El 3 de noviembre Lectura Bíblica Diaria
Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
Jeremías 43 a 45:
Aconteció que cuando Jeremías acabó de hablar a todo el pueblo todas las palabras de Jehová Dios de ellos, todas estas palabras por las cuales Jehová Dios de ellos le había enviado a ellos mismos, dijo Azarías hijo de Osaías y Johanán hijo de Carea, y todos los varones soberbios dijeron a Jeremías: Mentira dices; no te ha enviado Jehová nuestro Dios para decir: No vayáis a Egipto para morar allí, sino que Baruc hijo de Nerías te incita contra nosotros, para entregarnos en manos de los caldeos, para matarnos y hacernos transportar a Babilonia. No obedeció, pues, Johanán hijo de Carea y todos los oficiales de la gente de guerra y todo el pueblo, a la voz de Jehová para quedarse en tierra de Judá, sino que tomó Johanán hijo de Carea y todos los oficiales de la gente de guerra, a todo el remanente de Judá que se había vuelto de todas las naciones donde había sido echado, para morar en tierra de Judá; a hombres y mujeres y niños, y a las hijas del rey y a toda persona que había dejado Nabuzaradán capitán de la guardia con Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, y al profeta Jeremías y a Baruc hijo de Nerías, y entraron en tierra de Egipto, porque no obedecieron a la voz de Jehová; y llegaron hasta Tafnes. Y vino palabra de Jehová a Jeremías en Tafnes, diciendo: Toma con tu mano piedras grandes, y cúbrelas de barro en el enladrillado que está a la puerta de la casa de Faraón en Tafnes, a vista de los hombres de Judá; y diles: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí yo enviaré y tomaré a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y pondré su trono sobre estas piedras que he escondido, y extenderá su pabellón sobre ellas. Y vendrá y asolará la tierra de Egipto; los que a muerte, a muerte, y los que a cautiverio, a cautiverio, y los que a espada, a espada. Y pondrá fuego a los templos de los dioses de Egipto y los quemará, y a ellos los llevará cautivos; y limpiará la tierra de Egipto, como el pastor limpia su capa, y saldrá de allá en paz. Además quebrará las estatuas de Bet-semes, que está en tierra de Egipto, y los templos de los dioses de Egipto quemará a fuego. Palabra que vino a Jeremías acerca de todos los judíos que moraban en la tierra de Egipto, que vivían en Migdol, en Tafnes, en Menfis y en tierra de Patros, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá; y he aquí que ellas están el día de hoy asoladas; no hay quien more en ellas, a causa de la maldad que ellos cometieron para enojarme, yendo a ofrecer incienso, honrando a dioses ajenos que ellos no habían conocido, ni vosotros ni vuestros padres. Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: No hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco. Pero no oyeron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad, para dejar de ofrecer incienso a dioses ajenos. Se derramó, por tanto, mi ira y mi furor, y se encendió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, y fueron puestas en soledad y en destrucción, como están hoy. Ahora, pues, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vosotros mismos, para ser destruidos el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de pecho de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno, haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a dioses ajenos en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para vivir, de suerte que os acabéis, y seáis por maldición y por oprobio a todas las naciones de la tierra? ¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres, de las maldades de los reyes de Judá, de las maldades de sus mujeres, de vuestras maldades y de las maldades de vuestras mujeres, que hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén? No se han humillado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley ni en mis estatutos, los cuales puse delante de vosotros y delante de vuestros padres. Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo vuelvo mi rostro contra vosotros para mal, y para destruir a todo Judá. Y tomaré el resto de Judá que volvieron sus rostros para ir a tierra de Egipto para morar allí, y en tierra de Egipto serán todos consumidos; caerán a espada, y serán consumidos de hambre; a espada y de hambre morirán desde el menor hasta el mayor, y serán objeto de execración, de espanto, de maldición y de oprobio. Pues castigaré a los que moran en tierra de Egipto como castigué a Jerusalén, con espada, con hambre y con pestilencia. Y del resto de los de Judá que entraron en la tierra de Egipto para habitar allí, no habrá quien escape, ni quien quede vivo para volver a la tierra de Judá, por volver a la cual suspiran ellos para habitar allí; porque no volverán sino algunos fugitivos. Entonces todos los que sabían que sus mujeres habían ofrecido incienso a dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo: La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti; sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno. Mas desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y de hambre somos consumidos. Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le derramamos libaciones, ¿acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin consentimiento de nuestros maridos? Y habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres y a todo el pueblo que le había respondido esto, diciendo: ¿No se ha acordado Jehová, y no ha venido a su memoria el incienso que ofrecisteis en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes y el pueblo de la tierra? Y no pudo sufrirlo más Jehová, a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra fue puesta en asolamiento, en espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como está hoy. Porque ofrecisteis incienso y pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis a la voz de Jehová, ni anduvisteis en su ley ni en sus estatutos ni en sus testimonios; por tanto, ha venido sobre vosotros este mal, como hasta hoy. Y dijo Jeremías a todo el pueblo, y a todas las mujeres: Oíd palabra de Jehová, todos los de Judá que estáis en tierra de Egipto. Así ha hablado Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Vosotros y vuestras mujeres hablasteis con vuestras bocas, y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo: Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones; confirmáis a la verdad vuestros votos, y ponéis vuestros votos por obra. Por tanto, oíd palabra de Jehová, todo Judá que habitáis en tierra de Egipto: He aquí he jurado por mi grande nombre, dice Jehová, que mi nombre no será invocado más en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá, diciendo: Vive Jehová el Señor. He aquí que yo velo sobre ellos para mal, y no para bien; y todos los hombres de Judá que están en tierra de Egipto serán consumidos a espada y de hambre, hasta que perezcan del todo. Y los que escapen de la espada volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, pocos hombres; sabrá, pues, todo el resto de Judá que ha entrado en Egipto a morar allí, la palabra de quién ha de permanecer: si la mía, o la suya. Y esto tendréis por señal, dice Jehová, de que en este lugar os castigo, para que sepáis que de cierto permanecerán mis palabras para mal sobre vosotros. Así ha dicho Jehová: He aquí que yo entrego a Faraón Hofra rey de Egipto en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su vida, así como entregué a Sedequías rey de Judá en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, su enemigo que buscaba su vida. Palabra que habló el profeta Jeremías a Baruc hijo de Nerías, cuando escribía en el libro estas palabras de boca de Jeremías, en el año cuarto de Joacim hijo de Josías rey de Judá, diciendo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel a ti, oh Baruc: Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora! porque ha añadido Jehová tristeza a mi dolor; fatigado estoy de gemir, y no he hallado descanso. Así le dirás: Ha dicho Jehová: He aquí que yo destruyo a los que edifiqué, y arranco a los que planté, y a toda esta tierra. ¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques; porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho Jehová; pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde fueres.
Salmo 24:
¡Del Señor son la tierra y su plenitud! ¡Del Señor es el mundo y sus habitantes! ¡El Señor afirmó la tierra sobre los mares! ¡El Señor la estableció sobre los ríos! «¿Quién merece subir al monte del Señor? ¿Quién merece llegar a su santuario?» «Sólo quien tiene limpias las manos y puro el corazón; Sólo quien no invoca a los ídolos ni hace juramentos a dioses falsos. Quien es así recibe bendiciones del Señor; ¡Dios, su salvador, le hace justicia!» Así son todos los que te buscan, los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob. «¡Ustedes, puertas, levanten sus dinteles! ¡Ensánchense ustedes, puertas eternas! ¡Ábranle paso al Rey de la gloria!» «¿Y quién es este Rey de la gloria?» «¡Es el Señor, el fuerte y valiente! ¡Es el Señor, el poderoso en batalla!» «¡Ustedes, puertas, levanten sus dinteles! ¡Ensánchense ustedes, puertas eternas! ¡Ábranle paso al Rey de la gloria!»
