18 July 2017

El 19 de julio Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

El 19 de julio Lectura Bíblica Diaria:

2 Samuel 20 a 22:
Aconteció que se hallaba allí un hombre perverso que se llamaba Seba hijo de Bicri,  hombre de Benjamín,  el cual tocó la trompeta,  y dijo:  No tenemos nosotros parte en David,  ni heredad con el hijo de Isaí.  ¡Cada uno a su tienda,  Israel! Así todos los hombres de Israel abandonaron a David,  siguiendo a Seba hijo de Bicri;  mas los de Judá siguieron a su rey desde el Jordán hasta Jerusalén. Y luego que llegó David a su casa en Jerusalén,  tomó el rey las diez mujeres concubinas que había dejado para guardar la casa,  y las puso en reclusión,  y les dio alimentos;  pero nunca más se llegó a ellas,  sino que quedaron encerradas hasta que murieron,  en viudez perpetua. Después dijo el rey a Amasa:  Convócame a los hombres de Judá para dentro de tres días,  y hállate tú aquí presente. Fue,  pues,  Amasa para convocar a los de Judá;  pero se detuvo más del tiempo que le había sido señalado. Y dijo David a Abisai:  Seba hijo de Bicri nos hará ahora más daño que Absalón;  toma,  pues,  tú los siervos de tu señor,  y ve tras él,  no sea que halle para sí ciudades fortificadas,  y nos cause dificultad. Entonces salieron en pos de él los hombres de Joab,  y los cereteos y peleteos y todos los valientes;  salieron de Jerusalén para ir tras Seba hijo de Bicri. Y estando ellos cerca de la piedra grande que está en Gabaón,  les salió Amasa al encuentro.  Y Joab estaba ceñido de su ropa,  y sobre ella tenía pegado a sus lomos el cinto con una daga en su vaina,  la cual se le cayó cuando él avanzó. Entonces Joab dijo a Amasa:  ¿Te va bien,  hermano mío?  Y tomó Joab con la diestra la barba de Amasa,  para besarlo. Y Amasa no se cuidó de la daga que estaba en la mano de Joab;  y éste le hirió con ella en la quinta costilla,  y derramó sus entrañas por tierra,  y cayó muerto sin darle un segundo golpe.  Después Joab y su hermano Abisai fueron en persecución de Seba hijo de Bicri. Y uno de los hombres de Joab se paró junto a él,  diciendo:  Cualquiera que ame a Joab y a David,  vaya en pos de Joab. Y Amasa yacía revolcándose en su sangre en mitad del camino;  y todo el que pasaba,  al verle,  se detenía;  y viendo aquel hombre que todo el pueblo se paraba,  apartó a Amasa del camino al campo,  y echó sobre él una vestidura. Luego que fue apartado del camino,  pasaron todos los que seguían a Joab,  para ir tras Seba hijo de Bicri. Y él pasó por todas las tribus de Israel hasta Abel-bet-maaca y todo Barim;  y se juntaron,  y lo siguieron también. Y vinieron y lo sitiaron en Abel-bet-maaca,  y pusieron baluarte contra la ciudad,  y quedó sitiada;  y todo el pueblo que estaba con Joab trabajaba por derribar la muralla. Entonces una mujer sabia dio voces en la ciudad,  diciendo:  Oíd,  oíd;  os ruego que digáis a Joab que venga acá,  para que yo hable con él. Cuando él se acercó a ella,  dijo la mujer:  ¿Eres tú Joab?  Y él respondió:  Yo soy.  Ella le dijo:  Oye las palabras de tu sierva.  Y él respondió:  Oigo. Entonces volvió ella a hablar,  diciendo:  Antiguamente solían decir:  Quien preguntare,  pregunte en Abel;  y así concluían cualquier asunto. Yo soy de las pacíficas y fieles de Israel;  pero tú procuras destruir una ciudad que es madre en Israel.  ¿Por qué destruyes la heredad de Jehová? Joab respondió diciendo:  Nunca tal,  nunca tal me acontezca,  que yo destruya ni deshaga. La cosa no es así:  mas un hombre del monte de Efraín,  que se llama Seba hijo de Bicri,  ha levantado su mano contra el rey David;  entregad a ése solamente,  y me iré de la ciudad.  Y la mujer dijo a Joab:  He aquí su cabeza te será arrojada desde el muro. La mujer fue luego a todo el pueblo con su sabiduría;  y ellos cortaron la cabeza a Seba hijo de Bicri,  y se la arrojaron a Joab.  Y él tocó la trompeta,  y se retiraron de la ciudad,  cada uno a su tienda.  Y Joab se volvió al rey a Jerusalén. Así quedó Joab sobre todo el ejército de Israel,  y Benaía hijo de Joiada sobre los cereteos y peleteos, y Adoram sobre los tributos,  y Josafat hijo de Ahilud era el cronista. Seva era escriba,  y Sadoc y Abiatar,  sacerdotes, e Ira jaireo fue también sacerdote de David. Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos.  Y David consultó a Jehová,  y Jehová le dijo:  Es por causa de Saúl,  y por aquella casa de sangre,  por cuanto mató a los gabaonitas. Entonces el rey llamó a los gabaonitas,  y les habló.  (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel,  sino del resto de los amorreos,  a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento;  pero Saúl había procurado matarlos en su celo por los hijos de Israel y de Judá.) Dijo,  pues,  David a los gabaonitas:  ¿Qué haré por vosotros,  o qué satisfacción os daré,  para que bendigáis la heredad de Jehová? Y los gabaonitas le respondieron:  No tenemos nosotros querella sobre plata ni sobre oro con Saúl y con su casa;  ni queremos que muera hombre de Israel.  Y él les dijo:  Lo que vosotros dijereis,  haré. Ellos respondieron al rey:  De aquel hombre que nos destruyó,  y que maquinó contra nosotros para exterminarnos sin dejar nada de nosotros en todo el territorio de Israel, dénsenos siete varones de sus hijos,  para que los ahorquemos delante de Jehová en Gabaa de Saúl,  el escogido de Jehová.  Y el rey dijo:  Yo los daré. Y perdonó el rey a Mefi-boset hijo de Jonatán,  hijo de Saúl,  por el juramento de Jehová que hubo entre ellos,  entre David y Jonatán hijo de Saúl. Pero tomó el rey a dos hijos de Rizpa hija de Aja,  los cuales ella había tenido de Saúl,  Armoni y Mefi-boset,  y a cinco hijos de Mical hija de Saúl,  los cuales ella había tenido de Adriel hijo de Barzilai meholatita, y los entregó en manos de los gabaonitas,  y ellos los ahorcaron en el monte delante de Jehová;  y así murieron juntos aquellos siete,  los cuales fueron muertos en los primeros días de la siega,  al comenzar la siega de la cebada. Entonces Rizpa hija de Aja tomó una tela de cilicio y la tendió para sí sobre el peñasco,  desde el principio de la siega hasta que llovió sobre ellos agua del cielo;  y no dejó que ninguna ave del cielo se posase sobre ellos de día,  ni fieras del campo de noche. Y fue dicho a David lo que hacía Rizpa hija de Aja,  concubina de Saúl. Entonces David fue y tomó los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo,  de los hombres de Jabes de Galaad,  que los habían hurtado de la plaza de Bet-sán,  donde los habían colgado los filisteos,  cuando los filisteos mataron a Saúl en Gilboa; e hizo llevar de allí los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo;  y recogieron también los huesos de los ahorcados. Y sepultaron los huesos de Saúl y los de su hijo Jonatán en tierra de Benjamín,  en Zela,  en el sepulcro de Cis su padre;  e hicieron todo lo que el rey había mandado.  Y Dios fue propicio a la tierra después de esto. Volvieron los filisteos a hacer la guerra a Israel,  y descendió David y sus siervos con él,  y pelearon con los filisteos;  y David se cansó. E Isbi-benob,  uno de los descendientes de los gigantes,  cuya lanza pesaba trescientos siclos de bronce,  y quien estaba ceñido con una espada nueva,  trató de matar a David; mas Abisai hijo de Sarvia llegó en su ayuda,  e hirió al filisteo y lo mató.  Entonces los hombres de David le juraron,  diciendo:  Nunca más de aquí en adelante saldrás con nosotros a la batalla,  no sea que apagues la lámpara de Israel. Otra segunda guerra hubo después en Gob contra los filisteos;  entonces Sibecai husatita mató a Saf,  quien era uno de los descendientes de los gigantes. Hubo otra vez guerra en Gob contra los filisteos,  en la cual Elhanán,  hijo de Jaare-oregim de Belén,  mató a Goliat geteo,  el asta de cuya lanza era como el rodillo de un telar. Después hubo otra guerra en Gat,  donde había un hombre de gran estatura,  el cual tenía doce dedos en las manos,  y otros doce en los pies,  veinticuatro por todos;  y también era descendiente de los gigantes. Este desafió a Israel,  y lo mató Jonatán,  hijo de Simea hermano de David. Estos cuatro eran descendientes de los gigantes en Gat,  los cuales cayeron por mano de David y por mano de sus siervos. Habló David a Jehová las palabras de este cántico,  el día que Jehová le había librado de la mano de todos sus enemigos,  y de la mano de Saúl. Dijo: Jehová es mi roca y mi