06 June 2010

El 6 de Junio Lectura Bíblica Diaria


El 6 de Junio Lectura Bíblica Diaria:

Deuteronomio 5 a 7:
Moisés convocó a todo Israel y dijo: "Escuchen, israelitas, los preceptos y las normas que yo les comunico hoy. Apréndanselos y procuren ponerlos en práctica. El Señor nuestro Dios hizo un pacto con nosotros en el monte Horeb. No fue con nuestros padres con quienes el Señor hizo ese pacto, sino con nosotros, con todos los que hoy estamos vivos aquí. Desde el fuego el Señor les habló cara a cara en la montaña. En aquel tiempo yo actué como intermediario entre el Señor y ustedes, para declararles la palabra del Señor, porque ustedes tenían miedo del fuego y no subieron a la montaña. El Señor dijo: "Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de Egipto, país donde eras esclavo. "No tengas otros dioses además de mí. "No hagas ningún ídolo ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación. Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis mandamientos, les muestro mi amor por mil generaciones. "No pronuncies el nombre del Señor tu Dios a la ligera. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se atreva a pronunciar mi nombre a la ligera. "Observa el día sábado, y conságraselo al Señor tu Dios, tal como él te lo ha ordenado. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero observa el séptimo día como día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu burro, ni ninguno de tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. De ese modo podrán descansar tu esclavo y tu esclava, lo mismo que tú. Recuerda que fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí con gran despliegue de fuerza y de poder. Por eso el Señor tu Dios te manda observar el día sábado. "Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te lo ha ordenado, para que disfrutes de una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el Señor tu Dios. "No mates. "No cometas adulterio. "No robes. "No des falso testimonio en contra de tu prójimo. "No codicies la esposa de tu prójimo, ni desees su casa, ni su tierra, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca. "Éstas son las palabras que el Señor pronunció con voz fuerte desde el fuego, la nube y la densa oscuridad, cuando ustedes estaban reunidos al pie de la montaña. No añadió nada más. Luego las escribió en dos tablas de piedra, y me las entregó. "Cuando ustedes oyeron la voz que salía de la oscuridad, mientras la montaña ardía en llamas, todos los jefes de sus tribus y sus ancianos vinieron a mí y me dijeron: El Señor nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su majestad, y hemos oído su voz que salía del fuego. Hoy hemos visto que un simple mortal puede seguir con vida aunque Dios hable con él. Pero, ¿por qué tenemos que morir? Este gran fuego nos consumirá, y moriremos, si seguimos oyendo la voz del Señor nuestro Dios. Pues ¿qué mortal ha oído jamás la voz del Dios viviente hablarle desde el fuego, como la hemos oído nosotros, y ha vivido para contarlo? Acércate tú al Señor nuestro Dios, y escucha todo lo que él te diga. Repítenos luego todo lo que te comunique, y nosotros escucharemos y obedeceremos. "El Señor escuchó cuando ustedes me hablaban, y me dijo: He oído lo que este pueblo te dijo. Todo lo que dijeron está bien. ¡Ojalá su corazón esté siempre dispuesto a temerme y a cumplir todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos siempre les vaya bien! " 'Ve y diles que vuelvan a sus carpas. Pero tú quédate aquí conmigo, que voy a darte todos los mandamientos, preceptos y normas que has de enseñarles, para que los pongan en práctica en la tierra que les daré como herencia. "Tengan, pues, cuidado de hacer lo que el Señor su Dios les ha mandado; no se desvíen ni a la derecha ni a la izquierda. Sigan por el *camino que