15 July 2017

El 16 de julio Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 16 de julio Lectura Bíblica Diaria:

2 Samuel 11 a 13:
En la primavera, que era la época en que los reyes salían de campaña, David mandó a Joab con la guardia real y todo el ejército de Israel para que aniquilara a los amonitas y sitiara la ciudad de Rabá. Pero David se quedó en Jerusalén. Una tarde, al levantarse David de la cama, comenzó a pasearse por la azotea del palacio, y desde allí vio a una mujer que se estaba bañando. La mujer era sumamente hermosa, por lo que David mandó que averiguaran quién era, y le informaron: "Se trata de Betsabé, que es hija de Elián y esposa de Urías el hitita." Entonces David ordenó que la llevaran a su presencia, y cuando Betsabé llegó, él se acostó con ella. Después de eso, ella volvió a su casa. Hacía poco que Betsabé se había purificado de su menstruación, así que quedó embarazada y se lo hizo saber a David. Entonces David le envió este mensaje a Joab: "Mándame aquí a Urías el hitita." Y Joab así lo hizo. Cuando Urías llegó, David le preguntó cómo estaban Joab y los soldados, y cómo iba la campaña. Luego le dijo: "Vete a tu casa y acuéstate con tu mujer." Tan pronto como salió del palacio, Urías recibió un regalo de parte del rey, pero en vez de irse a su propia casa, se acostó a la entrada del palacio, donde dormía la guardia real. David se enteró de que Urías no había ido a su casa, así que le preguntó: Has hecho un viaje largo; ¿por qué no fuiste a tu casa? En este momento respondió Urías, tanto el arca como los hombres de Israel y de Judá se guarecen en simples enramadas, y mi señor Joab y sus oficiales acampan al aire libre, ¿y yo voy a entrar en mi casa para darme un banquete y acostarme con mi esposa? ¡Tan cierto como que Su Majestad vive, que yo no puedo hacer tal cosa! Bueno, entonces quédate hoy aquí, y mañana te enviaré de regreso replicó David. Urías se quedó ese día en Jerusalén. Pero al día siguiente David lo invitó a un banquete y logró emborracharlo. A pesar de eso, Urías no fue a su casa sino que volvió a pasar la noche donde dormía la guardia real. A la mañana siguiente, David le escribió una carta a Joab, y se la envió por medio de Urías. La carta decía: "Pongan a Urías al frente de la batalla, donde la lucha sea más dura. Luego déjenlo solo, para que lo hieran y lo maten." Por tanto, cuando Joab ya había sitiado la ciudad, puso a Urías donde sabía que estaban los defensores más aguerridos. Los de la ciudad salieron para enfrentarse a Joab, y entre los oficiales de David que cayeron en batalla también perdió la vida Urías el hitita. Entonces Joab envió a David un informe con todos los detalles del combate, y le dio esta orden al mensajero: "Cuando hayas terminado de contarle al rey todos los pormenores del combate, tal vez se enoje y te pregunte: ¿Por qué se acercaron tanto a la ciudad para atacarla? ¿Acaso no sabían que les dispararían desde la muralla? ¿Quién mató a Abimélec hijo de Yerubéset? ¿No fue acaso una mujer la que le arrojó una piedra de molino desde la muralla de Tebes y lo mató? ¿Por qué se acercaron tanto a la muralla? Pues si te hace estas preguntas, respóndele: También ha muerto Urías el hitita, siervo de Su Majestad. " El mensajero partió, y al llegar le contó a David todo lo que Joab le había mandado decir. Los soldados enemigos nos estaban venciendo dijo el mensajero, pero cuando nos atacaron a campo abierto pudimos rechazarlos hasta la *entrada de la ciudad. Entonces los arqueros dispararon desde la muralla a los soldados de Su Majestad, de modo que murieron varios de los nuestros. También ha muerto Urías el