El 12 de febrero Lectura Bíblica Diaria
Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
El 12 de febrero Lectura Bíblica Diaria:
23
Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles:
Las fiestas solemnes de Jehová, las cuales proclamaréis como santas
convocaciones, serán estas: Seis días se trabajará, mas el séptimo día
será de reposo, santa convocación; ningún trabajo haréis; día de reposo
es de Jehová en dondequiera que habitéis. Estas son las fiestas solemnes
de Jehová, las convocaciones santas, a las cuales convocaréis en sus
tiempos: En el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes,
pascua es de Jehová. Y a los quince días de este mes es la fiesta
solemne de los panes sin levadura a Jehová; siete días comeréis panes
sin levadura. El primer día tendréis santa convocación; ningún trabajo
de siervos haréis. Y ofreceréis a Jehová siete días ofrenda encendida;
el séptimo día será santa convocación; ningún trabajo de siervo haréis. Y
habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles:
Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies,
traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de
vuestra siega. Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para
que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá. Y el
día que ofrezcáis la gavilla, ofreceréis un cordero de un año, sin
defecto, en holocausto a Jehová. Su ofrenda será dos décimas de efa de
flor de harina amasada con aceite, ofrenda encendida a Jehová en olor
gratísimo; y su libación será de vino, la cuarta parte de un hin. No
comeréis pan, ni grano tostado, ni espiga fresca, hasta este mismo día,
hasta que hayáis ofrecido la ofrenda de vuestro Dios; estatuto perpetuo
es por vuestras edades en dondequiera que habitéis. Y contaréis desde el
día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la
gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán. Hasta el
día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días;
entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová. De vuestras habitaciones
traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa
de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová. Y
ofreceréis con el pan siete corderos de un año, sin defecto, un becerro
de la vacada, y dos carneros; serán holocausto a Jehová, con su ofrenda y
sus libaciones, ofrenda encendida de olor grato para Jehová. Ofreceréis
además un macho cabrío por expiación, y dos corderos de un año en
sacrificio de ofrenda de paz. Y el sacerdote los presentará como ofrenda
mecida delante de Jehová, con el pan de las primicias y los dos
corderos; serán cosa sagrada a Jehová para el sacerdote. Y convocaréis
en este mismo día santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis;
estatuto perpetuo en dondequiera que habitéis por vuestras generaciones.
Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último
rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y para el
extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios. Y habló Jehová a Moisés,
diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al
primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de
trompetas, y una santa convocación. Ningún trabajo de siervos haréis; y
ofreceréis ofrenda encendida a Jehová. También habló Jehová a Moisés,
diciendo: A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación;
tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis
ofrenda encendida a Jehová. Ningún trabajo haréis en este día; porque es
día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.
Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada
de su pueblo. Y cualquiera persona que hiciere trabajo alguno en este
día, yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo. Ningún trabajo
haréis; estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en dondequiera
que habitéis. Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras
almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde
guardaréis vuestro reposo. Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a
los hijos de Israel y diles: A los quince días de este mes séptimo será
la fiesta solemne de los tabernáculos a Jehová por siete días. El primer
día habrá santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis. Siete
días ofreceréis ofrenda encendida a Jehová; el octavo día tendréis santa
convocación, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová; es fiesta, ningún
trabajo de siervos haréis. Estas son las fiestas solemnes de Jehová, a
las que convocaréis santas reuniones, para ofrecer ofrenda encendida a
Jehová, holocausto y ofrenda, sacrificio y libaciones, cada cosa en su
tiempo, además de los días de reposo de Jehová, de vuestros dones, de
todos vuestros votos, y de todas vuestras ofrendas voluntarias que
acostumbráis dar a Jehová. Pero a los quince días del mes séptimo,
cuando hayáis recogido el fruto de la tierra, haréis fiesta a Jehová por
siete días; el primer día será de reposo, y el octavo día será también
día de reposo. Y tomaréis el primer día ramas con fruto de árbol
hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de los
arroyos, y os regocijaréis delante de Jehová vuestro Dios por siete
días. Y le haréis fiesta a Jehová por siete días cada año; será estatuto
perpetuo por vuestras generaciones; en el mes séptimo la haréis. En
tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en
tabernáculos, para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos
hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de
Egipto. Yo Jehová vuestro Dios. Así habló Moisés a los hijos de Israel
sobre las fiestas solemnes de Jehová. 24 Habló Jehová a Moisés,
diciendo: Manda a los hijos de Israel que te traigan para el alumbrado
aceite puro de olivas machacadas, para hacer arder las lámparas
continuamente. Fuera del velo del testimonio, en el tabernáculo de
reunión, las dispondrá Aarón desde la tarde hasta la mañana delante de
Jehová; es estatuto perpetuo por vuestras generaciones. Sobre el
candelero limpio pondrá siempre en orden las lámparas delante de Jehová.
