07 August 2017

El 8 agosto Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1



El 8 agosto Lectura Bíblica Diaria: 
 
1Crónicas 8 a 10:


Los hijos de Benjamín fueron: Bela, el primero; Asbel, el segundo; Ajará, el tercero; Noja, el cuarto, y Rafá, el quinto. Los hijos de Bela fueron Adar, Guerá, Abiud, Abisúa, Naamán, Ajoaj, Guerá, Sefufán e Hiram. Los hijos de Aod, jefes de las familias patriarcales que habitaban en Gueba y que luego se trasladaron a Manajat, fueron Naamán, Ahías y Guerá, padre de Uza y de Ajiud. Guerá fue el que los trasladó a Manajat. Después de que Sajarayin repudió a sus esposas Jusín y Bará, tuvo otros hijos en los campos de Moab. Con su esposa Hodes tuvo a Jobab, Sibia, Mesá, Malcán, Jeús, Saquías y Mirma. Estos hijos suyos fueron jefes de familias patriarcales. Con Jusín tuvo a Abitob y a Elpal. Los hijos de Elpal fueron Éber, Misán y Sémed. Sémed edificó las ciudades de Ono y Lod, con sus aldeas; Beriá y Semá fueron jefes de las familias patriarcales de los habitantes de Ayalón, y expulsaron a los habitantes de Gat. Los hijos de Beriá fueron Ajío, Sasac, Jeremot, Zebadías, Arad, Ader, Micael, Ispá y Yojá. Zebadías, Mesulán, Hizqui, Éber, Ismeray, Jezlías y Jobab fueron los hijos de Elpal. Yaquín, Zicrí, Zabdí, Elienay, Ziletay, Eliel, Adaías, Beraías y Simrat fueron los hijos de Simí. Ispán, Éber, Eliel, Abdón, Zicrí, Janán, Jananías, Elam, Anatotías, Ifdaías y Peniel fueron los hijos de Sasac. Samseray, Seharías, Atalías, Jaresías, Elías y Zicrí fueron los hijos de Jeroán. Según sus registros genealógicos, éstos fueron jefes de familias patriarcales y habitaron en Jerusalén. Jehiel, padre de Gabaón, vivía en Gabaón. Su esposa se llamaba Macá. Sus hijos fueron Abdón, el primogénito; Zur, Quis, Baal, Ner, Nadab, Guedor, Ajío, Zéquer y Miclot, padre de Simá. Éstos vivían también en Jerusalén con sus hermanos. Ner fue el padre de Quis, y éste fue padre de Saúl, quien fue padre de Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Esbaal. El hijo de Jonatán fue Meribaal, padre de Micaías. Los hijos de Micaías fueron Pitón, Mélec, Tarea y Acaz. Acaz fue padre de Joada, y éste lo fue de Alemet, Azmávet y Zimri. Zimri fue el padre de Mosá; Mosá fue el padre de Biná, y éste lo fue de Rafá; Rafá fue el padre de Elasá, y éste lo fue de Azel. Azel tuvo seis hijos, cuyos nombres fueron Azricán, Bocrú, Ismael, Searías, Abdías y Janán. Éstos fueron los hijos de Azel. Los hijos de su hermano Ésec fueron: Ulán, el primero; Jeús, el segundo, y Elifelet, el tercero. Los hijos de Ulán fueron hombres guerreros valientes, diestros con el arco. Tuvieron muchos hijos y nietos: ciento cincuenta en total. Todos éstos fueron los descendientes de Benjamín. Todos los israelitas fueron registrados en las listas genealógicas e inscritos en el libro de los reyes de Israel. Por causa de su infidelidad a Dios, Judá fue llevado cautivo a Babilonia. Los primeros en ocupar nuevamente sus posesiones y ciudades fueron israelitas, sacerdotes, levitas y servidores del templo. Algunos de los descendientes de Judá, Benjamín, Efraín y Manasés habitaron en Jerusalén. De los judíos: Utay hijo de Amiud, descendiente en línea directa de Omrí, Imrí, Baní y Fares hijo de Judá. De los silonitas: Asaías, el primogénito, con sus hijos. De los zeraítas: Jeuel y el resto de sus parientes; en total seiscientos noventa personas. De los benjaminitas: Salú hijo de Mesulán, hijo de Hodavías, hijo de Senuá; Ibneías hijo de Jeroán; Elá hijo de Uzi, hijo de Micri; Mesulán hijo de Sefatías, hijo de Reuel, hijo de Ibnías, con sus parientes. Según sus registros genealógicos, eran en total novecientos