Proverbios 12:
El que ama la corrección ama la sabiduría; el que aborrece la reprensión es ignorante. El Señor se agrada del hombre bueno, pero condena al mal intencionado. Por su maldad nadie se mantiene firme, pero la raíz de los justos jamás es removida. La mujer noble es corona de su esposo; la malvada es como carcoma en sus huesos. Los justos sólo piensan en la justicia; los impíos sólo piensan en engañar. Los impíos hablan para derramar sangre, pero los hombres rectos hablan y los ponen a salvo. Los impíos caen y dejan de existir, pero los justos y los suyos permanecen firmes. El hombre es alabado según su sabiduría, pero el de corazón perverso es menospreciado. Más vale un patrón despreciado que un engreído que carece de pan. El justo sabe cuando su bestia tiene hambre, pero los impíos son crueles de corazón. El que labra su tierra se sacia de pan, pero el amigo de vagos no tiene cordura. La codicia del impío es una trampa del mal, pero la raíz de los justos da fruto. El impío se enreda en sus labios pecadores, pero el justo logra salir del aprieto. El hombre se sacia del buen fruto de su boca, y recibe su paga según la obra de sus manos. El necio piensa que va por buen camino, pero el sabio presta atención al consejo. El necio al instante revela su enojo; Pero el prudente desdeña la injuria. Quien dice la verdad proclama la justicia, pero el testigo falso propaga el engaño. Hay gente cuyas palabras son puñaladas, pero la lengua de los sabios sana las heridas. Los labios veraces permanecen para siempre, pero la lengua mentirosa tiene corta vida. En la mente malvada habita el engaño; entre los que promueven la paz hay alegría. Ninguna adversidad le sobreviene al justo, pero todos los males caen sobre los impíos. Al Señor le repugnan los labios mentirosos; pero le agradan los que dicen la verdad. El que es astuto no demuestra lo que sabe, pero el que es necio deja ver su ignorancia. Los diligentes dominan a otros; los negligentes son dominados. La congoja abate el corazón del hombre, pero una buena noticia lo alegra. El justo sabe guiar a su prójimo; el impío le hace perder el camino. El indolente no cocina ni su presa; ¡el gran tesoro del hombre es la diligencia! En el camino de la justicia hay vida; no hay en su camino lugar para la muerte.
El Libro de Juan Capítulo 19 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:EL SANTO EVANGELIO
CAPÍTULO 19
(33 d.C.)
LA CORONA DE ESPINAS
ASÍ que, entonces tomó Pilato a Jesús, y Le azotó (¡Pilato estaba esperanzado que al flagelar a Jesús calmaría el deseo del derramamiento de sangre! él vuelve a decepcionarse).
2 Y los soldados entretejieron de espinas una corona (las espinas del Vencedor), y la pusieron sobre Su Cabeza, y Le vistieron de una ropa de grana (probablemente Herodes se la puso a Él),
3 Y decían, ¡Salve, Rey de los Judíos! (¡Tenía la intención de insultar no sólo a Cristo, sino también a la Nación de Israel!) y Le daban de bofetadas (siguieron golpeándole en la Cara con palmas abiertas o puños doblados).
CRUCIFÍCALE
4 Entonces Pilato salió otra vez fuera, y les dijo, He aquí, os Le traigo fuera, para que entendáis que ningún crimen hallo en Él (otra petición infructuosa a la humanidad pervertida y a la justicia del tropel enfurecido).
5 Y salió Jesús fuera, llevando la corona de espinas (de nuevo, el Gobernador tenía la esperanza de mitigar la ferocidad de la gente) y la ropa de grana. Y les dice Pilato, ¡He aquí, el Hombre! (Su petición fue en vano; ni una voz a favor de Jesús rompió el silencio.)
6 Y cuando Le vieron los Principales Sacerdotes (este Pagano, que no conoce a Dios, se compadeció al ver esto, pero el liderazgo religioso de Israel no mostró compasión en absoluto; ¡tal es la religión!), y los servidores, dieron voces diciendo, Crucifícale, crucifícale (registra las palabras más horribles que jamás hayan salido de la boca de un ser humano en cualquier momento). Les dice Pilato, Tomadle vosotros, y crucificadle: porque yo no hallo en él crimen (el Gobernador una vez más intenta exonerarse de la culpa).
