16 February 2022

El 16 de febrero Lectura Bíblica Diaria

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El 16 de febrero Lectura Bíblica Diaria:


Deuteronomio 21 - 23:

Si en la tierra que Jehová tu Dios te da para que la poseas, fuere hallado alguien muerto, tendido en el campo, y no se supiere quién lo mató, entonces tus ancianos y tus jueces saldrán y medirán la distancia hasta las ciudades que están alrededor del muerto. Y los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el muerto, tomarán de las vacas una becerra que no haya trabajado, que no haya llevado yugo; y los ancianos de aquella ciudad traerán la becerra a un valle escabroso, que nunca haya sido arado ni sembrado, y quebrarán la cerviz de la becerra allí en el valle. Entonces vendrán los sacerdotes hijos de Leví, porque a ellos escogió Jehová tu Dios para que le sirvan, y para bendecir en el nombre de Jehová; y por la palabra de ellos se decidirá toda disputa y toda ofensa. Y todos los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el muerto lavarán sus manos sobre la becerra cuya cerviz fue quebrada en el valle; y protestarán y dirán: Nuestras manos no han derramado esta sangre, ni nuestros ojos lo han visto. Perdona a tu pueblo Israel, al cual redimiste, oh Jehová; y no culpes de sangre inocente a tu pueblo Israel. Y la sangre les será perdonada. Y tú quitarás la culpa de la sangre inocente de en medio de ti, cuando hicieres lo que es recto ante los ojos de Jehová. Cuando salieres a la guerra contra tus enemigos, y Jehová tu Dios los entregare en tu mano, y tomares de ellos cautivos, y vieres entre los cautivos a alguna mujer hermosa, y la codiciares, y la tomares para ti por mujer, la meterás en tu casa; y ella rapará su cabeza, y cortará sus uñas, y se quitará el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa; y llorará a su padre y a su madre un mes entero; y después podrás llegarte a ella, y tú serás su marido, y ella será tu mujer. Y si no te agradare, la dejarás en libertad; no la venderás por dinero, ni la tratarás como esclava, por cuanto la humillaste. Si un hombre tuviere dos mujeres, la una amada y la otra aborrecida, y la amada y la aborrecida le hubieren dado hijos, y el hijo primogénito fuere de la aborrecida; en el día que hiciere heredar a sus hijos lo que tuviere, no podrá dar el derecho de primogenitura al hijo de la amada con preferencia al hijo de la aborrecida, que es el primogénito; mas al hijo de la aborrecida reconocerá como primogénito, para darle el doble de lo que correspondiere a cada uno de los demás; porque él es el principio de su vigor, y suyo es el derecho de la primogenitura. Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere; entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho. Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá. Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad. Si vieres extraviado el buey de tu hermano, o su cordero, no le negarás tu ayuda; lo volverás a tu hermano. Y si tu hermano no fuere tu vecino, o no lo conocieres, lo recogerás en tu casa, y estará contigo hasta que tu hermano lo busque, y se lo devolverás. Así harás con su asno, así harás también con su vestido, y lo mismo harás con toda cosa de tu hermano que se le perdiere y tú la hallares; no podrás negarle tu ayuda. Si vieres el asno de tu hermano, o su buey, caído en el camino, no te apartarás de él; le ayudarás a levantarlo. No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace. Cuando encuentres por el camino algún nido de ave en cualquier árbol, o sobre la tierra, con pollos o huevos, y la madre echada sobre los pollos o sobre los huevos, no tomarás la madre con los hijos. Dejarás ir a la madre, y tomarás los pollos para ti, para que te vaya bien, y prolongues tus días. Cuando edifiques casa nueva, harás pretil a tu terrado, para que no eches culpa de sangre sobre tu casa, si de él cayere alguno. No sembrarás tu viña con semillas diversas, no sea que se pierda todo, tanto la semilla que sembraste como el fruto de la viña. No ararás con buey y con asno juntamente. No vestirás ropa de lana y lino juntamente. Te harás flecos en las cuatro puntas de tu manto con que te cubras. Cuando alguno tomare mujer, y después de haberse llegado a ella la aborreciere, y le atribuyere faltas que den que hablar, y dijere: A esta mujer tomé, y me llegué a ella, y no la hallé virgen; entonces el padre de la joven y su madre tomarán y sacarán las señales de la virginidad de la doncella a los ancianos de la ciudad, en la puerta; y dirá el padre de la joven a los ancianos: Yo di mi hija a este hombre por mujer, y él la aborrece; y he aquí, él le atribuye faltas que dan que hablar, diciendo: No he hallado virgen a tu hija; pero ved aquí las señales de la virginidad de mi hija. Y extenderán la vestidura delante de los ancianos de la ciudad. Entonces los ancianos de la ciudad tomarán al hombre y lo castigarán; y le multarán en cien piezas de plata, las cuales darán al padre de la joven, por cuanto esparció mala fama sobre una virgen de Israel; y la tendrá por mujer, y no podrá despedirla en todos sus días. Mas si resultare ser verdad que no se halló virginidad en la joven, entonces la sacarán a la puerta de la casa de su padre, y la apedrearán los hombres de su ciudad, y morirá, por cuanto hizo vileza en Israel fornicando en casa de su padre; así quitarás el mal de en medio de ti. Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel. Si hubiere una muchacha virgen desposada con alguno, y alguno la hallare en la ciudad, y se acostare con ella; entonces los sacaréis a ambos a la puerta de la ciudad, y los apedrearéis, y morirán; la joven porque no dio voces en la ciudad, y el hombre porque humilló a la mujer de su prójimo; así quitarás el mal de en medio de ti. Mas si un hombre hallare en el campo a la joven desposada, y la forzare aquel hombre, acostándose con ella, morirá solamente el hombre que se acostó con ella; mas a la joven no le harás nada; no hay en ella culpa de muerte; pues como cuando alguno se levanta contra su prójimo y le quita la vida, así es en este caso. Porque él la halló en el campo; dio voces la joven desposada, y no hubo quien la librase. Cuando algún hombre hallare a una joven virgen que no fuere desposada, y la tomare y se acostare con ella, y fueren descubiertos; entonces el hombre que se acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta piezas de plata, y ella será su mujer, por cuanto la humilló; no la podrá despedir en todos sus días. Ninguno tomará la mujer de su padre, ni profanará el lecho de su padre. No entrará en la congregación de Jehová el que tenga magullados los testículos, o amputado su miembro viril. No entrará bastardo en la congregación de Jehová; ni hasta la décima generación no entrarán en la congregación de Jehová. No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová, ni hasta la décima generación de ellos; no entrarán en la congregación de Jehová para siempre, por cuanto no os salieron a recibir con pan y agua al camino, cuando salisteis de Egipto, y porque alquilaron contra ti a Balaam hijo de Beor, de Petor en Mesopotamia, para maldecirte. Mas no quiso Jehová tu Dios oír a Balaam; y Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición, porque Jehová tu Dios te amaba. No procurarás la paz de ellos ni su bien en todos los días para siempre. No aborrecerás al edomita, porque es tu hermano; no aborrecerás al egipcio, porque forastero fuiste en su tierra. Los hijos que nacieren de ellos, en la tercera generación entrarán en la congregación de Jehová. Cuando salieres a campaña contra tus enemigos, te guardarás de toda cosa mala. Si hubiere en medio de ti alguno que no fuere limpio, por razón de alguna impureza acontecida de noche, saldrá fuera del campamento, y no entrará en él. Pero al caer la noche se lavará con agua, y cuando se hubiere puesto el sol, podrá entrar en el campamento. Tendrás un lugar fuera del campamento adonde salgas; tendrás también entre tus armas una estaca; y cuando estuvieres allí fuera, cavarás con ella, y luego al volverte cubrirás tu excremento; porque Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte y para entregar a tus enemigos delante de ti; por tanto, tu campamento ha de ser santo, para que él no vea en ti cosa inmunda, y se vuelva de en pos de ti. No entregarás a su señor el siervo que se huyere a ti de su amo. Morará contigo, en medio de ti, en el lugar que escogiere en alguna de tus ciudades, donde a bien tuviere; no le oprimirás. No haya ramera de entre las hijas de Israel, ni haya sodomita de entre los hijos de Israel. No traerás la paga de una ramera ni el precio de un perro a la casa de Jehová tu Dios por ningún voto; porque abominación es a Jehová tu Dios tanto lo uno como lo otro. No exigirás de tu hermano interés de dinero, ni interés de comestibles, ni de cosa alguna de que se suele exigir interés. Del extraño podrás exigir interés, mas de tu hermano no lo exigirás, para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos en la tierra adonde vas para tomar posesión de ella. Cuando haces voto a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo; porque ciertamente lo demandará Jehová tu Dios de ti, y sería pecado en ti. Mas cuando te abstengas de prometer, no habrá en ti pecado. Pero lo que hubiere salido de tus labios, lo guardarás y lo cumplirás, conforme lo prometiste a Jehová tu Dios, pagando la ofrenda voluntaria que prometiste con tu boca. Cuando entres en la viña de tu prójimo, podrás comer uvas hasta saciarte; mas no pondrás en tu cesto. Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a la mies de tu prójimo.


