04 June 2010

El 4 de Junio Lectura Bíblica Diaria


El 4 de Junio Lectura Bíblica Diaria:

Números 35 a 36 y Deuteronomio 1:
En las llanuras de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó, el Señor le dijo a Moisés: "Ordénales a los israelitas que, de las heredades que reciban, entreguen a los levitas ciudades donde vivir, junto con las tierras que rodean esas ciudades. De esta manera los levitas tendrán ciudades donde vivir y tierras de pastoreo para su ganado, rebaños y animales. "Las tierras de pastoreo que entreguen a los levitas rodearán la ciudad, a quinientos metros de la muralla. A partir de los límites de la ciudad, ustedes medirán mil metros hacia el este, mil hacia el sur, mil hacia el oeste y mil hacia el norte. La ciudad quedará en el centro. Éstas serán las tierras de pastoreo de sus ciudades. "De las ciudades que recibirán los levitas, seis serán ciudades de refugio. A ellas podrá huir cualquiera que haya matado a alguien. Además de estas seis ciudades, les entregarán otras cuarenta y dos. En total, les darán cuarenta y ocho ciudades con sus tierras de pastoreo. El número de ciudades que los israelitas entreguen a los levitas de la tierra que van a heredar, deberá ser proporcional a la heredad que le corresponda a cada tribu. Es decir, de una tribu numerosa se tomará un número mayor de ciudades, mientras que de una tribu pequeña se tomará un número menor de ciudades." El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: "Cuando crucen el Jordán y entren a Canaán, escojan ciudades de refugio adonde pueda huir quien inadvertidamente mate a alguien. Esa persona podrá huir a esas ciudades para protegerse del vengador. Así se evitará que se mate al homicida antes de ser juzgado por la comunidad. "Seis serán las ciudades que ustedes reservarán como ciudades de refugio. Tres de ellas estarán en el lado este del Jordán, y las otras tres en Canaán. Estas seis ciudades les servirán de refugio a los israelitas y a los extranjeros, sean éstos inmigrantes o residentes. Cualquiera que inadvertidamente dé muerte a alguien, podrá refugiarse en estas ciudades. "Si alguien golpea a una persona con un objeto de hierro, y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte. "Si alguien golpea a una persona con una piedra, y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte. "Si alguien golpea a una persona con un pedazo de madera, y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte. Corresponderá al vengador matar al asesino. Cuando lo encuentre, lo matará. "Si alguien mata a una persona por haberla empujado con malas intenciones, o por haberle lanzado algo intencionalmente, o por haberle dado un puñetazo por enemistad, el agresor es un asesino y será condenado a muerte. Cuando el vengador lo encuentre, lo matará. "Pero podría ocurrir que alguien sin querer empuje a una persona, o que sin mala intención le lance algún objeto, o que sin darse cuenta le deje caer una piedra, y que esa persona muera. Como en este caso ellos no eran enemigos, ni hubo intención de hacer daño, será la comunidad la que, de acuerdo con estas leyes, deberá arbitrar entre el acusado y el vengador. La comunidad deberá proteger del vengador al acusado, dejando que el acusado regrese a la ciudad de refugio adonde huyó, y que se quede allí hasta la muerte del sumo sacerdote que fue ungido con el aceite sagrado. "Pero si el acusado sale de los límites de la ciudad de refugio adonde huyó, el vengador podrá matarlo, y no será culpable de homicidio si lo encuentra fuera de la ciudad. Así que el acusado debe permanecer en su ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Después de eso podrá volver a su heredad. "Esta ley regirá siempre sobre todos tus descendientes, dondequiera que vivan. "Sólo por el testimonio de varios testigos se le podrá dar muerte a una persona acusada de homicidio. Nadie podrá ser condenado a muerte por el testimonio de un solo testigo. "No aceptarás rescate por la vida de un asesino condenado a muerte. Tendrá que morir. "Tampoco aceptarás rescate para permitir que el refugiado regrese a vivir a su tierra antes de la muerte del sumo sacerdote. "No profanes la tierra que habitas. El derramamiento de sangre contamina la tierra, y sólo con la