24 February 2022

El 24 de febrero Lectura Bíblica Diaria

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El 24 de febrero Lectura Bíblica Diaria:

Josué 11-13:
Cuando oyó esto Jabín rey de Hazor, envió mensaje a Jobab rey de Madón, al rey de Simrón, al rey de Acsaf, y a los reyes que estaban en la región del norte en las montañas, y en el Arabá al sur de Cineret, en los llanos, y en las regiones de Dor al occidente; y al cananeo que estaba al oriente y al occidente, al amorreo, al heteo, al ferezeo, al jebuseo en las montañas, y al heveo al pie de Hermón en tierra de Mizpa. Estos salieron, y con ellos todos sus ejércitos, mucha gente, como la arena que está a la orilla del mar en multitud, con muchísimos caballos y carros de guerra. Todos estos reyes se unieron, y vinieron y acamparon unidos junto a las aguas de Merom, para pelear contra Israel. Mas Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos, porque mañana a esta hora yo entregaré a todos ellos muertos delante de Israel; desjarretarás sus caballos, y sus carros quemarás a fuego. Y Josué, y toda la gente de guerra con él, vino de repente contra ellos junto a las aguas de Merom. Y los entregó Jehová en manos de Israel, y los hirieron y los siguieron hasta Sidón la grande y hasta Misrefotmaim, y hasta el llano de Mizpa al oriente, hiriéndolos hasta que no les dejaron ninguno. Y Josué hizo con ellos como Jehová le había mandado: desjarretó sus caballos, y sus carros quemó a fuego. Y volviendo Josué, tomó en el mismo tiempo a Hazor, y mató a espada a su rey; pues Hazor había sido antes cabeza de todos estos reinos. Y mataron a espada todo cuanto en ella tenía vida, destruyéndolo por completo, sin quedar nada que respirase; y a Hazor pusieron fuego. Asimismo tomó Josué todas las ciudades de aquellos reyes, y a todos los reyes de ellas, y los hirió a filo de espada, y los destruyó, como Moisés siervo de Jehová lo había mandado. Pero a todas las ciudades que estaban sobre colinas, no las quemó Israel; únicamente a Hazor quemó Josué. Y los hijos de Israel tomaron para sí todo el botín y las bestias de aquellas ciudades; mas a todos los hombres hirieron a filo de espada hasta destruirlos, sin dejar alguno con vida. De la manera que Jehová lo había mandado a Moisés su siervo, así Moisés lo mandó a Josué; y así Josué lo hizo, sin quitar palabra de todo lo que Jehová había mandado a Moisés. Tomó, pues, Josué toda aquella tierra, las montañas, todo el Neguev, toda la tierra de Gosén, los llanos, el Arabá, las montañas de Israel y sus valles. Desde el monte Halac, que sube hacia Seir, hasta Baal-gad en la llanura del Líbano, a la falda del monte Hermón; tomó asimismo a todos sus reyes, y los hirió y mató. Por mucho tiempo tuvo guerra Josué con estos reyes. No hubo ciudad que hiciese paz con los hijos de Israel, salvo los heveos que moraban en Gabaón; todo lo tomaron en guerra. Porque esto vino de Jehová, que endurecía el corazón de ellos para que resistiesen con guerra a Israel, para destruirlos, y que no les fuese hecha misericordia, sino que fuesen desarraigados, como Jehová lo había mandado a Moisés. También en aquel tiempo vino Josué y destruyó a los anaceos de los montes de Hebrón, de Debir, de Anab, de todos los montes de Judá y de todos los montes de Israel; Josué los destruyó a ellos y a sus ciudades. Ninguno de los anaceos quedó en la tierra de los hijos de Israel; solamente quedaron en Gaza, en