincias que se extendían desde la India hasta Cus. Esas órdenes se promulgaron en la escritura de cada provincia y en el idioma de cada pueblo, y también en la escritura e idioma propios de los judíos. Mardoqueo escribió los decretos en nombre del rey Asuero, los selló con el anillo real, y los envió por medio de mensajeros del rey, que montaban veloces corceles de las caballerizas reales. El edicto del rey facultaba a los judíos de cada ciudad a reunirse y defenderse, a exterminar, matar y aniquilar a cualquier fuerza armada de cualquier pueblo o provincia que los atacara a ellos o a sus mujeres y niños, y a apoderarse de los bienes de sus enemigos. Para llevar esto a cabo en todas las provincias del rey Asuero, los judíos fijaron el día trece del mes doce, que es el mes de adar. En cada provincia se emitiría como ley una copia del edicto, y se daría a conocer a todos los pueblos. Así los judíos estarían preparados ese día para vengarse de sus enemigos. Los mensajeros, siguiendo las órdenes del rey, salieron de inmediato montando veloces corceles. El edicto se publicó también en la ciudadela de Susa. Mardoqueo salió de la presencia del rey vistiendo ropas reales de azul y blanco, una gran corona de oro y un manto de lino fino color púrpura. La ciudad de Susa estalló en gritos de alegría. Para los judíos, aquél fue un tiempo de luz y de alegría, júbilo y honor. En cada provincia y ciudad adonde llegaban el edicto y la orden del rey, había alegría y regocijo entre los judíos, con banquetes y festejos. Y muchas personas de otros pueblos se hicieron judíos por miedo a ellos. El edicto y la orden del rey debían ejecutarse el día trece del mes doce, que es el mes de adar. Los enemigos de los judíos esperaban dominarlos ese día; pero ahora se habían invertido los papeles, y los judíos dominaban a quienes los odiaban. En todas las provincias del rey Asuero, los judíos se reunieron en sus respectivas ciudades para atacar a los que procuraban su ruina. Nadie podía combatirlos, porque el miedo a ellos se había apoderado de todos. Los funcionarios de las provincias, los sátrapas, los intendentes y los administradores del rey apoyaban a los judíos, porque el miedo a Mardoqueo se había apoderado de todos ellos. Mardoqueo se había convertido en un personaje distinguido dentro del palacio real. Su fama se extendía por todas las provincias, y cada vez se hacía más poderoso. Los judíos mataron a filo de espada a todos sus enemigos. Los mataron y los aniquilaron, e hicieron lo que quisieron con quienes los odiaban. En la ciudadela de Susa mataron y aniquilaron a quinientos hombres. También mataron a Parsandata, Dalfón, Aspata, Porata, Adalías, Aridata, Parmasta, Arisay, Ariday y Vaizata, que eran los diez hijos de Amán hijo de Hamedata, el enemigo de los judíos. Pero no se apoderaron de sus bienes. Ese mismo día, al enterarse el rey del número de muertos en la ciudadela de Susa, le dijo a la reina Ester: Si los judíos han matado y aniquilado a quinientos hombres y a los diez hijos de Amán en la ciudadela de Susa, ¡qué no habrán hecho en el resto de las provincias del reino! Dime cuál es tu deseo, y se te concederá. ¿Qué otra petición tienes? ¡Se cumplirá tu deseo! Si a Su Majestad le parece bien respondió Ester, concédales permiso a los judíos de Susa para prorrogar hasta mañana el edicto de este día, y permita que sean empalados en la estaca los diez hijos de Amán. El rey ordenó que se hiciera así. Se emitió un edicto en Susa, y los diez hijos de Amán fueron empalados. Los judíos de Susa se reunieron también el día catorce del mes de adar, y mataron allí a trescientos hombres, pero no se apoderaron de sus bienes. Mientras tanto, los judíos restantes que estaban en las provincias del rey también se reunieron para defenderse y librarse de sus enemigos. Mataron a setenta y cinco mil de quienes los odiaban, pero tampoco se apoderaron de sus bienes. Esto sucedió el día trece del mes de adar. El día catorce descansaron, y lo celebraron con un alegre banquete. En cambio, los judíos de Susa que se habían reunido el trece y el catorce, descansaron el día quince, y lo celebraron con un alegre banquete. Por eso los judíos de las zonas rurales los que viven en las aldeas celebran el catorce del mes de adar como día de alegría y de banquete, y se hacen regalos unos a otros. Mardoqueo registró estos acontecimientos, y envió cartas a todos los judíos de todas las provincias lejanas y cercanas del rey Asuero, exigiéndoles que celebraran cada año los días catorce y quince