el Señor su Dios les ha trazado, para que vivan, prosperen y disfruten de larga vida en la tierra que van a poseer. "Éstos son los mandamientos, preceptos y normas que el Señor tu Dios mandó que yo te enseñara, para que los pongas en práctica en la tierra de la que vas a tomar posesión, para que durante toda tu vida tú y tus hijos y tus nietos honren al Señor tu Dios cumpliendo todos los preceptos y mandamientos que te doy, y para que disfrutes de larga vida. Escucha, Israel, y esfuérzate en obedecer. Así te irá bien y serás un pueblo muy numeroso en la tierra donde abundan la leche y la miel, tal como te lo prometió el Señor, el Dios de tus antepasados. "Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades. "El Señor tu Dios te hará entrar en la tierra que les juró a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Es una tierra con ciudades grandes y prósperas que tú no edificaste, con casas llenas de toda clase de bienes que tú no acumulaste, con cisternas que no cavaste, y con viñas y olivares que no plantaste. Cuando comas de ellas y te sacies, cuídate de no olvidarte del Señor, que te sacó de Egipto, la tierra donde viviste en esclavitud. "Teme al Señor tu Dios, sírvele solamente a él, y jura sólo en su nombre. No sigas a esos dioses de los pueblos que te rodean, pues el Señor tu Dios está contigo y es un Dios celoso; no vaya a ser que su ira se encienda contra ti y te borre de la faz de la tierra. "No pongas a prueba al Señor tu Dios, como lo hiciste en Masá. Cumple cuidadosamente los mandamientos del Señor tu Dios, y los mandatos y preceptos que te ha dado. Haz lo que es recto y bueno a los ojos del Señor, para que te vaya bien y tomes posesión de la buena tierra que el Señor les juró a tus antepasados. El Señor arrojará a todos los enemigos que encuentres en tu camino, tal como te lo prometió. "En el futuro, cuando tu hijo te pregunte: ¿Qué significan los mandatos, preceptos y normas que el Señor nuestro Dios les mandó?, le responderás: En Egipto nosotros éramos esclavos del faraón, pero el Señor nos sacó de allá con gran despliegue de fuerza. Ante nuestros propios ojos, el Señor realizó grandes señales y terribles prodigios en contra de Egipto, del faraón y de toda su familia. Y nos sacó de allá para conducirnos a la tierra que a nuestros antepasados había jurado que nos daría. El Señor nuestro Dios nos mandó temerle y obedecer estos preceptos, para que siempre nos vaya bien y sigamos con vida. Y así ha sido hasta hoy. Y si obedecemos fielmente todos estos mandamientos ante el Señor nuestro Dios, tal como nos lo ha ordenado, entonces seremos justos. "El Señor tu Dios te hará entrar en la tierra que vas a poseer, y expulsará de tu presencia a siete naciones más grandes y fuertes que tú, que son los hititas, los gergeseos, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos. Cuando el Señor tu Dios te las haya entregado y tú las hayas derrotado, deberás destruirlas por completo. No harás ningún pacto con ellas, ni les tendrás compasión. Tampoco te unirás en matrimonio con ninguna de esas naciones; no darás tus hijas a sus hijos ni tomarás sus hijas para tus hijos, porque ellas los apartarán del Señor y los harán servir a otros dioses. Entonces la ira del Señor se encenderá contra ti y te destruirá de inmediato. "Esto es lo que harás con esas naciones: Destruirás sus altares, romperás sus piedras sagradas, derribarás sus imágenes de la diosa Aserá y les prenderás fuego a sus ídolos. Porque para el Señor tu Dios tú eres un pueblo santo; él te eligió para que fueras su posesión exclusiva entre todos los pueblos de la tierra. "El Señor se encariñó contigo y te eligió, aunque no eras el pueblo más numeroso sino el más insignificante de todos. Lo hizo porque te ama y quería cumplir su juramento a tus antepasados; por