Y tomarás flor de harina, y cocerás de ella doce tortas; cada torta
será de dos décimas de efa. Y las pondrás en dos hileras, seis en cada
hilera, sobre la mesa limpia delante de Jehová. Pondrás también sobre
cada hilera incienso puro, y será para el pan como perfume, ofrenda
encendida a Jehová. Cada día de reposo lo pondrá continuamente en orden
delante de Jehová, en nombre de los hijos de Israel, como pacto
perpetuo. Y será de Aarón y de sus hijos, los cuales lo comerán en lugar
santo; porque es cosa muy santa para él, de las ofrendas encendidas a
Jehová, por derecho perpetuo. En aquel tiempo el hijo de una mujer
israelita, el cual era hijo de un egipcio, salió entre los hijos de
Israel; y el hijo de la israelita y un hombre de Israel riñeron en el
campamento. Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el Nombre, y
maldijo; entonces lo llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba Selomit,
hija de Dibri, de la tribu de Dan. Y lo pusieron en la cárcel, hasta que
les fuese declarado por palabra de Jehová. Y Jehová habló a Moisés,
diciendo: Saca al blasfemo fuera del campamento, y todos los que le
oyeron pongan sus manos sobre la cabeza de él, y apedréelo toda la
congregación. Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo: Cualquiera que
maldijere a su Dios, llevará su iniquidad. Y el que blasfemare el
nombre de Jehová, ha de ser muerto; toda la congregación lo apedreará;
así el extranjero como el natural, si blasfemare el Nombre, que muera.
Asimismo el hombre que hiere de muerte a cualquiera persona, que sufra
la muerte. El que hiere a algún animal ha de restituirlo, animal por
animal. Y el que causare lesión en su prójimo, según hizo, así le sea
hecho: rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente; según la
lesión que haya hecho a otro, tal se hará a él. El que hiere algún
animal ha de restituirlo; mas el que hiere de muerte a un hombre, que
muera. Un mismo estatuto tendréis para el extranjero, como para el
natural; porque yo soy Jehová vuestro Dios. Y habló Moisés a los hijos
de Israel, y ellos sacaron del campamento al blasfemo y lo apedrearon. Y
los hijos de Israel hicieron según Jehová había mandado a Moisés. 25
Jehová habló a Moisés en el monte de Sinaí, diciendo: Habla a los hijos
de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, la
tierra guardará reposo para Jehová. Pero el séptimo año la tierra tendrá
descanso, reposo para Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu
viña. Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y
recogerás sus frutos. Lo que de suyo naciere en tu tierra segada, no lo
segarás, y las uvas de tu viñedo no vendimiarás; año de reposo será para
la tierra. Mas el descanso de la tierra te dará para comer a ti, a tu
siervo, a tu sierva, a tu criado, y a tu extranjero que morare contigo; y
a tu animal, y a la bestia que hubiere en tu tierra, será todo el fruto
de ella para comer. Y contarás siete semanas de años, siete veces siete
años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte
cuarenta y nueve años. Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en
el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis
tocar la trompeta por toda vuestra tierra. Y santificaréis el año
cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores;
ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y
cada cual volverá a su familia. El año cincuenta os será jubileo; no
sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni
vendimiaréis sus viñedos, porque es jubileo; santo será a vosotros; el
producto de la tierra comeréis. En este año de jubileo volveréis cada
uno a vuestra posesión. Y cuando vendiereis algo a vuestro prójimo, o
comprareis de mano de vuestro prójimo, no engañe ninguno a su hermano.