hitita, siervo de Su Majestad. Entonces David le dijo al mensajero: Dile a Joab de mi parte que no se aflija tanto por lo que ha pasado, pues la espada devora sin discriminar. Dile también que reanude el ataque contra la ciudad, hasta destruirla. Cuando Betsabé se enteró de que Urías, su esposo, había muerto, hizo duelo por él. Después del luto, David mandó que se la llevaran al palacio y la tomó por esposa. Con el tiempo, ella le dio un hijo. Sin embargo, lo que David había hecho le desagradó al Señor. El Señor envió a Natán para que hablara con David. Cuando este profeta se presentó ante David, le dijo: Dos hombres vivían en un pueblo. El uno era rico, y el otro pobre. El rico tenía muchísimas ovejas y vacas; en cambio, el pobre no tenía más que una sola ovejita que él mismo había comprado y criado. La ovejita creció con él y con sus hijos: comía de su plato, bebía de su vaso y dormía en su regazo. Era para ese hombre como su propia hija. Pero sucedió que un viajero llegó de visita a casa del hombre rico, y como éste no quería matar ninguna de sus propias ovejas o vacas para darle de comer al huésped, le quitó al hombre pobre su única ovejita. Tan grande fue el enojo de David contra aquel hombre, que le respondió a Natán: ¡Tan cierto como que el Señor vive, que quien hizo esto merece la muerte! ¿Cómo pudo hacer algo tan ruin? ¡Ahora pagará cuatro veces el valor de la oveja! Entonces Natán le dijo a David: ¡Tú eres ese hombre! Así dice el Señor, Dios de Israel: Yo te ungí como rey sobre Israel, y te libré del poder de Saúl. Te di el palacio de tu amo, y puse sus mujeres en tus brazos. También te permití gobernar a Israel y a Judá. Y por si esto hubiera sido poco, te habría dado mucho más. ¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor haciendo lo que me desagrada? ¡Asesinaste a Urías el hitita para apoderarte de su esposa! ¡Lo mataste con la espada de los amonitas! Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer. "Pues bien, así dice el Señor: Yo haré que el desastre que mereces surja de tu propia familia, y ante tus propios ojos tomaré a tus mujeres y se las daré a otro, el cual se acostará con ellas en pleno día. Lo que tú hiciste a escondidas, yo lo haré a plena luz, a la vista de todo Israel. ¡He pecado contra el Señor! reconoció David ante Natán. El Señor ha perdonado ya tu pecado, y no morirás contestó Natán. Sin embargo, tu hijo sí morirá, pues con tus acciones has ofendido al Señor. Dicho esto, Natán volvió a su casa. Y el Señor hirió al hijo que la esposa de Urías le había dado a David, de modo que el niño cayó gravemente enfermo. David se puso a rogar a Dios por él; ayunaba y pasaba las noches tirado en el suelo. Los ancianos de su corte iban a verlo y le rogaban que se levantara, pero él se resistía, y aun se negaba a comer con ellos. Siete días después, el niño murió. Los oficiales de David tenían miedo de darle la noticia, pues decían: "Si cuando el niño estaba vivo, le hablábamos al rey y no nos hacía caso, ¿qué locura no hará ahora si le decimos que el niño ha muerto?" Pero David, al ver que sus oficiales estaban cuchicheando, se dio cuenta de lo que había pasado y les preguntó: ¿Ha muerto el niño? Sí, ya ha muerto le respondieron. Entonces David se levantó del suelo y en seguida se bañó y se perfumó; luego se vistió y fue a la casa del Señor para adorar. Después regresó al palacio, pidió que le sirvieran alimentos, y comió. ¿Qué forma de actuar es ésta? le preguntaron sus oficiales. Cuando el niño estaba vivo, usted ayunaba y lloraba; pero ahora que se ha muerto, ¡usted se levanta y se pone a comer! David respondió: Es verdad que cuando