eso te rescató del poder del faraón, el rey de Egipto, y te sacó de la esclavitud con gran despliegue de fuerza. "Reconoce, por tanto, que el Señor tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que cumple su pacto generación tras generación, y muestra su fiel amor a quienes lo aman y obedecen sus mandamientos, pero que destruye a quienes lo odian y no se tarda en darles su merecido. Por eso debes obedecer los mandamientos, los preceptos y las normas que hoy te mando que cumplas. "Si prestas atención a estas normas, y las cumples y las obedeces, entonces el Señor tu Dios cumplirá el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados, y te mostrará su amor fiel. Te amará, te multiplicará y bendecirá el fruto de tu vientre, y también el fruto de la tierra que juró a tus antepasados que les daría. Es decir, bendecirá el trigo, el vino y el aceite, y las crías de tus ganados y los corderos de tus rebaños. Bendito serás, más que cualquier otro pueblo; no habrá entre los tuyos hombre ni mujer estéril, ni habrá un solo animal de tus ganados que se quede sin cría. El Señor te mantendrá libre de toda enfermedad y alejará de ti las horribles enfermedades que conociste en Egipto; en cambio, las reservará para tus enemigos. Destruye a todos los pueblos que el Señor tu Dios entregue en tus manos. No te apiades de ellos ni sirvas a sus dioses, para que no te sean una trampa mortal. "Tal vez te preguntes: ¿Cómo podré expulsar a estas naciones, si son más numerosas que yo? Pero no les temas; recuerda bien lo que el Señor tu Dios hizo contra el faraón y contra todo Egipto. Con tus propios ojos viste las grandes pruebas, señales y prodigios milagrosos que con gran despliegue de fuerza y de poder realizó el Señor tu Dios para sacarte de Egipto, y lo mismo hará contra todos los pueblos a quienes ahora temes. Además, el Señor tu Dios enviará contra ellos avispas, hasta que hayan perecido todos los sobrevivientes y aun los que intenten esconderse de ti. No te asustes ante ellos, pues el Señor tu Dios, el Dios grande y temible, está contigo. El Señor tu Dios expulsará a las naciones que te salgan al paso, pero lo hará poco a poco. No las eliminarás a todas de una sola vez, para que los animales salvajes no se multipliquen ni invadan tu territorio. El Señor tu Dios entregará a esas naciones en tus manos, y las llenará de gran confusión hasta destruirlas. Pondrá a sus reyes bajo tu poder, y de sus nombres tú borrarás hasta el recuerdo. Ninguna de esas naciones podrá resistir tu presencia, porque tú las destruirás. Pero tú deberás quemar en el fuego las esculturas de sus dioses. No codicies la plata y el oro que las recubren, ni caigas en la trampa de quedarte con ellas, pues eso es algo que aborrece el Señor tu Dios. No metas en tu casa nada que sea abominable. Todo eso debe ser destruido. Recházalo y detéstalo por completo, para que no seas destruido tú también.


Salmo 24:
Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan; porque él la afirmó sobre los mares, la estableció sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su lugar santo? Sólo el de manos limpias y corazón puro, el que no adora ídolos vanos ni jura por dioses falsos. Quien es así recibe bendiciones del Señor; Dios su Salvador le hará justicia. Tal es la generación de los que a ti acuden, de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob. Selah. Eleven, puertas, sus dinteles; levántense, puertas antiguas, que va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es este Rey de la gloria? El Señor, el fuerte y valiente, el Señor, el valiente guerrero. Eleven, puertas, sus dinteles; levántense, puertas antiguas, que va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es este Rey de la gloria? Es el Señor Todopoderoso; ¡él es el Rey de la gloria! Selah.


