El 2 de Junio Lectura Bíblica Diaria
El 2 de Junio Lectura Bíblica Diaria:
Números 29 a 31:
"El día primero del mes séptimo celebrarás una fiesta solemne, y nadie realizará ningún tipo de trabajo. Ese día se anunciará con toque de trompetas. Como holocausto de aroma grato al Señor, ofrecerás un novillo, un carnero, y siete corderos de un año y sin defecto. Con el novillo presentarás seis kilos y medio de flor de harina mezclada con aceite; con el carnero, cuatro kilos y medio de esa misma harina; y con cada uno de los siete corderos, dos kilos. Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, para hacer propiciación en tu favor. Todo esto se ofrecerá junto con las ofrendas de cereales y las libaciones, además del holocausto mensual y del holocausto diario. Tal como está estipulado, todo esto lo presentarás como ofrenda por fuego, de aroma grato al Señor. "El día diez del mes séptimo celebrarás una fiesta solemne. En ese día se ayunará, y nadie realizará ningún tipo de trabajo. Como holocausto de aroma grato al Señor presentarás un novillo, un carnero y siete corderos de un año. Los animales no deben tener ningún defecto. Con el novillo ofrecerás seis kilos y medio de flor de harina mezclada con aceite; con el carnero, cuatro kilos y medio de esa misma harina; y con cada uno de los siete corderos, dos kilos. Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del sacrificio expiatorio para la propiciación y del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación. "El día quince del mes séptimo celebrarás una fiesta solemne, y nadie realizará ningún tipo de trabajo. Durante siete días celebrarás una fiesta en honor del Señor. Como holocausto presentado por fuego, de aroma grato al Señor, ofrecerás trece novillos, dos carneros y catorce corderos de un año, que no tengan defecto. Con cada uno de los trece novillos presentarás seis kilos y medio de flor de harina mezclada con aceite; con cada uno de los dos carneros, cuatro kilos y medio de esa misma harina; y con cada uno de los catorce corderos, dos kilos. Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación. "El segundo día prepararás doce novillos, dos carneros y catorce corderos de un año y sin defecto. Con los novillos, carneros y corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación. "El tercer día prepararás once novillos, dos carneros y catorce corderos de un año y sin defecto. Con los novillos, carneros y corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación. "El cuarto día prepararás diez novillos, dos carneros y catorce corderos de un año y sin defecto. Con los novillos, carneros y corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación. "El quinto día prepararás nueve novillos, dos carneros y catorce corderos de un año y sin defecto. Con los novillos, carneros y corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación. "El sexto día prepararás ocho novillos, dos carneros y catorce corderos de un año y sin defecto. Con los novillos, carneros y corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación. "El séptimo día prepararás siete novillos, dos carneros y catorce corderos de un año y sin defecto. Con los novillos, carneros y corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación. "El octavo día celebrarás una fiesta solemne, y nadie realizará ningún tipo de trabajo. Como holocausto presentado por fuego, de aroma grato al Señor, ofrecerás un novillo, un carnero y siete corderos de un año y sin defecto. Con el novillo, el carnero y los corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación. "Éstas son las ofrendas que presentarás al Señor en las fiestas designadas, aparte de otros votos, ofrendas voluntarias, holocaustos, ofrendas de cereales, libaciones y sacrificios de comunión que quieras presentarle." Y Moisés les comunicó a los israelitas todo lo que el Señor le había mandado. Moisés les dijo a los jefes de las tribus de Israel: "El Señor ha ordenado que cuando un hombre haga un voto al Señor, o bajo juramento haga un compromiso, no deberá faltar a su palabra sino que cumplirá con todo lo prometido. "Cuando una joven, que todavía viva en casa de su