20 February 2022

El 20 de febrero Lectura Bíblica Diaria

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El 20 de febrero Lectura Bíblica Diaria:


Deuteronomio 33 - 34 y Josué 1:

Esta es la bendición con la cual bendijo Moisés varón de Dios a los hijos de Israel, antes que muriese. Dijo:
Jehová vino de Sinaí,
Y de Seir les esclareció;
Resplandeció desde el monte de Parán,
Y vino de entre diez millares de santos,
Con la ley de fuego a su mano derecha. Aun amó a su pueblo;
Todos los consagrados a él estaban en su mano;
Por tanto, ellos siguieron en tus pasos,
Recibiendo dirección de ti, Cuando Moisés nos ordenó una ley,
Como heredad a la congregación de Jacob. Y fue rey en Jesurún,
Cuando se congregaron los jefes del pueblo
Con las tribus de Israel. Viva Rubén, y no muera;
Y no sean pocos sus varones. Y esta bendición profirió para Judá. Dijo así:
Oye, oh Jehová, la voz de Judá,
Y llévalo a su pueblo;
Sus manos le basten,
Y tú seas su ayuda contra sus enemigos. A Leví dijo:
Tu Tumim y tu Urim sean para tu varón piadoso,
A quien probaste en Masah,
Con quien contendiste en las aguas de Meriba, Quien dijo de su padre y de su madre: Nunca los he visto;
Y no reconoció a sus hermanos,
Ni a sus hijos conoció;
Pues ellos guardaron tus palabras,
Y cumplieron tu pacto. Ellos enseñarán tus juicios a Jacob,
Y tu ley a Israel;
Pondrán el incienso delante de ti,
Y el holocausto sobre tu altar. Bendice, oh Jehová, lo que hicieren,
Y recibe con agrado la obra de sus manos;
Hiere los lomos de sus enemigos,
Y de los que lo aborrecieren, para que nunca se levanten. A Benjamín dijo:
El amado de Jehová habitará confiado cerca de él;
Lo cubrirá siempre,
Y entre sus hombros morará. A José dijo:
Bendita de Jehová sea tu tierra,
Con lo mejor de los cielos, con el rocío,
Y con el abismo que está abajo. Con los más escogidos frutos del sol,
Con el rico producto de la luna, Con el fruto más fino de los montes antiguos,
Con la abundancia de los collados eternos, Y con las mejores dádivas de la tierra y su plenitud;
Y la gracia del que habitó en la zarza
Venga sobre la cabeza de José,
Y sobre la frente de aquel que es príncipe entre sus hermanos. Como el primogénito de su toro es su gloria,
Y sus astas como astas de búfalo;
Con ellas acorneará a los pueblos juntos hasta los fines de la tierra;
Ellos son los diez millares de Efraín,
Y ellos son los millares de Manasés. A Zabulón dijo:
Alégrate, Zabulón, cuando salieres;
Y tú, Isacar, en tus tiendas. Llamarán a los pueblos a su monte;
Allí sacrificarán sacrificios de justicia,
Por lo cual chuparán la abundancia de los mares,
Y los tesoros escondidos de la arena. A Gad dijo:
Bendito el que hizo ensanchar a Gad;
Como león reposa,
Y arrebata brazo y testa. Escoge lo mejor de la tierra para sí,
Porque allí le fue reservada la porción del legislador.
Y vino en la delantera del pueblo;
Con Israel ejecutó los mandatos y los justos decretos de Jehová. A Dan dijo:
Dan es cachorro de león
Que salta desde Basán. A Neftalí dijo:
Neftalí, saciado de favores,
Y lleno de la bendición de Jehová,
Posee el occidente y el sur. A Aser dijo:
Bendito sobre los hijos sea Aser;
Sea el amado de sus hermanos,
Y moje en aceite su pie. Hierro y bronce serán tus cerrojos,
Y como tus días serán tus fuerzas. No hay como el Dios de Jesurún,
Quien cabalga sobre los cielos para tu ayuda,
Y sobre las nubes con su grandeza. El eterno Dios es tu refugio,
Y acá abajo los brazos eternos;
El echó de delante de ti al enemigo,
Y dijo: Destruye. E Israel habitará confiado, la fuente de Jacob habitará sola
En tierra de grano y de vino;
También sus cielos destilarán rocío. Bienaventurado tú, oh Israel.
¿Quién como tú,
Pueblo salvo por Jehová,
Escudo de tu socorro,
Y espada de tu triunfo?
Así que tus enemigos serán humillados,
Y tú hollarás sobre sus alturas.
Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está enfrente de Jericó; y le mostró Jehová toda la tierra de Galaad hasta Dan, todo Neftalí, y la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar occidental; el Neguev, y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar. Y le dijo Jehová: Esta es la tierra de que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá. Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy. Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor. Y lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés. Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés. Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara; nadie como él en todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en el gran poder y en los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel.

