04 December 2018

El 4 de diciembre Lectura Bíblica Diaria

El Mensaje de la Cruz

El 4 de diciembre Lectura Bíblica Diaria:

Amós 3 - 5:
Hijos de Israel, ésta es la palabra que el Señor ha pronunciado contra ustedes, contra toda la familia que él sacó de la tierra de Egipto. Escuchen bien: «Sólo a ustedes los he elegido de entre todas las familias de la tierra. Por lo tanto, yo los castigaré por todas sus maldades.» ¿Andan dos juntos, si no están de acuerdo? ¿Ruge el león en la selva sin que haya presa? ¿Ruge el cachorro en su guarida, sin apresar nada? ¿Cae el ave en la trampa, sin que haya cazador? ¿Salta del suelo la trampa sin que haya atrapado algo? ¿Se da la alarma en la ciudad, sin que el pueblo se alborote? ¿Pasa algo malo en la ciudad, que el Señor no haya hecho? Lo cierto es que nada hace el Señor sin antes revelarlo a sus siervos los profetas. Si el león ruge, ¿quién no tiembla? Si el Señor habla, ¿quién no profetiza? Proclamen en los palacios de Asdod, y en los palacios de Egipto, y digan: «Reúnanse sobre los montes de Samaria, y vean cuánta opresión y violencia se comete en esa ciudad. No saben hacer lo recto. En sus palacios atesoran el fruto de su rapiña.» —Palabra del Señor. Por lo tanto, así ha dicho el Señor: «De todos los rincones de la tierra vendrá un enemigo, y derribará tu fortaleza y saqueará tus palacios.» Así ha dicho el Señor: «Los hijos de Israel, que en Samaria se entronizan en el borde de una cama o en el costado de un diván, escaparán como cuando un pastor logra rescatar, de las fauces del león, sólo dos piernas de una oveja, o la punta de una oreja. »¡Escuchen esto, y háganlo saber a la casa de Jacob! —Palabra del Señor, el Dios de los ejércitos. »El día que yo castigue las rebeliones de Israel, derribaré también los altares de Betel. Los cuernos del altar serán tronchados, y rodarán por tierra. Además, derribaré la casa de invierno y la casa de verano, y pondré fin a las casas de marfil. ¡Muchas casas quedarán en ruinas!» —Palabra del Señor. Ustedes, vacas de Basán, que están en el monte de Samaria; que oprimen a los pobres y quebrantan a los menesterosos; que ordenan a sus esposos llevarles vino para embriagarse, oigan esta palabra: El Señor ha jurado por su santidad: «Vienen días en que ustedes serán arrastradas con ganchos, y sus descendientes con anzuelos de pescador. Saldrán en fila por las brechas una tras otra, y serán expulsadas del palacio —Palabra del Señor. »¡Vayan a Betel, y sigan pecando! ¡Aumenten sus rebeldías en Gilgal! ¡Traigan sus sacrificios cada mañana, y sus diezmos cada tres días! Hijos de Israel, ¡ofrezcan sacrificios de alabanza con pan leudado, y háganlo saber! ¡Anuncien sus ofrendas voluntarias, ya que así lo quieren! —Palabra del Señor. »Yo les hice pasar hambre en todas sus ciudades, y hubo falta de pan en todos sus pueblos, ¡pero ustedes no se volvieron a mí! —Palabra del Señor. »También les detuve la lluvia tres meses antes de la siega. Sobre una ciudad hacía llover, y sobre otra no; en una parte llovía, y la parte donde no llovía se secó. La gente de dos o tres ciudades venía a una sola ciudad para beber agua, pero no saciaban su sed. A pesar de eso, ¡ustedes no se volvieron a mí! —Palabra del Señor. »Los herí con viento solano y con oruga. La langosta devoró la multitud de sus huertos y viñas, y sus higueras y olivares, ¡pero ustedes no se volvieron a mí! —Palabra del Señor. »Envié contra ustedes mortandad, tal y como lo hice en Egipto. Maté a filo de espada a sus jóvenes; dejé que sus caballos fueran capturados, y además hice que el hedor de sus campamentos les llegara hasta las narices, ¡pero ustedes no se volvieron a mí! —Palabra del Señor. »Los trastorné como cuando trastorné a Sodoma y Gomorra. Hasta parecían un tizón retirado del fuego. ¡Pero ustedes no se volvieron a mí! —Palabra del Señor. »Por lo tanto, Israel, voy a darte el trato que mereces; y puesto que así te voy a tratar, ¡prepárate, Israel, para encontrarte con tu Dios!» ¡Aquí está el que forma los montes! ¡Aquí está el creador del viento! El que nos da a conocer sus planes, el que convierte en luz las tinieblas, el que recorre las alturas de la tierra! ¡Su nombre es el Señor, Dios de los ejércitos! Ustedes, pueblo de Israel, oigan este canto fúnebre que elevo por ustedes. La virginal Israel ha caído, y no volverá a levantarse. Se halla postrada, en el suelo, y no hay quien la levante. Porque así ha dicho el Señor: «La ciudad que salga con mil soldados volverá con sólo cien, y la que salga con cien volverá con sólo diez. Así será en todo Israel.» Pero también así ha dicho el Señor al pueblo de Israel: «Si ustedes me buscan, vivirán. Pero no me busquen en Betel, ni vayan a Gilgal, ni pasen por Berseba. Porque los de Gilgal serán llevados al cautiverio, y los de Betel serán exterminados. Búsquenme a mí, el Señor, y vivirán. De lo contrario, arremeteré como un fuego contra la tribu de José, y la consumiré y no habrá en Betel quien pueda apagar el fuego.» Ustedes, los que convierten el juicio en amargura y arrojan por el suelo la justicia, busquen al Creador de las Pléyades y el Orión, al que convierte en luz las tinieblas y hace que el día se oscurezca como la noche; al que llama a las aguas del mar y las derrama sobre la faz de la tierra. ¡Su nombre es el Señor! El Señor despoja de su fuerza al violento, y trae la ruina sobre sus baluartes. Pero ustedes aborrecen a quienes los reprenden en las puertas de la ciudad; detestan a los que hablan con rectitud. 