Gat y en Asdod. Tomó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho a Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia conforme a su distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra. Estos son los reyes de la tierra que los hijos de Israel derrotaron y cuya tierra poseyeron al otro lado del Jordán hacia donde nace el sol, desde el arroyo de Arnón hasta el monte Hermón, y todo el Arabá al oriente: Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón, y señoreaba desde Aroer, que está a la ribera del arroyo de Arnón, y desde en medio del valle, y la mitad de Galaad, hasta el arroyo de Jaboc, término de los hijos de Amón; y el Arabá hasta el mar de Cineret, al oriente; y hasta el mar del Arabá, el Mar Salado, al oriente, por el camino de Bet- jesimot, y desde el sur al pie de las laderas del Pisga. Y el territorio de Og rey de Basán, que había quedado de los refaítas, el cual habitaba en Astarot y en Edrei, y dominaba en el monte Hermón, en Salca, en todo Basán hasta los límites de Gesur y de Maaca, y la mitad de Galaad, territorio de Sehón rey de Hesbón. A éstos derrotaron Moisés siervo de Jehová y los hijos de Israel; y Moisés siervo de Jehová dio aquella tierra en posesión a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés. Y estos son los reyes de la tierra que derrotaron Josué y los hijos de Israel, a este lado del Jordán hacia el occidente, desde Baal-gad en el llano del Líbano hasta el monte de Halac que sube hacia Seir; y Josué dio la tierra en posesión a las tribus de Israel, conforme a su distribución; en las montañas, en los valles, en el Arabá, en las laderas, en el desierto y en el Neguev; el heteo, el amorreo, el cananeo, el ferezeo, el heveo y el jebuseo. El rey de Jericó, uno; el rey de Hai, que está al lado de Bet-el, otro; el rey de Jerusalén, otro; el rey de Hebrón, otro; el rey de Jarmut, otro; el rey de Laquis, otro; el rey de Eglón, otro; el rey de Gezer, otro; el rey de Debir, otro; el rey de Geder, otro; el rey de Horma, otro; el rey de Arad, otro; el rey de Libna, otro; el rey de Adulam, otro; el rey de Maceda, otro; el rey de Bet-el, otro; el rey de Tapúa, otro; el rey de Hefer, otro; el rey de Afec, otro; el rey de Sarón, otro; el rey de Madón, otro; el rey de Hazor, otro; el rey de Simron-merón, otro; el rey de Acsaf, otro; el rey de Taanac, otro; el rey de Meguido, otro; el rey de Cedes, otro; el rey de Jocneam del Carmelo, otro; el rey de Dor, de la provincia de Dor, otro; el rey de Goim en Gilgal, otro; el rey de Tirsa, otro; treinta y un reyes por todos. Siendo Josué ya viejo, entrado en años, Jehová le dijo: Tú eres ya viejo, de edad avanzada, y queda aún mucha tierra por poseer. Esta es la tierra que queda: todos los territorios de los filisteos, y todos los de los gesureos; desde Sihor, que está al oriente de Egipto, hasta el límite de Ecrón al norte, que se considera de los cananeos; de los cinco príncipes de los filisteos, el gazeo, el asdodeo, el ascaloneo, el geteo y el ecroneo; también los aveos; al sur toda la tierra de los cananeos, y Mehara, que es de los sidonios, hasta Afec, hasta los límites del amorreo; la tierra de los giblitas, y todo el Líbano hacia donde sale el sol, desde Baal-gad al pie del monte Hermón, hasta la entrada de Hamat; todos los que habitan en las montañas desde el Líbano hasta Misrefotmaim, todos los sidonios; yo los exterminaré delante de los hijos de Israel; solamente