15 May 2016

El 16 de mayo Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
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El 16 de mayo Lectura Bíblica Diaria:

Levítico 5 a 7:
"Si alguien peca por negarse a declarar bajo juramento lo que vio o escuchó, sufrirá las consecuencias de su pecado. "Si alguien sin darse cuenta toca alguna cosa ritualmente impura, tal como el cadáver de un animal impuro, sea o no doméstico, o el cadáver de un reptil impuro, se vuelve impuro él mismo y es culpable. "Si alguien sin darse cuenta toca alguna impureza humana, cualquiera que ésta sea, se vuelve impuro él mismo. Pero al darse cuenta, será culpable. "Si alguien hace uno de esos juramentos que se acostumbra hacer a la ligera, y sin saberlo jura hacer bien o mal, ha pecado. Pero al darse cuenta, será culpable de haber hecho ese juramento. "Si alguien resulta culpable de alguna de estas cosas, deberá reconocer que ha pecado y llevarle al Señor en sacrificio expiatorio por la culpa del pecado cometido, una hembra del rebaño, que podrá ser una oveja o una cabra. Así el sacerdote hará expiación por ese pecado. "Si a alguien no le alcanza para comprar ganado menor, entonces le llevará al Señor, como sacrificio por la culpa del pecado cometido, dos tórtolas o dos pichones de paloma, una de las aves como sacrificio por el pecado y la otra como holocausto. Se las llevará al sacerdote, quien primero ofrecerá el ave para el sacrificio expiatorio. Para esto, le retorcerá el cuello, pero sin desprenderle del todo la cabeza. Luego rociará un poco de la sangre del sacrificio expiatorio en un costado del altar, y al pie del altar exprimirá el resto de la sangre. Es un sacrificio expiatorio. Con la segunda ave hará un holocausto, como ya ha sido prescrito. Así el sacerdote hará expiación por el pecado cometido, y ese pecado le será perdonado. "Si a esa persona tampoco le alcanza para comprar dos tórtolas o dos pichones, presentará entonces en sacrificio expiatorio, como ofrenda por el pecado cometido, dos litros de flor de harina. Como se trata de un sacrificio expiatorio, no se le pondrá aceite ni incienso. Llevará este sacrificio al sacerdote, quien tomará un puñado de la ofrenda memorial y lo quemará en el altar junto con los sacrificios presentados por fuego al Señor. Es un sacrificio expiatorio. Así el sacerdote hará expiación por el pecado cometido en alguna de estas cosas, y ese pecado le será perdonado. El resto de la ofrenda será para el sacerdote, como sucede con la ofrenda de cereal." El Señor le dijo a Moisés: "Si alguien comete una falta y peca inadvertidamente contra lo que ha sido consagrado al Señor, le llevará al Señor un carnero sin defecto como sacrificio por la culpa. Su precio será tasado en plata, según la tasación oficial del santuario. Es un sacrificio por la culpa. Además, el culpable hará restitución por haber pecado contra lo consagrado, añadiendo la quinta parte, la cual entregará al sacerdote. Así el sacerdote hará expiación por él mediante el carnero del sacrificio por la culpa, y ese pecado le será perdonado. "Si alguien peca inadvertidamente e incurre en algo que los mandamientos del Señor prohíben, es culpable y sufrirá las consecuencias de su pecado. Le llevará al sacerdote un carnero sin defecto, cuyo precio será fijado como sacrificio por la culpa. Así el sacerdote hará expiación por el pecado que esa persona cometió inadvertidamente, y ese pecado le será perdonado. Es un sacrificio por la culpa, de la que se hizo acreedor por pecar contra el Señor." El Señor le dijo a Moisés: "Si alguien comete una falta y peca contra el Señor al defraudar a su prójimo en algo que se dejó a su cuidado, o si roba u oprime a su prójimo despojándolo de lo que es suyo, o si encuentra algo que se perdió y niega tenerlo, o si comete perjurio en alguna de las cosas en que se acostumbra pecar, será culpable y deberá devolver lo que haya robado, o quitado, o lo que se le haya dado a guardar, o el objeto perdido que niega tener, o cualquier otra cosa por la que haya cometido perjurio. Así que deberá restituirlo íntegramente y añadir la quinta parte de su valor. Todo esto lo entregará a su dueño el día que presente su sacrificio