09 December 2018

El 9 de diciembre Lectura Bíblica Diaria

El Mensaje de la Cruz-capítulo-1

El 9 de diciembre Lectura Bíblica Diaria:


Miqueas 3 a 5:
 
Dije: Oíd ahora, príncipes de Jacob, y jefes de la casa de Israel: ¿No concierne a vosotros saber lo que es justo? Vosotros que aborrecéis lo bueno y amáis lo malo, que les quitáis su piel y su carne de sobre los huesos; que coméis asimismo la carne de mi pueblo, y les desolláis su piel de sobre ellos, y les quebrantáis los huesos y los rompéis como para el caldero, y como carnes en olla. Entonces clamaréis a Jehová, y no os responderá; antes esconderá de vosotros su rostro en aquel tiempo, por cuanto hicisteis malvadas obras. Así ha dicho Jehová acerca de los profetas que hacen errar a mi pueblo, y claman: Paz, cuando tienen algo que comer, y al que no les da de comer, proclaman guerra contra él: Por tanto, de la profecía se os hará noche, y oscuridad del adivinar; y sobre los profetas se pondrá el sol, y el día se entenebrecerá sobre ellos. Y serán avergonzados los profetas, y se confundirán los adivinos; y ellos todos cerrarán sus labios, porque no hay respuesta de Dios. Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado. Oíd ahora esto, jefes de la casa de Jacob, y capitanes de la casa de Israel, que abomináis el juicio, y pervertís todo el derecho; que edificáis a Sion con sangre, y a Jerusalén con injusticia. Sus jefes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero; y se apoyan en Jehová, diciendo: ¿No está Jehová entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros. Por tanto, a causa de vosotros Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque. Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado. Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de su dios, nosotros con todo andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios eternamente y para siempre. En aquel día, dice Jehová, juntaré la que cojea, y recogeré la descarriada, y a la que afligí; y pondré a la coja como remanente, y a la descarriada como nación robusta; y Jehová reinará sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre. Y tú, oh torre del rebaño, fortaleza de la hija de Sion, hasta ti vendrá el señorío primero, el reino de la hija de Jerusalén. Ahora, ¿por qué gritas tanto? ¿No hay rey en ti? ¿Pereció tu consejero, que te ha tomado dolor como de mujer de parto? Duélete y gime, hija de Sion, como mujer  que está de parto; porque ahora saldrás de la ciudad y morarás en el campo, y llegarás hasta Babilonia; allí serás librada, allí te redimirá Jehová de la mano de tus enemigos. Pero ahora se han juntado muchas naciones contra ti, y dicen: Sea profanada, y vean nuestros ojos su deseo en Sion. Mas ellos no conocieron los pensamientos de Jehová, ni entendieron su consejo; por lo cual los juntó como gavillas en la era. Levántate y trilla, hija de Sion, porque haré tu cuerno como de hierro, y tus uñas de bronce, y desmenuzarás a muchos pueblos; y consagrarás a Jehová su botín, y sus riquezas al Señor de toda la tierra. Rodéate ahora de muros, hija de guerreros; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al juez de Israel. Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. Pero los dejará hasta el tiempo que dé a luz la que ha de dar a luz; y el resto de sus hermanos se volverá con los hijos de Israel. Y él estará, y apacentará con poder de Jehová, con grandeza del nombre de Jehová su Dios; y morarán seguros, porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra. Y éste será nuestra paz. Cuando el asirio viniere a nuestra tierra, y cuando hollare nuestros palacios, entonces levantaremos contra él siete pastores, y ocho hombres principales; y devastarán la tierra de Asiria a espada, y con sus espadas la tierra de Nimrod; y nos librará del asirio, cuando viniere contra nuestra tierra y hollare nuestros confines. El remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío de Jehová, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan a varón, ni aguardan a hijos de hombres. Asimismo el remanente de Jacob será entre las naciones, en medio de muchos pueblos, como el león entre las bestias de la selva, como el cachorro del león entre las manadas de las ovejas, el cual si pasare, y hollare, y arrebatare, no hay quien escape. Tu mano se alzará sobre tus enemigos, y todos tus adversarios serán destruidos. Acontecerá en aquel día, dice Jehová, que haré matar tus caballos de en medio de ti, y haré destruir tus carros. Haré también destruir las ciudades de tu tierra, y arruinaré todas tus fortalezas. Asimismo destruiré de tu mano las hechicerías, y no se hallarán en ti agoreros. Y haré destruir tus esculturas y tus imágenes de en medio de ti, y nunca más te inclinarás a la obra de tus manos. Arrancaré tus imágenes de Asera de en medio de ti, y destruiré tus ciudades; y con ira y con furor haré venganza en las naciones que no obedecieron. 