7 Le respondieron los Judíos, Nosotros tenemos ley, y según nuestra ley debe morir (el Sanedrín Judío, el Cuerpo Dirigente de Israel, tanto Civil como Religioso), porque se hizo Hijo de Dios (Él no se hizo Hijo de Dios, sino que, efectivamente, era Hijo de Dios).
PILATO
8 Y cuando Pilato oyó esta palabra, tuvo más miedo (en el Griego, quiere decir estar "sumamente temeroso").
9 Y entró otra vez en el pretorio (iba a seguir interrogando a Jesús), y dijo a Jesús, ¿De dónde eres Tú? (Pilato le estaba preguntado a Jesús si Él era Dios.) Mas Jesús no le dio respuesta (se cumplió lo que dice Isaías 53:7).
10 Entonces Le dice Pilato, ¿A mí no me hablas? (El Gobernador estaba irritado porque Jesús no lo contestaba.) ¿No sabes que tengo potestad para crucificarte, y que tengo potestad para soltarte?
11 Respondió Jesús, Ninguna potestad tendrías contra Mí, si no te fuese dada de arriba (el grado de control ejercido por Dios): por tanto, el que a ti Me ha entregado, mayor pecado tiene (nos damos cuenta que hay pecados que son peores que otros, por eso sabemos que Dios consideraba a los Judíos más culpables que los Romanos).
12 Desde entonces procuraba Pilato soltarle (acababa de decir que tenía el poder de soltar a Jesús, sin embargo es un hombre sin carácter): mas los Judíos daban voces, diciendo, Si a Éste sueltas, no eres amigo de César (¡es irónico! ellos odiaban a César; sin embargo, ¡odiaban más a su propio Mesías!): cualquiera que se hace rey, a César contradice (critica el punto más débil de Pilato; el indicio más leve de deslealtad al Emperador traería consecuencias serias).
RECHAZO FINAL
13 Entonces Pilato oyendo este dicho, llevó fuera a Jesús (sacan a Jesús del Tribunal para presentarse delante de la muchedumbre), y se sentó en el tribunal en el lugar que se dice Empedrado, y en Hebreo Gabata (era una plataforma de piedra en el Tribunal abierto delante del pretorio, el lugar de la condena final).
14 Y era la víspera de la Pascua (era realmente un Miércoles en vez del Viernes, como muchos suponen), y como la hora sexta (a las 6:00 de la madrugada): Entonces dijo a los Judíos, He aquí, vuestro Rey (aparentemente era una resignación de Pilato, se daba cuenta que sus esfuerzos tibios por salvar a Cristo no iban a ser realizados).
15 Mas ellos dieron voces, Fuera, fuera, crucifícalo (¡sólo Roma podía crucificar! ellos quieren a Jesús crucificado; esperando que esto refutaría que Él era en realidad el Hijo de Dios; ellos seguían la norma de Deut. 21:22-23). Les dice Pilato, ¿A vuestro Rey he de crucificar? (Era exactamente lo que ellos quisieron.) Respondieron los Principales Sacerdotes, No tenemos rey sino a César (eligieron a César para que fuera su rey; por César fueron destruidos).
LA CRUCIFIXIÓN
16 Así que entonces Lo entregó a ellos para que fuese crucificado (él consintió a sus deseos). Y tomaron a Jesús, y Le llevaron (lo que ellos quisieron fue lo que recibieron).
17 Y llevando Su Cruz (es la respuesta de la humanidad al único Hombre bueno que jamás vivió), salió al lugar que se dice de la Calavera, y en Hebreo, Gólgota (indudablemente se refiere a lo que en la actualidad se conoce como "el Calvario de Gordon," nombre del General Británico que descubrió el lugar de la Crucifixión y la Tumba):
18 Donde Le crucificaron (la crucifixión era la forma más horrible de morir que jamás se podría comenzar a concebir en la mente atormentada del hombre), y con Él otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio (fue diseñado deliberadamente, Lo colocaron entre dos criminales; sin embargo, en esta situación Sus enemigos cumplieron lo profetizado en Isaías 53:9).