Josué 1:  Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio. Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. Y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo: Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión. También habló Josué a los rubenitas y gaditas y a la media tribu de Manasés, diciendo: Acordaos de la palabra que Moisés, siervo de Jehová, os mandó diciendo: Jehová vuestro Dios os ha dado reposo, y os ha dado esta tierra. Vuestras mujeres, vuestros niños y vuestros ganados quedarán en la tierra que Moisés os ha dado a este lado del Jordán; mas vosotros, todos los valientes y fuertes, pasaréis armados delante de vuestros hermanos, y les ayudaréis, hasta tanto que Jehová haya dado reposo a vuestros hermanos como a vosotros, y que ellos también posean la tierra que Jehová vuestro Dios les da; y después volveréis vosotros a la tierra de vuestra herencia, la cual Moisés siervo de Jehová os ha dado, a este lado del Jordán hacia donde nace el sol; y entraréis en posesión de ella. Entonces respondieron a Josué, diciendo: Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes. De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés. Cualquiera que fuere rebelde a tu mandamiento, y no obedeciere a tus palabras en todas las cosas que le mandes, que muera; solamente que te esfuerces y seas valiente.

Salmos 69:
Sálvame, Dios mío, que las aguas ya me llegan al cuello. Me estoy hundiendo en una ciénaga profunda, y no tengo dónde apoyar el pie. Estoy en medio de profundas aguas, y me arrastra la corriente. Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Mis ojos languidecen, esperando la ayuda de mi Dios. Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; muchos son los enemigos gratuitos que se han propuesto destruirme. ¿Cómo voy a devolver lo que no he robado? Oh Dios, tú sabes lo insensato que he sido; no te puedo esconder mis transgresiones. Señor Soberano, Todopoderoso, que no sean avergonzados por mi culpa los que en ti esperan; oh Dios de Israel, que no sean humillados por mi culpa los que te buscan. Por ti yo he sufrido insultos; mi rostro se ha cubierto de ignominia. Soy como un extraño para mis hermanos; soy un extranjero para los hijos de mi madre. El celo por tu casa me consume; sobre mí han recaído los insultos de tus detractores. Cuando lloro y ayuno, tengo que soportar sus ofensas; cuando me visto de luto, soy objeto de burlas. Los que se sientan a la puerta murmuran contra mí; los borrachos me dedican parodias. Pero yo, Señor, te imploro en el tiempo de tu buena voluntad. Por tu gran amor, oh Dios, respóndeme; por tu fidelidad, sálvame. Sácame del fango; no permitas que me hunda. Líbrame de los que me odian, y de las aguas profundas. No dejes que me arrastre la corriente; no permitas que me trague el abismo, ni que el foso cierre sus fauces sobre mí. Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor; por tu gran compasión, vuélvete a mí. No escondas tu rostro de este siervo tuyo; respóndeme pronto, que estoy angustiado. Ven a mi lado, y rescátame; redímeme, por causa de mis enemigos. Tú bien sabes cómo me insultan, me avergüenzan y denigran; sabes quiénes son mis adversarios. Los insultos me han destrozado el corazón; para mí ya no hay remedio. Busqué compasión, y no la hubo; busqué consuelo, y no lo hallé. En mi comida pusieron hiel; para calmar mi sed me dieron vinagre. Que se conviertan en trampa sus banquetes, y su prosperidad en lazo. Que se les  nublen los ojos, para que no vean; y que sus fuerzas flaqueen para siempre. Descarga tu furia sobre ellos; que tu ardiente ira los alcance. Quédense desiertos sus campamentos, y deshabitadas sus tiendas de campaña. Pues al que has afligido lo persiguen, y se burlan del dolor del que has herido. Añade a sus pecados más pecados; no los hagas partícipes de tu salvación. Que sean borrados del libro de la vida; que no queden inscritos con los justos. Y a mí, que estoy pobre y adolorido, que me proteja, oh Dios, tu salvación. Con cánticos alabaré el nombre de Dios; con acción de gracias lo exaltaré. Esa ofrenda agradará más al Señor que la de un toro o un novillo con sus cuernos y pezuñas. Los pobres verán esto y se alegrarán; ¡reanímense ustedes, los que buscan a Dios! Porque el Señor oye a los necesitados, y no desdeña a su pueblo cautivo. Que lo alaben los cielos y la tierra, los mares y todo lo que se mueve en ellos, porque Dios salvará a Sión y reconstruirá las ciudades de Judá. y tomará posesión de la tierra. La heredarán los hijos de sus siervos; la habitarán los que aman al Señor.


