11 September 2008

El 11 de Setiembre Lectura Bíblica Diaria



El 11 de Setiembre Lectura Bíblica Diaria:


Job 12 a 14:
A esto respondió Job: "¡No hay duda de que ustedes son el pueblo!
¡Muertos ustedes, morirá la sabiduría! Pero yo tengo tanto cerebro como ustedes;
en nada siento que me aventajen.
¿Quién no sabe todas esas cosas? "Yo, que llamaba a Dios y él me respondía,
me he vuelto el hazmerreír de mis amigos;
¡soy un hazmerreír, recto e intachable! Dice la gente que vive tranquila:
¡Al daño se añade la injuria!,
¡Al que está por caer, hay que empujarlo! Los salteadores viven tranquilos en sus carpas;
confiados viven esos que irritan a Dios y piensan que pueden controlarlo. "Pero interroga a los animales, y ellos te darán una lección; pregunta a las aves del cielo,
y ellas te lo contarán; habla con la tierra, y ella te enseñará;
con los peces del mar, y te lo harán saber. ¿Quién de todos ellos no sabe
que la mano del Señor ha hecho todo esto? En sus manos está la vida de todo ser vivo,
y el hálito que anima a todo ser humano. ¿Acaso no comprueba el oído las palabras
como la lengua prueba la comida? Entre los ancianos se halla la sabiduría;
en los muchos años, el entendimiento. "Con Dios están la sabiduría y el poder;
suyos son el consejo y el entendimiento. Lo que él derriba, nadie lo levanta;
a quien él apresa, nadie puede liberarlo. Si él retiene las lluvias, hay sequía;
si las deja caer, se inunda la tierra. Suyos son el poder y el buen juicio;
suyos son los engañados y los que engañan. Él pone en ridículo a los consejeros
y hace que los jueces pierdan la cabeza. Despoja de su autoridad a los reyes,
y les ata a la cintura un simple taparrabo. Él pone en ridículo a los sacerdotes,
y derroca a los que detentan el poder. Acalla los labios de los consejeros
y deja sin discernimiento a los ancianos. Derrama ignominia sobre los nobles
y deja en vergüenza a los poderosos. Pone al descubierto los más oscuros abismos
y saca a la luz las sombras más profundas. Engrandece o destruye a las naciones;
las hace prosperar o las dispersa. Priva de sensatez a los poderosos,
y los hace vagar por desiertos sin senderos. Andan a tientas en medio de la oscuridad,
y se tambalean como borrachos. "Todo esto lo han visto mis ojos;
lo han captado y entendido mis oídos. Yo tengo tanto conocimiento como ustedes;
en nada siento que me aventajen. Más bien quisiera hablar con el Todopoderoso;
me gustaría discutir mi caso con Dios. Porque ustedes son unos incriminadores; ¡como médicos no valen nada! ¡Si tan sólo se callaran la boca!
Eso, en ustedes, ¡ya sería sabiduría! Ahora les toca escuchar mi defensa;
presten atención a mi alegato. ¿Se atreverán a mentir en nombre de Dios?
¿Argumentarán en su favor con engaños? ¿Le harán el favor de defenderlo?
¿Van a resultar sus abogados defensores? ¿Qué pasaría si él los examinara?
¿Podrían engañarlo como se engaña a la gente? Lo más seguro es que él los reprendería
si en secreto se mostraran parciales. ¿Acaso no les infundiría miedo su esplendor?
¿Y no caería sobre ustedes su terror? ¡Han memorizado proverbios sin sentido!
¡Se defienden con apologías endebles! "¡Cállense la boca y déjenme hablar,
y que venga lo que venga! ¿Por qué me pongo en peligro
y me juego el pellejo? ¡Que me mate! ¡Ya no tengo esperanza!
Pero en su propia cara defenderé mi conducta. En esto radica mi liberación:
en que ningún impío comparecería ante él. "Presten atención a mis palabras;
presten oído a lo que digo: Vean que ya he preparado mi caso,
y sé muy bien que seré declarado inocente. ¿Hay quien pueda presentar cargos contra mí?
