El día 25 de marzo Lectura Bíblica Diaria:
11 El Espíritu me elevó, y me llevó por la puerta oriental de la casa de Jehová, la cual mira hacia el oriente; y he aquí a la entrada de la puerta veinticinco hombres, entre los cuales vi a Jaazanías hijo de Azur y a Pelatías hijo de Benaía, principales del pueblo. Y me dijo: Hijo de hombre, estos son los hombres que maquinan perversidad, y dan en esta ciudad mal consejo; los cuales dicen: No será tan pronto; edifiquemos casas; esta será la olla, y nosotros la carne. Por tanto profetiza contra ellos; profetiza, hijo de hombre. Y vino sobre mí el Espíritu de Jehová, y me dijo: Di: Así ha dicho Jehová: Así habéis hablado, oh casa de Israel, y las cosas que suben a vuestro espíritu, yo las he entendido. Habéis multiplicado vuestros muertos en esta ciudad, y habéis llenado de muertos sus calles. Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Vuestros muertos que habéis puesto en medio de ella, ellos son la carne, y ella es la olla; mas yo os sacaré a vosotros de en medio de ella. Espada habéis temido, y espada traeré sobre vosotros, dice Jehová el Señor. Y os sacaré de en medio de ella, y os entregaré en manos de extraños, y haré juicios entre vosotros. A espada caeréis; en los límites de Israel os juzgaré, y sabréis que yo soy Jehová. La ciudad no os será por olla, ni vosotros seréis en medio de ella la carne; en los límites de Israel os juzgaré. Y sabréis que yo soy Jehová; porque no habéis andado en mis estatutos, ni habéis obedecido mis decretos, sino según las costumbres de las naciones que os rodean habéis hecho. Y aconteció que mientras yo profetizaba, aquel Pelatías hijo de Benaía murió. Entonces me postré rostro a tierra y clamé con gran voz, y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Destruirás del todo al remanente de Israel? Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, tus hermanos, tus hermanos, los hombres de tu parentesco y toda la casa de Israel, toda ella son aquellos a quienes dijeron los moradores de Jerusalén: Alejaos de Jehová; a nosotros es dada la tierra en posesión. Por tanto, di: Así ha dicho Jehová el Señor: Aunque les he arrojado lejos entre las naciones, y les he esparcido por las tierras, con todo eso les seré por un pequeño santuario en las tierras adonde lleguen. Dí, por tanto: Así ha dicho Jehová el Señor: Yo os recogeré de los pueblos, y os congregaré de las tierras en las cuales estáis esparcidos, y os daré la tierra de Israel. Y volverán allá, y quitarán de ella todas sus idolatrías y todas sus abominaciones. Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios. Mas a aquellos cuyo corazón anda tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, yo traigo su camino sobre sus propias cabezas, dice Jehová el Señor. Después alzaron los querubines sus alas, y las ruedas en pos de ellos; y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos. Y la gloria de Jehová se elevó de en medio de la ciudad, y se puso sobre el monte que está al oriente de la ciudad. Luego me levantó el Espíritu y me volvió a llevar en visión del Espíritu de Dios a la tierra de los caldeos, a los cautivos. Y se fue de mí la visión que había visto. Y hablé a los cautivos todas las cosas que Jehová me había mostrado. 12 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, tú habitas en medio de casa rebelde, los cuales tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oír y no oyen, porque son casa rebelde. Por tanto tú, hijo de hombre, prepárate enseres de marcha, y parte de día delante de sus ojos; y te pasarás de tu lugar a otro lugar a vista de ellos, por si tal vez atienden, porque son casa rebelde. Y sacarás tus enseres de día delante de sus ojos, como enseres de cautiverio; mas tú saldrás por la tarde a vista de ellos, como quien sale en cautiverio. Delante de sus ojos te abrirás paso por entre la pared, y saldrás por ella. Delante de sus ojos los llevarás sobre tus hombros, de noche los sacarás; cubrirás tu rostro, y no mirarás la tierra; porque por señal te he dado a la casa de Israel. Y yo hice así como me fue mandado; saqué mis enseres de día, como enseres de cautiverio, y a la tarde me abrí paso por entre la pared con mi propia mano; salí de noche, y los llevé sobre los hombros a vista de ellos. Y vino a mí palabra de Jehová por la mañana, diciendo: Hijo de hombre, ¿no te ha dicho la casa de Israel, aquella casa rebelde: ¿Qué haces? Diles: Así ha dicho Jehová el Señor: Esta profecía se refiere al príncipe en Jerusalén, y a toda la casa de Israel que está en medio de ella. Diles: Yo soy vuestra señal; como yo hice, así se hará con vosotros; partiréis al destierro, en cautividad. Y al príncipe que está en medio de ellos llevarán a cuestas de noche, y saldrán; por la pared abrirán paso para sacarlo por ella; cubrirá su rostro para no ver con sus ojos la tierra. Mas yo extenderé mi red sobre él, y caerá preso en mi trampa, y haré llevarlo a Babilonia, a tierra de caldeos, pero no la verá, y allá morirá. Y a todos los que estuvieren alrededor de él para ayudarle, y a todas sus tropas, esparciré a todos los vientos, y desenvainaré espada en pos de ellos. Y sabrán que yo soy Jehová, cuando los esparciere entre las naciones, y los dispersare por la tierra. Y haré que unos pocos de ellos escapen de la espada, del hambre y de la peste, para que cuenten todas sus abominaciones entre las naciones adonde llegaren; y sabrán que yo soy Jehová. Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, come tu pan con temblor, y bebe tu agua con estremecimiento y con ansiedad. Y dí al pueblo de la tierra: Así ha dicho Jehová el Señor sobre los moradores de Jerusalén y sobre la tierra de Israel: Su pan comerán con temor, y con espanto beberán su agua; porque su tierra será despojada de su plenitud, por la maldad de todos los que en ella moran. Y las ciudades habitadas quedarán desiertas, y la tierra será asolada; y sabréis que yo soy Jehová. Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, ¿qué refrán es este que tenéis vosotros en la tierra de Israel, que dice: Se van prolongando los días, y desaparecerá toda visión? Diles, por tanto: Así ha dicho Jehová el Señor: Haré cesar este refrán, y no repetirán más este refrán en Israel. Diles, pues: Se han acercado aquellos días, y el cumplimiento de toda visión. Porque no habrá más visión vana, ni habrá adivinación de lisonjeros en medio de la casa de Israel. Porque yo Jehová hablaré, y se cumplirá la palabra que yo hable; no se tardará más, sino que en vuestros días, oh casa rebelde, hablaré palabra y la cumpliré, dice Jehová el Señor. Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, he aquí que los de la casa de Israel dicen: La visión que éste ve es para de aquí a muchos días, para lejanos tiempos profetiza éste. Diles, por tanto: Así ha dicho Jehová el Señor: No se tardará más ninguna de mis palabras, sino que la palabra que yo hable se cumplirá, dice Jehová el Señor. 13 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, profetiza contra los profetas de Israel que profetizan, y dí a los que profetizan de su propio corazón: Oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto! Como zorras en los desiertos fueron tus profetas, oh Israel. No habéis subido a las brechas, ni habéis edificado un muro alrededor de la casa de Israel, para que resista firme en la batalla en el día de Jehová. Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió; con todo, esperan que él confirme la palabra de ellos. ¿No habéis visto visión vana, y no habéis dicho adivinación mentirosa, pues que decís: Dijo Jehová, no habiendo yo hablado? Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto vosotros habéis hablado vanidad, y habéis visto mentira, por tanto, he aquí yo estoy contra vosotros, dice Jehová el Señor. Estará mi mano contra los profetas que ven vanidad y adivinan mentira; no estarán en la congregación de mi pueblo, ni serán inscritos en el libro de la casa de Israel, ni a la tierra de Israel volverán; y sabréis que yo soy Jehová el Señor. Sí, por cuanto engañaron a mi pueblo, diciendo: Paz, no habiendo paz; y uno edificaba la pared, y he aquí que los otros la recubrían con lodo suelto, dí a los recubridores con lodo suelto, que caerá; vendrá lluvia torrencial, y enviaré piedras de granizo que la hagan caer, y viento tempestuoso la romperá. Y he aquí cuando la pared haya caído, ¿no os dirán: ¿Dónde está la embarradura con que la recubristeis? Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Haré que la rompa viento tempestuoso con mi ira, y lluvia torrencial vendrá con mi furor, y piedras de granizo con enojo para consumir. Así desbarataré la pared que vosotros recubristeis con lodo suelto, y la echaré a tierra, y será descubierto su cimiento, y caerá, y seréis consumidos en medio de ella; y sabréis que yo soy Jehová. Cumpliré así mi furor en la pared y en los que la recubrieron con lodo suelto; y os diré: No existe la pared, ni los que la recubrieron, los profetas de Israel que profetizan acerca de Jerusalén, y ven para ella visión de paz, no habiendo paz, dice Jehová el Señor. Y tú, hijo de hombre, pon tu rostro contra las hijas de tu pueblo que profetizan de su propio corazón, y profetiza contra ellas, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de aquellas que cosen vendas mágicas para todas las manos, y hacen velos mágicos para la cabeza de toda edad, para cazar las almas! ¿Habéis de cazar las almas de mi pueblo, para mantener así vuestra propia vida? ¿Y habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan, matando a las personas que no deben morir, y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira? Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra vuestras vendas mágicas, con que cazáis las almas al vuelo; yo las libraré de vuestras manos, y soltaré para que vuelen como aves las almas que vosotras cazáis volando. Romperé asimismo vuestros velos mágicos, y libraré a mi pueblo de vuestra mano, y no estarán más como presa en vuestra mano; y sabréis que yo soy Jehová. Por cuanto entristecisteis con mentiras el corazón del justo, al cual yo no entristecí, y fortalecisteis las manos del impío, para que no se apartase de su mal camino, infundiéndole ánimo, por tanto, no veréis más visión vana, ni practicaréis más adivinación; y libraré mi pueblo de vuestra mano, y sabréis que yo soy Jehová.
