El 6 de febrero Lectura Bíblica Diaria
Levítico 5 a 7:
5 Si alguno pecare por haber sido llamado a testificar, y fuere testigo que vio, o supo, y no lo denunciare, él llevará su pecado. Asimismo la persona que hubiere tocado cualquiera cosa inmunda, sea cadáver de bestia inmunda, o cadáver de animal inmundo, o cadáver de reptil inmundo, bien que no lo supiere, será inmunda y habrá delinquido. O si tocare inmundicia de hombre, cualquiera inmundicia suya con que fuere inmundo, y no lo echare de ver, si después llegare a saberlo, será culpable. O si alguno jurare a la ligera con sus labios hacer mal o hacer bien, en cualquiera cosa que el hombre profiere con juramento, y él no lo entendiere; si después lo entiende, será culpable por cualquiera de estas cosas. Cuando pecare en alguna de estas cosas, confesará aquello en que pecó, y para su expiación traerá a Jehová por su pecado que cometió, una hembra de los rebaños, una cordera o una cabra como ofrenda de expiación; y el sacerdote le hará expiación por su pecado. Y si no tuviere lo suficiente para un cordero, traerá a Jehová en expiación por su pecado que cometió, dos tórtolas o dos palominos, el uno para expiación, y el otro para holocausto. Y los traerá al sacerdote, el cual ofrecerá primero el que es para expiación; y le arrancará de su cuello la cabeza, mas no la separará por completo. Y rociará de la sangre de la expiación sobre la pared del altar; y lo que sobrare de la sangre lo exprimirá al pie del altar; es expiación. Y del otro hará holocausto conforme al rito; así el sacerdote hará expiación por el pecado de aquel que lo cometió, y será perdonado. Mas si no tuviere lo suficiente para dos tórtolas, o dos palominos, el que pecó traerá como ofrenda la décima parte de un efa de flor de harina para expiación. No pondrá sobre ella aceite, ni sobre ella pondrá incienso, porque es expiación. La traerá, pues, al sacerdote, y el sacerdote tomará de ella su puño lleno, para memoria de él, y la hará arder en el altar sobre las ofrendas encendidas a Jehová; es expiación. Y hará el sacerdote expiación por él en cuanto al pecado que cometió en alguna de estas cosas, y será perdonado; y el sobrante será del sacerdote, como la ofrenda de vianda. Habló más Jehová a Moisés, diciendo: Cuando alguna persona cometiere falta, y pecare por yerro en las cosas santas de Jehová, traerá por su culpa a Jehová un carnero sin defecto de los rebaños, conforme a tu estimación en siclos de plata del siclo del santuario, en ofrenda por el pecado. Y pagará lo que hubiere defraudado de las cosas santas, y añadirá a ello la quinta parte, y lo dará al sacerdote; y el sacerdote hará expiación por él con el carnero del sacrificio por el pecado, y será perdonado. Finalmente, si una persona pecare, o hiciere alguna de todas aquellas cosas que por mandamiento de Jehová no se han de hacer, aun sin hacerlo a sabiendas, es culpable, y llevará su pecado. Traerá, pues, al sacerdote para expiación, según tú lo estimes, un carnero sin defecto de los rebaños; y el sacerdote le hará expiación por el yerro que cometió por ignorancia, y será perdonado. Es infracción, y ciertamente delinquió contra Jehová. 6 Habló Jehová a Moisés, diciendo: Cuando una persona pecare e hiciere prevaricación contra Jehová, y negare a su prójimo lo encomendado o dejado en su mano, o bien robare o calumniare a su prójimo, o habiendo hallado lo perdido después lo negare, y jurare en falso; en alguna de todas aquellas cosas en que suele pecar el hombre, entonces, habiendo pecado y ofendido, restituirá aquello que robó, o el daño de la calumnia, o el depósito que se le encomendó, o lo perdido que halló, o todo aquello sobre que hubiere jurado falsamente; lo restituirá por entero a aquel a quien pertenece, y añadirá a ello la quinta parte, en el día de su expiación. Y para expiación de su culpa traerá a Jehová un carnero sin defecto de los rebaños, conforme a tu estimación, y lo dará