11 August 2017

El 12 de agosto Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1



El 12 de agosto Lectura Bíblica Diaria:
1 Crónicas 20 a 22:
 
En la primavera, que era la época en que los reyes salían de campaña, Joab sacó el grueso del ejército y devastó el país de los amonitas. Llegó hasta Rabá, la atacó y la destruyó; pero David se quedó en Jerusalén. Al rey de los amonitas David le quitó la corona de oro que tenía puesta, la cual pesaba treinta y tres kilos y estaba adornada con piedras preciosas. Luego se la pusieron a David. Además, David saqueó la ciudad y se llevó un botín inmenso. Expulsó de allí a sus habitantes y los puso a trabajar con sierras, rastrillos y hachas. Lo mismo hizo con todos los pueblos de los amonitas, después de lo cual regresó a Jerusalén con todas sus tropas. Después de esto, hubo una batalla contra los filisteos en Guézer. Fue en esa ocasión cuando Sibecay el jusatita mató a Sipay, descendiente de los gigantes. Así sometieron a los filisteos. Luego, en otra batalla que hubo contra los filisteos, Eljanán hijo de Yaír mató a Lajmí, hermano de Goliat el guitita, cuya lanza tenía un asta tan grande como el rodillo de un telar. Hubo una batalla más en Gat. Allí había otro gigante, un hombre altísimo que tenía seis dedos en cada mano y seis en cada pie, es decir, tenía veinticuatro dedos en total. Éste se puso a desafiar a los israelitas, pero Jonatán hijo de Simá, que era hermano de David, lo mató. Éstos fueron los descendientes de Rafá el guitita que cayeron a manos de David y de sus oficiales. Satanás conspiró contra Israel e indujo a David a hacer un censo del pueblo. Por eso David les dijo a Joab y a los jefes del pueblo: Vayan y hagan un censo militar que abarque desde Berseba hasta Dan, y tráiganme el informe para que yo sepa cuántos pueden servir en el ejército. Joab le respondió: ¡Que el Señor multiplique cien veces a su pueblo! Pero ¿acaso no son todos ellos servidores suyos? ¿Para qué quiere hacer esto Su Majestad? ¿Por qué ha de hacer algo que traiga la desgracia sobre Israel? Sin embargo, la orden del rey prevaleció sobre la opinión de Joab, de modo que éste salió a recorrer todo el territorio de Israel. Después regresó a Jerusalén y le entregó a David los resultados del censo militar: En Israel había un millón cien mil que podían servir en el ejército, y en Judá, cuatrocientos setenta mil. Pero Joab no contó a los de las tribus de Leví ni de Benjamín, porque para él era detestable la orden del rey. Dios también la consideró como algo malo, por lo cual castigó a Israel. Entonces David le dijo a Dios: "He cometido un pecado muy grande al hacer este censo. He actuado como un necio. Yo te ruego que perdones la maldad de tu siervo." El Señor le dijo a Gad, el vidente de David: "Anda y dile a David que así dice el Señor: Te doy a escoger entre estos tres castigos: dime cuál de ellos quieres que te imponga. " Gad fue adonde estaba David y le dijo: Así dice el Señor: Elige una de estas tres cosas: tres años de hambre, o tres meses de persecución y derrota por la espada de tus enemigos, o tres días en los cuales el Señor castigará con peste el país, y su ángel causará estragos en todos los rincones de Israel. Piénsalo bien y dime qué debo responderle al que me ha enviado. ¡Estoy entre la espada y la pared! respondió David. Pero es mejor que yo caiga en las manos del Señor, porque su amor es muy grande, y no que caiga en las manos de los *hombres. Por lo tanto, el Señor mandó contra Israel una peste, y murieron setenta mil israelitas. Luego envió un ángel a Jerusalén para destruirla. Y al ver el Señor que el ángel la destruía, se arrepintió del castigo y le dijo al ángel destructor: "¡Basta! ¡Detén tu mano!" En ese momento, el ángel del Señor se hallaba junto a la parcela de Ornán el jebuseo. David alzó la vista y vio que el ángel del Señor estaba entre la tierra y el cielo, con una espada desenvainada en la mano que apuntaba hacia Jerusalén. Entonces David y los ancianos, vestidos de luto, se postraron sobre su rostro. Y David le dijo a Dios: "Señor y Dios mío, ¿acaso no fui yo el que dio la orden de censar al pueblo? ¿Qué culpa tienen estas ovejas? ¡Soy yo el que ha pecado! ¡He actuado muy mal! ¡Descarga tu mano sobre mí y sobre mi familia, pero no sigas hiriendo a tu pueblo!" Entonces el ángel del Señor le dijo a Gad: "Dile a David que vaya y construya un altar para el Señor en la parcela de Ornán el jebuseo." David se puso en camino, conforme