Proverbios 3:
Hijo mío, si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos; si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; si llamas a la inteligencia y pides discernimiento; si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, entonces comprenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios. Él reserva su ayuda para la gente íntegra y protege a los de conducta intachable. Él cuida el sendero de los justos y protege el camino de sus fieles. Entonces comprenderás la justicia y el derecho, la equidad y todo buen camino; la sabiduría vendrá a tu corazón, y el conocimiento te endulzará la vida. La discreción te cuidará, la inteligencia te protegerá. La sabiduría te librará del camino de los malvados, de los que profieren palabras perversas, de los que se apartan del camino recto para andar por sendas tenebrosas, de los que se complacen en hacer lo malo y festejan la perversidad, de los que andan por caminos torcidos y por sendas extraviadas; te librará de la mujer ajena, de la extraña de palabras seductoras que, olvidándose de su pacto con Dios, abandona al compañero de su juventud. Ciertamente su casa conduce a la muerte; sus sendas llevan al reino de las sombras. El que se enreda con ella no vuelve jamás, ni alcanza los senderos de la vida. Así andarás por el camino de los buenos y seguirás la senda de los justos. Pues los íntegros, los perfectos, habitarán la tierra y permanecerán en ella. Pero los malvados, los impíos, serán desarraigados y expulsados de la tierra.


El Libro de Los Hechos del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES


CAPÍTULO 1
(33 d.C.)
POSRESURRECCIÓN

EN el primer tratado (se refiere al Evangelio de Lucas, que probablemente fue terminado un año y tanto antes de escribir este relato llamado, “Los Hechos de los Apóstoles”), O Teófilo (la misma persona al cual Lucas se dirigió en aquel Evangelio), he hablado de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar (es el Estándar, el Principal y el Fundamento del Evangelio),
2 Hasta el día en que fue recibido arriba (la Resurrección), habiendo dado Mandamientos por el Espíritu Santo (se refiere a que el Espíritu de Dios es el Orador y el Actor en este Libro) a los Apóstoles que escogió (se refiere al Ministerio de nuestro Señor de aproximadamente tres años y medio, del cual los Apóstoles presenciaron):
3 A los cuales, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables (muchas personas Lo vieron después de Su Resurrección, y antes de Su Ascensión), apareciéndoles por cuarenta días (a partir del momento de la Resurrección hasta el momento de Su Ascensión), y hablándoles del Reino de Dios (parece que se incluyó mucha enseñanza durante este período de tiempo):