Si lo hay, me quedaré callado hasta que muera. "Concédeme, oh Dios, sólo dos cosas,
y no tendré que esconderme de ti: Quítame la mano de encima
y deja de infundirme temor. Llámame a comparecer, y te responderé;
o déjame hablar, y contéstame tú. Enumera mis iniquidades y pecados;
hazme ver mis transgresiones y ofensas. ¿Por qué no me das la cara?
¿Por qué me tienes por enemigo? ¿Acosarás a una hoja arrebatada por el viento?
¿Perseguirás a la paja seca? Has dictado contra mí penas amargas;
me estás cobrando los pecados de mi juventud. Me has puesto cadenas en los pies;
vigilas todos mis pasos;
¡examinas las huellas que dejo al caminar! "El hombre es como un odre desgastado;
como ropa carcomida por la polilla. "Pocos son los días, y muchos los problemas,
que vive el hombre nacido de mujer. Es como las flores, que brotan y se marchitan;
es como efímera sombra que se esfuma. ¿Y en alguien así has puesto los ojos?
¿Con alguien como yo entrarás en juicio? ¿Quién de la inmundicia puede sacar pureza?
¡No hay nadie que pueda hacerlo! Los días del hombre ya están determinados;
tú has decretado los meses de su vida;
le has puesto límites que no puede rebasar. Aparta de él la mirada; déjalo en paz,
hasta que haya gozado de su día de asalariado. "Si a un árbol se le derriba,
queda al menos la esperanza de que retoñe
y de que no se marchiten sus renuevos. Tal vez sus raíces envejezcan en la tierra
y su tronco muera en su terreno, pero al sentir el agua, florecerá;
echará ramas como árbol recién plantado. El hombre, en cambio, muere y pierde su fuerza;
exhala el último suspiro, y deja de existir. Y así como del mar desaparece el agua,
y los ríos se agotan y se secan, así los mortales, cuando se acuestan,
no se vuelven a levantar.
Mientras exista el cielo,
no se levantarán los mortales
ni se despertarán de su sueño. "¡Si al menos me ocultaras en el sepulcro
y me escondieras hasta que pase tu enojo!
¡Si al menos me pusieras un plazo,
y luego me recordaras! Si el hombre muere, ya no vuelve a la vida.
esperaré a que llegue mi relevo.
Tú me llamarás, y yo te responderé;
desearás ver la obra de tus manos. Desearás también contar mis pasos,
pero no tomarás en cuenta mi pecado. En saco sellado guardarás mis transgresiones,
y perdonarás del todo mi pecado. "Pero así como un monte se erosiona y se derrumba,
y las piedras cambian de lugar; así como las aguas desgastan las rocas
y los torrentes deslavan el suelo,
así tú pones fin a la esperanza del hombre. Lo apabullas del todo, y él desaparece;
lo desfiguras, y entonces lo despides. Si sus hijos reciben honores, él no lo sabe;
si se les humilla, él no se da cuenta. Sólo siente el dolor de su propio cuerpo,
y sólo de sí mismo se conduele."


Salmo 122:

Yo me alegro cuando me dicen:
"Vamos a la casa del Señor." ¡Jerusalén, ya nuestros pies
se han plantado ante tus portones! ¡Jerusalén, ciudad edificada
para que en ella todos se congreguen! A ella suben las tribus,
las tribus del Señor, para alabar su nombre conforme a la ordenanza que recibió Israel. Allí están los tribunales de justicia, los tribunales de la dinastía de David. Pidamos por la paz de Jerusalén:
"Que vivan en paz los que te aman. Que haya paz dentro de tus murallas,
seguridad en tus fortalezas." Y ahora, por mis hermanos y amigos te digo:
"¡Deseo que tengas paz!" Por la casa del Señor nuestro Dios procuraré tu bienestar.



Proverbios 22:
Vale más la buena fama que las muchas riquezas,
y más que oro y plata, la buena reputación.
El rico y el pobre tienen esto en común:
a ambos los ha creado el Señor.