sangre de aquel que la derramó es posible hacer expiación en favor de la tierra. "No profanes la tierra donde vives, y donde yo también vivo, porque yo, el Señor, habito entre los israelitas." Los jefes de las familias patriarcales de los clanes de Galaad fueron a hablar con Moisés y con los otros jefes de familias patriarcales israelitas. Galaad era hijo de Maquir y nieto de Manasés, por lo que sus clanes descendían de José. Les dijeron: Cuando el Señor te ordenó repartir por sorteo la tierra entre los israelitas, también te ordenó entregar la heredad de nuestro hermano Zelofejad a sus hijas. Ahora bien, si ellas se casan con hombres de otras tribus, su heredad saldrá del círculo de nuestra familia patriarcal y será transferida a la tribu de aquellos con quienes ellas se casen. De este modo perderíamos parte de la heredad que nos tocó por sorteo. Cuando los israelitas celebren el año del jubileo, esa heredad será incorporada a la tribu de sus esposos, y se perderá como propiedad de nuestra familia patriarcal. Entonces, por mandato del Señor, Moisés entregó esta ley a los israelitas: La tribu de los descendientes de José tiene razón. Respecto a las hijas de Zelofejad, el Señor ordena lo siguiente: Ellas podrán casarse con quien quieran, con tal de que se casen dentro de la tribu de José. Ninguna heredad en Israel podrá pasar de una tribu a otra, porque cada israelita tiene el derecho de conservar la tierra que su tribu heredó de sus antepasados. Toda hija que herede tierras, en cualquiera de las tribus, deberá casarse con alguien que pertenezca a la familia patriarcal de sus antepasados. Así cada israelita podrá conservar la heredad de sus padres. Ninguna heredad podrá pasar de una tribu a otra, porque cada tribu israelita debe conservar la tierra que heredó. Las hijas de Zelofejad hicieron lo que el Señor le ordenó a Moisés. Se llamaban Majlá, Tirsá, Joglá, Milca y Noa. Se casaron con sus primos, dentro de los clanes de los descendientes de Manasés hijo de José, de modo que su heredad quedó dentro del clan y de la familia patriarcal de su padre. Éstos son los mandamientos y ordenanzas que, por medio de Moisés, dio el Señor a los israelitas en las llanuras de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó.
Deuteronomio 1:
Éstas son las palabras que Moisés dirigió a todo Israel en el desierto al este del Jordán, es decir, en el Arabá, frente a Suf, entre la ciudad de Parán y las ciudades de Tofel, Labán, Jazerot y Dizahab. Por la ruta del monte Seír hay once días de camino entre Horeb y Cades Barnea. El día primero del mes undécimo del año cuarenta, Moisés les declaró a los israelitas todo lo que el Señor les había ordenado por medio de él. Poco antes, Moisés había derrotado a Sijón, rey de los amorreos, que reinaba en Hesbón, y a Og, rey de Basán, que reinaba en Astarot y en Edrey. Moisés comenzó a explicar esta *ley cuando todavía estaban los israelitas en el país de Moab, al este del Jordán. Les dijo: "Cuando estábamos en Horeb, el Señor nuestro Dios nos ordenó: Üstedes han permanecido ya demasiado tiempo en este monte. Pónganse en marcha y diríjanse a la región montañosa de los amorreos y a todas las zonas vecinas: el Arabá, las montañas, las llanuras occidentales, el Néguev y la costa, hasta la tierra de los cananeos, el Líbano y el gran río, el Éufrates. Yo les he entregado esta tierra; ¡adelante, tomen posesión de ella! El Señor juró que se la daría a los antepasados de ustedes, es decir, a Abraham, Isaac y Jacob, y a sus descendientes. "En aquel tiempo les dije: Yo solo no puedo con todos ustedes. El Señor su Dios los ha hecho tan numerosos que hoy son ustedes tantos como las estrellas del cielo. ¡Que el Señor, el Dios de sus antepasados, los multiplique mil veces más, y los bendiga tal como lo prometió! ¿Cómo puedo seguir ocupándome de todos los problemas, las cargas y los pleitos de ustedes? Escojan de cada una de sus tribus a hombres sabios, inteligentes y experimentados, para que sean sus jefes. Üstedes me respondieron: Tu plan de acción nos parece excelente. Así que tomé a los líderes de sus tribus, hombres sabios y experimentados, y les di autoridad sobre ustedes. Los puse como jefes de grupos de mil, de cien, de cincuenta y de diez, y como