del mes de adar como el tiempo en que los judíos se libraron de sus enemigos, y como el mes en que su aflicción se convirtió en alegría, y su dolor en día de fiesta. Por eso debían celebrarlos como días de banquete y de alegría, compartiendo los alimentos los unos con los otros y dándoles regalos a los pobres. Así los judíos acordaron convertir en costumbre lo que habían comenzado a festejar, cumpliendo lo que Mardoqueo les había ordenado por escrito. Porque Amán hijo de Hamedata, el agagueo, el enemigo de todos los judíos, había maquinado aniquilar a los judíos y había echado el pur es decir, la suerte para confundirlos y aniquilarlos. Pero cuando Ester se presentó ante el rey, éste ordenó por escrito que el malvado plan que Amán había maquinado contra los judíos debía recaer sobre su propia cabeza, y que él y sus hijos fueran empalados en la estaca. Por tal razón, a estos días se los llamó Purim, de la palabra pur. Conforme a todo lo escrito en esta carta, y debido a lo que habían visto y a lo que les había sucedido, los judíos establecieron para ellos y sus descendientes, y para todos los que se les unieran, la costumbre de celebrar sin falta estos dos días cada año, según la manera prescrita y en la fecha fijada. Toda familia, y cada provincia y ciudad, debía recordar y celebrar estos días en cada generación. Y estos días de Purim no debían dejar de festejarse entre los judíos, ni debía morir su recuerdo entre sus descendientes. La reina Ester, hija de Abijaíl, junto con Mardoqueo el judío, escribieron con plena autoridad para confirmar esta segunda carta con respecto a los días de Purim. Él envió decretos a todos los judíos de las ciento veintisiete provincias del reino de Asuero con palabras de buena voluntad y seguridad para establecer los días de Purim en las fechas fijadas, como lo habían decretado para ellos Mardoqueo el judío y la reina Ester, y como lo habían establecido para sí mismos y para sus descendientes, con algunas cláusulas sobre ayunos y lamentos. El decreto de Ester confirmó estas normas con respecto a Purim, y quedó registrado por escrito.



Salmo 117:
¡Alaben al Señor, naciones todas! ¡Pueblos todos, cántenle alabanzas! ¡Grande es su amor por nosotros! ¡La fidelidad del Señor es eterna! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Proverbios 17:El siervo sabio gobernará al hijo sin vergüenza, y compartirá la herencia con los otros hermanos. En el crisol se prueba la plata y en el horno se prueba el oro, pero al corazón lo prueba el Señor. El malvado hace caso a los labios impíos, y el mentiroso presta oído a la lengua maliciosa. El que se burla del pobre ofende a su Creador; el que se alegra de verlo en la ruina no quedará sin castigo. La corona del anciano son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres. No va bien con los necios el lenguaje refinado, ni con los gobernantes, la mentira. Vara mágica es el soborno para quien lo ofrece, pues todo lo que emprende lo consigue. El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos. Cala más un regaño en el hombre prudente que cien latigazos en el obstinado. El revoltoso siempre anda buscando camorra, pero se las verá con un mensajero cruel. Más vale toparse con un oso enfurecido que con un necio empecinado en su necedad. Al que devuelve mal por bien, nunca el mal se apartará de su familia. Iniciar una pelea es romper una represa; vale más retirarse que comenzarla. Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas que el Señor aborrece. ¿De qué le sirve al necio poseer dinero? ¿Podrá adquirir sabiduría si le faltan sesos? En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano. El que es imprudente se compromete por otros, y sale fiador de su prójimo. Al que le gusta pecar, le gusta pelear; el que abre mucho la boca, busca que se la rompan. El de corazón perverso jamás prospera; el de lengua engañosa caerá en desgracia. Engendrar a un hijo necio es causa de pesar; ser padre de un necio no es ninguna alegría. Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos. El malvado acepta soborno en secreto, con lo que tuerce el curso de la justicia. La meta del prudente es la sabiduría; el necio divaga contemplando vanos horizontes. El hijo necio irrita a su padre, y causa amargura a su madre. No está bien castigar al inocente, ni azotar por su rectitud a gente honorable. El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla sus impulsos. Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio; se le considera prudente si cierra la boca.