padre, haga un voto al Señor y se comprometa en algo, si su padre se entera de su voto y de su compromiso pero no le dice nada, entonces ella estará obligada a cumplir con todos sus votos y promesas. Pero si su padre se entera y no lo aprueba, todos los votos y compromisos que la joven haya hecho quedarán anulados, y el Señor la absolverá porque fue el padre quien los desaprobó. "Si la joven se casa después de haber hecho un voto o una promesa precipitada que la compromete, y su esposo se entera pero no le dice nada, entonces ella estará obligada a cumplir sus votos y promesas. Pero si su esposo se entera y no lo aprueba, el voto y la promesa que ella hizo en forma precipitada quedarán anulados, y el Señor la absolverá. "La viuda o divorciada que haga un voto o compromiso estará obligada a cumplirlo. "Cuando una mujer casada haga un voto, o bajo juramento se comprometa en algo, si su esposo se entera, pero se queda callado y no lo desaprueba, entonces ella estará obligada a cumplir todos sus votos y promesas. Pero si su esposo se entera y los anula, entonces ninguno de los votos o promesas que haya hecho le serán obligatorios, pues su esposo los anuló. El Señor la absolverá. "El esposo tiene la autoridad de confirmar o de anular cualquier voto o juramento de abstinencia que ella haya hecho. En cambio, si los días pasan y el esposo se queda callado, su silencio confirmará todos los votos y compromisos contraídos por ella. El esposo los confirmará por no haber dicho nada cuando se enteró. Pero si llega a anularlos después de un tiempo de haberse enterado, entonces él cargará con la culpa de su esposa." Éstos son los estatutos que el Señor dio a Moisés en cuanto a la relación entre esposo y esposa, y entre el padre y la hija que todavía viva en su casa. El Señor le dijo a Moisés: "Antes de partir de este mundo para reunirte con tus antepasados, en nombre de tu pueblo tienes que vengarte de los madianitas." Moisés se dirigió al pueblo y le dijo: "Preparen a algunos de sus hombres para la guerra contra Madián. Vamos a descargar sobre ellos la venganza del Señor. Que cada una de las tribus de Israel envíe mil hombres a la guerra." Los escuadrones de Israel proveyeron mil hombres por cada tribu, con lo que se reunieron doce mil hombres armados para la guerra. Moisés envió a la guerra a los mil hombres de cada tribu. Con ellos iba Finés, hijo del sacerdote Eleazar, quien tenía a su cargo los utensilios del santuario y las trompetas que darían la señal de ataque. Tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés, los israelitas entraron en batalla y mataron a todos los madianitas. Pasaron a espada a Eví, Requen, Zur, Jur y Reba, que eran los cinco reyes de Madián, y también a Balán hijo de Beor. Capturaron a las mujeres y a los niños de los madianitas, y tomaron como botín de guerra todo su ganado, rebaños y bienes. A todas las ciudades y campamentos donde vivían los madianitas les prendieron fuego, y se apoderaron de gente y de animales. Todos los despojos y el botín se los llevaron a Moisés y al sacerdote Eleazar, y a toda la comunidad israelita. A los prisioneros, el botín y los despojos los llevaron hasta el campamento que estaba en las llanuras de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó. Moisés y el sacerdote Eleazar y todos los líderes de la comunidad salieron a recibirlos fuera del campamento. Moisés estaba furioso con los jefes de mil y de cien soldados que regresaban de la batalla. "¿Cómo es que dejaron con vida a las mujeres? les preguntó. ¡Si fueron ellas las que, aconsejadas por Balán, hicieron que los israelitas traicionaran al Señor en Baal Peor! Por eso murieron tantos del pueblo del Señor. Maten a todos los niños, y también a todas las mujeres que hayan tenido relaciones sexuales, pero quédense con todas las muchachas que jamás las hayan tenido. "Todos los que hayan matado a alguien, o hayan tocado un cadáver, deberán quedarse fuera del campamento durante siete días. Al tercer día, y al séptimo, se purificarán ustedes y sus prisioneros. También deberán purificar toda la ropa, y todo artículo de cuero, de pelo de cabra, o de madera." El sacerdote