01 February 2024

El 1 de febrero Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 1 de febrero Lectura Bíblica Diaria:

Éxodo 30 a 32:
30 Harás asimismo un altar para quemar el incienso; de madera de acacia lo harás. Su longitud será de un codo, y su anchura de un codo; será cuadrado, y su altura de dos codos; y sus cuernos serán parte del mismo. Y lo cubrirás de oro puro, su cubierta, sus paredes en derredor y sus cuernos; y le harás en derredor una cornisa de oro. Le harás también dos anillos de oro debajo de su cornisa, a sus dos esquinas a ambos lados suyos, para meter las varas con que será llevado. Harás las varas de madera de acacia, y las cubrirás de oro. Y lo pondrás delante del velo que está junto al arca del testimonio, delante del propiciatorio que está sobre el testimonio, donde me encontraré contigo. Y Aarón quemará incienso aromático sobre él; cada mañana cuando aliste las lámparas lo quemará. Y cuando Aarón encienda las lámparas al anochecer, quemará el incienso; rito perpetuo delante de Jehová por vuestras generaciones. No ofreceréis sobre él incienso extraño, ni holocausto, ni ofrenda; ni tampoco derramaréis sobre él libación. Y sobre sus cuernos hará Aarón expiación una vez en el año con la sangre del sacrificio por el pecado para expiación; una vez en el año hará expiación sobre él por vuestras generaciones; será muy santo a Jehová. Habló también Jehová a Moisés, diciendo: Cuando tomes el número de los hijos de Israel conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará a Jehová el rescate de su persona, cuando los cuentes, para que no haya en ellos mortandad cuando los hayas contado. Esto dará todo aquel que sea contado; medio siclo, conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras. La mitad de un siclo será la ofrenda a Jehová. Todo el que sea contado, de veinte años arriba, dará la ofrenda a Jehová. Ni el rico aumentará, ni el pobre disminuirá del medio siclo, cuando dieren la ofrenda a Jehová para hacer expiación por vuestras personas. Y tomarás de los hijos de Israel el dinero de las expiaciones, y lo darás para el servicio del tabernáculo de reunión; y será por memorial a los hijos de Israel delante de Jehová, para hacer expiación por vuestras personas. Habló más Jehová a Moisés, diciendo: Harás también una fuente de bronce, con su base de bronce, para lavar; y la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en ella agua. Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies. Cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y cuando se acerquen al altar para ministrar, para quemar la ofrenda encendida para Jehová, se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán por estatuto perpetuo él y su descendencia por sus generaciones. Habló más Jehová a Moisés, diciendo: Tomarás especias finas: de mirra excelente quinientos siclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos cincuenta, de cálamo aromático doscientos cincuenta, de casia quinientos, según el siclo del santuario, y de aceite de olivas un hin. Y harás de ello el aceite de la santa unción; superior ungüento, según el arte del perfumador, será el aceite de la unción santa. Con él ungirás el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, la mesa con todos sus utensilios, el candelero con todos sus utensilios, el altar del incienso, el altar del holocausto con todos sus utensilios, y la fuente y su base. Así los consagrarás, y serán cosas santísimas; todo lo que tocare en ellos, será santificado. Ungirás también a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que sean mis sacerdotes. Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Este será mi aceite de la santa unción por vuestras generaciones. Sobre carne de hombre no será derramado, ni haréis otro semejante, conforme a su composición; santo es, y por santo lo tendréis vosotros. Cualquiera que compusiere ungüento semejante, y que pusiere de él sobre extraño, será cortado de entre su pueblo. Dijo además Jehová a Moisés: Toma especias aromáticas, estacte y uña aromática y gálbano aromático e incienso puro; de todo en igual peso, y harás de ello el incienso, un perfume según el arte del perfumador, bien mezclado, puro y santo. Y molerás parte de él en polvo fino, y lo pondrás delante del testimonio en el tabernáculo de reunión, donde yo me mostraré a ti. Os será cosa santísima. Como este incienso que harás, no os haréis otro según su composición; te será cosa sagrada para Jehová. Cualquiera que hiciere otro como este para olerlo, será cortado de entre su pueblo. 31 Habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor. Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado; el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, el propiciatorio que está sobre ella, y todos los utensilios del tabernáculo, la mesa y sus utensilios, el candelero limpio y todos sus utensilios, el altar del incienso, el altar del holocausto y todos sus utensilios, la fuente y su base, los vestidos del servicio, las vestiduras santas para Aarón el sacerdote, las vestiduras de sus hijos para que ejerzan el sacerdocio, el aceite de la unción, y el incienso aromático para el santuario; harán conforme a todo lo que te he mandado. Habló además Jehová a Moisés, diciendo: Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo. Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá. Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó. Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. 32 Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse. Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz. Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande. Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre. Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo. Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas. Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas. Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo. Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel. Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal. Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro. Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos, se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví. Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres. Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros. Y aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado. Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito. Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro. Vé, pues, ahora, lleva a este pueblo a donde te he dicho; he aquí mi ángel irá delante de ti; pero en el día del castigo, yo castigaré en ellos su pecado. Y Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó Aarón.

