27 February 2008

El 28 de Febrero Lectura Bíblica Diaria


El 28 de Febrero Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 45 a 47:
Ésta es la palabra que el profeta Jeremías le comunicó a Baruc hijo de Nerías, en el año cuarto del gobierno de Joacim hijo de Josías, cuando Baruc escribía en un rollo estas palabras que Jeremías le dictaba: "Así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de ti, Baruc: Tú dijiste: ‘¡Ay de mí! ¡El Señor añade angustia a mi dolor! Estoy agotado de tanto gemir, y no encuentro descanso. "Pues le dirás que así dice el Señor: ‘Voy a destruir lo que he construido, y a arrancar lo que he plantado; es decir, arrasaré con toda esta tierra. ¿Buscas grandes cosas para ti? No las pidas, porque voy a provocar una desgracia sobre toda la gente, pero a ti te concederé la posibilidad de conservar la vida dondequiera que vayas afirma el Señor. Ése será tu botín." La palabra del Señor acerca de las naciones vino a Jeremías el profeta. En cuanto a Egipto, éste es el mensaje contra el ejército del faraón Necao, rey de Egipto, que en el año cuarto del gobierno de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, fue derrotado en Carquemis, junto al río Éufrates, por Nabucodonosor, rey de Babilonia: "¡Preparen el escudo y el broquel, y avancen al combate! ¡Ensillen los caballos, monten los corceles! ¡Alístense, pónganse los cascos! ¡Afilen las lanzas, vístanse las corazas! Pero ¿qué es lo que veo? Sus guerreros están derrotados; aterrados retroceden. Sin mirar atrás, huyen despavoridos. ¡Cunde el terror por todas partes! afirma el Señor. El más veloz no puede huir ni el más fuerte, escapar. En el norte, a orillas del río Éufrates trastabillan y caen. "¿Quién es ése que sube como el Nilo, como ríos de aguas agitadas? Es Egipto, que trepa como el Nilo, como ríos de aguas agitadas. Dice Egipto: Subiré y cubriré toda la tierra; destruiré las ciudades y sus habitantes. ¡Ataquen, corceles! ¡Carros, avancen con furia! ¡Que marchen los guerreros! ¡Que tomen sus escudos los soldados de Cus y de Fut! ¡Que tensen el arco los soldados de Lidia! "Aquel día pertenece al Señor, al Señor Todopoderoso. Será un día de venganza; se vengará de sus enemigos. La espada devorará hasta saciarse; con sangre apagará su sed. En la tierra del norte, a orillas del río Éufrates, el Señor, el Señor Todopoderoso, realizará una matanza. "¡Virginal hija de Egipto, ve a Galaad y consigue bálsamo! En vano multiplicas los remedios; ya no sanarás. Las naciones ya saben de tu humillación; tus gritos llenan la tierra. Un guerrero tropieza contra otro, y juntos caen por tierra." Ésta es la palabra del Señor, que vino a Jeremías el profeta cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino para atacar el país de Egipto: "Anuncien esto en Egipto, proclámenlo en Migdol, Menfis y Tafnes: ¡A sus puestos! ¡Manténganse alerta! ¡La espada devora a su alrededor! ¿Por qué yacen postrados tus guerreros? ¡No pueden mantenerse en pie, porque el Señor los ha derribado! Tropiezan una y otra vez, se caen uno sobre otro. Se dicen: ¡Levántate, volvamos a nuestra gente, a la tierra donde nacimos, lejos de la espada del opresor! Allí gritan: ¡El faraón es puro ruido! ¡el rey de Egipto ya perdió su oportunidad! "¡Vivo yo! declara el Rey, cuyo nombre es el Señor Todopoderoso: Como el Tabor, que sobresale de entre los montes, y como el Carmelo, que se erige sobre el mar, así será el enemigo que viene. Tú, que habitas en Egipto, prepara tu equipaje para el exilio, porque Menfis se convertirá en desolación, en una ruina deshabitada. "Novilla hermosa es Egipto, pero viene contra ella un tábano del norte. Los mercenarios en sus filas son como novillos cebados; también ellos se vuelven atrás; todos juntos huyen sin detenerse, porque ha llegado el día de su ruina, el momento de su castigo. Egipto huye