a la palabra que Gad le dio en nombre del Señor. Ornán se encontraba trillando y, al mirar hacia atrás, vio al ángel. Los cuatro hijos que estaban con él corrieron a esconderse. Al ver Ornán que David se acercaba a su parcela, salió a recibirlo y se postró delante de él. David le dijo: Véndeme una parte de esta parcela para construirle un altar al Señor, a fin de que se detenga la plaga que está afligiendo al pueblo. Véndemela por su verdadero precio. Ornán le contestó a David: Su Majestad, yo se la regalo, para que haga usted en ella lo que mejor le parezca. Yo mismo le daré los bueyes para los *holocaustos, los trillos para la leña y el trigo para la ofrenda de cereal. Todo se lo regalo. Pero el rey David le respondió a Ornán: Eso no puede ser. No tomaré lo que es tuyo para dárselo al Señor, ni le ofreceré un holocausto que nada me cueste. Te lo compraré todo por su verdadero precio. Fue así como David le dio a Ornán seiscientas monedas de oro por aquel lugar. Allí construyó un altar al Señor y le ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. Luego oró al Señor, y en respuesta Dios envió fuego del cielo sobre el altar del holocausto. Entonces el Señor le ordenó al ángel que envainara su espada. Al ver David que el Señor le había respondido, le ofreció sacrificios. En aquel tiempo, tanto el santuario del Señor que Moisés hizo en el desierto como el altar del holocausto se encontraban en el santuario de Gabaón. Pero David no fue a consultar al Señor a ese lugar porque, por causa de la espada del ángel del Señor, estaba aterrorizado. Entonces dijo David: "Aquí se levantará el templo de Dios el Señor, y también el altar donde Israel ofrecerá el holocausto." Luego David ordenó que se reuniera a los extranjeros que vivían en territorio israelita. De entre ellos nombró canteros que labraran piedras para la construcción del templo de Dios. Además, David juntó mucho hierro para los clavos y las bisagras de las puertas, y bronce en abundancia. También amontonó mucha madera de cedro, pues los habitantes de Sidón y de Tiro le habían traído madera de cedro en abundancia. "Mi hijo Salomón pensaba David es muy joven e inexperto, y el templo que hay que construir para el Señor debe ser el más grande y famoso de toda la tierra; por eso le dejaré todo listo." Así que antes de morir, David dejó todo listo. Luego llamó a su hijo Salomón y le encargó construir el templo para el Señor, Dios de Israel. David le dijo a Salomón: "Hijo mío, yo tenía la intención de construir un templo para honrar al Señor mi Dios. Pero el Señor me dijo: Ante mis propios ojos has derramado mucha sangre y has hecho muchas guerras en la tierra; por eso no serás tú quien me construya un templo. Pero tendrás un hijo que será un hombre pacífico; yo haré que los países vecinos que sean sus enemigos lo dejen en paz; por eso se llamará Salomón. Durante su reinado, yo le daré a Israel paz y tranquilidad. Él será quien me construya un templo. Él será para mí como un hijo, y yo seré para él como un padre. Yo afirmaré para siempre el trono de su reino en Israel. "Ahora, hijo mío, que el Señor tu Dios te ayude a construir su templo, tal como te lo ha prometido. Que te dé prudencia y sabiduría para que, cuando estés al frente de Israel, obedezcas su *ey. Él es el Señor tu Dios. Si cumples las leyes y normas que el Señor le entregó a Israel por medio de Moisés, entonces te irá bien. ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! "Mira, con mucho esfuerzo he logrado conseguir para el templo del Señor tres mil trescientas toneladas de oro, treinta y tres mil toneladas de plata y una incontable cantidad de bronce y de hierro. Además, he conseguido madera y piedra, pero tú debes adquirir más. También cuentas con una buena cantidad de obreros: canteros, albañiles, carpinteros, y expertos en toda clase de trabajos en oro, plata, bronce y hierro. Así que, ¡pon manos a la obra, y que el Señor te acompañe!" Después David les ordenó a todos los jefes de Israel que colaboraran con su hijo Salomón. Les dijo: "El Señor su Dios está con ustedes, y les ha dado paz en todo lugar. Él ha entregado en mi poder a los habitantes de la región, y éstos han quedado sometidos al Señor y a su pueblo. Ahora, pues, busquen al Señor su Dios de todo corazón y con toda el alma. Comiencen la construcción del santuario de Dios el Señor, para que trasladen el arca del pacto y los utensilios sagrados al templo que se construirá en su honor."