fortaleza,  y mi libertador; Dios mío,  fortaleza mía,  en él confiaré; Mi escudo,  y el fuerte de mi salvación,  mi alto refugio; Salvador mío;  de violencia me libraste. Invocaré a Jehová,  quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mi enemigos. Me rodearon ondas de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron. Ligaduras del Seol me rodearon; Tendieron sobre mí lazos de muerte. En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios; El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó a sus oídos. La tierra fue conmovida,  y tembló, Y se conmovieron los cimientos de los cielos; Se estremecieron,  porque se indignó él. Humo subió de su nariz, Y de su boca fuego consumidor; Carbones fueron por él encendidos. E inclinó los cielos,  y descendió; Y había tinieblas debajo de sus pies. Y cabalgó sobre un querubín,  y voló; Voló sobre las alas del viento. Puso tinieblas por su escondedero alrededor de sí; Oscuridad de aguas y densas nubes. Por el resplandor de su presencia se encendieron carbones ardientes. Y tronó desde los cielos Jehová, Y el Altísimo dio su voz; Envió sus saetas,  y los dispersó; Y lanzó relámpagos,  y los destruyó. Entonces aparecieron los torrentes de las aguas, Y quedaron al descubierto los cimientos del mundo; A la reprensión de Jehová, Por el soplo del aliento de su nariz. Envió desde lo alto y me tomó; Me sacó de las muchas aguas. Me libró de poderoso enemigo, Y de los que me aborrecían,  aunque eran más fuertes que yo. Me asaltaron en el día de mi quebranto; Mas Jehová fue mi apoyo, Y me sacó a lugar espacioso; Mi libró,  porque se agradó de mí. Jehová me ha premiado conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado. Porque yo he guardado los caminos de Jehová, Y no me aparté impíamente de mi Dios. Pues todos sus decretos estuvieron delante de mí, Y no me he apartado de sus estatutos. Fui recto para con él, Y me he guardado de mi maldad; Por lo cual me ha recompensado Jehová conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos delante de su vista. Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, Y recto para con el hombre íntegro. Limpio te mostrarás para con el limpio, Y rígido serás para con el perverso. Porque tú salvas al pueblo afligido, Mas tus ojos están sobre los altivos para abatirlos. Tú eres mi lámpara,  oh Jehová; Mi Dios alumbrará mis tinieblas. Contigo desbarataré ejércitos, Y con mi Dios asaltaré muros. En cuanto a Dios,  perfecto es su camino, Y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él esperan. Porque  ¿quién es Dios,  sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de fuerza, Y quien despeja mi camino; Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas; Quien adiestra mis manos para la batalla, De manera que se doble el arco de bronce con mis brazos. Me diste asimismo el escudo de tu salvación, Y tu benignidad me ha engrandecido. Tú ensanchaste mis pasos debajo de mí, Y mis pies no han resbalado. Perseguiré a mis enemigos,  y los destruiré, Y no volveré hasta acabarlos. Los consumiré y los heriré,  de modo que no se levanten; Caerán debajo de mis pies. Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea; Has humillado a mis enemigos debajo de mí, Y has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, Para que yo destruyese a los que me aborrecen. Clamaron,  y no hubo quien los salvase; Aun a Jehová,  mas no les oyó. Como polvo de la tierra los molí; Como lodo de las calles los pisé y los trituré. Me has librado de las contiendas del pueblo; Me guardaste para que fuese cabeza de naciones; Pueblo que yo no conocía me servirá. Los hijos de extraños se someterán a mí; Al oir de mí,  me obedecerán. Los extraños se debilitarán, Y saldrán temblando de sus encierros. Viva Jehová,  y bendita sea mi roca,
Y engrandecido sea el Dios de mi salvación. El Dios que venga mis agravios, Y sujeta pueblos debajo de mí; El que me libra de enemigos, Y aun me exalta sobre los que se levantan contra mí; Me libraste del varón violento. Por tanto,  yo te confesaré entre las naciones,  oh Jehová, Y cantaré a tu nombre. El salva gloriosamente a su rey, Y usa de misericordia para con su ungido, A David y a su descendencia para siempre.