Salmo 55:

Dios mío, ¡escucha mi oración! No te escondas; ¡atiende mi súplica! Préstame atención; ¡respóndeme! En mi oración clamo a ti, y me conmuevo por las amenazas de mis enemigos, por la opresión de los malvados. Sobre mí han descargado su iniquidad, y furiosos me persiguen. Dentro de mí, el corazón me duele; sobre mí han caído terrores de muerte. Me ha sobrevenido un terrible temblor, y estoy temblando de miedo. ¡Cómo quisiera tener alas de paloma! ¡Así podría volar, y descansaría! ¡Me escaparía muy lejos de aquí, y me quedaría a vivir en el desierto! ¡Presuroso escaparía del viento borrascoso! ¡Huiría de la tempestad! ¡Destrúyelos, Señor! ¡Confunde su lengua! ¡En la ciudad sólo veo violencia y rencillas, que día y noche rodean sus murallas! En su interior sólo hay iniquidad y violencia; en su interior sólo hay continua maldad; el fraude y el engaño no se apartan de sus calles. No me ha ofendido un enemigo, lo cual yo podría tolerar; tampoco me ha atacado quien me aborrece, pues de él podría haberme escondido. ¡Has sido tú, que parecías ser mi amigo, mi compañero, mi hermano del alma! Tú y yo compartíamos dulces secretos, y juntos andábamos por la casa de Dios. ¡Que la muerte sorprenda a mis enemigos! ¡Que desciendan vivos al sepulcro, porque en ellos y en sus casas hay maldad! Por mi parte, yo clamaré a Dios; ¡el Señor vendrá a salvarme! En la tarde, en la mañana, al mediodía, clamaré a Dios, y él oirá mi voz; me salvará de la guerra desatada contra mí, y me hará vivir en paz, aun cuando sean muchos los que me ataquen. Dios me oirá, y los humillará, pues él es el Rey eterno. Puesto que esos malvados no cambian, ni dan muestras de temer a Dios, violan su pacto y extienden la mano contra los que están en paz con ellos. Sus palabras son suaves, como mantequilla, pero en su corazón se libra una batalla. Sus palabras son suaves, como el aceite, pero en realidad son espadas desnudas. Tú, deja tus pesares en las manos del Señor, y el Señor te mantendrá firme; el Señor no deja a sus fieles caídos para siempre. Y tú, Dios mío, ¡haz que esa gente descienda al profundo pozo de la perdición! ¡Esa gente sanguinaria y mentirosa no llegará a la mitad de su vida! Pero yo, siempre confiaré en ti. 