 

Salmo 60:

Al director del coro. Al shoshan edot.° Mictam de David, para enseñar, cuando combatió contra Aram Najaraim y contra Aram-soba, y volvió Joab e hirió a doce mil edomitas en el Valle de la Sal. ¡Oh ’Elohim! Tú nos has rechazado, Airado, nos quebrantaste.° ¡Vuélvete a nosotros! Has hecho temblar el país, lo resquebrajaste. ¡Repara sus grietas, porque se desmorona! Duras cosas has hecho ver a tu pueblo, Nos has dado a beber el vino del aturdimiento. Pero a tus fieles has dado un estandarte, Para que sea desplegado por causa de la verdad, Selah Para que sean librados tus amados, ¡Haz que tu diestra nos salve, y respóndenos!° Dios respondió desde su Santuario: ¡Yo me alegraré! Repartiré a Siquem, y mediré el Valle de Sucot! Mío es Galaad y mío es Manasés, Efraín es el yelmo de mi cabeza, Y Judá cetro de mi justicia; Moab, vasija para lavarme; Sobre Edom echaré mi calzado, Y sobre Filistea lanzaré mi grito de victoria. ¿Quién me conducirá a la ciudad fortificada? ¿Quién me guiará hasta Edom? ¿No serás Tú, oh ’Elohim, que nos habías rechazado? Oh ’Elohim ¿no saldrás más con nuestros ejércitos? ¡Socórrenos contra el adversario, Porque vana es la ayuda del hombre! ¡Con ’Elohim haremos proezas! Él hollará a nuestros enemigos.



Proverbios 17:
Es mejor un mendrugo de pan, en paz, que carne en abundancia, en medio de peleas. El criado astuto se vuelve patrón del hijo vago, y comparte la herencia con los otros hermanos. El crisol pone a prueba la plata, el horno pone a prueba el oro, y el Señor pone a prueba los corazones. El malvado está atento a los labios inicuos; el mentiroso hace caso de la lengua infamante. El que ofende al pobre ofende a su Creador; no queda impune el que se alegra de su mal. Los nietos son la corona de los ancianos, Y los padres son la honra de los hijos. No le queda al necio la grandilocuencia, y menos aún al príncipe el hablar con mentira. Quien practica el soborno, lo considera valioso pues le va bien en todo lo que hace. El que perdona el pecado, busca afecto; el que lo divulga, aleja al amigo. Gana más con un regaño quien es inteligente, que lo que gana el necio que recibe cien azotes. El que es rebelde no busca más que el mal, pero un día se enfrentará a un emisario cruel. Es mejor enfrentarse con una osa furiosa que lidiar con la obstinación de un necio. Quien paga mal el bien recibido, merece que el mal no se aparte de su casa. El comienzo de un conflicto pronto se vuelve un río desbordado; es mejor controlarlo, antes de que se desborde. Justificar al malvado y condenar al justo es igual de repugnante para el Señor. ¿Cómo puede el necio adquirir sabiduría, si tiene dinero pero no tiene entendimiento? El amigo ama en todo momento; en tiempos de angustia es como un hermano. ¡Qué poco inteligente es comprometerse y salir fiador en favor de un amigo! ¿Quieres pelear? ¡Quieres pecar! ¿Quieres darte importancia? ¡Quieres problemas! El de corazón malvado nunca da con el bien; el que se enreda con su lengua cae en desgracia. Ser padre de un necio es motivo de tristeza; ser padre de un necio no es motivo de alegría. Un corazón alegre es la mejor medicina; un ánimo triste deprime a todo el cuerpo. El impío acepta soborno y se lo guarda para corromper las sendas de la justicia. El rostro inteligente refleja sabiduría, pero el necio vaga con la mirada perdida. El hijo necio pone triste a su padre y le amarga la vida a su madre. No se debe condenar al que es inocente, ni castigar a quien es honorable y honrado. Sabio es quien cuida sus palabras; inteligente es quien tiene un espíritu prudente. Cuando el necio calla, pasa por sabio; cuando no abre la boca, pasa por inteligente.




