25 May 2016

El 25 de mayo Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
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El 25 de mayo Lectura Bíblica Diaria: 

Números 5 a 7:
El Señor le dijo a Moisés: "Ordénales a los israelitas que expulsen del campamento a cualquiera que tenga una infección en la piel, o padezca de flujo venéreo, o haya quedado ritualmente impuro por haber tocado un cadáver. Ya sea que se trate de hombres o de mujeres, los expulsarás del campamento para que no contaminen el lugar donde habito en medio de mi pueblo." Y los israelitas los expulsaron del campamento, tal como el Señor se lo había mandado a Moisés. El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: "El hombre o la mujer que peque contra su prójimo, traiciona al Señor y tendrá que responder por ello. Deberá confesar su pecado y pagarle a la persona perjudicada una compensación por el daño causado, con un recargo del veinte por ciento. Pero si la persona perjudicada no tiene ningún pariente, la compensación será para el Señor y se le entregará al sacerdote, junto con el carnero para expiación del culpable. Toda contribución que los israelitas consagren para dársela al sacerdote, será del sacerdote. Lo que cada uno consagra es suyo, pero lo que se da al sacerdote es del sacerdote." El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: "Supongamos que una mujer se desvía del buen camino y le es infiel a su esposo acostándose con otro; supongamos también que el asunto se mantiene oculto, ya que ella se mancilló en secreto, y no hubo testigos ni fue sorprendida en el acto. Si al esposo le da un ataque de celos y sospecha que ella está mancillada, o le da un ataque de celos y sospecha de ella, aunque no esté mancillada, entonces la llevará ante el sacerdote y ofrecerá por ella dos kilos de harina de cebada. No derramará aceite sobre la ofrenda ni le pondrá incienso, puesto que se trata de una ofrenda por causa de celos, una ofrenda memorial de cereal para señalar un pecado. "El sacerdote llevará a la mujer ante el Señor, pondrá agua pura en un recipiente de barro, y le echará un poco de tierra del suelo del santuario. Luego llevará a la mujer ante el Señor, le soltará el cabello y pondrá en sus manos la ofrenda memorial por los celos, mientras él sostiene la vasija con las aguas amargas de la maldición. Entonces el sacerdote pondrá a la mujer bajo juramento, y le dirá: Si estando bajo la potestad de tu esposo no te has acostado con otro hombre, ni te has desviado hacia la impureza, estas aguas amargas de la maldición no te dañarán. Pero si estando bajo la potestad de tu esposo te has desviado, mancillándote y acostándote con otro hombre aquí el sacerdote pondrá a la mujer bajo el juramento del voto de maldición, que el Señor haga recaer sobre ti la maldición y el juramento en medio de tu pueblo, que te haga estéril, y que el vientre se te hinche. Cuando estas aguas de la maldición entren en tu cuerpo, que te hinchen el vientre y te hagan estéril. Y la mujer responderá: ¡Amén! ¡Que así sea! "El sacerdote escribirá estas maldiciones en un documento, que lavará con las aguas amargas. Después hará que la mujer se beba las aguas amargas de la maldición, que entrarán en ella para causarle amargura. "El sacerdote recibirá de ella la ofrenda por los celos. Procederá a mecer ante el Señor la ofrenda de cereal, la cual presentará sobre el altar; tomará de la ofrenda un puñado de cereal como memorial, y lo quemará en el altar. Después hará que la mujer se beba las aguas. Cuando ella se haya bebido las aguas de la maldición, y éstas entren en ella para causarle amargura, si le fue infiel a su esposo y se mancilló, se le hinchará el vientre y quedará estéril. Así esa mujer caerá bajo maldición en medio de su pueblo. Pero si no se mancilló, sino que se mantuvo pura, entonces no sufrirá daño alguno y será fértil. "Ésta es la ley en cuanto a los celos, cuando se dé el caso de que una mujer, estando bajo la potestad de su