25 August 2022

El 25 de agosto Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 25 de agosto Lectura Bíblica Diaria:

Zacarías 14-Malaquías 1-2:
14 He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur. Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos. Y acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura. Será un día, el cual es conocido de Jehová, que no será ni día ni noche; pero sucederá que al caer la tarde habrá luz. Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno. Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre. Toda la tierra se volverá como llanura desde Geba hasta Rimón al sur de Jerusalén; y ésta será enaltecida, y habitada en su lugar desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la puerta primera, hasta la puerta del Angulo, y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey. Y morarán en ella, y no habrá nunca más maldición, sino que Jerusalén será habitada confiadamente. Y esta será la plaga con que herirá Jehová a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén: la carne de ellos se corromperá estando ellos sobre sus pies, y se consumirán en las cuencas sus ojos, y la lengua se les deshará en su boca. Y acontecerá en aquel día que habrá entre ellos gran pánico enviado por Jehová; y trabará cada uno de la mano de su compañero, y levantará su mano contra la mano de su compañero. Y Judá también peleará en Jerusalén. Y serán reunidas las riquezas de todas las naciones de alrededor: oro y plata, y ropas de vestir, en gran abundancia. Así también será la plaga de los caballos, de los mulos, de los camellos, de los asnos, y de todas las bestias que estuvieren en aquellos campamentos. Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Jehová de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia. Y si la familia de Egipto no subiere y no viniere, sobre ellos no habrá lluvia; vendrá la plaga con que Jehová herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Esta será la pena del pecado de Egipto, y del pecado de todas las naciones que no subieren para celebrar la fiesta de los tabernáculos. En aquel día estará grabado sobre las campanillas de los caballos: SANTIDAD A JEHOVÁ; y las ollas de la casa de Jehová serán como los tazones del altar. Y toda olla en Jerusalén y Judá será consagrada a Jehová de los ejércitos; y todos los que sacrificaren vendrán y tomarán de ellas, y cocerán en ellas; y no habrá en aquel día más mercader en la casa de Jehová de los ejércitos.
Malaquías 1-2:
1 Profecía de la palabra de Jehová contra Israel, por medio de Malaquías. Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto. Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre. Y vuestros ojos lo verán, y diréis: Sea Jehová engrandecido más allá de los límites de Israel. El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos. Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos. ¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda. Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos. Y vosotros lo habéis profanado cuando decís: Inmunda es la mesa de Jehová, y cuando decís que su alimento es despreciable. Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová. Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones. 2 Ahora, pues, oh sacerdotes, para vosotros es este mandamiento. Si no oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros, y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido, porque no os habéis decidido de corazón. He aquí, yo os dañaré la sementera, y os echaré al rostro el estiércol, el estiércol de vuestros animales sacrificados, y seréis arrojados juntamente con él. Y sabréis que yo os envié este mandamiento, para que fuese mi pacto con Leví, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mi pacto con él fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di para que me temiera; y tuvo temor de mí, y delante de mi nombre estuvo humillado. La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad. Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos. Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de los ejércitos. Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis acepción de personas. ¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de nuestros padres? Prevaricó Judá, y en Israel y en Jerusalén se ha cometido abominación; porque Judá ha profanado el santuario de Jehová que él amó, y se casó con hija de dios extraño. Jehová cortará de las tiendas de Jacob al hombre que hiciere esto, al que vela y al que responde, y al que ofrece ofrenda a Jehová de los ejércitos. Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano. Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales. Habéis hecho cansar a Jehová con vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos cansado? En que decís: Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, y en los tales se complace; o si no, ¿dónde está el Dios de justicia?
 