Salmo 92:
¡Cuán bueno, Señor, es darte gracias y entonar, oh Altísimo, salmos a tu nombre; proclamar tu gran amor por la mañana, y tu fidelidad por la noche, al son del decacordio y de la lira; al son del arpa y del salterio! Tú, Señor, me llenas de alegría con tus maravillas; por eso alabaré jubiloso las obras de tus manos. Oh Señor, ¡cuán imponentes son tus obras, y cuán profundos tus pensamientos! Los insensatos no lo saben, los necios no lo entienden: aunque broten como hierba los impíos, y florezcan todos los malhechores, para siempre serán destruidos. Sólo tú, Señor, serás exaltado para siempre. Ciertamente tus enemigos, Señor, ciertamente tus enemigos perecerán; ¡dispersados por todas partes serán todos los malhechores! Me has dado las fuerzas de un toro; me has ungido con el mejor perfume. Me has hecho ver la caída de mis adversarios y oír la derrota de mis malvados enemigos. Como palmeras florecen los justos; como cedros del Líbano crecen. Plantados en la casa del Señor, florecen en los atrios de nuestro Dios. Aun en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos, para proclamar: "El Señor es justo; él es mi Roca, y en él no hay injusticia."



Proverbios 23:
6 Cuando te sientes a comer con un gobernante, fíjate bien en lo que tienes ante ti. Si eres dado a la glotonería, domina tu apetito. No codicies sus manjares, pues tal comida no es más que un engaño. 7 No te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ellas. ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas. No te sientes a la mesa de un tacaño, ni codicies sus manjares, que son como un pelo en la garganta. "Come y bebe", te dirá, pero no te lo dirá de corazón. 8 Acabarás vomitando lo que hayas comido, y tus cumplidos no habrán servido de nada. 9 A oídos del necio jamás dirijas palabra, pues se burlará de tus sabios consejos. 10 No cambies de lugar los linderos antiguos, ni invadas la propiedad de los huérfanos, porque su Defensor es muy poderoso y contra ti defenderá su causa. 11 Aplica tu corazón a la disciplina y tus oídos al conocimiento. 12 No dejes de disciplinar al joven, que de unos cuantos azotes no se morirá. Dale unos buenos azotes, y así lo librarás del sepulcro. 13 Hijo mío, si tu corazón es sabio, también mi corazón se regocijará; en lo íntimo de mi ser me alegraré cuando tus labios hablen con rectitud. 14 No envidies en tu corazón a los pecadores; más bien, muéstrate siempre celoso en el temor del Señor. Cuentas con una esperanza futura, la cual no será destruida. 15 Hijo mío, presta atención y sé sabio; mantén tu corazón en el camino recto. No te juntes con los que beben mucho vino, ni con los que se hartan de carne, pues borrachos y glotones, por su indolencia, acaban harapientos y en la pobreza. 16 Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana. Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas! El padre del justo experimenta gran regocijo; quien tiene un hijo sabio se solaza en él. ¡Que se alegren tu padre y tu madre! ¡Que se regocije la que te dio la vida! 17 Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos. Porque fosa profunda es la prostituta, y estrecho pozo, la mujer ajena. Se pone al acecho, como un bandido, y multiplica la infidelidad de los hombres. 18 ¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares? ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas? ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados? ¡Del que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores! No te fijes en lo rojo que es el vino, ni en cómo brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza; porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora. Tus ojos verán alucinaciones, y tu mente imaginará estupideces. Te parecerá estar durmiendo en alta mar, acostado sobre el mástil mayor. Y dirás: "Me han herido, pero no me duele. Me han golpeado, pero no lo siento. ¿Cuándo despertaré de este sueño para ir a buscar otro trago?"