cincuenta y seis, todos ellos jefes de sus familias patriarcales. De los sacerdotes: Jedaías, Joyarib, Jaquín, Azarías hijo de Jilquías, que era descendiente en línea directa de Mesulán, Sadoc, Merayot y Ajitob, que fue jefe del templo de Dios; Adaías hijo de Jeroán, hijo de Pasur, hijo de Malquías; Masay hijo de Adiel, que era descendiente en línea directa de Jazera, Mesulán, Mesilemit e Imer, y sus parientes, en total mil setecientos sesenta jefes de familias patriarcales y hombres muy capacitados para el servicio en el templo de Dios. De los levitas: Semaías hijo de Jasub, que descendía en línea directa de Azricán, Jasabías y Merari; Bacbacar, Heres, Galal y Matanías hijo de Micaías, hijo de Zicrí, hijo de Asaf; Abdías hijo de Semaías, hijo de Galal, hijo de Jedutún; Berequías hijo de Asá, hijo de Elcaná, que habitó en las aldeas de los netofatitas. Los porteros: Salún, Acub, Talmón y Ajimán, y sus parientes; Salún era el jefe. Hasta ahora custodian la puerta del rey, que está al oriente, y han sido porteros de los campamentos levitas. Además, Salún hijo de Coré, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, y sus parientes coreítas de la misma familia patriarcal, estaban encargados de custodiar la entrada de la Tienda de reunión, tal como sus antepasados habían custodiado la entrada del campamento del Señor. En el pasado, Finés hijo de Eleazar fue su jefe, y el Señor estuvo con él. Zacarías hijo de Meselemías era el portero de la Tienda de reunión. Los escogidos como porteros fueron un total de doscientos doce. En sus aldeas se encuentran sus registros genealógicos. David y Samuel el vidente les asignaron sus funciones. Los porteros y sus hijos estaban encargados de custodiar la entrada de la tienda de campaña que se usaba como templo del Señor. Había porteros en los cuatro puntos cardinales. Cada siete días, sus parientes que vivían en las aldeas se turnaban para ayudarlos. Los cuatro porteros principales estaban en servicio permanente. Eran levitas y custodiaban las salas y los tesoros del templo de Dios. Durante la noche montaban guardia alrededor del templo, y en la mañana abrían sus puertas. Algunos de ellos estaban encargados de los utensilios que se usaban en el servicio del templo, y debían contarlos al sacarlos y al guardarlos. Otros estaban a cargo de los utensilios, de todos los vasos sagrados, de la harina, el vino, el aceite, el incienso y los perfumes. Algunos de los sacerdotes preparaban la mezcla de los perfumes. El levita Matatías, primogénito del coreíta Salún, estaba encargado de hacer las tortas para las ofrendas. Algunos de sus parientes coatitas preparaban los panes sagrados para cada sábado. También había cantores que eran jefes de familias patriarcales de los levitas, los cuales vivían en las habitaciones del templo. Éstos estaban exentos de cualquier otro servicio, porque de día y de noche tenían que ocuparse de su ministerio. Según sus registros genealógicos, éstos eran jefes de las familias patriarcales de los levitas y vivían en Jerusalén. En Gabaón vivía Jehiel, padre de Gabaón. Su esposa se llamaba Macá, y sus hijos fueron Abdón, el primogénito; Zur, Quis, Baal, Ner, Nadab, Guedor, Ajío, Zacarías y Miclot, que fue padre de Simán. Éstos también vivían en Jerusalén con sus parientes. Ner fue el padre de Quis, Quis lo fue de Saúl, y Saúl lo fue de Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Esbaal. Jonatán fue el padre de Meribaal, y Meribaal lo fue de Micaías. Los hijos de Micaías fueron Pitón, Mélec, Tarea y Acaz. Acaz fue el padre de Jará, y éste lo fue de Alemet, Azmávet y Zimri. Zimri fue el padre de Mosá; Mosá fue el padre