por la culpa. Le llevará al Señor un carnero sin defecto, cuyo precio será fijado como sacrificio por la culpa. Lo presentará al sacerdote, quien hará expiación ante el Señor por esa persona, y cualquier cosa por la que se haya hecho culpable le será perdonada." El Señor le dijo a Moisés que les ordenara a Aarón y a sus hijos: "Ésta es la ley respecto al *holocausto: El holocausto se dejará arder sobre el altar toda la noche hasta el amanecer, y el fuego del altar se mantendrá encendido. El sacerdote, vestido con su túnica de lino y su ropa interior de lino, removerá las cenizas del holocausto consumido por el fuego sobre el altar, y las echará a un lado del altar. Luego se cambiará de ropa y sacará del campamento las cenizas, llevándolas a un lugar ritualmente puro. Mientras tanto, el fuego se mantendrá encendido sobre el altar; no deberá apagarse. Cada mañana el sacerdote pondrá más leña sobre el altar, y encima de éste colocará el holocausto para quemar en él la grasa del sacrificio de comunión. El fuego sobre el altar no deberá apagarse nunca; siempre deberá estar encendido. "Ésta es la ley respecto a la ofrenda de cereal: Los hijos de Aarón la presentarán ante el Señor, delante del altar. El sacerdote tomará de la ofrenda un puñado de flor de harina con aceite, así como todo el incienso que está sobre la ofrenda de cereal. Todo esto lo quemará en el altar, como ofrenda memorial de aroma grato al Señor. Aarón y sus hijos se comerán el resto de la ofrenda, pero sin levadura y en un lugar santo, que podrá ser el atrio de la Tienda de reunión. No se cocerá con levadura, porque esa es la porción que les doy de mis sacrificios presentados por fuego. Es una porción sumamente sagrada, como lo son el sacrificio *expiatorio y el sacrificio por la culpa. Todos los hijos varones de Aarón podrán comer de ella. Es un estatuto perpetuo para los descendientes de ustedes, respecto a los sacrificios presentados por fuego al Señor. Cualquier cosa que toque los sacrificios quedará consagrada." El Señor le dijo a Moisés: "Ésta es la ofrenda que Aarón y sus hijos deben presentar al Señor el día en que sean ungidos: dos kilos de flor de harina, como ofrenda regular de cereal. Una mitad de la ofrenda se presentará por la mañana, y la otra mitad por la tarde. Se preparará con aceite en una sartén, y se llevará amasada y se presentará en porciones, como una ofrenda de cereal de aroma grato al Señor. La preparará el hijo de Aarón que lo suceda como sacerdote ungido. Éste es el estatuto perpetuo del Señor: La ofrenda se quemará completamente. No se comerá ninguna de las ofrendas que presenten los sacerdotes; todas deberán quemarse por completo." El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a Aarón y a sus hijos: "Ésta es la ley respecto al sacrificio expiatorio: La víctima deberá ser degollada ante el Señor, en el mismo lugar donde se degüellan los animales para el holocausto. Es algo sumamente sagrado. El mismo sacerdote que ofrezca el sacrificio expiatorio deberá comérselo. Se lo comerá en un lugar santo, que podrá ser el atrio de la Tienda de reunión. Cualquier cosa que toque la carne del sacrificio quedará consagrada. Si su sangre llega a salpicar algún vestido, éste deberá lavarse en un lugar santo. Además, deberá romperse la vasija de barro en que se haya cocido el sacrificio; pero si se cuece en una vasija de bronce, ésta se restregará y se enjuagará con agua. Todo varón entre los sacerdotes podrá comer del sacrificio. Es algo sumamente sagrado. Pero no se comerá ningún sacrificio expiatorio cuya sangre haya sido llevada a la Tienda de reunión para hacer propiciación en el santuario; este sacrificio se consumirá en el fuego. "Ésta es la ley respecto al sacrificio por la culpa, el cual es sumamente sagrado: La víctima deberá ser degollada en el mismo lugar donde se degüellan los animales para el *holocausto, y su sangre será derramada alrededor del altar. Luego se ofrecerá toda su grasa: la cola, la grasa que recubre los intestinos, los dos riñones y la grasa que los recubre, la grasa que recubre los lomos, y también el lóbulo del hígado, el cual se extraerá junto con los riñones. El sacerdote quemará todo esto en el altar como