Proverbios 12:

El que ama la corrección ama la sabiduría; el que aborrece la reprensión es ignorante. El Señor se agrada del hombre bueno, pero condena al mal intencionado. Por su maldad nadie se mantiene firme, pero la raíz de los justos jamás es removida. La mujer noble es corona de su esposo; la malvada es como carcoma en sus huesos. Los justos sólo piensan en la justicia; los impíos sólo piensan en engañar. Los impíos hablan para derramar sangre, pero los hombres rectos hablan y los ponen a salvo. Los impíos caen y dejan de existir, pero los justos y los suyos permanecen firmes. El hombre es alabado según su sabiduría, pero el de corazón perverso es menospreciado. Más vale un patrón despreciado que un engreído que carece de pan. El justo sabe cuando su bestia tiene hambre, pero los impíos son crueles de corazón. El que labra su tierra se sacia de pan, pero el amigo de vagos no tiene cordura. La codicia del impío es una trampa del mal, pero la raíz de los justos da fruto. El impío se enreda en sus labios pecadores, pero el justo logra salir del aprieto. El hombre se sacia del buen fruto de su boca, y recibe su paga según la obra de sus manos. El necio piensa que va por buen camino, pero el sabio presta atención al consejo. El necio al instante revela su enojo; Pero el prudente desdeña la injuria. Quien dice la verdad proclama la justicia, pero el testigo falso propaga el engaño. Hay gente cuyas palabras son puñaladas, pero la lengua de los sabios sana las heridas. Los labios veraces permanecen para siempre, pero la lengua mentirosa tiene corta vida. En la mente malvada habita el engaño; entre los que promueven la paz hay alegría. Ninguna adversidad le sobreviene al justo, pero todos los males caen sobre los impíos. Al Señor le repugnan los labios mentirosos; pero le agradan los que dicen la verdad. El que es astuto no demuestra lo que sabe, pero el que es necio deja ver su ignorancia. Los diligentes dominan a otros; los negligentes son dominados. La congoja abate el corazón del hombre, pero una buena noticia lo alegra. El justo sabe guiar a su prójimo; el impío le hace perder el camino. El indolente no cocina ni su presa; ¡el gran tesoro del hombre es la diligencia! En el camino de la justicia hay vida; no hay en su camino lugar para la muerte.




El Libro de Los Romanos Capítulo 1 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS ROMANOS