repartirás tú por suerte el país a los israelitas por heredad, como te he mandado. Reparte, pues, ahora esta tierra en heredad a las nueve tribus, y a la media tribu de Manasés. Porque los rubenitas y gaditas y la otra mitad de Manasés recibieron ya su heredad, la cual les dio Moisés al otro lado del Jordán al oriente, según se la dio Moisés siervo de Jehová; desde Aroer, que está a la orilla del arroyo de Arnón, y la ciudad que está en medio del valle, y toda la llanura de Medeba, hasta Dibón; todas las ciudades de Sehón rey de los amorreos, el cual reinó en Hesbón, hasta los límites de los hijos de Amón; y Galaad, y los territorios de los gesureos y de los maacateos, y todo el monte Hermón, y toda la tierra de Basán hasta Salca; todo el reino de Og en Basán, el cual reinó en Astarot y en Edrei, el cual había quedado del resto de los refaítas; pues Moisés los derrotó, y los echó. Mas a los gesureos y a los maacateos no los echaron los hijos de Israel, sino que Gesur y Maaca habitaron entre los israelitas hasta hoy. Pero a la tribu de Leví no dio heredad; los sacrificios de Jehová Dios de Israel son su heredad, como él les había dicho. Dio, pues, Moisés a la tribu de los hijos de Rubén conforme a sus familias. Y fue el territorio de ellos desde Aroer, que está a la orilla del arroyo de Arnón, y la ciudad que está en medio del valle, y toda la llanura hasta Medeba; Hesbón, con todas sus ciudades que están en la llanura; Dibón, Bamot-baal, Bet-baal-meón, Jahaza, Cademot, Mefaat, Quiriataim, Sibma, Zaret-sahar en el monte del valle, Bet-peor, las laderas de Pisga, Bet-jesimot, todas las ciudades de la llanura, y todo el reino de Sehón rey de los amorreos, que reinó en Hesbón, al cual derrotó Moisés, y a los príncipes de Madián, Evi, Requem, Zur, Hur y Reba, príncipes de Sehón que habitaban en aquella tierra. También mataron a espada los hijos de Israel a Balaam el adivino, hijo de Beor, entre los demás que mataron. Y el Jordán fue el límite del territorio de los hijos de Rubén. Esta fue la heredad de los hijos de Rubén conforme a sus familias, estas ciudades con sus aldeas. Dio asimismo Moisés a la tribu de Gad, a los hijos de Gad, conforme a sus familias. El territorio de ellos fue Jazer, y todas las ciudades de Galaad, y la mitad de la tierra de los hijos de Amón hasta Aroer, que está enfrente de Rabá. Y desde Hesbón hasta Ramat-mizpa, y Betonim; y desde Mahanaim hasta el límite de Debir; y en el valle, Bet-aram, Bet-nimra, Sucot y Zafón, resto del reino de Sehón rey de Hesbón; el Jordán y su límite hasta el extremo del mar de Cineret al otro lado del Jordán, al oriente. Esta es la heredad de los hijos de Gad por sus familias, estas ciudades con sus aldeas. También dio Moisés heredad a la media tribu de Manasés; y fue para la media tribu de los hijos de Manasés, conforme a sus familias. El territorio de ellos fue desde Mahanaim, todo Basán, todo el reino de Og rey de Basán, y todas las aldeas de Jair que están en Basán, sesenta poblaciones, y la mitad de Galaad, y Astarot y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán, para los hijos de Maquir hijo de Manasés, para la mitad de los hijos de Maquir conforme a sus familias. Esto es lo que Moisés repartió en heredad en los llanos de Moab, al otro lado del Jordán de Jericó, al oriente. Mas a la tribu de Leví no dio Moisés heredad; Jehová Dios de Israel es la heredad de ellos, como él les había dicho.