Salmo 148:
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Alaben al Señor desde los cielos, alábenlo desde las alturas. Alábenlo, todos sus ángeles, alábenlo, todos sus ejércitos. Alábenlo, sol y luna, alábenlo, estrellas luminosas. Alábenlo ustedes, altísimos cielos, y ustedes, las aguas que están sobre los cielos. Sea alabado el *nombre del Señor, porque él dio una orden y todo fue creado. Todo quedó afirmado para siempre; emitió un decreto que no será abolido. Alaben al Señor desde la tierra los monstruos marinos y las profundidades del mar, el relámpago y el granizo, la nieve y la neblina, el viento tempestuoso que cumple su mandato, los montes y las colinas, los árboles frutales y todos los cedros, los animales salvajes y los domésticos, los reptiles y las aves, los reyes de la tierra y todas las naciones, los príncipes y los gobernantes de la tierra, los jóvenes y las jóvenes, los ancianos y los niños. Alaben el nombre del Señor, porque sólo su nombre es excelso; su esplendor está por encima de la tierra y de los cielos. ¡Él ha dado poder a su pueblo! ¡A él sea la alabanza de todos sus fieles, de los hijos de Israel, su pueblo cercano! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!


Proverbios 23:
6 Cuando te sientes a comer con un gobernante, fíjate bien en lo que tienes ante ti. Si eres dado a la glotonería, domina tu apetito. No codicies sus manjares, pues tal comida no es más que un engaño. 7 No te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ellas. ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas. No te sientes a la mesa de un tacaño, ni codicies sus manjares, que son como un pelo en la garganta. "Come y bebe", te dirá, pero no te lo dirá de corazón. 8 Acabarás vomitando lo que hayas comido, y tus cumplidos no habrán servido de nada. 9 A oídos del necio jamás dirijas palabra, pues se burlará de tus sabios consejos. 10 No cambies de lugar los linderos antiguos, ni invadas la propiedad de los huérfanos, porque su Defensor es muy poderoso y contra ti   defenderá su causa. 11 Aplica tu corazón a la disciplina y tus oídos al conocimiento. 12 No dejes de disciplinar al joven, que de unos cuantos azotes no se morirá. Dale unos buenos azotes, y así lo librarás del sepulcro. 13 Hijo mío, si tu corazón es sabio, también mi corazón se regocijará; en lo íntimo de mi ser me alegraré cuando tus labios hablen con rectitud. 14 No envidies en tu corazón a los pecadores; más bien, muéstrate siempre celoso en el temor del Señor. Cuentas con una esperanza futura, la cual no será destruida. 15 Hijo mío, presta atención y sé sabio; mantén tu corazón en el camino recto. No te juntes con los que beben mucho vino, ni con los que se hartan de carne, pues borrachos y glotones, por su indolencia, acaban harapientos y en la pobreza. 16 Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana. Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas! El padre del justo experimenta gran regocijo; quien tiene un hijo sabio se solaza en él. ¡Que se alegren tu padre y tu madre! ¡Que se regocije la que te dio la vida! 17 Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos. Porque fosa profunda es la prostituta, y estrecho pozo, la mujer ajena. Se pone al acecho, como un bandido, y multiplica la infidelidad de los hombres. 18 ¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares? ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas? ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados? ¡Del que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores! No te fijes en lo rojo que es el vino, ni en cómo brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza; porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora. Tus ojos verán alucinaciones, y tu mente imaginará estupideces. Te parecerá estar durmiendo en alta mar, acostado sobre el mástil mayor. Y dirás: "Me han herido, pero no me duele. Me han golpeado, pero no lo siento. ¿Cuándo despertaré de este sueño para ir a buscar otro trago?"