al sacerdote para la expiación. Y el sacerdote hará expiación por él delante de Jehová, y obtendrá perdón de cualquiera de todas las cosas en que suele ofender. Habló aún Jehová a Moisés, diciendo: Manda a Aarón y a sus hijos, y diles: Esta es la ley del holocausto: el holocausto estará sobre el fuego encendido sobre el altar toda la noche, hasta la mañana; el fuego del altar arderá en él. Y el sacerdote se pondrá su vestidura de lino, y vestirá calzoncillos de lino sobre su cuerpo; y cuando el fuego hubiere consumido el holocausto, apartará él las cenizas de sobre el altar, y las pondrá junto al altar. Después se quitará sus vestiduras y se pondrá otras ropas, y sacará las cenizas fuera del campamento a un lugar limpio. Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz. El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará. Esta es la ley de la ofrenda: La ofrecerán los hijos de Aarón delante de Jehová ante el altar. Y tomará de ella un puñado de la flor de harina de la ofrenda, y de su aceite, y todo el incienso que está sobre la ofrenda, y lo hará arder sobre el altar por memorial en olor grato a Jehová. Y el sobrante de ella lo comerán Aarón y sus hijos; sin levadura se comerá en lugar santo; en el atrio del tabernáculo de reunión lo comerán. No se cocerá con levadura; la he dado a ellos por su porción de mis ofrendas encendidas; es cosa santísima, como el sacrificio por el pecado, y como el sacrificio por la culpa. Todos los varones de los hijos de Aarón comerán de ella. Estatuto perpetuo será para vuestras generaciones tocante a las ofrendas encendidas para Jehová; toda cosa que tocare en ellas será santificada. Habló también Jehová a Moisés, diciendo: Esta es la ofrenda de Aarón y de sus hijos, que ofrecerán a Jehová el día que fueren ungidos: la décima parte de un efa de flor de harina, ofrenda perpetua, la mitad a la mañana y la mitad a la tarde. En sartén se preparará con aceite; frita la traerás, y los pedazos cocidos de la ofrenda ofrecerás en olor grato a Jehová. Y el sacerdote que en lugar de Aarón fuere ungido de entre sus hijos, hará igual ofrenda. Es estatuto perpetuo de Jehová; toda ella será quemada. Toda ofrenda de sacerdote será enteramente quemada; no se comerá. Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: Esta es la ley del sacrificio expiatorio: en el lugar donde se degüella el holocausto, será degollada la ofrenda por el pecado delante de Jehová; es cosa santísima. El sacerdote que la ofreciere por el pecado, la comerá; en lugar santo será comida, en el atrio del tabernáculo de reunión. Todo lo que tocare su carne, será santificado; y si salpicare su sangre sobre el vestido, lavarás aquello sobre que cayere, en lugar santo. Y la vasija de barro en que fuere cocida, será quebrada; y si fuere cocida en vasija de bronce, será fregada y lavada con agua. Todo varón de entre los sacerdotes la comerá; es cosa santísima. Mas no se comerá ninguna ofrenda de cuya sangre se metiere en el tabernáculo de reunión para hacer expiación en el santuario; al fuego será quemada. 7 Asimismo esta es la ley del sacrificio por la culpa; es cosa muy santa. En el lugar donde degüellan el holocausto, degollarán la víctima por la culpa; y rociará su sangre alrededor sobre el altar. Y de ella ofrecerá toda su grosura, la cola, y la grosura que cubre los intestinos, los dos riñones, la grosura que está sobre ellos, y la que está sobre los ijares; y con los riñones quitará la grosura de sobre el hígado. Y el sacerdote lo hará arder sobre el altar, ofrenda encendida a Jehová; es expiación de la culpa. Todo varón de entre los sacerdotes la comerá; será comida en lugar santo; es cosa muy santa. Como el sacrificio por el pecado, así es el sacrificio por la culpa; una misma ley tendrán; será del sacerdote que hiciere la expiación con ella. Y el sacerdote que ofreciere holocausto de alguno, la piel del holocausto que ofreciere será para él. Asimismo toda ofrenda