Proverbios 18:
El egoísta busca su propio bien; contra todo sano juicio se rebela. Al necio no le complace el discernimiento; tan sólo hace alarde de su propia opinión. Con la maldad, viene el desprecio, y con la vergüenza llega el oprobio. Las palabras del hombre son aguas profundas, arroyo de aguas vivas, fuente de sabiduría. No está bien declarar inocente al malvado y dejar de lado los derechos del justo. Los labios del necio son causa de contienda; su boca incita a la riña. La boca del necio es su perdición; sus labios son para él una trampa mortal. Los chismes son deliciosos manjares; penetran hasta lo más íntimo del ser. El que es negligente en su trabajo confraterniza con el que es destructivo. Torre inexpugnable es el nombre del Señor; a ella corren los justos y se ponen a salvo. Ciudad amurallada es la riqueza para el rico, y éste cree que sus muros son inexpugnables. Al fracaso lo precede la soberbia humana; a los honores los precede la humildad. Es necio y vergonzoso responder antes de escuchar. En la enfermedad, el ánimo levanta al enfermo; ¿pero quién podrá levantar al abatido? El corazón prudente adquiere conocimiento; los oídos de los sabios procuran hallarlo. Con regalos se abren todas las puertas y se llega a la presencia de gente importante. El primero en presentar su caso parece inocente, hasta que llega la otra parte y lo refuta. El echar suertes pone fin a los litigios y decide entre las partes en pugna. Más resiste el hermano ofendido que una ciudad amurallada; los litigios son como cerrojos de ciudadela. Cada uno se llena con lo que dice y se sacia con lo que habla. En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto. Quien halla esposa halla la felicidad: muestras de su favor le ha dado el Señor. El pobre habla en tono suplicante; el rico responde con aspereza. Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano.


El Libro de II Timoteo Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA SEGUNDA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A
TIMOTEO


CAPÍTULO 2
(66 d.C.)
UN FIEL SOLDADO


PUES tú, hijo mío, esfuérzate (se logra solamente cuando hacemos siempre la Cruz el Objeto de Fe) en la Gracia que es en Cristo Jesús. (La Fuente de Gracia es el Señor, pero el medio es la Cruz.)
2 Y lo que has oído de mí entre muchos testigos (la integridad de la enorme reserva de la Verdad), esto encarga a los hombres Fieles (se refiere a otros llamados de Dios, quienes Predicarán este gran Evangelio) que serán idóneos para enseñar también a otros. (Aunque muchos abandonaron a Pablo, la evidencia que se presenta aquí es que algunos no hicieron así; fueron Fieles.)
3 Tú pues, soporta durísimas privaciones (espere su turno en el sufrimiento si se le llamara a hacerlo), como fiel soldado de Jesucristo. (Los Legionarios Romanos pasaron muchas dificultades en el servicio al Emperador. ¿Por qué no ha de sufrir el Cristiano en el servicio al Rey de reyes?)
4 Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida (el soldado tiene sólo una cosa en mente, y es llevar a cabo su deber; el Cristiano ha de tener el mismo motivo, el mismo espíritu y la misma consagración; de ahí, el Apóstol usa la palabra "soldado"); a fin de agradar a Aquél Quien lo tomó por soldado. (Debemos agradar a Cristo, no a los hombres.)
5 Y aun también el que compite como atleta (ahora describe la manera cómo se esfuerza el Creyente), no es coronado si no compite legítimamente. (Es la preparación para la competición que está en juego, no la competición misma. ¿Qué está diciendo el Apóstol?)
6 El labrador, para recibir los frutos (la siembra de las semillas para que al final se pueda recoger la cosecha), es necesario que trabaje primero. (Si él no "compite legítimamente," lo que quiere decir andar conforme al Espíritu lo cual lo guía a la Cruz, no va a haber "fruto.")
7 Considera lo que digo (lo que Pablo está diciendo es efectivamente "la Palabra del Señor"); y el Señor te dé entendimiento en todo. (El Espíritu Santo siempre ayudará al buscador sincero a entender lo que significa la Palabra de Dios.)
8 Acuérdate que Jesucristo, el cual fue de la simiente de David (la Encarnación), resucitó de los muertos (de entre los muertos) conforme a mi Evangelio (que le fue dado por el Señor [Gál. 1:11-12]):
SUFRIMIENTO
9 En el cual padezco, hasta las prisiones a modo de malhechor (manifiesta el hecho de que esto sucedió debido a su Predicación del Evangelio por el cual Pablo había sufrido problemas severos); mas la Palabra de Dios no está presa. (Demuestra el hecho de que el Evangelio, como se le había dado a Pablo, se había conservado por aquel Apóstol de manera que él podía entregarlo sin ser diluido ni comprometido.)