El Libro de Efesios Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
EFESIOS
 
CAPÍTULO 4
(64 d.C.)
NUESTRO ANDAR DIARIO


YO pues, preso en el Señor (como se mencionó, el Apóstol está en la prisión en Roma; él se considera prisionero porque el Señor así lo quería y lo mandaba), os ruego que andéis como es digno de la vocación con que sois llamados (se refiere a la norma de conducta; vivir en santidad, el Creyente debe "andar conforme al Espíritu," que se logra sólo cuando entiende que toda fuerza y ayuda provienen de la Cruz, y al hacer siempre la Cruz el Objeto de nuestra Fe),
2 Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia soportando los unos a los otros en amor (de nuevo, todo esto es obra del Espíritu, lo que significa que no se puede lograr por nuestra propia habilidad; la ayuda del Espíritu nos llega por nuestra Fe constante en la Cruz [I Cor. 1:17-18, 23]);
3 Solícitos a guardar la unidad del Espíritu (la unidad con respecto a la Fe en Cristo y la Cruz) en el vínculo de la paz (la Fe en cosas ajenas de Cristo y la Cruz destruye la paz, porque promueve la auto-justicia).
4 Un cuerpo (el Cuerpo de los Creyentes llamados), y un Espíritu (un Espíritu Santo, Quien obra siempre por medio de Cristo y la Cruz [Jn. 16:13-14]; significa que la Fe en cosas ajenas de la Cruz no es del Espíritu Santo, sino de espíritus), como sois también llamados a una misma esperanza de vuestra vocación (toda nuestra esperanza está en Cristo Jesús y lo que Él hizo por nosotros en la Cruz; es nuestra "sola" y única "esperanza");
5 Un Señor (Jesucristo), una Fe (lo que Él hizo en la Cruz), un Bautismo (nuestra Salvación, refiriéndose a los Creyentes Bautizados en Cristo, que se efectuó en la Cruz; no tiene nada que ver con el Bautismo en Agua [Rom. 6:3-5]),
6 Un Dios y Padre de todos (se refiere sólo a los Redimidos; Dios no es el Padre de los inconversos, cuando Jesús lo dijo claramente; el padre de ellos es realmente el Diablo [Jn. 8:44]), El Cual es sobre todas las cosas (se refiere a la supremacía), y por todas las cosas, y en todos vosotros (en virtud de lo que Cristo hizo por nosotros en la Cruz, y nuestra Fe en aquella Obra Terminada).
EL DON DE CRISTO
7 Empero a cada uno de nosotros es dada la Gracia (sin embargo, se puede frustrar esta Gracia cuando los Creyentes se desvían de la Cruz a otras cosas [Gál. 2:21]) conforme a la medida del Don de Cristo (proporcionada en cierta medida a cada Santo según la necesidad, a menos que, como se mencionó, sea frustrada).
8 Por lo cual dice (Sal. 68:18), Subiendo a lo alto (la Ascensión), llevó cautiva la cautividad (liberó a las almas en el Paraíso; antes de la Cruz, a pesar de ser Creyentes, ellos todavía estuvieron retenidos como cautivos por Satanás porque la sangre de toros y cabras no pudo quitar la deuda del pecado; pero cuando Jesús murió en la Cruz, la deuda del pecado fue pagada, y entonces Él convierte a todos estos en Sus Cautivos), y dio Dones a los hombres. (Los "Dones" incluyen todos los Atributos de Cristo, todo se hizo posible por la Cruz.)
9 (Y que Él subió (misión cumplida), ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la Tierra? (Inmediatamente antes de Su Ascensión a la Gloria, lo cual se llevaría a cabo en triunfo total, Él primero bajó al Paraíso para liberar a todas las almas Creyentes en aquella región, ¡lo que Él así lo hizo!)
10 El Que descendió, Él Mismo es El Que también subió (es una representación de Jesús como Libertador y Mediador) sobre todos los Cielos (revela Su posición presente, nunca más volver a descender al mundo de las tinieblas), para cumplir todas las cosas.) (Él siempre fue el Creador, pero Él ahora es también el Salvador.)