Salmo 105:
Den gracias al Señor, invoquen su nombre; den a conocer sus obras entre las naciones. Cántenle, entónenle salmos; hablen de todas sus maravillas. Siéntanse orgullosos de su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Recurran al Señor y a su fuerza; busquen siempre su rostro. Recuerden las maravillas que ha realizado, sus señales, y los decretos que ha emitido. ¡Ustedes, descendientes de Abraham su siervo!  ¡Ustedes, hijos de Jacob, elegidos suyos! Él es el Señor, nuestro Dios; en toda la tierra están sus decretos. Él siempre tiene presente su pacto, la palabra que ordenó para mil generaciones. Es el pacto que hizo con Abraham, el juramento que le hizo a Isaac. Se lo confirmó a Jacob como un decreto, a Israel como un pacto eterno, cuando dijo: "Te daré la tierra de Canaán como la herencia que te toca." Aun cuando eran pocos en número, unos cuantos extranjeros en la tierra que andaban siempre de nación en nación y de reino en reino, a nadie permitió que los oprimiera, sino que por ellos reprendió a los reyes: "No toquen a mis ungidos; no hagan daño a mis profetas." Dios provocó hambre en la tierra y destruyó todos sus trigales. Pero envió delante de ellos a un hombre: a José, vendido como esclavo. Le sujetaron los pies con grilletes, entre hierros le aprisionaron el cuello, hasta que se cumplió lo que él predijo y la palabra del Señor probó que él era veraz. El rey ordenó ponerlo en libertad, el gobernante de los pueblos lo dejó libre. Le dio autoridad sobre toda su casa y lo puso a cargo de cuanto poseía, con pleno poder para instruir a sus príncipes e impartir sabiduría a sus ancianos. Entonces Israel vino a Egipto; Jacob fue extranjero en el país de Cam. El Señor hizo que su pueblo se multiplicara; lo hizo más numeroso que sus adversarios, a quienes trastornó para que odiaran a su pueblo y se confabularan contra sus siervos. Envió a su siervo Moisés, y a Aarón, a quien había escogido, y éstos hicieron señales milagrosas entre ellos, ¡maravillas en el país de Cam! Envió tinieblas, y la tierra se oscureció, pero ellos no atendieron a sus palabras. Convirtió en sangre sus aguas y causó la muerte de sus peces. Todo Egipto se infestó de ranas, ¡hasta las habitaciones de sus reyes! Habló Dios, e invadieron todo el país enjambres de moscas y mosquitos. Convirtió la lluvia en granizo, y lanzó relámpagos sobre su tierra; derribó sus vides y sus higueras, y en todo el país hizo astillas los árboles. Dio una orden, y llegaron las langostas, ¡infinidad de saltamontes! Arrasaron con toda la vegetación del país, devoraron los frutos de sus campos. Hirió de muerte a todos los primogénitos del país, a las primicias de sus descendientes. Sacó a los israelitas cargados de oro y plata, y no hubo entre sus tribus nadie que tropezara. Los egipcios se alegraron de su partida, pues el miedo a los israelitas los dominaba. El Señor les dio sombra con una nube, y con fuego los alumbró de noche. Pidió el pueblo comida, y les envió codornices; los sació con pan del cielo. Abrió la roca, y brotó agua que corrió por el desierto como un río. Ciertamente Dios se acordó de su santa promesa, la que hizo a su siervo Abraham.   Sacó a su pueblo, a sus escogidos, en medio de gran alegría y de gritos jubilosos. Les entregó las tierras que poseían las naciones; heredaron el fruto del trabajo de otros pueblos para que ellos observaran sus preceptos y pusieran en práctica sus leyes. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! 




Proverbios 5: 
Hijo mío, pon atención a mi sabiduría y presta oído a mi buen juicio, para que al hablar mantengas la discreción y retengas el conocimiento. De los labios de la adúltera fluye miel; su lengua es más suave que el aceite. Pero al fin resulta más amarga que la hiel y más cortante que una espada de dos filos. Sus pies descienden hasta la muerte; sus pasos van derecho al sepulcro. No toma ella en cuenta el camino de la vida; sus sendas son torcidas, y ella no lo reconoce. Pues bien, hijo mío, préstame atención y no te apartes de mis palabras. Aléjate de la adúltera; no te acerques a la puerta de su casa, para que no entregues a otros tu vigor, ni tus años a gente cruel; para que no sacies con tu fuerza a gente extraña, ni vayan a dar en casa ajena tus esfuerzos. Porque al final acabarás por llorar, cuando todo tu ser se haya consumido. Y dirás: "¡Cómo pude aborrecer la corrección! ¡Cómo pudo mi corazón despreciar la disciplina! No atendí a la voz de mis maestros, ni presté oído a mis instructores. Ahora estoy al borde de la ruina, en medio de toda la comunidad." Bebe el agua de tu propio pozo, el agua que fluye de tu propio manantial. ¿Habrán de derramarse tus fuentes por las calles y tus corrientes de aguas por las plazas públicas? Son tuyas, solamente tuyas, y no para que las compartas con extraños. ¡Bendita sea tu fuente! ¡Goza con la esposa de tu juventud! Es una gacela amorosa, es una cervatilla encantadora. ¡Que sus pechos te satisfagan siempre! ¡Que su amor te cautive todo el tiempo! ¿Por qué, hijo mío, dejarte cautivar por una adúltera? ¿Por qué abrazarte al pecho de la mujer ajena? Nuestros caminos están a la vista del Señor; él examina todas nuestras sendas. Al malvado lo atrapan sus malas obras; las cuerdas de su pecado lo aprisionan. Morirá por su falta de disciplina; perecerá por su gran insensatez.