esposo, se desvíe del buen camino y se mancille a sí misma, o cuando al esposo le dé un ataque de celos y sospeche de su esposa. El sacerdote llevará a la mujer a la presencia del Señor y le aplicará esta ley al pie de la letra. El esposo quedará exento de culpa, pero la mujer sufrirá las consecuencias de su pecado." El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: "Cuando un hombre o una mujer haga un voto especial, un voto que lo consagre al Señor como nazareo, deberá abstenerse de vino y de otras bebidas fermentadas. No beberá vinagre de vino ni de otra bebida fermentada; tampoco beberá jugo de uvas ni comerá uvas ni pasas. Mientras dure su voto de nazareo, no comerá ningún producto de la vid, desde la semilla hasta la cáscara. "Mientras dure el tiempo de su consagración al Señor, es decir, mientras dure su voto de nazareo, tampoco se cortará el cabello, sino que se lo dejará crecer y se mantendrá santo. "Mientras dure el tiempo de su consagración al Señor, no podrá acercarse a ningún cadáver, ni siquiera en caso de que muera su padre, su madre, su hermano o su hermana. No deberá hacerse ritualmente impuro a causa de ellos, porque lleva sobre la cabeza el símbolo de su consagración al Señor. Mientras dure el tiempo de su consagración al Señor, se mantendrá santo. "Si de improviso alguien muere junto a él, la consagración de su cabeza quedará anulada; así que al cabo de siete días, en el día de su purificación, deberá rasurarse la cabeza. Al octavo día llevará dos palomas o dos tórtolas, y se las entregará al sacerdote a la entrada de la Tienda de reunión. El sacerdote ofrecerá una de ellas como sacrificio expiatorio, y la otra como holocausto. Así el sacerdote hará expiación por el nazareo, ya que éste pecó al entrar en contacto con un cadáver. Ese mismo día el nazareo volverá a santificarse la cabeza, consagrando al Señor el tiempo de su nazareato y llevando un cordero de un año como sacrificio por la culpa. No se le tomará en cuenta el tiempo anterior, porque su consagración quedó anulada. "Esta ley se aplicará al nazareo al cumplir su período de consagración. Será llevado a la entrada de la Tienda de reunión, y allí ofrecerá como holocausto al Señor un cordero de un año, sin defecto; como sacrificio expiatorio una oveja de un año, sin defecto; y como sacrificio de comunión un carnero sin defecto. Ofrecerá además un canastillo de panes sin levadura, panes de flor de harina amasados con aceite, obleas sin levadura untadas con aceite, y también ofrendas de cereal y de libación. "Entonces el sacerdote las presentará al Señor y ofrecerá el sacrificio expiatorio y el holocausto en favor del nazareo. Ofrecerá el carnero al Señor como sacrificio de comunión, junto con el canastillo de panes sin levadura. También presentará las ofrendas de cereal y de libación. "Luego, a la entrada de la Tienda de reunión, el nazareo se rapará la cabeza. Tomará el cabello que consagró, y lo echará al fuego que arde bajo el sacrificio de comunión. Üna vez que el nazareo se haya rapado la cabeza, el sacerdote tomará del canastillo un pan sin levadura y una oblea sin levadura, más la pierna cocida del carnero, y pondrá todo esto en manos del nazareo, después de lo cual mecerá todo esto ante el Señor como una ofrenda. Todo esto es santo y le pertenece al sacerdote, lo mismo que el pecho mecido y el muslo ofrecido como contribución. Finalizado este rito, el nazareo podrá beber vino. "Esta ley se aplicará al nazareo que haga un voto. Ésta es la ofrenda que presentará al Señor por su nazareato, aparte de lo que pueda dar según sus recursos. Según la ley del nazareato, deberá cumplir el voto que hizo." El Señor le ordenó a Moisés: "Diles a Aarón y a sus hijos que impartan la bendición a los israelitas con estas palabras: "El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz. "Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, para que yo los bendiga." Cuando Moisés terminó de levantar el santuario, lo consagró