de Biná, y éste lo fue de Refaías; Refaías fue el padre de Elasá, y éste lo fue de Azel. Azel tuvo seis hijos, cuyos nombres fueron Azricán, Bocrú, Ismael, Searías, Abdías y Janán. Éstos fueron los hijos de Azel. Los filisteos fueron a la guerra contra Israel, y los israelitas huyeron ante ellos. Muchos de ellos cayeron muertos en el monte Guilboa. Entonces los filisteos se fueron en persecución de Saúl, y lograron matar a sus hijos Jonatán, Abinadab y Malquisúa. La batalla se intensificó contra Saúl, y los arqueros lo alcanzaron con sus flechas. Al verse herido, Saúl le dijo a su escudero: "Saca la espada y mátame, no sea que me maten esos incircuncisos cuando lleguen, y se diviertan a costa mía." Pero el escudero estaba tan asustado que no quiso hacerlo, de modo que Saúl mismo tomó su espada y se dejó caer sobre ella. Cuando el escudero vio que Saúl caía muerto, también él se arrojó sobre su propia espada y murió. Así murieron Saúl y sus tres hijos. Ese día pereció toda su familia. Cuando los israelitas que vivían en el valle vieron que el ejército había huido, y que Saúl y sus hijos habían muerto, también ellos abandonaron sus ciudades y se dieron a la fuga. Así fue como los filisteos las ocuparon. Al otro día, cuando los filisteos llegaron para despojar a los cadáveres, encontraron muertos a Saúl y a sus hijos en el monte Guilboa. Lo despojaron, tomaron su cabeza y sus armas, y enviaron mensajeros por todo el país filisteo para que proclamaran la noticia a sus ídolos y al pueblo. Después colocaron las armas en el templo de sus dioses y colgaron la cabeza en el templo de Dagón. Cuando los de Jabés de Galaad se enteraron de lo que habían hecho los filisteos con Saúl, se levantaron todos los valientes y rescataron los cuerpos de Saúl y de sus hijos. Los llevaron a Jabés, sepultaron sus huesos debajo de la encina de Jabés y guardaron siete días de ayuno. Saúl murió por haberse rebelado contra el Señor, pues en vez de consultarlo, desobedeció su palabra y buscó el consejo de una adivina. Por eso el Señor le quitó la vida y entregó el reino a David hijo de Isaí.




Salmo 88:
Señor, Dios de mi salvación, día y noche clamo en presencia tuya. Que llegue ante ti mi oración; dígnate escuchar mi súplica. Tan colmado estoy de calamidades que mi vida está al borde del sepulcro. Ya me cuentan entre los que bajan a la fosa; parezco un guerrero desvalido. Me han puesto aparte, entre los muertos; parezco un cadáver que yace en el sepulcro, de esos que tú ya no recuerdas, porque fueron arrebatados de tu mano. Me has echado en el foso más profundo, en el más tenebroso de los abismos. El peso de tu enojo ha recaído sobre mí; me has abrumado con tus olas. Selah. Me has quitado a todos mis amigos y ante ellos me has hecho aborrecible. Estoy aprisionado y no puedo librarme; los ojos se me nublan de tristeza. Yo, Señor, te invoco cada día, y hacia ti extiendo las manos. ¿Acaso entre los muertos realizas maravillas? ¿Pueden los muertos levantarse a darte gracias? Selah. ¿Acaso en el sepulcro se habla de tu amor, y de tu fidelidad en el abismo destructor? ¿Acaso en las tinieblas se conocen tus maravillas, o tu justicia en la tierra del olvido? Yo, Señor, te ruego que me ayudes; por la mañana busco tu presencia en oración. ¿Por qué me rechazas, Señor? ¿Por qué escondes de mí tu rostro? Yo he sufrido desde mi juventud; muy cerca he estado de la muerte. y ya no puedo más. Tu ira se ha descargado sobre mí; tus violentos ataques han acabado conmigo. Todo el día me rodean como un océano; me han cercado por completo. Me has quitado amigos y seres queridos; ahora sólo tengo amistad con las tinieblas.