que se cociere en horno, y todo lo que fuere preparado en sartén o en cazuela, será del sacerdote que lo ofreciere. Y toda ofrenda amasada con aceite, o seca, será de todos los hijos de Aarón, tanto de uno como de otro. Y esta es la ley del sacrificio de paz que se ofrecerá a Jehová: Si se ofreciere en acción de gracias, ofrecerá por sacrificio de acción de gracias tortas sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untadas con aceite, y flor de harina frita en tortas amasadas con aceite. Con tortas de pan leudo presentará su ofrenda en el sacrificio de acciones de gracias de paz. Y de toda la ofrenda presentará una parte por ofrenda elevada a Jehová, y será del sacerdote que rociare la sangre de los sacrificios de paz. Y la carne del sacrificio de paz en acción de gracias se comerá en el día que fuere ofrecida; no dejarán de ella nada para otro día. Mas si el sacrificio de su ofrenda fuere voto, o voluntario, será comido en el día que ofreciere su sacrificio, y lo que de él quedare, lo comerán al día siguiente; y lo que quedare de la carne del sacrificio hasta el tercer día, será quemado en el fuego. Si se comiere de la carne del sacrificio de paz al tercer día, el que lo ofreciere no será acepto, ni le será contado; abominación será, y la persona que de él comiere llevará su pecado. Y la carne que tocare alguna cosa inmunda, no se comerá; al fuego será quemada. Toda persona limpia podrá comer la carne; pero la persona que comiere la carne del sacrificio de paz, el cual es de Jehová, estando inmunda, aquella persona será cortada de entre su pueblo. Además, la persona que tocare alguna cosa inmunda, inmundicia de hombre, o animal inmundo, o cualquier abominación inmunda, y comiere la carne del sacrificio de paz, el cual es de Jehová, aquella persona será cortada de entre su pueblo. Habló más Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel, diciendo: Ninguna grosura de buey ni de cordero ni de cabra comeréis. La grosura de animal muerto, y la grosura del que fue despedazado por fieras, se dispondrá para cualquier otro uso, mas no la comeréis. Porque cualquiera que comiere grosura de animal, del cual se ofrece a Jehová ofrenda encendida, la persona que lo comiere será cortada de entre su pueblo. Además, ninguna sangre comeréis en ningún lugar en donde habitéis, ni de aves ni de bestias. Cualquiera persona que comiere de alguna sangre, la tal persona será cortada de entre su pueblo. Habló más Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: El que ofreciere sacrificio de paz a Jehová, traerá su ofrenda del sacrificio de paz ante Jehová. Sus manos traerán las ofrendas que se han de quemar ante Jehová; traerá la grosura con el pecho; el pecho para que sea mecido como sacrificio mecido delante de Jehová. Y la grosura la hará arder el sacerdote en el altar, mas el pecho será de Aarón y de sus hijos. Y daréis al sacerdote para ser elevada en ofrenda, la espaldilla derecha de vuestros sacrificios de paz. El que de los hijos de Aarón ofreciere la sangre de los sacrificios de paz, y la grosura, recibirá la espaldilla derecha como porción suya. Porque he tomado de los sacrificios de paz de los hijos de Israel el pecho que se mece y la espaldilla elevada en ofrenda, y lo he dado a Aarón el sacerdote y a sus hijos, como estatuto perpetuo para los hijos de Israel. Esta es la porción de Aarón y la porción de sus hijos, de las ofrendas encendidas a Jehová, desde el día que él los consagró para ser sacerdotes de Jehová, la cual mandó Jehová que les diesen, desde el día que él los ungió de entre los hijos de Israel, como estatuto perpetuo en sus generaciones. Esta es la ley del holocausto, de la ofrenda, del sacrificio por el pecado, del sacrificio por la culpa, de las consagraciones y del sacrificio de paz, la cual mandó Jehová a Moisés en el monte de Sinaí, el día que mandó a los hijos de Israel que ofreciesen sus ofrendas a Jehová, en el desierto de Sinaí.