Salmos 73:
En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel, con los puros de corazón! Yo estuve a punto de caer, y poco me faltó para que resbalara. Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados. Ellos no tienen ningún problema; su cuerpo está fuerte y saludable. Libres están de los afanes de todos; no les afectan los infortunios humanos. Por eso lucen su orgullo como un collar, y hacen gala de su violencia. ¡Están que revientan de malicia, y hasta se les ven sus malas  intenciones! Son burlones, hablan con doblez, y arrogantes oprimen y amenazan. Con la boca increpan al cielo, con la lengua dominan la tierra. Por eso la gente acude a ellos y cree todo lo que afirman. Hasta dicen: "¿Cómo puede Dios saberlo? ¿Acaso el Altísimo tiene entendimiento?" Así son los impíos; sin afanarse, aumentan sus riquezas. En verdad, ¿de qué me sirve mantener mi corazón limpio y mis manos lavadas en la inocencia, si todo el día me golpean y de mañana me castigan? Si hubiera dicho: "Voy a hablar como ellos", habría traicionado a tu linaje. Cuando traté de comprender todo esto, me resultó una carga insoportable, hasta que entré en el santuario de Dios; allí comprendí cuál será el destino de los malvados: En verdad, los has puesto en terreno resbaladizo, y los empujas a su propia destrucción. ¡En un instante serán destruidos, totalmente consumidos por el terror! Como quien despierta de un sueño, así, Señor, cuando tú te levantes, desecharás su falsa apariencia. Se me afligía el corazón y se me amargaba el ánimo por mi necedad e ignorancia. ¡Me porté contigo como una bestia! Pero yo siempre estoy contigo, pues tú me sostienes de la mano derecha. Me guías con tu consejo, y más tarde me acogerás en gloria. ¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra. Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna. Perecerán los que se alejen de ti; tú destruyes a los que te son infieles. Para mí el bien es estar cerca de Dios. para contar todas sus obras.


Proverbios 7:
Hijo mío, pon en práctica mis palabras y atesora mis mandamientos. Cumple con mis mandatos, y vivirás; cuida mis enseñanzas como a la niña de tus ojos. Llévalos atados en los dedos; anótalos en la tablilla de tu corazón. Di a la sabiduría: "Tú eres mi hermana", y a la inteligencia: "Eres de mi sangre." Ellas te librarán de la mujer ajena, de la adúltera y de sus palabras seductoras. Desde la ventana de mi casa miré a través de la celosía. Me puse a ver a los inexpertos, y entre los jóvenes observé a uno de ellos falto de juicio. Cruzó la calle, llegó a la esquina, y se encaminó hacia la casa de esa mujer. Caía la tarde. Llegaba el día a su fin. Avanzaban las sombras de la noche. De pronto la mujer salió a su encuentro, con toda la apariencia de una prostituta y con solapadas intenciones. (Como es escandalosa y descarada, nunca hallan sus pies reposo en su casa. Unas veces por las calles, otras veces por las plazas, siempre está al acecho en cada esquina.) Se prendió de su cuello, lo besó, y con todo descaro le dijo: "Tengo en mi casa sacrificios de comunión, pues hoy he cumplido mis votos. Por eso he  venido a tu encuentro; te buscaba, ¡y ya te he encontrado! Sobre la cama he tendido multicolores linos egipcios. He perfumado mi lecho con aroma de mirra, áloe y canela. Ven, bebamos hasta el fondo la copa del amor; ¡disfrutemos del amor hasta el amanecer! Mi esposo no está en casa, pues ha emprendido un largo viaje. Se ha llevado consigo la bolsa del dinero, y no regresará hasta el día de luna llena." Con palabras persuasivas lo convenció; con lisonjas de sus labios lo sedujo. Y él en seguida fue tras ella, como el buey que va camino al matadero; como el ciervo que cae en la trampa, hasta que una flecha le abre las entrañas; como el ave que se lanza contra la red, sin saber que en ello le va la vida. Así que, hijo mío, escúchame; presta atención a mis palabras. No desvíes tu corazón hacia sus sendas, ni te extravíes por sus caminos,  pues muchos han muerto por su causa; sus víctimas han sido innumerables. Su casa lleva derecho al sepulcro; ¡conduce al reino de la muerte!



El Libro de Los Hechos Capítulo 5 del Nuevo Testamento del Expositor
por Jimmy Swaggart:
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 5
(33 d.C.)
ANANÍAS Y SAFIRA
MAS un varón llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una posesión (la historia de este hombre y su esposa fue colocada aquí en detalle gráfico por el Espíritu Santo como una advertencia),
2 Y defraudó del precio, sabiéndolo también su mujer (al instante proclama la concepción de este gran pecado y su engaño al llevarse a cabo), y trayendo una parte, la puso a los pies de los Apóstoles (un plan minucioso con una aplicación muy amplia; efectuando con cierto propósito en mente).