11 Y Él Mismo dio (nuestro Señor hace el llamado) unos, ciertamente Apóstoles (tiene referencia al hecho de que no todos quienes son llamados a ser Ministros serán llamados a ser Apóstoles; se aplica a otras designaciones también; los "Apóstoles" sirven como los líderes de facto de la Iglesia, y hacen así por el Mensaje particular dado a ellos por el Señor para la Iglesia); y otros, Profetas (quienes se mantienen en la Oficina del Profeta, por ello, prediciendo y predicando); y otros, Evangelistas (recoger la cosecha); y otros, Pastores (Pastores de las Iglesias) y Maestros (aquéllos con un Ministerio especial para enseñar la Palabra al Cuerpo de Cristo; los "Apóstoles" pueden desempeñar en todas las vocaciones);
EL PROPÓSITO DE
LOS DONES
12 Para perfección de los Santos ("equipar para el servicio"), para la obra del Ministerio (proclamar el Mensaje de Redención al mundo entero), para la edificación del Cuerpo de Cristo (para la edificación espiritual de la Iglesia):
13 Hasta que todos lleguemos a la unidad de la Fe (traer a todos los Creyentes a un conocimiento apropiado de Cristo y la Cruz), y del conocimiento del Hijo de Dios (lo que de nuevo se refiere a lo que Él hizo por nosotros en la Cruz), a un varón perfecto (el Creyente que obra en madurez), a la medida de la edad de la plenitud de Cristo (la "medida" es la "plenitud de Cristo," que sólo se puede alcanzar con una Fe apropiada en la Cruz):
14 Que ya no seamos niños (presenta lo opuesto de la madurez, y se refiere a aquéllos cuya Fe está en algo ajeno de la Cruz), fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres (Satanás usa a los Predicadores) que para engañar (se refiere a una planificación o sistema deliberada), emplean con astucia las artimañas engañosas del error (apariencia de falsedad, algo que no es de la Cruz);
15 Antes siguiendo la Verdad en Amor (proclama con poder la Verdad de la Cruz, pero siempre con Amor), crezcamos en todas las cosas (el Crecimiento Espiritual apropiado puede tener lugar sólo según la Fe apropiada en la Cruz [I Cor. 1:21, 23; 2:2]) en Aquél que es la Cabeza, a saber, Cristo (Cristo es la Cabeza de la Iglesia, y es así en virtud de la Cruz):
16 Del Cual (Cristo Jesús), todo el Cuerpo (Cristo como la Cabeza y la Iglesia como el Cuerpo) compuesto y bien ligado (el pie en el lugar donde ha de estar, y el ojo en el lugar correcto, etc.) entre sí por aquello que todas las junturas proveen (una parte es dependiente en el otro), que recibe según la operación, cada miembro conforme a su medida (cada parte labora para producir un gran resultado) crece el cuerpo edificándose en amor (edificándose a sí mismo; ocurrirá cuando funcionamos según el Orden Prescrito de Dios, que es la "unidad de la Fe"; de nuevo, se refiere a un entendimiento correcto de la Cruz).
NORMAS MORALES
17 Esto pues digo, y requiero en el Señor (se le dio a él por el Señor con respecto a nuestro estilo de vida diario), que no andéis más como los otros Gentiles (su norma de comportamiento), que andan en la vanidad de su mente (se refiere a vivir en la esfera de vaciedad; denota ignorancia de los asuntos Divinos, una ceguera moral),
18 Teniendo el entendimiento entenebrecido (un proceso completado en el pasado [la Caída] pero con resultados en el presente), ajenos de la vida de Dios (la única vida verdadera que hay) por la ignorancia que en ellos hay (no sólo se refiere al intelecto, sino denota ignorancia de los asuntos Divinos), por la dureza de su corazón (es una "ignorancia voluntaria" que ocasiona una "ceguera voluntaria," es decir, "ceguera espiritual"):
19 Los cuales después que perdieron el sentido de la conciencia (la insensibilidad moral, que ocasiona la inhumanidad del hombre al hombre), se entregaron a la lujuria (una rendición completa de sí mismo a la maldad) para cometer con avidez toda suerte de impureza (tal persona codicia ese estilo de vida).
20 Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo (en contraste con los paganos insensibles, dominados por pasión quienes existen sólo para satisfacer su naturaleza inferior; en otras palabras, el Señor nos salva del pecado, no en el pecado);
21 Si empero Lo habéis oído (el punto principal es, "Puesto que era Cristo a Quien habían escuchado Predicar"), y habéis sido por Él enseñados (debieran haberse traducido, "en Él," es decir, "en la esfera de Cristo"), como la Verdad está en Jesús (la verdad no sólo es "en Jesús," sino también "es Jesús" [Jn. 14:6]):
