16 August 2024

El 16 de agosto Lectura Bíblica Diaria

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El 16 de agosto Lectura Bíblica Diaria:

Daniel 2 a 4:
2 En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, tuvo Nabucodonosor sueños, y se perturbó su espíritu, y se le fue el sueño. Hizo llamar el rey a magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicasen sus sueños. Vinieron, pues, y se presentaron delante del rey. Y el rey les dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por saber el sueño. Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: Rey, para siempre vive; dí el sueño a tus siervos, y te mostraremos la interpretación. Respondió el rey y dijo a los caldeos: El asunto lo olvidé; si no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis hechos pedazos, y vuestras casas serán convertidas en muladares. Y si me mostrareis el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones y favores y gran honra. Decidme, pues, el sueño y su interpretación. Respondieron por segunda vez, y dijeron: Diga el rey el sueño a sus siervos, y le mostraremos la interpretación. El rey respondió y dijo: Yo conozco ciertamente que vosotros ponéis dilaciones, porque veis que el asunto se me ha ido. Si no me mostráis el sueño, una sola sentencia hay para vosotros. Ciertamente preparáis respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, entre tanto que pasa el tiempo. Decidme, pues, el sueño, para que yo sepa que me podéis dar su interpretación. Los caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo. Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne. Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia. Y se publicó el edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos. Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia. Habló y dijo a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había. Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey. Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia. Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo. Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey. Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación. Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así: He hallado un varón de los deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación. Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación? Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama: Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser. Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón. Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra. Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey. Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro. Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo. Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación. Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso. El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio. Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia. Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey. 3 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia. Y envió el rey Nabucodonosor a que se reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado. Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor. Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas, que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado; y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado. Por esto en aquel tiempo algunos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos. Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive. Tú, oh rey, has dado una ley que todo hombre, al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro; y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado. Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos? Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo. Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses. Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían. Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste. Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia. 4 Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación. Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron. Por esto mandé que vinieran delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me mostrasen la interpretación del sueño. Y vinieron magos, astrólogos, caldeos y adivinos, y les dije el sueño, pero no me pudieron mostrar su interpretación, hasta que entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien mora el espíritu de los dioses santos. Conté delante de él el sueño, diciendo: Beltsasar, jefe de los magos, ya que he entendido que hay en ti espíritu de los dioses santos, y que ningún misterio se te esconde, declárame las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación. Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande. Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra. Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne. Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo. Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra. Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos. La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres. Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los dioses santos. Entonces Daniel, cuyo nombre era Beltsasar, quedó atónito casi una hora, y sus pensamientos lo turbaban. El rey habló y dijo: Beltsasar, no te turben ni el sueño ni su interpretación. Beltsasar respondió y dijo: Señor mío, el sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para los que mal te quieren. El árbol que viste, que crecía y se hacía fuerte, y cuya copa llegaba hasta el cielo, y que se veía desde todos los confines de la tierra, cuyo follaje era hermoso, y su fruto abundante, y en que había alimento para todos, debajo del cual moraban las bestias del campo, y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo, tú mismo eres, oh rey, que creciste y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra. Y en cuanto a lo que vio el rey, un vigilante y santo que descendía del cielo y decía: Cortad el árbol y destruidlo; mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce en la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias del campo sea su parte, hasta que pasen sobre él siete tiempos; esta es la interpretación, oh rey, y la sentencia del Altísimo, que ha venido sobre mi señor el rey: Que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere. Y en cuanto a la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, significa que tu reino te quedará firme, luego que reconozcas que el cielo gobierna. Por tanto, oh rey, acepta mi consejo: tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad. Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor. Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves. Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.

Salmo 45:

Rebosa mi corazón con un bello poema. Esta obra mía se la dedico al rey. ¡Mi lengua es la pluma de inspirado poeta! Eres el más hermoso de los mortales; la gracia mana de tus labios; ¡por eso Dios te ha bendecido para siempre! ¡Cíñete la espada, valiente guerrero, y cúbrete de honra y majestad! ¡Que tengas prosperidad y gloria! ¡Cabalga defendiendo la verdad, la humildad y la justicia, guiado por tu diestra portentosa! ¡Que penetren, oh rey, tus agudas flechas en el corazón de tus enemigos, y que los pueblos se rindan ante ti! Oh Dios, tu trono es eterno y permanente; tu cetro real es un cetro de justicia. Porque amas la justicia y odias la maldad, Dios, tu Dios, te ha ungido como rey; ha derramado en ti el perfume de alegría; ¡te eligió a ti, y no a tus compañeros! Mirra, áloe y canela perfuman tus vestidos, y en los palacios de marfil te brindan alegría. Entre tus favoritas hay muchas princesas; La reina, a tu derecha, luce  joyas de oro de Ofir. «Hija mía, inclina tu oído y préstame atención: Olvídate de tu pueblo y de la casa paterna, que el rey desea poseer tu hermosura; él es tu señor, y le debes obediencia. Gente de Tiro vendrá a ti con presentes; los ricos del pueblo implorarán tu favor.» ¡Esplendorosa se ve la princesa en su alcoba! ¡Sus vestidos son de brocado de oro! Así ataviada se presenta ante el rey, seguida por su séquito de doncellas, traídas de lejos para hacerle compañía; y entre jubilosas voces de alegría serán conducidas al palacio real. Tus hijos sucederán a tus padres, y los harás príncipes de toda la tierra. Yo perpetuaré tu nombre para siempre, y perpetuamente los pueblos te alabarán. 

Proverbios 2: 
Hijo mío, si recibes mis palabras y en tu mente guardas mis mandamientos, si tu oído está atento a la sabiduría e inclinas tu corazón a la prudencia, si pides la ayuda de la inteligencia y llamas a gritos a la prudencia, si la buscas como a la plata, y la rebuscas como a un tesoro, entonces sabrás lo que es temer al Señor, y hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría; de sus labios brotan conocimiento e inteligencia. El Señor da sabiduría a los hombres rectos, y es el escudo de los que viven con rectitud. El Señor vigila las sendas de la justicia, y preserva el camino de sus fieles. Así entenderás lo que es el derecho y la justicia, la equidad y todo buen camino. Cuando la sabiduría entre en tu corazón, Y te deleites con el conocimiento, la discreción te protegerá y la inteligencia cuidará de ti. Te librará del mal camino y de los que dicen cosas perversas, de los que dejan el camino recto para andar por senderos tenebrosos; de los que gozan haciendo el mal, y se alegran de sus actos perversos. Sus senderos son torcidos; sus caminos han perdido el rumbo. Te librarás de la mujer ajena, de esa extraña que con sus palabras te halaga pero abandona al compañero de su juventud y se olvida de su pacto con Dios. Por eso su casa conduce a la muerte y sus sendas terminan entre los muertos. Quien a ella se allega, no vuelve jamás; ¡ya no reencuentra los senderos de la vida! Por eso, sigue el camino de los buenos y ve por las veredas de los justos, porque los hombres rectos habitarán la tierra; los perfectos permanecerán en ella. Pero los impíos serán eliminados de la tierra; los pecadores serán expulsados de ella. 


El Libro de Los Hechos Capítulo 19 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES




CAPÍTULO 19
(58 d.C.)
ÉFESO




Y ACONTECIÓ que entre tanto que Apolos estaba en Corinto (pertenece a Hch. 18:27), Pablo, habiendo recorrido las regiones superiores, vino a Éfeso (se refiere anteriormente a Hch. 18:23): y hallando ciertos Discípulos (eran seguidores de Cristo, pero deficientes en su entendimiento),
2 Les dijo, ¿Habéis recibido el Espíritu Santo después que creísteis? (En el Griego, es literalmente, ¿habiendo creído, recibió usted? Sabemos que estos hombres ya fueron salvos porque cada vez que se usaba la palabra Discípulos en el Libro de los Hechos, se    refiere a las personas que habían aceptado a Cristo. Pablo reconocía que estas personas, aunque eran salvas, todavía no habían sido Bautizados con el Espíritu Santo.) Y ellos le dijeron, Antes ni aun hemos oído si hay Espíritu Santo (no significa que no sabían de la existencia del Espíritu Santo, sino que no estaban conscientes de que había venido la época del Espíritu, y que los Creyentes podían literalmente ser Bautizados con Él; en la Salvación, el Espíritu Santo Bautiza a los pecadores que creen colocándoles en Cristo; en el Bautismo del Espíritu, Jesús Bautiza a los Creyentes en el Espíritu Santo [Mat. 3:11]).
3 Entonces dijo, ¿En qué pues sois bautizados? (Después de preguntar sobre el Bautismo del Espíritu Santo, Pablo recibió sólo una mirada fija y vacía, por así decirlo.) Y ellos dijeron, en el Bautismo de Juan (era el Bautismo de Arrepentimiento).
4 Y dijo Pablo, Juan bautizó con Bautismo de Arrepentimiento (que, en efecto, era todo lo que podía hacer durante ese tiempo), diciendo al pueblo que creyesen en Él que había de venir después de él, es a saber, en Jesús el Cristo (revela a Juan el Bautista que proclama a Jesús como el Salvador de la humanidad).
5 Oído que hubieron esto (sin duda, Pablo dijo mucho más; sin embargo, la evidencia es que ellos al instante creyeron y aceptaron lo que Pablo dijo, y entonces desearon lo que él dijo), fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús (quiere decir, por la autoridad del Señor Jesús; la única fórmula Bautismal en la Palabra de Dios es Mat. 28:19).
6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos (constituye un principio Bíblico [Hch. 8:17; 9:17-18]), vino sobre ellos el Espíritu Santo (se refiere a ellos que son Bautizados con el Espíritu Santo); y hablaban en lenguas, y profetizaban (proclama las Lenguas como evidencia física inicial que ha sido Bautizado con el Espíritu Santo; a veces está acompañada con la Profecía en ese momento y a veces no [Hch. 8:17; 9:17; 10:46]).
7 Y eran en todos como unos doce hombres (al parecer no habían mujeres implicadas en este tiempo).
LA SINAGOGA
8 Y entrando él (Pablo) dentro de la Sinagoga, hablaba libremente por espacio de tres meses (parece ser que él pasaba más tiempo aquí que en la mayoría de las Sinagogas), disputando y persuadiendo del Reino de Dios (había traído pruebas razonables de Las Escrituras del Antiguo Testamento para demostrar que el Reino [la autoridad del gobierno] de Dios son reveladas en Jesús, Quien Ascendió a la Diestra del Padre y está sentado en el Trono del Padre [Hch. 2:30-33]).
LA IGLESIA
9 Mas endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud (se rebelaron contra el Evangelio de Cristo), apartándose Pablo de ellos separó a los Discípulos (expone la ruptura con la Sinagoga), disputando cada día en la escuela de un cierto Tirano (se cree que es la Sala de Conferencias de un Filósofo Griego).
10 Y esto fue por espacio de dos años (es posible que se refiera a muchas noches, y a veces, durante el día también; él pasó un total de tres años en Éfeso [Hch. 20:31]); de manera que todos los que habitaban en Asia, Judíos y Griegos, oyeron la Palabra del Señor Jesús (no se refiere a cada una de las personas, sino más bien de personas de toda clase social y de todas las áreas circundantes)
LOS MILAGROS
11 Y hacía Dios singulares Maravillas por manos de Pablo (el Señor obró estas cosas, no Pablo):
12 De tal manera que aun se llevaban sobre los enfermos los sudarios y los pañuelos de su cuerpo (no hay ninguna indicación en el Texto que él deliberadamente envió estas cosas, aunque él definitivamente pudiera haberlo hecho, sino más bien que la gente por su propia cuenta los recogió; se llevaron al afectado o al poseído por demonios, evidentemente colocaban la tela sobre la persona, y recibía sanidad y/o liberación), y las enfermedades se iban de ellos, y los malos espíritus salían de ellos (no eran los pedazos de la tela que obraban la sanidad, sino más bien el Poder de Dios que utilizaba estas telas como un punto de contacto con respecto a la Fe).