CAPÍTULO 1
(60 d.C.)
LA INTRODUCCIÓN

PABLO (el único escritor de la Biblia que se deshizo de su nombre Judío [Saulo] por su nombre Gentil [Pablo]), siervo (un Esclavo voluntario) de Jesucristo, llamado a ser Apóstol (él se pone ・Esclavo・ antes de Apóstol), apartado para el Evangelio de Dios (quiere decir que Pablo fue apartado de toda la humanidad por Dios para su Apostolado),
2 (Que Él (Dios) había antes prometido por Sus Profetas en Las Santas Escrituras,) (Él prometió al Redentor, Quien sería el Señor Jesucristo.)
3 Acerca de Su Hijo (se refiere a Jesús que es el Mensaje Principal del Antiguo Testamento), nuestro Señor Jesucristo, que fue hecho (significa la entrada a una nueva condición) de la simiente de David (por la familia de David) según la carne (la Encarnación, Dios se hace Hombre);
4 El cual fue declarado Hijo de Dios con potencia (Él era el Hijo de David en cuanto a Su Humanidad, y el Hijo de Dios en cuanto a Su Deidad), según el Espíritu de Santidad (otro Nombre que se le da al Espíritu Santo), por la Resurrección de los muertos (Jesús Crucificado por los Judíos porque Él afirmaba ser el Hijo de Dios; Dios Lo resucitó porque Él era el Hijo de Dios):
5 Por El Cual (por Dios) recibimos la Gracia (favor inmerecido) y el Apostolado (el Llamado), para la obediencia a la Fe (Jesucristo y Él Crucificado) en todas las naciones   (un Evangelio para la totalidad del mundo), para Su Nombre (Él es Quien compró nuestra Redención, por medio y a través de la Cruz del Calvario);
6 Entre las cuales (todos los Creyentes) sois también vosotros llamados de Jesucristo (toda persona que es salva ha sido llamada del Señor de algo a algo):
7 A todos los que estáis en Roma, Amados de Dios, llamados a ser Santos (・a ser・ fue incorrectamente sustituido por los Traductores; toda persona que es salva es un Santo, y establecido así por Jesucristo y lo que Él hizo en la Cruz): Gracia (que viene por medio de la Cruz) y Paz (la Paz que resulta de la Obra del Espíritu Santo en la Santificación) tengáis de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo (presenta a la Trinidad, con el Espíritu Santo que inspira estas palabras para que sean escritas).
ACCIÓN DE GRACIAS
8 Primeramente, doy gracias a mi Dios por Jesucristo acerca de todos vosotros, de que se habla bien de vuestra Fe en todo el mundo (se refiere al Imperio Romano).
9 Porque testigo me es Dios, al cual sirvo en mi espíritu (su espíritu humano) en el Evangelio de Su Hijo (Jesucristo y Él Crucificado), que sin cesar me acuerdo de vosotros siempre en mis oraciones (Pablo tenía una fuerte vida de oración);
10 Rogando (tiene que ver con la búsqueda del Señor para cierta cosa, en este caso el privilegio de ministrar a la Iglesia en Roma), si al fin algún tiempo haya de tener, por la Voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros (Hechos, caps. 27 y 28, registra aquel viaje; fue muy próspero espiritualmente, pero no resultó próspero en otros modos).
11 Porque os deseo ver, para repartir con vosotros algún don espiritual (no significa, como algunos creen, que Pablo podía impartir uno o varios de los nueve Dones del Espíritu, sino más bien les habla de explicarles más exacto la Palabra de Dios), para confirmaros (los Dones espirituales, tan valiosos sean, no establecen a nadie; es la Verdad de la Palabra que establece, y ésta únicamente [Jn. 8:32]);
12 Es a saber, para ser juntamente consolado con vosotros por la común Fe vuestra y juntamente mía (conlleva la idea de un refuerzo mutuo causado por su Ministerio entre ellos, y el Amor de ellos hacia él).
13 Mas no quiero, Hermanos, que ignoréis (una frase usada muy a menudo por Pablo) que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (empero hasta ahora he sido estorbado,) (algo que obstaculiza) para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás Gentiles (él sabía que su enseñanza acerca de la Cruz les ayudaría a crecer en la Gracia).
14 A Griegos, y a Bárbaros; a sabios, y a no sabios (a toda la gente, quienquiera fueran y adondequiera que estuvieran) soy deudor (verídico de todo Creyente).
15 Así que, en cuanto a mí, presto estoy a anunciar el Evangelio también a vosotros que estáis en Roma.
EL PODER
16 Porque no me avergüenzo del Evangelio (expresado en referencia a la Cruz): porque es Potencia de Dios para Salvación a todo aquel que cree; al Judío primeramente, y también al Griego (por la Cruz, y la Cruz solamente, el hombre es reconciliado con Dios).
17 Porque en Él (por medio de la Cruz) la Justicia de Dios (en relación correcta con Dios) se descubre de Fe en Fe (・de Fe・ se relaciona con Dios como el Proveedor y ・en Fe・ se relaciona con el hombre como el receptor): como está escrito, Mas el justo vivirá por la Fe (declara a Pablo que demuestra que la Justicia por la Fe no es ninguna idea nueva, sino encontrada en los Profetas [Hab. 2:4]). 