Salmo 67:

1 Dios mío, ¡ten misericordia de nosotros, y bendícenos! ¡Haz resplandecer su rostro sobre nosotros! ¡Que sea reconocido en la tierra tu camino, y en todas las naciones tu salvación! ¡Que te alaben los pueblos, Dios mío! ¡Que todos los pueblos te alaben! ¡Que las naciones se llenen de gozo, porque tú juzgas a los pueblos con equidad y eres el Pastor de todas las naciones! ¡Que te alaben los pueblos, Dios mío! ¡Que todos los pueblos te alaben! ¡Que la tierra rinda sus frutos! ¡Que el Dios nuestro nos bendiga! ¡Que nuestro Dios nos bendiga, y que todos los confines de la tierra lo teman!


Proverbios 30:
Para entender sabiduría y doctrina, y conocer razones prudentes. Para recibir prudentes consejos, y justicia, juicio y equidad. Para dar sagacidad a los incautos, e inteligencia y cordura a los jóvenes. Que lo oiga el sabio, y aumente su saber, y que el entendido reciba consejo para entender proverbios y enigmas, y palabras sabias y profundas. El principio de la sabiduría es el temor al Señor; Los necios desprecian la sabiduría y la enseñanza. Atiende, hijo mío, las correcciones de tu padre, y no menosprecies las enseñanzas de tu madre; Adorno de gracia serán sobre tu cabeza, y collares alrededor de tu cuello. Hijo mío, si los pecadores quisieran engañarte, no te dejes llevar por ellos. Tal vez te digan: «¡Ven con nosotros! Estemos al acecho para derramar sangre. Acechemos sin motivo a los incautos. Seamos como el sepulcro, como el abismo, y traguémonos viva y entera a la gente. Hallaremos toda clase de riquezas y llenaremos con despojos nuestras casas. Comparte tu destino con nosotros, y compartiremos todos una misma bolsa.» Pero, hijo mío, no vayas por su camino; ¡aleja tus pasos de sus veredas! Sus pies corren hacia el mal, ¡se apresuran a derramar sangre! No tiene caso tender una trampa a la vista de todas las aves; pero ellos atentan contra su propia vida; ¡ellos mismos se tienden la trampa! Así son las sendas de la gente ambiciosa: ¡su propia ambición les quita la vida! La sabiduría clama en las calles, y deja oír su voz por las plazas. Clama en los principales puntos de encuentro; a la entrada de la ciudad expone sus razones: «Ustedes, muchachos inexpertos y burlones, ¿hasta cuándo seguirán amando la simpleza? ¿Hasta cuándo seguirán burlándose de todo? ¿Hasta cuando aborrecerán el conocimiento? ¡Presten atención a mis reprensiones! Yo derramaré mi espíritu sobre ustedes, y les daré a conocer mis argumentos. »Pero yo los llamé, y nadie quiso oírme; les tendí la mano, y nadie me hizo caso; Al contrario, desecharon todos mis consejos y no quisieron recibir mi reprensión. Por eso, yo me burlaré de ustedes cuando les sobrevenga la temida calamidad, cuando la calamidad que tanto temen les sobrevenga como un torbellino; ¡cuando les sobrevengan tribulaciones y angustias. Entonces me llamarán, y no les responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán. Puesto que aborrecen la sabiduría, y no optaron por temer al Señor ni quisieron seguir mis consejos, sino que menospreciaron todas mis reprensiones, comerán los frutos de sus andanzas y se hartarán con sus propios consejos. Los incautos mueren por sus propios desvíos; a los necios los destruye su autosuficiencia. Pero los que me oyen vivirán tranquilos, sin sobresaltos ni temor de ningún mal.»