10 Por tanto, todo lo sufro por amor de los escogidos (se refiere a todos quienes han aceptado a Cristo, ya sean Judíos o Gentiles), para que ellos también consigan la Salvación que es en Cristo Jesús con Gloria Eterna. (Si el Mensaje de la Cruz fuera diluido de algún modo, no hubiera Gloria Eterna. Debemos recordar esto vívidamente.)
11 Es palabra Fiel: Que si somos muertos con Él (se refiere a Cristo como nuestro Sustituto muriendo en la Cruz, con nuestra Fe colocándonos en la posición de morir "juntamente con Él" [Rom. 6:3-8]), también viviremos con Él (el Griego dice, "viviremos por medio de Él"; nuestro "vivir con Él," lo cual se refiere a la Vida de Resurrección y por eso se trata de la victoria perpetua, se alcanza sólo al entender que hemos sido "plantados juntamente con [Cristo y el Creyente] en la semejanza de Su Muerte"; en otras palabras, ¡todo fue hecho en la Cruz!):
12 Si sufrimos, también reinaremos con Él (el "sufrimiento" tiene que ver con "pelear la buena batalla de la Fe"; "¡reinar" quiere decir "reinar como rey," por lo tanto, los riesgos son muy altos!): si Le negáremos, Él también nos negará (se refiere a negar lo que Él hizo por nosotros en la Cruz):
13 Si fuéremos infieles (crea en lo que Él hizo en la Cruz), Él permanece Fiel (a pesar de la incredulidad de muchos, Él será Fiel para Redimir a todos quienes se allegan a Él en Fe): no se puede negar a Sí Mismo. (El Cielo nunca cambiará el Plan de Redención y Victoria, que es la Cruz.)
INSTRUCCIONES
14 Recuérdales esto (tiene referencia especial a las cuestiones de vida y muerte expuestas en los tres Versículos anteriores), exhórtalos delante del Señor que no contiendan en palabras, lo cual para nada aprovecha (si abandona la Cruz, "Cristo de nada les aprovechará" [Gál. 5:2]), antes trastorna a los oyentes (se refiere a echar abajo la Fe suya).
15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado (se refiere a un trabajador que ha sido puesto a prueba y, cumpliendo estas especificaciones, se ha ganado la aprobación del que lo ha sometido a prueba), como obrero que no tiene de qué avergonzarse (la Fe colocada exclusivamente en la Cruz nunca deshonra; la Fe colocada en otra parte, sin duda, deshonrará), que traza bien la Palabra de Verdad. (Si alguien no entiende correctamente la Cruz, no puede trazar con precisión la Palabra de Verdad.)
16 Mas evita profanas y vanas charlatanerías (significa que ninguna doctrina errónea abandona a sus víctimas como fueron encontrados, ¡sino más bien, las deja en condiciones peores!): porque más adelante tal gente caerá en la impiedad. (Si el Predicador está instruyendo alguna otra cosa que no es la Cruz de Cristo, el Espíritu Santo lo interpreta como "charloteos vanos," y se garantiza que aumenta la impiedad cada vez más. ¡De hecho, no puede ser de ningún otro modo!)
17 Y la palabra de ellos carcomerá como gangrena (la doctrina errónea, la cual constituye cualquiera cosa que no sea la Cruz, corromperá al final todo): de los cuales es Himeneo y Fileto (como es evidente, Pablo "los señala aquí, lo que provocó las divisiones y ofensas en contra de la Doctrina sana" [Rom. 16:17]; si como Predicadores hemos de ser fieles al Evangelio, hemos de hacer lo mismo);
18 Que se han desviado de la Verdad (hay sólo una "Verdad," y es "Jesucristo y Él Crucificado" [I Cor. 1:17-18, 23; 2:2]), diciendo que la Resurrección ya ha acontecido (es muy parecido a algunos Cristianos modernos que afirman que no habrá Arrebatamiento, sobre todo considerando que el Arrebatamiento y la Resurrección son lo mismo); y trastornan la Fe de algunos. (La Muerte y la Resurrección de Cristo han hecho todo posible, incluso la Resurrección venidera de todos los Santos. Estar confundido con respecto a la Obra Expiatoria de Cristo es estar confundido acerca de todo.)