Proverbios 17:
Es mejor un mendrugo de pan, en paz, que carne en abundancia, en medio de peleas. El criado astuto se vuelve patrón del hijo vago, y comparte la herencia con los otros hermanos. El crisol pone a prueba la plata, el horno pone a prueba el oro, y el Señor pone a prueba los corazones. El malvado está atento a los labios inicuos; el mentiroso hace caso de la lengua infamante. El que ofende al pobre ofende a su Creador; no queda impune el que se alegra de su mal. Los nietos son la corona de los ancianos, Y los padres son la honra de los hijos. No le queda al necio la grandilocuencia, y menos aún al príncipe el hablar con mentira. Quien practica el soborno, lo considera valioso pues le va bien en todo lo que hace. El que perdona el pecado, busca afecto; el que lo divulga, aleja al amigo. Gana más con un regaño quien es inteligente, que lo que gana el necio que recibe cien azotes. El que es rebelde no busca más que el mal, pero un día se enfrentará a un emisario cruel. Es mejor enfrentarse con una osa furiosa que lidiar con la obstinación de un necio. Quien paga mal el bien recibido, merece que el mal no se aparte de su casa. El comienzo de un conflicto pronto se vuelve un río desbordado; es mejor controlarlo, antes de que se desborde. Justificar al malvado y condenar al justo es igual de repugnante para el Señor. ¿Cómo puede el necio adquirir sabiduría, si tiene dinero pero no tiene entendimiento? El amigo ama en todo momento; en tiempos de angustia es como un hermano. ¡Qué poco inteligente es comprometerse y salir fiador en favor de un amigo! ¿Quieres pelear? ¡Quieres pecar! ¿Quieres darte importancia? ¡Quieres problemas! El de corazón malvado nunca da con el bien; el que se enreda con su lengua cae en desgracia. Ser padre de un necio es motivo de tristeza; ser padre de un necio no es motivo de alegría. Un corazón alegre es la mejor medicina; un ánimo triste deprime a todo el cuerpo. El impío acepta soborno y se lo guarda para corromper las sendas de la justicia. El rostro inteligente refleja sabiduría, pero el necio vaga con la mirada perdida. El hijo necio pone triste a su padre y le amarga la vida a su madre. No se debe condenar al que es inocente, ni castigar a quien es honorable y honrado. Sabio es quien cuida sus palabras; inteligente es quien tiene un espíritu prudente. Cuando el necio calla, pasa por sabio; cuando no abre la boca, pasa por inteligente.






El Libro de Marcos Capítulo 1 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS




CAPÍTULO 1
(26 d.C.)
EL MINISTERIO DE JUAN
EL BAUTISTA




PRINCIPIO del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios (pudiera leerse,
"el principio de las Buenas Nuevas acerca de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios"; el Espíritu Santo comienza este Libro al testificar en cuanto a la Realeza y la Deidad de Cristo antes de exponer Su Perfección como un Siervo; el principio mismo de este Evangelio es el Ministerio de Juan el Bautista);
2 Como está escrito en los Profetas (declara el Antiguo Testamento como la Palabra de Dios): He aquí, Yo envío a Mi mensajero (Juan el Bautista) delante de Tu faz (Israel), el cual preparará Tu camino delante de Ti (preparación para la introducción del Mesías [Mal. 3:1]).