El Libro de Apocalipsis Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



EL APOCALIPSIS DE

SAN JUAN



CAPÍTULO 3
(96 d.C.)
SARDIS




Y ESCRIBE al Ángel (Pastor) de la Iglesia en Sardis (la Iglesia de Sardis se refiere como la "Iglesia de la Reforma," que comenzó alrededor del año 1500 d.C. y más o menos continúa hasta hoy día); El Que tiene los Siete Espíritus de Dios (representa al Espíritu Santo en toda Su plenitud y capacidad), y las Siete Estrellas (se refiere a los Pastores de estas Siete Iglesias), dice estas cosas; Yo conozco tus obras que tienes nombre que vives, y estás muerto. (Nuestro Señor comienza con palabras de censura, es decir, "muerto espiritualmente.")
2 Sé vigilante (se le exhortó a esta Iglesia a examinar su condición verdadera) y confirma las otras cosas que están para morir (tienen que volver a la Cruz, o perderán su camino completamente): porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. (Sus obras estaban basadas en una Fe muerta, lo cual produce siempre obras malas.)
3 Acuérdate pues de lo que has recibido y has oído, y guárdalo, y arrepiéntete (vuelva a la Cruz). Y si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás en qué hora vendré a ti. (Vendrá el Juicio, pero Sardis no verá ni oirá debido a la sordera espiritual y la ceguera espiritual.)
4 Mas tienes unas pocas personas en Sardis que no han ensuciado sus vestiduras (el Señor siempre tiene a unas cuantas); y andarán conmigo en vestiduras blancas: porque son dignos. (Somos hechos dignos sólo por nuestra Fe en Cristo y la Cruz.)
5 El que venciere, será vestido de vestiduras blancas (la Justicia de Cristo, obtenida sólo por la Fe en Cristo y la Cruz); y no borraré su nombre del Libro de la Vida (confirma que los nombres pueden borrarse), y confesaré su nombre delante de Mi Padre, y delante de Sus Ángeles. (La clave a esta gran "confesión" es la Fe en Cristo y Su gran Sacrificio.)
6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. (El Espíritu dice que la Justicia no puede obtenerse sin Fe en un Sacrificio intachable.)
FILADELFIA
7 Y escribe al Ángel (Pastor) de la Iglesia en Filadelfia (se conoce como la Iglesia Misionera y tuvo su principio alrededor del año 1800, y continúa hasta hoy día); Estas cosas dice el Santo, el Verdadero, El Que tiene la llave de David, El Que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre (se refiere al hecho de que Cristo tiene autoridad total);
8 Yo conozco tus obras: he aquí, he dado una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno puede cerrar (esta "puerta abierta" se refiere a la preparación del camino para enviar el Evangelio a todo el mundo): porque tienes un poco poder, y has guardado Mi Palabra, y no has negado Mi Nombre. ("Un poco poder" no es una indicación de enfermedad espiritual, sino ser pocos. Sin embargo, estos pocos [se refiere a aquellos que sinceramente conocen al Señor] han tocado el mundo con el Evangelio de Jesucristo.)
9 He aquí, Yo entregaré los de la Sinagoga de Satanás, los que se dicen ser Judíos, y no lo son, mas mienten (proclama el hecho de que Dios no reconoce los derechos espirituales de la Nación de Israel); he aquí, Yo los constreñiré a que vengan y adoren delante de tus pies, y sepan que Yo te he amado. (Se refiere a la Edad del Reino venidero, cuando Cristo gobernará Personalmente la Tierra, ya con Israel restaurado. Israel entonces se postrará a los Pies de Cristo, a Quien los Gentiles aceptaron.)
10 Porque has guardado la Palabra de Mi paciencia, Yo también te guardaré de la hora de la tentación que ha de venir en todo el mundo, para probar a los que moran en la Tierra. (La Iglesia será arrebatada antes de la Gran Tribulación.)
11 He aquí, Yo vengo pronto (nuevamente se refiere al Arrebatamiento): retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. (El Diablo va a utilizar a hombres religiosos para tratar de apartarnos de nuestra Fe en Cristo y la Cruz.)
12 Al que venciere, Yo lo haré columna en el Templo de Mi Dios (el "vencedor" es el que confía explícitamente en Cristo y lo que Él hizo por nosotros en la Cruz), y nunca más saldrá fuera (se refiere a una posición permanente en la Presencia de Dios): y escribiré sobre él el Nombre de Mi Dios, y el Nombre de la ciudad de Mi Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del Cielo de Mi Dios, y Mi Nombre nuevo. (En la Cruz, Cristo se identificó con nuestro pecado al sufrir la penalidad de ello. Ahora Él se identifica con nuestra Bendición más excelente, como Él es la Fuente de Todo.)