22 A que os despojéis (que sólo se puede hacer por medio de colocar su Fe exclusivamente en la Cruz) en cuanto a la pasada manera de vivir (concerniente a la manera anterior de vida) el viejo hombre (se refiere a la persona inconversa dominada totalmente por la naturaleza depravada [Rom. 6:6]), que se corrompe conforme a los deseos engañosos (la persona inconversa está sujeta a un proceso continuo de corrupción que se empeora con el transcurrir del tiempo);
23 Y a renovarnos (un acto continuo) en el espíritu de vuestra mente (tiene que ver con la voluntad humana; el Creyente debe desechar la mentalidad de dependencia en sí mismo y colocar dependencia total en Cristo, lo que sólo puede lograrse al hacer sólo la Cruz el Objeto de su propia Fe [Rom. 12:1-2]);
24 Y vestirse del nuevo hombre (somos un "nuevo hombre" en virtud de ser Bautizados en Su Muerte, Sepultado con Él por Bautismo en Su Muerte, refiriéndose a la Crucifixión, y estando Resucitado con Él en "novedad de vida" [Rom. 6:3-5]) que es creado conforme a Dios en Justicia y en Santidad de la verdad. (Es lo que el "nuevo hombre" ha de ser y lo que puede ser, pero sólo cuando se considera muerto al pecado y a la naturaleza pecaminosa [efectuado en la Cruz], pero vivo a Dios a través de Jesucristo nuestro Señor [Rom. 6:11].)
25 Por lo cual dejando la mentira (la primera cosa que debe incluir al desechar el "viejo yo" es la falsedad, que se refiere a creer algo aparte de Cristo y de la Cruz; en otras palabras, todo lo demás que no es de Cristo y Él Crucificado es una "mentira"), hablad verdad cada uno con su prójimo (la Verdad es Cristo y la Cruz, que ocasiona la Justicia y la Verdadera Santidad): porque somos miembros los unos de los otros. (Por lo tanto, debemos todos ceñirnos a la misma cosa, que es Cristo y la Cruz.)
26 Airaos, y no pequéis: no se ponga el sol sobre vuestro enojo (la única "ira" que se permite es la ira Justa; todas las demás iras son el resultado del "viejo hombre," y debe ser "despojado"; tiene que ver básicamente con nuestras emociones, lo cual el Espíritu Santo puede calmar apropiadamente; significa que para que Él obre, debemos siempre tener la Cruz como el Objeto de nuestra Fe):
27 Ni deis lugar al Diablo. (La Fe apropiadamente puesta en la Cruz no da lugar a Satanás.)
28 El que hurtaba, no hurte más (cuando nos asemejamos a Cristo resulta en altas normas morales): antes trabaje, obrando con sus manos lo que es bueno (hemos de ganarnos la vida por cualquier método honesto que esté a nuestro alcance), para que tenga de qué dar al que padeciere necesidad. (En lugar de recibir de los demás, ahora podemos dar a los demás.)
29 Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca (que ninguna calumnia ni incredulidad proceda de su boca), sino la que sea buena para edificación (lo que nosotros decimos ¿edifica o destroza?), para que dé Gracia a los oyentes (una Bendición).
30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios (decir malas palabras o palabras inútiles es repugnante a la Santidad del Espíritu), con el cual estáis sellados para el Día de la Redención. (Debiera traducirse, "En Quien están ustedes sellados hasta el Día de la Redención." El Espíritu Santo es el Sello Mismo que Dios ha puesto sobre nosotros.)
31 Toda amargura, y enojo, e ira, y clamor, y maledicencia, sea quitada de vosotros, con toda malicia (a medida que el Creyente pone su Fe en la Cruz y mantiene su Fe en la Cruz, dando libertad de acción al Espíritu Santo para obrar, la maldad se "despoja" de nuestra vida):
32 Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdonándoos los unos a los otros (sea presto a perdonar), aun como también Dios os perdonó en Cristo. (El perdón de Cristo a nosotros ha de ser siempre el motivo de nuestro perdón a los demás.)


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

 

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