El Libro de Mateo Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO

CAPÍTULO 4
(29 d.C.)
LA TENTACIÓN DE JESÚS
EN EL DESIERTO

eNTONCES (inmediatamente después del descenso del Espíritu Santo sobre Él) Jesús fue llevado (conducido urgentemente) por el Espíritu (El Espíritu Santo) al desierto (probablemente cerca de Jericó) para ser tentado por el Diablo (como el Último Adán, Él sería tentado en todo como nosotros somos tentados [Heb. 4:15; I Cor. 15:21-22, 45, 47]).
2 Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después Él tuvo hambre (aparte de Cristo, sólo tres hombres en la Biblia ayunaron durante 40 días y 40 noches: Moisés [Deut. 9:9, 18, 25; 10:10], Josué [Éx. 24:13-18; 32:15-17] y Elías [I Rey. 19:7-8]).
3 Y llegándose a Él el tentador (Satanás), dijo, Si eres Hijo de Dios (puesto que Tú eres El Hijo de Dios), di que estas piedras se hagan pan (Cristo fue tentado a usar Su Poder para Su propia ventaja, lo cual Él nunca haría).
4 Mas Él respondiendo dijo, Escrito está, no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la Boca de Dios ([Deut. 8:3]; el hombre es un ser espiritual así como un ser físico; por lo tanto, dependiente en Dios).
5 Entonces el Diablo Le conducía (una fuerza poderosa) a la Santa Ciudad (Jerusalén), y Le pone sobre un pináculo del Templo (su punto más alto, que Josefo indicó, medía 700 pies [213 metros] de la profundidad del barranco abajo),
6 Y Le dice, Si eres Hijo de Dios (puesto que eres Hijo de Dios), échate abajo (se entienda literalmente): pues escrito está, A Sus Ángeles mandará por Ti: y Te alzarán en las Manos, para que nunca tropieces con Tu Pie en piedra (derivado de Salmos 91:11-12).
7 Jesús le dijo, También escrito está, no tentarás al Señor tu Dios ([Deut. 6:16]; tentar a Dios es poner en duda Su Palabra, lo cual pone en duda Su capacidad de hacer lo que Él ha prometido).
8 Otra vez (la tercera tentación), Le pasa el Diablo a un monte muy alto (no conocido definitivamente, pero muy probable es el monte Nebo), y Le muestra todos los reinos del mundo, y su gloria (se lo demostró a Él, no en el sentido físico, sino más bien, en el sentido espiritual);
9 Y Le dijo, Todo esto Te daré, si postrado me adorares (la tentación era que Cristo abrogaría la Cruz, por medio de la cual Él recuperaría todas las cosas).
10 Entonces Jesús le dice, Vete, Satanás (se presenta a Cristo por primera vez dirigiéndose a Satanás personalmente): que escrito está, Al Señor Tu Dios adorarás y a Él Sólo servirás (Satanás desea que la humanidad le adore y le sirva; debemos adorar y servir sólo al Señor).
11 El Diablo entonces se alejó de Él por una temporada ("se alejó de Él por una temporada," significaba que habrían otras tentaciones [Luc. 4:13]), y, he aquí, los Ángeles llegaron y Le servían (en qué manera Le ministraban, no nos dice).
JESÚS DA INICIO A SU
MINISTERIO; RECHAZADO
EN NAZARET – SE TRASLADA
A CAPERNAUM
12 Mas oyendo Jesús que Juan era preso (el Ministerio de Juan ya había terminado; él había presentado a Cristo correctamente), se volvió (Jesús) a Galilea (zona central de Su Ministerio);
13 Y dejando a Nazaret (se refiere a Su rechazo allí [Luc. 4:16-30]), vino y habitó en Capernaum (hizo de esta ciudad Su Sede), ciudad marítima (se refiere al Mar de Galilea), en los confines de Zabulón y de Neftalí (se refiere a estas dos Tribus que colindan con el Mar de Galilea):