silbando como serpiente, pues el enemigo avanza con fuerza. Se acercan contra ella con hachas, como si fueran leñadores; por impenetrables que sean sus bosques, los talan por completo afirma el Señor. Más numerosos que langostas, son los leñadores; nadie los puede contar. Egipto la hermosa será avergonzada y entregada a la gente del norte." El Señor Todopoderoso, el Dios de Israel, dice: "Voy a castigar a Amón, dios de Tebas, a Egipto, a sus dioses y reyes, al faraón y a los que en él confían. Los entregaré al poder de quienes atentan contra su vida, al poder de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de sus siervos. Luego Egipto será habitada como en los días de antaño afirma el Señor. "Pero tú, Jacob siervo mío, no temas; no te asustes, Israel. Porque te salvaré de un lugar remoto; y a tu descendencia, del destierro. Jacob volverá a vivir en paz; estará seguro y tranquilo. Tú, Jacob, siervo mío, no temas, porque yo estoy contigo afirma el Señor. "Aunque aniquile a todas las naciones por las que te he dispersado, a ti no te aniquilaré. Te corregiré con justicia, pero no te dejaré sin castigo." Antes de que el faraón atacara Gaza, la palabra del Señor acerca de los filisteos vino al profeta Jeremías: "Así dice el Señor: "¡Miren! Las aguas del norte suben cual torrente desbordado. Inundan la tierra y todo lo que contiene, sus ciudades y sus habitantes. ¡Grita toda la gente! ¡Gimen los habitantes de la tierra! Al oír el galope de sus corceles, el estruendo de sus carros y el estrépito de sus ruedas, los padres abandonan a sus hijos porque sus fuerzas desfallecen. Ha llegado el día de exterminar a los filisteos, y de quitarles a Tiro y Sidón todos los aliados con que aún cuenten. y al resto de las costas de Caftor. Se rapan la cabeza los de Gaza; se quedan mudos los de Ascalón. Tú, resto de las llanuras, ¿hasta cuándo te harás incisiones? "¡Ay, espada del Señor! ¿Cuándo vas a descansar? ¡Vuélvete a la vaina! ¡Deténte, quédate quieta! "¿Cómo va a descansar, si el Señor le ha dado órdenes de atacar a Ascalón y a la costa del mar? "


Salmos 77 Nueva Versión Internacional:
A Dios elevo mi voz suplicante; a Dios elevo mi voz para que me escuche. Cuando estoy angustiado, recurro al Señor; sin cesar elevo mis manos por las noches, pero me niego a recibir consuelo. Me acuerdo de Dios, y me lamento; medito en él, y desfallezco. Selah. No me dejas conciliar el sueño; tan turbado estoy que ni hablar puedo. Me pongo a pensar en los tiempos de antaño; de los años ya idos me acuerdo. Mi corazón reflexiona por las noches; mi espíritu medita e inquiere: "¿Nos rechazará el Señor para siempre? ¿No volverá a mostrarnos su buena voluntad? ¿Se habrá agotado su gran amor eterno, y sus promesas por todas las generaciones? ¿Se habrá olvidado Dios de sus bondades, y en su enojo ya no quiere tenernos compasión?" Selah. Y me pongo a pensar: "Esto es lo que me duele: que haya cambiado la diestra del Altísimo." Prefiero recordar las hazañas del Señor, traer a la memoria sus milagros de antaño. Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas. Santos, oh Dios, son tus caminos; ¿qué dios hay tan excelso como nuestro Dios? Tú eres el Dios que realiza maravillas; el que despliega su poder entre los pueblos. Con tu brazo poderoso redimiste a tu pueblo, a los descendientes de Jacob y de José. Selah. Las aguas te vieron, oh Dios, las aguas te vieron y se agitaron; el propio abismo se estremeció con violencia. Derramaron su lluvia las nubes; retumbaron con estruendo los cielos; rasgaron el espacio tus centellas. Tu estruendo retumbó en el torbellino y tus relámpagos iluminaron el mundo; la tierra se estremeció con temblores. Te abriste camino en el mar; te hiciste paso entre las muchas aguas, y no se hallaron tus huellas. Por medio de Moisés y de Aarón guiaste como un rebaño a tu pueblo.