19 Y escribió también Pilato un título, que puso encima de la Cruz (hecho por Pilato, a pesar de los Judíos). Y el escrito era, JESÚS NAZARENO REY DE LOS JUDÍOS (aunque tenía la intención de usarse como sarcasmo, no obstante, era la Verdad, y el Espíritu Santo así lo ingenió).
20 Y muchos de los Judíos leyeron este título (cumplió su objetivo tal como Pilato lo esperaba): porque el lugar donde fue crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad (estaba directamente fuera de los límites de la ciudad y a lado de una carretera principal): y estaba escrito en Hebreo, en Griego, y en Latín.
21 Y decían a Pilato los Principales Sacerdotes de los Judíos, No escribas, Rey de los Judíos; sino, que Él dijo, Rey soy de los Judíos.
22 Respondió Pilato, Lo que he escrito, he escrito (en efecto, él estaba diciendo, "ustedes lo han acusado falsamente de sedición contra César, y saben que me han mentido en mi cara").
23 Y cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús (la obra horripilante que se completaba al clavarlo en la Cruz), tomaron Sus Vestidos, e hicieron cuatro partes, para cada soldado una parte (se empleó a cuatro soldados en la Crucifixión; fue su paga suplementaria para llevar a cabo una tarea tan espantosa); y Su túnica: mas la túnica era sin costura, toda tejida desde arriba abajo (el valor de esta vestimenta en particular era que no tenía costura, o sea que era una sola pieza de tela).
24 Y dijeron entre ellos, No la repartamos, sino echemos suertes sobre ella, de quién será (lo que Juan claramente vio y oyó con sus propios ojos y oídos; realmente aparenta que fuera el único Discípulo que se encontraba cerca de la Cruz en ese momento): para que se cumpliese La Escritura, que dice, Repartieron para sí Mis Vestidos, Y sobre Mi Vestidura echaron suertes (Sal. 22:18). Y los soldados hicieron esto (casi no se daban cuenta que estaban cumpliendo Las Escrituras).
25 Y estaban junto a la Cruz de Jesús Su Madre (el sufrimiento que ella tenía que soportar cuando miró este espectáculo es, sin duda, ¡incomprensible!), y la hermana de Su Madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
26 Y cuando vio Jesús a Su Madre, y al Discípulo que Él amaba (Juan, el autor de este Evangelio), que estaba presente, dice a Su Madre, Mujer, he ahí tu hijo (por causa de Sus Propios hermanastros que no creían en Él, Jesús encargaría el cuidado de María en manos de Juan, el Amado; sin embargo, la Resurrección remediaría esto).
27 Después dice al Discípulo, He ahí tu madre (Jesús le dijo a Juan que a partir de aquel momento en adelante, él tenía que depender de María tal como si fuese su propia Madre). Y desde aquella hora el Discípulo la recibió consigo (Juan se refiere a sí mismo en tercera persona; la tradición menciona que Juan realizó en totalidad el Mandato del Maestro).
LA MUERTE
28 Después de esto, sabiendo Jesús que todas las cosas eran ya cumplidas (los últimos minutos antes de Su Muerte), para que La Escritura se cumpliese, dijo, Sed tengo (Sal. 69:21).
29 Y estaba allí un vaso lleno de vinagre (una clase de vino, que no era un producto tóxico): entonces ellos llenaron una esponja de vinagre, y rodeada a un hisopo, se la llegaron a Su Boca (era "el hisopo," que además fue utilizado para untar la sangre sobre los postes de las puertas en Egipto en la Primera Pascua; en cierto modo, es simbólico de la Humanidad de Cristo).
30 Y cuando Jesús tomó el vinagre (la humectación de los labios y lengua, que se había secado por la pérdida de fluido del Cuerpo; probablemente Él pidió esto a fin de que pudiera decir las últimas palabras), dijo, Consumado es (las Palabras más significantes, aunque a un gran precio, que todo pecador jamás pudiera haber oído; en efecto, la deuda del mundo fue pagada; cada pizca de la Ley se cumplió). Y habiendo inclinado la Cabeza, entregó el Espíritu (Jesús no murió de Sus Heridas; Él voluntariamente entregó Su Vida, de hecho, murió cuando el Espíritu Santo Le dijo que muriera [Heb. 9:14]).