14 Para que se cumpliese lo que fue dicho por el Profeta Isaías, que dijo (Isaías profetizaba de Cristo más que cualquier otro Profeta),
15 La tierra de Zabulón, y la tierra de Neftalí, camino del mar (Mar de Galilea), al otro lado del Jordán, Galilea de los Gentiles (el gran Camino Romano se trazó cerca del Mar de Galilea de Damasco; casi todos los Gentiles que viajaban en esta dirección lo hicieron en este camino; la Sede de Cristo estuvo dentro de los límites de la Tribu de Neftalí);
16 El pueblo asentado en tinieblas (indica una aceptación como algo normal de esta oscuridad; la oscuridad moral era aún mayor que la miseria nacional) vio gran Luz (Cristo es la Luz del Mundo, y la única Luz Verdadera); y a los sentados en región de sombra de muerte (la muerte espiritual es el resultado de esta oscuridad espiritual) Luz (iluminación espiritual en Cristo) les resplandeció.
17 Desde entonces (el traslado a Capernaum) comenzó Jesús a predicar (el método principal de la proclamación del Evangelio), y a decir, Arrepentíos (al comenzar Su Ministerio, la primera palabra usada por Cristo, como fue registrado por Mateo, fue "Arrepentíos"): que el Reino de los Cielos se ha acercado (el Reino de los Cielos, encabezado por Cristo mismo, con el propósito de restablecer el Reino de Dios sobre la Tierra; el Reino fue rechazado por Israel).
JESÚS LLAMA A CUATRO
PESCADORES
18 Y andando Jesús, junto al Mar de Galilea, vio a dos Hermanos, Simón que es llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar: porque eran pescadores.
19 Y les dijo, Seguid en pos de Mí (el Advenimiento del Mesías fue señalado por tres palabras: "Arrepentíos," "Seguid" y "Bienaventurado" [Mat. 5:3]), y os haré pescadores de hombres (el llamado mayor de todos).
20 Ellos entonces (inmediatamente), dejando al instante las redes (su negocio de la pesca), Le siguieron.
21 Y pasando de allí, vio a otros dos Hermanos, Santiago hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en el barco con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó (los primeros tres llamados, Pedro, Santiago y Juan, eran los más cercanos a Cristo).
22 Y ellos, dejando luego el barco y a su padre, Le siguieron (Él los llamó a una pesca más alta, así como Él llamó a David a una alimentación más alta [Sal. 78:70-72]).
EL SEGUNDO VIAJE DE
GALILEA; LA FAMA DE
JESÚS SE EXTIENDE
23 Y Jesús iba por toda Galilea, enseñando en las Sinagogas de ellos, y predicando (la Predicación proclama El Evangelio, mientras que la Enseñanza lo explica) el Evangelio del Reino (las Buenas Nuevas del establecimiento sobre la Tierra de un Gobierno perfecto del Cielo; como ya dicho, fue rechazado), y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo (Jesús no es sólo El Salvador; sino también El Sanador).
24 Y se extendió Su fama por toda la Siria (las noticias de lo que Él hizo se fueron más allá de Israel): y Le trajeron todos los que estaban enfermos quienes eran afectados de diversas (tipos distintos) enfermedades y tormentos, y los endemoniados (los poseídos por los demonios), y lunáticos (demente, ya sea por posesión de demonio, o incapacidad física), y paralíticos, y los sanó (Él no desechó a ninguno).
25 Y Le siguieron grandes multitudes de Galilea, y de Decápolis (el lado oriente del Río Jordán), y de Jerusalén, y de Judea, y del otro lado del Jordán.


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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