Salmos 65:

A ti, Dios mío, debemos alabarte en Sión; a ti debemos cumplir nuestros votos,
pues tú escuchas nuestras oraciones. A ti acude todo el género humano.
Nuestras malas acciones nos dominan, pero tú perdonas nuestras rebeliones.
¡Cuán dichoso es aquel a quien tú escoges y lo llevas a vivir en tus atrios!
Nosotros quedamos plenamente satisfechos con las bondades de tu casa, con las bendiciones de tu santo templo.
Tú, Dios de nuestra salvación,
nos respondes con grandes actos de justicia.
En ti esperan los confines de la tierra
y los mares más remotos.
Tú te revistes de valor
y con tu poder afirmas los montes.
Tú sosiegas el estruendo de los mares,
acallas el estrépito de sus olas,
y silencias el alboroto de los pueblos.
Tiemblan de miedo, ante tus maravillas,
los que habitan en los extremos de la tierra.
Tú haces que el sol grite de alegría
al salir por la mañana, y al caer la tarde.
Tú, con la lluvia, cuidas de la tierra,
y en gran manera la fecundas y enriqueces.
Llenas de agua tus corrientes caudalosas
y preparas el grano, cuando así lo dispones.
10 Haces que los surcos se empapen
y que se nivelen los terrones;
con tus lluvias los reblandeces,
y bendices sus renuevos.
11 Con tu bondad engalanas el año;
a tu paso vas esparciendo abundancia.
12 Los pastizales del desierto se ven rebosantes,
y las colinas se revisten de alegría;
13 los llanos se saturan de rebaños,
y los valles se tapizan con trigales.
¡Todo canta y lanza gritos de júbilo!