3 Y dijo Pedro, Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón para mentirle al Espíritu Santo (presenta dos Dones del Espíritu en operación: "el Discernir de Espíritus," y "una Palabra de Conocimiento"; ¿cuántos millones de Cristianos profesantes mienten en la actualidad al Espíritu Santo?), y defraudases del precio de la heredad? (Detalla su plan insidioso.)
4 Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu potestad? (Significa simplemente que Dios no les exigió vender la propiedad, o dar todo el dinero que se recibió a la Obra del Señor.) ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? (Nos revela en dónde se origina el pecado.) No has mentido a los hombres, sino a Dios (en realidad  representa el objeto de todo pecado; ¡está en contra de Dios!).
5 Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y murió (cayó muerto al instante): y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron (es el tipo de temor sano a Dios que todos los hombres debieran tener).
6 Y levantándose los jóvenes, le tomaron, y sacándolo, le dieron sepultura (lo prepararon para el entierro).
7 Y pasado espacio como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido.
8 Entonces Pedro le dijo, Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo, Sí, en tanto (todo esto parece indicar que éstos no eran forasteros entre los miles que llegaron a ser salvos, sino que eran bien conocidos; ¡ella tenía la oportunidad de decir la verdad, pero no lo hizo!).
9 Y Pedro le dijo, ¿Por qué os concertasteis para tentar al Espíritu del Señor? (La pregunta de Pedro acerca de la tentación al Espíritu Santo parece insinuar que el Espíritu de Dios trató mucho con ellos, pero fue en vano. Ellos desecharon Sus Advertencias.) He aquí, a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán (parece insinuar que el Señor ya le había dicho a Pedro lo que su reacción sería, y que los mismos jóvenes que habían atendido a su marido esperaban hacer lo mismo con ella).
10 Y luego cayó a los pies de él, y murió (muestra el Juicio de Dios que la mató exactamente como había matado a su marido): y entrados los jóvenes, la hallaron muerta, y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido (la prepararon para el entierro).
11 Y vino un gran temor en toda la Iglesia, y en todos los que oyeron estas cosas (en vista de que el Espíritu Santo vuelve a hacer la misma declaración como la que hizo en el Versículo 5, nos hace comprender que se debe temer a Dios y también elogiarlo; además, si ha de saberlo, el mismo Juicio está ocurriendo hoy en día, pero no tan dramático; el Espíritu Santo es el mismo, por lo tanto, el resultado tiene que ser lo mismo).
PODER
12 Y por las manos de los Apóstoles habían muchos milagros y prodigios en el pueblo (la Iglesia fue fundada en el Poder de Dios, y tiene la intención de salir adelante por el Poder de Dios); (y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón (describe una columnata con techo que llevaba el nombre de Salomón, que corría a lo largo del muro oriental en el Atrio de los Gentiles del Templo de Herodes).
13 Y de los otros, ninguno osaba juntarse con ellos (a los Apóstoles): mas el pueblo los alababa grandemente (sabían que los Apóstoles eran del Señor y que el Señor los usaba en gran manera, por lo tanto no le encontraron ninguna falta).
14 Y los que creían en el Señor se aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres.) (Podría haber por lo menos cuarenta o cincuenta mil, o aun más.)
15 Tanto que echaban los enfermos por las calles, y los ponían en camas y en lechos (claramente se refiere a dos o tres calles diferentes por las cuales Pedro y los Apóstoles llegaban al Templo cada día; la muchedumbre era tanta que no podían entrar todos en el Atrio del Templo), para que viniendo Pedro, a lo menos su sombra tocase a alguno de ellos (implica que cuando esto sucedía, la sanidad ocurría).
16 Y aun de las ciudades vecinas concurría multitud a Jerusalén, trayendo enfermos (explica que este Movimiento de Dios se había extendido) y atormentados de espíritus inmundos (probablemente implica que muchas de las enfermedades fueron causadas por espíritus demoníacos): los cuales todos eran sanados (liberados y sanados).