ofrenda presentada por fuego al Señor. Es un sacrificio por la culpa. Todo varón entre los sacerdotes podrá comer del sacrificio, pero deberá comerlo en un lugar santo. Es algo sumamente sagrado. "La misma ley se aplica tanto al sacrificio expiatorio como al sacrificio por la culpa: El animal pertenecerá al sacerdote que haga propiciación con él. La piel de la víctima del holocausto también será para el sacerdote que la ofrezca. Así mismo, toda ofrenda de cereal cocida al horno, a la olla o a la sartén, será del sacerdote que la ofrezca. Toda ofrenda de cereal, ya sea seca o amasada con aceite, pertenecerá a todos los hijos de Aarón, por partes iguales. "Ésta es la ley respecto al sacrificio de comunión que se ofrece al Señor: Si se ofrece en acción de gracias, entonces se ofrecerán también panes sin levadura amasados con aceite, obleas sin levadura untadas con aceite, o panes de flor de harina amasados con aceite. Junto con el sacrificio de comunión en acción de gracias, se deberá presentar una ofrenda de pan con levadura. De toda ofrenda deberá presentarse una parte como contribución al Señor, y se destinará al sacerdote a quien le corresponda derramar la sangre del sacrificio de comunión. La carne de este sacrificio deberá comerse el día en que se ofrezca, sin dejar nada para el día siguiente. "Si el sacrificio tiene que ver con un voto, o si se trata de una ofrenda voluntaria, no sólo se comerá en el día que se ofrezca el sacrificio, sino que podrá comerse el resto al día siguiente. Pero toda la carne que quede hasta el tercer día se quemará en el fuego. "Si alguna carne del sacrificio de comunión llega a comerse al tercer día, tal sacrificio no será válido ni se tomará en cuenta, porque la carne ya está descompuesta. El que la coma sufrirá las consecuencias de su pecado. "No deberá comerse la carne que haya tocado alguna cosa ritualmente impura, sino que se quemará en el fuego. En cuanto a otra carne, toda persona pura podrá comerla. "Si una persona impura come la carne ofrecida al Señor en el sacrificio de comunión, será eliminada de su pueblo. "Si alguien toca cualquier clase de impureza humana, o de animal o de algo detestable, y luego come la carne ofrecida al Señor en el sacrificio de comunión, será eliminado de su pueblo." El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: Ustedes no comerán grasa de ganado vacuno, ovino o cabrío. La grasa de un animal muerto o destrozado podrá usarse con cualquier otro fin, menos para comerla. Todo el que coma grasa de animales presentados como ofrenda por fuego al Señor, será eliminado de su pueblo. Vivan donde vivan, ustedes no comerán grasa ni sangre alguna, sea de ave o de otro animal. Todo el que coma cualquier clase de sangre, será eliminado de su pueblo." El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: "El que ofrezca al Señor un sacrificio de comunión deberá presentar al Señor parte de ese sacrificio, y presentarle también una ofrenda por fuego. Llevará la grasa y el pecho, y mecerá ante el Señor el pecho de la víctima como ofrenda mecida. El sacerdote quemará la grasa en el altar, pero el pecho será para Aarón y sus hijos. Al sacerdote se le dará, como contribución, el muslo derecho del sacrificio de comunión. El muslo derecho será la porción del sacerdote a quien le toque ofrecer la sangre y la grasa del sacrificio. Porque de los sacrificios de comunión que ofrecen los israelitas, yo he tomado el pecho mecido y el muslo para dárselos, como contribución, al sacerdote Aarón y a sus hijos. Éste será un estatuto perpetuo entre los israelitas." De las ofrendas presentadas por fuego al Señor, ésa es la porción consagrada para Aarón y sus hijos desde el día en que Moisés se los presentó al Señor como sacerdotes. El día en que fueron ungidos, el Señor ordenó a los israelitas darles esa porción. Es un estatuto perpetuo para sus descendientes. Ésta es la ley respecto a los holocaustos, las ofrendas de cereales, los sacrificios expiatorios, los sacrificios por la culpa, los sacrificios de ordenación y los sacrificios de comunión. El Señor se la dio a Moisés en el monte Sinaí el día en que mandó a los israelitas presentarle ofrendas en el desierto de Sinaí.