Proverbios 30:
Dichos de Agur hijo de Jaqué. Oráculo. Palabras de este varón: "Cansado estoy, oh Dios; cansado estoy, oh Dios, y débil. "Soy el más ignorante de todos los hombres; no hay en mí discernimiento humano. No he adquirido sabiduría, ni tengo conocimiento del Dios santo. "¿Quién ha subido a los cielos y descendido de ellos? ¿Quién puede atrapar el viento en su puño  o envolver el mar en su manto? ¿Quién ha establecido los límites de la tierra? ¿Quién conoce su nombre o el de su hijo? "Toda palabra de Dios es digna de crédito; Dios protege a los que en él buscan refugio. No añadas nada a sus palabras, no sea que te reprenda y te exponga como a un mentiroso. "Sólo dos cosas te pido, Señor; no me las niegues antes de que muera: Aleja de mí la falsedad y la mentira; no me des pobreza ni riquezas sino sólo el pan de cada día. Porque teniendo mucho, podría desconocerte y decir: ¿Y quién es el Señor? Y teniendo poco, podría llegar a robar y deshonrar así el nombre de mi Dios. "No ofendas al esclavo delante de su amo, pues podría maldecirte y sufrirías las consecuencias. "Hay quienes maldicen a su padre y no bendicen a su madre. Hay quienes se creen muy puros, pero no se han purificado de su impureza. Hay quienes se creen muy importantes, y a todos miran con desdén. Hay quienes tienen espadas por dientes y cuchillos por mandíbulas; para devorar a los pobres de la tierra y a los menesterosos de este mundo. "La sanguijuela tiene dos hijas que sólo dicen: Dame, dame. "Tres cosas hay que nunca se sacian, y una cuarta que nunca dice ¡Basta!: el sepulcro, el vientre estéril, la tierra, que nunca se sacia de agua, y el fuego, que no se cansa de consumir. "Al que mira con desdén a su padre, y rehúsa obedecer a su madre, que los cuervos del valle le saquen los ojos y que se lo coman vivo los buitres. "Tres cosas hay que me causan asombro, y una cuarta que no alcanzo a comprender: el rastro del águila en el cielo, el rastro de la serpiente en la roca, el rastro del barco en alta mar, y el rastro del hombre en la mujer. "Así procede la adúltera: come, se limpia la boca, y afirma: Nada malo he cometido. "Tres cosas hacen temblar la tierra, y una cuarta la hace estremecer: el siervo que llega a ser rey, el necio al que le sobra comida, la mujer rechazada que llega a casarse, y la criada que suplanta a su señora. "Cuatro cosas hay pequeñas en el mundo, pero que son más sabias que los sabios: las hormigas, animalitos de escasas fuerzas, pero que almacenan su comida en el verano; los tejones, animalitos de poca monta, pero que construyen su casa entre las rocas; las langostas, que no tienen rey, pero que avanzan en formación perfecta; las lagartijas, que se atrapan con la mano, pero que habitan hasta en los palacios. "Tres cosas hay que caminan con garbo, y una cuarta de paso imponente: el león, poderoso entre las bestias, que no retrocede ante nada; el gallo engreído, el macho cabrío, y el rey al frente de su ejército. "Si como un necio te has engreído, o si algo maquinas, ponte a pensar que batiendo la leche se obtiene mantequilla, que sonándose fuerte sangra la nariz, y que provocando la ira se acaba peleando."