El prudente ve el peligro y lo evita;
el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias.
Recompensa de la humildad y del temor del Señor
son las riquezas, la honra y la vida.
Espinas y trampas hay en la senda de los impíos,
pero el que cuida su vida se aleja de ellas.
Instruye al niño en el camino correcto,
y aun en su vejez no lo abandonará.
Los ricos son los amos de los pobres;
los deudores son esclavos de sus acreedores.
El que siembra maldad cosecha desgracias;
el Señor lo destruirá con el cetro de su ira.
El que es generoso será bendecido,
pues comparte su comida con los pobres.
Despide al insolente, y se irá la discordia
y cesarán los pleitos y los insultos.
El que ama la pureza de corazón y tiene gracia al hablar
tendrá por amigo al rey.
Los ojos del Señor protegen el saber,
pero desbaratan las palabras del traidor.
"¡Hay un león allá afuera! dice el holgazán.
¡En plena calle me va a hacer pedazos!"
La boca de la adúltera es una fosa profunda;
en ella caerá quien esté bajo la ira del Señor.
La necedad es parte del corazón juvenil,
pero la vara de la disciplina la corrige.
Oprimir al pobre para enriquecerse,
y hacerle regalos al rico,
¡buena manera de empobrecerse!
Presta atención, escucha mis palabras;
aplica tu corazón a mi conocimiento. Grato es retenerlas dentro de ti,
y tenerlas todas a flor de labio. A ti te las enseño en este día,
para que pongas tu confianza en el Señor. ¿Acaso no te he escrito treinta dichos
que contienen sabios consejos? Son para enseñarte palabras ciertas y confiables,
para que sepas responder bien a quien te pregunte. 1
No explotes al pobre porque es pobre,
ni oprimas en los tribunales a los necesitados; porque el Señor defenderá su causa,
y despojará a quienes los despojen. 2
No te hagas amigo de gente violenta,
ni te juntes con los iracundos, no sea que aprendas sus malas costumbres
y tú mismo caigas en la trampa. 3
No te comprometas por otros
ni salgas fiador de deudas ajenas; porque si no tienes con qué pagar,
te quitarán hasta la cama en que duermes. 4
No cambies de lugar los linderos antiguos
que establecieron tus antepasados. 5
¿Has visto a alguien diligente en su trabajo?
Se codeará con reyes, y nunca será un Don Nadie.





El Libro de Marcos Capítulo 6 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



EL SANTO EVANGELIO SEGÚN

SAN MARCOS



CAPÍTULO 6
(31 d.C.)
LA INCREDULIDAD
EN NAZARET



Y SALIÓ de allí (de Capernaum),
y vino a Su tierra
(Nazaret); y Le siguieron Sus
Discípulos.
2 Y llegado el Día Sábado,
Él comenzó a enseñar en la
Sinagoga: y muchos oyéndole
estaban atónitos, diciendo, ¿De
dónde tiene este Hombre estas
cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta
que Le es dada, y tales maravillas
que por Sus Manos son hechas?
(No ponían en duda la sabiduría ni
las obras, sino más bien Su derecho
de hacer tales cosas. ¡En sus
pensamientos, Él no era digno!)
3 ¿No es éste el carpintero
(Crisóstomo dijo que Él hizo arados
y yugos para bueyes; en las mentes
de Sus críticos, esto lo descalificó
como un gran maestro), hijo de
María, hermano de Santiago, y
de José, y de Judas, y de Simón?
¿No están también aquí con
nosotros, sus hermanas? (Esto
refuta las afirmaciones de la Iglesia
Católica que Jesús no tenía ningún
hermano o hermana carnal.) Y
se escandalizaban de Él (Él no
calificaba para su aprobación
según lo que pensaban).
4 Mas Jesús les decía
(representa Su respuesta a su
incredulidad), No hay Profeta
sin honra (para demostrar
deferencia y reverencia) sino en
su propia tierra, y entre sus
parientes, y en su propia casa
(no pienso que María tenía arte
ni parte en esta incredulidad, pero
esto definitivamente incluyó a los
demás miembros de la familia, con
José ya, probablemente fenecido).