Proverbios 19:
Más vale pobre e intachable que necio y embustero. El afán sin conocimiento no vale nada; mucho yerra quien mucho corre. La necedad del hombre le hace perder el rumbo, y para colmo se irrita contra el Señor. Con las riquezas aumentan los amigos, pero al pobre hasta su amigo lo abandona. El testigo falso no quedará sin castigo; el que esparce mentiras no saldrá bien librado. Muchos buscan congraciarse con los poderosos; todos son amigos de quienes reparten regalos. Si al pobre lo aborrecen sus parientes, con más razón lo evitan sus amigos. Aunque los busca suplicante, por ninguna parte los encuentra. El que adquiere cordura a sí mismo se ama, y el que retiene el discernimiento prospera. El testigo falso no quedará sin castigo; el que difunde mentiras perecerá. No va bien con el necio vivir entre lujos, y menos con el esclavo gobernar a los príncipes. El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa. Rugido de león es la ira del rey; su favor es como rocío sobre el pasto. El hijo necio es la ruina del padre; la mujer pendenciera es gotera constante. La casa y el dinero se heredan de los padres, pero la esposa inteligente es un don del Señor. La pereza conduce al sueño profundo; el holgazán pasará hambre. El que cumple el mandamiento cumple consigo mismo; el que descuida su conducta morirá. Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones. Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza; no te hagas cómplice de su muerte. El iracundo tendrá que afrontar el castigo; el que intente disuadirlo aumentará su enojo. Atiende al consejo y acepta la corrección, y llegarás a ser sabio. El corazón humano genera muchos proyectos, pero al final prevalecen los designios del Señor. De todo hombre se espera lealtad. Más vale ser pobre que mentiroso. El temor del Señor conduce a la vida; da un sueño tranquilo y evita los problemas. El perezoso mete la mano en el plato, pero es incapaz de llevarse el bocado a la boca. Golpea al insolente, y se hará prudente el inexperto; reprende al entendido, y ganará en conocimiento. El que roba a su padre y echa a la calle a su madre es un hijo infame y sinvergüenza. Hijo mío, si dejas de atender a la corrección, te apartarás de las palabras del saber. El testigo corrupto se burla de la justicia, y la boca del malvado engulle maldad. El castigo se dispuso para los insolentes, y los azotes para la espalda de los necios.



El Libro de Apocalipsis Capítulo 22 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL APOCALIPSIS
DE SAN JUAN


CAPÍTULO 22
(96 d.C.)
LA NUEVA JERUSALÉN


DESPUÉS me mostró un río limpio de Agua de Vida, resplandeciente como cristal (simbólico del Espíritu Santo [Jn. 7:37-39]), que salía del Trono de Dios y del Cordero. (Esta "Agua de Vida" es posible por lo que Jesús hizo en la Cruz, de ahí, la palabra "Cordero.")
2 En el medio de la plaza de ella (explica el hecho de que este "Río puro de Agua de Vida, transparente como el cristal" fluye en medio de esta calle de puro oro), y de la una y de la otra parte del río, estaba el Árbol de la Vida (la fruta de este Árbol de Vida debe comerse cada mes, y hablamos de la parte de la población que no tiene cuerpos glorificados), que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto (nuevamente el número "12," la cual indica el Gobierno de Dios cuando está relacionado con el Camino de la Vida Eterna; existen doce clases diferentes de fruta, pero no nos dicen cuáles son): y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. (Corresponde a la interrupción de todo tipo de enfermedad antes de que comience. Como se expresó, la población en la Tierra que nunca morirá y no tendrá Cuerpos Glorificados, necesitará estas cosas. Éstos son los que fueron salvos durante y después de la Edad del Reino.)
GOBERNADORES
3 Y no habrá más maldición (una maldición colocada en la Tierra en la Caída; mas está diciendo aquí que no habrá más maldición porque ya no habrá más pecado): sino que el Trono de Dios y del Cordero estará en ella (la autoridad del señorío será lo máximo con Dios el Hijo como lo será con Dios el Padre; de hecho, por el empleo de la palabra "Cordero," nos damos cuenta que todo esto es posible debido a lo que Jesús hizo en la Cruz); y Sus siervos Le servirán (la idea es que todo Creyente en la Edad Perfecta amará mucho al Señor y el Cordero que "Le servirán" con gran regocijo):
4 Y verán Su Cara (demuestra una comunión íntima); y Su Nombre estará en sus frentes (se refiere a la posesión; fuimos comprados "por un precio," y aquel precio fue la Sangre del Cordero).
5 Y allí no habrá más noche (se refiere a la Nueva Jerusalén solamente, porque el día y la noche durarán en la Tierra para siempre); y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz de sol; porque el Señor Dios los alumbrará (la Fuente de esta Luz): y reinarán para siempre jamás. (Nunca se ha visto que los siervos "reinen" como reyes; sin embargo, ¡estos siervos van a reinar!)
ALFA Y OMEGA
6 Y me dijo, Estas palabras son fieles y verdaderas (proclamado de esta manera simplemente porque muchas de las declaraciones hechas son tan absolutamente asombrosas que es imposible describirlas): y el Señor Dios de los Santos Profetas ha enviado su Ángel, para mostrar a Sus siervos (la palabra Griega "Ángelos" se traduce "Ángel," pero debiera traducirse, "Mensajero"; sabemos que este hombre no es un Ángel, ni es Cristo) las cosas que es necesario que sean hechas pronto (no se refiere a la época de Juan, sino más bien para señalar la Visión que será un período de tiempo que todavía no ha ocurrido; acontecerá inmediatamente después del Arrebatamiento de la Iglesia; a partir de ese punto, que es lo que se supone aquí, tenemos "las cosas que es necesario que sean hechas pronto," refiriéndose a la Gran Tribulación).