El Libro de Los Romanos Capítulo 6 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS ROMANOS
CAPÍTULO 6
(60 d.C.)
LA CRUZ
¿PUES qué diremos? (Tiene por motivo dirigir la atención hacia Romanos 5:20.) ¿Perseveraremos en pecado para que la Gracia crezca? (Sólo porque la Gracia es mayor que el pecado no significa que el Creyente tiene licencia para pecar.)
2 En ninguna manera (indica la respuesta de Pablo a la pregunta, Fuera con tal pensamiento, no permita que tal cosa suceda). Porque los que somos muertos al pecado (muerto a la naturaleza pecaminosa), ¿cómo viviremos aun en él? (Demuestra lo que el Creyente ya es en Cristo.)
3 ¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús (claramente dice que este Bautismo es en Cristo y no en agua [I Cor. 1:17; 12:13; Gál. 3:27; Ef. 4:5; Col. 2:11-13]), somos bautizados en Su Muerte? (Cuando Cristo murió en la Cruz, en la Mente de Dios, morimos con Él; en otras palabras, Él se hizo nuestro Sustituto, y nuestra identificación con Él en Su Muerte nos da todos los beneficios por los cuales Él murió; ¡la idea es que Él hizo todo esto para nosotros!)
4 Porque somos sepultados juntamente con Él por medio del bautismo para muerte (no sólo morimos con Él, pero fuimos sepultados con Él también, lo que significa que todo el pecado y la transgresión del pasado fueron sepultados; cuando ellos Lo pusieron en la Tumba, pusieron todos nuestros pecados en aquella Tumba también): para que como Cristo resucitó de los muertos por la Gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida (morimos con Él, fuimos sepultados con Él y Su Resurrección era nuestra Resurrección a Novedad de Vida).
5 Porque si fuimos plantados juntamente en Él (con Cristo) a la semejanza de Su Muerte (Pablo proclama la Cruz como el instrumento por el cual vienen todas las Bendiciones; en consecuencia, la Cruz siempre debe ser el Objeto de nuestra Fe, que da libertad de acción al Espíritu Santo para que obre dentro de nuestras vidas), así también lo seremos a la semejanza de Su Resurrección (podemos tener la semejanza de Su Resurrección, es decir, vivir esta Vida de Resurrección, sólo mientras entendamos la semejanza de Su Muerte, que se refiere a la Cruz como el medio por el cual todo esto está hecho):
6 Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre juntamente fue Crucificado con Él (todo lo que éramos antes de la conversión), para que el cuerpo del pecado sea deshecho (el poder del pecado es quebrantado), a fin de que no sirvamos más al pecado (la culpa del pecado es removida en la conversión, porque la naturaleza pecaminosa ya no tiene dominio en nuestros corazones y vidas). 7 Porque él que es muerto (Él fue nuestro Sustituto, y en la Mente de Dios, morimos con Él en base a la Fe que Cree), justificado es del pecado (puesto en libertad de la esclavitud de la naturaleza pecaminosa).
8 Y si morimos con Cristo (una vez más se relaciona a la Cruz, y nosotros siendo Bautizados en Su Muerte), creemos que también viviremos con Él (tener la Vida de la Resurrección, que es la Vida más Abundante [Jn. 10:10]):
9 Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere (quiere decir que Su Obra era una Obra Terminada, y no requerirá nada más); la muerte no se enseñoreará más de Él (porque todo el pecado ha sido Expiado; en vista de que Cristo es nuestro Sustituto, si la muerte no tiene más dominio sobre Él, tampoco tiene dominio sobre nosotros; significa que el poder de la naturaleza pecaminosa es quebrantado).
10 Porque el haber muerto, al pecado murió (la naturaleza pecaminosa) una vez (en efecto quiere decir, Él murió a la naturaleza pecaminosa, de una vez por todas): pero en cuanto Él vive (la Resurrección), vive para Dios (se refiere al hecho de que la vida viene de Dios, y que recibimos aquella vida en virtud de la Cruz y nuestra Fe con aquella Obra Terminada).
11 Así también vosotros pensad (cuenta) que de cierto estáis muertos al (el) pecado (aunque la naturaleza pecaminosa no está muerta, estamos muertos a la naturaleza pecaminosa en virtud de la Cruz y nuestra Fe en aquel Sacrificio, pero sólo mientras nuestra Fe continúe en la Cruz), mas vivos a Dios (al seguir viviendo la Vida de la Resurrección) en Cristo Jesús Señor nuestro (se refiere a lo que Él hizo en la Cruz, que es el medio de esta Vida de Resurrección). 