PERSECUCIÓN
17 Entonces levantándose el Sumo Sacerdote (habla de Anás o de Caifás, no está claro), y todos los que estaban con él, que es la secta de los Saduceos, se llenaron de celo (se refiere a la "envidia" o los "celos"),
18 Y echaron mano a los Apóstoles (se refiere a los Doce), y los pusieron en la cárcel pública.
LIBERACIÓN
19 Mas el Ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel (debiera haberse traducido, "un Ángel"; era uno de los muchos Ángeles que sirven como Espíritus Ministradores a los Creyentes [Heb. 1:14]), y sacándolos, dijo (los sacó de la prisión),
20 Id, y estando en el Templo, hablad al pueblo todas las palabras de esta vida (muestra instrucciones contrarias a las de los líderes religiosos; éstas son "Palabras" que anuncian la Vida Eterna a los hombres perdidos).
21 Y cuando hubieron oído esto, entraron de mañana en el Templo, y enseñaban (expresa que era la noche anterior que fueron liberados por el Ángel). Entre tanto, viniendo el Sumo Sacerdote, y los que eran con él, convocaron el Concilio, y a todos los ancianos de los hijos de Israel (la totalidad del Sanedrín Judío, el cuerpo gobernante de Israel), y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos (estaban por recibir una gran sorpresa).
22 Mas como llegaron los ministros, y no los hallaron en la cárcel, volvieron, y dieron aviso (¡indica un escenario absolutamente increíble, y al mismo tiempo totalmente verdadero!),
23 Diciendo, Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad (explica que nada estaba fuera de lugar, y las cerraduras no se habían tocado), y los guardas que estaban delante de las puertas (se refiere a que las guardias no tuvieron ni idea de lo que había pasado): mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro (¿qué debieron haber pensado estos carceleros?).
24 Y cuando oyeron estas palabras el Dirigente y el Magistrado del Templo y los Principales Sacerdotes (¡imagínese su sorpresa!), dudaban en qué vendría a parar aquello (estaban totalmente perplejos; ¡nadie podía explicar lo que había pasado ni adonde esto pararía!).
EL JUICIO
25 Pero viniendo uno, les dio esta noticia, He aquí, los varones que echasteis en la cárcel, están en el Templo, y enseñan al pueblo (obedecieron exactamente lo que el Ángel les había dicho que hicieran).
26 Entonces fue el Magistrado con los ministros, y los trajo sin violencia (quiere decir que ellos no los sujetaron, sino simplemente les pidieron que los siguieran): porque temían del pueblo ser apedreados (temieron a la gente, pero no temieron a Aquél que manifestó Su Poder en la apertura de la prisión, porque sus corazones y conciencias fueron endurecidos con el odio contra Él y Sus seguidores).
27 Y cuando los trajeron, los presentaron en el Concilio (sugiere que el Sanedrín completo de setenta y un miembros estaban presentes, además de los espectadores): y el Sumo Sacerdotes les preguntó,
28 Diciendo, ¿No os denunciamos estrechamente, que no enseñaseis en este Nombre? y, he aquí, habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina (expresa el éxito de su Predicación y Enseñanza), y queréis echar sobre nosotros la sangre de este Hombre (procura ahora evitar su propia imprecación, después de haber exclamado antes que "Su Sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos" [Mat. 27: 25]).
29 Y respondiendo Pedro y los Apóstoles, dijeron (significa que su respuesta fue al instante e inequívocamente claro), Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres (en esta valiente respuesta no había orgullo ni obstinación; había fidelidad, sometimiento a la Verdad e inteligencia en Las Escrituras; Hervey dijo, "la regla es de oro para todos los hombres, todas las circunstancias y para siempre").
30 Dios de nuestros padres levantó a Jesús (Pedro conecta a Jesús con los Patriarcas y los Profetas de la antigüedad, también con Dios), al Cual vosotros matasteis colgándole de un madero (coloca la responsabilidad del asesinato de Cristo directamente sobre los hombros del Sanedrín).