Salmo 3:
Muchos son, Señor, mis enemigos; muchos son los que se me oponen, y muchos los que de mí aseguran: "Dios no lo salvará." Selah. Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria; ¡tú mantienes en alto mi cabeza! Clamo al Señor a voz en cuello, y desde su monte santo él me responde. Selah. Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene. No me asustan los numerosos escuadrones que me acosan por doquier. ¡Levántate, Señor! ¡Ponme a salvo, Dios mío! ¡Rómpeles la quijada a mis enemigos! ¡Rómpeles los dientes a los malvados! Tuya es, Señor, la salvación; ¡envía tu bendición sobre tu pueblo! Selah.
Proverbios 28:
El malvado huye aunque nadie lo persiga; pero el justo vive confiado como un león. Cuando hay rebelión en el país, los caudillos se multiplican; cuando el gobernante es entendido, se mantiene el orden. El gobernante que oprime a los pobres es como violenta lluvia que arrasa la cosecha. Los que abandonan la ley alaban a los malvados; los que la obedecen luchan contra ellos. Los malvados nada entienden de la justicia; los que buscan al Señor lo entienden todo. Más vale pobre pero honrado, que rico pero perverso. El hijo entendido se sujeta a la ley; el derrochador deshonra a su padre. El que amasa riquezas mediante la usura las acumula para el que se compadece de los pobres. Dios aborrece hasta la oración del que se niega a obedecer la ley. El que lleva a los justos por el mal camino, caerá en su propia trampa; pero los íntegros heredarán el bien. El rico se las da de sabio; el pobre pero inteligente lo desenmascara. Cuando los justos triunfan, se hace gran fiesta; cuando los impíos se imponen, todo el mundo se esconde. Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón. ¡Dichoso el que siempre teme al Señor! Pero el obstinado caerá en la desgracia. Un león rugiente, un oso hambriento, es el gobernante malvado que oprime a los pobres. El gobernante falto de juicio es terrible opresor; el que odia las riquezas prolonga su vida. El que es perseguido por homicidio será un fugitivo hasta la muerte. ¡Que nadie le brinde su apoyo! El que es honrado se mantendrá a salvo; el de caminos perversos caerá en la fosa. El que trabaja la tierra tendrá abundante comida; el que sueña despierto sólo abundará en pobreza. El hombre fiel recibirá muchas bendiciones; el que tiene prisa por enriquecerse no quedará impune. No es correcto mostrarse parcial con nadie. Hay quienes pecan hasta por un mendrugo de pan. El tacaño ansía enriquecerse, sin saber que la pobreza lo aguarda. A fin de cuentas, más se aprecia al que reprende que al que adula. El que roba a su padre o a su madre, e insiste en que no ha pecado, amigo es de gente perversa. El que es ambicioso provoca peleas, pero el que confía en el Señor prospera. Necio es el que confía en sí mismo; el que actúa con sabiduría se pone a salvo. El que ayuda al pobre no conocerá la pobreza; el que le niega su ayuda será maldecido. Cuando triunfan los impíos, la gente se esconde; cuando perecen, los justos prosperan.
El Libro de Filipenses Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
FILIPENSES
CAPÍTULO 3
(64 d.C.)
