27 October 2021

El 27 de octubre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre



El 27 de octubre Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 22 a 24: 

Así dijo Jehová: Desciende a la casa del rey de Judá, y habla allí esta palabra, y di: Oye palabra de Jehová, oh rey de Judá que estás sentado sobre el trono de David, tú, y tus siervos, y tu pueblo que entra por estas puertas. Así ha dicho Jehová: Haced juicio y justicia, y librad al oprimido de mano del opresor, y no engañéis ni robéis al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar. Porque si efectivamente obedeciereis esta palabra, los reyes que en lugar de David se sientan sobre su trono, entrarán montados en carros y en caballos por las puertas de esta casa; ellos, y sus criados y su pueblo. Mas si no oyereis estas palabras, por mí mismo he jurado, dice Jehová, que esta casa será desierta. Porque así ha dicho Jehová acerca de la casa del rey de Judá: Como Galaad eres tú para mí, y como la cima del Líbano; sin embargo, te convertiré en soledad, y como ciudades deshabitadas. Prepararé contra ti destruidores, cada uno con sus armas, y cortarán tus cedros escogidos y los echarán en el fuego. Y muchas gentes pasarán junto a esta ciudad, y dirán cada uno a su compañero: ¿Por qué hizo así Jehová con esta gran ciudad? Y se les responderá: Porque dejaron el pacto de Jehová su Dios, y adoraron dioses ajenos y les sirvieron. No lloréis al muerto, ni de él os condoláis; llorad amargamente por el que se va, porque no volverá jamás, ni verá la tierra donde nació. Porque así ha dicho Jehová acerca de Salum hijo de Josías, rey de Judá, el cual reinó en lugar de Josías su padre, y que salió de este lugar: No volverá más aquí, sino que morirá en el lugar adonde lo llevaron cautivo, y no verá más esta tierra. ¡Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin equidad, sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo! Que dice: Edificaré para mí casa espaciosa, y salas airosas; y le abre ventanas, y la cubre de cedro, y la pinta de bermellón. ¿Reinarás, porque te rodeas de cedro? ¿No comió y bebió tu padre, e hizo juicio y justicia, y entonces le fue bien? El juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es esto conocerme a mí? dice Jehová. Mas tus ojos y tu corazón no son sino para tu avaricia, y para derramar sangre inocente, y para opresión y para hacer agravio. Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: No lo llorarán, diciendo: ¡Ay, hermano mío! y ¡Ay, hermana! ni lo lamentarán, diciendo: ¡Ay, señor! ¡Ay, su grandeza! En sepultura de asno será enterrado, arrastrándole y echándole fuera de las puertas de Jerusalén. Sube al Líbano y clama, y en Basán da tu voz, y grita hacia todas partes; porque todos tus enamorados son destruidos. Te he hablado en tus prosperidades, mas dijiste: No oiré. Este fue tu camino desde tu juventud, que nunca oíste mi voz. A todos tus pastores pastoreará el viento, y tus enamorados irán en cautiverio; entonces te avergonzarás y te confundirás a causa de toda tu maldad. Habitaste en el Líbano, hiciste tu nido en los cedros. ¡Cómo gemirás cuando te vinieren dolores, dolor como de mujer que está de parto! Vivo yo, dice Jehová, que si Conías hijo de Joacim rey de Judá fuera anillo en mi mano derecha, aun de allí te arrancaría. Te entregaré en mano de los que buscan tu vida, y en mano de aquellos cuya vista temes; sí, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de los caldeos. Te haré llevar cautivo a ti y a tu madre que te dio a luz, a tierra ajena en que no nacisteis; y allá moriréis. Y a la tierra a la cual ellos con toda el alma anhelan volver, allá no volverán. ¿Es este hombre Conías una vasija despreciada y quebrada? ¿Es un trasto que nadie estima? ¿Por qué fueron arrojados él y su generación, y echados a tierra que no habían conocido? ¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová: Escribid lo que sucederá a este hombre privado de descendencia, hombre a quien nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá. ¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! dice Jehová. Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice Jehová. Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán. Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová. He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra. Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que no dirán más: Vive Jehová que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, sino: Vive Jehová que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras adonde yo los había echado; y habitarán en su tierra. A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas palabras. Porque la tierra está llena de adúlteros; a causa de la maldición la tierra está desierta; los pastizales del desierto se secaron; la carrera de ellos fue mala, y su valentía no es recta. Porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos; aun en mi casa hallé su maldad, dice Jehová. Por tanto, su camino será como resbaladeros en oscuridad; serán empujados, y caerán en él; porque yo traeré mal sobre ellos en el año de su castigo, dice Jehová. En los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar a mi pueblo de Israel. Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra. Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber agua de hiel; porque de los profetas de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros. Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó? He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor; y la tempestad que está preparada caerá sobre la cabeza de los malos. No se apartará el furor de Jehová hasta que lo haya hecho, y hasta que haya cumplido los pensamientos de su corazón; en los postreros días lo entenderéis cumplidamente. No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban. Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras. ¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice Jehová, y no Dios desde muy lejos? ¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra? Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé. ¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón? ¿No piensan cómo hacen que mi pueblo se olvide de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, al modo que sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal? El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová. ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? Por tanto, he aquí que yo estoy contra los profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras cada uno de su más cercano. Dice Jehová: He aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: El ha dicho. He aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová. Y cuando te preguntare este pueblo, o el profeta, o el sacerdote, diciendo: ¿Cuál es la profecía de Jehová? les dirás: Esta es la profecía: Os dejaré, ha dicho Jehová. Y al profeta, al sacerdote o al pueblo que dijere: Profecía de Jehová, yo enviaré castigo sobre tal hombre y sobre su casa. Así diréis cada cual a su compañero, y cada cual a su hermano: ¿Qué ha respondido Jehová, y qué habló Jehová? Y nunca más os vendrá a la memoria decir: Profecía de Jehová; porque la palabra de cada uno le será por profecía; pues pervertisteis las palabras del Dios viviente, de Jehová de los ejércitos, Dios nuestro. Así dirás al profeta: ¿Qué te respondió Jehová, y qué habló Jehová? Mas si dijereis: Profecía de Jehová; por eso Jehová dice así: Porque dijisteis esta palabra, Profecía de Jehová, habiendo yo enviado a deciros: No digáis: Profecía de Jehová, por tanto, he aquí que yo os echaré en olvido, y arrancaré de mi presencia a vosotros y a la ciudad que di a vosotros y a vuestros padres; y pondré sobre vosotros afrenta perpetua, y eterna confusión que nunca borrará el olvido. Después de haber transportado Nabucodonosor rey de Babilonia a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, a los príncipes de Judá y los artesanos y herreros de Jerusalén, y haberlos llevado a Babilonia, me mostró Jehová dos cestas de higos puestas delante del templo de Jehová. Una cesta tenía higos muy buenos, como brevas; y la otra cesta tenía higos muy malos, que de malos no se podían comer. Y me dijo Jehová: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Higos; higos buenos, muy buenos; y malos, muy malos, que de malos no se pueden comer. Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Como a estos higos buenos, así miraré a los transportados de Judá, a los cuales eché de este lugar a la tierra de los caldeos, para bien. Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien, y los volveré a esta tierra, y los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré. Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón. Y como los higos malos, que de malos no se pueden comer, así ha dicho Jehová, pondré a Sedequías rey de Judá, a sus príncipes y al resto de Jerusalén que quedó en esta tierra, y a los que moran en la tierra de Egipto. Y los daré por escarnio y por mal a todos los reinos de la tierra; por infamia, por ejemplo, por refrán y por maldición a todos los lugares adonde yo los arroje. Y enviaré sobre ellos espada, hambre y pestilencia, hasta que sean exterminados de la tierra que les di a ellos y a sus padres.

 

Salmo 17:



Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolencias con su boca. Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. Parecen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. ¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos!  ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! ¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte.