31 A Éste Dios ha ensalzado con Su Diestra (se refiere al hecho de que el Poder de Dios no sólo levantó a Jesús de los muertos, sino también Lo ha sentado a Su Propia Diestra en los Cielos [Rom. 8:34; Ef. 1:20]) por Príncipe y Salvador (como "el Príncipe," Él es el Líder Titular de Israel y la Iglesia; como el "Salvador," Él es el "Libertador," y no hay ningún otro), para dar a Israel arrepentimiento y remisión de pecados (nos dice que no sólo es el Señor Jesús el Medio del Perdón y la Vida, sino que Él es el Dispensador de ambos; ¡como también, Él "Da," no vende!).
32 Y nosotros somos testigos Suyos de estas cosas (en efecto, dice que su Doctrina no sólo era una filosofía, sino más bien relatos de testigos oculares), y también el Espíritu Santo, El Cual ha dado Dios a los que Le obedecen (el testimonio del Espíritu Santo en el corazón y vida de los Creyentes garantiza la veracidad de todo lo que Cristo hizo en la Cruz).
33 Ellos, oyendo esto, se enfurecieron (las palabras de Pedro promulgadas con convicción poderosa), y consultaban matarlos (es la reacción que proviene normalmente del mundo de la religión).
GAMALIEL
34 Entonces levantándose en el Concilio un Fariseo llamado Gamaliel, Doctor de la Ley, venerable a todo el pueblo (constituye a uno de los Rabinos Judíos más famoso y honrado; Él era el Nieto de Hilel y le sucedió como Presidente del Sanedrín después de la muerte de Su Padre, el Rabino Simeón, el hijo de Hilel), mandó que sacasen fuera un poco a los Apóstoles (a fin de que su palabra de sabiduría fuese dada a los miembros del Sanedrín);
35 Y les dijo, Varones Israelitas, mirad por vosotros acerca de estos hombres en lo que habéis de hacer (claramente, el Espíritu Santo se manifestó en él para tomar esta posición).
36 Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien (es claro que tiene que ver con una insurrección particular dirigida por este hombre, que había ocurrido recientemente); al que se agregó un número de hombres como cuatrocientos: el cual fue matado; y todos los que le creyeron fueron dispersos, y reducidos a nada (se refiere a aquellos que quedaron embaucados por este Mesías autonombrado, o algo semejante).
37 Después de éste, se levantó Judas el Galileo en los días del empadronamiento, y llevó mucho pueblo tras sí (otro incitador de sedición): pereció también aquél; y todos los que consintieron con él, se dispersaron (explica que éstos tendrán el mismo fin que aquellos bajo Teudas).
38 Y ahora os digo, Dejaos de estos hombres, y dejadlos (en efecto, Gamaliel decía, "déjenlos solos, Roma se encargará del problema"): porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá (en este caso, ese consejo estaba en lo correcto):
39 Mas si es de Dios, no la podréis deshacer (expresa una gran Verdad como la dio Gamaliel); no seáis tal vez hallados resistiendo a Dios (presenta la peor posición en que alguien puede encontrarse).
PERSECUCIÓN
40 Y convinieron con él (por lo menos en cuanto a no matarlos): y llamando a los Apóstoles, después de azotados (demuestra un castigo cruel y brutal que era cobarde e injusto), les ordenaron que no hablasen en el Nombre de Jesús, y los soltaron (manifiesta la segunda vez que les ordenaron que no debían Predicar en ese Nombre [Hch. 4:17-18]).
REGOCIJO
41 Y ellos partieron de delante del Concilio (expresa aquello del cual el Señor hace mucho ya se había apartado), gozosos de que fuesen tenidos por dignos de padecer afrenta por el Nombre (indica el primer golpe agudo de la persecución; fue amargo y doloroso a la carne, pero causó regocijo en el espíritu; la deshonra es la Gloria si se sufre a causa del Nombre).
42 Y todos los días, en el Templo (los demuestra vigorosa y correctamente que destacaron a sus Jueces ilegales, mientras que ellos siguieron predicando que Jesús era el Mesías Prometido) y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo (nos dice que las Iglesias de esa época se reunían en casas en su mayor parte, y probablemente en su totalidad).
1 Corintios 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e  incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los  muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e  intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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