El Libro de Mateo Capítulo 17 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO


CAPÍTULO 17
(32 d.C.)
LA TRANSFIGURACIÓN

SEIS días después (en la lengua Hebrea esto es exclusivo, que significa, que todos los días y el tiempo no están incluidos; Lucas dijo, "unos ocho días," pero en el Hebreo esto es inclusive, significando que todo está incluido) Jesús tomó con Él a Pedro, a Santiago y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto (no nos dice a cuál monte; "aparte" de los otros Discípulos),
2 Y delante de ellos se transfiguró (quiere decir que la Gloria no brillaba en Jesús, sino que al contrario, brillaba hacia fuera de Él a través de Su Ropa): y Su Rostro resplandeció como el sol (Apoc. 1:16) y Sus Vestiduras se volvieron blancas como la luz (la luz las hizo blancas).
3 En esto, se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Él (Moisés y Elías representaron la Ley y a los Profetas, los muertos y los Santos arrebatados; hablaron con Él de Su Muerte Expiatoria [Luc. 9:31]; esta Doctrina es el gran tema del Cielo [Apoc. 1:5; 5:6, 9; 7:14]).
4 Entonces Pedro dijo a Jesús, Señor, bueno es que estemos aquí: si quieres, haré aquí tres enramadas; una para Ti, otra para Moisés, y otra para Elías (Dios no tendrá incluso ni a los Santos más grandes asociados con Su Amado Hijo en la adoración o la enseñanza).
5 Y estando aún Él hablando, he aquí, una nube de luz los cubrió (era una demostración de la Shekiná, un símbolo de la Presencia del Altísimo, que había aparecido sobre el Tabernáculo en el desierto); y, he aquí, una Voz de la nube (la "nube" que los eclipsaba era un vistazo previo de la Obra del Espíritu Santo después del Día de Pentecostés en Glorificar a Cristo [Jn. 16:14]), que dijo, Éste es Mi Hijo Amado, en El Cual tomo contentamiento (tenemos aquí la Trinidad, la Voz que salió de la nube, la cual era el Padre, Jesús se apareció en una luz brillante, y el Espíritu Santo presente con la nube que los cubrió): a Él oíd (óigalo a Él Solo; todo viene por medio de Cristo y lo que Cristo hizo en la Cruz; en consecuencia el Espíritu Santo obra [Rom. 8:2]).
6 Y oyendo esto los Discípulos, cayeron sobre sus rostros, y temieron en gran manera (las palabras, "temieron en gran manera," significan que estaban temerosos de que morirían).
7 Entonces Jesús llegando los tocó, y dijo, Levantaos, y no temáis (siempre es así la Voz del Salvador a los que son en verdad sinceros, pero aún así equivocados).
8 Y alzando ellos sus ojos (demuestra que están examinando atentamente el lugar), a nadie vieron, sino a Jesús solo (todo gira en torno a Jesús y lo que Él hizo en la Cruz).
9 Y como descendieron del monte, les mandó Jesús (los ordenó), diciendo, No digáis a nadie la Visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos (según lo indicado, debido a la Victoria de la Cruz, la Resurrección nunca estaba en duda).
JUAN EL BAUTISTA Y ELÍAS
10 Entonces Sus Discípulos Le preguntaron, diciendo, ¿Por qué dicen pues los Escribas que es necesario que Elías venga primero? (Se referían a Mal. 4:5. También, se confundían la Primera y la Segunda Venidas.)
11 Y respondiendo Jesús les dijo, A la verdad Elías vendrá primero, y restituirá todas las cosas (Cristo habla aquí de Elías que vendrá en la mitad de la Gran Tribulación, anunciando la Segunda Venida [Apoc., cap. 11]).
12 Mas os digo, Que ya vino Elías, y no le conocieron, antes hicieron en él todo lo que quisieron (si Israel hubiera recibido a Juan el Bautista, hubiera recibido a Cristo, y Juan hubiera sido Elías para Jerusalén en aquella época, porque él vino en el espíritu y poder de Elías [Luc. 1:17]). Así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos (Jesús predice de nuevo la Cruz; nueve Pasajes en este Evangelio predicen la Crucifixión [16:21; 17:12, 22; 20:17-19, 28; 26:20, 28, 31, 45]).