Juan 18:
CAPÍTULO 18
(33 d.C.)
LA TRAICIÓN

CUANDO Jesús hubo dicho estas Palabras (probablemente se refiere a todo lo declarado en los Capítulos 14 a 17), se salió con Sus Discípulos tras el arroyo de Cedrón (el arroyo de Cedrón [Kedrón] corre en un valle profundo entre el Monte de los Olivos y la Ciudad de Jerusalén), donde estaba un huerto, en el cual entró Jesús y Sus Discípulos (se refirió del “Getsemaní”).
2 Y también Judas, el que Le entregaba, conocía aquel lugar: porque muchas veces Jesús se juntaba allí con Sus Discípulos (parece que era el lugar donde Él pasó la mayoría de las noches mientras estaba en la Ciudad de Jerusalén).
3 Judas pues, tomando una compañía y ministros de los Principales Sacerdotes y de los Fariseos (Juan completamente omitía la Pasión de Cristo en el Huerto, y que va al grano con lo de Su arresto), vino allí con linternas y antorchas y con armas (era la Pascua, luna llena; pero la traición y el odio los hacía desconfiar de la luz pura y suave; por lo tanto, sus enemigos llevaron antorchas y linternas).
4 Empero Jesús, sabiendo todas las cosas que habían de venir sobre Él (expresa que fue guiado perfectamente por el Padre y por medio del Ministerio del Espíritu Santo), salió delante, y les dijo, ¿A quién buscáis? (se refiere al arresto cuando Él se encontró con los soldados y los guardianes del Templo; así es la maldad; y sobre todo, la maldad religiosa.)
5 Le respondieron, A Jesús Nazareno (decían el Nombre más Grande en los anales de la historia humana). Les dice Jesús, Yo Soy Él (debiera ser traducido, “Yo Soy,” por el pronombre “Él” fue agregado por los traductores; y así como tal, Él dijo la misma cosa que dijo a Moisés hacía 1.600 años antes [Éx. 3:14]). Y estaba también con ellos Judas, el que Le entregaba (Judas tenía una alternativa en que debía tomar una decisión; él podría ponerse al lado de Jesús o al lado de la jerarquía religiosa; ¡él no podía ponerse al lado de ambos!).
6 Y como les dijo, Yo Soy (describe el Poder y la Fuerza con que éstas Palabras fueron habladas), volvieron atrás, y cayeron en tierra (habrían unos cien o más hombres presentes; Su Respuesta y la reacción de ellos cumplieron la predicción de David tocante a este momento [Sal. 27:2]).
7 Les volvió, pues, a preguntar, ¿A quién buscáis? (Él les volvió a interrogar, porque con esta demostración de Poder Él quiere que ellos comprendieran completamente lo que hacían, y exactamente a Quién estaban arrestando.) Y ellos dijeron, A Jesús Nazareno (al parecer que Su demostración de Poder les hablara a ellos para que pudieran hacer una pausa; sin embargo, el corazón humano, en su dureza, no se rinde  fácilmente a la Justicia).
8 Respondió Jesús, Os he dicho que Yo soy: pues si a Mi buscáis, dejad ir a éstos (se refiere a Sus Discípulos, y presentó una petición a la cual ellos no se atrevieron a desobedecer).
9 Para que se cumpliese la Palabra que había dicho (una inserción en la narrativa de Juan), De los que Me diste ninguno de ellos perdí ([Jn. 17:12], el Señor está refiriéndose de ese momento tocante a Su arresto).
10 Entonces Simón Pedro que tenía espada, la sacó, e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha (muestra a Pedro, yo creo, intentando partir el cráneo del hombre; el Espíritu Santo, sin duda, desvió su puntería, y la espada le cortó sólo la oreja). Y el siervo se llamaba Malco (sólo Juan proveyó el nombre del siervo; sin embargo, Juan no hace mención de la sanidad de la oreja del hombre como lo hizo Lucas [Luc. 22:51]).
11 Jesús entonces dijo a Pedro, Mete tu espada en la vaina (en una sola frase, Jesús estaba declarando a la Iglesia que el Evangelio no ha de propagarse por espada y, de hecho, ¡no puede propagarse así!): el vaso que el Padre Me ha dado, ¿no lo tengo de beber? (Declara lo que se tiene que hacer.)

CAIFÁS

12 Entonces la compañía y el tribuno y los ministros de los Judíos, prendieron a Jesús y Le ataron (era parte del proceso para todos aquéllos que eran arrestados),
13 Y Le llevaron primeramente a Anás (quizás él era el jefe del Sanedrín, el cuerpo gobernante de Israel); porque era suegro de Caifás, el cual era Sumo Sacerdote en aquel año (esta posición era designada por las autoridades Romanas).
14 Y era Caifás, el que había dado el consejo a los Judíos, que era necesario que un hombre muriese por el pueblo (¡este “consejo” destruiría a su Nación!).

PEDRO

15 Y seguían a Jesús Simón Pedro, y otro Discípulo (se refiere a Juan el Amado, quien escribió este relato): y aquel Discípulo era conocido del Sumo Sacerdote, y entró con Jesús al atrio del Sumo Sacerdote (no se sabe qué tan bien conocía Juan a Caifás).
16 Mas Pedro estaba fuera a la puerta (probablemente Juan tenía permiso para entrar y Pedro no lo tenía). Y salió aquel Discípulo que era conocido del Sumo Sacerdote, y habló a la portera, y metió dentro a Pedro.
17 Entonces la criada portera dijo a Pedro, ¿No eres tú también de los Discípulos de este Hombre? (Da inicio ya a la escena que será tan hiriente a Pedro y a Jesús.) Dice él, No soy (era un pecado terrible; y en la forma como se desenvuelve el pecado, se vuelve peor con el fracaso).
18 Y estaban en pie los siervos y los ministros que estaban de pie alrededor de una hoquera; porque hacía frío: y se calentaban: y estaba también con ellos Pedro en pie, calentándose (exhibe a Pedro trabando amistad con los enemigos del Señor).