ungiéndolo junto con todos sus utensilios. También ungió y consagró el altar y sus utensilios. Entonces los jefes de Israel, es decir, los jefes de las familias patriarcales y de las tribus, que habían presidido el censo, hicieron una ofrenda y la llevaron al santuario para presentarla ante el Señor. La ofrenda consistía en una carreta por cada dos jefes, y un buey por cada uno de ellos; eran, en total, seis carretas cubiertas y doce bueyes. El Señor le dijo a Moisés: "Recibe estas ofrendas que te entregan, para que sean usadas en el ministerio de la Tienda de reunión. Tú se las entregarás a los levitas, según lo requiera el trabajo de cada uno." Moisés recibió las carretas y los bueyes, y se los entregó a los levitas. A los guersonitas les dio dos carretas y cuatro bueyes, como lo requería su ministerio. A los meraritas les dio cuatro carretas y ocho bueyes, como lo requería su ministerio. Todos ellos estaban bajo las órdenes de Itamar, hijo del sacerdote Aarón. A los coatitas no les dio nada, porque la responsabilidad de ellos era llevar las cosas sagradas sobre sus propios hombros. Cuando el altar fue consagrado, los jefes llevaron una ofrenda de dedicación y la presentaron ante el altar, porque el Señor le había dicho a Moisés: "Para presentar su ofrenda de dedicación del altar, cada jefe tendrá su propio día." El primer día le tocó presentar su ofrenda a Naasón hijo de Aminadab, de la tribu de Judá. Para la ofrenda de cereal, presentó una fuente de plata y un aspersorio de plata, llenos de flor de harina amasada con aceite. Según la tasación oficial del santuario, la fuente pesaba un kilo y medio, y el aspersorio pesaba ochocientos gramos. También presentó una bandeja de oro de ciento diez gramos, llena de incienso. Para el holocausto, presentó un novillo, un carnero y un cordero de un año. Para el sacrificio expiatorio, presentó un macho cabrío. Para el sacrificio de comunión, presentó dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésta fue la ofrenda de Naasón hijo de Aminadab. El segundo día le tocó presentar su ofrenda a Natanael hijo de Zuar, jefe de la tribu de Isacar. Para la ofrenda de cereal, presentó una fuente de plata y un aspersorio de plata, llenos de flor de harina amasada con aceite. Según la tasación oficial del santuario, la fuente pesaba un kilo y medio, y el aspersorio pesaba ochocientos gramos. También presentó una bandeja de oro de ciento diez gramos, llena de incienso. Para el holocausto, presentó un novillo, un carnero y un cordero de un año. Para el sacrificio expiatorio, presentó un macho cabrío. Para el sacrificio de comunión, presentó dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Ésta fue la ofrenda de Natanael hijo de Zuar. El tercer día le tocó presentar su ofrenda a Eliab hijo de Helón, jefe de la tribu de Zabulón. Para la ofrenda de cereal, presentó una fuente de plata y un aspersorio de plata, llenos de flor de harina amasada con aceite. Según la tasación oficial del santuario, la fuente pesaba un kilo y medio, y el aspersorio pesaba ochocientos gramos. También presentó una bandeja de oro de ciento diez gramos, llena de incienso. Para el holocausto, presentó un novillo, un carnero y un cordero de un año. Para el sacrificio expiatorio, presentó un macho cabrío. Para el sacrificio de comunión, presentó dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, y cinco corderos de un año. Ésta fue la ofrenda de Eliab hijo de Helón. El cuarto día le tocó presentar su ofrenda a Elisur hijo de Sedeúr, jefe de la tribu de Rubén. Para la ofrenda de cereal, presentó una fuente de plata y un aspersorio de plata, llenos de flor de harina amasada con aceite. Según la tasación oficial del santuario, la fuente pesaba un kilo y medio, y el aspersorio pesaba ochocientos gramos. También presentó una bandeja de oro de ciento diez gramos, llena de incienso. Para el holocausto, presentó un novillo, un carnero y un cordero de un año. Para el sacrificio expiatorio, presentó