Eleazar les dijo a los soldados que habían ido a la guerra: "Esto es lo que manda la ley que el Señor le entregó a Moisés: Oro, plata, bronce, hierro, estaño, plomo y todo lo que resista el fuego, deberá ser pasado por el fuego para purificarse, pero también deberá limpiarse con las aguas de la purificación. Todo lo que no resista el fuego deberá pasar por las aguas de la purificación. Al séptimo día, lavarán ustedes sus vestidos y quedarán purificados. Entonces podrán reintegrarse al campamento." El Señor le dijo a Moisés: "Tú y el sacerdote Eleazar y los jefes de las familias patriarcales harán un recuento de toda la *gente y de todos los animales capturados. Dividirán el botín entre los soldados que fueron a la guerra y el resto de la comunidad. A los que fueron a la guerra les exigirás del botín una contribución para el Señor. Tanto de la gente como de los asnos, vacas u ovejas, apartarás uno de cada quinientos. Los tomarás de la parte que les tocó a los soldados, y se los darás al sacerdote Eleazar como contribución al Señor. De la parte que les toca a los israelitas, apartarás de la gente uno de cada cincuenta, lo mismo que de los asnos, vacas, ovejas u otros animales, y se los darás a los levitas, pues ellos son los responsables del cuidado de mi santuario." Moisés y el sacerdote Eleazar hicieron tal como el Señor se lo ordenó a Moisés. Sin tomar en cuenta los despojos que tomaron los soldados, el botín fue de seiscientas setenta y cinco mil ovejas, setenta y dos mil cabezas de ganado, sesenta y un mil asnos y treinta y dos mil mujeres que jamás habían tenido relaciones sexuales. A los que fueron a la guerra les tocó lo siguiente: Trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas, de las cuales se entregaron seiscientas setenta y cinco como contribución al Señor. Treinta y seis mil vacas, de las cuales se entregaron setenta y dos como contribución al Señor. Treinta mil quinientos asnos, de los cuales se entregaron sesenta y uno como contribución al Señor. Dieciséis mil mujeres, de las cuales se entregaron treinta y dos como contribución al Señor. La parte que le correspondía al Señor, se la entregó Moisés al sacerdote Eleazar, tal como el Señor se lo había ordenado. Del botín que trajeron los soldados, Moisés tomó la mitad que les correspondía a los israelitas, de modo que a la comunidad le tocaron trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas, treinta y seis mil vacas, treinta mil quinientos asnos y dieciséis mil mujeres. De la parte que les tocó a los israelitas, Moisés tomó una de cada cincuenta personas, y uno de cada cincuenta animales, tal como el Señor se lo había ordenado, y todos ellos se los entregó a los levitas, que eran los responsables del cuidado del santuario del Señor. Entonces los oficiales que estaban a cargo de la tropa, es decir, los jefes de mil y de cien soldados, se acercaron a Moisés y le dijeron: "Tus siervos han pasado revista, y no falta ninguno de los soldados que estaban bajo nuestras órdenes. Por eso hemos traído, como ofrenda al Señor, los artículos de oro que cada uno de nosotros encontró: brazaletes, cadenas, sortijas, pendientes y collares. Todo esto lo traemos para hacer propiciación por nosotros ante el Señor." Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron todos los artículos de oro. Todo el oro que los jefes de mil y de cien soldados presentaron como contribución al Señor pesó ciento noventa kilos. Cada soldado había tomado botín para sí mismo. Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron el oro de manos de los jefes, y lo llevaron a la Tienda de reunión para que el Señor tuviera presentes a los israelitas.
Salmo 20:
Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. Selah. Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cumplan todos tus planes. Nosotros celebraremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las banderas. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! Ahora sé que el Señor salvará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos confían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. ¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!