LA CULPA

18 Porque manifiesta es la Ira de Dios (la emoción personal de Dios en cuanto al pecado) del Cielo (esta ira se origina con Dios) contra toda impiedad e injusticia de los hombres (Dios debe oponerse inalterablemente al pecado), que detienen la verdad con injusticia (quienes rechazan reconocer Quién es Dios, y Lo Que es Dios);
19 Porque lo que de Dios se conoce, a ellos es manifiesto (demuestra el objetivo universal del conocimiento de Dios como el Creador, que más o menos se halla en todos los hombres); porque Dios se lo manifestó (quiere decir que Su Firma exclusiva está en la Creación).
20 Porque las cosas invisibles de Él, Su Eterno Poder y Divinidad, se echan de ver desde la Creación del mundo (explica el Versículo 19), siendo entendidas por las cosas que son hechas (la Creación demanda a un Creador); de modo que son inexcusables (la Creación nos habla del Poder Eterno de Dios, y que es obvia a todos): 



LA APOSTASÍA

21 Porque habiendo conocido a Dios, no Le glorificaron como Dios (si los hombres no entienden a Dios en la esfera de la Creación, no Lo entenderán en ninguna otra cosa), ni dieron gracias (al no querer honrarlo causó una falta de gratitud por Sus Dones); antes se desvanecieron en sus inútiles razonamientos (indica que es la única dirección donde el hombre caído puede ir, teniendo en cuenta que él ha rechazado a Dios), y el necio corazón de ellos fue entenebrecido (habla del rechazo de la Luz).
22 Diciéndose ser sabios, se hicieron fatuos (devasta todo lo que se llama sabiduría que no es de Dios),
23 Y cambiaron la Gloria del Dios incorruptible (se refiere al pecado de los siglos, y no sólo señala al pagano de la antigüedad, sino también a muchos del Cristianismo moderno) en semejanza de imagen de hombre corruptible, y de aves, y de animales de cuatro pies, y de serpientes (revela la degeneración del hombre, que es lo contrario de la evolución). 



LOS RESULTADOS DE
LA APOSTASÍA

24 Por lo cual también Dios los entregó a inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones (no es solamente permisivo, pero Dios judicialmente los entregó), de suerte que contaminaron sus cuerpos entre sí mismos (habla de toda clase de inmoralidad):
25 Los cuales cambiaron la Verdad de Dios en mentira (se refiere al Versículo 23, que habla de la inmundicia espiritual y sexual), honrando y sirviendo a las criaturas antes que al Creador (se refiere al hombre que adora la creación de sus propias manos, que significa que adora a algo menos que a sí mismo), el cual es bendito por los siglos. Amén (observe que la palabra es ・Bendito,・ porque se refiere Al Que efectúa la bendición, en este caso el Señor).
26 Por esto Dios los entregó a afectos vergonzosos (el Señor quitó Sus restricciones y, por lo tanto, les dio acceso libre a sus deseos): pues aun sus mujeres cambiaron el uso   natural en el uso que es contra naturaleza (en pocas palabras habla del Lesbianismo):
27 Y del mismo modo también los hombres (la homosexualidad), dejando el uso natural de las mujeres (habla del acto sexual que se realiza entre el hombre y su esposa), se encendieron en sus concupiscencias los unos con los otros (lujuria violenta); cometiendo cosas indecentes hombres con hombres (especifica su dirección, que es la perversión total), y recibiendo en sí mismos la recompensa merecida de su extravío (se refiere a la pena atribuida a la maldad).
28 Y aun como ellos no les pareció tener a Dios ni siquiera en cuenta (conlleva la idea de que la raza humana pone a prueba a Dios con el propósito de aprobar o desaprobarlo), Dios los entregó a una mente depravada (la Luz rechazada es Luz retirada), para hacer lo que no conviene (que no es apropiada);



APÓSTATAS

29 Estando atestados de toda iniquidad, de fornicación, de malicia, de avaricia, de maldad; llenos de envidia, de homicidios, de contiendas, de engaños, de malignidades;
30 Murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres,
31 Necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia (los adjetivos citados son los resultados finales por abandonar a Dios, lo cual es el motivo de todo el conflicto en el mundo):
32 Que habiendo entendido el juicio de Dios (en esencia dice, ・que haga todo lo peor, y esto no nos parará・) que los que hacen tales cosas son dignos de muerte (se insinúa el Juicio Divino), no sólo las hacen, mas aun consienten a los que las hacen (revela el resultado de la ・mente réproba・).



Primera Corintios Capítulo 13:


Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebreos 10:35-12:4

Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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