el niño estaba vivo yo ayunaba y lloraba, pues pensaba: ¿Quién sabe? Tal vez el Señor tenga compasión de mí y permita que el niño viva. Pero ahora que ha muerto, ¿qué razón tengo para ayunar? ¿Acaso puedo devolverle la vida? Yo iré adonde él está, aunque él ya no volverá a mí. Luego David fue a consolar a su esposa y se unió a ella. Betsabé le dio un hijo, al que David llamó Salomón. El Señor amó al niño y mandó a decir por medio del profeta Natán que le pusieran por nombre Jedidías, por disposición del Señor. Mientras tanto, Joab había atacado la ciudad amonita de Rabá y capturado la fortaleza real. Entonces envió unos mensajeros a decirle a David: "Acabo de atacar a Rabá y he capturado los depósitos de agua. Ahora, pues, le pido a Su Majestad que movilice el resto de las tropas para sitiar y capturar la ciudad. Si no, lo haré yo mismo y le pondrán mi nombre." Por tanto, David, movilizando todas las tropas, marchó contra Rabá, la atacó y la capturó. Al rey de los amonitas le quitó la corona de oro que tenía puesta, la cual pesaba treinta y tres kilos y estaba adornada con piedras preciosas. Luego se la pusieron a David. Además, David saqueó la ciudad y se llevó un botín inmenso. Expulsó de allí a sus habitantes y los puso a trabajar con sierras, trillos y hachas, y también los forzó a trabajar en los hornos de ladrillos. Lo mismo hizo con todos los pueblos amonitas, después de lo cual regresó a Jerusalén con todas sus tropas. Pasado algún tiempo, sucedió lo siguiente. Absalón hijo de David tenía una hermana muy bella, que se llamaba Tamar; y Amnón, otro hijo de David, se enamoró de ella. Pero como Tamar era virgen, Amnón se enfermó de angustia al pensar que le sería muy difícil llevar a cabo sus intenciones con su hermana. Sin embargo, Amnón tenía un amigo muy astuto, que se llamaba Jonadab, y que era hijo de Simá y sobrino de David. Jonadab le preguntó a Amnón: ¿Cómo es que tú, todo un príncipe, te ves cada día peor? ¿Por qué no me cuentas lo que te pasa? Es que estoy muy enamorado de mi hermana Tamar respondió Amnón. Jonadab le sugirió: Acuéstate y finge que estás enfermo. Cuando tu padre vaya a verte, dile: Por favor, que venga mi hermana Tamar a darme de comer. Quisiera verla preparar la comida aquí mismo, y que ella me la sirva. Así que Amnón se acostó y fingió estar enfermo. Y cuando el rey fue a verlo, Amnón le dijo: Por favor, que venga mi hermana Tamar a prepararme aquí mismo dos tortas, y que me las sirva. David envió un mensajero a la casa de Tamar, para que le diera este recado: "Ve a casa de tu hermano Amnón, y prepárale la comida." Tamar fue a casa de su hermano Amnón y lo encontró acostado. Tomó harina, la amasó, preparó las tortas allí mismo, y las coció. Luego tomó la sartén para servirle, pero Amnón se negó a comer y ordenó: ¡Fuera de aquí todos! ¡No quiero ver a nadie! Una vez que todos salieron, Amnón le dijo a Tamar: Trae la comida a mi habitación, y dame de comer tú misma. Ella tomó las tortas que había preparado y se las llevó a su hermano Amnón a la habitación, pero cuando se le acercó para darle de comer, él la agarró por la fuerza y le dijo: ¡Ven, hermanita; acuéstate conmigo! Pero ella exclamó: ¡No, hermano mío! No me humilles, que esto no se hace en Israel. ¡No cometas esta infamia! ¿A dónde iría yo con mi vergüenza? ¿Y qué sería de ti? ¡Serías visto en Israel como un depravado! Yo te ruego que hables con el rey; con toda seguridad, no se opondrá a que yo sea tu esposa. Pero Amnón no le hizo caso sino que, aprovechándose de su fuerza, se acostó con ella y la violó. Pero el odio que sintió por ella después de violarla fue mayor que el amor