Proverbios 5:



Hijo mío, pon atención a mi sabiduría y presta oído a mi buen juicio, para que al hablar mantengas la discreción y retengas el conocimiento. De los labios de la adúltera fluye miel; su lengua es más suave que el aceite. Pero al fin resulta más amarga que la hiel y más cortante que una espada de dos filos. Sus pies descienden hasta la muerte; sus pasos van derecho al sepulcro. No toma ella en cuenta el camino de la vida; sus sendas son torcidas, y ella no lo reconoce. Pues bien, hijo mío, préstame atención y no te apartes de mis palabras. Aléjate de la adúltera; no te acerques a la puerta de su casa, para que no entregues a otros tu vigor, ni tus años a gente cruel; para que no sacies con tu fuerza a gente extraña, ni vayan a dar en casa ajena tus esfuerzos. Porque al final acabarás por llorar, cuando todo tu ser se haya consumido. Y dirás: "¡Cómo pude aborrecer la corrección! ¡Cómo pudo mi corazón despreciar la disciplina! No atendí a la voz de mis maestros, ni presté oído a mis instructores. Ahora estoy al borde de la ruina, en medio de toda la comunidad." Bebe el agua de tu propio pozo, el  agua que fluye de tu propio manantial. ¿Habrán de derramarse tus fuentes por las calles y tus corrientes de aguas por las plazas públicas? Son tuyas, solamente tuyas, y no para que las compartas con extraños. ¡Bendita sea tu fuente! ¡Goza con la esposa de tu juventud! Es una gacela amorosa, es una cervatilla encantadora. ¡Que sus pechos te satisfagan siempre! ¡Que su amor te cautive todo el tiempo! ¿Por qué, hijo mío, dejarte cautivar por una adúltera? ¿Por qué abrazarte al pecho de la mujer ajena? Nuestros caminos están a la vista del Señor; él examina todas nuestras sendas. Al malvado lo atrapan sus malas obras; las cuerdas de su pecado lo aprisionan. Morirá por su falta de disciplina; perecerá por su gran insensatez.


El Libro de Juan Capítulo 12 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN



CAPÍTULO 12
(33 d.C.)
MARÍA UNGE A JESÚS




Y JESÚS, seis días antes de la Pascua, vino a Betania (la clausura de los días de Su Ministerio y Obra), donde estaba Lázaro que había sido muerto, al cual había resucitado de los muertos (Él iba adonde fuera bienvenido; Él no fue bienvenido en el Templo, aunque éste era Su Casa; Su Presencia allí sería considerada como una intrusión dentro de poco tiempo, como sucede en la mayoría de las Iglesias en la actualidad).
2 Y Le hicieron allí una cena (probablemente en la casa de Simón el Leproso [Mat. 26:6; Marc. 14:3]); y Marta servía: y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa juntamente con Él (¡posiblemente Simón el Leproso estaba allí también! de ser así, estuvieran sentados en la mesa dos pruebas trascendentes del Poder de Jesús para salvar no sólo de la apariencia de la muerte como lo fue el caso de Simón el Leproso, ¡pero de la realidad de la muerte por la Resurrección de Lázaro!).
3 Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo líquido de mucho precio (probablemente equivaldría a unos diez mil dólares en el valor de la moneda actual), y   ungió los Pies de Jesús, y limpió Sus Pies con sus cabellos (armonioso con el propósito de este Evangelio y presenta la Deidad del Señor Jesús, sólo se hace mención el Ungimiento de Sus Pies): y la casa se llenó del olor del ungüento (fue testimonio a Su Resurrección próxima, y ella sabía que no tendría otra oportunidad; a propósito, María no se encontraba allá en la Tumba vacía; ella fue suficiente más juiciosa espiritualmente para estar allí).
4 Y dijo uno de Sus Discípulos, Judas Iscariote, hijo de Simón, el que Le había de entregar (no era Simón el Leproso en cuya casa se preparó esta cena),
5 ¿Por qué no se ha vendido este ungüento por trescientos denarios, y se dio a los pobres? (Reynolds dijo, "El motivo pecaminoso muy a menudo se esconde detrás de la máscara de la reverencia que disimula otra virtud.")
6 Mas dijo esto, no por el cuidado que él tenía de los pobres (no era su verdadero motivo); sino porque era ladrón, y tenía la bolsa, y sustraía de lo que se echaba en ella (si el ungüento se vendiera y el dinero dado a Cristo, Judas lo hubiera robado; lamentablemente, en la actualidad la mayor parte del dinero dado para lo que es supuestamente la Obra de Dios es "robado," es decir, "usado para fines incorrectos").
7 Entonces Jesús dijo, Déjala (Jesús pone Su Sello de aprobación en lo que ella hacía): para el día de Mi sepultura ha guardado esto (indica que ella tenía este ungüento desde hacía mucho tiempo).
8 Porque a los pobres siempre los tenéis con vosotros (¡presenta lo que es lamentable, pero verdadero!); mas a Mí no siempre Me tenéis (Jesús sólo estaría con ellos en lo físico no por mucho tiempo).
EL COMPLOT
9 Entonces mucha gente de los Judíos entendió que Él estaba allí (en la casa de Lázaro): y vinieron no solamente por causa de Jesús, mas también para ver a Lázaro, al cual Él había resucitado de los muertos (sin duda, habían muchas y varias preguntas que la gente tenía acerca de la muerte, lo que ellos desearon preguntar a Lázaro; y aún así, Las Escrituras guarda silencio con respecto a este tema).
10 Consultaron asimismo los Principales Sacerdotes, de matar también a Lázaro (habían sido aproximadamente dos meses desde que Jesús realizó el mayor de los Milagros; estos líderes religiosos no se referían a una ejecución judicial, sino que buscaban contratar a algún malhechor para asesinar a Lázaro en sangre fría; ¡la perversidad religiosa es lo peor!);
11 Porque muchos de los Judíos iban y creían en Jesús por causa de Él (no puede simpatizar con Cristo y al mismo tiempo permanecer en alianza con la perversidad de esta jerarquía religiosa; ¡tiene que escoger el uno o el otro!).
LA ENTRADA TRIUNFAL
12 El siguiente día, mucha gente que había venido a la Fiesta (la Pascua), cuando oyeron que Jesús venía a Jerusalén (su entusiasmo es comprensible),
13 Tomaron ramas de palmeras, y salieron a recibirle (como era la costumbre; mecían estas hojas de palmera en señal del acercamiento de un conquistador), y clamaban, Hosanna (en el Hebreo quiere decir, "salve te rogamos"): ¡Bendito El Que viene en el Nombre del Señor, el Rey de Israel! (Es de Sal. 118:25-26; mientras la gente en aquel momento declaraba a Jesús como el Rey, los líderes religiosos conspiraban Su Muerte.)