13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. (El Espíritu nos dice que debemos estar listos para el Arrebatamiento, que sólo se puede lograr por una Fe constante en Cristo y Su Obra Terminada.)
LAODICEA
14 Y escribe al Ángel (Pastor) de la Iglesia en Laodicea (esta es "la Iglesia Apóstata"; no sabemos cuándo comenzó esta Iglesia, pero sí sabemos que fue comenzado; ésta es la última Iglesia a la que Cristo se dirigió, por eso significa que el Arrebatamiento está pronto por acontecer); He aquí, dice el Amén, el Testigo Fiel y Verdadero (en contraste con Su Iglesia, que no es fiel y verdadera), el principio de la Creación de Dios (Jesús es el Creador de todas las cosas);
15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente (caracteriza lo que impera en la actualidad): bien que fueses frío, o caliente (a medias, no equivale para nada).
16 Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente (si la persona es tibia hacia Dios, quiere decir que él no lo ha rechazado, pero al mismo tiempo, tampoco quiere decir que lo ha aceptado; en la Mente de Dios, una reacción tibia es lo mismo que una reacción negativa), te vomitaré de Mi Boca. (No hay probabilidad de Arrepentimiento ni Restauración de parte de esta Iglesia. De hecho, existe un rechazo Divino.)
17 Porque tú dices, Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa (igualaron el aumento de los bienes materiales con las Bendiciones espirituales, lo cual no es así); y no conoces que tú eres un desgraciado, y miserable, y pobre, y ciego, y desnudo (la tragedia está en el hecho de que la Iglesia aunque se recreaba con sus riquezas materiales, no estaba consciente de su pobreza espiritual; lo que de nuevo, ¡es indicativo de la Iglesia moderna!):
18 Yo te amonesto que de Mí compres oro refinado en fuego, para que seas hecho rico (lo que necesitaban "comprar" no se podía comprar con dinero, sino sólo con la Sangre preciosa de Cristo, cuyo precio ya fue pagado; ¡pero la Iglesia moderna no está interesada!); y seas vestido de vestiduras blancas, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez (se refiere a la Justicia que es exclusiva de Cristo y se obtiene sólo por Fe en Cristo y la Cruz; nos dice que la Iglesia de Laodicea era sumamente auto-justificada; no tenía la Justicia de Cristo, estaba "desnuda" ante el Juicio de Dios); y unge tus ojos con colirio, para que veas. (La Iglesia moderna también está ciega espiritualmente.)
19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo (insinúa un remanente): sé pues celoso, y arrepiéntete. (La Iglesia moderna necesita desesperadamente arrepentirse de su rebelión contra el orden Divino de Dios [Cristo y la Cruz] y por haber seguido las fábulas inventadas ingeniosamente [II Ped. 1:16].)
20 He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo (presenta a Cristo fuera de la Iglesia): si alguno oyere Mi Voz (hay tanta bulla religiosa que se dificulta "oír Su Voz") y abriere la puerta (Cristo es la Puerta Verdadera, lo cual significa que la Iglesia ha erigido otra puerta), entraré a él, y cenaré con él, y él Conmigo. (Habiendo sido rechazado por la Iglesia, nuestro Señor recurre ahora a las personas y Él todavía está haciéndolo en la actualidad.)
21 Al que venciere, Yo le daré que se siente Conmigo en Mi Trono (el vencedor ganará el premio del Trono, lo que se logra sólo cuando la Cruz sea el Objeto de su Fe); así como Yo he vencido, y Me he sentado con Mi Padre en Su Trono. (Presenta a Cristo como nuestro Sustituto, que va delante de nosotros y haciendo por nosotros lo que no pudimos hacer por nosotros mismos.)
22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. (En lenguaje claro, el Espíritu Santo está diciendo, "vuélvase a Cristo y a la Cruz.")





Primera Corintios Capítulo 13:


Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebreos 10:35-12:4

Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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