Salmo 103:
Alaba,
alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía,
al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus
pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te
cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y te rejuvenece
como a las águilas. El Señor hace justicia y defiende a todos los
oprimidos. Dio a conocer sus caminos a Moisés; reveló sus obras al
pueblo de Israel. El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y
grande en amor. No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor
eternamente. No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según
nuestras maldades. Tan grande es su amor por los que le temen como alto
es el cielo sobre la tierra. Tan lejos de nosotros echó nuestras
transgresiones como lejos del oriente está el occidente. Tan compasivo
es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Él
conoce nuestra condición; sabe que somos de barro. El hombre es como la
hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el
viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Pero el amor del Señor es
eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los
hijos de sus hijos, con los que cumplen su pacto y se acuerdan de sus
preceptos para ponerlos por obra. El Señor ha establecido su trono en el
cielo; su reinado domina sobre todos. Alaben al Señor, ustedes sus
ángeles, paladines que ejecutan su palabra y obedecen su mandato. Alaben
al Señor, todos sus ejércitos, siervos suyos que cumplen su voluntad.
Alaben al Señor, todas sus obras en todos los ámbitos de su dominio.
¡Alaba, alma mía, al Señor!
Proverbios 6:
Hijo
mío, si has salido fiador de tu vecino, si has hecho tratos para
responder por otro, si verbalmente te has comprometido, enredándote con
tus propias palabras, entonces has caído en manos de tu prójimo. Si
quieres librarte, hijo mío, éste es el camino: Ve corriendo y humíllate
ante él; procura deshacer tu compromiso. No permitas que se duerman tus
ojos; no dejes que tus párpados se cierren. Líbrate, como se libra del
cazador la gacela, como se libra de la trampa el ave. ¡Anda, perezoso,
fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! No
tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el
verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos.
Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado? ¿Cuándo despertarás de
tu sueño? Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado
de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez
como un hombre armado! El bribón y sinvergüenza, el vagabundo de boca
corrupta, hace guiños con los ojos, y señas con los pies y con los
dedos. El malvado trama el mal en su mente, y siempre anda provocando
disensiones. Por eso le sobrevendrá la ruina; ¡de repente será
destruido, y no podrá evitarlo! Hay seis cosas que el Señor aborrece, y
siete que le son detestables: los ojos que se enaltecen, la lengua que
miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace
planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo
que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos. Hijo
mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de
tu madre. Grábatelos en el corazón; cuélgatelos al cuello. Cuando
camines, te servirán de guía; cuando duermas, vigilarán tu sueño; cuando
despiertes, hablarán contigo. El mandamiento es una lámpara, la
enseñanza es una luz y la disciplina es el camino a la vida. Te
protegerán de la mujer malvada, de la mujer ajena y de su lengua
seductora. No abrigues en tu corazón deseos por su belleza, ni te dejes
cautivar por sus ojos, pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la
adúltera va tras el hombre que vale. ¿Puede alguien echarse brasas en el
pecho sin quemarse la ropa? ¿Puede alguien caminar sobre las brasas sin
quemarse los pies? Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena
puede tocarla y quedar impune. No se desprecia al ladrón que roba para
mitigar su hambre; pero si lo atrapan, deberá devolver siete tantos lo
robado, aun cuando eso le cueste todas sus posesiones. Pero al que
comete adulterio le faltan sesos; el que así actúa se destruye a sí
mismo. No sacará más que golpes y vergüenzas, y no podrá borrar su
oprobio. Porque los celos desatan la furia del esposo, y éste no
perdonará en el día de la venganza. No aceptará nada en desagravio, ni
se contentará con muchos regalos.