14 Y halló Jesús un asnillo, y se sentó sobre él; como está escrito (un animal al que nunca se había montado alguien; Mateo nos dice que el potro fue acompañado por su madre, y ambos animales satisficieron la predicción de Zacarías, cap. 9, e Isaías 62:11),
15 No temas, hija de Sión: he aquí, Tu Rey viene, sentado sobre un pollino de asna (Juan hace mención usando de referencia a Zac. 9:9).
16 Estas cosas no las entendieron Sus Discípulos al principio (se refiere a Sus Discípulos que son una parte de esta gran celebración, sin embargo no se dan cuenta ni sabían que ellos estaban cumpliendo la Profecía): empero cuando Jesús fue glorificado (se refiere al Cuerpo glorificado de Jesús después de Su Resurrección), entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de Él (se refiere al período después del Día de Pentecostés cuando ellos fueron Bautizados con el Espíritu Santo, y Él comenzó a explicarles a ellos), y que Le hicieron estas cosas (Las Escrituras mostraban lo que se debía hacer, y, efectivamente, se cumplió).
17 Y la gente que estaba con Él, daba testimonio de cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos (ellos daban el testimonio de lo que veían y recibían noticias desde el mismo momento en que ocurrió, sin duda, con oídos atentos para escuchar).
18 Por lo cual también había venido la gente a recibirle, porque había oído que Él había hecho esta Señal (la resurrección de Lázaro fue el catalizador que instigó la Entrada Triunfal).
19 Mas los Fariseos dijeron entre sí, ¿Veis que nada aprovecháis? he aquí, el mundo se va detrás de Él (Juan describe la ira de los Fariseos como ningún otro escritor; esta entrada pública asociada con el Milagro supremo de la resurrección de Lázaro obligó a los Sacerdotes y a la gente que tomaran una decisión; mientras que la gente Le alababa, los Sacerdotes decidieron Crucificarlo, pero no podían "prevalecer en nada" si Él Mismo no se hubiera rendido voluntariamente).
LOS GRIEGOS
20 Y había ciertos Griegos de los que habían subido a adorar en la Fiesta (un gran grupo de Gentiles):
21 Estos pues, se llegaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea (uno de los Doce Apóstoles), y le rogaron, diciendo, Señor, querríamos ver a Jesús (¡estaban listos a suplicarle que fuera a ellos y le ofreciera Su Mensaje a los Gentiles!).
22 Vino Felipe, y lo dijo a Andrés: Andrés entonces, y Felipe, lo dicen a Jesús (puede presentar más, mucho más, que impartir la información; pero el tiempo no era oportuno, al cual Jesús se dirigirá ahora).
LA PREDICCIÓN
23 Entonces Jesús les respondió (le contestó a los Griegos así como a Sus Discípulos), diciendo, La hora viene (la Crucifixión, que pagaría el precio para la raza caída de Adán) en que el Hijo del Hombre ha de ser Glorificado (esta declaración garantiza la Resurrección, porque Jesús no pudiera ser Glorificado a menos que Él Resucitara).
24 De cierto, de cierto, os digo (el pronombre "os" es enfático hacia los Discípulos que su idea de pasar por alto Su Muerte era una violación de la Palabra de Dios, y un obstáculo al mismo propósito y motivo por lo cual Él vino), Que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, él solo queda (dice que Su Muerte Expiatoria era una necesidad): mas si muriere, mucho fruto lleva (declara que el mismo propósito de Su Muerte sería para producir la Vida).
EL DISCIPULADO
25 El que ama su vida, la perderá (da en el meollo del problema del hombre; podría ser parafraseado, "El que ama a sí mismo no verá realización"); y el que aborrece su vida en este mundo para Vida Eterna la guardará (se refiere a ponerse por último, y a Cristo primero en todas las cosas).
26 Si alguno Me sirve, sígame (siga a Cristo exclusivamente); y donde Yo estuviere, allí   también estará Mi Servidor (en efecto quiere decir ser "Crucificados juntamente" [Rom. 6:3-5], "Glorificados juntamente" [Rom. 8:17]): si alguno Me sirviere, Mi Padre le honrará (es el honor verdadero que viene de Dios).
JESÚS ORA