Conforme al número de los años después del jubileo comprarás de tu
prójimo; conforme al número de los años de los frutos te venderá él a
ti. Cuanto mayor fuere el número de los años, aumentarás el precio, y
cuanto menor fuere el número, disminuirás el precio; porque según el
número de las cosechas te venderá él. Y no engañe ninguno a su prójimo,
sino temed a vuestro Dios; porque yo soy Jehová vuestro Dios. Ejecutad,
pues, mis estatutos y guardad mis ordenanzas, y ponedlos por obra, y
habitaréis en la tierra seguros; y la tierra dará su fruto, y comeréis
hasta saciaros, y habitaréis en ella con seguridad. Y si dijereis: ¿Qué
comeremos el séptimo año? He aquí no hemos de sembrar, ni hemos de
recoger nuestros frutos; entonces yo os enviaré mi bendición el sexto
año, y ella hará que haya fruto por tres años. Y sembraréis el año
octavo, y comeréis del fruto añejo; hasta el año noveno, hasta que venga
su fruto, comeréis del añejo. La tierra no se venderá a perpetuidad,
porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois
para conmigo. Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión
otorgaréis rescate a la tierra. Cuando tu hermano empobreciere, y
vendiere algo de su posesión, entonces su pariente más próximo vendrá y
rescatará lo que su hermano hubiere vendido. Y cuando el hombre no
tuviere rescatador, y consiguiere lo suficiente para el rescate,
entonces contará los años desde que vendió, y pagará lo que quedare al
varón a quien vendió, y volverá a su posesión. Mas si no consiguiere lo
suficiente para que se la devuelvan, lo que vendió estará en poder del
que lo compró hasta el año del jubileo; y al jubileo saldrá, y él
volverá a su posesión. El varón que vendiere casa de habitación en
ciudad amurallada, tendrá facultad de redimirla hasta el término de un
año desde la venta; un año será el término de poderse redimir. Y si no
fuere rescatada dentro de un año entero, la casa que estuviere en la
ciudad amurallada quedará para siempre en poder de aquel que la compró, y
para sus descendientes; no saldrá en el jubileo. Mas las casas de las
aldeas que no tienen muro alrededor serán estimadas como los terrenos
del campo; podrán ser rescatadas, y saldrán en el jubileo. Pero en
cuanto a las ciudades de los levitas, estos podrán rescatar en cualquier
tiempo las casas en las ciudades de su posesión. Y el que comprare de
los levitas saldrá de la casa vendida, o de la ciudad de su posesión, en
el jubileo, por cuanto las casas de las ciudades de los levitas son la
posesión de ellos entre los hijos de Israel. Mas la tierra del ejido de
sus ciudades no se venderá, porque es perpetua posesión de ellos. Y
cuando tu hermano empobreciere y se acogiere a ti, tú lo ampararás; como
forastero y extranjero vivirá contigo. No tomarás de él usura ni
ganancia, sino tendrás temor de tu Dios, y tu hermano vivirá contigo. No
le darás tu dinero a usura, ni tus víveres a ganancia. Yo Jehová
vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para daros la tierra
de Canaán, para ser vuestro Dios. Y cuando tu hermano empobreciere,
estando contigo, y se vendiere a ti, no le harás servir como esclavo.
Entonces saldrá libre de tu casa; él y sus hijos consigo, y volverá a su
familia, y a la posesión de sus padres se restituirá. Como criado, como
extranjero estará contigo; hasta el año del jubileo te servirá. Porque
son mis siervos, los cuales saqué yo de la tierra de Egipto; no serán
vendidos a manera de esclavos. No te enseñorearás de él con dureza, sino
tendrás temor de tu Dios. Así tu esclavo como tu esclava que tuvieres,
serán de las gentes que están en vuestro alrededor; de ellos podréis
comprar esclavos y esclavas. También podréis comprar de los hijos de los
forasteros que viven entre vosotros, y de las familias de ellos nacidos
en vuestra tierra, que están con vosotros, los cuales podréis tener por
posesión. Y los podréis dejar en herencia para vuestros hijos después
de vosotros, como posesión hereditaria; para siempre os serviréis de
ellos; pero en vuestros hermanos los hijos de Israel no os enseñorearéis
cada uno sobre su hermano con dureza. Si el forastero o el extranjero
que está contigo se enriqueciere, y tu hermano que está junto a él
empobreciere, y se vendiere al forastero o extranjero que está contigo, o
a alguno de la familia del extranjero; después que se hubiere vendido,
podrá ser rescatado; uno de sus hermanos lo rescatará. O su tío o el
hijo de su tío lo rescatará, o un pariente cercano de su familia lo
rescatará; o si sus medios alcanzaren, él mismo se rescatará. Hará la
cuenta con el que lo compró, desde el año que se vendió a él hasta el
año del jubileo; y ha de apreciarse el precio de su venta conforme al
número de los años, y se contará el tiempo que estuvo con él conforme al
tiempo de un criado asalariado. Si aún fueren muchos años, conforme a
ellos devolverá para su rescate, del dinero por el cual se vendió. Y si
quedare poco tiempo hasta el año del jubileo, entonces hará un cálculo
con él, y devolverá su rescate conforme a sus años. Como con el tomado a
salario anualmente hará con él; no se enseñoreará en él con rigor
delante de tus ojos. Y si no se rescatare en esos años, en el año del
jubileo saldrá, él y sus hijos con él. Porque mis siervos son los hijos
de Israel; son siervos míos, a los cuales saqué de la tierra de Egipto.