LOS FALSOS MAESTROS
ADEMÁS, Hermanos, que os gocéis en el Señor (con tal que mantengan sus miradas en Cristo y la Cruz, pueden seguir regocijándose). A mí, a la verdad, no es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro. (Presenta al Apóstol que ahora vuelve su atención a los Judaizantes, lo cual podía en cualquier momento fijar su atención hacia Filipos.)
2 Guardaos de los perros (el Apóstol se dirige a los Judaizantes, quienes eran Judíos de Jerusalén que afirmaron que eran de Cristo, pero insistían que los Creyentes guardaran la Ley también; todo esto estuvo diametralmente opuesto al Evangelio de Gracia de Pablo, en la cual la Ley de Moisés no tenía parte alguna; además, por el uso de la palabra "perros," el Apóstol estaba usando lo peor de los comentarios despectivos), guardaos de los malos obreros (ellos denigraban la Cruz), guardaos de los que mutilan el cuerpo. (Expresa una palabra Griega que Pablo se aprovecha usando la palabra Griega "Circuncisión," que era el centro del Evangelio de la Ley de los Judaizantes.)
3 Porque nosotros somos la Circuncisión (se refiere a la Verdadera Circuncisión, que es la del corazón), los que servimos en Espíritu a Dios (debiera mejor traducirse, " los que adoramos por el Espíritu de Dios"), y nos gloriamos en Cristo Jesús (no se refiere sólo a Quién es Cristo, sino lo que Él hizo por nosotros en la Cruz), no teniendo confianza en la carne (en cosas además de la Cruz, y al no tener confianza en la carne es la única garantía de Salvación y Victoria).
4 Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne (se refiere a logros humanos). Si alguno parece que tiene de qué confiar en la carne, yo más (el Apóstol sabe de lo que está hablando con respecto al Judaísmo):
PABLO
5 Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel (era Judío de pura sangre), de la Tribu de Benjamín (Benjamín era la única Tribu que estuvo con Judá en el momento de la división de la Nación), Hebreo de Hebreos (se remonta hasta a Abraham); en cuanto a la Ley, Fariseo (de hecho, Pablo había sido la esperanza de los Fariseos, solicitado para tomar el lugar de Gamaliel);
6 En cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia (creía que le estaba haciendo un favor a Dios); en cuanto a la Justicia que es en la Ley, irreprensible. (Pensaba que estaba ganando mérito con Dios al perseguir la Iglesia.)
7 Pero todo lo que para mí era ganancia (Pablo expresaba sus privilegios como Judío), lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. (Debemos entregar todo a Cristo, y Cristo vale todo lo que le entreguemos, y mil veces más.)
8 Y ciertamente, aun yo estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor (el conocimiento del Señor Jesús que Pablo adquirió a través de la experiencia de un compañerismo íntimo y comunión con Él): por amor Del Cual lo he perdido todo ("Por la persona en cuyo nombre me hizo que yo pierda"), y lo tengo por estiércol, para ganar a Cristo (en comparación con Cristo, todo lo demás no es nada),
9 Y ser hallado en Él (unirse con Cristo por una Fe viva, que tiene como su Objeto la Cruz de Cristo), no teniendo mi Justicia ("no teniendo Justicia a la cual pueda reclamar como mi propia justicia"), que es por la Ley (corresponde a Guardar la Ley; él ya había terminado con eso), sino la que es por la Fe de Cristo (lo que Él hizo en la Cruz), la Justicia que es de Dios por la Fe (una Justicia intachable hecha posible por la Cruz, e imputada por Dios a todos quienes exhiben Fe en Cristo y la Cruz):
10 A fin de conocerle (se refiere a lo que Cristo hizo en la Cruz), y el poder de Su Resurrección (se refiere a ser resucitado con Él en "novedad de vida" [Rom. 6:3-5]), y la participación de Sus padecimientos (en cuanto a nuestra Confianza y Fe puesta en lo que Él hizo por nosotros en la Cruz), en conformidad a Su muerte (conformarse a lo que Él hizo por nosotros en la Cruz, comprendiendo que es el único medio de Salvación y Santificación);
11 Si de alguna manera poder alcanzar la Resurrección de los muertos. (No se refiere a la Resurrección venidera, sino más bien al pecador que Cree y es bautizado en la muerte de Cristo [se refiere a la Crucifixión], y resucitado en "novedad de vida," que produce victoria sobre el pecado [Rom. 6:3-5, 11, 14].)