Proverbios 14:
Donde no hay bueyes el granero está vacío; con la fuerza del buey aumenta la cosecha. El testigo verdadero jamás engaña; el testigo falso propaga mentiras. El insolente busca sabiduría y no la halla; para el entendido, el conocimiento es cosa fácil. Manténte a distancia del necio, pues en sus labios no hallarás conocimiento. La sabiduría del prudente es discernir sus caminos, pero al necio lo engaña su propia necedad. Los necios hacen mofa de sus propias faltas, pero los íntegros cuentan con el favor de Dios. Cada corazón conoce sus propias amarguras, y ningún extraño comparte su alegría. La casa del malvado será destruida, pero la morada del justo prosperará. Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte. También de reírse duele el corazón, y hay alegrías que acaban en tristeza. El inconstante recibirá todo el pago de su inconstancia; el hombre bueno, el premio de sus acciones. El ingenuo cree todo lo que le dicen; el prudente se fija por dónde va. El sabio teme al Señor y se aparta del mal, pero el necio es arrogante y se pasa de confiado. El iracundo comete locuras, pero el prudente sabe aguantar. Herencia de los inexpertos es la necedad; corona de los prudentes, el conocimiento. Los malvados se postrarán ante los buenos; los impíos, ante el tribunal de los justos. Al pobre hasta sus amigos lo aborrecen, pero son muchos los que aman al rico. Es un pecado despreciar al prójimo; ¡dichoso el que se compadece de los pobres! Pierden el camino los que maquinan el mal, pero hallan amor y verdad los que hacen el bien. Todo esfuerzo tiene su recompensa, pero quedarse sólo en palabras lleva a la pobreza. La corona del sabio es su sabiduría; la de los necios, su necedad. El testigo veraz libra de la muerte, pero el testigo falso miente. El temor del Señor es un baluarte seguro que sirve de refugio a los hijos. El temor del Señor es fuente de vida, y aleja al hombre de las redes de la muerte. Gloria del rey es gobernar a muchos; un príncipe sin súbditos está arruinado. El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez. El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos. El que oprime al pobre ofende a su Creador, pero honra a Dios quien se apiada del necesitado. El malvado cae por su propia maldad; el justo halla refugio en su integridad. En el corazón de los sabios mora la sabiduría, pero los necios ni siquiera la conocen. La justicia enaltece a una nación, pero el pecado deshonra a todos los pueblos. El rey favorece al siervo inteligente, pero descarga su ira sobre el sinvergüenza.
El Libro de I Timoteo Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A
TIMOTEO
CAPÍTULO 4
(65 d.C.)
LA APOSTASÍA
EMPERO el Espíritu (el Espíritu Santo) dice expresamente (deliberadamente), que en los últimos tiempos (los tiempos en los cuales ahora vivimos, los últimos de los últimos días, que comienzan el cumplimiento de las Profecías del Fin) algunos apostatarán de la Fe (en cualquier instante donde Pablo usa el término "la Fe," que en resumen, se refiere a la Cruz; por lo tanto, nos dice aquí que algunos se alejarán de la Cruz como el medio de Salvación y Victoria) escuchando a espíritus de error (espíritus malignos, es decir, "espíritus religiosos," que hace algo parecer lo que en realidad no es) y a doctrinas de Demonios (debiera traducirse, "las Doctrinas de los Demonios"; "los espíritus seductores" desvían a los Creyentes lejos de la Verdadera Fe, haciéndoles que crean las "Doctrinas inspiradas por espíritus de Demonios");
2 Que con hipocresía hablarán mentira (corresponde a los maestros de estas "Doctrinas de Demonios," lo que significa cualquier cosa que le haga alejarse de la Cruz); teniendo cauterizada la conciencia (se refiere al hecho de que estos impostores no actúan bajo el engaño, sino deliberadamente y contra la conciencia);
3 Que prohibirán casarse (es un ataque contra el hogar, aun contra el Mandato original de Dios de que un marido y esposa sean Su Plan para la sociedad [Gén. 2:23-24]), y mandarán abstenerse de las viandas (como guardar ciertas Leyes inventadas por el hombre causa la Santidad) que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellas los fieles, y los que han conocido la Verdad. (El motivo por el error — éstos han rechazado la Verdad, es decir, "la Cruz.")