un macho cabrío. Para el sacrificio de comunión, presentó dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, y cinco corderos de un año. Ésta fue la ofrenda de Elisur hijo de Sedeúr. El quinto día le tocó presentar su ofrenda a Selumiel hijo de Zurisaday, jefe de la tribu de Simeón. Para la ofrenda de cereal, presentó una fuente de plata y un aspersorio de plata, llenos de flor de harina amasada con aceite. Según la tasación oficial del santuario, la fuente pesaba un kilo y medio, y el aspersorio pesaba ochocientos gramos. También presentó una bandeja de oro de ciento diez gramos, llena de incienso. Para el holocausto, presentó un novillo, un carnero y un cordero de un año. Para el sacrificio expiatorio, presentó un macho cabrío. Para el sacrificio de comunión, presentó dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, y cinco corderos de un año. Ésta fue la ofrenda de Selumiel hijo de Zurisaday. El sexto día le tocó presentar su ofrenda a Eliasaf hijo de Deuel, jefe de la tribu de Gad. Para la ofrenda de cereal, presentó una fuente de plata y un aspersorio de plata, llenos de flor de harina amasada con aceite. Según la tasación oficial del santuario, la fuente pesaba un kilo y medio, y el aspersorio pesaba ochocientos gramos. También presentó una bandeja de oro de ciento diez gramos, llena de incienso. Para el holocausto, presentó un novillo, un carnero y un cordero de un año. Para el sacrificio expiatorio, presentó un macho cabrío. Para el sacrificio de comunión, presentó dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, y cinco corderos de un año. Ésta fue la ofrenda de Eliasaf hijo de Deuel. El séptimo día le tocó presentar su ofrenda a Elisama hijo de Amiud, jefe de la tribu de Efraín. Para la ofrenda de cereal, presentó una fuente de plata y un aspersorio de plata, llenos de flor de harina  amasada con aceite. Según la tasación oficial del santuario, la fuente pesaba un kilo y medio, y el aspersorio pesaba ochocientos gramos. También presentó una bandeja de oro de ciento diez gramos, llena de incienso. Para el holocausto, presentó un novillo, un carnero y un cordero de un año. Para el sacrificio expiatorio, presentó un macho cabrío. Para el sacrificio de comunión, presentó dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, y cinco corderos de un año. Ésta fue la ofrenda de Elisama hijo de Amiud. El octavo día le tocó presentar su ofrenda a Gamaliel hijo de Pedasur, jefe de la tribu de Manasés. Para la ofrenda de cereal, presentó una fuente de plata y un aspersorio de plata, llenos de flor de harina amasada con aceite. Según la tasación oficial del santuario, la fuente pesaba un kilo y medio, y el aspersorio pesaba ochocientos gramos. También presentó una bandeja de oro de ciento diez gramos, llena de incienso. Para el holocausto, presentó un novillo, un carnero y un cordero de un año. Para el sacrificio expiatorio, presentó un macho cabrío. Para el sacrificio de comunión, presentó dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, y cinco corderos de un año. Ésta fue la ofrenda de Gamaliel hijo de Pedasur. El noveno día le tocó presentar su ofrenda a Abidán hijo de Gedeoni, jefe de la tribu de Benjamín. Para la ofrenda de cereal, presentó una fuente de plata y un aspersorio de plata, llenos de flor de harina amasada con aceite. Según la tasación oficial del santuario, la fuente pesaba un kilo y medio, y el aspersorio pesaba ochocientos gramos. También presentó una bandeja de oro de ciento diez gramos, llena de incienso. Para el holocausto, presentó un novillo, un carnero y un cordero de un año. Para el sacrificio expiatorio, presentó un macho cabrío. Para el sacrificio de comunión, presentó dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, y cinco corderos de un año. Ésta fue la ofrenda de Abidán hijo de Gedeoni. El décimo día le tocó presentar su ofrenda a Ajiezer hijo de Amisaday, jefe de la tribu de Dan. Para la ofrenda de cereal, presentó una fuente de plata