funcionarios de las tribus. Además, en aquel tiempo les di a sus jueces la siguiente orden: Atiendan todos los litigios entre sus hermanos, y juzguen con imparcialidad, tanto a los israelitas como a los extranjeros. No sean parciales en el juicio; consideren de igual manera la causa de los débiles y la de los poderosos. No se dejen intimidar por nadie, porque el juicio es de Dios. Los casos que no sean capaces de resolver, tráiganmelos, que yo los atenderé. "Fue en aquel tiempo cuando yo les ordené todo lo que ustedes debían hacer. "Obedecimos al Señor nuestro Dios y salimos de Horeb rumbo a la región montañosa de los amorreos. Cruzamos todo aquel inmenso y terrible desierto que ustedes han visto, y así llegamos a Cades Barnea. Entonces les dije: Han llegado a la región montañosa de los amorreos, la cual el Señor nuestro Dios nos da. Miren, el Señor su Dios les ha entregado la tierra. Vayan y tomen posesión de ella como les dijo el Señor, el Dios de sus antepasados. No tengan miedo ni se desanimen. "Pero todos ustedes vinieron a decirme: Enviemos antes algunos de los nuestros para que exploren la tierra y nos traigan un informe de la ruta que debemos seguir y de las ciudades en las que podremos entrar. "Su propuesta me pareció buena, así que escogí a doce de ustedes, uno por cada tribu. Los doce salieron en dirección a la región montañosa, y llegaron al valle de Escol y lo exploraron. Tomaron consigo algunos de los frutos de la tierra, nos los trajeron y nos informaron lo buena que es la tierra que nos da el Señor nuestro Dios. "Sin embargo, ustedes se negaron a subir y se rebelaron contra la orden del Señor su Dios. Se pusieron a murmurar en sus carpas y dijeron: El Señor nos aborrece; nos hizo salir de Egipto para entregarnos a los amorreos y destruirnos. ¿A dónde iremos? Nuestros hermanos nos han llenado de miedo, pues nos informan que la gente de allá es más fuerte y más alta que nosotros, y que las ciudades son grandes y tienen muros que llegan hasta el cielo. ¡Para colmo, nos dicen que allí vieron *anaquitas! "Entonces les respondí: No se asusten ni les tengan miedo. El Señor su Dios marcha al frente y peleará por ustedes, como vieron que lo hizo en Egipto y en el desierto. Por todo el camino que han recorrido, hasta llegar a este lugar, ustedes han visto cómo el Señor su Dios los ha guiado, como lo hace un padre con su hijo. "A pesar de eso, ninguno de ustedes confió en el Señor su Dios, que se adelantaba a ustedes para buscarles dónde acampar. De noche lo hacía con fuego, para que vieran el camino a seguir, y de día los acompañaba con una nube. "Cuando el Señor oyó lo que ustedes dijeron, se enojó e hizo este juramento: Ni un solo *hombre de esta generación perversa verá la buena tierra que juré darles a sus antepasados. Sólo la verá Caleb hijo de Jefone. A él y a sus descendientes les daré la tierra que han tocado sus pies, porque fue fiel al Señor. "Por causa de ustedes el Señor se enojó también conmigo, y me dijo: Tampoco tú entrarás en esa tierra. Quien sí entrará es tu asistente, Josué hijo de Nun. Infúndele ánimo, pues él hará que Israel posea la tierra. En cuanto a sus hijos pequeños, que todavía no saben distinguir entre el bien y el mal, y de quienes ustedes pensaron que servirían de botín, ellos sí entrarán en la tierra y la poseerán, porque yo se la he dado. Y ahora, ¡regresen al desierto! Sigan la ruta del *Mar Rojo. Üstedes me respondieron: Hemos pecado contra el Señor. Pero iremos y pelearemos, como el Señor nuestro Dios nos lo ha ordenado. Así que cada uno de ustedes se equipó para la guerra, pensando que era fácil subir a la región montañosa. "Pero el Señor me dijo: Diles que no suban ni peleen, porque yo no estaré con ellos. Si insisten, los derrotarán sus enemigos. "Yo les di la información, pero ustedes no obedecieron. Se rebelaron contra la orden del Señor y temerariamente subieron a la región montañosa. Los amorreos que vivían en aquellas montañas les salieron al encuentro y los persiguieron como abejas, y los vencieron por completo desde Seír hasta Jormá. Entonces ustedes regresaron y lloraron ante el Señor, pero él no prestó atención a su lamento ni les hizo caso. Por eso ustedes tuvieron que permanecer en Cades tanto tiempo.