5 Y Él no pudo hacer ningún
otro milagro allá (realmente
quiere decir, ni siquiera uno; no
era el caso de que Él no podía,
pero no le trajeron a los enfermos
ni a los afligidos; ¡preferían ver
enfermos a sus amados, que ver a
Cristo sanarlos!), solamente sanó
a unos pocos enfermos (unos
cuantos enfermizos), poniendo
sobre ellos las Manos.
6 Y estaba maravillado de la
incredulidad de ellos (expresa el
punto de vista de Su Humanidad;
el Espíritu Santo lo menciona
maravillándose dos veces, una
vez por la Fe de un Gentil, y
frente a la incredulidad de Sus
Propios familiares [Mat. 8:10]).
Y rodeaba las aldeas de alrededor,
enseñando.
LOS DOCE ENVIADOS
7 Y Él llamó a los Doce (se
refiere a su primera Misión cuando
fueron enviados sin Él), y comenzó
a enviarlos de dos en dos; y les
dio potestad sobre los espíritus
inmundos;
8 Y les mandó que no llevasen
nada para el camino (no es una
sugerencia, sino un Mandato), sino
solamente báculo (un cayado
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de madera con que caminar); ni
alforja (una bolsa de cuero para
alimentos), ni pan, ni dinero en
la bolsa (significa que no debían
almacenar estas cosas antes de que
ellos se fueran, pero al contrario
debían confiar en el Señor);
9 Mas que calzasen sandalias
(se refiere a la asociación con el
pueblo común quienes llevaban
tales), y no vistiesen dos túnicas
(la más simple de calidad y
cantidad).
10 Y Él les decía, Dondequiera
que entréis en una casa, (ellos os
aceptan) posad en ella hasta que
salgáis de allí (no mudéis de un
lugar a otro).
11 Y todos aquellos que no
os recibieren, ni os oyeren
(básicamente se refiere al área,
hasta la ciudad, y no la casa en
la cual ellos fueran invitados),
saliendo de allí (tenía la
intención de expresar el significado
de la visita), sacudid el polvo
que está debajo de vuestros pies
en testimonio a ellos (un gesto
simbólico). De cierto os digo, Que
más tolerable será el castigo de
los de Sodoma y Gomorra en el
Día del Juicio, que el de aquella
ciudad (en referencia al hecho de
que Sodoma y Gomorra no tenían
a ningún testigo del Evangelio,
mientras estos sitios sí lo tenían).
12 Y saliendo, predicaban que
los hombres se arrepintieren (el
Mensaje no cambió, y no debería
cambiar ahora).
13 Y echaban fuera muchos
demonios (espíritus demoníacos),
y ungían con aceite a muchos
enfermos, y los sanaban (el aceite
es simbólico del Espíritu Santo, no
tiene nada que ver con la medicina
[Éx. 27:20; 30:25; Núm. 6:15;
I Sam. 16:1, 13; Sal. 45:7]).
JUAN EL BAUTISTA
DECAPITADO
14 Y oyó el rey Herodes
(Antipas) la fama de Jesús;
(porque Su Nombre se había
hecho notorio:) y dijo, Juan
el Bautista, ha resucitado
de los muertos y, por tanto,
poderes milagrosos obran en
él (manifiesta una conciencia
preocupada y culpable por haber
ejecutado a Juan el Bautista).
15 Otros decían (se refiere al
Tribunal de Herodes, así como
muchos en Israel), Elías es. Y otros
decían, Profeta es, o alguno de
los Profetas (parece que Israel se
confesaría culpable a cualquier cosa
menos la Verdad de que Él era el
Mesías, el Hijo del Dios Viviente).
16 Y oyéndolo Herodes, dijo,
Éste es Juan el que yo decapité:
él ha resucitado de los muertos
(¡significa que él siguió diciéndolo
repetidas veces, en respuesta a la
predicción de otros en cuanto a
Quién era Cristo!).