Salmo 3:
Muchos son, Señor, mis enemigos; muchos son los que se me oponen, y muchos los que de mí aseguran: "Dios no lo salvará." Selah. Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria; ¡tú mantienes en alto mi cabeza! Clamo al Señor a voz en cuello, y desde su monte santo él me responde. Selah. Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene. No me asustan los numerosos escuadrones que me acosan por doquier. ¡Levántate, Señor! ¡Ponme a salvo, Dios mío! ¡Rómpeles la quijada a mis enemigos! ¡Rómpeles los dientes a los malvados! Tuya es, Señor, la salvación; ¡envía tu bendición sobre tu pueblo! Selah.


Proverbios 28:
El malvado huye aunque nadie lo persiga; pero el justo vive confiado como un león. Cuando hay rebelión en el país, los caudillos se multiplican; cuando el gobernante es entendido, se mantiene el orden. El gobernante que oprime a los pobres es como violenta lluvia que arrasa la cosecha. Los que abandonan la ley alaban a los malvados; los que la obedecen luchan contra ellos. Los malvados nada entienden de la justicia; los que buscan al Señor lo entienden todo. Más vale pobre pero honrado, que rico pero perverso. El hijo entendido se sujeta a la ley; el derrochador deshonra a su padre. El que amasa riquezas mediante la usura las acumula para el que se compadece de los pobres. Dios aborrece hasta la oración del que se niega a obedecer la ley. El que lleva a los justos por el mal camino, caerá en su propia trampa; pero los íntegros heredarán el bien. El rico se las da de sabio; el pobre pero inteligente lo desenmascara. Cuando los justos triunfan, se hace gran fiesta; cuando los impíos se imponen, todo el mundo se esconde. Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón. ¡Dichoso el que siempre teme al Señor! Pero el obstinado caerá en la desgracia. Un león rugiente, un oso hambriento, es el gobernante malvado que oprime a los pobres. El gobernante falto de juicio es terrible opresor; el que odia las riquezas prolonga su vida. El que es perseguido por homicidio será un fugitivo hasta la muerte. ¡Que nadie le brinde su apoyo! El que es honrado se mantendrá a salvo; el de caminos perversos caerá en la fosa. El que trabaja la tierra tendrá abundante comida; el que sueña despierto sólo abundará en pobreza. El hombre fiel recibirá muchas bendiciones; el que tiene prisa por enriquecerse no quedará impune. No es correcto mostrarse parcial con nadie. Hay quienes pecan hasta por un mendrugo de pan. El tacaño ansía enriquecerse, sin saber que la pobreza lo aguarda. A fin de cuentas, más se aprecia al que reprende que al que adula. El que roba a su padre o a su madre, e insiste en que no ha pecado, amigo es de gente perversa. El que es ambicioso provoca peleas, pero el que confía en el Señor prospera. Necio es el que confía en sí mismo; el que actúa con sabiduría se pone a salvo. El que ayuda al pobre no conocerá la pobreza; el que le niega su ayuda será maldecido. Cuando triunfan los impíos, la gente se esconde; cuando perecen, los justos prosperan.