7 Y he aquí, vengo pronto (se refiere más a la manera de Su Venida que cualquier otra cosa; cuando Él venga, lo cual será durante el punto culminante de la Batalla de Armagedón, será repentino y hasta inmediato): bienaventurado el que guarda las palabras de la Profecía de este Libro. (Es el único Libro en el mundo que presenta una vista preliminar del futuro. Por consiguiente, todo Creyente debiera estudiar el Libro del Apocalipsis como lo hace con cualquier otro Libro de la Biblia.)
8 Yo Juan soy el que ha oído y visto estas cosas (expone un testimonio impecable). Y después que hube oído y visto, me postré para adorar delante de los pies del Ángel que me mostraba estas cosas. (Juan parece que iba a cometer el mismo error dos veces.)
9 Y él me dijo, Mira que no lo hagas (son las mismas palabras empleadas por el hombre anterior cuando Juan hizo la misma cosa [Apoc. 19:10]): porque yo soy siervo contigo, y con tus Hermanos los Profetas, y con los que guardan las palabras de este Libro (claramente él es uno de los Grandes Profetas del Antiguo Testamento, quien espera impacientemente el cumplimiento de estas Profecías también): adora a Dios. (Incluye tanto a Dios el Padre como a Dios el Hijo.)
10 Y me dijo, No selles las palabras de la Profecía de este Libro (se refiere al hecho de que las cosas dadas en este Libro tienen la intención de ser conocidas y entendidas; no son verdades escondidas): porque el tiempo está cerca (habla del cumplimiento inmediato de los acontecimientos, lo que debiera acontecer en orden consecutivo a partir del día de Juan hasta la eternidad; empezó con la Edad de la Iglesia, que ya está casi por acabar; le sigue la Gran Tribulación que concluirá con la Segunda Venida, la cual anunciará la Edad del Reino, seguida por la Edad Perfecta).
11 El que es injusto, sea injusto todavía: y el que es impuro, que siga siendo impuro todavía (indica el hecho de que los hombres forman su destino por las acciones y hábitos de sus vidas): y el que es Justo, sea todavía Justificado: y el Santo sea Santificado todavía. (Registra lo que el Espíritu de Dios puede causar en la vida de una persona, sin tener en cuenta que una vez haya sido "injusta e impura moralmente." Todo es hecho por la Cruz y sólo por la Cruz.)
12 Y he aquí, Yo vengo pronto (no tiene la intención de representar el "tiempo" de Su Venida, sino más bien lo repentino de Su Venida; la idea es de que lo que seamos en Su Venida, cuando se acontezca esa Venida, es lo que seremos para siempre); y Mi recompensa Conmigo (la palabra "recompensa" puede ser positiva o negativa), para recompensar a cada uno según fuere su obra. (Donde sea que esté nuestra Fe, producirá cierta clase de obras. Únicamente se acepta la Fe en la Cruz.)
13 Yo Soy Alfa y Omega (presenta la primera letra en el Alfabeto Griego [Alfa] y la última letra en el Alfabeto Griego [Omega]; es otro modo de decir, "el primero y el último," lo cual incluye todo lo intermedio), Principio y Fin, el Primero y el Último. (No significa que Cristo como Dios tuvo un principio, ya que Él no lo tuvo. Se refiere a lo que está en consideración. Cristo es el principio de todas las cosas y el fin de todas las cosas.)
BIENAVENTURADO
14 Bienaventurados los que (presenta la séptima y última Bienaventuranza en el Libro del Apocalipsis) guardan Sus Mandamientos (debiera traducirse, "los que lavaron sus ropas en la Sangre del Cordero"; el Texto Griego empleado para la Versión Inglesa, el King James de la Biblia, era el Textus Receptus; es el Texto que Erasmo, el famoso erudito del Renacimiento, publicado en el año 1516 d.C.; fue el primer Nuevo Testamento Griego que jamás se haya publicado; desde 1516, el mundo de erudición y Arqueología ha descubierto miles de los primeros Textos Griegos; al comparar miles de Manuscritos, los eruditos pueden comprobar fácilmente el Texto original que escribió el Apóstol), para que tengan derecho al Árbol de la Vida (explica el hecho de que este "derecho" puede alcanzarse sólo de un modo, "al lavar nuestras ropas en la Sangre del Cordero"), y que entren por las puertas en la ciudad (el domicilio Eterno de los Redimidos; entraremos en aquella ciudad por medio de Su Gracia, la cual es la Cruz de Cristo).