17 Porque el mismo Herodes
había enviado y prendido a
Juan, y le había aprisionado en
la cárcel (el Espíritu Santo quiso
asegurarse que nadie entendiera
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mal que fue Herodes quien había
hecho esta cosa malvada) a causa
de Herodías, mujer de Felipe su
hermano (Juan había estado en
la prisión porque la esposa de Herodes,
Herodías, lo había exigido):
pues él (Herodes) la había tomado
por mujer.
18 Porque Juan decía a Herodes,
No te es lícito tener la mujer
de tu hermano (significa que él
lo dijo más de una vez, tanto a
Herodes como a la gente).
19 Por lo tanto Herodías le
acechaba (ella nunca soltó su
furia contra el Bautista por haberse
atrevido a denunciar sus relaciones
privadas con Herodes, y esperaba
el tiempo de vengarse), y deseaba
matarle; pero no podía (significa
que ella no careció de voluntad,
sino la manera de hacerlo; ella
sí encontraría la manera de
hacerlo):
20 Porque Herodes temía a
Juan, sabiendo que era varón
justo y santo (significa que él
estaba en un estado continuo de
miedo con respecto al Profeta), y
le tenía respeto (significa que
vigilaba a Juan para guardarlo
seguro de los malos complots de
Herodías); y oyéndole, hacía
muchas cosas, y le oía de buena
gana (él siguió volviendo a la celda
de la prisión húmeda e insalubre,
a hablar con el Profeta; en otras
palabras, el Espíritu Santo trataba
con el alma de Herodes).
21 Y venido un día oportuno
(se refiere a un tiempo conveniente
para que Herodías matara a Juan
el Bautista), en que Herodes
siendo su cumpleaños daba una
cena a sus príncipes, y tribunos,
y a los principales de Galilea
(Herodías encontraría su momento
para vengarse en esta reunión);
22 Y entrando la hija de
Herodías, y danzando, y agradando
a Herodes y a los que
estaban sentados con él (ella
se degradó a sí misma en un
baile licencioso), el rey dijo a
la muchacha, Pídeme lo que
quisieres, que yo te lo daré (Ellos
estaban probablemente ebrios,
o casi ebrios. Herodías activaría
ahora su trampa).
23 Y le juró a ella (se puso a sí
mismo bajo juramento), Todo lo
que me pidieres, te daré, hasta
la mitad de mi reino (él no quería
perder prestigio delante de sus
invitados).
24 Y saliendo ella, dijo a su
madre (indica su conocimiento
a lo menos de una parte del plan
de la venganza), ¿Qué pediré? Y
ella dijo, La cabeza de Juan el
Bautista.
25 Entonces ella (la hija de
Herodías) entró prestamente
(inmediatamente) al rey (presenta
a ella inmediatamente exigiendo
su demanda, para que el rey no
tuviera la oportunidad de no
cumplir su promesa), y pidió,
diciendo, Quiero que ahora
mismo (inmediatamente) me des
en un plato (en una bandeja) la
cabeza de Juan el Bautista.
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26 Y el rey se entristeció
mucho; mas a causa del
juramento, y de los que estaban
con él a la mesa (él guardaría las
apariencias), no quiso desecharla
(la vida del Profeta más grande
que jamás vivió, se había reducido
al valor de un baile lujurioso, al
menos para estos hombres).
27 Y luego el rey enviando uno
de la guardia, mandó que fuese
traída su cabeza: el cual fue, y le
decapitó en la cárcel (la prisión
realmente estaba conectada al
palacio donde la celebración estaba
en progreso),
28 Y trajo su cabeza en un
plato, y la dio a la muchacha: y
la muchacha la dio a su madre
(demuestra a Herodías, según
Jerónimo que clavaba la lengua
con un clavo largo; porque ella no
podía soportar oír la verdad, por
lo tanto, ella clavaría la lengua
que había dicho la verdad; tanto
Herodías como Herodes, un poco
más tarde, fueron desterrados por
un decreto del Senado Romano
a Lyón donde ambos fallecieron
miserablemente; Salomé, la hija
que bailó, murió poco después,
con su cabeza casi cortada por los
filos agudos de hielo roto; “Mía
es la Venganza; Yo pagaré, dice el
Señor” [Rom. 12:19]).