3 Voz del que clama (la Predicación de Juan el Bautista estaba llena de emoción y sentimiento) en el desierto (típica de la condición espiritual de Israel), Preparad el Camino del Señor (en el sentido de una orden militar), enderezad Sus veredas (correctamente entienda la Palabra, y obedézcala).
4 Bautizaba Juan en el desierto (el Bautismo en Agua de esta manera era único), y predicaba el bautismo de Arrepentimiento (Arrepentimiento del individuo) para remisión de pecados (debiera traducirse, "debido a la remisión de pecados"; la gente fue bautizada porque ellos ya se habían arrepentido en sus corazones; no hay Salvación alguna en la ceremonia del Bautismo en Agua).
5 Y salía a él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalén, y eran todos bautizados por él en el Río del Jordán, confesando sus pecados (quiere decir que la confesión de pecados y el acto del Bautismo en Agua, eran a veces, simultáneos).
6 Y Juan andaba vestido de pelos de camello (la característica de la Doctrina que Juan enseñó, a saber penitencia y aborrecimiento al mundo), y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos (una faja); y comía langostas y miel silvestre (la langosta era secada hasta que se convertía en una fritura en el sol y se comía con miel, bastante común durante esa época);
7 Y predicaba (emoción profunda), diciendo, Viene tras mí (prepararé el camino) El Que (no sólo es "El Que," sino más bien "El Único") es más poderoso que yo ("El Omnipotente"), al cual no soy digno de desatar encorvado la correa de Sus Zapatos (la diferencia es, el anterior era un ser creado, mientras Éste es el Creador).
8 Yo a la verdad os he bautizado con agua: mas Él os bautizará con Espíritu Santo (debido a la Cruz, ya el Espíritu Santo puede entrar en el corazón y la vida del Creyente para morar permanentemente [Jn. 14:16-17]).
EL BAUTISMO DE JESÚS
9 Y aconteció en aquellos días (la clausura del Ministerio de Juan el Bautista), que Jesús vino de Nazaret de Galilea (con respecto al principio del Ministerio de Cristo), y fue bautizado por Juan en el Jordán.
10 Y luego (inmediatamente) subiendo del agua (el Bautismo en Agua es por inmersión, que solo puede satisfacer el tipo, no por aspersión), él (Juan) vio abrirse los Cielos (vio partirse el Cielo por medio, lo que esto podría significar no es cierto), y al Espíritu como Paloma que descendía sobre Él (Lucas dijo, "en forma corporal como Paloma" [Luc. 3:22] exactamente lo que él vio, no sabemos, pero él definitivamente vio algo):
11 Y hubo una Voz de los Cielos (la Voz vino del Cielo desgarrado o abierto, ninguna forma fue vista, pero "una Voz" fue oída), que decía, Tú eres Mi Hijo Amado (en contraste con todos los demás), en Ti tomo contentamiento (significa que Dios está satisfecho con nosotros, solamente mientras estemos en Cristo; tenemos aquí la Trinidad, la Voz del Cielo, Dios el Padre, el Espíritu Santo que es enviado y el Hijo en Quien lo envían).
LAS TENTACIONES DE JESÚS
12 E inmediatamente (el primer acto del Espíritu en Cristo) el Espíritu (el Espíritu Santo) Le impulsó (movido fuertemente sobre Él) al desierto (cerca de Jericó).
13 Y estuvo allí en el desierto cuarenta días (período probatorio), y era tentado de Satanás (tentado constantemente durante los cuarenta días y noches); y estaba con las fieras (el último Adán tenía un entorno completamente diferente que el primer Adán, que era el Paraíso); y los Ángeles Le servían (en cuanto a exactamente cómo, no nos dice).
EL LLAMADO
14 Mas después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea, predicando el Evangelio (Buenas Nuevas) del Reino de Dios (un Reino en lo cual un Rey, a saber, Cristo ejerce Su Poder para actuar y controlar),
15 Y diciendo, El tiempo es cumplido (como fue predicho por los Profetas, Cristo ya ha venido), y el Reino de Dios está cerca (está disponible): arrepentíos y creed al Evangelio ("arrepentíos y creed" puede ser considerado como un resumen del método de Salvación. Significa que Arrepentimiento y Fe son las condiciones de admisión en este Reino, es decir, "el Nuevo Convenio").