13 Y algunos de los Judíos, exorcistas vagabundos (habla de personas que practicaban la adivinación, y quienes no eran de Dios, sino más bien de Satanás), tentaron a invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos (por lo visto esta gente había oído a Pablo ministrar y lo habían observado orar por los enfermos y expulsar a los demonios; evidentemente notaron que él usó el Nombre de Jesús, que tenía un efecto poderoso), diciendo, Os conjuro por Jesús, el que Pablo predica (parece que se inventaron su propia fórmula o conjuro al observar a Pablo).
14 Y había siete hijos de un tal Esceva, Judío, Dirigente de los Sacerdotes, que hacían esto (deduce que este hombre puede haber sido un miembro del Consejo Judío en Éfeso).
15 Y respondiendo el espíritu malo, dijo (señala a un hombre que fue poseído por demonios, y que algunos o todos sus siete hijos habían sido contratados para exorcizar este espíritu), A Jesús conozco y sé quién es Pablo; mas vosotros ¿quiénes sois? (Representa dos verbos Griegos diferentes y distintos en cuanto a la palabra conozco. ¡Con respecto a Jesús, se insinúa temor! Con respecto a Pablo, había menos acción.)
16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando en ellos, y enseñoreándose de ellos, pudo más que ellos (es probable que los siete hijos se vieron envueltos en esa situación y vencidos por el hombre poseído por los demonios), de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos (el Texto Griego indica que sufrieron heridas lo bastante severas para estar afectados por un buen período de tiempo).
17 Y esto fue notorio a todos, así Judíos como Griegos, los que habitaban en Éfeso (todos no quiere decir cada una de estas personas, sino más bien un buen número); y cayó temor sobre todos ellos (se daban cuenta ya que no han de jugar con el Nombre de Jesús), y era ensalzado el Nombre del Señor Jesús (presenta la idea constante del Espíritu Santo que Jesús siempre será glorificado [Jn. 16:14]).
18 Y muchos de los que habían creído, venían (habla de aquellos que habían confiado en el Señor para la Salvación, pero todavía no dejaban ciertos pecados), confesando y dando cuenta de sus hechos (tiene que ver con el Espíritu Santo que ahora guía a los Creyentes a la Santidad y a la Justicia, así como anteriormente los había guiado a la Salvación).
19 Asimismo muchos de los que habían practicado vanas artes, trajeron los libros, y los quemaron delante de todos (artes curiosas se refiere a la práctica de la magia; entonces el Espíritu Santo estaba obrando con poder en las vidas de la gente, como él lo desea hacer siempre; si Le permitimos, Él nos limpiará; y lo hace a través de la Fe en Cristo y Su Cruz [Rom. 8:2]): y echada la cuenta del precio de ellos, hallaron ser cincuenta mil denarios (debe haber sido muchos, muchos libros, etc., por la cantidad en el año 2003 sumaba en valor de unos dos millones de dólares).
20 Así crecía poderosamente la Palabra del Señor, y prevalecía (no dice que la Iglesia crecía con fuerza, sino mas bien la Palabra de Dios. . .).
21 Y acabadas estas cosas, se propuso Pablo en Espíritu (se refiere al Espíritu Santo) partir a Jerusalén, después de pasar por Macedonia y Acaya (quería estar allí para la Fiesta de Pentecostés [Hch. 20:16]), diciendo, Después que hubiere estado allá me será necesario ver también a Roma (el Texto Griego indica que había una Mano Divina colocada sobre Pablo).
22 Y enviando a Macedonia a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto (tiene que ver con las preparaciones que ellos harían en las Iglesias para la visita de Pablo dentro de poco tiempo); él se estuvo por algún tiempo en Asia (se quedó en Éfeso un poco más de tiempo, tal vez dos o tres meses).
ÉFESO
23 Entonces hubo un alboroto no pequeño acerca del Camino (del Camino es el Camino Pentecostal, que caracteriza la totalidad del Libro de los Hechos).
24 Porque un platero llamado Demetrio (es posible que era el maestro-gremio del gremio de los plateros o del sindicato), el cual hacía de plata templecillos de Diana (habla de las miniaturas del templo de Diana con la diosa al fondo en medio del templo), daba a los artífices no poca ganancia (habla de aquellos que se ganaban la vida trabajando en este tipo de artesanía);
25 A los cuales, reunidos con los oficiales de semejante oficio (a los cuales Demetrio los llamó para reunirse), dijo, Varones, sabéis que de este oficio tenemos ganancia (nos dice que su mayor preocupación no era en realidad la adoración o el honor a esta diosa, sino de su prosperidad).
26 Y veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino a muchas gentes de casi toda el Asia (presenta un testimonio poderoso, que proviene de un enemigo, al poder y la eficacia de las labores de Pablo y de su Mensaje), ha apartado con persuasión, diciendo, que no son dioses los que se hacen con las manos (proclama lo que Pablo predicaba, y al cual muchas personas habían llegado a creer, y con toda la razón):