y un aspersorio de plata, llenos de flor de harina amasada con aceite. Según la tasación oficial del santuario, la fuente pesaba un kilo y medio, y el aspersorio pesaba ochocientos gramos. También presentó una bandeja de oro de ciento diez gramos, llena de incienso. Para el holocausto, presentó un novillo, un carnero y un cordero de un año. Para el sacrificio expiatorio, presentó un macho cabrío. Para el sacrificio de comunión, presentó dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, y cinco corderos de un año. Ésta fue la ofrenda de Ajiezer hijo de Amisaday. El undécimo día le tocó presentar su ofrenda a Paguiel hijo de Ocrán, jefe de la tribu de Aser. Para la ofrenda de cereal, presentó una fuente de plata y un aspersorio de plata, llenos de flor de harina amasada con aceite. Según la tasación oficial del santuario, la fuente pesaba un kilo y medio, y el aspersorio pesaba ochocientos gramos. También presentó una bandeja de oro de ciento diez gramos, llena de incienso. Para el holocausto, presentó un novillo, un carnero y un cordero de un año. Para el sacrificio expiatorio, presentó un macho cabrío. Para el sacrificio de comunión, presentó dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, y cinco corderos de un año. Ésta fue la ofrenda de Paguiel hijo de Ocrán. El duodécimo día le tocó presentar su ofrenda a Ajirá hijo de Enán, jefe de la tribu de Neftalí. Para la ofrenda de cereal, presentó una fuente de plata y un aspersorio de plata, llenos de flor de harina amasada con aceite. Según la tasación oficial del santuario, la fuente pesaba un kilo y medio, y el aspersorio pesaba ochocientos gramos. También presentó una bandeja de oro de ciento diez gramos, llena de incienso. Para el holocausto, presentó un novillo, un carnero y un cordero de un año. Para el sacrificio expiatorio, presentó un macho cabrío. Para el sacrificio de comunión, presentó dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, y cinco corderos de un año. Ésta fue la ofrenda de Ajirá hijo de Enán. Las ofrendas de dedicación que los jefes de Israel presentaron cuando se consagró el altar fueron las siguientes: doce fuentes de plata, doce aspersorios de plata y doce bandejas de oro. Cada fuente de plata pesaba un kilo y medio, y cada aspersorio, ochocientos gramos. El peso total de los objetos de plata llegaba a veintisiete kilos, según la tasación oficial del santuario. Las doce bandejas de oro llenas de incienso pesaban ciento diez gramos cada una, según la tasación oficial del santuario. El peso total de las bandejas de oro era de un kilo con cuatrocientos gramos. Los animales para el holocausto fueron en total doce novillos, doce carneros, doce corderos de un año, y doce machos cabríos para el sacrificio expiatorio, más las ofrendas de cereal. Los animales para el sacrificio de comunión fueron en total veinticuatro bueyes, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y sesenta corderos de un año. Éstas fueron las ofrendas para la dedicación del altar después de haber sido consagrado. Cuando Moisés entró en la Tienda de reunión para hablar con el Señor, escuchó su voz de entre los dos querubines, desde la cubierta del propiciatorio que estaba sobre el arca del *pacto. Así hablaba el Señor con Moisés.


Salmo 12:
Sálvanos, Señor, que ya no hay gente fiel; ya no queda gente sincera en este mundo. No hacen sino mentirse unos a otros; sus labios lisonjeros hablan con doblez. El Señor cortará todo labio lisonjero y toda lengua jactanciosa que dice: "Venceremos con la lengua; en nuestros labios confiamos. ¿Quién puede dominarnos a nosotros?" Dice el Señor: "Voy ahora a levantarme, y pondré a salvo a los oprimidos, pues al pobre se le oprime, y el necesitado se queja." Las palabras del Señor son puras, son como la plata refinada, siete veces purificada en el crisol. Tú, Señor, nos protegerás; tú siempre nos defenderás de esta gente, aun cuando los malvados sigan merodeando, y la maldad sea exaltada en este mundo.