13 Los Discípulos entonces entendieron que les habló de Juan el Bautista.
CARENCIA DE PODER DE
LOS DISCÍPULOS
14 Y cuando ellos llegaron al gentío (al pie del monte), vino a Él un cierto hombre, hincándose de rodillas, y diciendo,
15 Señor, ten misericordia de mi hijo: que es lunático, y padece malamente: porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua (causado por un espíritu demoníaco).
16 Y le he presentado a Tus Discípulos, y no le han podido sanar (la insuficiencia del hombre, aun el hombre que cree).
17 Y respondiendo Jesús dijo, O generación infiel y torcida (dirección incorrecta), ¿hasta cuándo tengo que estar con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo que sufrir? (Perturbado estaba por la carencia de Fe de parte de Sus Discípulos.) traédmelo acá.
18 Y Jesús le reprendió; y salió el demonio (el espíritu demoníaco) de él: y el hijo fue sano desde aquella hora (la Palabra de Cristo es tal que hasta los demonios tienen que obedecer).
LA ORACIÓN Y EL AYUNO
19 Entonces llegándose los Discípulos a Jesús aparte (en privado), dijeron, ¿Por qué nosotros no lo pudimos echar fuera?
20 Y Jesús les dijo, Por vuestra incredulidad (comprensión equivocada con respecto a Cristo y a la Cruz): porque de cierto os digo, Que si tuviereis Fe como un grano de mostaza (simbolismo), diréis a este monte, Pásate de aquí allá; y se pasará (lo imposible hecho posible); y nada os será imposible (lo que es la Voluntad de Dios).
21 Mas esta clase no sale sino por oración y ayuno (la vida de ayuno [Luc. 9:23-24]).
OTRA VEZ PREDICE SU
MUERTE Y RESURRECCIÓN
22 Y estando ellos en Galilea, Jesús les dijo (facilita la creencia a la idea de que era el Monte Tabor, ubicado en Galilea, donde aconteció la Transfiguración), El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres (hace volver a los Discípulos de nuevo a la Misión actual; esa Misión era la Redención de la humanidad, la cual requeriría la ofrenda del Sacrificio Perfecto, la cual era Su Cuerpo):
23 Y Le matarán a Él (pero solamente porque Él lo permitió [Jn. 10:17-18]), mas al tercer día resucitará (Resurrección). Y ellos se entristecieron en gran manera (pero aún sin entendimiento).
LA PROVISIÓN MILAGROSA
24 Y cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y dijeron, ¿Vuestro Maestro no paga el tributo? (Impuesto del Templo, de casi medio siclo por persona, requerido de cada Judío anualmente [Éx. 30:13].)
25 Él (Pedro) dice, Sí. Y entrando él en casa, Jesús le habló antes (enfrentándole), diciendo, ¿Qué te parece, Simón? (Revelado por el Espíritu, Jesús pregunta a Pedro aun antes de que Pedro mencione el tema.) Los reyes de la Tierra, ¿de quién cobran los tributos o el censo? ¿de sus hijos o de los extraños? (Asume la respuesta.)
26 Pedro le dice, De los extraños (la respuesta correcta). Jesús le dijo, Luego los hijos están exentos (Jesús era el Señor del Templo, por lo tanto, no debía impuesto, ni Sus Discípulos).
27 Mas para que no los ofendamos (indica que Él pagó el impuesto aunque no lo debía, a fin de que Sus enemigos no tuvieran razón alguna contra Él), ve al mar (Galilea), y echa el anzuelo, y el primer pez que viniere; tómalo, y abierta su boca, hallarás una moneda: tómalo, y dáselo por Mí y por ti (era un siclo, que era suficiente para pagar el   impuesto tanto de Pedro como el de Cristo).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los  sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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