EL PROCESO

19 Y el Sumo Sacerdote preguntó a Jesús acerca de Sus Discípulos (todos los seguidores de Cristo) y de Su Doctrina (corresponde a las cosas que Él enseñó).
20 Jesús le respondió, Yo manifiestamente he hablado al mundo (Él no dijo nada en secreto); Yo siempre he enseñado en la Sinagoga y en el Templo, donde se juntan todos los Judíos (en esencia dice, “si tú estás reclamando que Yo prediqué o enseñé algo indebido, ¿por qué no Me arrestaron en una de las Sinagogas o en el Templo? ¿Por qué no Me acusaron delante de la gente?”); y nada he hablado en oculto (no había sedición alguna).
21 ¿Por qué Me preguntas a Mí? (En efecto, penetra a través de su hipocresía.) pregunta a los que han oído, qué les haya Yo hablado: he aquí, ésos saben lo que Yo he dicho (el espíritu de Tinieblas en ellos luchaba contra el Espíritu de la Luz en Él; cierto es que ellos eran religiosos, pero la verdad es que, eran diablos religiosos, el cual en una forma u otra describe a toda la religión).
22 Y cuando Él hubo dicho esto, uno de los siervos que estaba allí, dio una bofetada a Jesús (probablemente hizo esto para congraciarse con el Sumo Sacerdote), diciendo, ¿Así respondes al Sumo Sacerdote? (Contesta el hecho de que ellos estaban buscando un motivo para herirle.)
23 Le respondió Jesús, Si he hablado mal, da testimonio del mal (en esencia dice, “¡si Yo he hablado o cometido algún tipo de maldad, ¡díganmelo!”): y si bien, ¿por qué Me hieres? (¿Qué he dicho o hecho Yo para merecer esto?)
24 Y Anás Le había enviado atado a Caifás, el Sumo Sacerdote (se expresa en el tiempo pasado y, por lo tanto, se refiere a Jesús que fue enviado por Anás a donde fue enviado primero).

PEDRO

25 Estaba pues Pedro en pie calentándose (a continuación el relato de Pedro como concluyó en el Versículo 18). Y le dijeron, ¿No eres tú de Sus Discípulos? (Muestra a otros que hacen la acusación, junto con la muchacha del Versículo 17.) Él negó, y dijo, No soy (fue la segunda negación).
26 Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquél a quien Pedro había cortado la oreja, le dice, ¿No te vi yo en el huerto con Él? (Presenta la ocasión para la tercera negación.)
27 Y negó Pedro otra vez: y luego el gallo cantó (el cumplimiento de la predicción de Jesús [Luc. 22:34]).