27 Ahora está turbada Mi Alma (Él afronta lo que ocurriría dentro de poco tiempo); ¿y qué diré? Padre, sálvame de esta hora (podría traducirse, "¿tendría que rogarle al Padre para que me salve de esta hora?"): mas por esto he venido en esta hora (podría traducirse, "No, para esta causa Yo vine a esta hora").
28 Padre, glorifica Tu Nombre (declara aquello que Jesús siempre procuraba hacer). Entonces vino una Voz del Cielo, diciendo, Lo he glorificado, y Lo glorificaré otra vez (fue glorificado en la resurrección de Lázaro, y será glorificado otra vez en la Resurrección de Cristo).
29 Y la gente que estaba presente, y había oído, decía que había sido trueno (no significa que era incomprensible, sino que la Voz sonaba con tal Poder que parecía como trueno): otros decían, Ángel Le ha hablado (declara el hecho que ellos oyeron realmente lo que fue dicho, y entendieron al menos las palabras, aunque ellos no entendieron el sentido).
30 Respondió Jesús y dijo, No ha venido esta Voz por Mi causa (pone en claro que Jesús no estaba en duda en cuanto a Quien y Lo Que Él era), mas por causa de vosotros (se refiere a Dios que hizo esta declaración, y de una Voz audible para que todos los que estaban allí podrían oír y saber).
31 Ahora es el Juicio de este mundo (lo que Jesús haría en el Calvario; Él sufriría la Ira de Dios en vez del mundo): ahora el príncipe de este mundo será echado fuera (Jesús derrotaría a Satanás al expiar todo pecado; el pecado es el medio legal por el cual Satanás sujeta a los hombres en esclavitud; significa ser quitado, que fue por Cristo, deja al Maligno sin el derecho legal, a menos que los hombres le dé libertad a ese derecho; la aceptación de Cristo y la Cruz derrota a Satanás y rompe su esclavitud).
32 Y Yo, si fuere levantado de la Tierra (se refiere a Su Muerte en el Calvario; Él fue "levantado" en la Cruz; la "Cruz" es el Fundamento de toda Victoria), a todos atraeré a Mí Mismo (se refiere a la Salvación de todos los que vienen a Él y creen lo que Él hizo, y confían en Su Obra Expiatoria).
33 Y esto decía dando a entender de qué muerte había de morir (Reynolds dice, "En estas Palabras, aprendemos que la atracción de la Cruz de Cristo resultará ser el motivo más fuerte y más soberano que jamás ha sido utilizado sobre la voluntad humana, y cuando es dirigido por el Espíritu Santo como una Revelación del Amor incomparable de Dios, involucrará la más integral declaración judicial que jamás podría ser pronunciada sobre el mundo y su príncipe.").
34 Le respondió la gente (una respuesta insatisfactoria, en realidad ¡una respuesta de incredulidad!), Nosotros hemos oído de la Ley que el Cristo permanece para siempre (se refiere a varias porciones del Antiguo Testamento sacadas fuera de contexto): ¿cómo pues dices Tú, Conviene que el Hijo del Hombre sea levantado? (Esta gente intenta perdonar su desgana a obedecer la apelación moral a la conciencia al sublevar ciertas dificultades que ellos tenían con la Biblia.) ¿Quién es este Hijo del Hombre? (Si ellos hasta ahora no sabían, no había nada que se pudiera hacer para ayudarles a saber.)
35 Entonces Jesús les dice, Aún por un poco estará la Luz entre vosotros (Él dio claramente la advertencia de que su día estaba casi por acabarse, y la oscuridad eterna se aproximaba). Andad entre tanto que tenéis Luz, para que no os sorprendan las tinieblas (¡presenta una alternativa!): porque el que anda en tinieblas no sabe adónde va (en efecto, la mayoría del mundo y, de hecho, desde el principio del tiempo).
36 Entre tanto que tenéis la Luz (Jesús es la Luz), creed en la Luz (haga a Cristo el foco central de su vida y estilo de vida), para que seáis Hijos de Luz (que al mismo tiempo significa que ellos no eran Hijos de Luz). Estas cosas habló Jesús, y se fue, y se escondió de ellos (fue la última Palabra pública de Jesús; si se rechaza la Palabra de Dios, al final el Señor se esconderá, cumpliendo Proverbios 1:24-30).
EL RECHAZO
37 Empero habiendo hecho delante de ellos tantos Milagros (parece que el Espíritu Santo lo declaró con un suspiro), no creían aún en Él (si la gente no creyera en la Palabra de Dios, poco creerán en los Milagros, independientemente de cuán poderosos pueden ser):