que antes le había tenido. Así que le dijo: ¡Levántate y vete! ¡No me eches de aquí! replicó ella. Después de lo que has hecho conmigo, ¡echarme de aquí sería una maldad aun más terrible! Pero él no le hizo caso, sino que llamó a su criado y le ordenó: ¡Echa de aquí a esta mujer! Y luego que la hayas echado, cierra bien la puerta. Así que el criado la echó de la casa, y luego cerró bien la puerta. Tamar llevaba puesta una túnica especial de mangas largas, pues así se vestían las princesas solteras. Al salir, se echó ceniza en la cabeza, se rasgó la túnica y, llevándose las manos a la cabeza, se fue por el camino llorando a gritos. Entonces su hermano Absalón le dijo: ¡Así que tu hermano Amnón ha estado contigo! Pues bien, hermana mía, cálmate y no digas nada. Al fin de cuentas, es tu hermano. Desolada, Tamar se quedó a vivir en casa de su hermano Absalón. El rey David, al enterarse de todo lo que había pasado, se enfureció. Absalón, por su parte, no le dirigía la palabra a Amnón, pues lo odiaba por haber violado a su hermana Tamar. Pasados dos años, Absalón convidó a todos los hijos del rey a un banquete en Baal Jazor, cerca de la frontera de Efraín, donde sus hombres estaban esquilando ovejas. Además, se presentó ante el rey y le dijo: Su Majestad, este siervo suyo tiene esquiladores trabajando. Le ruego venir con su corte. No, hijo mío le respondió el rey. No debemos ir todos, pues te seríamos una carga. Absalón insistió, pero el rey no quiso ir; sin embargo, le dio su bendición. Entonces Absalón le dijo: Ya que Su Majestad no viene, ¿por qué no permite que nos acompañe mi hermano Amnón? ¿Y para qué va a ir contigo? le preguntó el rey. Pero tanto insistió Absalón que el rey dejó que Amnón y sus otros hijos fueran con Absalón. Éste, por su parte, les había dado instrucciones a sus criados: "No pierdan de vista a Amnón. Y cuando se le haya subido el vino, yo les daré la señal de ataque, y ustedes lo matarán. No tengan miedo, pues soy yo quien les da la orden. Ánimo; sean valientes." Los criados hicieron con Amnón tal como Absalón les había ordenado. Entonces los otros hijos del rey se levantaron y, montando cada uno su mula, salieron huyendo. Todavía estaban en camino cuando llegó este rumor a oídos de David: "¡Absalón ha matado a todos los hijos del rey! ¡Ninguno de ellos ha quedado con vida!" El rey se levantó y, rasgándose las vestiduras en señal de duelo, se arrojó al suelo. También todos los oficiales que estaban con él se rasgaron las vestiduras. Pero Jonadab, el hijo de Simá y sobrino de David, intervino: No piense Su Majestad que todos los príncipes han sido asesinados, sino sólo Amnón. Absalón ya lo tenía decidido desde el día en que Amnón violó a su hermana Tamar. Su Majestad no debe dejarse llevar por el rumor de que han muerto todos sus hijos, pues el único que ha muerto es Amnón. El centinela de la ciudad alzó la vista y vio que del oeste, por la ladera del monte, venía bajando una gran multitud. Entonces fue a decirle al rey: "Veo venir gente por el camino de Joronayin, por la ladera del monte." Mientras tanto, Absalón había huido. Jonadab le comentó al rey: ¿Ya ve Su Majestad? Aquí llegan sus hijos, tal como yo se lo había dicho. Apenas había terminado de hablar cuando entraron los hijos del rey, todos ellos llorando a voz en cuello, y también el rey y sus oficiales se pusieron a llorar desconsoladamente. Absalón, en su huida, fue a refugiarse con Talmay hijo de Amiud, rey de Guesur, y allí se quedó tres años. David, por su parte, lloraba todos los días por su hijo Amnón, y cuando se consoló por su muerte, comenzó a sentir grandes deseos de ver a Absalón.