Proverbios 11 Nueva Versión Internacional:
El Señor aborrece las balanzas adulteradas, pero aprueba las pesas exactas. Con el orgullo viene el oprobio; con la humildad, la sabiduría. A los justos los guía su integridad; a los falsos los destruye su hipocresía. En el día de la ira de nada sirve ser rico, pero la justicia libra de la muerte. La justicia endereza el camino de los íntegros, pero la maldad hace caer a los impíos. La justicia libra a los justos, pero la codicia atrapa a los falsos. Muere el malvado, y con él su esperanza; muere también su ilusión de poder. El justo se salva de la calamidad, pero la desgracia le sobreviene al malvado. Con la boca el impío destruye a su prójimo, pero los justos se libran por el conocimiento. Cuando el justo prospera, la ciudad se alegra; cuando el malvado perece, hay gran regocijo. La bendición de los justos enaltece a la ciudad, pero la boca de los malvados la destruye. El falto de juicio desprecia a su prójimo, pero el entendido refrena su lengua. La gente chismosa revela los secretos; la gente confiable es discreta. Sin dirección, la nación fracasa; el éxito depende de los muchos consejeros. El fiador de un extraño saldrá perjudicado; negarse a dar fianza es vivir en paz. La mujer bondadosa se gana el respeto; los hombres violentos sólo ganan riquezas. El que es bondadoso se beneficia a sí mismo; el que es cruel, a sí mismo se perjudica. El malvado obtiene ganancias ilusorias; el que siembra justicia asegura su ganancia. El que es justo obtiene la vida; el que persigue el mal se encamina a la muerte. El Señor aborrece a los de corazón perverso, pero se complace en los que viven con rectitud. Una cosa es segura: Los malvados no quedarán impunes, pero los justos saldrán bien librados. Como argolla de oro en hocico de cerdo es la mujer bella pero indiscreta. Los deseos de los justos terminan bien; la esperanza de los malvados termina mal. Unos dan a manos llenas, y reciben más de lo que dan; otros ni sus deudas pagan, y acaban en la miseria. El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado. La gente maldice al que acapara el trigo, pero colma de bendiciones al que gustoso lo vende. El que madruga para el bien, halla buena voluntad; el que anda tras el mal, por el mal será alcanzado. El que confía en sus riquezas se marchita, pero el justo se renueva como el follaje. El que perturba su casa no hereda más que el viento, y el necio termina sirviendo al sabio. El fruto de la justicia es árbol de vida, pero el que arrebata vidas es violento. Si los justos reciben su pago aquí en la tierra, ¡cuánto más los impíos y los pecadores!


El Libro de Los Hechos Capítulo 9 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 9
(35 d.C.)
SAULO


Y SAULO, respirando aún amenazas y muerte contra los Discípulos del Señor (presenta a Pablo como el Líder de persecución de la Iglesia Primitiva), vino al Sumo Sacerdote (si esto fue en el año 34 d.C., Caifás era el Sumo Sacerdote; y volvemos a ver lo malo de la religión),
2 Y demandó de él letras para Damasco a las Sinagogas (explica que la persecución encabezada por Pablo se extendía a otras ciudades), para que si hallase algunos hombres o mujeres de esta secta (describe a la Iglesia Primitiva [Jn. 14:6; Hch. 18:25-26; 19:9, 23; 22:4; 24:14, 22]), los trajese presos a Jerusalén (se refiere a ellos apareciendo ante el Sanedrín, el mismo grupo que Crucificó a Cristo).