16 Y pasando junto al mar de Galilea, Él vio a Simón (Pedro) y a Andrés su hermano que echaban la red en el mar: porque eran pescadores.
17 Y les dijo Jesús, Venid en pos de Mí, y haré que seáis pescadores de hombres.
18 Y luego (inmediatamente) dejadas sus redes, Le siguieron.
19 Y pasando Él de allí un poco más adelante, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, también ellos en el barco que remendaban las redes.
20 Y luego Él los llamó (el Ministerio es "un llamado" no una carrera): y dejando a su padre Zebedeo en el barco con los jornaleros, fueron en pos de Él (parece que tenían la bendición de su padre).
LA AUTORIDAD SOBRE
LOS DEMONIOS
21 Y entraron en Capernaum (donde Jesús hizo Su Sede); y luego (inmediatamente) en el Día del Sábado, entrando en la Sinagoga, enseñaba.
22 Y se admiraban de Su Doctrina (la que Él enseñaba, y la manera con que Él la enseñaba; Su Doctrina era la Palabra de Dios, mientras que los Escribas básicamente enseñaban la tradición): porque Él les enseñaba como Quien tiene potestad, y no como los Escribas (un grupo supuestamente experto en la Ley de Moisés).
23 Y había en la Sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo (la palabra "inmundo" recorre la gama de toda la actividad de Satanás desde la inmoralidad hasta espíritus religiosos, engañosos y mentirosos [Apoc. 16:13-16]), el cual dio voces,
24 Diciendo, ¡Ah, déjanos! (El líder de los demonios gritó en voz alta, pero habían más de un demonio en este hombre.) ¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús Nazareno? (Resentían la intrusión de Cristo en su dominio.) ¿Has venido a destruirnos? (Sabían que Él tenía el poder de hacer cualquier cosa necesaria que había de hacerse.) Sé quién eres, el Santo de Dios (los espíritus demoníacos sabían quién era Él, pero los líderes religiosos de Israel no sabían, o rehusaban saberlo).
25 Y Jesús le reprendió (el líder de los demonios), diciendo, Enmudece, y sal de él (en efecto, Él dijo, "cállense, y salgan de él").
26 Y el espíritu inmundo, haciéndole pedazos (precipitadamente, intentaron salir), y clamando a gran voz (representa un grito de miedo — miedo de Cristo y miedo de no obedecer a Cristo inmediatamente), salió de él (sin demora alguna).
27 Y todos se maravillaron (quedaron boquiabiertos), de tal manera que inquirían entre sí (la animada discusión prolongada de los Escribas), diciendo, ¿Qué es esto? (En efecto, "Quién es este Hombre," refiriendo a la posibilidad y pensamiento suyo, que Él podría ser el Mesías.) ¿Qué nueva Doctrina es esta? (No se refiere a "nueva" con respecto al tiempo, pero en cambio, en comparación con el murmurar tan seco como el polvo de los Escribas.) que con potestad aun a los espíritus inmundos manda, y Le obedecen (éste es el poder absoluto sobre Satanás y todos los espíritus de demonios, y con la obediencia llevada a cabo inmediatamente).
28 Y vino luego Su fama por toda la provincia alrededor de Galilea (cuando se esparciría hasta a Jerusalén, enfurecería a los líderes religiosos).
LA SANIDAD
29 Y luego, saliendo de la Sinagoga, vinieron a casa de Simón (Pedro) y de Andrés (el hermano de Pedro), con Santiago y Juan (estos cuatro fueron probablemente los únicos Discípulos que Él tuvo en ese momento, al comienzo de Su Ministerio).
30 Y la suegra de Simón que yacía enferma con fiebre (guardando cama), y luego (inmediatamente) Le hablaron de ella (no hay mención del nombre de la esposa de Pedro en el Nuevo Testamento; según el testimonio de Clemente de Alejandría, y Eusebio, ella sufrió martirio, y fue conducida a la muerte a la vista de su marido, de quien sus últimas palabras a ella fueron, "recuerda al Señor").