Salmo 64:
Escucha, oh Dios, la voz de mi queja; protégeme del temor al enemigo. Escóndeme de esa pandilla de impíos, de esa caterva de malhechores. Afilan su lengua como espada y lanzan como flechas palabras ponzoñosas. Emboscados, disparan contra el inocente; le tiran sin temor y sin aviso. Unos a otros se animan en sus planes impíos, calculan cómo tender sus trampas; y hasta dicen: "¿Quién las verá?" Maquinan injusticias, y dicen: "¡Hemos tramado un plan perfecto!" ¡Cuán incomprensibles son la *mente y los pensamientos humanos! Pero Dios les disparará sus flechas, y sin aviso caerán heridos. Su propia lengua será su ruina, y quien los vea se burlará de ellos. La humanidad entera sentirá temor: proclamará las proezas de Dios y meditará en sus obras. Que se regocijen en el Señor los justos; que busquen refugio en él; ¡que lo alaben todos los de recto corazón!



Proverbios 27:
No te jactes del día de mañana, porque no sabes lo que el día traerá. No te jactes de ti mismo; que sean otros los que te alaben. Pesada es la piedra, pesada es la arena, pero más pesada es la ira del necio. Cruel es la furia, y arrolladora la ira, pero ¿quién puede enfrentarse a la envidia? Más vale ser reprendido con franqueza que ser amado en secreto. Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa. Al que no tiene hambre, hasta la miel lo empalaga; al hambriento, hasta lo amargo le es dulce. Como ave que vaga lejos del nido es el hombre que vaga lejos del hogar. El perfume y el incienso alegran el corazón; la dulzura de la amistad fortalece el ánimo. No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre. No vayas a la casa de tu hermano cuando tengas un problema. Más vale vecino cercano que hermano distante. Hijo mío, sé sabio y alegra mi corazón; así podré responder a los que me desprecian. El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias. Toma la prenda del que salga fiador por un extraño; reténla en garantía si la entrega por la mujer ajena. El mejor saludo se juzga una impertinencia cuando se da a gritos y de madrugada. Gotera constante en un día lluvioso es la mujer que siempre pelea. Quien la domine, podrá dominar el viento y retener aceite en la mano. El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre. El que cuida de la higuera comerá de sus higos, y el que vela por su amo recibirá honores. En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona. El sepulcro, la muerte y los ojos del hombre jamás se dan por satisfechos. En el crisol se prueba la plata; en el horno se prueba el oro; ante las alabanzas, el hombre. Aunque al necio lo muelas y lo remuelas, y lo machaques como al grano, no le quitarás la necedad. Asegúrate de saber cómo están tus rebaños; cuida mucho de tus ovejas; pues las riquezas no son eternas ni la fortuna está siempre segura. Cuando se limpien los campos y brote el verdor, y en los montes se recoja la hierba, las ovejas te darán para el vestido, y las cabras para comprar un campo; tendrás leche de cabra en abundancia para que se alimenten tú y tu familia, y toda tu servidumbre.


El Libro de Judas Capítulo 1 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE
JUDAS



INTRODUCCIÓN
(66 d.C.)




JUDAS, siervo de Jesucristo, y Hermano de Santiago (Judas era el hermanastro del Señor Jesucristo también), a los Llamados (la idea, como se expresa aquí por el Espíritu Santo a través de Judas, es que Dios no quiere perder a la gente que Él ha Llamado Suya Propia por la doctrina errónea), Santificados en Dios el Padre (debiera traducirse, "a aquéllos quienes son amados por Dios el Padre"), y conservados en Jesucristo (en efecto, dice, "Dios el Padre sigue preservando a los Santos protegidos por Jesucristo").