3 Y yendo por el camino, aconteció que llegando cerca de Damasco (unos 281 kilómetros [175 millas] de Jerusalén): súbitamente le cercó un resplandor de luz del Cielo (proclama la apariencia de Cristo en Su Gloria):
4 Y cayendo en tierra (se insinúa que el Poder de Dios lo hizo caer), oyó una voz que le decía, Saulo, Saulo, ¿por qué Me persigues? (¡Tocar a alguien que le pertenece al Señor de modo negativo es tocar al Señor!)
5 Y él dijo, ¿Quién eres, Señor? (Pablo usa esto en la esfera de la Deidad, no meramente como de respeto como algunos lo han afirmado.) Y Él dijo, Yo soy Jesús a quien tú persigues (presenta al Señor que usa el Nombre de Aquel que Pablo odiaba): dura cosa te es dar coses contra el aguijón (tiene referencia a las aguijadas afiladas, colocadas directamente detrás de los bueyes y atadas al arado; darle de patadas causaría dolor agudo).
6 Él, temblando y temeroso, dijo (quedó pasmado y asombrado), ¿Señor, qué quieres que haga? (Constituye el momento en que Pablo fue salvo.) Y el Señor le dice, Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que te conviene hacer (fue el Plan de Dios para Pablo, que, en efecto, cambiaría al mundo).
7 Y los hombres que iban con Saulo, se pararon atónitos (estaban muy conscientes de que algo había pasado, pero no sabían con exactitud lo que era), oyendo a la verdad la voz, mas no viendo a nadie (pero Pablo vio al hombre, y aquel hombre era Cristo).
PABLO CIEGO
8 Entonces Saulo se levantó de tierra; y abriendo los ojos, no veía a nadie (parece que sus ojos fueron cegados por la Gloria del Señor): así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco (Pablo, el campeón de los perseguidores, ahora es guiado como un ciego lo cual él estaba momentáneamente).
9 Donde estuvo tres días sin ver (habla solamente del sentido físico; de hecho, por primera vez puede ver), y no comió, ni bebió (ayunó tres días y noches).
ANANÍAS
10 Había entonces un Discípulo en Damasco llamado Ananías (la palabra "Discípulo," como se usó sin excepción en el Libro de los Hechos, se refiere a los seguidores de Cristo); al cual el Señor dijo en visión, Ananías (en realidad vio al Señor, pero en forma de una Visión). Y él respondió, Heme aquí, Señor (expresa una vasta familiaridad con el Señor, más allá de lo normal).
11 Y el Señor le dijo, Levántate, y ve a la calle que se llama la Derecha (revela la calle, que todavía existe aun después de casi dos mil años), y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo de Tarso (expresa el nombre del hombre que era el azote más célebre contra los seguidores de Cristo en el mundo de aquel entonces): porque, he aquí, él ora (Pablo tenía mucho de qué orar),
12 Y ha visto en visión un varón llamado Ananías (proclama la segunda Visión que Pablo tuvo durante un período muy corto de tiempo), que entra y le pone la mano encima, para que reciba la vista.
13 Entonces Ananías respondió, Señor, he oído de muchos acerca de este hombre (¡qué vacío son a menudo nuestros temores! ¡qué ignorante somos en cuanto de donde se encuentra nuestro mayor bien! pero Dios sabe; dejémosnos confiar en Él), cuántos males ha hecho a tus Santos en Jerusalén (no obstante, el Señor ha cambiado a este hombre, que llegará a ser la bendición más grande para los Santos que jamás hayan visto en la historia):
14 Y aun aquí tiene facultad de los Principales Sacerdotes de prender a todos los que invocan Tu Nombre (Pablo tenía las malas intenciones como antecedentes; pero el Señor invadió aquellas intenciones, cambiándolas completamente).
15 Y le dijo el Señor, Ve (presenta una urgencia que exige la obediencia inmediata de Ananías): porque instrumento escogido me es éste (significa, "Selección Divina"), para que lleve Mi Nombre en presencia de los Gentiles, y de Reyes, y de los Hijos de Israel (colocó primero a los "Gentiles"; fue la vocación principal de Pablo):
16 Porque Yo le mostraré cuánto le sea necesario que padezca por Mi Nombre (¡totalmente diferente del Evangelio moderno, que, de hecho, no es ningún Evangelio del todo!).