El Libro de Los Romanos Capítulo 8 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
ROMANOS
CAPÍTULO 8
(60 d.C.)
LA VIDA EN EL ESPÍRITU
AHORA
pues, ninguna condenación (culpa) hay para los que están en Cristo
Jesús (se refiere anteriormente a Romanos 6:3-5 y nosotros siendo
Bautizados en Su Muerte, que habla de la Crucifixión), los que no andan
conforme a la carne (que dependen en la fuerza personal y la capacidad
de sí mismo o grandes esfuerzos religiosos para vencer el pecado), mas
conforme al Espíritu (el Espíritu Santo trabaja exclusivamente dentro de
los límites legales de la Obra Terminada de Cristo; nuestra Fe en
aquella Obra Terminada, es decir, "la Cruz," garantiza la ayuda del
Espíritu Santo, que garantiza la Victoria).
2
Porque la Ley (lo que estamos a punto de dar es una Ley de Dios, ideado
por el Carácter Divino en la eternidad pasada [I Ped. 1:18-20]; esta
Ley, de hecho, es "el Orden Prescrito de Dios para la Victoria") del
Espíritu (el Espíritu Santo, es decir, "la manera que el Espíritu obra")
de Vida (la vida viene de Cristo, pero por el Espíritu Santo [Jn.
16:13-14]) en Cristo Jesús (cuando Pablo usa este término o uno de sus
derivados, él se refiere, sin fallar, a lo que Cristo hizo en la Cruz,
lo que hace que esta "vida" sea posible) me ha librado (me otorgaba
Victoria total) de la Ley del pecado y de la muerte (éstas son las dos
Leyes más poderosas en el Universo; la "Ley del Espíritu de Vida en
Cristo Jesús" sola es más fuerte que la "Ley del Pecado y de la Muerte";
significa que si el Creyente intenta vivir para Dios por alguna manera
aparte de la Fe en Cristo y la Cruz, él está condenado al fracaso).
3
Lo que la Ley no pudo hacer porque no pudo contra la naturaleza
pecaminosa, por cuanto era débil por la carne (aquellos bajo la Ley
tenían sólo su fuerza de voluntad, que es de modo deplorable
insuficiente; entonces a pesar de cómo se esfuerzan en su intento, eran
incapaces de guardar la Ley en aquel entonces, y la misma inhabilidad
persiste actualmente; toda persona que trata de vivir para Dios por un
sistema de leyes está condenada al fracaso, porque el Espíritu Santo no
funcionará en esa capacidad), Dios enviando a Su Hijo (se refiere a la
condición indefensa del hombre, incapaz de salvarse e incapaz de guardar
hasta una Ley simple y, por lo tanto, en extrema necesidad de un
Salvador) en semejanza de carne de pecado (significa que Cristo era en
realidad humano, se conformó en apariencia a la carne que está
caracterizada por el pecado, sin embargo libre del pecado), y a causa
del pecado (para expiar el pecado, destruir su poder, y salvar y
Santificar a sus víctimas), condenó al pecado en la carne (destruyó el
poder del pecado al dar Su Cuerpo Perfecto como Sacrificio a favor del
pecado, que lo hizo posible para que el pecado fuese derrotado en
nuestra carne; todo fue posible por medio de la Cruz):
4
Para que la Justicia de la Ley fuese cumplida en nosotros (la Ley que
cumple su realización completa en nosotros sólo puede ser hecha por la
Fe en Cristo, y lo que Cristo ha hecho por nosotros en la Cruz), que no
andamos conforme a la carne (no según nuestra propia fuerza y
capacidad), mas conforme al Espíritu (la palabra "andar" se refiere a la
manera en la cual ordenamos nuestra vida; cuando colocamos nuestra Fe
en Cristo y la Cruz, al entender que todas las cosas nos vienen de Dios
por medio de la Cruz, siempre haciéndola el Objeto de nuestra Fe, el
Espíritu Santo puede obrar entonces poderosamente dentro de nosotros,
que produce el Fruto del Espíritu; ¡es lo que "andamos conforme al
Espíritu" realmente significa!).