Yo Jehová vuestro Dios.
Salmo 9:
Álef - Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón, y contar todas tus maravillas. Quiero alegrarme y regocijarme en ti, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo. Bet - Mis enemigos retroceden; tropiezan y perecen ante ti. Porque tú me has hecho justicia, me has vindicado; tú, juez justo, ocupas tu trono. Guímel - Reprendiste a los paganos, destruiste a los malvados; ¡para siempre borraste su memoria! Desgracia sin fin cayó sobre el enemigo; arrancaste de raíz sus ciudades, y hasta su recuerdo se ha desvanecido. He - Pero el Señor reina por siempre; para emitir juicio ha establecido su trono. Juzgará al mundo con justicia; gobernará a los pueblos con equidad. Vav - El Señor es refugio de los oprimidos; es su baluarte en momentos de angustia. En ti confían los que conocen tu nombre, porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan. Zayin - Canten salmos al Señor, el rey de Sión; proclamen sus proezas entre las naciones. El vengador de los inocentes se acuerda de ellos; no pasa por alto el clamor de los afligidos. Jet - Ten compasión de mí, Señor; mira cómo me afligen los que me odian. Sácame de las puertas de la muerte, para que en las *puertas de Jerusalén proclame tus alabanzas y me regocije en tu salvación. Tet - Han caído los paganos en la fosa que han cavado; sus pies quedaron atrapados en la red que ellos mismos escondieron. Al Señor se le conoce porque imparte justicia; el malvado cae en la trampa que él mismo tendió. Higaión. Selah. Yod - Bajan al sepulcro los malvados, todos los paganos que de Dios se olvidan. Caf - Pero no se olvidará para siempre al necesitado, ni para siempre se perderá la esperanza del pobre. ¡Levántate, Señor! No dejes que el hombre prevalezca; ¡haz que las naciones comparezcan ante ti! Infúndeles terror, Señor; ¡que los pueblos sepan que son simples mortales! Selah.
Proverbios 3:
Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos. Porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán prosperidad. Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón. Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente. Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser. Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo. Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido. Dichoso el que halla sabiduría, el que adquiere inteligencia. Porque ella es de más provecho que la plata y rinde más ganancias que el oro. Es más valiosa que las piedras preciosas: ¡ni lo más deseable se le puede comparar! Con la mano derecha ofrece larga vida; con la izquierda, honor y riquezas. Sus caminos son placenteros y en sus senderos hay paz. Ella es árbol de vida para quienes la abrazan; ¡dichosos los que la retienen! Con sabiduría afirmó el Señor la tierra, con inteligencia estableció los cielos. Por su conocimiento se separaron las aguas, y las nubes dejaron caer su rocío. Hijo mío, conserva el buen juicio; no pierdas de vista la discreción. Te serán fuente de vida, te adornarán como un collar. Podrás recorrer tranquilo tu camino, y tus pies no tropezarán. Al acostarte, no tendrás temor alguno; te acostarás y dormirás tranquilo. No temerás ningún desastre repentino, ni la desgracia que sobreviene a los impíos. Porque el Señor estará siempre a tu lado y te librará de caer en la trampa. No niegues un favor a quien te lo pida, si en tu mano está el otorgarlo. Nunca digas a tu prójimo: "Vuelve más tarde; te ayudaré mañana", si hoy tienes con qué ayudarlo. No urdas el mal contra tu prójimo, contra el que ha puesto en ti su confianza. No entres en pleito con nadie que no te haya hecho ningún daño. No envidies a los violentos, ni optes por andar en sus caminos. Porque el Señor aborrece al perverso, pero al íntegro le brinda su amistad. La maldición del Señor cae sobre la casa del malvado; su bendición, sobre el hogar de los justos. El Señor se burla de los burlones, pero muestra su favor a los humildes. Los sabios son dignos de honra, pero los necios sólo merecen deshonra.