LA SANTIFICACIÓN

12 No reine (domine) pues el pecado (la naturaleza pecaminosa) en vuestro cuerpo mortal (indica que la naturaleza pecaminosa puede volver a ejercer dominio en el corazón y la vida del Creyente, si el Creyente no tiene su mira constantemente en Cristo y la Cruz; el cuerpo mortal es neutral, significa que puede ser usado ya sea para la Justicia o para la maldad), para que le obedezcáis en sus concupiscencias (las lujurias impías son llevadas a cabo por el cuerpo mortal, si no se mantiene la Fe en la Cruz [I Cor. 1:17-18]).
13 Ni tampoco presentéis vuestros miembros (de su cuerpo mortal) al pecado por instrumento de iniquidad (la naturaleza pecaminosa): antes presentaos a Dios (debemos rendirnos a Cristo y la Cruz; sólo esto garantiza la victoria sobre la naturaleza pecaminosa) como vivos de los muertos (hemos sido resucitados con Cristo a Novedad de Vida), y vuestros miembros a Dios por instrumentos de Justicia (puede ser hecho sólo en virtud de la Cruz y nuestra Fe en aquella Obra Terminada, y la Fe que continúa a diario con aquella Obra Terminada [Luc. 9:23-24]).
14 Para que el pecado no se enseñoreará de vosotros (la naturaleza pecaminosa no ejercerá dominio sobre nosotros si como Creyentes seguimos ejerciendo la Fe en la Cruz de Cristo; por otra parte, la naturaleza pecaminosa de seguro ejercerá dominio sobre el Creyente): pues no estáis bajo la Ley (quiere decir que si tratamos de vivir esta vida por algún tipo de ley, no importa cuán buena sea esa ley en su propio derecho, concluiremos con la naturaleza pecaminosa que ejercía dominio sobre nosotros), sino bajo la Gracia (la Gracia de Dios fluye hacia al Creyente de modo interminable sólo cuando el Creyente ejerce la Fe en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz; la Gracia es simplemente la Bondad de Dios ejercida por y a través del Espíritu Santo, y dado a los Santos inmerecedores de tal Bondad).
15 ¿Pues qué? (Pablo vuelve a la primera pregunta que hizo en este Capítulo.) ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la Gracia? (Si creemos esto, entonces malentendemos completamente la Gracia. La Gracia de Dios nos da la libertad de vivir una vida Santa, la cual es así a través de la Fe en Cristo y la Cruz, y no nos da licencia para pecar como algunos piensan.) ¡Dios no lo quiera! (Todo verdadero Creyente aborrece el pecado; ¡por eso la idea de vivir bajo su dominio es detestable!)
16 ¿No sabéis que a quien os presentáis vosotros mismos por siervos para obedecerle, sois siervos de aquel a quien obedecéis (el Creyente es esclavo de Cristo, ya que esto es lo que la palabra siervo significa, o es un esclavo del pecado, el cual lo será si no mantiene su Fe en Cristo y la Cruz); o del pecado para muerte (otra vez permítanos declarar el hecho de que si el Creyente intenta vivir para Dios por algún método aparte de la Fe en la Obra Terminada de Cristo, el Creyente fracasará, no importa con cuánta fuerza lo intente), o de la obediencia para Justicia? (Se requiere que el Creyente obedezca la Palabra del Señor. Él no puede hacer esto por su propia fuerza, sino que sólo entiende que él recibe todas las cosas por lo que Cristo hizo en la Cruz y su continua Fe en aquella Obra Terminada, aun a diario. Sólo de este modo el Espíritu Santo puede hacer lo que debemos ser, para llevar a cabo Su obra en nuestras vidas.)