EL ESPÍRITU SANTO

4 Y estando juntos (se refiere al momento cuando Él subió de regreso al Padre; probablemente era durante el tiempo cuando se le apareció “a más de quinientos” [I Cor. 15:6]), les Mandó (no una sugerencia) que no se fuesen de Jerusalén (el lugar del Templo donde el Espíritu Santo descendería), sino que esperasen la Promesa del Padre (hace referencia al Espíritu Santo que el Padre prometió [Luc. 24:49; Joel, cap. 2]), que oísteis, dijo, de Mí (ustedes también Me oyeron decir estas cosas [Jn. 7:37-39; 14:12-17, 26; 15:26; 16:7-15]).

LA PROFECÍA

5 Porque Juan a la verdad bautizó con agua (simplemente simbolizaba el mejor Bautismo que los Creyentes podían recibir antes del Día de Pentecostés); mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo no muchos días después de estos (se refiere al Día de Pentecostés venidero, aunque Jesús no usó ese término en ese instante).
6 Entonces los que se habían juntado le preguntaron, diciendo (aparentemente da los detalles de la última reunión antes de la Ascensión), Señor, ¿restituirás el Reino a Israel en este tiempo? (Él contestaría más tarde este interrogante por medio del Apóstol Pablo [II Tes., cap. 2].)
7 Y les dijo, No toca a vosotros saber los tiempos o las sazones que el Padre puso en Su Sola potestad (el Maestro dice que no es asunto de los seguidores de Cristo ocuparse en saber esta información, sino más bien “Ocupad entre tanto que Yo vengo” [Luc. 19:13]).

EL PODER

8 Mas recibiréis poder (Poder para Obrar Milagros) del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros (expresamente dice que este "Poder" está inherente en el Espíritu Santo, y únicamente en Su Dominio): y Me (sin el Bautismo con el Espíritu Santo, realmente no se puede conocer a Jesús como ha de conocerlo) seréis testigos (no significa testificar a las almas, sino más bien entregarse en toda su capacidad a Cristo, hasta dar su vida por Él) en Jerusalén, en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la Tierra (hace bien claro que la Obra de Dios tiene alcance mundial).

LA ASCENCIÓN

9 Y habiendo dicho estas cosas (se refiere a Sus últimas instrucciones para Sus seguidores), viéndolo ellos, fue alzado (se refiere a Él que sube delante de su vista); y una nube le recibió y le quitó de sus ojos (representa la Gloria Shekiná de Dios, que envolvió a Cristo cuando Él ascendía).

EL SEGUNDO ADVENIMIENTO

10 Y estando con los ojos puestos en el Cielo, entre tanto que Él iba (estas declaraciones son importantes porque afirman Su Ascensión actual presenciada por testigos oculares), he aquí, dos varones se pusieron junto a ellos en vestidos blancos (estos dos "hombres" eran en realidad Ángeles);
11 Los cuales también les dijeron, Varones Galileos, ¿por qué estáis mirando al Cielo? (No significa que solamente varones estaban presentes, sino que era un término común que se usaba tanto para hombres como para mujeres.) este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el Cielo (se refiere al mismo Cuerpo Humano con las marcas de los clavos en Sus Manos y Pies, etc.), así vendrá como Le habéis visto ir al Cielo (se refiere al mismo lugar, que es el Monte de los Olivos).