31 Entonces los Judíos, por cuanto era la víspera de la Pascua (la preparación de la comida de la Pascua, realizado el día antes de la Pascua verdadera), para que los cuerpos no quedasen en la Cruz en el Sábado, (pues era el gran Día del Sábado,) (no se refiere al Sábado normal de los Judíos que cae en el día Sábado, sino más bien "el Día Alto" de la Pascua, también llamado un Sábado, que ocurría en el día Jueves) rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados (las víctimas en la Cruz morían por el impacto del quebramiento de las piernas, para que pudieran bajarlos, de modo que no se quedaran en la Cruz en el Sábado).
32 Y vinieron los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con Él (se refiere a los dos ladrones).
33 Mas cuando vinieron a Jesús, como Le vieron ya muerto (ocurrió algo extraño, porque por lo general las víctimas colgadas en la Cruz duraban días sin expirar), no Le quebraron las Piernas:
34 Empero uno de los soldados Le abrió el Costado con una lanza (junto con el resto de los Versículos de este Capítulo, es esencialmente valioso afirmar más allá de la controversia la Muerte actual de Jesucristo), y luego salió sangre y agua (algunos declaran que fue el resultado de un corazón roto o quebrado).
35 Y él que lo vio, da testimonio, y su testimonio es verdadero: y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis (Juan se refiere a sí mismo como un testigo ocular).
36 Porque estas cosas fueron hechas para que se cumpliese La Escritura, Hueso no quebrantaréis de Él (Éx. 12:46; Núm. 9:12; Sal. 34:20; en ese momento, los Judíos se apresuraban para comer su Cordero Pascual, ni un hueso podía se quebrar legalmente, lo que era un Tipo de Cristo).
37 Y también otra Escritura dice, Mirarán al que traspasaron (Sal. 22:16-17; Zac. 12:10; Apoc. 1:7).
LA SEPULTURA
38 Después de estas cosas, José de Arimatea (era un miembro del Sanedrín Judío, junto con Nicodemo), el cual era Discípulo de Jesús (un seguidor de Cristo), pero en secreto por miedo de los Judíos (se refiere al temor de lo que los demás dirían y lo que ellos harían — es el problema de millones de personas en la actualidad), rogó a Pilato que pudiera quitar el Cuerpo de Jesús (requirió la Cruz para traer a José de Arimatea al lugar en que él adoptaría una actitud valiente y abierta por Cristo): y lo permitió Pilato (así lo dejó hacer). Entonces vino, y quitó el Cuerpo de Jesús (le frustró los planes de los Judíos para quitar el cadáver y llevárselo al Valle de Hinóm, que en realidad era un vertedero de basura).
39 Y vino también Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche (al igual, la Cruz lo cambió), trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras (el proceso de embalsamamiento que los Judíos adinerados llevaban a cabo en esa época; ¡resultó muy costoso! al mismo tiempo, muestra que ellos no esperaban del todo que Jesús resucitara de entre los muertos).
40 Tomaron pues el Cuerpo de Jesús, y Lo envolvieron en telas de lino con especias, como es costumbre de los Judíos sepultar (independientemente de sus pensamientos acerca de la Resurrección, José y Nicodemo declararon por sus acciones que ellos eran amigos de Cristo).
41 Y en aquel lugar donde había sido crucificado, había un jardín (únicamente Juan menciona el "jardín"); y en el jardín un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno (entre otras cosas, previno la posibilidad de cualquier confusión o que el Cuerpo Sagrado del Señor tuviera contacto con la corrupción).
42 Allí, pues, por causa de la víspera de la Pascua de los Judíos (se refiere a la Pascua, que comenzaría a la puesta del sol); porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús (cerca del lugar de la Crucifixión).
Primera Corintios Capítulo 13:
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