17 Empero gracias a Dios, que aunque fuisteis siervos del pecado (esclavos a la naturaleza pecaminosa, lo que éramos antes de que fuéramos salvos), habéis obedecido de corazón a aquella forma de Doctrina (Jesucristo y Él Crucificado; el entendimiento que todas las cosas vienen de Dios al Creyente por medio de la Cruz) a la cual sois entregados (el Señor dio esta forma de Doctrina a Pablo, y nos la dio en sus Epístolas).
18 Y libertados del pecado (ser liberado de la naturaleza pecaminosa; ésta no tiene más poder sobre el Creyente, pero sólo cuando seguimos mirando a la Cruz), sois hechos siervos de la Justicia (aunque usted era antes un esclavo de la naturaleza pecaminosa, ahora es un esclavo de la Justicia; si la Fe se mantiene en la Cruz, hay una atracción constante del Creyente hacia la Justicia).
19 Hablo en términos humanos por la flaqueza de vuestra carne (términos humanos corresponde a la Caída, que ha hecho la carne débil; se refiere a nuestra propia fuerza personal y capacidad propia): que como para iniquidad presentasteis vuestros miembros a servir a la inmundicia (que el Creyente hará, si el objeto de su Fe está fuera de la Cruz) y a la iniquidad para la iniquidad (sin la Fe constante en la Cruz, la situación del Creyente en cuanto al pecado irá de mal en peor); así ahora para Santidad presentéis vuestros miembros a servir a la Justicia (que, como se ha repetido, sólo puede ser hecho por la Fe constante en la Cruz; dándose cuenta que es por y a través de la Cruz que recibimos todas las cosas, y que es solo el Espíritu Santo, Quien puede desarrollar Justicia y Santidad en nuestras vidas, obra exclusivamente por medio de la Cruz).
20 Porque cuando fuisteis siervos del pecado (esclavos al pecado), erais libres acerca de la Justicia (referente a nuestra vida antes de nuestra conversión a Cristo).
21 ¿Qué fruto, pues, teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? (Significa que absolutamente nada de valor alguno puede salir de la experiencia pecadora. Es imposible que haya buena fruta alguna.) Porque el fin de ellas es muerte (si el Creyente rehusa mirar a la Cruz, pero en cambio mira a otra cosa en cuanto a su Santificación, el dominio de la naturaleza pecaminosa va a ser el resultado y la muerte espiritual será la conclusión; ¡la Cruz es la única respuesta al pecado!).
22 Mas ahora (desde que se llega a Cristo) librados del pecado (puesto en libertad de la naturaleza pecaminosa), y hechos siervos (esclavos) a Dios (pero este yugo es un yugo ligero [Mat. 11:28-30]), tenéis por vuestro fruto la Santificación (lo cual el Espíritu Santo llevará a cabo, si la Cruz siempre es el Objeto de nuestra Fe), y por fin la Vida Eterna (entonces el Creyente tiene la alternativa la muerte, que es el resultado final por haber confiado en algo aparte de Cristo y la Cruz, o la Vida Eterna, que es el resultado por confiar en Cristo y la Cruz).
23 Porque la paga del pecado es muerte (se refiere a la muerte espiritual, que es la separación de Dios); mas la Dádiva de Dios es Vida Eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (como se dijo, todo esto, sin excepción, nos viene por medio de lo que Cristo hizo en la Cruz, que exige que la Cruz siempre sea el Objeto de nuestra Fe, que de este modo da al Espíritu Santo la libertad de acción para obrar dentro de nuestras vidas y producir Su Fruto).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.




Hebreos 10:35-12:4
No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;



Romanos 8:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. 

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