EL ESPÍRITU SANTO
17 Ananías entonces fue, y entró en la casa (obedeció el Mandato del Señor); y poniéndole las manos encima (sobre Pablo), dijo, Saulo hermano (se dirigió a Pablo de esta manera porque Pablo ya fue salvo, y estuvo así durante los tres días y noches anteriores), el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo (esto revela que la persona no es Bautizada con el Espíritu Santo en la conversión, como muchos lo enseñan; de hecho, el Bautismo con el Espíritu Santo es una obra separada de la Gracia, que ocurre después de la conversión [Hch. 2:4; 8:14-17; 19:1-7]).
18 Y luego le cayeron de los ojos como escamas: y recibió al punto la vista, y levantándose, fue bautizado (fue bautizado en agua, luego de ser Bautizado con el Espíritu Santo).
PREDICANDO A CRISTO
19 Luego comió, fue confortado (se refiere a que terminaba su ayuno de tres días). Y estuvo Saulo por algunos días con los Discípulos que estaban en Damasco (es posible que esto quiere decir que Ananías le presentó a estos seguidores de Cristo; él había venido para detenerlos, y ahora él se une a ellos; ¡qué potente es el Dios que servimos!).
20 Y luego (de inmediato) en las Sinagogas predicaba a Cristo (eran las mismas Sinagogas a las cuales las cartas del Sumo Sacerdote dirigidas a Pablo lo autorizaban a detener a todo Creyente Judío que pertenecía al Nombre de Jesús), diciendo que Éste era el Hijo de Dios (la primera vez en el Libro de los Hechos que se refiere a Jesús por este título).
21 Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían; ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este Nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos a los Principales Sacerdotes? (Significa que aquellos en las Sinagogas habían estado esperándolo, pero no es lo que él dice ahora.)
22 Empero Saulo mucho más se esforzaba (se refiere a un mayor entendimiento de la Palabra de Dios con el pasar de los días; de hecho, por primera vez, él comprende la Palabra), y confundía a los Judíos que moraban en Damasco, afirmando que éste es el Cristo (demostrando mediante la Palabra de Dios que, Jesús, era el Mesías).
LOS LÍDERES DE LOS JUDÍOS
23 Y como pasaron muchos días, los Judíos hicieron entre sí consejo de matarle (el perseguidor es perseguido ahora):
24 Mas las asechanzas de ellos fueron entendidas de Saulo (presenta a los Creyentes informándole de la acción propuesta de los Judíos). Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle (también estaba informado; por lo tanto, se iba a escapar por otra ruta).
25 Entonces los Discípulos (los seguidores de Cristo), tomándole de noche, le bajaron por el muro en un canasto.
JERUSALÉN
26 Y cuando vino a Jerusalén (presenta su primera visita después de su conversión), intentaba de juntarse con los Discípulos: mas todos tenían miedo de él, no creyendo que era Discípulo (¡creían que era una estratagema!).
27 Entonces Bernabé, tomándole (presenta el mismo mencionado en Hch. 4:36), lo trajo a los Apóstoles (en realidad sólo se refiere a Pedro y a Santiago, el hermano del Señor [Gál. 1:19]), y les contó cómo él (Pablo) había visto al Señor en el camino (la Visión en el camino a Damasco), y que Él (Jesús) le había hablado, y cómo en Damasco había hablado confiadamente en el Nombre de Jesús (Bernabé había oído de este informe, y ahora testifica de su veracidad).
28 Y él (Pablo) entraba y salía con ellos (los Apóstoles) en Jerusalén (es posible que se refiera a los quince días aproximadamente que él pasó allí, la mayor parte con Simón Pedro [Gál. 1:18]).
29 Y hablaba confiadamente en el Nombre del Señor (él hizo esto, como es obvio, en el mismo centro o núcleo donde Le tenían odio a Jesús), y disputaba con los Griegos (discutía con los Judíos Griegos, es probable que predicaba en las mismas Sinagogas donde él había escuchado a Esteban, y quizás hasta había tenido debates): mas ellos procuraban matarle (presenta el mismo espíritu ahora en su contra que él había presentado contra Esteban).