2 Misericordia, y Paz, y Amor os sean multiplicados (todo hecho posible por la Cruz, y la Cruz sola).
FALSOS MAESTROS
3 Amados, por la gran solicitud (un impulso generado por el Espíritu Santo) que tenía que escribiros de la común Salvación (al principio él había pensado escribir una Epístola parecida a la de Romanos, pero el Espíritu Santo, aunque era el Autor del impulso, no le guiaba en esta dirección), me ha sido necesario escribiros (la implicación es que aquello que tenía que ser escrito, como sea, tuvo que ser escrito de inmediato, pues, el tiempo le exigía una respuesta rápida) amonestándoos que contendáis eficazmente por la Fe (los Santos deben defender las Doctrinas del Cristianismo con esfuerzo intenso) que ha sido una vez dada a los Santos (se refiere al hecho de que no se dará ninguna otra Fe; la idea es de que Dios dio las Doctrinas Cristianas a los Santos como señal de la Verdad para ser protegidas).
4 Porque algunos hombres han entrado encubiertamente (los falsos maestros se habían infiltrado en la Iglesia), los cuales desde antes habían estado ordenados para esta condenación, hombres impíos (entraron con sigilo y falsedad; sin embargo, sus métodos no eran nuevos de ninguna manera; adoptaron una expresión externa de luz), convirtiendo la Gracia de nuestro Dios en libertinaje (se refiere al hecho de que habían convertido la "Gracia" en libertinaje), y negando a Dios que sólo es El Que tiene dominio, y a nuestro Señor Jesucristo (si negamos la Cruz, que es el Plan de la Redención de Dios, negamos al mismo tiempo al Padre y al Hijo).
5 Os quiero pues amonestar (sugiere algo de ansiedad y recriminación, lo cual puede compararse al tono de Pablo en sus escritos a los Gálatas), ya que alguna vez habéis sabido esto, que el Señor habiendo salvado al Pueblo de Egipto, después destruyó a los que no creían (la incredulidad destruyó a los Israelitas en el desierto y hará lo mismo en la actualidad).
6 Y a los Ángeles que no guardaron su dignidad, mas dejaron su habitación (estos Ángeles particulares no mantuvieron su posición original en la cual fueron creados, sino que transgredieron esos límites para invadir el territorio foráneo que fue para ellos, a saber, la raza humana; dejaron el Cielo y vinieron a la Tierra, procurando cohabitar con mujeres, lo que fue así [Gén. 6:4]), Él (el Señor) los ha reservado encadenándolos de oscuridad en prisiones eternas hasta el Juicio del Gran Día. (Estos Ángeles están ahora encarcelados [II Ped. 2:4], y serán juzgados en el Juicio del Gran Trono Blanco, luego lanzados en "el Lago de Fuego" donde permanecerán para siempre jamás [Apoc. 20:10].)
7 Como Sodoma y Gomorra, y las ciudades comarcanas, las cuales de la misma manera (el Texto Griego introduce una comparación que muestra una semejanza entre los Ángeles del Versículo 6 y las ciudades de Sodoma y Gomorra; pero la semejanza entre ellos es más profunda que el hecho de que ambos fueron culpables de cometer el pecado; se extiende al hecho de que ambos fueron culpables del mismo pecado idéntico) que ellos habían fornicado, y habían seguido la carne extraña (los Ángeles cohabitaban con mujeres; el pecado de Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, fue la homosexualidad [Rom. 1:27]), fueron puestos por ejemplo, sufriendo el juicio del fuego eterno (aquéllos que participan en el pecado de la homosexualidad y se niegan a arrepentirse sufrirán la venganza del Lago de Fuego).
8 De la misma manera también estos soñadores amancillan la carne (Judas compara a estos falsos maestros con los "soñadores impíos," y se refiere a sus doctrinas como frutos de mera imaginación y fantasías), y menosprecian la potestad (se niegan a vivir por la Palabra de Dios, sino que prefieren inventar su propia religión), y vituperan las potestades superiores (profieren injurias contra la Palabra de Dios, y más en particular a Cristo y la Cruz).