El Libro de Filipenses Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
FILIPENSES



CAPÍTULO 3
(64 d.C.)
LOS FALSOS MAESTROS



ADEMÁS, Hermanos, que os gocéis en el Señor (con tal que mantengan sus miradas en Cristo y la Cruz, pueden seguir regocijándose). A mí, a la verdad, no es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro. (Presenta al Apóstol que ahora vuelve su atención a los Judaizantes, lo cual podía en cualquier momento fijar su atención hacia Filipos.)
2 Guardaos de los perros (el Apóstol se dirige a los Judaizantes, quienes eran Judíos de Jerusalén que afirmaron que eran de Cristo, pero insistían que los Creyentes guardaran la Ley también; todo esto estuvo diametralmente opuesto al Evangelio de Gracia de Pablo, en la cual la Ley de Moisés no tenía parte alguna; además, por el uso de la palabra "perros," el Apóstol estaba usando lo peor de los comentarios despectivos), guardaos de los malos obreros (ellos denigraban la Cruz), guardaos de los que mutilan el cuerpo. (Expresa una palabra Griega que Pablo se aprovecha usando la palabra Griega "Circuncisión," que era el centro del Evangelio de la Ley de los Judaizantes.)
3 Porque nosotros somos la Circuncisión (se refiere a la Verdadera Circuncisión, que es la del corazón), los que servimos en Espíritu a Dios (debiera mejor traducirse, " los que adoramos por el Espíritu de Dios"), y nos gloriamos en Cristo Jesús (no se refiere sólo a Quién es Cristo, sino lo que Él hizo por nosotros en la Cruz), no teniendo confianza en la carne (en cosas además de la Cruz, y al no tener confianza en la carne es la única garantía de Salvación y Victoria).
4 Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne (se refiere a logros humanos). Si alguno parece que tiene de qué confiar en la carne, yo más (el Apóstol sabe de lo que está hablando con respecto al Judaísmo):
PABLO
5 Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel (era Judío de pura sangre), de la Tribu de Benjamín (Benjamín era la única Tribu que estuvo con Judá en el momento de la división de la Nación), Hebreo de Hebreos (se remonta hasta a Abraham); en cuanto a la Ley, Fariseo (de hecho, Pablo había sido la esperanza de los Fariseos, solicitado para tomar el lugar de Gamaliel);
6 En cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia (creía que le estaba haciendo un favor a Dios); en cuanto a la Justicia que es en la Ley, irreprensible. (Pensaba que estaba ganando mérito con Dios al perseguir la Iglesia.)
7 Pero todo lo que para mí era ganancia (Pablo expresaba sus privilegios como Judío), lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. (Debemos entregar todo a Cristo, y Cristo vale todo lo que le entreguemos, y mil veces más.)
8 Y ciertamente, aun yo estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor (el conocimiento del Señor Jesús que Pablo adquirió a través de la experiencia de un compañerismo íntimo y comunión con Él): por amor Del Cual lo he perdido todo ("Por la persona en cuyo nombre me hizo que yo pierda"), y lo tengo por estiércol, para ganar a Cristo (en comparación con Cristo, todo lo demás no es nada),
9 Y ser hallado en Él (unirse con Cristo por una Fe viva, que tiene como su Objeto la Cruz de Cristo), no teniendo mi Justicia ("no teniendo Justicia a la cual pueda reclamar como mi propia justicia"), que es por la Ley (corresponde a Guardar la Ley; él ya había terminado con eso), sino la que es por la Fe de Cristo (lo que Él hizo en la Cruz), la Justicia que es de Dios por la Fe (una Justicia intachable hecha posible por la Cruz, e imputada por Dios a todos quienes exhiben Fe en Cristo y la Cruz):
10 A fin de conocerle (se refiere a lo que Cristo hizo en la Cruz), y el poder de Su Resurrección (se refiere a ser resucitado con Él en "novedad de vida" [Rom. 6:3-5]), y la participación de Sus padecimientos (en cuanto a nuestra Confianza y Fe puesta en lo que Él hizo por nosotros en la Cruz), en conformidad a Su muerte (conformarse a lo que Él hizo por nosotros en la Cruz, comprendiendo que es el único medio de Salvación y Santificación);
11 Si de alguna manera poder alcanzar la Resurrección de los muertos. (No se refiere a la Resurrección venidera, sino más bien al pecador que Cree y es bautizado en la muerte de Cristo [se refiere a la Crucifixión], y resucitado en "novedad de vida," que produce victoria sobre el pecado [Rom. 6:3-5, 11, 14].)