29 Y oyéndolo sus discípulos
(los discípulos de Juan el Bautista),
vinieron y tomaron su cuerpo
(Josefo dice que después de la
decapitación, los restos mutilados
fueron echados de la prisión y
los dejaron abandonados), y le
pusieron en un sepulcro (y así
concluye la vida y el Ministerio del
Profeta más grande que jamás ha
vivido).
JESÚS ALIMENTA A CINCO MIL
30 Y los Apóstoles se juntaron
con Jesús (corresponde al anterior
Versículo siete donde los Doce
habían sido enviados de “dos en
dos”; ya vuelven para hacer un
informe a Cristo), y Le contaron
todo lo que habían hecho, y lo
que habían enseñado.
31 Y Él les dijo, Venid vosotros
aparte a un lugar desierto, y
descansad un poco: porque eran
muchos los que iban y venían,
que ni aun tenían tiempo ni
siquiera para comer.
32 Y se fueron en un barco
al lugar desierto aparte (probablemente
uno de los barcos que
pertenecía a Zebedeo).
33 Y los vieron ir muchos, y
Le conocieron, y concurrieron
allá muchos a pie de las
ciudades, y llegaron antes que
ellos (los manifiesta esperándolo
dondequiera que el barco atracara
en este lugar desierto), y se
juntaron a Él.
34 Y saliendo Jesús, vio grande
multitud, y tuvo compasión de
ellos, porque eran como ovejas
que no tenían pastor (la Nación
era más religiosa que nunca, pero
con pocos pastores genuinos): y Él
les comenzó a enseñar muchas
SAN MARCOS 6
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cosas (indica el único Evangelio
Verdadero que muchos de ellos
jamás habían escuchado).
35 Y como ya avanzada la
tarde, Sus Discípulos llegaron a
Él, diciendo, El lugar es desierto,
y el día ya muy entrado (el día
estaba haciéndose tarde):
36 Envíalos para que vayan a
los campos y aldeas de alrededor,
y compren para sí pan: porque
no tienen qué comer.
37 Y respondiendo Él les dijo,
Dadles de comer vosotros (Él se
refería tanto en lo físico como en el
sentido espiritual). Y Le dijeron,
¿Que vayamos y compremos pan
por doscientos denarios, y les
demos de comer? (Probablemente
equivale a siete u ocho mil dólares
en la actualidad.)
38 Y Él les dice, ¿Cuántos
panes tenéis? (Pensaban en
miles de panes.) Id, y vedlo. Y
sabiéndolo, dijeron, Cinco, y
dos peces (según Andrés, esta
pequeña colección perteneció a
un muchacho [Jn. 6:8-9]; poco es
mucho si Dios está en ello).
39 Y Él les mandó que hiciesen
recostar a todos por grupos
sobre el pasto verde (al tomar en
cuenta que el pasto estaba verde,
era probablemente cerca del mes
de Abril).
40 Y se recostaron por grupos,
de ciento en ciento, y de
cincuenta en cincuenta.
41 Y tomados los cinco panes
y los dos peces (significa el
principio del Milagro, y porque
estaba en Sus Manos), mirando
al Cielo (es de Dios de donde
todas las Bendiciones provienen),
bendijo (Su Bendición garantiza
todo), y partió los panes, y dio
a Sus Discípulos para que los
pusiesen delante; y repartió a
todos los dos peces (el Milagro
ocurrió entre el partir de los panes
y peces y el repartir de ellos; cada
Discípulo pronto agotó su provisión
y, por lo tanto, tuvo que volver a
Jesús para conseguir más, y nunca
quedaba defraudado).
42 Y comieron todos, y se
quedaron satisfechos (Jehová del
Salmo 132 se reveló a Sí Mismo
aquí).
43 Y recogieron de los pedazos
doce canastas llenas, y de los
peces.