Proverbios 6:
Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino, si has hecho tratos para responder por otro, si verbalmente te has comprometido, enredándote con tus propias palabras, entonces has caído en manos de tu prójimo. Si quieres librarte, hijo mío, éste es el camino: Ve corriendo y humíllate ante él; procura deshacer tu compromiso. No permitas que se duerman tus ojos; no dejes que tus párpados se cierren. Líbrate, como se libra del cazador la gacela, como se libra de la trampa el ave. ¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos. Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado? ¿Cuándo despertarás de tu sueño? Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez como un hombre armado! El bribón y sinvergüenza, el vagabundo de boca corrupta, hace guiños con los ojos, y señas con los pies y con los dedos. El malvado trama el mal en su mente, y siempre anda provocando disensiones. Por eso le sobrevendrá la ruina; ¡de repente será destruido, y no podrá evitarlo! Hay seis cosas que el Señor aborrece, y siete que le son detestables: los ojos que se enaltecen, la lengua que miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos. Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. Grábatelos en el corazón; cuélgatelos al cuello. Cuando camines, te servirán de guía; cuando duermas, vigilarán tu sueño; cuando despiertes, hablarán contigo. El mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz y la disciplina es el camino a la vida. Te protegerán de la mujer malvada, de la mujer ajena y de su lengua seductora. No abrigues en tu corazón deseos por su belleza, ni te dejes cautivar por sus ojos, pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la adúltera va tras el hombre que vale. ¿Puede alguien echarse brasas en el pecho sin quemarse la ropa? ¿Puede alguien caminar sobre las brasas sin quemarse los pies? Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena puede tocarla y quedar impune. No se desprecia al ladrón que roba para mitigar su hambre; pero si lo atrapan, deberá devolver siete tantos lo robado, aun cuando eso le cueste todas sus posesiones. Pero al que comete adulterio le faltan sesos; el que así actúa se destruye a sí mismo. No sacará más que golpes y vergüenzas, y no podrá borrar su oprobio. Porque los celos desatan la furia del esposo, y éste no  perdonará en el día de la venganza. No aceptará nada en desagravio, ni se contentará con muchos regalos.




El Libro de I Tesalonicenses Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
TESALONISENSES


CAPÍTULO 4
(54 d.C.)
EL ANDAR PIADOSO


ADEMÁS, Hermanos, que os roguemos y exhortemos en el Señor Jesús, que de la manera que fuisteis enseñados de nosotros de cómo os conviene andar, y agradar a Dios (tiene que ver con el estilo íntegro de vida), así vayáis creciendo (el comportamiento del Crecimiento Espiritual).
2 Porque ya sabéis qué Mandamientos os dimos por el Señor Jesús. (Un Mandato de ser Santo que sólo puede realizarse por una Fe constante y perdurable en Cristo y la Cruz, lo cual le da al Espíritu Santo libertad de acción para obrar.)
LA SANTIFICACIÓN
3 Porque la Voluntad de Dios es vuestra Santificación (la formación y preparación para ser Santo, sólo puede realizarse por el Espíritu Santo), que os apartéis de fornicación (se refiere a toda clase de inmoralidad):
4 Que cada uno de vosotros sepa tener su vaso (el cuerpo físico, lo cual es el Templo del Espíritu Santo [I Cor. 3:16]) en Santificación y honor (puro moralmente, lo cual sólo se puede realizar cuando se demuestra Fe constante en la Cruz de Cristo);
5 No con deseos desordenados de concupiscencia (una vida en pensamientos de pasiones y deseos depravados), como los Gentiles que no conocen a Dios (se refiere al mundo Gentil que andaba en tinieblas antes del advenimiento del Evangelio):
6 Que ninguno oprima, ni engañe en nada a su hermano (se refiere a cualquiera cosa con respecto al fraude, sin embargo, la deducción es a la mala conducta sexual; no debe ser así): porque el Señor es Vengador de todo esto (el Juicio de Dios por la impureza es seguro y terrible, y vendrá al final), como ya os hemos dicho y protestado. (Expresa la posibilidad de que la mala conducta sexual podía haber sido una tentación obsesionante para los Tesalonicenses.)
7 Porque no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a Santificación. (Dios nos ha llamado de la "inmundicia," es decir, "impureza sexual," a la "Santidad.")
EL AMOR
8 Así que, el que menosprecia (menosprecia los Mandamientos del Señor), no menosprecia al hombre, sino a Dios (considerar ligeramente las palabras de los hombres es una cosa; considerar ligeramente la Palabra de Dios es algo totalmente diferente), Quien también nos dio Su Espíritu Santo. (El Espíritu Santo es dado a los Creyentes para que podamos vivir una Vida Santa, lo cual se lleva a cabo al poner en evidencia nuestra Fe constante en la Cruz de Cristo.)
9 Mas acerca del amor fraternal no tenéis necesidad que os escriba (presenta al Apóstol quien acostumbraba usar discreción comenzando de manera elogiosa y luego procediendo a la amonestación): porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis los unos a los otros (los Creyentes que tienen el Espíritu Santo, Quien definitiva y constantemente nos enseña eso).