12 No que ya haya alcanzado, ni que ya sea perfecto (el Apóstol dice que él no exige la perfección sin pecado): sino que prosigo (aspirar), por ver si alcanzo aquello (Pablo está aspirando a la meta de asemejarse a Cristo) para lo cual fui también alcanzado de Cristo Jesús. (Él fue salvo por Cristo para asemejarse a Cristo, ¡y así también nosotros!)
13 Hermanos, yo mismo no me considero haberlo ya alcanzado (en efecto, repite lo que él dijo en el Versículo anterior): pero una cosa hago, olvidando ciertamente lo que queda atrás (se refiere a las cosas en que el Apóstol había dependido para encontrar el favor de Dios, y el fracaso que produjo este tipo de esfuerzo [3:5-6]), y extendiéndome a lo que está delante (toda nuestra atención debe estar en lo que está por delante, y no en lo que queda atrás; "lo que" consiste en todas las Victorias de la Cruz),
14 Prosigo al blanco (representa una meta moral y espiritual), al premio de la soberana vocación de Dios (asemejarse a Cristo) en Cristo Jesús (la manera y el medio en que todo esto se cumple, que es la Cruz [I Cor. 1:17-18; 2:2]).
UNIDAD
15 Así que, todos los que somos perfectos (maduros), esto mismo sintamos (tener en mente lo que Cristo hizo en la Cruz, y lo que hizo por nosotros): y si otra cosa sentís, esto también os revelará Dios. (Significa que algunos no estaban realmente dispuestos. Pero por los consejos de Pablo, el Espíritu Santo iba a mostrarles el camino derecho, lo que les iba a hacer volver a la Cruz.)
16 Empero en aquello a que hemos llegado (progreso), vamos por la misma regla, sintamos una misma cosa. (Andemos por la misma senda, la de la Cruz [Luc. 9:23-24].)
LOS ENEMIGOS DE LA CRUZ
17 Hermanos, sed imitadores de mí (sean "compañeros imitadores"), y mirad los que así anduvieren como nos tenéis por ejemplo (observen atentamente).
18 (Porque muchos andan (aquéllos que intentan vivir para Dios independiente de la victoria y los rudimentos de la Cruz de Cristo), de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando (es un asunto sumamente serio), que son enemigos de la Cruz de Cristo (aquéllos que no miran exclusivamente a la Cruz de Cristo deben ser designados "enemigos"):
19 Cuyo fin será perdición (si ignora la Cruz, y sigue ignorándola, la pérdida del alma es finalmente la única conclusión), cuyo dios es el vientre (aquéllos que intentan pervertir el Evangelio para su propia ganancia personal), y su gloria está en su vergüenza (las cosas materiales que buscan, Dios las clasifica como "vergüenza"), que sólo piensan en las cosas terrenales.) (Significa que no tienen ningún interés en lo Celestial, lo que significa que usan al Señor para su propia ganancia personal.)
20 Mas nuestra vivienda (ciudadanía) está en los Cielos (significa que los otros caminos no tendrán ningún lugar en el Cielo); de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo (el Arrebatamiento):
21 El Cual (el Señor) transformará el cuerpo de nuestra bajeza (la Resurrección), para ser semejante al Cuerpo de Su Gloria (cada Santo tendrá un Cuerpo Glorificado), por la operación con la cual puede también sujetar a Sí todas las cosas. ("Todas las cosas" se llevan a cabo por la Cruz.)



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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