12 No que ya haya alcanzado, ni que ya sea perfecto (el Apóstol dice que él no exige la perfección sin pecado): sino que prosigo (aspirar), por ver si alcanzo aquello (Pablo está aspirando a la meta de asemejarse a Cristo) para lo cual fui también alcanzado de Cristo Jesús. (Él fue salvo por Cristo para asemejarse a Cristo, ¡y así también nosotros!)
13 Hermanos, yo mismo no me considero haberlo ya alcanzado (en efecto, repite lo que él dijo en el Versículo anterior): pero una cosa hago, olvidando ciertamente lo que queda atrás (se refiere a las cosas en que el Apóstol había dependido para encontrar el favor de Dios, y el fracaso que produjo este tipo de esfuerzo [3:5-6]), y extendiéndome a lo que está delante (toda nuestra atención debe estar en lo que está por delante, y no en lo que queda atrás; "lo que" consiste en todas las Victorias de la Cruz),
14 Prosigo al blanco (representa una meta moral y espiritual), al premio de la soberana vocación de Dios (asemejarse a Cristo) en Cristo Jesús (la manera y el medio en que todo esto se cumple, que es la Cruz [I Cor. 1:17-18; 2:2]).
UNIDAD
15 Así que, todos los que somos perfectos (maduros), esto mismo sintamos (tener en mente lo que Cristo hizo en la Cruz, y lo que hizo por nosotros): y si otra cosa sentís, esto también os revelará Dios. (Significa que algunos no estaban realmente dispuestos. Pero por los consejos de Pablo, el Espíritu Santo iba a mostrarles el camino derecho, lo que les iba a hacer volver a la Cruz.)
16 Empero en aquello a que hemos llegado (progreso), vamos por la misma regla, sintamos una misma cosa. (Andemos por la misma senda, la de la Cruz [Luc. 9:23-24].)
LOS ENEMIGOS DE LA CRUZ
17 Hermanos, sed imitadores de mí (sean "compañeros imitadores"), y mirad los que así anduvieren como nos tenéis por ejemplo (observen atentamente).
18 (Porque muchos andan (aquéllos que intentan vivir para Dios independiente de la victoria y los rudimentos de la Cruz de Cristo), de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando (es un asunto sumamente serio), que son enemigos de la Cruz de Cristo (aquéllos que no miran exclusivamente a la Cruz de Cristo deben ser designados "enemigos"):
19 Cuyo fin será perdición (si ignora la Cruz, y sigue ignorándola, la pérdida del alma es finalmente la única conclusión), cuyo dios es el vientre (aquéllos que intentan pervertir el Evangelio para su propia ganancia personal), y su gloria está en su vergüenza (las cosas materiales que buscan, Dios las clasifica como "vergüenza"), que sólo piensan en las cosas terrenales.) (Significa que no tienen ningún interés en lo Celestial, lo que significa que usan al Señor para su propia ganancia personal.)
20 Mas nuestra vivienda (ciudadanía) está en los Cielos (significa que los otros caminos no tendrán ningún lugar en el Cielo); de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo (el Arrebatamiento):
21 El Cual (el Señor) transformará el cuerpo de nuestra bajeza (la Resurrección), para ser semejante al Cuerpo de Su Gloria (cada Santo tendrá un Cuerpo Glorificado), por la operación con la cual puede también sujetar a Sí todas las cosas. ("Todas las cosas" se llevan a cabo por la Cruz.)
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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