Salmo 22:
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento. Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo. Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel! En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste; a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste. Pero yo, gusano soy y no hombre; la gente se burla de mí, el pueblo me desprecia. Cuantos me ven, se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza: "Éste confía en el Señor, ¡pues que el Señor lo ponga a salvo! Ya que en él se deleita, ¡que sea él quien lo libre!" Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre. Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú. No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay nadie que me ayude. Muchos toros me rodean; fuertes toros de Basán me cercan. Contra mí abren sus fauces leones que rugen y desgarran a su presa. Como agua he sido derramado; dislocados están todos mis huesos. Mi corazón se ha vuelto como cera, y se derrite en mis entrañas. Se ha secado mi vigor como una teja; la lengua se me pega al paladar. ¡Me has hundido en el polvo de la muerte! Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado las manos y los pies. Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa la gente se detiene a mirarme. Se reparten entre ellos mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes. Pero tú, Señor, no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi auxilio. Libra mi vida de la espada, mi preciosa vida del poder de esos perros. Rescátame de la boca de los leones; sálvame de los cuernos de los toros. Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré. ¡Alaben al Señor los que le temen! ¡Hónrenlo, descendientes de Jacob! ¡Venérenlo, descendientes de Israel! Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama. Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea; ante los que te temen cumpliré mis promesas. Comerán los pobres y se saciarán; alabarán al Señor quienes lo buscan; ¡que su corazón viva para siempre! Se acordarán del Señor y se volverán a él todos los confines de la tierra; ante él se postrarán todas las familias de las naciones, porque del Señor es el reino; él gobierna sobre las naciones. Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra; ante él se postrarán todos los que bajan al polvo, los que no pueden conservar su vida. La posteridad le servirá; del Señor se hablará a las generaciones futuras. A un pueblo que aún no ha nacido se le dirá que Dios hizo justicia.


Proverbios 16:
El hombre propone y Dios dispone. A cada uno le parece correcto su proceder, pero el Señor juzga los motivos. Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán. Toda obra del Señor tiene un propósito; ¡hasta el malvado fue hecho para el día del desastre! El Señor aborrece a los arrogantes. Una cosa es segura: no quedarán impunes. Con amor y verdad se perdona el pecado, y con temor del Señor se evita el mal. Cuando el Señor aprueba la conducta de un hombre, hasta con sus enemigos lo reconcilia. Más vale tener poco con justicia que ganar mucho con injusticia. El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor. La sentencia está en labios del rey; en el veredicto que emite no hay error. Las pesas y las balanzas justas son del Señor; todas las medidas son hechura suya. El rey detesta las malas acciones, porque el trono se afirma en la justicia. El rey se complace en los labios honestos; aprecia a quien habla con la verdad. La ira del rey es presagio de muerte, pero el sabio sabe apaciguarla. El rostro radiante del rey es signo de vida; su favor es como lluvia en primavera. Más vale adquirir sabiduría que oro; más vale adquirir inteligencia que plata. El camino del hombre recto evita el mal; el que quiere salvar su vida, se fija por dónde va. Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso. Vale más humillarse con los oprimidos que compartir el botín con los orgullosos. El que atiende a la palabra, prospera. ¡Dichoso el que confía en el Señor! Al sabio de corazón se le llama inteligente; los labios convincentes promueven el saber. Fuente de vida es la prudencia para quien la posee; el castigo de los necios es su propia necedad. El sabio de corazón controla su boca; con sus labios promueve el saber. Panal de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo. Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte. Al que trabaja, el hambre lo obliga a trabajar, pues su propio apetito lo estimula. El perverso hace planes malvados; en sus labios hay un fuego devorador. El perverso provoca contiendas, y el chismoso divide a los buenos amigos. El violento engaña a su prójimo y lo lleva por mal camino. El que guiña el ojo trama algo perverso; el que aprieta los labios ya lo ha cometido. Las canas son una honrosa corona que se obtiene en el camino de la justicia. Más vale ser paciente que valiente; más vale dominarse a sí mismo que conquistar ciudades. Las suertes se echan sobre la mesa, pero el veredicto proviene del Señor.


El Libro de I Timoteo Capítulo 6 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A
TIMOTEO


CAPÍTULO 6
(65 d.C.)