9 Pero cuando el Arcángel Miguel (ningún otro Ángel lleva el título de Arcángel, como está registrado; existen otros que son Ángeles Principales y Miguel es nada más que uno de ellos [Dan. 10:13]) contendía con el Diablo, disputando sobre el cuerpo de Moisés (después de la muerte de Moisés, Satanás exigió el cuerpo del Legislador que el Arcángel Miguel se lo negó), no se atrevió a usar de juicio de maldición contra él (contra Satanás), sino que dijo, El Señor te reprenda. (Un "juicio de maldición" hubiera puesto a Miguel en el mismo nivel que el Diablo al cual el gran Arcángel no se rebajaría, ¡y con razón!)
10 Pero éstos (falsos maestros) maldicen las cosas que no conocen (el refrán se aplica aquí, "no hay nada tan atrevido como la ignorancia"): y las cosas que naturalmente conocen, se corrompen en ellas (pudiera traducirse, "por estas cosas se arruinan"), como bestias brutas. (Judas se refiere a estos falsos maestros que son comparados a los animales irracionales.)
11 ¡Ay de ellos! (acerca de la apostasía y los apóstatas, el Espíritu Santo les dice, "¡Ay!") porque han seguido el camino de Caín (el tipo de hombre religioso que cree en Dios y "religión," pero de acuerdo a su propia voluntad, y quien rechaza la Redención por la sangre), y se lanzaron en el error de Balaam por recompensa (el error de Balaam consistía en que él estuvo ciego a la moralidad superior de la Cruz, por la cual Dios mantiene y hace cumplir las autoridades y sanciones horribles de Su Ley, para que Él pueda ser Justo y el Justificador del pecador Creyente; él amó el pago de la iniquidad en codiciar los regalos de Balac [Núm. 22:7, 17, 37; 24:11; II Ped. 2:15]), y perecieron en la contradicción de Coré (la contradicción de este hombre fue su rebelión contra Aarón como el Sacerdote designado de Dios; era una negación, en principio, del Sumo Sacerdocio de Cristo [Núm., Capítulo 16]).
12 Estos son manchas (piedras) en vuestros convites, que banquetean juntamente (estos falsos maestros participaban en la Cena del Señor, por eso, afirmaban ser Piadosos), apacentándose a sí mismos sin temor alguno (promovían sus propias estratagemas y lujurias en vez de cuidar el rebaño de Dios): nubes sin agua (tal decepciona la tierra que requiere la lluvia; igualmente, estos falsos maestros se veían bien en apariencia, pero en el interior no tenían sustancia), las cuales son llevadas de acá para allá de los vientos (buscan a los Creyentes que tienen comezón de oídos; no tienen una dirección exacta de la Palabra de Dios); árboles marchitos como en otoño, sin fruto (no hay fruto apropiado, simplemente porque el fruto bueno no se puede producirse de un árbol malo), dos veces muertos (ellos estaban muertos en transgresiones y pecados antes de ser salvos, y ahora le han dado la espalda a Dios y están muertos de nuevo, es decir, "dos veces muertos") y desarraigados (no son como el árbol verdadero plantado junto a las aguas);
13 Fieras ondas del mar (la destrucción causada por la doctrina errónea), que espuman sus mismas abominaciones (la doctrina errónea se parece a la espuma o la espuma en la costa del mar); estrellas erráticas (una estrella imprevisible que no proporciona dirección para la navegación), a las cuales es reservada eternalmente la oscuridad de las tinieblas (se refiere a su perdición eterna [II Ped. 2:4]).
14 De los cuales también profetizó Enoc (la traducción debiera leer, "Profetizado con respecto a estos falsos maestros de estos últimos días"), séptimo desde Adán (la persona del Antiguo Testamento con aquel nombre, el hombre que "anduvo con Dios" [Gén. 5:18-24]), diciendo, He aquí, el Señor es venido con Sus Santos millares (es realmente, "Sus diez millares de Santos," que literalmente significa "un número ilimitado"; esta cita es tomada del Libro de Enoc, que estuvo perdido por muchos siglos con la excepción de varios fragmentos, pero fue encontrado en su totalidad en una copia de la Biblia de Etiopía en 1773),
15 A hacer Juicio contra todos (se refiere a Cristo Juzgando las naciones del mundo, que dará inicio a principios del Reinado Milenario), y a convencer a todos los impíos de entre ellos tocante a todas sus obras de impiedad que han hecho impíamente (la palabra "impía" es usada cuatro veces de alguna forma en este Versículo, diciéndonos que la impiedad es total; también, "todos(as)" es usado cuatro veces, lo que significa que nadie se escapará de este Juicio), y a todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra Él. (Toda declaración impía contra Cristo será tratada en ese entonces.)