10 Y también lo hacéis así con todos los Hermanos que están por toda Macedonia (para los Tesalonicenses, Macedonia era su domicilio; si no podemos amar a aquéllos en nuestro propio domicilio, ¿cómo podemos amar a otros que están lejos?): empero os rogamos, Hermanos, que abundéis más (presenta al Apóstol que no los reprende, sino que de modo definitivo los exhorta);
11 Y que procuréis tener serenidad (es lo contrario a aspirar ser visto y oído de modo notable), y hacer vuestros negocios (ocuparse de sus propios asuntos y no entrometerse en asuntos ajenos), y obréis de vuestras manos de la manera que os hemos mandado (trabaje; no robe, y no viva a costa de los demás);
12 A fin de que andéis honestamente para con los extraños (sírvase de ejemplo para los incrédulos), y no necesitéis de nada. (Si seguimos fielmente al Señor, no careceremos de nada.)
EL ARREBATAMIENTO
13 Tampoco, Hermanos, queremos que ignoréis acerca de los que duermen (se refiere a los Creyentes que han muerto), que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. (Corresponde a aquéllos que no conocen al Señor quienes no tendrán arte ni parte en la Primera Resurrección y, por lo tanto, ninguna esperanza del Cielo.)
14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó (el mismo Fundamento del Cristianismo es la Muerte y Resurrección de Cristo; es la prueba de que hay vida después de la muerte en un estado glorificado para todos los Santos en aquella vida, que a propósito nunca acabará), así también traerá Dios con Él a los que durmieron en Jesús. (Se refiere al Arrebatamiento de la Iglesia, o la Resurrección de todos los Creyentes, las dos frases significan la misma cosa, justo como Pablo describe en I Cor., cap. 15. En la muerte, al instante el alma y el espíritu de un Hijo de Dios se van para estar con Jesús [Fil. 1:23], mientras que el cuerpo físico regresa al polvo. En el Arrebatamiento, Dios sustituirá lo que era el cuerpo físico con un Cuerpo Glorificado, ligado al alma y al espíritu. De hecho, el alma y el espíritu de cada individuo acompañarán al Señor muy de cerca en esta Tierra para estar ligado a un Cuerpo Glorificado, lo cual entonces hará que el Creyente sea sano.)
15 Por lo cual, os decimos esto por Palabra del Señor (expresa la Doctrina del Arrebatamiento de la Iglesia como la "Palabra del Señor"), que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la Venida del Señor (todos los Creyentes que están vivos en el momento del Arrebatamiento), no nos precederemos a los que murieron antes. (Se refiere al hecho de que los Santos vivos no precederán o irán antes de los Santos muertos.)
16 Porque El Mismo Señor con aclamación (se refiere a "El Mismo Jesús" que los Ángeles proclamaron en Hch. 1:11), con voz de Arcángel (se refiere a Miguel, el único que se refiere como tal [Judas, v. 9]), y con Trompeta de Dios (no dice exactamente que Dios personalmente tocará la Trompeta, pero que Le pertenece definitivamente, quien sea que la tocará), descenderá del Cielo: y los muertos en Cristo resucitarán primero (el criterio para estar listo para el Arrebatamiento es estar "en Cristo," lo que significa que todos quienes son Nacidos de Nuevo, sin duda alguna, irán en el Arrebatamiento):
17 Luego nosotros, los que vivimos y los que quedamos, juntamente con ellos (los muertos Resucitados) seremos arrebatados (ascenderemos) en las nubes (nubes de Santos, no son las nubes como normalmente pensamos) a recibir al Señor en el aire (la palabra Griega del "aire" es "aer," y se refiere a la atmósfera inferior, o de aproximadamente 6.000 pies; por lo tanto, el Señor vendrá al menos en unos 6.000 pies de la Tierra, quizás aun más abajo, y todos los Santos se encontrarán allí con Él; pero Él, en ese momento, no vendrá totalmente a la Tierra, aquella aguardada para la Segunda Venida, lo cual más tarde será siete años más tarde): y así estaremos siempre con el Señor. (La mayor reunión que la humanidad jamás habrá conocido.)
18 Por tanto, consolaos los unos a los otros con estas palabras. (Corresponde al futuro del Hijo de Dios, ¡lo cual es efectivamente Glorioso!)



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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