5
Porque los que viven conforme a la carne se ocupan de las cosas que son
de la carne (se refiere a los Creyentes que tratan de vivir para el
Señor por medios además de la Fe en la Cruz de Cristo); mas los que
viven conforme al Espíritu, de las cosas del Espíritu (aquellos que
colocan su Fe en Cristo y la Cruz, lo hacen exclusivamente; hacen lo que
el Espíritu desea, que solo puede traer la Victoria).
EL CONTRASTE
6
Porque la mente puesta en la carne es muerte (no se refiere a mirar
demasiado la Televisión, como algunos piensan, sino más bien cuando se
procura vivir para Dios fuera de Su Orden Prescrito; los resultados
serán el pecado y la separación de Dios); mas la intención del Espíritu
es vida y paz (el Orden Prescrito de Dios es la Cruz; exige nuestra Fe
constante en aquella Obra Terminada, que es el Camino del Espíritu
Santo).
7
Por cuanto la mente puesta en la carne es enemistad contra Dios (otra
vez, se refiere al intento de vivir para Dios por medios además de la
Cruz, que coloca a uno "contra Dios"): porque no se sujeta a la Ley de
Dios, ni tampoco puede (en su forma más simple quiere decir que lo que
está haciendo, fuera lo que fuera, no está en el orden prescrito de
Dios, que es la Cruz).
8
Así que los que están en la carne no pueden agradar a Dios (se refiere
al Creyente que intenta vivir su Vida Cristiana por medios además de la
Fe en Cristo y la Cruz).
9
Mas vosotros no estáis en la carne (en cierto sentido de la palabra
hace la pregunta, "ya que usted es un Creyente y ya no confía en la
carne, ¿por qué recurre a la carne?"), sino en el Espíritu (como
Creyente, ya tiene el privilegio de ser guiado y autorizado por el
Espíritu Santo; sin embargo, Él hará tal para nosotros sólo sobre la
condición de nuestra Fe en la Obra Terminada de Cristo), si es que el
Espíritu de Dios mora en vosotros (si usted es realmente salvo). Y si
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, tal no es de Él (Pablo dice que
la obra del Espíritu en nuestras vidas fue hecha posible por lo que hizo
Cristo en el Calvario, y la Resurrección).
10
Empero si Cristo está en vosotros (Él está en usted por el Poder y la
Persona del Espíritu [Gál. 2:20]), el cuerpo a la verdad está muerto a
causa del pecado (quiere decir que el cuerpo físico está incapacitado
debido a la Caída; por consecuencia, se le presenta una tarea
infructuosa al Creyente que intenta vencer por fuerza de voluntad); mas
el Espíritu vive a causa de la Justicia (sólo el Espíritu Santo puede
hacer lo que hemos de ser, lo que significa que no lo podemos hacer por
nosotros mismos; otra vez, Él realiza todo lo que tiene que hacer dentro
de los límites de la Obra Terminada de Cristo).
11
Y si el Espíritu (el Espíritu Santo) de Aquél (de Dios) que levantó de
los muertos a Jesús mora en vosotros (y Él definitivamente lo hace), El
Que levantó a Cristo Jesús de los muertos vivificará también vuestros
cuerpos mortales (nos da poder en nuestros cuerpos mortales para que
podamos vivir una vida victoriosa) por Su Espíritu Que mora en vosotros
(tenemos el mismo poder en nosotros, por el Espíritu, que resucitó a
Cristo de los muertos, y está disponible sólo sobre la premisa de la
Cruz y nuestra Fe en aquel Sacrificio).