EL APOSENTO ALTO

12 Entonces se volvieron a Jerusalén del Monte que se llama de los Olivos (representa, como se dijo, el lugar de Su Ascensión, que también será el lugar de Su Descenso), el cual está cerca de Jerusalén camino de un Sábado (representa un poco más de un kilómetro ([casi media milla]).
13 Y entrados, subieron al aposento alto (probablemente la misma habitación donde ellos comieron la Pascua con Cristo [Luc. 22:12]), donde moraban Pedro y Santiago, Juan y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, y Simón Zelote, y Judas hermano de Jacobo (este Judas también se llama “Lebeo” y "Tadeo" [Mat. 10:3; Marc. 3:18]).
14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego (expone la manera cómo se condujeron estas reuniones), con las mujeres, y con María la Madre de Jesús (tiene que ver con las mujeres que siguieron a Cristo desde Galilea [Mat. 27:55-56]), y con Sus hermanos.

EL SUCESOR DE JUDAS
ISCARIOTE

15 Y en aquellos días, Pedro, levantándose en medio de los Hermanos (representa a Pedro que toma la delantera), dijo (y era el número de los nombres como de ciento y veinte en número) (en esencia es el comienzo de la "Iglesia"),
16 Varones hermanos, convino que se cumpliese La Escritura, la cual dijo antes el Espíritu Santo por la boca de David, de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús (derivado de Sal. 69:25-28).
17 El cual era contado con nosotros, y recibió parte en este Ministerio (quiere decir que él era uno de los Apóstoles, y escogido por el Señor).
18 Este, pues, adquirió un campo del salario de su iniquidad (se refiere a los Fariseos que tomaron el dinero manchado con la sangre de Judas y compraron su lugar de entierro [Mat. 27:6-8]); y colgándose, reventó por el medio, y todas sus entrañas se derramaron (él se suicidó [Mat. 27:3-8]).
19 Y fue notorio a todos los moradores de Jerusalén (en realidad quiere decir que “se dio a conocer”); de tal manera que aquel campo es llamado en su propia lengua, Acéldama, que es, Campo de sangre (también conocido como el “Campo del Alfarero”).
20 Porque está escrito en el Libro de los Salmos, Sea hecha desierta su habitación, y no haya quien more en ella; y (indica que el nombre de Judas estaba en el Libro de la Vida, pero fue borrado debido a su pecado), tome otro su obispado (se refiere a su Apostolado).
21 Conviene, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entró y salió entre nosotros (probablemente se refiere a los setenta [Luc. 10:17]),
22 Comenzando desde el Bautismo de Juan, hasta el día que fue recibido arriba de entre nosotros (abarca la totalidad de los tres años y medio del Ministerio de Cristo), uno sea hecho testigo con nosotros de Su Resurrección (aprendemos de esto que la Resurrección de Cristo de entre los muertos es una Doctrina Cardinal del Evangelio).
23 Y señalaron a dos, a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías (ellos presentarían a estos dos al Señor para Su selección).
24 Y orando (muestra su dependencia completa en el Señor para recibir dirección y ayuda), dijeron, Tú, Señor, que conoces los corazones de todos (nos dice solamente dónde se puede encontrar la Verdad), muestra cuál escoges de estos dos (expresa su deseo de tener la Selección de Dios y Solo Su Selección),
25 Para que tome el oficio de este Ministerio y Apostolado (el Fundamento de la Iglesia), del cual cayó Judas por transgresión (nos dice claramente que Judas una vez conocía al Señor, pues ¿cómo puede caerse de algo del cual nunca ha alcanzado?), para irse a su lugar (la obstinación le llevará al Infierno eterno, justo como Judas fue llevado).
26 Y les echaron suertes (parecido al Urim y Tumim con que los Discípulos estaban familiarizados y por lo cual el Señor, en tiempos del Antiguo Testamento, dio dirección a Su Gente [Deut. 33:8-10; Núm. 27:21]); y cayó la suerte sobre Matías (probablemente quiere decir que los nombres de los dos hombres fueron colocados en dos piedras, pedazos de pergamino o madera, y luego colocados en una urna, para echar a suertes [Lev. 16:8-9; Jos. 14:2]); y fue contado con los Once Apóstoles (indica que él era la Selección de Dios).


1 Corintios 13:

Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e  intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero."* Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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