LOS SIERVOS


QUE todos los siervos (esclavos) que están debajo del yugo de servidumbre (el yugo de esclavitud), tengan a sus señores por dignos de toda honra (en la época de Pablo, los esclavos eran comunes, posiblemente integraban a la mayoría de la población; independientemente de que el amo sea bueno o malo, los esclavos Cristianos debían laborar y hacer su trabajo tal como si lo hicieran para el Señor Mismo, y no para los hombres), para que no sea blasfemado el Nombre del Señor y la Doctrina. (Todo lo que el esclavo hacía, y todo lo que nosotros hacemos, debe hacerse teniendo en mente que Cristo está presente.)
LOS MAESTROS
2 Y los que tienen amos fieles, no los tengan en menos, por ser Hermanos (porque son iguales en Cristo; no quiere decir que el esclavo no debe tener en cuenta a su amo Cristiano); antes sírvanles mejor (literalmente quiere decir en el Griego, "es todavía más esclavo para ellos"), por cuanto son fieles y amados, y partícipes del beneficio. (Se refiere al hecho de que si un esclavo Cristiano había de mostrar obediencia y favor a un amo que no fuera Creyente, del mismo modo debieran hacerlo, ¡cuánto más debieran demostrar lo mismo a un Amo que ya es un Creyente y, por lo tanto, muy amado del Señor!) Esto enseña y exhorta (sugiere la delicadeza del asunto).
EL DINERO
3 Si alguno enseña otra cosa (indica el hecho de que algunos estaban enseñando lo contrario a la enseñanza de Pablo), y no asiente a sanas Palabras de nuestro Señor Jesucristo (Luc. 20:25; Mat. 5:44; 11:28-30), y a la Doctrina que es conforme a la Piedad (se refiere a la enseñanza acerca de la actitud apropiada del individuo hacia Dios);
4 Es un orgulloso (el falso maestro), y no sabe nada (a pesar de sus afirmaciones), y enloquece acerca de cuestiones y contiendas de palabras (la discusión inútil que ha destruido a Iglesias enteras, y hasta a denominaciones enteras), de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas (declara los resultados de estas preguntas inútiles presentadas por los falsos maestros),
5 Disputas perversas de hombres corruptos de entendimiento (debiera traducirse, "de hombres corrompidos en sus mentes"), y privados de la Verdad (se refiere al hecho de que una vez ellos habían poseído la Verdad, lo cual es la Cruz, pero que se habían desviado a otras cosas), que tienen la Piedad por fuente de ganancia (debiera traducirse, "suponiendo que la Piedad sea una manera o fuente de ganancia"): apártate de los tales (no tengan ningún trato con estos Predicadores).
6 Empero gran ganancia (ganancia verdadera) es la Piedad con contentamiento (contentos con lo que tenemos, lo que significa que estamos agradecidos a Dios por lo que tenemos).
7 Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. (Se refiere a las posesiones mundanas. La única cosa que una persona puede mantener es su Fe, si es Fe verdadera, que se refiere a la Fe en Cristo y la Cruz.)
8 Así que, teniendo sustento y con qué cubrirnos, seamos contentos con esto. (El Señor nunca puede bendecir la codicia de un avaro.)
9 Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentación y lazo, y en muchas codicias locas y dañosas (se refiere al sacrificio del principio), que hunden a los hombres en perdición y muerte. (Se refiere al destrozo y la ruina de la mente y el cuerpo, pero más en particular a la ruina horrible del alma eterna.)
10 Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males (no hay ningún mal concebible que le puede suceder a los hijos e hijas de los hombres, lo que no pudiera ser resultado de la codicia — el amor al oro y a las riquezas): el cual codiciando algunos, se descaminaron de la Fe (se refiere a los Creyentes que han perdido de vista la Fe Verdadera, la cual es la Cruz, y se han aventurado en una fe falsa, intentando de usarla para ganar mucho dinero), y fueron traspasados de muchos dolores. (El resultado final de dirigirse en esa dirección; ¡Qué quede claro que la Palabra de Dios es Verdadera, y lo que dice se llevará a cabo con toda seguridad!)
LA FE
11 Mas tú, Oh hombre de Dios, huye de estas cosas (el Espíritu Santo está claro inequívocamente en Su Mandato; podemos seguir al Señor, o podemos seguir otras cosas; ¡No podemos seguir a ambos!); y sigue la Justicia, la Piedad, la Fe, la Caridad (Amor), la Paciencia, la Mansedumbre. (En cierto modo, es el Fruto del Espíritu, o al menos lo que el Espíritu Solo puede causar en nuestras vidas, lo que Él hace por la Cruz que siempre es el Objeto de nuestra Fe.)