12
Así que, Hermanos (quiere decir que Pablo se dirige a los Creyentes),
deudores somos (se refiere a lo que le debemos a Jesucristo por lo que
Él ha hecho en la Cruz por nosotros), no a la carne (no le debemos nada a
nuestra propia capacidad, quiere decir que tal no puede salvarnos ni
darnos la victoria), para que vivamos conforme a la carne ("vivamos
conforme a la carne" se refiere a nuestras obras, que Dios nunca puede
aceptar, y que nunca pueden traernos la victoria, sino más bien sólo la
derrota).
13
Porque si viviereis conforme a la carne (según su propia fuerza y
capacidad, que está fuera del Orden Prescrito de Dios), moriréis (usted
no podrá vivir una vida Cristiana victoriosa); mas si por el Espíritu
(por el Poder del Espíritu Santo) mortificáis las obras de la carne (que
el Espíritu Santo Solo puede hacer), viviréis (andará en victoria; pero
otra vez, a pesar de correr el riesgo de repetir demasiado, nunca
debemos olvidar que el Espíritu obra integral y completamente dentro de
los límites de la Cruz de Cristo; significa que siempre debemos hacer la
Cruz el Objeto de nuestra Fe, dándole libertad de acción para obrar).
LA LIBERACIÓN
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Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios (el Espíritu
siempre nos guiará a la Cruz), los tales son hijos de Dios (vivimos como
hijos de Dios, que se refiere a la victoria total en cada aspecto de
nuestras vidas; si la naturaleza pecaminosa domina a una persona,
seguramente él no vive como un hijo de Dios).
15
Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre (cuando trata de
vivir de acuerdo a un sistema de obras y leyes sólo logrará estar en
"esclavitud") para estar otra vez en temor (semejante vida crea un clima
perpetuo de temor en el corazón de ese Creyente); mas habéis recibido
el Espíritu de Adopción (el Espíritu Santo nos ha adoptado en la Familia
de Dios), por el cual clamamos, Abba, Padre (el Espíritu Santo facilita
al Hijo de Dios para que pueda llamar a Dios "Padre," que se logra a
causa de Jesucristo).
16
Porque el mismo Espíritu (Él Mismo) da testimonio a nuestro espíritu
(quiere decir que constantemente Él nos dice y atestigua ciertas cosas)
que somos Hijos de Dios (significa que ya lo somos, y hemos de disfrutar
todos los privilegios como tal; solamente si entendemos que todos estos
privilegios nos vienen de Dios, por el medio de la Cruz):
17
Y si hijos (Hijos de Dios), también herederos (un privilegio);
herederos de Dios (el enriquecimiento más alto de todos), y coherederos
de Cristo (todo lo que le pertenece a Cristo nos pertenece por medio de
la Cruz, que fue realizado para nosotros); si empero padecemos
juntamente con Él (no se refiere al simple sufrimiento, más bien
sufriendo "con Él," referente a Su sufrimiento en la Cruz que nos trajo
la victoria total), para que juntamente con Él seamos glorificados (Él
ha sido glorificado, y seremos glorificados; todo hecho posible por la
Cruz).
18
Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece (se refiere
al mundo y su condición debido a la Caída) no es de comparar con la
gloria venidera (la gloria de la época del futuro venidero no tendrá
nada que ver con la miseria de esta época presente) que en nosotros ha
de ser manifestada (nuestra gloria será una gloria reflectora, que viene
de Cristo).
19
Porque el continuo anhelar de las criaturas (debiera haberse traducido,
"porque la esperanza ardiente de la Creación") espera la manifestación
de los hijos de Dios (referente a la Resurrección de Vida por venir).
20
Porque las criaturas (la Creación) fue sometida a vanidad (la Caída de
Adán señaló la caída de la Creación), no de grado (la Creación no pecó,
justo como tal no pueda pecar, pero se hizo sujeto al resultado del
pecado que es la muerte), mas por causa Del Que las sujetó con Esperanza
(se refiere a Dios como Quien dictó la sentencia debido a la Caída de
Adán, pero al mismo tiempo nos dio una "Esperanza"; aquella "Esperanza"
es Cristo, Quien rectificará todas las cosas),
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De que también las mismas criaturas (la Creación) serán libradas
(expresa que esta "Esperanza" facilita el efecto de aquella Liberación,
que Él hizo por la Cruz) de la esclavitud de la corrupción (indica
mortalidad, es decir, "muerte") en la libertad gloriosa de los Hijos de
Dios (¡cuando el hombre cayó, la Creación cayó! cuando el hombre sea
liberado, también la Creación será liberada, y se expresa en la palabra
"también").