31 Entonces llegando Él (Jesús), la tomó de su mano y la levantó; y luego la dejó la fiebre (sanada inmediatamente), y les servía (probablemente ayudaba a preparar una cena).
LOS DEMONIOS ECHADOS
FUERA; MUCHOS SANADOS
32 Y cuando fue la tarde, luego que el sol se puso (cuando el Sábado terminó), traían a Él todos los que tenían mal, y endemoniados (demonios).
33 Y toda la ciudad se juntó a la puerta (todos los enfermos y afligidos).
34 Y Él sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades (muchas y diferentes tipos de enfermedades, y de cada clase), y echó fuera muchos demonios (espíritus demoníacos); y no dejaba hablar a los demonios, porque Le conocían (significa que sabían que Él era el Mesías).
UN VIAJE PARA PREDICAR
35 Y levantándose muy de mañana, aun muy de noche (era entre las 3:00 y las 6:00 de la mañana), Él salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba (el ejemplo de una vida fuerte de oración, era costumbre de Él, y proporciona un ejemplo para nosotros [Mat. 14: 23; Marc. 1:35; 6:46; Luc. 6:12; 9:28; 11:1]).
36 Y Le siguió Simón y los que estaban con Él (procuraron encontrarlo).
37 Y hallándole, Le dicen, Todos Te buscan (el pronombre, "Te" es enfático, que quiere decir que aquéllos que buscaran a Jesús no estarían satisfechos habiendo visto a Sus Discípulos).
38 Y les dice, Vamos a los pueblos vecinos (estando en oración, Él había escuchado del Cielo, y le había sido dado la dirección con respecto a qué hacer y a dónde ir), para que predique también allí: porque para esto he venido (Él debía cubrir la mayoría de la tierra de Israel).
39 Y Él predicaba en las Sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios (la sanidad y la liberación, aunque eran importantes, eran secundarias en relación a la "Predicación" de la Palabra).
JESÚS SANA A UN LEPROSO
40 Y un leproso vino a Él, suplicándole (rogándole a Él), e hincada la rodilla (no fue simplemente una entrega de honor a un ser terrenal; fue una entrega de reverencia a un Ser Divino), y Le dice, Si quieres, puedes limpiarme (la lepra era tan repugnante, que el leproso no sabía si Jesús lo sanaría o no, aunque él sabía, que Jesús sí tenía el Poder).
41 Y Jesús, teniendo misericordia de él (es una muestra del Corazón de Dios), extendió Su Mano, y le tocó, y le dice, Quiero, sé limpio (según el Griego, Su Palabra curó al hombre, y no Su toque; cuando Él lo tocó, la sanidad ya había sido efectuada, y el hombre fue "limpio"; la palabra "Quiero" contestó de una vez para siempre la pregunta acerca de la Voluntad de Dios para sanar a los enfermos).
42 Y así que hubo Él hablado, la lepra se fue luego de aquél (indicaba que la Palabra hablada fue suficiente), y fue limpio.
43 Entonces Él (Jesús) lo amonestó severamente (fuertemente le exigió), y le despidió luego (lo mandó al Sacerdote, como la Ley exigía [Lev. 14:2]),
44 Y le dice, Mira, no digas a nadie nada (no en este momento): sino ve (primero), muéstrate al Sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos (corresponde a la Ley de la Limpieza del Leproso, que fue un asunto complicado [Lev. 14:1-32]).
45 Mas él salido, comenzó a publicarlo mucho, y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar públicamente en la ciudad (era Capernaum), sino que estaba fuera en los lugares desiertos (debido al empuje de las muchedumbres): y venían a Él de todas partes (al no obedecer lo que Jesús le dijo que debía hacer, el hombre le dio ocasión a los enemigos de Cristo para acusarlo; en otras palabras, dirían que Él no había hecho caso de la Ley, que por supuesto Él no hacía, pero el hombre lo hizo, y a pesar de la advertencia).
Primera Corintios Capítulo 13:Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.Hebreos 10:35-12:4Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.Romanos 8:Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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