30 Lo cual, como los hermanos entendieron (sabía acerca de los esfuerzos para matarlo), le acompañaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso (habla de su casa; como resultado, no oímos más de Pablo hasta en Hch. 11:25).
31 Las Iglesias entonces tenían paz por toda Judea y Galilea y Samaria (durante este tiempo la atención de los Judíos hacia los Creyentes se desvió a otras cosas, por lo tanto dando a las Iglesias un descanso de la persecución, a lo menos por un rato), y eran edificadas (sin interrupción, el Señor ahora edifica Su casa); andando en el temor del Señor, y con consuelo del Espíritu Santo eran multiplicadas (muchas personas fueron salvas).
EL MINISTERIO DE PEDRO
32 Y aconteció, que Pedro recorría toda la región (ahora cambia la atención hacia este Apóstol, y con razón), vino también a los santos que habitaban en Lydda (se refiere a una ciudad a unos cuarenta y ocho kilómetros [treinta millas] al occidente de Jerusalén).
33 Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, que era paralítico (describe, obviamente, su impotencia).
34 Y le dijo Pedro, Eneas, Jesucristo te sana (se refiere a Pedro que incondicionalmente Le da a Cristo el mérito de estos Milagros): levántate, y hazte tu cama (como señal de su Sanidad Milagrosa). Y luego se levantó (fue sanado al instante, y sanado completamente).
35 Y le vieron todos los que habitaban en Lydda y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor (la palabra "todos," como se da en el Griego original, no necesariamente significa a cada persona de estos sectores, sino más bien a aquellos que "lo vieron," que sin duda el número era incalculable).
TABITA
36 Entonces en Jope había una Discípula llamada Tabita, que traducida quiere decir Dorcas (era "Tabita" en el Sirio y "Dorcas" en el Griego; los dos nombres significan "una gacela"): ésta era llena de buenas obras y de limosnas que hacía (era una señora de excelente reputación y de amor a Dios).
37 Y aconteció en aquellos días que enfermando, murió (se refiere a los días cuando Pedro se encontraba en Lida; su muerte era inesperada): a la cual, después de lavada, pusieron en una sala (significa que ellos la presentaron para el velorio).
38 Y como Lida estaba cerca de Jope, los Discípulos (los seguidores de Cristo), oyendo que Pedro estaba allí (nos dice que había una Iglesia en Jope), le enviaron dos hombres, rogándole, no te detengas en venir hasta nosotros (parece ser que esperaban un Milagro, sin tener en cuenta que la mujer estaba muerta).
39 Pedro entonces levantándose, fue con ellos (indica que fue guiado por el Señor para hacer eso). Y al llegar, le llevaron a la sala: donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas (parece indicar que ¡Dorcas era una viuda también!).
40 Entonces echados fuera todos, Pedro puesto de rodillas, oró; y vuelto al cuerpo, dijo, Tabita, levántate (exactamente lo mismo que dijo de Jesús cuando Él resucitó a la hija de Jairo de la muerte [Marc. 5:41]). Y ella abrió los ojos: y viendo a Pedro, se incorporó (presenta a la primera persona que resucitó de la muerte en la Iglesia Primitiva).
41 Y él le dio la mano, y la levantó (una cortesía normal), entonces llamando a los Santos y a las viudas, la presentó viva (ella es una de los pocos en la historia humana que realmente había muerto, y luego vuelto a la vida para contar la historia; todos los que resucitaron estaban relacionados con el Señor).
42 Esto fue notorio por toda Jope (puede imaginarse el impacto que tenía este Milagro); y creyeron muchos en el Señor.
43 Y aconteció que se quedó muchos días en Jope en casa de un cierto Simón, curtidor (es probable que se refirió a varios meses; como unos ocho años habían ya pasado desde el Pentecostés, durante ese tiempo se predicó el Evangelio a los Judíos nada más; esto está a punto de cambiarse).


1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8 Nueva Versión Internacional:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero."* Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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