22
Porque sabemos que todas las Criaturas (todo fue afectado por la
rebelión de Satanás y la Caída de Adán) gimen a una, y a una están
gimiendo con dolores de parto hasta ahora (se refiere al deseo común de
los elementos de la Creación para traerlos a su perfección original).
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Y no sólo ellas (la Creación, y todo lo que ésta incluye), mas también
nosotros mismos (se refiere a los Creyentes), que tenemos las Primicias
del Espíritu (aunque Jesús, trató con todo lo que se perdió a causa de
la Caída, en la Cruz, sólo tenemos una parte de aquella posesión ahora,
mas el resto vendrá con la Resurrección), aun nosotros también gemimos
dentro de nosotros mismos (declara el hecho obvio de que todo lo que
Jesús pagó en la Expiación todavía no se ha realizado totalmente),
esperando la Adopción (debiera traducirse, "esperando el cumplimiento
del proceso, que la Adopción en la Familia de Dios garantiza"), es a
saber, la Redención de nuestro cuerpo (la glorificación de nuestro
cuerpo físico que ocurrirá en la Resurrección).
24
Porque en esperanza somos salvos (quiere decir que la mayor parte de
nuestra Salvación está aún en el futuro): mas la esperanza que se ve, no
es esperanza (declara de otro modo la gran Verdad que lo que la
Salvación proporciona no se le ha dado todo al Creyente): porque lo que
alguno ve, ¿a qué esperarlo? (En efecto, sin rodeos nos dice que lo que
viene está por encima de nuestras mejores expectativas que lo que está
aquí en el presente, que es incomparable.)
25
Empero si lo que no vemos esperamos (claramente nos dice que más y
mucho más, está por venir), por paciencia esperamos (explica la
certidumbre de Su llegada, porque el Espíritu Santo ha prometido que así
será).
26
Y asimismo también el Espíritu (el Espíritu Santo) ayuda nuestra
flaqueza (la ayuda que nos da por el Espíritu Santo fue posible en su
totalidad por medio y a través de lo que Jesús hizo en la Cruz): porque
qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos (señala el significado
de la oración, pero también sin el Espíritu Santo, todo es en vano):
sino que el mismo Espíritu (Él Mismo) pide por nosotros (Él solicita o
intercede de nuestra parte) con gemidos indecibles (no son gemidos del
Espíritu Santo, sino que son nuestros, que se relaciona a lo que viene
del corazón y no se puede decir adecuadamente en palabras).
27
Mas El Que escudriña los corazones (Dios el Padre), sabe cuál es el
intento del Espíritu (lo que el Espíritu quiere que sea hecho, y no lo
que nosotros queremos que sea hecho), porque conforme a la Voluntad de
Dios, Él (el Espíritu Santo) intercede por los Santos (la meta principal
del Espíritu es realizar la Voluntad de Dios en nuestras vidas, no
nuestros deseos personales; en otras palabras, el Espíritu no es un
botones glorificado).
LOS VENCEDORES
28
Y sabemos que a quienes aman a Dios (la primera condición), todas las
cosas les obran juntas para bien (pero sólo si llenan ciertas
condiciones), es a saber, a los que conforme al propósito son llamados
(significa que es "Su Propósito, y no el nuestro," que es la segunda
condición; de otro modo, todas las cosas no se realizarán para nuestro
bien).
29
Porque a los que antes Él (Dios) conoció, también Él (el conocimiento
previo de Dios) predestinó, para que fuesen hechos conformes a la Imagen
de Su Hijo (nunca es la persona que está predestinada, sino más bien el
Plan), para que Él (Jesús) sea el Primogénito entre muchos Hermanos (no
significa que Jesús Nació de Nuevo como un pecador, como algunos lo
enseñan, más bien que Él es el Padre del Plan de Salvación, después de
haber pagado el precio en la Cruz, que hizo todo esto posible).
30
Y a los que Él (Dios) predestinó (conformar a la Imagen de Su Hijo), a
éstos también llamó (sin aquel "Llamado," el hombre no puede ser salvo;
tristemente, muchos rechazan "el Llamado" [Prov. 1:24-33]): y a los que
llamó, a estos también justificó (aquellos que respondieron fielmente al
Llamado): y a los que justificó, a estos también glorificó (glorificará
en la Resurrección; la Justificación garantiza que será hecho).