38 Para que se cumpliese el dicho que dijo el Profeta Isaías (Isa., cap. 53), ¿Señor, quién ha creído a nuestro anuncio? (No significa que nadie creyó, sino que fueron pocos los que creyeron.) ¿Y el brazo del Señor, a quién es revelado? (¡El Mesías fue revelado a Israel, pero ellos no Lo aceptaron!)
39 Por esto no podían creer (Israel deliberadamente cierra sus ojos al Mensaje de los Milagros), porque otra vez dijo Isaías (donde los condujo su incredulidad),
40 Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón (Dios puso en movimiento la "Ley de la Incredulidad," que en efecto, es la "Ley de la Siembra y la Cosecha"); para que no vean con los ojos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y Yo los sane (porque ellos deliberadamente rechazaron creer, Dios determinó una ceguera judicial y dureza).
41 Estas cosas dijo Isaías cuando vio Su Gloria, y habló de Él (en este Pasaje, Juan declara que la visión que Isaías tuvo del Señor [Isa. 6:1-2] era realmente del Cristo pre-encarnado; de manera que se dice aquí que Jehová del Antiguo Testamento era Jesús).
42 Mas con todo eso, aun de los Principales, muchos creyeron en Él (no se cuenta exactamente quiénes eran ellos, a excepción de Nicodemo y José de Arimatea); mas por causa de los Fariseos no Lo confesaban, por no ser echados de la Sinagoga (expresa no sólo sus excusas, pero las excusas de millones de personas en todo el mundo).
43 Porque amaban más la gloria de los hombres que la Gloria de Dios (significa que ellos consideraban a Dios menos que los hombres; ¡qué acusación!).
LA ENSEÑANZA
44 Mas Jesús clamó y dijo, el que cree en Mí (afirma la necesidad absoluta de creer en Cristo como la manifestación de Dios en la carne y, por lo tanto, el Salvador de la humanidad, que Él era por medio de la Cruz), no cree en Mí (no cree en Mí Solo), sino en El Que Me envió (tener al Hijo es tener al Padre; rechazar al Hijo es rechazar al Padre).
45 Y el que Me ve, ve al que Me envió (tuvo que ser hecho por Fe, porque Cristo en Su forma humana no ofreció ninguna expresión de la Deidad).
46 Yo la Luz he venido al mundo (revela todo entendimiento, toda purificación, toda influencia misericordiosa que son aclarados en los asuntos humanos, la naturaleza y el destino), para que todo aquel que cree en Mí no permanezca en tinieblas (la única salida de las tinieblas es a través de Cristo; ¡Él Solo es la Luz!).
47 Y el que oyere Mis Palabras, y no las creyere, Yo no le juzgo (Él no pronuncia la condena ahora; Él ha venido como Salvador): porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo (expresa Su Misión presente, que ha durado ya por casi 2.000 años).
48 El que Me desecha, y no recibe Mis Palabras, tiene Uno Quien le Juzgue (una Verdad que la Iglesia desesperadamente tiene que oír y entender, y de hecho la totalidad del mundo respecto a eso): la Palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero (se refiere al "Tribunal de Cristo" para los Creyentes, y el "Juicio del Gran Trono Blanco" para los incrédulos).
49 Porque Yo no he hablado de Mí Mismo (Sus Palabras no son simplemente Sus Propias, sino más bien del Padre, es decir, en efecto, la totalidad de la Deidad); mas el Padre que Me envió (Le envió el Padre para un propósito distinto y una misión distinta), Él Me dio Mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar (efectivamente dice, "al rechazar a Mí y a Mis Palabras, los hombres rechazan e insultan al Padre; Su Palabra que ellos se atreven a rechazar es tan solemne e invariable como la Palabra dicha en el Sinaí").
50 Y sé que Su Mandamiento es Vida Eterna (también dice que la Vida Eterna no se encuentra en las Palabras de otras personas): así que, lo que Yo hablo, como el Padre Me lo ha dicho, así hablo (Su Doctrina, la Sustancia, y las mismas Palabras usadas en su  declaración son todas de origen Divino).


Primera Corintios Capítulo 13:



Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4



Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:



Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

Pasaporte al Impossible

 

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