12 Pelea la buena batalla de la Fe (en esencia, es la única lucha que estamos llamados a participar; todo ataque por Satanás contra el Creyente, independientemente de su forma, tiene el propósito de destruir o debilitar nuestra Fe seriamente; él quiere quitar nuestra Fe en la Cruz a otras cosas), echa mano de la Vida Eterna (hacemos esto al comprender que toda la Vida viene de Cristo, y el medio es la Cruz), a la cual asimismo eres Llamado (Llamado para seguir a Cristo), habiendo hecho buena profesión delante de muchos testigos. (No se refiere a una ocasión particular, sino a toda su vida para Cristo.)
13 Te mando delante de Dios (en esencia, el cargo está por pasar pronto a este Predicador joven), que da vida (hace vivir) a todas las cosas (presenta a Cristo como el Preservador en vez del Creador), y de Jesucristo ("Te encargo ante Cristo"), que testificó la buena profesión frente a Poncio Pilato (la confesión de Cristo era la confesión modelo para todos los mártires, en tanto que esta era una confesión resuelta de la Verdad, a pesar de tener la sentencia de muerte ante Sus Ojos);
14 Que guardes el Mandamiento sin mancha ni reproche (el Evangelio de Cristo y Él Crucificado de ninguna manera debe estar comprometido), hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo (la declaración se refiere al Arrebatamiento y a la Segunda Venida):
15 La cual a Su tiempo (un período contundente, predeterminado de Dios) mostrará el Bienaventurado y solo Poderoso, Rey de reyes, y Señor de señores (la Segunda Venida; se refiere al hecho de que no habrá absolutamente duda alguna en cuanto a la identidad de Aquél que se aparecerá);
16 Quien sólo tiene inmortalidad (en cierto modo, dice que Dios es la Fuente de toda inmortalidad), que habita en Luz inaccesible (la Persona de Dios está totalmente oculta por Su Morada, la cual es Luz; y esta Morada es inaccesible); a Quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver (se refiere al hecho de que "la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de Dios" [I Cor. 15:50]): Al Cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén. (Los grandes nombres y títulos que el Espíritu Santo, a través de Pablo, ha asignado a Cristo, e incluyen definitivamente Su Deidad, más que todo dirige toda la atención a Su gran Obra de Redención que Él llevó a cabo en la Cruz del Calvario.)
EL USO DE LAS RIQUEZAS
17 A los ricos de este mundo (limita las riquezas a este mundo efímero, y muestra de que puede ser rico en este mundo y no en el otro mundo) manda (a los Creyentes) que no sean altivos (orgullosos), ni pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas (presenta el hecho de que es muy difícil tener grandes riquezas sin confiar hasta cierto punto en ellas), sino en el Dios Vivo, Que nos da todas las cosas en abundancia de que gocemos (¡Dios es la Fuente, no el dinero!);
18 Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras (use el dinero para extender el Evangelio al mundo), dadivosos, que con facilidad comuniquen (buscando el Evangelio Verdadero, lo cual puede ser apoyado, y lo que ellos apoyarán);
19 Atesorando para sí buen fundamento para lo por venir (depositando tesoros en el más allá), que echen mano a la Vida Eterna. (Debiera traducirse, "para que puedan asirse de esta Vida que es realmente la Verdadera.")
BENDICIÓN FINAL
20 Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado (se refiere al depósito de la Verdad entregado a él; en efecto, sería la totalidad del Nuevo Convenio como le fue dado a Pablo; ¡qué responsabilidad!), evitando las profanas pláticas de vanas cosas (corresponde a lo que es sin Piedad y sin sustancia), y los argumentos de la falsamente llamada ciencia (debiera traducirse, "y las oposiciones del conocimiento falsamente llamado," y se refiere a los Gnósticos):
21 La cual profesando algunos, se han desviado de la Fe (le han dado las espaldas a Cristo y la Cruz). La Gracia sea contigo. Amén. (La Gracia siempre estará en el Creyente que coloca su Fe exclusivamente en Cristo y Su Obra Terminada.) (La Epístola a Timoteo fue escrita de Laodicea, que es metrópoli de la Frigia Pacatiana.)



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.

Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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