PILATO

28 Y llevaron a Jesús de Caifás al pretorio (al Tribunal de Pilato): y era por la mañana (representa la cuarta vigilia de la noche, lo cual era entre las 3:00 de la mañana y las 6:00 de la mañana, pero más cerca de las 6:00 de la madrugada); y ellos no entraron en el pretorio, por no  ser contaminados (¡irónico! Ellos podían asesinar al Señor de la Gloria, pero su religión les prohibió entrar en la casa de un Gentil; ¡así es la auto-justicia!); sino que comiesen la Pascua (tiene referencia a la idea que la limpieza de tal profanación requeriría un período de tiempo y, por lo tanto, ellos no podían participar de la Pascua ese día; ellos ni siquiera se daban cuenta que estaban acabando la Verdadera Pascua).
29 Entonces salió Pilato a ellos fuera, y dijo, ¿Qué acusación traéis contra este Hombre?
30 Respondieron y le dijeron, Si Éste no fuera malhechor, no te Le habríamos entregado (en realidad no registra respuesta alguna, simplemente porque no tenían un caso contra Él).
31 Les dice entonces Pilato, Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra Ley (le declara como deseoso de deshacerse de este asunto). Y los Judíos le dijeron, A nosotros no es lícito matar a nadie (ya ellos Le habían condenado en sus corazones; y ¡ahora ellos quisieron que Él muriera!): 
32 Para que se cumpliese el dicho de Jesús, que había dicho, dando a entender de qué muerte había de morir (Jesús había predicho esto en Juan 3:14; 8:28; 12:32; la Mente de Dios desde hace ya mucho tiempo había resuelto esta cuestión [I Ped. 1:18-20]).
33 Así que, Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús (él llama a Jesús a su lado, fuera del oír de la muchedumbre), y Le dijo, ¿Eres Tú el Rey de los Judíos? (Él esperaba una respuesta negativa; si Él contestara en lo afirmativo, sería fácil sugerirle a Pilato que Él tenía que estar bajo alguna alucinación vana.)
34 Le respondió Jesús, ¿Dices tú esto de ti mismo, o te lo han dicho otros de Mí? (La pregunta que hizo Jesús tiene la intención de llevar al Gobernador más allá de las acusaciones que soltaron los que estaban sedientos de sangre.)
35 Pilato respondió, ¿Soy yo Judío? (Esta pregunta fue hecha con algo de sarcasmo, y en efecto fue más que una declaración que una pregunta.) Tu gente, y los Sumos Sacerdotes, Te han entregado a mi (en efecto, dice, “¡yo no levanté los cargos en Tu contra, ellos lo hicieron!”): ¿qué has hecho? (Es un interrogante para él mismo como para Jesús.)
36 Respondió Jesús, Mi Reino no es de este mundo (de ninguna manera niega Su Realeza, sino que afirma el origen de Su Reino y Su Realeza no son de este mundo): si de este mundo fuera Mi Reino, Mis servidores pelearían para que Yo no fuera entregado a los Judíos (en esencia, dice que si Él fuera lo que los Judíos afirmaban, un usurpador en contra de Roma, desde hace mucho tiempo Sus Seguidores hubieran recurrido a usar la fuerza): ahora, pues, Mi Reino no es de aquí (ahora no es de este mundo, pero lo será en el futuro [Hab. 2:14; Apoc., cap. 19]).
37 Le dijo entonces Pilato, ¿Luego Rey eres Tú? (No se hizo esta pregunta con sarcasmo ni con sinceridad; probablemente, ¡había un poco de los dos.) Respondió Jesús, Tú dices que Yo soy Rey (es lo mismo que decir “¡sí, así es!”). Yo para esto he nacido (tiene que ver con la Encarnación, Dios hecho Hombre [Isa. 7:14]), y para esto he venido al mundo (Él ha de ser Rey en los corazones de todos los que creen en Él), para dar testimonio a la Verdad (conlleva en esta declaración la personificación entera de los Caminos de Dios). Todo aquél que es de la Verdad, oye Mi Voz (solamente los que sinceramente desean la Verdad conocerán a Cristo, es decir, “oirán Su Voz”).

BARRABÁS

38 Le dice Pilato, ¿Qué cosa es Verdad? (Pilato se revela como un cínico con esta pregunta.) Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los Judíos, y les dice (sucedió en medio de un tumulto), Yo no hallo en Él ningún crimen (Pilato sabía que Jesús no era culpable de traición contra Roma, ni de ningún otro tipo de infracción).
39 Empero vosotros tenéis costumbre, que os suelte uno en la Pascua (parece que aconteció inmediatamente después de que Herodes devolvió a Jesús a Pilato): ¿queréis, pues, que os suelte al Rey de los Judíos? (Fue dicho con algo de sarcasmo, pero aún con una apelación a la idiotez de estas acusaciones.)
40 Entonces todos dieron voces otra vez, diciendo, No a Éste, sino a Barrabás (Pilato pensó que quizás él podría escaparse de la situación, ¡pensando que de seguro la gente preferiría a Jesús que a un ladrón! ¡Él se decepcionó tristemente!). Y Barrabás era ladrón (escogieron a un ladrón y desde entonces ellos han sido robados despiadadamente).


1 Corintios 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e  incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta* sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los  muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman,* los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la  derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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