27 Y no solamente hay peligro de que este negocio se nos vuelva en reproche (conlleva la idea de que esto caería en desprestigio); sino también que el Templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida su majestad, la cual honra toda el Asia y el mundo (había aquí algo de exageración).
28 Oídas estas cosas, se llenaron de ira (las acusaciones de Demetrio tuvieron el efecto deseado), y dieron alarido diciendo, ¡Grande es Diana de los Efesios! (en realidad, la gran riqueza y la prominencia de la ciudad de Éfeso fue en gran parte debido al gran Templo de Diana, pero que básicamente se localizó en esa ciudad.)
29 Y la ciudad se llenó de confusión (se formaba la turba): y unánimes se arrojaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, Macedonios, compañeros de Pablo (reconociendo a estos dos hombres como compañeros de Pablo, los arrastraron al anfiteatro).
30 Y queriendo Pablo salir al pueblo (Pablo decidió entrar en el teatro y dirigirse a la muchedumbre), los Discípulos no le dejaron (los Creyentes que eran parte de la Iglesia en Éfeso, y sabían del peligro que le esperaba a Pablo).
31 También algunos de los principales de Asia, que eran sus amigos (eran hombres de alto rango y gran riqueza, que representa una vez más la asombrosa prueba de la gran influencia de la predicación de Pablo en Asia), enviaron a él rogando que no se presentase en el teatro (me parece que enviaron mensaje a Pablo, pero no se presentaron en persona).
32 Y otros gritaban otra cosa (representa las acciones y peculiaridades de una turba): porque la concurrencia estaba confusa; y los más no sabían por qué se habían juntado (quiere decir que habían unos cuántos que agitaban a muchos).
33 Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole los Judíos (no está claro quién exactamente era este Alejandro). Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, quería dar razón al pueblo (representa lo que no sirve de nada).
34 Mas cuando conocieron que era Judío (explica el motivo por la cual siguió con sus arranques), un grito se levantó de todos ellos, que gritaron casi por dos horas, Grande es Diana de los Efesios (a pesar de todo esto, la historia hace mención que el Evangelio que Pablo predicó, tenía tanto efecto que los adoradores de la diosa Diana se reducían en números cada vez, mientras que la Iglesia en Éfeso seguía floreciendo).
35 Entonces el escribano, cuando había calmado la gente (presenta una oficina de influencia), dijo, Varones Efesios ¿y quién hay de los hombres que no sepa que la ciudad de los Efesios es honradora de la gran diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter? (La idea es que Éfeso es el orgulloso poseedor de esta diosa, de la cual ninguna otra ciudad en el mundo podía jactarse.)
36 Así que, pues esto no puede ser contradicho (apela al orgullo de estas personas, en cuanto a la grandeza de Diana), conviene que os apacigüéis, y que nada hagáis imprudentemente (representa el buen consejo, aunque provenía de un pagano).
37 Pues habéis traído a estos hombres (se refiere a Gayo y Aristarco), sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa (quiere decir que Pablo no había dirigido su atención a este ídolo, pero, sin duda, se había referido a ídolos hechos por manos humanas [v. 26]).
38 Que si Demetrio y los oficiales que están con él tienen negocio con alguno, audiencias se hacen (refleja el sentido común del funcionario de la municipalidad), y procónsules hay; acúsense los unos a los otros (él les decía que si Demetrio realmente tuviera un caso contra Pablo y aquellos que estaban con él, entonces debería presentarlo en el Tribunal abierto).
39 Y si demandáis alguna otra cosa (en efecto, dice, si hay otras quejas contra Pablo además de lo mencionado, habría de dirigirlo correctamente, y no por la acción de la turba), en legítima asamblea se pueda decidir (Tribunal abierto).
40 Porque peligro hay de que seamos acusados de sedición por hoy (se refiere a la perturbación de la paz Romana por ninguna razón), no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón de este concurso (expone que el funcionario de la municipalidad se pregunta cómo iba a explicar la acción de la turba a las autoridades Romanas, al tener que dar cuentas).
41 Y habiendo dicho esto, despidió la concurrencia (prevaleció el sentido común, y de inmediato fueron liberados Gayo y Aristarco).




Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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