15 Mas los perros estarán fuera (homosexuales), y los hechiceros (hechicería), y los depravados (corresponde a todo tipo de inmoralidad), y los homicidas (corresponde no sólo al asesinato a sangre fría, sino también al asesinato de la reputación de una persona a causa del chisme), y los idólatras (corresponde a poner algo por encima de Dios o a la par con Dios; la religión es la mayor idolatría de todo), y cualquiera que ama y hace mentira (se refiere a cualquier cosa que es falsa).
16 Yo Jesús (esta breve frase se halla solamente aquí en Las Escrituras, que recalca su importancia; Cristo concluye aquí el Libro del Apocalipsis, pero sobre todo, Él declara a la Verdad de lo que se ha dado) he enviado Mi Ángel para daros testimonio de estas cosas en las Iglesias. (La palabra "Ángel" aquí significa "Mensajero," y en realidad, se refiere a los Pastores de las Iglesias respectivas en cuestión y realmente para siempre.) Yo Soy la Raíz y el Linaje de David (tiene el propósito de proyectar la Encarnación de Cristo), la Estrella Resplandeciente, y de la Mañana. ("La Estrella de la Mañana" se refiere a un nuevo comienzo que toda persona puede tener, sin tener en cuenta su situación presente, si solamente fijan su mirada en Cristo.)
LA INVITACIÓN
17 Y el Espíritu y la Esposa dicen, Ven. (Expresa el clamor del Espíritu Santo a un mundo doliente, perdido y moribundo. Lo que dice el Espíritu Santo también lo debiera decir todos los Creyentes.) Y el que oye, diga, Ven. (Significa que si alguien puede "oír" entonces puede "venir.") Y el que tiene sed venga (se refiere a la sed espiritual, el clamor por Dios en el alma del hombre). Y el que quiere, tome del Agua de la Vida de balde (abre la puerta a cada persona en el mundo; Jesús murió por todos y, por lo tanto, todos pueden ser Salvos, solamente tienen que venir).
18 Porque yo protesto a cualquiera que oye las palabras de la Profecía de este Libro (proclama la infalibilidad del Libro del Apocalipsis; en otras palabras, Juan declara que es la Palabra de Dios): Si alguno añadiere a estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas en este Libro (expresa el hecho de que el cambio del sentido de las Profecías en este Libro puede proporcionarse el Juicio de Dios).
19 Y si alguno quitare de las palabras del Libro de esta Profecía (la idea es que "las palabras de la Profecía" no debieran cambiarse de ninguna manera, ya sea por adición o supresión), Dios quitará su parte del Libro de la Vida, y de la Santa Ciudad, y de las cosas que están escritas en este Libro. (¡Esta es una advertencia a los Creyentes y debiera ser entendido como corresponde!)
20 El que da testimonio de estas cosas (explica el hecho de que la Oficina del Mesías como el Salvador es repetida una y otra vez por toda la Profecía; Él es el Cordero Quien fue sacrificado y Su Sangre limpia todo pecado, y Su Sangre Sola le da acceso a entrar en la Eterna Ciudad), dice, Ciertamente, vengo en breve (deja la Promesa de venir como el último Mensaje del Señor Jesús a los corazones de los Creyentes; y en esta nota sublime, llega al final de la Profecía). Amén. Así sea, ven, Señor Jesús (proclama la respuesta de la Verdadera Iglesia a la Promesa de Cristo en cuanto a la Segunda Venida).
21 La Gracia de nuestro Señor Jesucristo (Juan empleó las mismas palabras de Pablo en su última bendición; Cristo es la Fuente, pero la Cruz es el medio) sea con todos vosotros. Amén. (Manifiesta el hecho de que es el mismo Mensaje para todos y está al alcance de todos. La palabra "Amén" da clausura al Libro de Apocalipsis, y, de hecho, el Canon entero de La Escritura, que tomó unos 1.600 años para producirse en su totalidad. Da aclamación a la Obra Terminada de Cristo. Ya está terminada. Y, sobre eso, todo el Cielo, junto con todos los Redimidos, han de exclamar: "Amén.")



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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