19 Pero el Fundamento de Dios está firme (proclama la verdad de que este fundamento es seguro, a pesar de que algunos han hecho destrozo de su Fe), teniendo este sello, Conoce el Señor a los que son Suyos. (Este "sello" garantiza la "seguridad de la Iglesia" y la "pureza de la Iglesia." Los dos van juntos. La pureza de la Iglesia es indispensable a su seguridad.) Y, Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el Nombre de Cristo. (Puede "apartarse de la iniquidad," con tal que haga de la Cruz el Objeto de su Fe, que en seguida le proporciona el Poder del Espíritu Santo.)
20 Mas en una casa grande, no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro (el Apóstol usa metáforas en este discurso); y asimismo unos para honra, y otros para deshonra. (Se refiere al hecho de que no hay tal cosa como la perfección libre de pecado en este lado de la Resurrección. Hay problemas en la vida de todo Cristiano, lo que sólo la Cruz puede remediar.)
21 Así que, si alguno sepa mantenerse limpio de estas cosas (sólo así se puede hacer por medio de hacer siempre la Cruz el Objeto de su Fe, que proporcionará entonces el Poder al Espíritu Santo para llevar a cabo la tarea; no puede "mantenerse limpio" de ninguna otra manera), será vaso para honra, Santificado, y útil (capacitado) para los usos del Señor, y preparado para toda buena obra.
22 Huye también de los deseos juveniles (se refiere a la maldad que atrae a los jóvenes, lo cual es muy difícil de liberarse cuando ya son mayores): y sigue la Justicia, la Fe, la Caridad (Amor), la Paz, con los que invocan al Señor de puro corazón (los atributos del Espíritu, lo que Él Solo puede producir dentro de nuestros corazones y vidas, y que Él hace según nuestra Fe anclada firmemente en la Cruz).
23 Empero las cuestiones necias y sin sabiduría desecha (Si no es "Cristo y Él Crucificado," ¡olvídelo!), sabiendo que engendran contiendas. (Se trata de la agitación que resulta de las pendencias, es mucho ruido y pocas nueces.)
24 Que el siervo del Señor no debe ser pendenciero (reunirse para entablar discusiones interminables que no sirven para nada, ¡y sólo terminan en "contienda!"); sino manso para con todos (el Fruto del Espíritu [Gál. 5:22-23]), apto para enseñar (enseña la Doctrina sana), sufrido (demuestra paciencia a aquéllos que no entienden fácil y rápidamente lo que se le está enseñado),
25 Que con mansedumbre corrija a los que se oponen (se refiere a aquéllos que están en contra del verdadero siervo del Señor y de la Doctrina Verdadera); si quizá Dios les dé que se Arrepientan para conocer la Verdad (esperando que aquéllos que están errados se arrepientan y reconozcan la Verdad, y podemos decirlo rápidamente, "La Verdad de la Cruz");
26 Y se recuperen en sí del lazo del Diablo (si alguien coloca su Fe y Esperanza en algo que no sea Cristo y la Cruz, entonces "ha caído en la trampa del Diablo," ¡lo cual es algo muy serio!), en que están cautivos a voluntad de él. (A menos que el Creyente haga la Cruz el Objeto de su Fe, lo cual el Espíritu Santo le proporciona ayuda, queda indefenso contra Satanás, quien lo mantendrá cautivo, es decir, "en la esclavitud de pecado" [Gál. 5:1].)


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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