16 Estos son murmuradores, criticones, andando según sus deseos (Judas tiene en mente a estos hombres que no pueden obtener lo suficiente para satisfacer sus lujurias y, por eso, se quejan de todo); y su boca habla cosas soberbias, teniendo en admiración las personas por causa del provecho (se refiere a demostrar "acepción de persona"; usan la adulación por amor a la ganancia).
EXHORTACIONES
17 Mas vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes han sido dichas por los Apóstoles de nuestro Señor Jesucristo (en efecto, se refiere a aquéllas dadas por Pedro y otros);
18 Como os decían que en el postrer tiempo habría burladores (se refiere a los últimos días, de hecho, la misma época en la cual vivimos actualmente), que andarían según sus malvados deseos. (Se refiere a trazar un plan que no es de acuerdo a Dios, sino de la carne; ¡han abandonado la Cruz!)
19 Éstos son los que hacen divisiones (debiera traducirse, "éstos son aquéllos que se separan"; han abandonado la Cruz, eligen otro camino deliberadamente), sensuales (se refiere a lo que no es del Espíritu, sino más bien lo que es de la carne), no teniendo el Espíritu (aquéllos que obran fuera de la Cruz de Cristo).
20 Mas vosotros, Oh Amados (hace contrastar de los Santos con los falsos maestros), edificándoos (construir hasta terminar la estructura por el cual ya está puesto el fundamento) sobre vuestra Santísima Fe (Jesucristo y Él Crucificado), orando en el Espíritu Santo (nuestra oración debe ejercitarse en la esfera del Espíritu Santo, motivada y autorizada por Él),
21 Conservaos en el Amor de Dios (hay que procurar quedarnos dentro del círculo de Su Amor, que sólo se puede lograr al hacer constantemente la Cruz el Objeto de su Fe), esperando la Misericordia de nuestro Señor Jesucristo para Vida Eterna (anhelando el Arrebatamiento de la Iglesia, todo hecho posible por lo que Jesús hizo en la Cruz).
22 Y recibid a algunos con compasión, discerniendo (a los falsos maestros se han de tratar caso por caso, se refiere al hecho de que ha de tratarse cada uno en forma diferente; "algunos con compasión"):
23 Mas a los otros tratad de salvarlos con temor (este grupo particular hay que tratarlo directa y enérgicamente), arrebatándolos del fuego (el fuego de la destrucción); aborreciendo aun la ropa que es contaminada de la carne (indica las obras de la carne, que siempre caracterizan a aquéllos que siguen una dirección además de la Cruz).
BENDICIÓN FINAL
24 A Aquél, pues, Que es poderoso para guardaros sin caída (como declaramos repetidamente, Cristo es la Fuente de todas las cosas, pero la Cruz es el medio), y presentaros delante de la Presencia de Su Gloria irreprensibles, con gran alegría (el Espíritu Santo, en el momento designado, nos presentará al Padre, y lo hará "con gran alegría"; se refiere al Creyente que se presenta intachable ante el Tribunal de Cristo, todo debido a Cristo y lo que Él hizo en la Cruz [Col. 1:22; I Tes. 3:13]),
25 Al Dios sólo sabio, nuestro Salvador (se refiere a la Cruz), sea Gloria y Magnificencia, Imperio y Potencia, ahora y por todos los siglos. Amén. (Todo Creyente tendrá parte en esto y para siempre; de nuevo, todo a causa de la Cruz.)



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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