44 Y los que comieron eran
cinco mil hombres (posiblemente
no menos de 10.000 a 15.000 en
total, incluyendo a las mujeres y a
los niños).
JESÚS ANDA SOBRE EL MAR
45 Y luego (inmediatamente)
dio prisa a Sus Discípulos
a subir en el barco (estaban
poco dispuestos a hacer así), e ir
delante de Él a Betsaida de la
otra parte, entre tanto que Él
despedía a la multitud (pero Él
los despidió sanados, alimentados
y satisfechos).
46 Y después que los hubo
despedido, se fue al monte a orar
(la oración establece la relación).
SAN MARCOS 6
150
47 Y cuando fue la tarde, el
barco estaba en medio del mar,
y Él solo en la tierra.
48 Y Él los vio fatigados
bogando, porque el viento les
era contrario (en vista de que fue
de noche, Él no podía haberlos visto
físicamente, luego el Espíritu Santo
tenía que revelarle esto): y cerca
de la cuarta vigilia de la noche Él
vino a ellos (entre las 3:00 y las
6:00 de la madrugada), andando
sobre el mar (se concluye que
las sandalias de nuestro Señor
realmente tuvo contacto con el
agua; Él anduvo sobre la superficie
del mar como andamos sobre un
pavimento duro), y quería pasarlos
de largo (debiera traducirse, “y
vino cerca de ellos”).
49 Y viéndole ellos, que andaba
sobre el mar (no podían
creer lo que veían), pensaron
que era fantasma, y dieron
voces (pensaron que era una
aparición):
50 Porque todos Le veían, y
se turbaron (todos los Doce Lo
vieron). Mas luego habló con
ellos, y les dijo, Alentaos: Yo soy;
no temáis (Él claramente estaba
muy cerca cuando Él les dijo esto).
51 Y subió a ellos en el barco
(Marcos omite lo de Pedro que
caminó sobre el agua, lo cual fue
registrado por Mateo); y calmó el
viento (enfatiza el hecho de que
tal fue hecho únicamente porque
Él estaba ya en el barco): y ellos
en gran manera estaban fuera
de sí, y se maravillaban (habían
presenciado algo más allá de su
comprensión).
52 Porque aun no habían
considerado lo de los panes: por
cuanto estaban ofuscados sus
corazones (el deseo de hacerle Rey
a Jesús como Juan mencionaba,
era supremo, en las mentes de Sus
Discípulos; por consiguiente, no
entendían la verdadera Misión de
Cristo, al menos en este tiempo; y el
desvío de la verdadera Voluntad de
Dios siempre “endurece el corazón”;
nada entorpece espiritualmente
como el entusiasmo religioso de
la naturaleza carnal que actúa
en compañerismo con el mundo
religioso).
JESÚS SANA A MUCHOS
ENFERMOS
53 Y después de cruzar el
lago (el barco había comenzado
sin Jesús, pero concluye con Él;
¡qué Milagro!), vinieron a tierra
de Genezaret, y atracaron en la
orilla (era una llanura fértil en la
orilla del norte de Galilea y al oeste
del Río Jordán).
54 Y saliendo ellos del barco
(insinúa un barco de cierto
tamaño; probablemente uno de
los barcos de pesca más grandes de
Zebedeo), luego (inmediatamente)
Le conocieron.
55 Y recorriendo toda la tierra
de alrededor (indica que los
corredores iban de pueblo a pueblo
y notificaban que Jesús estaba en
las cercanías), comenzaron a
SAN MARCOS 6
151
traer de todas partes enfermos
en lechos, adonde oían que Él
estaba (¡era un panorama patético,
pero comprensible!).
56 Y dondequiera que entraba,
en aldeas, o ciudades, o
heredades, ponían en las calles
a los que estaban enfermos, y Le
rogaban que tocasen siquiera el
borde de Su Vestido: y todos los
que Le tocaban quedaban sanos
(¡tuvo que haber sido una situación
asombrosa de contemplar!; ¡qué
escena más maravillosa!; así será
cuando Él vuelva la segunda vez, y
aun mayor).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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