El Libro de I Tesalonicenses Capítulo 1 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS TESALONISENSES
CAPÍTULO 1
(54 d.C.)
INTRODUCCIÓN
PABLO, y Silas, y Timoteo, a la Iglesia de los Tesalonicenses (se cree que es la Primera Epístola escrita por Pablo; por consiguiente, se usa por primera vez en la historia este saludo a la Iglesia) que está en Dios el Padre y en el Señor Jesucristo (tiene referencia al hecho de que Dios no puede dirigirse a la humanidad caída y pecadora, excepto por la Cruz de Cristo): Gracia y Paz a vosotros de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo (presenta la Fuente; pero el medio es la Cruz).
ACCIÓN DE GRACIAS
2 Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones (la oración fue el ambiente de la vida de Pablo, y debe ser el nuestro también);
LA IGLESIA
3 Sin cesar acordándonos delante del Dios y Padre nuestro (todo está bajo el escrutinio de Su Ojo) de la obra de vuestra fe, y del trabajo de amor, y de la tolerancia de la esperanza del Señor nuestro Jesucristo (lo que Jesús hizo por nosotros en la Cruz hace todo esto posible);
4 Sabiendo, Hermanos amados de Dios, vuestra elección. (Se refiere al rechazo de Israel como representantes del Evangelio, y a la elección de los Gentiles para tomar su lugar [Mat. 21:43; 23:37-39; Rom. 11:11-29].)
5 Por cuanto nuestro Evangelio no fue a vosotros en palabra solamente (se refiere al Nuevo Convenio), mas también en potencia, y en el Espíritu Santo (nos informa adónde está el poder), y en gran certeza (los resultados que corresponden a consecuencia del Evangelio cuando se predica correctamente); como sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros. (Pablo y aquéllos con él fueron ejemplos vivientes de lo que el Evangelio puede hacer en la vida de una persona.)
6 Y vosotros fuisteis hechos imitadores de nosotros, y del Señor (si sigue al Predicador equivocado, no encontrará al Señor), recibiendo la Palabra con mucha tribulación (indica la oposición de los viejos amigos o hasta parientes), con gozo del Espíritu Santo (mientras más aflicción causa Satanás, más gozo derrama el Espíritu Santo):
7 De esta manera habéis sido ejemplo a todos los que han creído en Macedonia y en Acaya (fueron testimonios del Gozo del Señor a pesar de la persecución).
8 Porque de vosotros ha sido divulgada la Palabra del Señor no sólo en Macedonia y en Acaya (corresponde al Mensaje de la Cruz, que había cambiado sus vidas), sino que en todo lugar vuestra Fe en Dios se ha extendido (no hay nada que anuncie mejor el Evangelio como ver las vidas transformadas); de modo que no tenemos necesidad de hablar nada. (Se adherían al Evangelio que él predicaba.)
9 Porque ellos cuentan de nosotros cuál entrada tuvimos a vosotros (el Fruto Espiritual de los Tesalonicenses daba testimonio al carácter de los obreros), y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios para servir al Dios Vivo y Verdadero (toda idolatría es una mentira; de hecho, toda religión es idolatría).
10 Y esperar a Su Hijo de los Cielos (se refiere al Arrebatamiento de la Iglesia), Al Cual resucitó de los muertos, aun Jesús (la Resurrección de Cristo garantiza la Resurrección de los Santos), el cual nos libró de la ira que ha de venir (por medio de la Cruz, y significa que finalmente el juicio vendrá a todos quienes rechazan a Cristo y la Cruz).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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