31
¿Pues qué diremos a esto? (Se refiere al sufrimiento que se sobrelleva
en la actualidad [vv. 17-18] en comparación con "la Gloria que será
revelada en nosotros.") Si Dios es por nosotros (debiera traducirse,
"puesto que Dios está por nosotros"), ¿quién contra nosotros? (Es quien
puede estar contra nosotros lo que realmente importará.)
32
Él Que aun a Su Propio Hijo no perdonó (corresponde a la Gran Dádiva de
Dios, es decir, el Señor Jesucristo), antes Le entregó por todos
nosotros (la Cruz), ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?
(Podemos tener todas las cosas que pertenecen a la Vida y a la Piedad,
por las cuales pagó Jesús en la Cruz, es decir si nuestra Fe está
siempre en Cristo y la Cruz [II Ped. 1:3-7].)
33
¿Quién acusará a los escogidos de Dios? (En efecto, quiere decir,
"¿Quién declarará a aquellos culpables a quienes Dios declara Justos?")
Dios es el que Justifica (es Dios Quien pone las reglas para la
Justificación, no el hombre).
34
¿Quién es él que condenará? (Ningún hombre tiene el derecho de condenar
el Plan de la Justificación de Dios.) Cristo es El Que murió (si
alguien condena a un Creyente que confía únicamente en Cristo para la
Justificación y la Santificación, él condena al mismo tiempo a Cristo y
Su Muerte en la Cruz), mas aun, El Que también resucitó (la Resurrección
ratificó el hecho de que Jesús era el Sacrificio Perfecto, y que Dios
lo aceptó como tal), Quien además está a la Diestra de Dios (se refiere a
la exaltación de Cristo), El Que también intercede por nosotros (a la
Mano Derecha de Dios, que demuestra que Su Sacrificio ha sido aceptado,
que garantiza la intercesión por nosotros).
35
¿Quién nos apartará del Amor de Cristo? (Habla del Amor de Cristo por
el Creyente, en vez del Amor del Creyente por Cristo.) ¿Tribulación, o
angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
(Somos protegidos contra toda influencia exterior, pero no de nosotros
mismos. Si una persona quisiera, él puede separarse del Amor de Cristo
cuando rechaza la Cruz.)
36
Como está escrito (Sal. 44:22), Por causa de Ti somos muertos todo el
tiempo (el mundo siempre estaba opuesto a Cristo y lo que Él hizo en la
Cruz; desgraciadamente, también la mayoría de la Iglesia); somos
estimados como ovejas del matadero (la manera que el mundo nos mira; en
sus ojos, somos merecedores sólo para la degollación).
37
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores (es una Santa
arrogancia de la Victoria y la fuerza de Cristo) por medio de Aquél que
nos amó (Él nos amó tanto que dio Su Vida en la Cruz, que solo nos hace
"más que vencedores").
38
Por lo cual estoy convencido (el Apóstol ha afrontado las cosas de las
cuales El ahora habla) de que ni la muerte, ni la vida, ni Ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39
Ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura, nos podrá apartar del Amor
de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (este Amor de Dios que se
extiende a nosotros fue hecho posible únicamente por Cristo, y lo que
Él hizo por nosotros en la Cruz; otra vez, este es el Amor de Dios por
nosotros, que nunca vacila porque estamos "en Cristo Jesús").
Primera Corintios Capítulo 13:
Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así
que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la
voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy
poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo
vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero
nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse,
sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la
garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a
ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo
fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino
de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más
aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo,
pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto,
habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar
la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser
llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe
es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios
tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por
la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor
reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó
al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por
la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde
recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la
fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas
de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es
arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad
y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos,
porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este
solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes,* pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8:
Por
lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a
Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha
liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo
liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios
envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de
pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así
condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas
demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la
naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a
la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza;
en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la
mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad
pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no
pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive
en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del
pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la
justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los
muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los
muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su
Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del
Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y
ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos
parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan
los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en
nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de
Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su
propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme
esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción
que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras
aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de
nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la
esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?
Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos
nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que
examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el
Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los
glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte,
¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
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