4 Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada hay que desechar (es así si es usado para el propósito correcto), tomándose con acción de gracias (expresa el hecho de que toda clase de alimento y bebida puede ser aborrecible en los Ojos de Dios, quien es totalmente puro, si se emplea mal o se come y bebe sin ningún sentido de gratitud al Dador Divino):
5 Porque por la Palabra de Dios (al darse cuenta que nuestra Santificación y Santidad viene por nuestra Fe en Cristo y la Cruz, y no por guardar ciertas reglas y ordenanzas) y por la oración (una oración de acción de gracias) es Santificado (hecho puro).
UN BUEN MINISTRO
6 Si esto propusieres a los Hermanos (llámeles la atención), serás buen Ministro de Jesucristo (al mismo tiempo, en efecto, dice que si no se llama la atención "a estas cosas," no será un buen Predicador del Evangelio), criado en las palabras de la Fe y de la buena doctrina, la cual has alcanzado (alimentándose constantemente en la Palabra).
7 Mas las fábulas profanas y de viejas desecha (aquello que no tiene característica fiel a la Palabra de Dios), y ejercítate para la Piedad. (El pensamiento de Pablo cambia de inmediato a un contraste entre la disciplina del cuerpo y la disciplina del alma.)
8 Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso (debiera traducirse, "beneficioso para un poco"): mas la Piedad para todo aprovecha (cubre todo aspecto de vida y el modo de vivir), pues tiene Promesa de esta vida presente, y de la venidera. (La Piedad afecta nuestra vida actual, y también la vida que está por venir, demostrando que hay vida después de la muerte.)
9 Palabra Fiel es esta, y digna de ser recibida de todos. (El Apóstol está refiriéndose a la declaración hecha en el Versículo 8. Debe ser aceptada e implementada fielmente.)
10 Que por esto aun trabajamos y sufrimos oprobios (ni el Diablo ni sus seguidores están a favor del Creyente), porque esperamos en el Dios Viviente (la Salvación proporcionada por Dios por medio de Su Hijo, el Señor Jesucristo), el cual es Salvador de todos los hombres (se refiere a todos los hombres que creyeran [Jn. 3:16; Rom. 5:4; 10:9-10, 13; Ef. 2:8-9]), mayormente de los que creen. (Se refiere a las condiciones fijadas para la Salvación.)
11 Esto manda y enseña. (Jesucristo Solo es el Salvador, y es así en virtud de lo que Él hizo en la Cruz.)
EJEMPLOS
12 Ninguno tenga en poco tu juventud (Pablo lo había capacitado muy bien); pero sé ejemplo de los Fieles en palabra, en conversación (el modo de vivir), en caridad, en espíritu, en Fe, en pureza (lo que sólo puede ser causado por la Cruz siendo siempre el Objeto de nuestra Fe, y el Espíritu Santo luego está facultado para ocasionar estas gracias).
MANDATOS
13 Entre tanto que voy, ocúpate en leer (la simple lectura de la Palabra de Dios), en exhortar (proclamando la Verdad o predicando el Evangelio), en enseñar. (Se refiere a instruir la Palabra correctamente.)
14 No descuides el Don que está en ti (se refiere al Llamado de Dios, y la Unción del Espíritu Santo en la persona ¡para llevar a cabo "el Llamado!"), que te es dado por Profecía (la "Profecía" verificó lo que el Señor ya había realizado; Pablo le recuerda esta verificación a Timoteo) con la imposición de las manos del Presbiterio (en efecto, se refiere a los Pastores de aquella cierta Iglesia local, en este caso en Listra o Derbe [Hch. 16:1-3]).
15 Medita estas cosas (preste mucha atención); ocúpate en ellas (devoción total); para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos (mejor traducido, "de modo que tu progreso se ponga en evidencia a todos").
16 Ten cuidado de ti mismo y de la Doctrina (siga prestando atención, a lo que usted cree y también a lo que enseña); persiste en ello (se refiere a no dejar que la doctrina errónea o el pecado penetre en su vida personal): pues haciendo esto, a ti mismo salvarás, y a los que te oyeren. (Lamentablemente, la mayoría de los Creyentes están siguiendo a Predicadores que los están guiando en la dirección equivocada.)
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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